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Escuela de Antropología.
Teoría y Métodos II
DE GUARENAS
Alumnos:
Míguez, Santiago
ÍNDICE
Introducción...........................................................................................................
Descripción de la escena etnográfica....................................................................
Personajes claves...................................................................................................
Experiencias y otras observaciones de la práctica etnográfica del Circuito
Judicial Penal........................................................................................................
Reflexiones finales................................................................................................
Referencias Bibliográficas.....................................................................................
INTRODUCCIÓN
Al inicio de nuestro estudio fuimos víctimas de múltiples rechazos por parte de las
personas del lugar, quizá a esto se le sumaba el hecho de nuestra inexperiencia en el
área y al ambiente hostil que muchas veces allí se vive. A medida que la investigación
se desarrollaba, las personas notaron nuestra asiduidad y paulatinamente se fueron
sintiendo más cómodos a la presencia del grupo de investigación y se interesaban en
nosotros mucho más, éramos tomados en cuenta. Las personas nos colaboraban con
respuestas muy sinceras e incluso muchas veces llenas de jocosidad. Realizar este
trabajo nos ha permitido vislumbrar lo que significa la realidad del otro, el tratar de
comprender las reglas de juego que conforman su visión de mundo.
Godelier, (2008) afirma. ”Cualquier antropólogo, a menos que sea un poco obtuso o
demasiado narcisista, debe saber que su trabajo exige un descentramiento permanente
en relación consigo mismo. Si no, no es antropólogo; es, en el mejor de los casos,
periodista.” (). Evidenciamos, de esta manera, lo imperante que es para el antropólogo
el descentramiento permanente en relación consigo mismo. Ese distanciamiento de uno
mismo es uno de los requisitos indispensables en el trabajo de campo. De alguna
manera significa dejar el capuchón de preconcepciones y estar allí como receptor de la
realidad sin intentar procesarla por nuestro tamiz de creencias. Es el rol más preciado
del antropólogo, ser una suerte de traductor e intérprete de realidades.
DESCRIPCIÓN DE LA ESCENA ETNOGRÁFICA
El Circuito Judicial Penal de Guarenas (al cual nos referiremos a partir de ahora con sus
siglas CJPG) es una extensión de la institución homóloga de Barlovento. Se encuentra
ubicado en el sector Cloris, del Municipio Plaza, de la ciudad de Guarenas, Edo.
Miranda. En sus proximidades hay tres urbanizaciones: Los Girasoles, Ciudad Casarapa
y la más inmediata de todas: Terrazas del Este. Al sitio lo circundan fábricas, casas
rurales, una obra inconclusa de la Universidad del Talento Deportivo, una cauchera, un
local de comida y una caseta. Dicha institución, en la acera que le es adyacente, yace un
árbol muy grande (creemos que es un Samán), el cual permite que las personas se
sienten en sus raíces y puedan franquear las tardes de larga espera y sol inclemente a su
sombra. El sitio está muy sucio: botellas vacías y demás desperdicios forman parte del
panorama. Cerca del lugar hay una calle muy particular donde venden comida rápida en
kioscos, conocida comúnmente como “calle del hambre”. Los locales de esa calle
trabajan en su mayoría después de las 6 de la tarde, sin embargo hay unos pocos donde
venden, además de la comida rápida, hortalizas y frutas, por lo cual su apertura a los
clientes es mucho más temprana.
Carlos Hans
31 años de edad, de piel morena, contextura delgada. Mide aproximadamente 1.75
metros. Abogado, especializado en criminalística. Ejerce como Defensor Público en el
CJPG, muy serio, amable y de argumentos muy concretos. Todas las palabras que decía
iban encaminadas a hacerse entender a la perfección y de forma muy sencilla. Tenía una
percepción libre de prejuicios con respecto a los enjuiciados y sus familiares. Mencionó
que el trabajo de un Defensor Público no es sencillo, que debe estar acompañado de
mucha responsabilidad y ética.
