Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Una mujer es asesinada cada dos horas y media en México. Tan solo en los
primero seis meses del 2019 se registraron 448 feminicidios, 1.364 casos de
homicidio doloso y 2.586 abusos sexuales, según datos del Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Yesenia Zamudio durante la manifestación del 25 de noviembre en la Ciudad de
México (Video: Twitter)
Estas cifras han provocado protestas y demandas desesperadas por parte de las
mexicanas que piden seguridad. Además, la mayoría de los crímenes quedan
impunes y la justicia por las mujeres asesinadas nunca llega: 90% de los casos
que se investigan permanecen sin sentencia, según el Diagnóstico de Acceso a
la Justicia y la Violencia Feminicida de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos (CNDH).
Marichuy, como le decían de cariño, fue asesinada cuando tenía 19 años. Era
estudiante de Ingeniería Petrolera en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y vivía
en un departamento de la alcaldía Gustavo A. Madero, colonia Tecomán, Ciudad
de México, junto a otras estudiantes. El 15 de enero del 2016 le avisó a su
mamá que saldría con sus compañeras.
“De repente recibo una llamada y me dicen que sufrió un accidente. Yo pensé que
chocaron o algo, como puede llegar a pasar con los jóvenes de su edad cuando
están divirtiéndose. Cuando me presento al hospital donde me dijeron que la
tenían, no estaba”, contó Yesenia Zamudio, su mamá, a Infobae México.
Preguntó por su ubicación y sobre lo que había pasado, pero nadie le dio
información clara. Ya era la madrugada del 16 de enero. Hasta el día siguiente la
encontró en el Hospital Balbuena, en donde había sido ingresada en calidad
de desconocida. Estaba en coma, tenía los brazos, piernas y el cráneo
fracturados.
Sujetos que habían estado con Mari, ahora presuntos responsables del
feminicidio, daban distintas versiones sobre lo ocurrido “No se ponían de
acuerdo, por lo que al final crearon una mentira”, contó Yesenia. Declararon
que después de haber salido a un karaoke, un grupo de cuatro amigos y Julio Iván
Ruíz, un profesor, volvieron al edificio en donde vivía la joven. Relataron que no
quería subir, así que ellos la metieron a su departamento para que estuviera más
segura. Ahí, dijeron, se lanzó del quinto piso.
Algo no le cuadraba a Yesenia. Quería saber qué había sucedido realmente, así
que cuando Marichuy aún estaba en terapia intensiva, visitó en repetidas
ocasiones al Ministerio Público de la alcaldía para que se hicieran una
investigación sobre el caso. “Intentaron decir que mi hija era alcohólica y
estaba deprimida”, dijo Yesenia. Pero ella sabía sabía que no era cierto. Cuando
ingresó al hospital, la joven tenía ropa desgarrada y ADN de otras personas en las
uñas; señal de que había sido atacada e intentó defenderse.
“Nadie atendió el asunto de mi hija cuando todavía estaba con vida. Hubo
indiferencia desde que ocurrió todo. Por eso nos siguen matando todos los
días, porque nadie tiene interés en hacer su trabajo”, comentó Zamudio
a Infobae México.
Por lo que decidió acudir a otras instancias defensoras de los derechos humanos:
“Y como todo eso es tardado, mientras empecé a decirle a la ciudadanía lo que
estaba sucediendo. Las autoridades y sus procesos se quedaron atoradas en el
tiempo y no tienen actitud de hacer las cosas. Aparte, la indiferencia de la
ciudadanía. Por eso mi manifestación. Se los he dicho de muchas formas:
artísticas, con bailes y performance. Todo el tiempo se los he dicho, hasta que
llega el momento en que se los grito, porque con una chingada, ¿ya nos van
a escuchar?”, dijo Yesenia a Infobae México.
Desde que decidió alzar la voz, ha recibido amenazas de muerte y maltrato de las
autoridades.
Yesenia dice que Mari ya no puede hablar, no puede defenderse. Pero ella lo hace
por su hija. Ahora se dedica a abogar por los derechos humanos de las personas,
y a protestar por la violencia contra las mujeres. “Yo no tenía por qué llegar a
esta situación de desesperación, pero toqué muchas puertas y oficinas.
Hablé con mucha gente. Por eso mi inconformidad, mi hartazgo”, dijo
Yesenia.
En abril de este 2019, tres años después del asesinato, Yesenia logró hacer que
el caso de su hija se reclasificara y se investigara como feminicidio. Sin
embargo, aún no hay una orden de aprehensión en contra de los presuntos
asesinos de la joven.
Para ella, las paredes y monumentos son una plataforma internacional para que el
mundo entero se dé cuenta de que las están matando. “Van a gastar miles para
reparar una pared que es nuestro periódico nacional. Estamos pidiendo auxilio, un
grito desesperado de ayuda, pero las autoridades dicen al pueblo que nosotras
somos las malas. Los ponen en nuestra contra. Entonces, al limpiar las paredes,
lo que están haciendo es que están censurando lo que decimos, que nos
están matando. Lo que les importa es que no se lea el mensaje”, comentó
Yesenia.
