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Jessica Perales salió de su casa, en Tijuana, Baja California, alrededor de las 5

de la mañana del domingo 29 de diciembre para ir a atender el puesto de ropa


que tiene en un mercado. Dejó a su hija, Dayana N, dormida. De acuerdo a
reportes de medios locales, no habían pasado ni dos horas desde su salida,
cuando los bomberos recibieron el reporte de un incendio en el domicilio.
Encontraron a la menor, de 13 años, muerta.
Por la forma en que los servicios de emergencia encontraron el cuerpo de la
adolescente, con signos de abuso y sin ropa, se presume que la asesinaron y
quien o quienes cometieron el crimen provocaron el incendio para hacer pasar
la muerte de Dayana como algo accidental.
El titular de la Dirección de Bomberos, José Luís Jiménez, declaró a los
medios locales que la víctima no tenía quemaduras, pero sí un calcetín en la
boca y una venda en el cuello, por lo que se presume que la asfixiaron.
Hasta ahora del homicidio de Dayana solo se sabe que la menor estaba sola
en casa, en una zona donde abunda la inseguridad y donde es difícil tener
redes familiares o comunitarias de apoyo.
Dayana vivía en la colonia Mariano Matamoros, ubicada al Este de la ciudad
de Tijuana. “Es una zona urbano marginada de la periferia, donde son
frecuentes los pleitos, las balaceras por el narcotráfico”, explica una activista
de la Coalición por los Derechos Humanos de Baja California, que por
cuestiones de seguridad prefiere que no se dé a conocer su nombre
Jiménez aseguró que ante la sospecha de que el incendio fue provocado para
ocultar el homicidio, entregaron la escena del crimen a la Fiscalía General del
Estado (FGE) de Baja California para que realizara las investigaciones
correspondientes.
Consultada por Animal Político, la FGR, a través de su oficina de
Comunicación, informó que el caso se turnó a la Fiscalía de Homicidios, pero
declinaron proporcionar más información al respecto. “En el caso de la niña
hay avances pero aún no se pueden dar a conocer”, aseguraron

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