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La Pasión de Los Boludos (Final) Final
La Pasión de Los Boludos (Final) Final
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transitados, banales, de ocio y entretenimiento, estamos en
presencia de una simple imitación; en cambio, si te revuelven
las tripas, interpelan tus emociones, te abren portales hacia
nuevos conocimientos o te inspiran, mi querido amigo, usted
está en presencia de una de las cosas más preciadas que
existen: un legítimo libro.
Es como la manteca y la margarina o un ciudadano
inglés y uno norteamericano. Se parecen mucho, pero uno
sabe cuál es el de mejor calidad.
En esa lamentable feria de variedades en la que se ha
transformado la cultura y el arte, abundan estos cuasi libros
que solo son funcionales a alimentar el ego de los torpes y las
necesidades del mercado, que solo sirven para que el
imprentero, el diseñador, el corrector y el librero tengan un
poco más de trabajo. Por eso insisto en que este libro no
debería haber sido escrito y mucho menos publicado. Sin
embargo, por razones que no vienen al caso, acepté esta
publicación a regañadientes, incluso sabiendo que el destino
final de cada uno de los ejemplares que se impriman será el
de dormir el sueño infame y eterno de los cuasi libros, dentro
de la misma caja en la que llegaron por correo desde la
imprenta.
Aun así aquí está, y no puedo estar más feliz de que así
sea. No entiendo por qué, pero me hace feliz tenerlo en mis
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manos, olerlo, recorrer las páginas con mis pulgares. Me hace
feliz guardarlo en la biblioteca y luego ir a buscarlo entre todos
los libros importantes que tengo. Leerlo y releerlo, una y otra
vez. No tiene mucho sentido pero quizá para eso haya
servido. Quizá no es un libro para los demás, ni encuentren
aquí dentro nuevos conocimientos, ni experiencias. Quizá las
palabras no los conduzcan a esos lugares fascinantes a los
que hice referencia. Quizá solo tengan sentido para mí, y me
lleven, a través del recuerdo, a mi paraíso casi perdido a
causa de la demencia y la tetrabrik. Ahí donde, sin quererlo,
sin buscarlo y sin saberlo, alguna vez fui feliz.
Este libro es para mí, y al que no le guste ya sabe lo que
tiene que hacer.
Joen Vivienne Pedho
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como inverosímiles para luego confirmar a través de testigos o
documentos que efectivamente habían sido reales. Fue un
trabajo sin duda desgastante que abandoné rápidamente
porque comprendí que no importaba la veracidad de los
hechos tal cual los contaba, sino que se hacían reales en el
momento en que él los transformaba en una enseñanza de
vida y que nosotros lo incorporábamos como un aprendizaje.
Después de todo, qué importa si la caverna a la que hace
referencia Platón verdaderamente existió o fue creada por su
imaginación, qué importa si Jesús multiplicó o no los peces y
convirtió el agua en vino, si lo importante verdaderamente son
los nutrientes y enseñanzas que nos dejan esas historias.
Su estilo controversial, rebelde y anarquista hicieron de
Joen Vivienne Pedho un tipo que sin duda no pasaba
inadvertido, a excepción de los cumpleaños, que por algún
trauma desconocido lo retraían un poco, al menos hasta la
cuarta o quinta copa. Ese carácter casi indomable, ese ladrido
oportuno ante el peligro y la amenaza, esa mordida certera a
la hora de confrontar y esa fidelidad incondicional, le valieron
un apodo que por supuesto él detestaba y prohibía a sus
conocidos, pero que fue tomando tanta fuerza que terminó por
imponerse por sobre su nombre: El Perro.
“Cuidado con el perro” era un cartel invisible que se
colgaba en cuanto despacho él habitase, en forma de
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advertencia para todos los que tenían que trabajar con él. De
aspecto apacible, solo mostraba los dientes cuando era
necesario y se le contaban pocas pero letales mordidas. Un
perro callejero que, a pesar de la tentación de la seguridad y
los placeres del dinero, nunca se dejó domesticar ni se quedó
en el mismo lugar por mucho tiempo. Un sabueso para los
negocios, un ovejero alemán para la política y un caniche para
las mujeres. Habitaban en Joen, tal como habitan en los
perros, desde la jerarquía y disciplina de cuidar y proteger a
los suyos, hasta la desfachatez de tener relaciones sexuales
en público
Hoy, ya sin dientes (en sentido literal), y en esas
“perreras” que el Estado gestiona para aquellos que no se
dejan domesticar, Joen o El Perro, como le solían decir de
joven, pasa sus últimos días intentando revivir en cada
anécdota un pedacito de su alma perdida, con la utópica
esperanza de que aquellos pocos a los que les lleguen estas
palabras puedan por fin morder la mano de los que los
domestican, cortar las correas que los atan a la rutina y huir
por fin a la estoica libertad del que sigue sus instintos. Vaya
este humilde libro a esos pocos locos que encuentren en
estos personajes la verdadera sabiduría.