Joel López
45 años de edad, de piel negra, robusto y cercano al metro noventa de altura. Muy serio,
pero también muy dado hacia nosotros. Guardia de la entrada vehicular del CJPG. Un
hombre bastante melancólico ante la situación de los familiares de los presos que asisten
al Circuito a declarar o a ser juzgados. Con muchos prejuicios en lo que concierne a la
actitud de los familiares ante la llegada de los privados de libertad, la cual muchas veces
resulta conmovedora, ya que las emociones de los familiares se desbordan y muchas
veces las malas palabras resonan por el lugar. Sin embargo, el señor López es también
muy crítico frente su comportamiento, debido a intentos de los familiares para traspasar
sustancias y armas a los presos. Lleva 12 años de servicio dentro del Circuito.
Carlos Contreras
36 años de edad, de piel trigueña robusto y de 1,70m de estatura. Más animado que Joel,
es el segundo guardia de la puerta principal del estacionamiento, lleva nueve años de
servicio. Su criterio acerca de los familiares es muy parecido al de Joel, pero a
diferencia de éste, siente cierto desprecio hacia los familiares. Entiende su dolor, pero le
molestan mucho sus actitudes pues considera que incentivan el desorden fuera del
CJPG. Así como son proclives a realizar acciones que puedan alterar el orden dentro del
recinto.
Maricarmen Martínez
33 años de edad, estatura mediana, morena, fue la primera persona con la cual tuvimos
contacto. Se notaba algo cansada para su edad, lo que nos hizo pensar que tal vez era
mayor de lo que nos dijo. Tenía el cabello recogido, se expresaba con un lenguaje
coloquial que denotaba mucho resentimiento, frustración, molestia y ansiedad con
respecto al CJPG y a los funcionarios del mismo.
Ámbar Torres
50 años, piel trigueña, contextura robusta y de altura 1,65m. Su manera de hablar era de
mucho carácter, demostraba disgusto e ira. Mencionó con mucha impotencia su deseo
de destruir el lugar.
Henry Monfils
Señor de alta estatura, aproximadamente 1,87m, de origen haitiano y con marcado
acento francés, sus 52 años de edad eran muy disimulados, se notaba más joven. Tiene
20 años en Venezuela y considera el país como su hogar.
Es muy atento con su puesto de trabajo y sus clientes, se notaba caritativo y generoso,
reconocido por él mismo y por sus comerciantes vecinos como alguien totalmente
loable y honesto. Siempre que nos veía cerca del lugar, nos saludaba muy efusivamente,
al parecer le generamos mucha empatía.
José Villamizar
55 años de edad y 18 años de empleado como Guardia de Seguridad en una fábrica
textil al frente del CJPG. Su personalidad es muy tranquila. Ve con alegría que ese
Circuito fuese construido allí, puesto que le ha brindado mucha más seguridad al lugar,
y a sus trabajadores. En cuanto a sus impresiones sobre las dinámicas del lugar, expresa
con suma naturalidad todo lo que ocurre. Desde un ajuste de cuentas hasta un altercado
entre guardias y familiares de convictos.
Oscar Valero
Chofer del transporte público que transita diariamente por el CJPG, su autobús trabaja
en la ruta Terrazas del Este-Samán. Él es de un carisma agradable, sonriente, con una
manera de expresarse muy coloquial y precavida al mismo tiempo, tal vez por la
presencia femenina a la hora de la entrevista.
Carlos Romero
Otro chofer, perteneciente también de la línea de transporte Terrazas del Este-Samán. Es
conocido por sus amistades cercanas como “Pollo Ronco”, señor moreno de
aproximadamente unos 51 años de edad, algo fornido y acelerado a la hora de
expresarse, utilizaba términos muy coloquiales y groseros en oportunidades cuando
hablaba.
