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Ponencia presentada en la Mesa Plenaria: 

Filosofía Iberoamericana. Retos y


compromisos, en el cierre del V Congreso Iberoamericano de Filosofía, UNAM,
2019.
EL FILOSOFAR IBEROAMERICANO: UNA REFLEXIÓN ACERCA DE
SUS TAREAS ACTUALES
por Adriana María Arpini 
Nos ubicamos en el ámbito de la producción discursiva de carácter filosófica
iberoamericana. Partimos de algunas afirmaciones suficientemente aceptadas como
resultado de discusiones previas. Diremos que el ejercicio de un filosofar
iberoamericano requiere de la afirmación de un sujeto que se auto-reconozca como
iberoamericano y que considere valioso el reflexionar acerca de su peculiar
situación, en coordenadas socio-históricas precisas [Primera afirmación]. Esta
exigencia de autoafirmación y autovaloración es lo que Arturo Roig denomina “a
priori antropológico”. (Roig, 1981) Así, por ejemplo, José Gaos, quien se
autodenomina “transterrado” como consecuencia del exilio provocado por la derrota
de la Segunda República española, intentaba desde su experiencia mexicana,
comprender los rasgos comunes de un quehacer filosófico vivenciado como
fragmentos de mundos escindidos. Entendía que a pesar de las experiencias de la
colonia y de la ruptura acaecidas entrambos lados del Atlántico, se había dado
nacimiento a un pensamiento que se constituía como “la más reciente y no menor
aportación de Hispanoamérica a una filosofía propia y universal” (Gaos, 1942). Lo
cual era posible –según decía– porque, por una parte, no existe un modelo único del
filosofar [segunda afirmación], y por otra parte, su vigencia está en relación directa
con la inserción histórico-social [tercera afirmación], lo que confiere a este filosofar
un decidido carácter práctico, en el que es posible reconocer un núcleo “ético-
estético-político-pedagógico” y antropológico –agregamos siguiendo una sugerencia
de Roig (2008, 155)– en el que se integran teoría y praxis [cuarta afirmación]. Un
filosofar que no se presenta necesariamente como secuencia continuada de períodos
bien articulados, sino como episodios discontinuos, fragmentos de una realidad que
los excede [quinta afirmación].
Esta última afirmación requiere una aclaración. Según el diccionario de la Real
Academia de la lengua española un fragmento es “una parte o trozo que resulta de
fragmentarse o romperse un cuerpo sólido”, o bien “la parte conservada de una obra
artística”, o también “la parte de un escrito, una obra literaria o musical”. El mismo
diccionario define el episodio como “cada una de las acciones parciales o partes que
integran una obra narrativa o dramática”, o bien como “una acción secundaria” de
dichas obras, un acontecimiento, incidente, suceso que enlazado con otros forman un
todo. Vale decir que tanto el fragmento, como el episodio son definidos por relación
a un todo del cual forman parte y en relación con el cual adquieren sentido. Algo de
eso encontramos al hablar del filosofar iberoamericano. Nótese que hablamos de
filosofar y no de filosofía. Tal filosofar no pretende abarcar la totalidad del
pensamiento acaecido a lo largo de cierto tiempo en la completa extensión de
Iberoamérica. Esfuerzo inútil, por lo demás, ya que sería imposible abarcarlo todo
en un solo relato, pues no se trata, como decíamos, de forzar continuidades, sino de
reconocer rupturas, episodios. Así, encontramos mayor rendimiento cuando
enfocamos en los fragmentos y nos detenemos en la consideración de ciertos
episodios.
Nuestra insistencia en ello no se reduce al señalamiento de una limitación en el
trabajo, como podría ser la imposibilidad de mostrar el todo. Antes bien, nos interesa
señalar el valor que tienen en sí mismos esos fragmentos y episodios como
potenciadores del pensamiento crítico. Por insignificante que parezca un fragmento
o un episodio en la experiencia histórico-filosófica, mediada a través de una
narración, pone de relieve un hecho, un acontecimiento, una digresión. Su función
consiste en detener la lógica del razonamiento, interrumpirlo, desviarlo. Se trata de
un gesto que no puede ser captado por la mirada totalizadora, pero que obliga a
subvertir el sentido del todo. En este caso no es la parte la que adquiere su sentido
por el todo, sino el todo el que queda puesto en entredicho por el fragmento, o el
episodio “menor” el que cambia el sentido a la obra. Se trata pues, de “cepillar la
historia a contrapelo” para que salgan a la luz aquellos fragmentos filosóficos,
episodios de la experiencia de hombres y mujeres, que el relato de la gran historia de
la filosofía deja en sombras, oculta, no puede nombrar, porque para eso se requieren
categorías que arruinan la superficie lisa, lógicamente coherente de una historia de la
filosofía guionada desde posiciones de poder.
Fragmentos y episodios son, pues, manifestaciones del pensamiento crítico y lo
movilizan (Arpini, 2017). La crítica, entendida en sentido amplio como una función
de vida, es un hecho social que se expresa a través de mediaciones, especialmente
por el lenguaje y por las diferentes formas de manifestaciones simbólicas. Estas
expresiones muestran las contradicciones y tensiones que son propias de las
relaciones entre los seres humanos. En medio de la conflictividad social, emerge el
ejercicio de la crítica como necesidad de comprender y dar respuesta a una
determinada situación. En su acepción más amplia, la crítica constituye un intento de
comprender para transformar un tipo de racionalidad vigente, que muchas veces
suele ser considerada como “la realidad” sin más. En otras palabras, el pensamiento
crítico se empeña en discernir las contradicciones de la vida cotidiana para señalar
sus insuficiencias, inconsistencia e injusticias y asumir frente a ellas el reto que el
propio tiempo histórico requiere. Desde esta perspectiva, también los contextos de
producción son constructos intersubjetivos diseñados y actualizados constantemente
en la interacción de los participantes como miembros de grupos y comunidades. Es
decir, una interfaz entre el discurso y la sociedad, donde el conocimiento filosófico-
crítico aporta una mirada comprensiva y explicativa de los fenómenos sociales,
culturales, artísticos, ético-políticos, económicos, etc. Desde cada presente es
posible leer ideologías, axiologías, sujetos, cuerpos, tiempos, problemas, conceptos,
mapas, territorios. Esto significa que posee marcas, heridas en sus palabras, en sus
gestos y silencios. De modo que la clásica partición entre filosofía teórica y filosofía
práctica se nos muestra obsoleta.
Entendida como una reflexión que conjuga teoría y práctica, podríamos cifrar los
problemas del filosofar en torno a dos grandes cuestiones –no excluyentes de otras,
pero fecundas a la hora de formular las preguntas de un filosofar iberoamericano–
ellas son: la cuestión del hombre, es decir, los modos de afirmación y valoración de
la propia existencia y, consecuentemente, la disputa por la interpretación de la
historia
Otro asunto de no menor valía, incluso de mayor peso –nos atrevemos a decir– en el
terreno de nuestro filosofar es la cuestión de la forma de tal quehacer. Existe una
tradición filosófica en la que el problema antropológico y el sentido de la historia
fueron presentados sistemáticamente en tratados filosóficos que asumieron la forma
y la función de dar acabadas respuestas a esas cuestiones. Sin embargo, con una
mirada menos restrictiva, más genealógica, es posible encontrar en diversas
textualidades el desarrollo de argumentos en los que emergen planteos que alcanzan
radicalidad y profundidad, no tanto por su pretensión esencialista de responder una
pregunta antropológica, sino por ser reclamados desde situaciones vitales que exigen
escrituras de denuncia, de crítica, de resistencia, de liberación. Son problemas que
sobrepasan la disquisición metafísica o los formalismos teóricos; apuntan a
cuestiones relativas al modo de entender la vida y la historia, se trata de reflexiones
enderezadas a tomar decisiones prácticas, a interpelar órdenes instituidos, a discutir
supuestos.

