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Primero démosle una mirada al tema del éxito en los negocios. ¿De qué elementos
básicos se compone? Y ¿cuál es la verdadera clave para lograrlo?
En los negocios todo comienza y termina con la gerencia. Y para trabajar con eficiencia,
la gerencia tiene que ser responsable. Cuando Harry Truman era presidente de los
Estados Unidos, coloco en la oficina Oval de la Casa Blanca un letrero que decía: LA
IRRESPONSABILIDAD SE TERMINA AQUÍ. Todo gerente debe de adoptar un lema
similar. Si usted inspecciona su organización y no gusta del personal, no lo culpe a él: la
falla es de usted. Si usted no le gusta el volumen de negocios de su empresa, mírese
usted mismo, no solamente al mercado. Si a usted no le gusta su porcentaje de utilidad,
no culpe a la inflación; haga un examen severo de la forma en que usted está operando.
Las disculpas irresponsables tienen que detenerse en la gerencia. Y si usted no las
detiene, finalmente ellas lo paralizaran a usted.
El gerente eficiente acepta responsabilidad personalmente de todos los resultados.
Cuando la gerencia se encuentra en aprietos y las señales de peligro comienzan a
aparecer, oímos con frecuencia que los gerentes dicen: “Mi oficina es diferente – mi
territorio es diferente”. ¡Sandeces! Ninguna oficina o territorio es “diferente “. Cuando
un gerente hace tal aseveración, quizás él mismo se está engañando pero no engañara al
resto de la gente. Lo que él quiere decir es: “Mire, no me evalué a mí con el mismo
criterio con que evalúa a los demás, pues en esa forma voy a fracasar. Pero mientras
usted me crea que mi territorio es diferente, el territorio fracasa, y mis manos quedan
limpias”.
Elija su camino
Esencialmente existen dos acciones en la vida: la ejecución y las excusas. Decida cuál
de ellas aceptará de usted mismo- y de las personas que usted dirige.
Hay dos enfoques de actitud totalmente diferentes, basados en estas dos acciones, y
solamente uno conduce al éxito. Las internas listas, los que están orientados hacia la
ejecución, aceptan la responsabilidad personal de sus acciones, éxitos y fracasos. Ellos
saben que si se sienten desdichados por sus resultados, para hallar al culpable basta con
mirar de frente un espejo y lo verán cara a cara.
Otros se niegan a aceptar la responsabilidad de su posición en la vida, y se encubren con
excusas. Como constantemente culpan a una fuente o condición externa o a otras
personas de sus fallas personales, los llamaremos externa listas. Preferimos no llamarlos
gerentes.
La fórmula del fracaso.
Podemos predecir y calcular la magnitud del fracaso que experimentara un individuo
por esta fórmula: la gente fracasa en proporción directa con su tendencia a valerse de
excusas socialmente aceptables por su fracaso.los externa listas proliferan, y la lista de
sus excusas socialmente aceptables forman una lista que llenaría volúmenes. Una lista
abreviada incluye declaraciones como éstas: “Yo tendría éxito si no fuera por mi hija
quinceañera” “Entiéndalo: yo saldría adelante, si no fuera por la tasa de intereses”. “Yo
estaría hoy en la cima del mundo si no fuera por los impuestos nacionales”. “Usted
sabe, yo tendría éxito verdadero, si no fuera por la Junta de la Reserva Federal”.
“Estaríamos haciendo grandes negocios en mi sucursal, si no fuera por las políticas que
nos imparte la gerencia principal”. “Usted sabe, tendríamos mucho éxito, si no fuera por
esto, eso, o aquello”. Escuche con cuidado a un externa lista y vera como se coloca
siempre en la posición de víctima. En su concepto, ser víctima le da derecho a la
simpatía de otros. Significa que él no es responsable de lo que acontece, y por lo tanto
se libera de la responsabilidad de su propio fracaso.