Nicolás Arizcuren
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Prólogo de su psicólogo
JOEN, EL ÚLTIMO CANCERBERO
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kiosco de la esquina. Compulsión de repetición que aplicó
luego a su hijo de nueve años al enviarlo a pedir limosnas en
silla de ruedas a la salida de las reuniones del Rotary Club.
Esa dosis de inteligencia, maldad y carisma lo convierten en el
peor monstruo que he conocido, en todos los sentidos que
engloban esa palabra.
Cancerbero, el perro mitológico, tenía tres cabezas y
Joen también. Por un lado, una cabeza política, que le
permitía despojarse de cualquier pasión o ideología, dejar de
lado cualquier rencor y sentarse a negociar con cualquiera
que tuviese algo que pueda servir a sus intereses. Después,
una cabeza pragmática, que le permitía, cuando las papas
quemaban, solucionar los problemas de manera práctica, sin
rodeos, como cuando, ante la falta de fondos para ornamentar
la ciudad para las fiestas navideñas, extorsionó al consejo
deliberante diciendo que si no le firmaban el presupuesto para
las luces iba a salir con un megáfono por toda la ciudad a
decir que Papá Noel no existía. Y, finalmente, una cabeza
intelectual, que derrochaba verdadera sabiduría y no ese
conocimiento inútil del que algunos suelen jactarse, como
saber de memoria las capitales del mundo o generar dinero
con dinero heredado; Joen gozaba de una lumbre sin igual
con la que iluminaba las oscuras mentes y calentaba las
almas muertas. Solía escaparle a los lugares muy transitados
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o de moda y en cambio, se recluía en pequeños bares de
mala muerte o clubes donde, entre billar y juegos de cartas,
uno podía encontrarlo solo, en la mesa del fondo, tomando
alguna caña y acercarse a él por largas horas en sus historias.
Joen, al igual que Cancerbero, también tenía una cola
de serpiente, artera y traicionera, que era más fuerte que su
propia voluntad. Una serpiente que en un segundo era capaz
de herir al más desprevenido o a quien le brindara ayuda,
como hizo conmigo cuando se acostó con mi mujer. O cuando
jamás me pagó casi cinco años de consultas. Los cheques
rebotaban, se amontonaban los pagarés y a pesar de que ya
no le atendía el teléfono, él igual se hacia presente en mi
consultorio, sin cita previa y pasando por delante de quien
estuviese para ser atendido. Aun así lo considero un amigo.
Un mal amigo, pero un amigo al fin. A él le gustaba estar solo
y solo terminó. Sea este prólogo el último gesto de amistad
que tendré para con él, solamente en honor a aquellas
hermosas charlas que teníamos sobre Jung, tomando brandy
en mi consultorio, y en memoria de esa frase que jamás
olvidaré:
“Ya le dije, Luis, que su mujer lo engañaba y usted no
me creía. Le había advertido que esa mujer no era para usted,
que era impura. Tuve que sacrificarme y tener sexo con ella
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para que se dé cuenta de que era verdad y
que este servidor es íntegro y jamás le va a fallar”.
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La pasión de los boludos
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anécdotas, crónicas y varias mentiras, siempre alrededor de lo
que él llamaba “el argentino promedio”, un exquisito ejemplar
de boludo.
Según Joen, el boludo es un estado de resignación,
adaptación y supervivencia del argentino. El boludo es una
categoría intermedia entre la víctima y el victimario. Un
sociópata que culpa al sistema de sus comportamientos. El
boludo caga porque lo cagaron o por si las dudas lo vayan a
cagar. Miente porque le mintieron y por si acaso le vuelvan a
mentir. Traiciona antes de ser traicionado. Evade impuestos
porque los políticos son corruptos y el Estado siempre lo
defrauda. El boludo vive en una línea imaginaria entre el bien
moral y el mal justificado, una dualidad esquizofrénica que no
le permite verse como lo nefasto y vulnerable que es y
también distorsiona la mirada de un país decadente,
miserable y en ruinas hacia un paraíso de futbol, asado,
mujeres y eventuales logros ajenos.
El boludo no estudia, no se capacita, no escucha. El
boludo opina.
El boludo no pierde tiempo leyendo el manual. El boludo
aprende mientras rompe. El boludo no te trae soluciones. El
boludo te descubre los problemas y en el mejor de los casos
te cobra una fortuna por atártelo con alambre.
