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El de Naira fue el caso por el que los juninenses dijeron basta, pero no fue el
último: anoche, un remisero de 24 años fue asesinado en una pelea en Tula y
avenida República, en el barrio San Antonio, en las afueras del centro de la
ciudad.
A las 22 del miércoles, Naira salió de la escuela. Antes había intentado mediar
ante dos compañeras que querían castigar a otra, que se fue antes de que
terminara el turno. Cuando llegó a la calle, aquellas dos estaban esperándolas
junto con otras más. Fue una pelea desigual: una decena de chicas se fueron
encima de Naira y de una amiga. No sólo le pegaron trompadas y la patearon, sino
que le empujaron la cabeza, varias veces, contra el paredón del club Rivadavia,
que está frente a la escuela, según contaron a LA NACION sus allegados. La
amiga de Naira, por la agresión, perdió un diente y terminó con el labio partido.
Ezequiel tampoco entendía lo que había ocurrido con su hermana. "La noche de la
pelea, cuando volvió a la casa, no parecía sentirse mal, según lo que me contó mi
mamá. Se sentía algo dolorida. Cuando mi vieja le preguntó qué le había pasado,
le contestó que había estado en un «bardo», nada más", contó a LA NACION.
"Sólo movía las manos como si estrujara las sábanas y se la oía decir palabras
relacionadas con la pelea, como si estuviera soñando. «Me pegaron», decía",
prosiguió en su relato su hermano. Una ambulancia la acercó al hospital Piñeyro,
del que nunca más salió. Carlos Garbe, director del hospital, confirmó que a Naira
se le hizo una tomografía y se advirtió una importante contusión en el hemisferio
izquierdo del cerebro. Fue operada, pero al día siguiente otro hematoma de
similares características requirió otra intervención. Ya no mejoró..