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Este capítulo critica el modelo de producción capitalista por priorizar la maximización de ganancias a través de la explotación de los trabajadores y recursos naturales. Argumenta que esto conduce a prolongar la jornada laboral, reducir salarios y aumentar la productividad, a costa de los trabajadores y el medio ambiente. También señala que este modelo genera pobreza, desigualdad y exclusión social.
Este capítulo critica el modelo de producción capitalista por priorizar la maximización de ganancias a través de la explotación de los trabajadores y recursos naturales. Argumenta que esto conduce a prolongar la jornada laboral, reducir salarios y aumentar la productividad, a costa de los trabajadores y el medio ambiente. También señala que este modelo genera pobreza, desigualdad y exclusión social.
Este capítulo critica el modelo de producción capitalista por priorizar la maximización de ganancias a través de la explotación de los trabajadores y recursos naturales. Argumenta que esto conduce a prolongar la jornada laboral, reducir salarios y aumentar la productividad, a costa de los trabajadores y el medio ambiente. También señala que este modelo genera pobreza, desigualdad y exclusión social.
El fundamento de esta crítica radica en que el fin supremo
del modelo productivo capitalista es asegurar su propia reproducción a través de la maximización del lucro, la ganancia y la rentabilidad. De allí que, para lograr este propósito, la lógica inherente al capital lo conduce inevitablemente a incrementar la explotación de la fuerza de trabajo asalariada, prolongando al máximo posible la jornada laboral, a través de recurrentes reducciones en el precio que paga por la fuerza de trabajo, o también por la vía de mejoras en la productividad que permitan generar un mayor excedente. En cualquier caso, la participación del factor trabajo en la distribución del ingreso suele tender hacia la baja y las frecuentes reducciones del salario real de los trabajadores resultan ser su más clara manifestación1.
1.1. Crítica a la explotación del trabajador asalariado
El problema postulado entre el objetivo del capital de prolongar la
jornada gremial o de minimizar el sueldo real, por un lado; .y, la necesidad fundamental de los trabajadores de minimizar la era de trabajo y conseguir aumentos de salarios, por el otro, pone de manifiesto una contradicción antagónica que no es viable solucionar en los marcos del modelo de producción capitalista.
Esto se debería a que la lógica capitalista asume como natural y
legítima la propiedad privada sobre los medios de producción y, por lo tanto, la fuerza de trabajo se considera como un elemento más de producción: una mercancía que se compra a cambio de un sueldo.
El jefe contrata a los trabajadores desprovistos de
medios de producción a cambio de un sueldo, cuyo pago le da derecho a posesionarse del fruto del esfuerzo benéfico de los trabajadores.
En la organización capitalista, los trabajadores asalariados son
explotados toda vez que no poseen derecho al fruto de su trabajo.
El patrón que los contrata como asalariados se apropia del
excedente de trabajo creado por arriba del equivalente al sueldo Le paga al trabajador apenas un sueldo equivalente al costo de su fuerza de trabajo, más no un pago equivalente a todo el producto de su trabajo. La ganancia que le queda al capitalista tiene su fuente en el trabajo no pagado al obrero.
El criterio que se obliga para dictaminar quién es el propietario del
producto del trabajo humano es el criterio de propiedad sobre los medios de producción. Como el capitalista es el propietario del galpón industrial, de las maquinarias, de las materias primas e, inclusive, de la fuerza de trabajo que contrata, entonces contrata y explota al trabajador asalariado al apoderarse además del fruto de su trabajo enajenado.
1.2. Crítica al modelo capitalista explotador de la naturaleza
La racionalidad de la compañía capitalista se guía por la
maximización de la ganancia. Por consiguiente, registra como precio cualquier inversión en la corrección o prevención del efecto ambiental. Esta lógica crea un efecto negativo sobre el ambiente, las reservas de materias primas y las fuentes de recursos naturales.
La organización mercantil, al estar centrada en reducir los precios
para maximizar la ganancia y productividad, suele registrar como un gasto y no como una inversión la adopción de las medidas correctas para reducir o remover las emanaciones gaseosas, los efluentes líquidos y los desperdicios firmes que crea la actividad provechosa y contaminan el ambiente.