 Bibliografía
Adorno, Theodor (2003), “El ensayo como forma”, en: Notas sobre literatura (Obra
completa 11), Traducción de Alfredo Brotons Muñoz, Madrid, Akal.
Arpini, Adriana María (Compiladora) (2003), Otros Discursos. Estudios de Historia
de las Ideas Latinoamericanas.  Mendoza, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,
Universidad Nacional de Cuyo.
Arpini, Adriana María (Compiladora) (2017), Fragmentos y episodios. Expresiones
del pensamiento crítico de América Latina y el Caribe en el siglo XX, Mendoza,
Maestría en Estudios latinoamericanos/Qellqasqa. Disponible
en: https://qell.files.wordpress.com/2018/04/fragmentos-y-episodios-arpini.pdf
Arpini, Adriana María (2017), “Prácticas de manifiesto: La filosofía latinoamericana
de la liberación”, en Fragmentos y episodios, Op. Cit., p. 157-196.
Cardoso, Fernando y Faletto, Enzo (1977), Dependencia y desarrollo en América
Latina: Ensayo de interpretación sociológica, Buenos Aires, Siglo XXI.
De Sousa Santos, Boaventura (2003), La caída del “Angelus Novus”. Ensayo para
una nueva teoría social y una nueva práctica política, Bogotá, ILSA (Instituto
Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos).
Dussel, Enrique (1998), Ética de la liberación en la edad de la globalización y la
exclusión, Madrid, Trotta.
Dussel, Enrique (2006), 20 tesis de política, México, Siglo XXI – CREFAL.

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