romano) Numitor era el rey de Alba Longa, pero fue destronado por Amulio, su hermano. Rea Silvia, la hija de Numitor, tuvo dos hijos gemelos, Rómulo y Remo. Ella tenía miedo de que su tío los asesinara, entonces los colocó en una cesta que dejó en un río. Una loba los encontró y los crio como si fueran sus hijos. Después los encontraron dos campesinos que cuidaron de ellos. Un día, los gemelos descubrieron cuál era su identidad y fueron a Alba Longa para matar a Amulio y para devolverle el trono a Numitor. Su abuelo les agradeció la hazaña y les dio tierras en el Lacio, donde al poco tiempo Rómulo fundó Roma. Teseo y el Minotauro (mito griego) El minotauro era un ser monstruoso que estaba en un laberinto de la isla de Creta y que se alimentaba de humanos. Teseo se presentó en Creta para decirle a Minos, el rey de este lugar, que podía matar al monstruo. Ariadna, la hija de Minos, se enamoró de Teseo y decidió ayudarlo: le dio un ovillo de hilo mágico para que él lo atara en la entrada del laberinto, matara al monstruo y pudiera salir. Teseo cumplió con su misión y después se casó con Ariadna. El origen del sol y la luna (mito azteca) En un momento no existían ni el sol ni la luna y los dioses se reunieron para decidir quién iba a iluminar el universo. Tecuciztécatl dijo que él tenía que hacerlo, los dioses aceptaron esta propuesta y dijeron que Nanahuatzin se convertiría en la luna. Los dioses decidieron que, para convertirse en Sol, Tecuciztécatl tenía que arrojarse al fuego, pero el dios tuvo miedo y no lo pudo hacer. En su lugar, Nanahuatzin se tiró al fuego y, por su acto valiente, se transformó en el sol. Tecuciztécatl se avergonzó por su actitud y decidió tirarse al fuego y, entonces, se transformó en la luna. El origen de Durga (mito hindú) Hace mucho tiempo los dioses estaban en guerra con los demonios, que se estaban estableciendo en los cielos. Los dioses habían sido desplazados, se encontraban en la tierra y tomaron la decisión de crear a otro dios para que los salvara. Visnú, Shiva y otros dioses concentraron sus poderes y de la boca de cada uno salió un rayo de fuego y, así, crearon a una diosa, Durga. Ella fue al cielo y pudo vencer a los demonios. Thor y su martillo (mito nórdico) El martillo que tenía Thor era mágico, porque cuando el dios lo lanzaba daba en el blanco y después volvía a su mano. Pero un día, Thor se despertó y su martillo no estaba. Thor se enteró de que Thrym, el rey de los gigantes, tenía el martillo. Este rey le dijo a Thor que se lo devolvería solo si se casaba con la diosa Freyja, pero ella no quería. Thor y otros dioses acordaron que Thor se disfrazaría de Freyja, para simular que se casaría con Thrym, y así podría recuperar el martillo. Thor se disfrazó de Freyja, y en la celebración, Thrym pidió que trajeran el martillo para bendecir la ceremonia. Pero Thor lo tomó, mató a Thrym y entonces pudo recuperar su martillo. LEYENDAS Molino de sal Un gigante tenía un pequeño molino mágico, que molía sal. Un día se lo regala a una viuda que tenía una hija pequeña. Las dos mujeres ponían a trabajar el molino y tenían tanta sal que la vendían en el pueblo. Pero un duende ambicioso lo robó y lo lanzó al mar y ahí está el molino, muele y muele… y por eso el agua de mar es salada. La leyenda del maíz Cuenta la leyenda que, antes de la llegada del Dios Quetzalcóatl, los aztecas solo se alimentaban de raíces y algún que otro animal que podían cazar. El maíz era un alimento inaccesible porque estaba oculto en un recóndito lugar situado más allá de las montañas. Los antiguos dioses intentaron por todos los modos acceder quitando las montañas del lugar, pero no pudieron conseguirlo. Entonces, los aztecas recurrieron a Quetzalcóatl, quien prometió traer maíz. A diferencia de los dioses, este utilizó su poder para convertirse en una hormiga negra y, acompañado de una hormiga roja, se marchó por las montañas en busca del cereal. El proceso no fue nada fácil y las hormigas tuvieron que esquivar toda clase de obstáculos que lograron superar con valentía. Cuando llegaron a la planta del maíz, tomaron un grano y regresaron al pueblo. Pronto, los aztecas sembraron el maíz y obtuvieron grandes cosechas y, con ellas, aumentaron sus riquezas. Con todos los beneficios, se cuenta, que construyeron grandes ciudades y palacios. Desde aquel momento, el pueblo azteca adora al Dios Quetzalcóatl, quien les trajo el maíz y, con ello, la dicha. Leyenda del hilo rojo del destino Cuenta una antigua leyenda que, hace muchos años, un emperador invitó a una poderosa bruja que tenía la capacidad para ver el hilo rojo del destino. Cuando la hechicera llegó a palacio, el emperador le pidió que siguiera el hilo rojo de su destino y lo condujera hacia la que sería su esposa. La bruja accedió y siguió el hilo, desde el dedo meñique del emperador, que la llevó hacia un mercado. Allí se detuvo frente a una campesina en cuyos brazos sostenía a un bebé. El emperador, enojado, pensó que se trataba de una burla de la bruja e hizo caer a la joven al suelo, provocando que la recién nacida se hiriera la frente. Luego, ordenó que los guardias se llevaran a la bruja y pidió su cabeza. Años después, el emperador decidió casarse con la hija de un poderoso terrateniente a la que no conocía. Durante la ceremonia, al ver por primera vez el rostro de su futura esposa, el emperador observó una cicatriz peculiar en su frente. Anahí y la flor de ceibo En las orillas del Paraná, al este de Argentina, vivía una joven guaraní que cantaba de una manera especial. A la llegada de los “conquistadores”, Anahí fue apresada junto con otras personas del pueblo. Una noche se escapó, pero rápidamente la descubrieron. Su condena fue la muerte, atada a un árbol para quemarla. El día que se cumplió la condena, y mientras su cuerpo ardía, Anahí comenzó a cantar. A la mañana siguiente, en el lugar donde su cuerpo se hacía consumido, aparecieron varias flores rojas, que ahora son la Flor Nacional Argentina y se llaman “Flor de ceibo”. La Balsa de la Mora Dice la leyenda que hace muchos siglos, cuando el dominio de los árabes se había expandido por todo el Norte de África y había invadido la mayor parte de la Península Ibérica, un grupo de cristianos emboscaron al séquito de una princesa mora que intentaba cruzar los Pirineos. Siendo la princesa la única superviviente del ataque, intentó escapar de los enemigos afanándose por subir montaña arriba, intentando aprovechar la vegetación para camuflarse a medida que avanzaba. La princesa estaba desesperada por huir, y por eso apenas se atrevía a erguirse por miedo a quedar expuesta y visible a los ojos de los cristianos; quizás por eso, cuando llegó a un lago formado por agua de glaciar que se había ido acumulando en la intersección entre varios picos, tan solo se dio cuenta de dónde estaba cuando ya era demasiado tarde. El agua casi helada fue paralizándola y le fue imposible salir del lago, de modo que quedó atrapada bajo su superficie para siempre. Se dice que si hoy en día una persona de corazón puro va a la Balsa de la Mora (actualmente conocido también como Ibón de Plan) y se lava la cara en sus aguas en la noche de San Juan, verá a la princesa bailando sobre el lago, rodeada de serpientes de varios colores.