CONOCIENDO LAS REALIDADES, ENTREVISTAS A FAMILIARES,
FUNCIONARIOS Y TRABAJADORES DE LOS ALREDEDORES DEL
CIRCUITO JUDICIAL PENAL DE GUARENAS
Santiago Míguez
40 años
Lugar de la entrevista:
Sector Industrial Cloris, puesto de empanadas ubicado al frente del Circuito Judicial
Penal
Fecha de realización:
14 de enero de 2015
Henry Monfils
Alrededor de 50 años
Lugar de la entrevista:
Sector Industrial Cloris, tres negocios comerciales ubicados al lado del Circuito Judicial
Penal
Fecha de realización:
14 de enero de 2015
HM: Llegué de Haití hace 40 años más o menos, llegué sin saber el idioma, sólo
sabiendo inglés y francés. Lo que hice fue comprar libros de español y aprender por mi
cuenta y bueno, cuando mis hijos comenzaron el colegio, aproveché y aprendía con
ellos.
JC: ¿De todo el tiempo que usted tiene trabajando acá, ha sufrido alguna mala
experiencia o ha vivido alguna eventualidad que le haya afectado de alguna manera?
HM: No, experiencias malas no he vivido, sólo una vez que mataron a un chamo que
salió del circuito. La señora de las empanadas fue la que más sufrió con esa experiencia,
ya que ella fue la que estuvo al lado de la persona que dispararon, yo estaba viéndolo
todo, pero a distancia. De resto no me he sucedido nada así, además yo siempre trato de
llevar mi trabajo y mi persona de una manera confiable y honorable, para que la gente
me reconozca como tal y llevarme bien con las personas. Además, así también evito
algún problema que pueda surgir.
JC: ¿Con esa mala experiencia vivida no ha pensado en mudarse de lugar de trabajo o
no se siente inseguro acá?
HM: No, es que yo, personalmente, no he vivido malas experiencias acá en el circuito
mientras trabajo. Sólo aquel suceso y ya. Además acá ya tengo un puesto seguro y estoy
seguro de que tendré clientes. Inseguro, pues bueno, la zona no es muy segura, pero de
cierta manera me siento seguro ya que hay una afluencia de policías y guardias
nacionales notables, y un ladrón no te va a robar, si le estás vendiendo café a un policía.
Pero bueno, como están las cosas en el país en este momento, puede estar un guardia en
la calle de al frente y te pueden venir a robar y el guardia nunca se enteró.
JC: Usted vende refrescos, agua y galletas de soda, eso es lo que permiten los guardias
para entregar a los reclusos ¿Por qué será eso? Y ¿alguna vez ha venido alguna persona
a pedirle como apoyo por la situación que vive con algún familiar o conocido dentro del
circuito?
HM: Bueno, el agua y el refresco, me imagino que es lo que dejan pasar porque es una
bebida transparente, en caso de que los familiares le quieran colocar alguna sustancia o
cosa a la bebida. Las galletas de soda, porque tiene que ser un alimento que este sellado.
Por qué solo galletas de soda lo que dejan pasar? no tengo idea. Me ha tocado ver y
atender a familiares muy preocupados o que no les alcanza para el café, entonces yo, de
cierta manera los atiendo de una manera algo diferente, por la situación y si les falta
para el café hasta se los brindo o les digo que lo dejen así. También me ha tocado que
liberan reclusos y me piden direcciones o dinero para el pasaje de la camionetica, yo
tranquilamente se los doy de manera cordial y amablemente, porque bueno, hay que
saber cómo manejarse en ciertos espacios para no ganarse enemigos, por así decirlo.
JC: ¿Y alguna vez se ha acercado algún familiar a pedirle que lo ayude a colocarle algo
a alguna bebida de las que vende o ha intentado corromperlo de alguna manera?
La tarde siguiente el grupo se dio cita en el Circuito Judicial Penal, el día auguraba
mucho movimiento. Había muchos carros particulares aparcados a las afueras de la
institución y una cantidad de familiares que doblaba la del día anterior. Unas 30
personas, distribuidas en pequeños grupos, esperaban afuera del recinto. Es destacable
el hecho de que siempre en el sitio la cantidad de damas es mucho mayor a la de
caballeros.