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En el fondo, al boludo lo mueve la pasión. Puede ser el
futbol, las carreras, la guita, la política, el poder o las minas.
No importa: la pasión es su combustible inagotable. Es por
eso que un tipo apasionado no mide riesgos y tampoco asume
consecuencias. Una persona movida por la pasión no usa la
racionalidad, simplemente se deja llevar.
La pasión no es sólo algarabía. Tiene su origen en el
griego pathos, y su acepción más usada es para describir los
sucesos que acontecieron entre la última cena y la crucifixión
de Cristo. Ese mismo calvario es el que sufre el boludo menos
agraciado, que no es más que el que sigue votando con la
ferviente convicción de que algún partido político le va a
solucionar la vida, el que se rompe el lomo laburando
confiando que la voluntad de Dios o la mano invisible del
mercado lo va a premiar por su esfuerzo, el que paga los
impuestos pensando que ese dinero se invertirá en mejor
educación, salud y seguridad, el que manda sus hijos a la
universidad confiando en que allí obtendrá una formación pura
y de calidad que le garantice un buen futuro.
Ese sufrimiento sistemático, ese estado impotente de
permanente injusticia, esa degradación de la moral y la
dignidad, en manos de estos hijos de puta, también hacen de
la vida del boludo menos afortunado una verdadera pasión: la
pasión de los boludos.
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Feliz día del maestro
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acostaba sin probar bocado para que comiéramos nosotros.
Con el correr de los días empecé a notar que el saco ya no le
prendía y un día lo encontré de madrugada perforando el
cinturón con un alambre caliente para hacerlo más holgado.
Al día siguiente salió bien temprano y decidí seguirlo. Su
andar era cada vez más lento y fatigoso. Se robó un ejemplar
de Liberation y se sentó en uno de los restaurantes más
exclusivos de París. Pidió un bogavante azul, un pollo de
Bresse y de postre una omelette noruega. Pidió la cuenta,
metió todas las sobras dentro de la bolsa y cuando el
camarero se distrajo, tomó su maletín marrón, le dio un sorbo
largo a la copa de chateaux margaux y se fue caminando
como si nada, con ese aire elegante que solía portar hasta
que cruzaba la puerta de la casa abandonada donde nos tenía
viviendo.
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perfume o a analistas tratando de a ver a quién le
corresponde cada sorete.
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regresó en tímido silencio. Podía ver su silueta perfecta
caminando de una forma tan cautivante, seductora y
armónica, como si en realidad estuviera bailando el lago de
los cisnes. Cuando puso su mano en el pulsador de la luz mi
cuerpo se estremeció. Temí que toda esa belleza que había
imaginado se viera arruinada por ese puñado de vellos que
por infame obediencia usaban las mujeres de mis amigos.
Finalmente, la luz se encendió y dejó en evidencia su
rostro hermoso y afeitado. Se había rasurado rápidamente en
el baño poniéndole fin así a uno de los rituales más extraños
que he conocido.
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Estaba notablemente contrariado y cualquier cosa que le
dijera o argumentara sería peor, por lo que lo dejé pasar y
para mis adentros organicé una salida pedagógica para el fin
de semana.
Juntos hicimos visitas guiadas por casi siete empresas.
Recorrimos sus instalaciones pero más importante conocimos
su plantilla de personal. A cada empresa que llegábamos
éramos recibidos por “los lindos”, quienes con su simpatía y
belleza lograban hacer de la visita algo mucho más atractivo y
cautivante. Muchas veces mujeres y otras pocas hombres,
pero todos eran incuestionablemente portadores de una
belleza normativa.
Los lindos eran sin duda los más consentidos, los más
populares y mayormente los del sueldo más alto. Eran a los
que siempre se les perdonaba todo y a quienes menos se les
exigía. Ascendían más rápido, lograban las mejores
comisiones e ingresaban más fácilmente a esos grupos de
pertenencia de las clases altas e influyentes de la empresa.
Cada lugar que visitábamos parecía reforzar más y más
el pensamiento de mi hijo. En sus ojos podía leer lo que
estaba sintiendo. Cada uno de estos “lindos” por un lado
reafirmaban su razón, pero por el otro lo hundían en el
inefable paraíso de los incogibles.
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Al finalizar la recorrida y antes de volver para casa, nos
dirigimos hacia las afueras de la ciudad. Cruzamos un arroyo
de muy poco caudal y luego condujimos durante varios
minutos por un estrecho camino que atravesaba el monte. Al
llegar, nos esperaba una mujer muy viejita para abrirnos la
tranquera. Entramos a la pequeña cabaña, la estufa estaba
encendida y había dos copas para nosotros .