Buenas tardes Excelencias, colegas y amigos. Muchas gracias a todas y todos por
asistir hoy a este importante debate. Agradezco a la Relatora Especial, Rashida
Manjoo, por la iniciativa de traer este tema de los asesinatos por razones de
género a la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, y a la Alta
Comisionada Adjunta para los Derechos Humanos, Kyung-wha Kang, por
copresidir este evento.
Debemos recordar que hoy, en el siglo XXI, todavía hay una necesidad urgente de
consolidar la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de vivir sin violencia ni
discriminación. Los asesinatos de mujeres por razones de género se dan en todas
las regiones, en todos los países y en todas las culturas. Es un asunto de
derechos humanos universales y de la innata dignidad humana que nos concierne
a todos, nos afecta a todos, y requiere un esfuerzo concertado y urgente por parte
de todos nosotros.
Se estima que el alcance mundial del feminicidio fue de 66.000 víctimas por año
entre 2004 y 2009, lo que representa en promedio casi un quinto de todas las
víctimas anuales de homicidio. Hablamos de estimaciones dado que las cifras de
que disponen la mayoría de los países sobre estos asesinatos no están
clasificadas por feminicidios o por asesinatos por razones de género. Por lo tanto,
resulta imposible en la actualidad conocer su verdadera magnitud, pero estamos
seguros que el problema es mucho mayor de lo que podemos determinar por las
estadísticas y pruebas disponibles.
Actualmente, 160 países cuentan con leyes que se ocupan de la violencia contra
las mujeres. Sin embargo, las mujeres y las niñas víctimas de violencia sufren, por
lo general, una doble violación: la primera vez cuando son víctimas de violencia y
la segunda cuando buscan pero no encuentran los servicios y la justicia a los que
tienen derecho. Demasiado a menudo la cantidad de juicios y sanciones por estos
crímenes son escasos, y cuando se llega a pedir cuentas a los culpables, se les
castiga por delitos menores y se les da penas más cortas y más ligeras.
Se me pregunta muchas veces qué se puede hacer y qué está haciendo ONU
Mujeres para atender este problema. Estamos trabajando conjuntamente con otros
organismos de la ONU, a menudo a través de la campaña del Secretario General,
ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres. Nos alienta ver el trabajo
que miles de organizaciones de mujeres, gobiernos y organismos de la ONU están
llevando a cabo. Los resultados son prometedores.
En América Latina hemos creado iniciativas para erradicar la impunidad a través
de reformas jurídicas que tipifican al feminicidio como un delito específico. En
Guatemala, por ejemplo, ello llevó a la creación de unidades de fiscales y
tribunales especializados. En El Salvador y en Nicaragua hay ahora políticas y
procedimientos que se ocupan de los feminicidios, para dar sólo algunos ejemplos.
Una iniciativa muy importante que estamos apoyando es la creación del protocolo
para la investigación de los asesinatos violentos de mujeres por razones de
género: el feminicidio en Latinoamérica. Este trabajo pionero está siendo realizado
junto con el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, con la
Federación de Asociaciones de Derechos Humanos y con el Gobierno de España.
El protocolo establecerá directrices para investigar con eficacia las muertes
violentas de las mujeres, de modo de garantizar que el proceso tome en cuenta el
contexto, identifique la relación con el culpable y esté conforme a las obligaciones
internacionales de los Estados.
Permítanme finalizar hablando de qué hace falta para poner fin a la impunidad y
prevenir los feminicidios.
En primer lugar, todos los países necesitan marcos jurídicos exhaustivos que
creen un entorno para que las mujeres y las niñas vivan libres de violencia, y que
tipifiquen al feminicidio como un delito específico. Además, las leyes deben ser
ejecutadas de modo que los casos se investiguen diligentemente, que los
culpables sean juzgados y que se ofrezca reparaciones justas a las víctimas o a
sus familias.
En tercer lugar, las supervivientes y sus familias deben tener acceso a servicios
completos que les garanticen el acceso a la policía y al sistema de justicia, a los
refugios, a la asistencia jurídica, a los servicios de salud, a la asesoría psicosocial,
a las líneas de atención las 24 horas y al apoyo a largo plazo. En nuestros
esfuerzos debemos hacer participar a las supervivientes y poner los derechos
humanos de la mujer en el centro de toda respuesta, de modo que la recuperación
y la justicia tengan apoyo y que el ciclo de violencia no se perpetúe. Aquí es
también fundamental ofrecer servicios para la salud sexual y reproductiva de modo
de proteger los derechos reproductivos de las mujeres.
Trabajemos juntos para garantizar que mantendremos nuestra promesa y que las
mujeres no corren el riesgo de ser asesinadas simplemente por ser mujeres.
Trabajemos juntos para un mundo mejor y más pacífico para todos.
Muchas gracias.