Ese día, el grupo decidió que se procedería a entrevistar a un familiar. Estábamos un
poco cohibidos, ya que los familiares son quienes más se ven afectados emocionalmente
y muchas veces se encuentran indispuestos ante cualquier estimulo externo, sus rostros
muchas veces son la expresión más fuerte. Nos armamos de valor y nos aproximamos a
un grupo de personas donde estaban 2 mujeres, una niña y un hombre. Gabriela Acosta
tomó la iniciativa y se presento ante el grupo. Una de las mujeres con más temple, tomó
el liderazgo para entablar la conversación con ella.
Gabriela Acosta
Maricarmen Martínez
33 años
Lugar de la entrevista:
Fecha de realización:
15 de enero de 2015
Mari Carmen: Buenas tardes. Aquí donde estoy tengo 8 meses en el lugar esperando
respuesta de mi hijo. Me le sembraron una droga, recién cumplido los 18 años de edad.
Por andar donde no debía en casa de su primo con la novia. Este lugar no sirve. Nos
tratan como animales, a los familiares y a nuestros hijos presos.
MC: Chama, aquí los familiares nos la pasamos casi todo er día y esa gente allá adentro
no tiene conciencia y les da iguar. A nuestros hijos allá adentro los maltratan, no les dan
casi comida. Sólo pueden comer galleta de soda y refresco, nosotras se lo compramos y
se lo pasamos con los guardias. Esto es un suplicio.
GA: ¿Desde hace cuánto no habla con su hijo, tiene permitido verlo?, ¿Qué actividades
hace para distraer su mente del aislamiento?
MC: Yo hablo con mis hijos una vez por semana, a veces me dejan verlo. Mi hijo es un
muchacho bueno, es víctima de la justicia. Él se la pasa escribiendo y haciendo pulseras
para distraerse, a veces le llevo libros o cuadernos para que dibuje. Allá adentro hay
mucha mardad y él me dice que necesita que su mente se libere aunque su cuerpo este
encerrado. Yo intento ayudarlo con eso y con la comida. Apoyarlo lo más que pueda,
porque soy su madre.
GA: ¿Se han quejado con los funcionarios del lugar acerca de los malos tratos?
Una vez intentamos hacer una huerga y no sirvió pa´ nah. Aquí lo que reina es la
injusticia.
Mientras conversábamos llega una Sra. de fuerte presencia. Robusta y algo molesta
por la situación.
Ámbar Torres: Este lugar es un sitio de la justicia disfrazado. Aquí lo que reina es la
injusticia. Mi nieto tiene 8 meses en la cárcel por algo que él no hizo. Es un muchacho,
lo encarcelaron al cumplir la mayoría de edad. Él no debe estar en este sitio.
MG: Sra. Ámbar, ¿en qué se basa usted para hablar así de la institución?
AT: De los 8 meses que tiene mi nieto detenido, sólo debió haber estado 2 meses. Lo
demás ha sido por negligencia de los fiscales, que no tienen ética y cada vez que el
juicio se prolonga, prefieren diferir y dejar eso así. No son profesionales, no tienen
escrúpulos. A veces me provoca prender este circuito en llamas, a ver si así nos toman
en cuenta y se hace justicia.
La Sra. Ámbar se notaba muy molesta, sus expresiones fueron muy francas y fuertes.
Después de escucharlas un buen rato, decidimos seguir buscando personas para
entrevistar. Su testimonio fue muy conmovedor y a la vez algo pavoroso.
Esa semana habíamos decidido emplearla para hacer la mayor cantidad de entrevistas
posibles. Quisimos entrevistar a los negocios próximos al Circuito Judicial Penal. Luis
Fernando Pacheco, se postulo para iniciar el encuentro.