Compartimos casi cuatro horas juntos a Boris, un viejo
amigo que luego de sufrir un tremendo accidente con una
granada en la guerra de los Balcanes y perder completamente
su rostro, se instaló en nuestro país y fundó unos de los
holdings de inversión más importantes e influyentes de este
país, siendo propietario de más de trescientas empresas en el
mundo. Siete de ellas eran las que habíamos visitado hoy.
Yo casi me mantuve en silencio pero mi hijo comenzó
acribillándolo con preguntas para luego simplemente rendirse
a escucharlo durante varias horas.
—Los lindos pueden ser modelos, actores, cantantes o
quién sabe qué cosa pero pueden estar tranquilos con que
siempre estará el éxito esperándolos. Es su destino.
Para los feos hay un camino más largo y dificultoso; sin
embargo, la recompensa es aún mayor, porque más allá del
éxito, muy lejos de la ciudad y en el medio del monte hay una
posada esperándolos, la del poder
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El arte
Greenpeace
El bombo
Emigrar
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Esa misma gente que se iba sacaba su plata del banco,
todos juntos, y de esa manera precipitaron lo inevitable: que
estalle el corralito. En ese lapso perdí casi todo lo que había
ganado.
Años después le mandé a Don Fernando un whisky de
regalo con una nota que decía:
“Para que lo comparta con sus hijos”
Me lo agradeció y en su carta corroboré que así lo había
hecho y que lo disfrutaron junto a todos los hijos de puta del
Sushi Group.
Antes le había metido la chota adentro.
La enfermedad es la vida
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Yo lo hago más fácil; si me despierto estoy vivo y sino seguiré
durmiendo, igual que tarde o temprano dormirán los que no
toman, no fuman, no comen carne y no fornican.
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Hoy uno de sus hijos es dirigente radical y el otro murió
de diabetes.
El pueblo fantasma
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autos prendidos fuego y la posibilidad de romper todo lo que
quisieran. Al final, un borracho los esperaba en el bar y les
contaba historias que los dejaban completamente
hipnotizados.
Todo el pueblo trabajaba asociativamente en la
confección de vestuarios, la parte técnica, la logística y la
actuación para llegar al fin de semana y montar una y otra vez
el gran show. Las ganancias se utilizaban para mejorar la
infraestructura de la ciudad y el resto se dividía entre los
pobladores.
Así fue como levantamos un pueblo destruido y
olvidado, potenciando nuestras propias miserias.
Yo hacía del borracho que contaba historias.
Infeliz Navidad
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Peronismo radical
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donde empezamos tímidamente a implementar el bombo y el
choripán y así, de a poquito, armamos un partido vecinalista y
arrasamos las elecciones obteniendo casi un 70% del
electorado, captando votos tanto radicales, fieles al
intendente, como peronistas, cautivados por su nueva imagen.
-¡Gracias Joen, si no fuese por usted, ahora estaría
desempolvando la matrícula!
De lo que el intendente no se dio cuenta es de que lo
único que yo había hecho era quitarle el fino velo de moral y
honestidad que le daba el radicalismo y dejar entrever en
realidad su verdadera cara caudillista, autoritaria y sedienta de
poder.
¡Cuba libre!
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otro torpe intento de enseñanza de vida de parte de un viejo
boludo como yo.
Entre borrachines jugando al casin y un aluvión
inesperado de motoqueros de aspecto rudo y barbudo,
resaltaba un grupito de laburantes discutiendo fervientemente
de política y otros menos de futbol. Había también una mesa
de jóvenes que festejaban un cumpleaños y una parejita en lo
que parecía una cena romántica compartiendo, casi sin
soltarse de la mano, una milanesa napolitana con fritas. El
dueño corría entre las mesas con un repasador viejo y sucio
con el que limpiaba las mesas y espantaba las moscas
preguntando a los comensales, casi hasta el hartazgo, si
necesitaban algo. Adriana, la ayudante de cocina, seguía
poniéndole mucha mozzarella a la pizza a pesar de las
indicaciones del cocinero y del dueño sobre que había que
ahorrar. Y Raúl, el mozo más antiguo, no dejaba de buscar la
manera de encontrar la excusa para criticar al país para así
poder contar una y otra vez acerca de esos quince días que
pasó en un país civilizado cuando visitaba a su hija, en
Barcelona.
Al fondo, casi en la frontera con los baños y la cancha
de bochas, habitaba un hombre solo, siempre en la misma
mesa. Solo, pero no solamente de compañía. Solo, en la más
íntima y profunda soledad de vivir y sentir el mundo. De esos
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hombres que ya dejaron de comprarse calzoncillos nuevos.
