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JUNÍN.- Nancy lloraba de manera desgarradora.

Sólo podía mantenerse en pie


gracias a la ayuda de sus familiares. "Me arrancaron la vida, me arruinaron. Que
haya justicia, para que esto no pase todos los días", balbuceaba entre sollozos, en
la puerta del hospital Piñeyro, donde su hija Naira Cofreces, de 17 años, falleció
tras cuatro días de agonía. El dolor de esta madre simboliza un nuevo caso de
violencia juvenil que, ayer, conmovió al país.

Naira no pudo recuperarse de la paliza que le dieron un grupo de compañeras el


miércoles pasado a la noche, a la salida de la escuela. Aún no se sabe por qué: su
familia dice que quiso defender a una amiga a la que otro grupo se la tenía
"jurada". Otros jóvenes dicen que motivó el ataque el hecho de que Naira y otra
amiga se las daban de "lindas". Es materia de investigación, aunque ninguna
revelación podrá explicar lo inexplicable.

Por ese ataque fueron detenidas dos compañeras de ella en la Escuela de


Educación Secundaria Nocturna N° 5: una de 17; la otra, de 22, Anabela Madero.
También fue aprehendida una hermana de Anabela, María Rosa, de 29 años;
estaba en la terminal de la ciudad, aparentemente, con intención de escapar de la
ley. Las tres fueron indagadas por "homicidio doblemente calificado"; se negaron a
declarar.

El de Naira fue el caso por el que los juninenses dijeron basta, pero no fue el
último: anoche, un remisero de 24 años fue asesinado en una pelea en Tula y
avenida República, en el barrio San Antonio, en las afueras del centro de la
ciudad.

Anoche, también, unas 200 personas, familiares de víctimas de más de una


decena de reyertas que dejaron como saldo muertos y heridos, se concentraron y
marcharon hacia los tribunales locales. Piden justicia, pero también dicen basta a
la ola de violencia juvenil que acecha y desangra a esta comunidad.

En medio de ese clima de conmoción y movilización, comenzó el velatorio de


Naira, que había permanecido internada en terapia intensiva, en estado de coma,
desde la tarde del jueves hasta la noche del domingo.

A las 22 del miércoles, Naira salió de la escuela. Antes había intentado mediar
ante dos compañeras que querían castigar a otra, que se fue antes de que
terminara el turno. Cuando llegó a la calle, aquellas dos estaban esperándolas
junto con otras más. Fue una pelea desigual: una decena de chicas se fueron
encima de Naira y de una amiga. No sólo le pegaron trompadas y la patearon, sino
que le empujaron la cabeza, varias veces, contra el paredón del club Rivadavia,
que está frente a la escuela, según contaron a LA NACION sus allegados. La
amiga de Naira, por la agresión, perdió un diente y terminó con el labio partido.

La reyerta sólo se detuvo por la intervención de estudiantes y autoridades de la


escuela, que asistieron a las chicas golpeadas y se comunicaron con sus tutores.
La jueza que interviene en el caso, María Laura Durante, titular del Juzgado de
Garantías de Junín, indicó que algunos testimonios dejaron entrever que a la
muchacha la habían lastimado "por ser linda", aunque aclaró que todavía "no
existía un motivo claro".

Familiares de Naira dijeron a LA NACION que la chica habría intentado interceder


para que no agredieran a una amiga suya. Y que, entonces, una de las
provocadoras "se retiró temprano de la escuela para ir a buscar ayuda". Uno de
sus hermanos, Ezequiel, dijo: "Salió a defender a la otra chica, por eso le pegaron
así".

Ezequiel tampoco entendía lo que había ocurrido con su hermana. "La noche de la
pelea, cuando volvió a la casa, no parecía sentirse mal, según lo que me contó mi
mamá. Se sentía algo dolorida. Cuando mi vieja le preguntó qué le había pasado,
le contestó que había estado en un «bardo», nada más", contó a LA NACION.

En su casa, en Emilio Muñiz al 1100, la chica se tomó un analgésico y miró


televisión un rato, su novela preferida. A la 1.30 se acostó. "Después de eso,
nunca más se levantó", se lamentó Ezequiel.

"Sólo movía las manos como si estrujara las sábanas y se la oía decir palabras
relacionadas con la pelea, como si estuviera soñando. «Me pegaron», decía",
prosiguió en su relato su hermano. Una ambulancia la acercó al hospital Piñeyro,
del que nunca más salió. Carlos Garbe, director del hospital, confirmó que a Naira
se le hizo una tomografía y se advirtió una importante contusión en el hemisferio
izquierdo del cerebro. Fue operada, pero al día siguiente otro hematoma de
similares características requirió otra intervención. Ya no mejoró..

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