Recordé los tres locales comerciales que se hayan en el sector industrial Cloris, a unos
400 metros del CJPG, al ser un lugar donde seguramente se desarrollan dinámicas
interesantes, y donde el impacto del CJPG se haría notar con facilidad, decidí probar
suerte y realizar entrevistas en alguno de los tres locales (aunque espero podamos
conseguir opiniones e ideas más delante de los trabajadores de cada comercio) El
primero comercio es una cauchera, el segundo establecimiento es un negocio de víveres
y el tercero un restaurant, todos los locales son alquilados al mismo arrendatario, quien
atiende personalmente un pequeño espacio ocupado por fotocopiadoras, en la parte
trasera de los tres locales.
Nombre del investigador/a:
Andrés López
25 años
Lugar de la entrevista:
Sector Industrial Cloris, tres negocios comerciales ubicados al lado del Circuito Judicial
Penal
Fecha de realización:
26 de enero de 2015
A medida que acudimos al sitio, nos percatamos de lo importantes que son los vínculos
humanos en situaciones tan adversas. Muchas veces las personas que hacen vida en el
Circuito Judicial Penal, sean familiares de los privados de libertad, vigilantes o
Defensores Públicos. Así como también los trabajadores de los kioscos cercanos o
vigilantes de las fábricas, nos muestran que los valores que nos articulan como personas
y de cierta manera nos sensibilizan, tal es el caso de la empatía. Son herramientas
fundamentales para enfrentar las condiciones más hostiles. El simple hecho de acercarse
a los demás e interesarse en su realidad, representa un puente entre lo que parece y lo
que es, es una acción que da acceso a las profundidades del universo de esa persona y
permiten comprender mejor lo acaecido en el sitio. Gran parte de las personas que asiste
a la institución tienen mucho que decir, muchas vivencias que podrían ser relatadas. Sin
embargo, son pocos los interesados en este tipo de realidades y cada vez menos los que
se acercan y son capaces de escuchar lo que el otro quiere expresar, sin juzgar, sin hacer
malas caras. Simplemente escuchar atentamente y tratar de comprender su posición.
Característica que en un antropólogo, se hace imprescindible.
Escena observada: Muchos de los días que asistimos al circuito fuimos testigos de
diversas situaciones y en ocasiones llegamos a escuchar conversaciones enteras entre
familiares. Algunos, nos preguntaban si nuestro familiar sería liberado. Una de esas
tantas veces, estaba con Luis Pacheco a las 7 am y una señora pensó que éramos
realmente familiares de las personas detenidas y empezó a desahogarse conmigo. Me
comentaba el tiempo que tenía esperando y que la esperanza se le estaba acabando. Que
el día anterior estuvo doce horas en el lugar y que posiblemente de nuevo se repetiría la
historia.
Eran las 7am de la mañana y estaban empezando a llegar los familiares al recinto.
FF: Y uno siempre tiene que calarse este pocote de horas, nos tratan como un perol. No
es fácil estar aquí y a ellos ni les importa. Es muy triste seguir viniendo y saber que la
libertad de tu hijo está muy lejos. No sé cuándo lo volveré a ver. Uno está aquí por sus
familiares, el amor que uno siente por ellos es más grande que el trabajo que uno pase
aquí. Dios todo lo puede y mi amor de madre también.
El lugar es muy difícil para alguien que pasa allí la tarde, las personas siempre buscan la
manera de drenar sus emociones. En esta oportunidad la Sra. me buscó conversación
para poder soltar todo lo que sentía. Yo intenté comprenderla y escuchar con atención
lo que me decía.
REFLEXIONES FINALES
Es necesario aclarar que ha sido una experiencia muy interesante, pues por primera vez
nos bajamos del medio de transporte a “hacer vida” o bien pararnos ante la situación del
recinto y sus alrededores. Nos hemos detenido a conocerlo, ya no sólo a fisgonear a
través de la ventana de un vehículo. Fuimos a realizar un trabajo etnográfico para la
profesión en la cual nos formamos, la de antropólogos.