Que casi ni se lavan los dientes. Un hombre en donde el
estado, el capital y la sociedad, ya no tienen jurisdicción.
—¿Qué ves? —le pregunté. Ante uno de los frescos
populares más impactantes que habíamos presenciado juntos.
—Vamos papa, ya entendí el mensaje. Estudiar y
trabajar para no convertirme en esta gente.
Había fracasado como padre, había criado un simple
burgués.
Lo mande a la India y cuando llegó le corté las tarjetas
de crédito e hice que en la embajada le retengan el pasaporte.
Estuvo seis meses vagando en las calles, sin dinero. Tuvo
que trabajar en un taller clandestino de confección de
indumentaria hasta que pudo seducir a un marinero polaco y
lograr así infiltrarse de polizonte en un barco con destino a
Buenos Aires.
Volvió a los dos años. Por tres años más no me dirigió la
palabra. Una noche me lo encontré cenando en el Club
Defensa y por fin volvimos a charlar.
El arte de perder
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teléfonos. Perdí el pelo, la capacidad de seducir y perdí
también algunos dientes.
Perdí, siempre perdí más de lo que gané. Entonces, a
los golpes, aprendí a perder y me convertí en el mejor
perdedor. De eso se trata la vida, de aprender a perder sin
dramatizar, sin enojarse, sin bloquearse, sin desparramar
culpas. Perder sin fracasar. Simplemente aceptarlo y seguir
adelante porque esa es la única manera de ganar que
tenemos los perdedores.
Mientras volvíamos en el auto en silencio podía observar
derrumbarse a un hombre que parecía invencible. Estaba
solo, viviendo en un campo rodeado de alambrados eléctricos
y por miedo a que le roben se había alejado de los hijos, de
los nietos y sostenía una relación esclavizante con una mujer
que sólo esperaba el momento en que se muera para al fin
poder vivir libremente. La demencia senil avanzaba tan rápido
que ya ni recordaba todos los agujeros donde alguna vez
enterró los dólares que había juntado. Y ahí estábamos los
dos, yo sabiendo que había perdido, pero él sumido en la peor
de las derrotas: la de ignorar que había fracasado.
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Cumpleaños
Papelitos de colores
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Burocracias biológicas, mostrador 4.
A contramano
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4) La avenida Perón es inconcebible que no termine en la
avenida La Plata. Porque el peronismo siempre conduce a la
plata.
“Perón es el líder.
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Todos cantan: ¡Viva Perón!
Nicho 2.0
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Teniendo en cuenta la imperante crisis urbanística, la
falta de viviendas y de espacios verdes y que ya casi nadie va
a visitarlo quedando en estado deplorable y de abandono,
propongo se traslade el actual cementerio municipal a la
virtualidad. De esta manera, se propone crear una plataforma
en la internet en donde, desde la comodidad de su casa, el
familiar pueda visitar fácilmente y en cualquier ratito la página
de su fallecido, con fotos, videos y todo el contenido que
desee. Incorporar una tienda online donde el familiar pueda
comprar flores digitales, diseños nuevos, stickers como me
entristece o me encanta que te hayas muerto y hasta editar el
epitafio.
(Joen. Presentación de proyecto de ordenanza para la creación del
primer cementerio virtual. Consejo deliberante de la municipalidad
de Venado Tuerto)
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El bien y el mal
Se perdió Michifuz
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Comunismo de consorcio
El cerdo y el jabalí
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Se miraron. El cerdo con su hocico le señaló una rendija
en el alambrado por donde podría pasar a disfrutar de los
placeres del progreso y la civilización. Del alimento sin fin, de
la salud de las vacunas, los baños semanales y la buena
convivencia alejado del ambiente salvaje. El jabalí dio media
vuelta y volvió al monte.
Esa tarde, esos dos animales nos enseñaron realmente
el significado de la libertad, el sistema, el mercado y las
elecciones de vida. Esa tarde los que trabajábamos allí sin
duda fuimos un poco menos humanos e ignorantes y un poco
más animales y sabios.
Hasta que, caída la noche, prendimos un fuego y como
una suerte de llamado ancestral, matamos y calcinamos al
cerdo y más tarde, con varias copas de más, fuimos a buscar
las escopetas y salimos a cazar también al jabalí.
Rompan todo
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Si realmente quieren cambiar el mundo empiecen
rompiendo la dependencia con sus padres y exímanlos de la
responsabilidad de sus actos. Rompan con las relaciones
esclavizantes de autoridad y aprendan a ganar su propio
sustento. Rompan con los mandatos culturales y familiares.
Rompan con los rituales obligatorios. Rompan con los
vínculos enfermizos.
