Está en la página 1de 3

Génesis Natalia Tobón Becerra

Estudios Literarios
Universidad Nacional de Colombia
2019 – I
Apuntes sobre Elogio a la creolidad

El Elogio a la Creolidad es una conferencia dictaminada en mayo de 1988 por los


martiniquenses Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau y Raphaël Confiant en el marco del
Festival Caribe de la Seine-Saint-Denis, realizado –paradójicamente– en París. Se trata de
un manifiesto, más que un texto crítico, donde se dialoga con propuestas anteriores que
apuntan a una misma dirección: la comprensión del sujeto del Caribe. Habiendo tomado el
concepto de ‘La Negritud’, propuesto por su coterráneo Aimé Césaire, y el de ‘La
Antillanidad’, por Edouard Glissant, los martiniquenses proponen su propio concepto
identitario. Sin embargo, más que una definición del ser, los autores plantean la ‘creolidad’
como una manera de vivir. Para llegar a lo anterior, los autores atraviesan diversos
apartados que les permiten dar validez a su propuesta: en un primer momento, se valen de
una contextualización amplia sobre la cultura antillana y las propuestas teóricas que han
resultado a través de los años; es aquí donde dialogan directamente con términos como la
Negritud y la Antillanidad para, al final, dar cabida a la Creolidad como una ‘forma de
existencia’. En un segundo momento, los autores realizan el despliegue de su argumento
dentro del postulado ‘La creolidad’, el cual consta de cinco partes que constituyen, en
conjunto, la definición de lo propuesto en la conferencia. Más adelante, en el apartado ‘Una
dinámica constante’, redondean y concluyen sus ideas de manera general. Por último, se da
un postulado que se sale del campo erudito para trasladar su propuesta al campo político, se
rechaza una posible integración de los departamentos franceses de ultramar en la
Comunidad Europea. Su implicación política deja entre ver la naturaleza vanguardista del
manifiesto.
Partiendo del postulado ‘creolidad como forma de vivir’, los autores parten a
delimitar puntos en común entre las comunidades que pueden denominarse ‘creole’. Así
pues, experiencias compartidas como la economía de plantación, la esclavitud y el
sincretismo socio-cultural, la política colonial en general y el encuentro entre el colonizador
y el colonizado –aspectos culturales e históricos que se han asimilado de manera diferente
en cada sociedad– abren camino a la búsqueda identitaria del antillano. No obstante, es
errónea la naturaleza misma de dicha pesquisa, pues querer aglutinar una serie de puntos
convergentes entre culturas vecinas en busca de una definición aglomerante tiene a caer, de
manera reiterativa, en términos universalistas, los cuales resultan siendo falaces por su
ambigüedad y ecuménico.
De igual manera, es importante detenerse en la diferenciación que se hace en la
ponencia entre los conceptos de Americanización, como el asentamiento de las culturas
europeas en américa donde el contacto cultural entre ambas no fue demasiado profundo,
Antillanidad, como americanización misma en el territorio específico de las Antillas y
Creolización, como un concepto que va más allá de lo geográfico y que implica un choque
cultural dramático, sobre todo para la cultura en una posición de poder inferior. Los autores
hacen hincapié en el aspecto no geopolítico de esta última definición e incluyen
poblaciones no antillanas que también sufrieron este proceso, como lo es Hawai, Filipinas o
Madagascar.
De manera adversa, la propuesta de los autores martiniquenses para desfallecer en
uno de los puntos clave que ellos mismos delimitan en su desglose argumentativo sobre la
creolidad, este es la cuestión multilingüe. Esta paradoja por la que tanto es criticado
Césaire, es una trampa en la que también caen los autores de la ponencia, pues dicha se
encuentra escrita en perfecto francés. Aunque lo anterior puede entenderse como la
satisfacción de una necesidad primordial a la que se enfrentan los autores al escribir este
texto: ser escuchados y, sobre todo, ser entendidos, pues hay que recordar que se
encuentran en la capital francesa y desean comunicar también su posición política frente a
las decisiones diplomáticas de aquel estado excluyente y desinteresado. Sin embargo, en
ninguna estancia hacen esta salvedad, a pesar de que el ‘antiguo problema del lenguaje’ es
uno de sus apartados. Así pues, se consolida un texto que busca una suerte de identidad
caribeña como modo de existir en el mundo, basado en un campo compartido de carácter
histórico, social e idiomático, pero que falla al enfatizar en uno de estos aspectos.
Ahora bien, dejando de lado el problema lingüístico, la propuesta de Chamoiseau,
Confiant y Bernabé es un majestuoso manifiesto que toma conciencia de la polifonía
universal, pues trae a la luz evidencia de que el mundo se mueve en más dinámicas que no
sean blancas o negras, sino que es una amalgama, ya no escalando de grises, sino de una
paleta infinita de colores. Además, ya no se trata de reducir a una búsqueda identitaria
esencialista sino una colectividad que habla desde la construcción de ‘yo’ que han
escogido: “ni europeos, ni africanos, ni asiáticos, nosotros nos proclamamos créoles”.

También podría gustarte