La primera vez que estuvimos desenvolviéndonos frente al Circuito Judicial Penal con
el fin de realizar la aproximación etnográfica fue el 08 de enero de 2015, pudiendo
observar las emociones de las personas que allí hacen vida: familiares de los retenidos,
trabajadores del Circuito y de los alrededores. Tuvimos muchos sentimientos
encontrados, y cada día de trabajo nos deteníamos a conversar sobre lo visto, sentido y
comprendido. Internamente se llevaba a cabo el ejercicio de ponerse en el lugar de las
personas, siendo esto facilitado por las conversaciones que se desarrollaban, lo que nos
permitía hacer un leve esbozo de la cotidianidad de tener a un ser querido, y muchas
veces sostén de hogar, en un lugar como aquel.
Cada personaje era distinto, por lo tanto, ponerse en los zapatos de aquellos, y extraer de
sus palabras y emociones los elementos que conforman su realidad, determinando sus
reglas de juego, y además, comprenderlas, no fue tarea fácil. Sin embargo, un
antropólogo siempre deberá transmutarse en dichas situaciones y vislumbrar la realidad
diversa que existe y de la cual muchas veces no nos percatamos por el hecho de obviar
un lugar como éste y la vida social que implica.
Estando en el Circuito, pudimos percatarnos de lo influyentes que son los prejuicios
morales en aquellas personas que se ubican en un estrato socio-económico
relativamente acomodado. Al inicio de la carrera nos enteramos que los prejuicios
morales son elementos muy distantes de la labor antropológica, y poco a poco,
individualmente y en discusiones, tertulias, y conversaciones de cafetín con nuestros
compañeros de clase, hemos logrado, a alturas de tercer semestre, alejarnos de buena
cantidad de aquellas convicciones enseñadas en el hogar y en el seno de nuestra
sociedad.
Un sitio carcelario es un lugar donde el común de los ciudadanos tiene la idea de que
ingresa gente que no vale la pena y que merece estar allí. Cada quien, se configura para
manejar la situación desde una perspectiva determinada, muchas veces, no suele
corresponder a la de un familiar que tiene a un ser querido privado de libertad
Esto pudo ser evidenciado en las conversaciones con los habitantes de Terrazas del Este
y los trabajadores del Circuito Judicial Penal. Ven en muchas circunstancias, a los
familiares de los presos como personas de baja moral, de conductas indebidas y en
muchos casos veían a esos allegados como cómplices de los actos delictivos de los
presos. Observamos entonces, que no se desarrolla un sentido de empatía con aquellas
mujeres que corren detrás de un autobús de la cárcel para ver por un instante a su hijo
después de meses de retraso de juicio, o para darle algún alimento que bien sabe le hace
falta. En algunos casos, son acusados sin razón, introduciendo a la familia en una
dinámica que altera por completo el desarrollo normal del grupo familiar, la estabilidad
económica y emocional de cada individuo.
Tampoco, entra en la lógica de muchos abogados o policías, las condiciones en que los
familiares de los presos esperan fuera del circuito, con una temperatura mayor a 27° C,
sin un lugar más que un árbol, o un kiosco de latón que pudiera proporcionar sombra, o
bien un refugio en caso de lluvias. Exento además de sitios adecuados donde sentarse
durante las largas horas de espera de la llegada de los reclusos a juicio, que puede
comprender desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde. Además de la carga
emocional que conlleva el hecho de tener un familiar en esa situación, las condiciones
materiales del lugar no alivian ni un poco la pesada diligencia. El sitio parece estar
modelado entorno a la forma de pensar de muchos funcionarios o de los habitantes de
las adyacencias, un lugar con unas condiciones de permanencia ínfimas para familiares
de privados de libertad, que por tan solo estar categorizados así son de “valores
escasos”.
El lugar sin embargo, tiene espacios donde los familiares pueden tener un respiro, bien
sea desahogándose con una vendedora de empanadas que les de su tiempo para ser
escuchados o con un señor que les proporcione chucherías o botellones de agua a un
precio módico. O, la suerte de contar con un defensor que haga valer los derechos de sus
hijos pero también los deberes que se le exigen cumplir dentro de las normas de
regulación social.