Rompan también los santuarios de los falsos ídolos.
Rompan la estúpida militancia política. Rompan lo instituido.
Rompan con el pensamiento lineal. Rompan con lo imposible.
Rompan esta democracia engañosa e injusta. Y lo más
importante: rómpanse a ustedes mismos en mil pedazos cada
vez que crean que ya saben todo.
Pero eso si, antes de irse, barran todo el desastre y
después se ponen a armar un mundo nuevo.
Cortitas y al pie
Cooperativas
La editorial
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El día que finalizó mi contrato, me di el gusto de
limpiarme el culo con el grueso cortinado del salón de eventos
del Palacio de Buckingham.
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Mengele gano la guerra
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La diva de los teléfonos
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La moral mosquito
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Tránsito lento
El huevo y la gallina
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mi vida porque fue el que me permitió el acceso irrestricto a
todos los lugares de poder y el de menos exposición y
responsabilidad.
Normalmente, Perón no tomaba vino, solo soda y le quitaba
las burbujas aunque cuando andaba medio mal de la
circulación se tomaba un whisky. Estaba muy solo y
demasiado acostumbrado a hablar y que lo escuchen por lo
que insistió en que me siente con él durante unos minutos. En
esa charla me contó el verdadero nacimiento del peronismo
que, a diferencia de lo que muchos piensan, no tiene semilla
en su estadía en Italia y su admiración por Mussolini; por el
contrario, eso fue la culminación de un proceso que comenzó
en su propia casa a los 9 años.
—En mi casa de Lobos éramos muy pobres, apenas si
teníamos unas gallinas y podíamos sembrar unas verduras.
Casi todos los días comíamos lo mismo: huevos y verduras.
Tortilla. Huevos fritos. Puré. Mi padre decía que nos teníamos
que acostumbrar a eso y que había gente que estaba peor.
Por lo menos nosotros mientras tuviésemos las gallinas y la
tierra siempre íbamos a poder poner una tortilla arriba de la
mesa.
Yo ya venía pensándolo hacia mucho, pero un domingo
en el que mi padre tuvo que viajar, tomé coraje y aproveché.
Maté las únicas dos gallinas que teníamos, las metí en agua
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hirviendo, les saqué las plumas y preparé un puchero. Ese día
me juré que mientras dependa de mí, nunca más habría un
peronista que se quede con ganas de comer puchero.
—Claro, tiene razón mi general —repliqué con
automática e incuestionable obsecuencia, pero no sin
guardarme las ganas de preguntarle qué comieron el resto de
los días, ya sin gallinas y sin huevos.
—Salía a la noche a hacer justicia social con los vecinos
oligarcas que tenían gallinas, hijo.
—Viva Perón, mi general —contesté.
La hiperinflación de imagen
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cara de abuelo bueno que yo había fabricado, me preguntó
cuánto se me debía, a lo que respondí que quince mil dólares.
—Faltan mil dólares, Don Raúl —le advertí.
—No puede ser, contá bien, pibe —me respondió con
esa pose paternalista con la que subestimaba a todos y
encubría para la opinión pública su verdadero ser oscuro.
—Lo conté dos veces, don Raúl, y hay 15 mil dólares y
son 16 mil dólares.
—Pero como puede ser si usted me dijo 15 mil dólares
hace 5 minutos —me replicó, ya notablemente enojado.
—¿Cómo me va a decir que ahora son 16 mil, está loco?
—Ah, ahora viste lo que se siente la hiperinflación, viejo cínico
incompetente.
(Joen con Raúl Alfonsín, ex presidente que se retiro de su mandato
con una hiperinflación anual superior al 3000%. Lo que sería algo
así como 0,35% por hora)
Comunismo
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Del orden de los factores
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que sería una más de esas novelas que quedaban
encajonadas sin leer en los escritorios de las editoriales.
De la incomodidad de lo femenino
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Las venas abiertas
Luces y sombras
Fascismo criollo
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6. Si tenés menos de 55 años y crees que la tenés clara, es
probable que seas un pelotudo.
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Software y Hardware
El hombre y la mujer
La escuela
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La esperanza es el opio de los mediocres
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Antes de irme me limpié bien el culo con unas cortinas
de seda verde que tenía en el baño.
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Los invisibles
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Del sexo y la felicidad
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Máscaras virtuales
¿Tomás?
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resistían. La música estaba muy fuerte, creo imaginar que
sonaba el mítico tema de Eric Clapton que hace referencia a
la oscura dama de blanco.
Acercó sus labios a mis oídos, al punto casi de tocarlos.
—¿Tomás? —me dijo con una voz grave que hizo
temblar mis juramentos católicos y monogámicos.