Por otro lado, el internalista coge de las cartas que reparte la vida las que le tocan en
suerte y juega lo mejor posible dentro de sus capacidades. Cuando pienso en
internalistas, recuerdo siempre a mi amigo personal, Walter Frank, uno de los agentes
de propiedad raíz de mayor éxito en el Cánada. Hasta el día en que Walter cumplió
veintisiete años de edad, fue un prospero ganadero. En el curso de ese año, despertó una
mañana paralizado a causa de poliomielitis, y se dio cuenta de que no podría volver a
mover las piernas por el resto de su vida y estaría reducido a una silla de ruedas. Un
externalista, en la situación de Walter, su hubiera dado por vencido. El tenia una excusa
poderosa para no ser un prospero agricultor. Pero el internalista Walter Frank no se dio
por vencido. Siendo posible seguir con su profesión, empezó a ver qué otra cosa podría
hacer. Un amigo le sugirió que podría ensayar ventas. Walter escogió el área de
propiedad raíz, aunque presentaba muchas dificultades. Encontró que era casi imposible
entrar en muchos hogares, pero él hacía que sus clientes entraran en los rincones que no
lo eran accesibles a él; luego conversaba con ellos sobre sus reacciones, tanto las buenas
como las malas. Encontró que en una silla de ruedas, él podía ir de puerta en puerta y
hablar con la gente para inscribir sus propiedades. En el segundo año de estar en el
negocio, Walter se convirtió en el mejor vendedor de toda Oshawa. Después de tres
años de trabajo en propiedad raíz, abrió su propia compañía, que hoy es una de las
empresas de propiedad raíz más prosperas de todo Cánada. ¿Es una historia de coraje,
una historia de determinación? Realmente, es la historia de un hombre que resolvió
aceptar la responsabilidad personal de su vida, en lugar de usar excusas socialmente
aceptables por su fracaso. En la administración no podemos escapar del hecho de que
tenemos que ser internalistas. Para administrar con eficiencia, se requiere tener la
habilidad de conducir a otros, y la gente seguirá solo a aquellos a quienes respeta. El
respeto se gana aceptando responsabilidad personal. Ahora, esto no quiere decir que
tendremos éxito en todos los empeños o que lograremos todos los objetivos y siempre
saldremos adelante. Pero sí significa que si experimentamos el fracaso, si las cosas no
resultan como queremos, podemos decir: “Bueno, fracasé. Fue culpa mía. Aquí esta lo
que aprendí. No volveré a cometer el mismo error, y podré convertir este fracaso en un
futuro éxito”.
Las tres palabras no pronunciadas.
Yo creo que uno de los primeros pasos para administrar con eficiencia es desarrollar una
filosofía definida de la administración y no podemos obtener una hasta que definamos
qué es administración. En nuestros años de experiencia trabajando con gerentes de toda
clase de negocios, hemos desarrollado en el Grupo Fortune una definición de
administración que creemos expresa una filosofía muy viable: “La administración es la
habilidad de alcanzar objetivos predeterminados mediante la cooperación voluntaria y el
esfuerzo de otras personas”. Creemos que la definición es válida por la semántica las
palabras estructuran la definición misma. Permítame que llame su atención sobre tres
palabras clave:
HABILIDAD: La administración es habilidad porque podemos aprender técnicas de
administración y perfeccionarlas con la práctica.
Usted tiene la oportunidad y la obligación de volverse un maestro en el manejo de
gente. Puesto que usted como gerente “Juega” con la vida de otras personas, deben de
dedicarse a adquirir los conocimientos necesarios para darles libertad de realizar su
trabajo en la mejor forma posible, de alcanzar los objetivos y de triunfar.
RESULTADOS: La administración exige realizaciones. Yo no dije que es la habilidad
de trabajar duro. Esto no significa que usted deba proporcionarnos sus mejores
esfuerzos o desempeñarse como si estuviera jugando para el equipo de su colegio. La
administración debe concentrarse en los resultados.
En los seminarios y en las sesiones de entrenamiento dirigidas por el Grupo Fortune,
oigo gerentes que tratan de competir entre sí con cuentos sobre lo mucho que trabajan.
Uno podría pensar que el acontecimiento importante del día incluía la entrega de un lote
de acciones privilegiadas a la persona que presentara el cuento más increíble. Pero no
hay entrega de premios por que el trabajo duro no da mérito para ello. Solamente los
resultados exigen recompensas. Conozco un excelente gerente que les dice a quienes
están bajo su supervisión: “No me hablen de los colores del parto; muéstreme el bebé”.
En la administración de empresas se emplea con frecuencia analogías con el deporte
profesional. Estudie usted cualquier cuento deportivo que se utilice para ilustrar algún
punto, y verá el mismo planteamiento fundamental: Usted, o gana, o pierde. Solamente
en la Liga Menor le rinden honores al esfuerzo por el esfuerzo mismo.
En uno de mis viajes frecuentes para trabajar con la Royal Trust Company del Canadá
(una empresa que tiene más de 6000 vendedores), le pregunté a Lawrie Kingsland,
quien se desempeño durante años como director de entrenamiento en esta sobresaliente
organización: “Con tantos gerentes que has tenido la responsabilidad de desarrollar,
¿puedes decirme cuál es la diferencia que hay entre el gerente de ventas realmente
competente y el gerente ineficiente?”
Nunca había oído a nadie contestar con tal rapidez: “Muy sencillo, Steve: el gerente
competente es el que hace realizar el trabajo”.
Eso es todo lo que realmente importa. En administración no recibimos primas por llegar
a la oficina a las siete de la mañana y quedarnos hasta las siete de la noche. Nadie
reparte premios por no poder jugar al golf los miércoles por la tarde o no pasar el fin de
semana con la familia. El hecho de que usted no haya podido dormir porque uno de sus
subalternos lo llamó a media noche con un problema, no lo convierte a usted en alguien
especial. ¡No espere primas por nada de esto!
La administración se parece mucho al golf: No es cómo lo hizo sino cuántos hizo.