Estando en el circuito, el último día del trabajo de campo, el 26 de enero de 2015, ante
una situación muy particular al final de la tarde, recordamos un pasaje de Malinowski,
cuando afirmaba que:
“…es necesario insistir en que siempre que ocurre algo dramático o importante hay que
investigarlo en el mismo momento en que sucede, porque entonces los indígenas no
pueden dejar de comentar lo que pasa, están demasiado excitados para mostrarse
reticentes y demasiado interesados para que su imaginación se prive de suministrar toda
clase de detalles. (p. 25)
Esto viene a colación ya que en ese último día que nos acercamos al circuito, al final de
la jornada, cerca de las cuatro de la tarde, salía un camión de la Guardia Nacional
Bolivariana con reos en la parte posterior. Lo que sucedió después llamó poderosamente
nuestra atención. Ya sabíamos que las madres trataban de pasarle alimentos y bebidas a
sus hijos convictos cuando salían del circuito en autobús rumbo hacia el sitio en donde
estuviesen retenidos, y que estas se molestaban si no les permitían pasarles alimentos.
Pero lo que sucedió aquella tarde, y la reacción de las madres y acompañantes nos
impactó. Una vez que salió el autobús del recinto, las madres se apresuraron a acercarse
con panes, paquetes de galletas, y botellones de agua y refrescos de color claro (solo
permiten acercar a los presos alimentos empacados y botellas con bebidas no
alcohólicas y de color claro, con el fin de evitar cualquier traspaso de sustancias ilícitas)
acción, que los guardias que se habían bajado del camión no podían permitir.
Sin embargo después de unos minutos de forcejeo los guardias recibieron una orden del
conductor del camión, dejaron de hacer resistencia con las señoras e ingresaron a la
parte posterior del camión donde se hallaban los presos, mientras que las mujeres
lograron dar los alimentos y las bebidas a sus familiares. Nos pareció una escena
normal, hasta que el camión empezó a avanzar sin dirigirse hacia la autopista o por las
arterias viales por donde fácilmente podrían llegar hasta las cárceles del Rodeo I, II y III
o a cualquier jurisdicción policial. En cambio, el camión se dirigió a la zona de fábricas.
Se puede decir, que la entrada del Circuito Judicial Penal es un ambiente donde reina la
preocupación, la melancolía, la desesperanza pero, y aunque suene contradictorio,
también reina la esperanza. Y pensamos que está última es la más evidente, porque de lo
contrario las afueras del lugar estarían desoladas. Sin embargo durante todos los días
que fuimos no hubo ni uno sólo donde no encontráramos a ningún familiar. Incluso un
domingo el lugar estaba lleno de familiares.
Las situaciones vividas en el sitio son muy contundentes a nivel emocional. A algunos
los sorprendió que los familiares siempre estuvieran allí incondicionalmente por su
pariente detenido. Otros de cierta manera lo comprendíamos, hacíamos una
comparación casi vaga y nula, por ejemplo: alguna vez nuestros padres nos llegaron a
esperar en el colegio cuando nos metíamos en un problema, y cuando salíamos,
notábamos su cara de molestia, preocupación, pero también angustia y felicidad. Algo
muy similar a lo observado en el circuito judicial, claro está que todos esos sentimientos
se encuentran elevados al cuadrado y hasta al cubo. Muchos pasan más de 8 horas en las
afueras del lugar para esperar respuesta sobre el estatus penitenciario de esa persona que
tanto quieren.
Aunque parezca paradójico, en el lugar hubo momentos de risas entre las personas que
esperaban. Muy a pesar del ambiente de desidia, tal vez sea por ese refrán cotidiano que
nos dice: “La mejor medicina es la risa”. También existe un rayo de esperanza en el
recinto. Donde muchos familiares sueñan con la libertad del ser querido, algunos tan
solo sueñan que realmente se haga justicia frente a los acontecimientos que a ellos
envuelven.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Abélès, M., Godelier, M., Phillipe, E., Losonczy, Ottino, P., et al. (2008) De la
Etnografía a la Antropología reflexiva. Ediciones del sol. Buenos aires.