—Nunca probé —le respondí con atrevimiento— pero
por usted me tomo un saque de mandanga y le prometo que
nos encerramos dos días en un hotel de mala muerte y nos
entreguemos a los instintos más animales, dejamos que
hablen nuestros cuerpos, que peleen en la guerra sagrada del
sexo prohibido y escatológico hasta que ambos terminemos
exhaustos y que sea esa calma solamente el trampolín para
tomarnos otro saque y volver a empezar. ¿Qué le parece?
—¡Le pregunto si se llama Tomás, viejo enfermo!
Que fluya
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punto de que un día tuvieron que amputarle de urgencia una
pierna. Cuando despertó en el hospital y se vio sin la pierna
derecha, hizo un largo silencio, sonrió, levanto la mirada y nos
dijo:
“Y bueh, es lo mejor que me podía pasar, tenia dos
uñas encarnadas que me estaban volviendo loco”
Amistad
Prostitución
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Sócrates y el tratado epistemológico de la prioridad de las
cosas
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fervientemente que el sufrimiento en esta vida le garantizará
una experiencia mejor en la siguiente. Y de esa manera
racionalizan su miseria, justifican su cobardía y postergan las
decisiones para hacer de esta vida, que es la única que
tienen, un lugar mejor.
Si existiera una nueva vida (en la próxima) me gustaría
vivirla alejada del dolor y la insatisfacción propios del
conocimiento y la racionalidad y entregarme sin culpa a la
frivolidad de ser un diseñador de interiores, una wedding
planner o un director de cine subsidiado por el INCAA.
Comunismo
Demagogia
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hacer mejor el mundo no se tratase de empuñar un arma y
ajustar cuentas con el poder y se redujera a un dibujito
entusiasta y simplón de un gatito abrazando un árbol al
amanecer y diciendo:
“El capitalismo no entiende que tenemos sentimientos”
Dibujitos plasmados en un libro con más de 500 mil
ejemplares vendidos.
Nota al margen 1: El libro se hace con papel.
Nota al margen 2: El papel sale de los árboles.
Verdades de aerosol
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Piropos sin deconstruir
En África no se consigue
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Cultura
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Promesas
El capital es la ignorancia
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Fortuna
Clases de países
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Cultura
—Hola, ¿hablo con el Ministerio de Cultura y Educación?
—Sí, ¿en qué carajo lo puedo ayudar?
Conicet
-Hola, ¿este es el Ministerio para la Investigación de la
Electrónica Compleja y las Altas Tecnologías"?
- Sí, ¡espere que no anda el portero, ya le tiro la llave!
Fascismo
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Individualismo filosófico
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cuenta de que peor que sentirse solo es estar solo y
engañado.
Eventos paranormales
Droga
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jubiladas; al contrario, utilizaban la sustancia para potenciar la
creación y hacer más bello el mundo.
La droga por sí sola no mata, lo que mata es la
ignorancia, el mal uso y el exceso. El agua en exceso también
mata, sino pregúntenle a Alfonsina Storni.
(Congreso internacional de lucha contra el narcotráfico. Sinaloa,
México)
Jaque al mate
102
Ya no queremos manejar la fotocopiadora y el kiosco,
ahora queremos manejar la educación.
Ese día, docentes, gremialistas y políticos ya no podrán
decir más "lo hacemos por los chicos" y por fin quedarán en
evidencia quiénes discuten educación y quiénes dinero.
Democracia
104
Fascismo practico
La educación secundaria
Coaching ontológico
105
disfrutar la vida y el presente. Paradójicamente, al verme así
empezó a confesarme que estaba pasando por un mal
momento en su vida. De pronto, me vi envuelto en su drama
personal por lo que decidí aconsejarlo rápidamente ya que yo
quería llegar a mi objetivo, que era conseguir que me preste el
arma. Él se mantenía en su negatividad extrema y sumido en
una gran depresión, por lo que tuve que hacer un esfuerzo
inmenso para mostrarme alegre, destruir cada uno de sus
argumentos pesimistas e intentar así contagiarle mi
positividad y unas ganas artificiales de vivir la vida. Finalmente
se sintió un poco mejor y aprovechando su buen humor le
pedí la escopeta.
Al final no me maté. Es obvio, sino no estarían leyendo
esto.
Esa inyección artificial de vida me llevó a estudiar coaching
ontológico, con “Sensei Adrian P.” Ahora, le hago ver a las
personas que la vida es hermosa y que merece ser vivida.
Repito algunas frases rimbombantes, los escucho treinta
minutos y les pongo objetivos incumplibles para garantizarme
que tengan que volver.