Recientemente jugué al golf con unos amigos. ¡Hice un hoyo en uno! Di uno de los
peores golpes de mi vida. Prácticamente hice un shak con un hierro – 7. La bola se fue
hacia la derecha, pegó en un árbol, rebotó de regreso al fairway , luego pegó en una
roca, rodó en el green y se fue derechito al hoyo. En la tarjeta marqué:!1!.
Cuando ganamos, mi amigo y yo no hablamos sino de ese as, no de mi jugada
chabacana, porque no importaba cómo le había pegado a la bola; era un 1 y eso es lo
único que cuenta. He presenciado negociaciones hechas en la forma más desbarajustada
que han logrado la venta, y la administración más alejada de los textos de estudio que ha
dado buenos resultados. Recuerde que el manejo empresarial no es el arte de hacer las
cosas como las hacen los profesionales sino la habilidad de alcanzar los objetivos como
lo hacen los profesionales. Uno de mis mejores amigos es Dick Caruso, actual primer
vicepresidente de Coldwell Banker/Division de Servicios de Corretaje Residenciales.
Anteriormente Dick fue presidente de Bienes Raices RichPort, organización cuya sede
estaba en Chicago, que tenia veintisiete sucursales y cerca de quinientos vendedores.
Trabajé extensamente con Dick y su compañía como consultor. Una noche en que
estábamos terminado el trabajo y nos preparábamos para ir a cenar, le pregunté a Dick si
había algún otro asunto en que le pudiera prestar ayuda mientras permanecia en la
ciudad. Pensó un momento y me dijo:
Sí, me gustaría que tuvieras una charla con uno de nuestros gerentes. Parece que nuestro
negocio no es su vocación. Nuestro negocio es su distracción; su vocación son las
cartas. Lo presioné para que me diera detalles, y dijo:
Aparece por la mañana en la oficina y permanece ahí como hora y media, antes de
cruzar la calle para ir al club campestre, donde juega a las cartas todo el día. Luego
vuelve a la oficina, y se queda cerca de una hora, antes de regresar a su hogar.
Dick, antes de conversar con él, háblame de su oficina. Como iniciadora de nuevos
negocios, ¿en qué puesto se encuentra colocada entre tus veintisiete sucursales?
Pues es la más grande.
Y ¿qué tal su volumen de negocios?
Su oficina hace más negocios que cualquier otra sucursal.
Y ¿qué tal son sus resultados finales?
Pues es la que más utilidades produce.
Yo pensé que tal vez teníamos aquí el caso de una persona que había gastado una vida
construyendo una sucursal y había decidido retirarse a medias con sueldo completo, de
manera que le pregunté:
Pero, bueno, ¿ha hecho crecer el negocio?
Dijo Dick:
En cuanto a porcentajes, su negocio es el de mayor crecimiento. No hay casi cambios en
su personal de vendedores, y ellos lo quieren entrañablemente. Dick suspiró: Steve,
¿qué piensas tú que debemos hacer?
Yo le dije: Creo que debemos buscar otros veintisiete gerentes idénticos a él. Es el
mejor ejecutivo de todo grupo.
Encaremos este asunto: encontró un sistema de administración que le permite a la gente
trabajar al máximo y así aumentar la productividad y las ganancias. Honestamente, yo
no sabría hacerlo; pero el hecho de que yo no pueda hacerlo no quiere decir que él
tampoco pueda. No tiene mucha importancia cuán agotadoramente o cuánto tiempo
trabaje cualquiera de nosotros; lo que realmente cuenta es cuánto produce cada uno de
nosotros y cuánto logra obtener cada uno de los que están bajo supervisión.
PLAN DE ACCION
Para evitar el Error Fatal No.1:
Desarrollar la responsabilidad.
Una de las herramientas del grupo Fortune que ha comprobado tener éxito es “El
Contrato de Acción de Fortune” . Después
Cuadro 1
Responsabilidad personal
Inventario
1. En 1, anote la idea más importante que usted haya oído durante esta sesión.
2. En “Cómo la emplearé ” , anote:
A. Qué va hacer usted.
B. Cuándo lo va hacer
C. Con quien lo va hacer.
3. ¿ Que beneficio obtendrá usted empleando esta idea?
4. En nuestras sesiones, le damos al grupo sesenta segundos para prepararse;
durante este tiempo cada individuo hace un contrato, bien sea con la persona que
esté a su lado, con algún otro que esté en la reunión, con el organizador de la
sesión o con su gerente. Sugerimos que escoja una persona con quién compartir
ideas.
A. Dígale a esa persona lo que usted va a hacer.
B. Dígale cómo lo va a hacer.
C. Dígale cómo lo va a beneficiar a usted.
5. No olvida anotarle a la persona a quien usted le ha dado este contrato, la fecha
del compromiso y la fecha de seguimiento.
1. Esta es la idea mas importante que extraje de este capitulo y que considero que
puedo aplicar:
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2. Esta es la forma en que la emplearé:
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3. Beneficio que obtendré empleándola:
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4. Alguien con quien puedo compartir estas ideas:
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Fecha del compromiso: _____________________________________________
Fecha del seguimiento: _____________________________________________