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Las transformaciones urbanas, la metropolización de la ciudad, el cosmopolitismo de las


capitales, y las nuevas posibilidades que el progreso técnico aportan a la vida urbana, proponen
los nuevos escenarios de sociabilidad. Así lo encontramos testimoniado por los artistas, en sus
pinturas de los callejones y tugurios, de los boulevares, con su tránsito denso, sus cafés y sus
veredas llenos de paseantes, las márgenes del Sena convertidas en recreo popular, los teatros,
sean las suntuosas óperas, o los vaudevilles, la vida nocturna con su bohemia prolongada por la
iluminación de gas y la eléctrica, las estaciones ferroviarias con sus multitudes envueltas en vapor,
y los parques y recreos populares. Estos nuevos escenarios urbanos, no reflejan, como en la ciudad
histórica, la unidad ciudadana, si no la fragmentación, la discontinuidad, la multitud de realidades.
Ya no existen el Ágora la plaza o la Catedral que den identidad comunitaria, si no que, los
escenarios son especializados y discontinuos, la ciudad se fragmenta en edificios y espacios
políticos, bancarios, comerciales, de educación, de cultura, religiosos, de entretenimientos, de
salud, de represión, de transporte, y de grandes eventos como las exposiciones, y galerías.

Al recorrido por las diferentes conceptualizaciones que realiza Canclini hace un recorrido por las
diferentes aproximaciones que la historia ha producido e la teoría urbana de lo que es una ciudad.

Canclini, partiendo de una frase de Ítalo Calvino, entiende que la ciudad de México podrían
coexistir cuatro diferentes ciudades. (Y me animo a decir que, estas coexistencias, también se
encontrarían en varias megalópolis contemporáneas). Esta Ciudad posmoderna de las que habla
Canclini, coincide con la descripta en la frase, ya no habiendo centros únicos sino más bien como
una ciudad disgregada, sin centro, o donde el centro importa poco o donde no sabes dónde
termina, y que se reorganiza en la experiencia cotidiana. La Ciudad de México para Canclini
coexisten la ciudad Histórica territorial, la ciudad industrial, la ciudad informacional o
comunicacional (la ciudad se conecta dentro de sí y hacia el extranjero). Y por último cree en la
existencia de una cuarta ciudad, la ciudad como un imaginario urbano, que se construye desde los
grandes medios de comunicación, produciendo un tipo de discurso de lo que es la ciudad en su
conjunto.

Esta ciudad diseminada, multicultural, de la que habla Canclini es soporte fragmentado de “…


edificios y espacios políticos, bancarios, comerciales, de educación, de cultura, religiosos, de
entretenimientos, de salud, de represión, de transporte, y de grandes eventos como las
exposiciones, y galerías.

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