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Ensayo sobre la compra de vacuna por el sector privado

El 6 de marzo del 2020, el presidente de la República del Perú, Martín Vizcarra, anunció el primer

caso de Coronavirus. Debido a la descontrolada propagación del virus, se anunciaron medidas

restrictivas, con ello muchas actividades fueron paralizadas, entre ellas, la ejecución de obras

públicas y el servicio de comercio electrónico. Posteriormente, aumentaron las restricciones, los

casos de COVID y número de decesos. Un año después, el Ministerio de Salud inició un plan de

vacunación con la llegada de 300,000 dosis provenientes del laboratorio Shinopharm, empezando

la inoculación al personal de salud. Posterior a ello, se implementaron estrategias de vacunación

priorizando la vulnerabilidad y comorbilidad de la población. Debido a esto, la presidenta del

CONFIEP hizo un llamado al Estado para que también se le permita al sector privado adquirir

vacunas contra la COVID-19, con el fin de agilizar el proceso de vacunación y reducir la caída del

PBI. Ante esta situación, desde la posición de asesores del ministerio de salud ¿Estarías de acuerdo

con que se permita al sector privado adquirir dosis de vacuna contra la COVID-19? En nuestra

opinión, como asesores del MINSA, consideramos que sí se debe aprobar la compra de vacunas

por parte del sector privado. Para reforzar nuestra posición, nos apoyaremos de algunos conceptos

de la ética como: la deontología y la ética dentro del interés público y privado.

Por un lado, consideramos que se debe aprobar la compra de vacunas por parte del sector privado,

puesto que agilizaría la vacunación en nuestro país. En este sentido, nos estaríamos refiriendo a

una nueva estrategia sanitaria. Esta medida nos ofrece una reducción de contagios, lógicamente al

tener una mayor población inoculada, la tasa de contagios se podría reducir considerablemente,

aligerando así las pérdidas humanas. Así mismo, se incorporaría al Estado la cooperación y

contribución del sector privado. Si este fuese el caso, estaríamos hablando de la distribución
gratuita de dosis contra la COVID-19 a nivel nacional, esto quiere decir que las empresas privadas

adquieren lotes de vacunas luego de una confirmación por parte del MINSA, lo que resultaría

factible tanto a la economía peruana como a la salud pública. Está claro que esta medida nos ofrece

un sin número de beneficios, ya que el despliegue de dosis no tiene otra consecuencia que

desarrollar inmunidad a grandes masas. Para reforzar lo mencionado anteriormente, debemos tener

claro algunos aspectos adaptados por la ética, definiendo el interés público y privado. Juárez (2005)

nos menciona que “el compromiso social tampoco podría entenderse como algo que interesa

exclusivamente en la esfera pública, sino que incide también de forma importante en la esfera

privada” (p. 156). En otras palabras, entendemos que tanto el sector privado como el sector público

deberían de trabajar en conjunto. Además, refiriéndonos al liberalismo, Cortina (2013) nos dice

que no hay que confundir individualismo con egoísmo, porque la libertad como independencia se

conquista y quien la reclama para sí, se compromete a reclamar para los demás (p. 103). En este

sentido, entendemos que el sector privado es una alternativa positiva si se le da un fin colectivo,

en este caso, un bien común, específicamente para la salud de nuestro país.

Por otro lado, consideramos que se debe aprobar la compra de vacunas por parte del sector privado,

ya que esta decisión beneficiaría al crecimiento del PBI de nuestro país; según el Banco Central

de Reserva del Perú, el PBI disminuyó un 30% y 9% los dos primeros trimestres del 2020

respectivamente, debido al aislamiento social obligatorio por la COVID-19; como contramedida,

la aprobación al sector privado para comprar vacunas agilizaría la vacunación de los ciudadanos,

empezando con los trabajadores que son los que más aportan al PBI nacional y así retornar a sus

labores, asimismo no se estaría discriminando, puesto que la diversidad de los trabajadores es

basta, sin interferir con la vacunación regular por parte del Estado. Esta idea es apoyada por la
ética deontológica, que se define como la teoría del deber o ciencia de los fundamentos del deber

y las normas morales, y se caracteriza por considerar los contenidos éticos desde un punto de vista

no sólo normativo, sino descriptivo e incluso prescriptivo. Por ello, no se le puede negar la

posibilidad de poder vacunarse a las personas que tienen los recursos y así mismo, ayudar a que la

economía del país no siga decayendo aún más. Ramírez (2002) nos menciona “si los seres humanos

son siempre fines en sí mismos, sujetos de dignidad y autonomía, aunque no fueren los únicos, se

reduce la posibilidad de que unos seres racionales, o un grupo, procedan por deber al desproteger

su bienestar” (p.75). Dicho de otra manera, la compra de vacunas por parte del sector privado

reduce la rapidez de la vacunación regular de algunas personas, anticipando la de los trabajadores.

Además, refiriéndonos a la moral Cortina (2013) nos menciona que “cultivar la confianza como

uno de los recursos morales más importantes de nuestras comunidades, permitiría “que nuestro

mundo sea más económico en dolor evitable y también en dinero”” (p.14). Es decir, que debemos

dar la confianza al sector privado de que vacune a sus empleados, ayudando así a recuperar la

economía del país.

En conclusión, reiteramos la postura de aprobar que el sector privado pueda comprar las vacunas,

puesto que dicha decisión permitirá agilizar el proceso de vacunación, la cual nos ofrece una

reducción de contagios y la cooperación conjunta al Estado para la libre distribución y vacunación.

Así mismo, esta aportará como contra medida a la caída del PBI de nuestro país en tiempos de

COVID-19, gracias a la agilización de la vacunación en sector de empleados privados.


Bibliografía

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CENTRALES DEL CONSTRUCTIVISMO RAWLSIANO. Revistas de derechos

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