Había una vez en un frondoso bosque, una ardilla llamada Simón.

Simón era muy hábil

trepando árboles y recolectando nueces, pero también era un poco egoísta. Siempre guardaba
todas las nueces que encontraba solo para sí mismo, sin compartir con los demás animales del
bosque.

Un día, mientras Simón se afanaba recolectando nueces, un pequeño pajarito llamado Pedro se
le acercó y le dijo: "Simón, ¿me podrías dar algunas nueces? He estado volando durante horas
y tengo mucho hambre".

Simón miró al pajarito con desdén y respondió: "Estas nueces son solo para mí. Deberías haber
pensado en eso antes de volar sin buscar comida".

Pedro, desilusionado, voló hacia otro lugar en busca de alimento. Mientras tanto, Simón
continuó acumulando nueces en su madriguera, sintiéndose satisfecho por su gran cantidad de
provisiones.

Pero una noche, una terrible tormenta azotó el bosque. Los vientos fuertes hicieron que los
árboles se sacudieran y las ramas se rompieran. El hogar de Simón, lleno de nueces, fue
destruido por una rama que cayó con fuerza.

Desesperado y sin comida, Simón se encontró en una situación difícil. Sin embargo, recordó a
Pedro y cómo le había pedido ayuda cuando tenía hambre. Lleno de remordimiento por su
egoísmo, Simón decidió buscar a Pedro y disculparse.

Finalmente, encontró a Pedro refugiado en un nido seguro. Simón se acercó humildemente y le

dijo: "Pedro, lamento mucho haber sido tan egoísta y no haber compartido mis nueces contigo.
Ahora me encuentro sin hogar y sin comida. ¿Podrías perdonarme y ayudarme?"

Pedro, con un tono amable, respondió: "Simón, todos cometemos errores. Aprecio tu
sinceridad y disposición para cambiar. Ven, comparte mi nido y algunas semillas que encontré.
A partir de ahora, aprendamos a compartir y a ayudarnos mutuamente".

Desde ese día, Simón y Pedro se convirtieron en grandes amigos. Aprendieron que el egoísmo
no lleva a ninguna parte, pero la generosidad y la solidaridad crean lazos duraderos. Juntos,
enseñaron a los demás animales del bosque sobre el valor de compartir y cuidar unos de otros,
creando así un lugar más armonioso y feliz para todos.