La lógica del capital se opone no únicamente al desarrollo humano
sino además a la conservación de la naturaleza. Induce a explotar al más alto tanto a los trabajadores como a los recursos naturales.
La producción mercantil se expone como fin fundamental
incrementar su cuota de mercado para maximizar sus ganancias, sin componer en el efecto ambiental de su actividad.
Se preocupa más que nada por la contabilización de resultados
económicos-financieros y bastante poco por rendir cuentas sobre el efecto social, mucho menos, por el efecto ambiental de su manejo: “El capitalismo ha socavado las condiciones de la vida en la Tierra. El efecto de las ocupaciones humanas ha superado con creces la función de carga del mundo,y son claramente los que tienen poco dinero los que más se ven dañados por la degradación ambiental” .3 3 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA. Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de La Nación 2007-2013. Caracas, Septiembre 2007. Pág. 13.
1.3. Crítica al modelo productivo capitalista generador de
pobreza y exclusión social
El capitalismo es un modelo benéfico con base en la explotación
exhaustiva de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales.
En esencia, la acumulación del capital se basa
en la explotación del trabajo asalariado, sin componer en la problemática de la pobreza y exclusión social que tal explotación crea. Por esa razón produce desempleo, pobreza, miseria y exclusión social.
En el capitalismo, el jefe se queda con la mayoría del resultado del
esfuerzo benéfico de los trabajadores, manteniéndose de esta forma las condiciones de explotación del ser humano por el ser humano, con su ineludible secuela de pobreza, miseria y exclusión social. Este caso tiende a agravarse en las naciones capitalistas subdesarrollados ,atrasados tecnológicamente y con una débil organización de los trabajadores donde predominan los mapas mentales que desvalorizan las capacidades y destrezas del trabajador, las cuales se realizan rutinarias y poco creativas, profundizando la diferencia entre el trabajo manual e intelectual.
En el marco de la separación mundial del trabajo,
no es extraño el predominio en las naciones subdesarrollados de procesos productivos enormemente contaminantes donde el obrero ejecuta un trabajo parcelario y embrutecedor, con un monumental desgaste físico y psíquico, en un ambiente hostil y de elevado peligro en el que contrae graves patologías ocupacionales que, con frecuencia, lo incapacitan para continuar haciendo un trabajo. Y esto no solo ocurre en las organizaciones capitalistas privadas. Además pasa en las empresas públicas que funcionan bajo la lógica del capitalismo de Estado.
Un claro ejemplo lo pudimos encontrar en el horroroso drama de los
enfermos ocupacionales de las organizaciones primordiales del territorio Guayana y en el mal ambiental que las mismas producen.
En estas organizaciones todavía se destaca la subordinación del
trabajo a una burocracia gerencial que se preocupa más por los estados económicos y financieros de la organización que por el caso de los trabajadores y por el mal ambiental que la explotación exhaustiva de los recursos mineros y su transformación en bienes intermedios constantemente causa.
De cara a la obra del nuevo modelo benéfico socialista, el Regimen
Bolivariano dice que “La producción en la averiguación de conseguir trabajo con sentido se orientará hacia la supresión de la separación social del trabajo, de su composición jerárquica presente y a la supresión de la disyuntiva entre satisfacción de necesidad y producción de riqueza.
El modelo benéfico responderá principalmente a las necesidades
humanas y va a estar menos subordinada a la reproducción del capital”.
El Regimen de la República Bolivariana de Venezuela confirma
que “El modo de producción capitalista no únicamente estratifica a los seres vivo en categorías sociales irreconciliables, sino que ordena un uso disparatado y ecológicamente insostenible de los recursos naturales”.
Sin sitio a dudas, en la obra de un NMP que libere a los
trabajadores de la explotación del capital, la batalla de los trabajadores no puede reducirse exclusiva y exclusivamente a conseguir aumentos de salarios o a minimizar la jornada gremial, puntos a lo que se limita la interpretación economicista de los marxistas reduccionistas y que mucho ha influido en la lógica del sindicalismo tradicional que superpone la conquista de reivindicaciones monetarias, dejando de lado lo más relevante: la transformación revolucionaria de la economía capitalista en un nuevo modelo productivo socialista.