En lo personal, bien. Qué se yo. Hay noches que lloro
mucho. Otras, no tanto. Y los fines de semana bailo salsa.
106
Del orden de los factores
Déficit de atención
Político
Justicia
108
despierten, tomen su rico desayuno de naranjas exprimidas y
panes integrales y mientras leen la sección económica del
diario, para ver como van sus especulaciones financieras,
llegue uno de sus hijos llorando y gritando porque los rebeldes
le cagamos el picaporte de la puerta y le cogimos el perro
caniche.
Corrupción
Canciones de mierda
Artista
El arte
Marketing
110
¿Por que hay miles clases de champú, pero el jabón
blanco siempre sigue siendo el mismo?
Porque para lo verdaderamente importante no hace falta
que alguien te diga que lo necesitás.
(Joen, luego de ser despedido de una famosa agencia publicitaria
donde trabajaba como asesor en comunicación)
Tatuajes
111
Toboganes
Masculinidad
112
El modelo finlandés
Acoso imaginario
114
definitivamente el mejor y el que los saque de la miseria y la
mediocridad, a la cual lo condenaron los anteriores.
Pulsión
115
Falacia lógica del falso dilema o la construcción de la
auto infelicidad
Sindicalismo
116
¿Qué pasa? ¿Hay que tener pene para extorsionar a los
gobiernos de turno?
Confianza
Querido hijo:
Razón
117
Discriminación
Revolución
118
Marketing vs. Autoestima
119
La televisión
120
pseudo intelectual: poder utilizar su poronga como objeto de
poder, para golpear y amedrentar a los demás.
Hoy, desde las confortables trincheras all-inclusive a la
que pertenece, sigue calmando su culpa burguesa,
blandiendo garrotazos de chota en los comentarios de diarios
y recitando pomposas consignas revolucionarias para cautivar
la admiración de jovencitas adolescentes.
La religión política
Fascismo
La lucha
122
Lucha de clases
Feminismo ortográfico
Oxímoron
125
Obsolescencia programada
Al calor de la revolución
127
(Joen, entrevista en el programa “Lazos de amistad”. Rio Cuarto,
Córdoba)
Palabras de esperanza
Extracción
128
—Buenas noches, vengo a hacer una extracción.
—Pero, señor, esto no es un banco, es un hospital.
—Sí, es que me quisieron asaltar cuando entré al cajero
y me metí la Banelco en culo para que no me la quiten. ¡¿Me
van a hacer la extracción, sí o no?!
(Joen, en conferencia sobre Seguridad Jurídica de Capitales.
Santiago de Chile)
El instinto de supervivencia
129
Somos una especie en constante evolución y vamos
aprendiendo a identificar las nuevas amenazas para
adaptarnos. Una amiga que estudia antropología social me
contaba que cuando ella iba a la discoteca y por ahí bailaba
con algún muchacho y este le preguntaba si vivía sola, ella
analizaba sus placas dentarias. Si las tenía completas era
porque quería tener sexo con ella pero si tenía muchos
faltantes significaba que quizá le querría robar.
El mate
Porteros
130
De hecho, uno de los asesores de Nicolás Maduro es
Yefferson Castillo quien, valiéndose de su experiencia como
ex portero de edificio, lo ayudó a consolidar el régimen
autoritario que el ya había aplicado en su edificio. Horarios de
entrada y salida, control de visitas, generación conflictos,
autoritarismo y robo hormiga.
La post verdad
131
Cuando llegué a Buenos Aires lo primero que hicieron
fue presentarme al Ministro de Cultura que gentilmente me
acompañó a recorrer la calle Corrientes y sus teatros. La
verdad es que la arquitectura era bastante buena, aunque
jamás pude superar ver a esas señoras mayores
semidesnudas haciendo el ridículo, con una decena de
bailarines afeminados orbitando a su alrededor, acompañando
a un viejo borracho, casi siempre cordobés, haciendo un
humor tan precario y poco cuidado como su dentadura. Al
finalizar la gente aplaudía de pie, incluido el Ministro de
Cultura.
Cuando salimos, a escasos cien metros del lugar, había
una conferencia gratuita de Borges en una conocida librería
donde solo habían asistido ocho personas. Recién ahí
comprendí la verdadera raíz de todos los problemas. Un
pueblo inculto naturaliza la miseria, la injusticia, el robo, la
corrupción y la mediocridad, porque un pueblo inculto no sabe
soñar.
Me quedé escuchando un rato a Borges y le compré su
último libro. Jamás lo leí. No se le entendía nada lo que
escribía, aún así es el mejor.
Método de Ludovico
132
Doce años de reclusión educativa para que podamos
"socializar" y nunca aprendimos a vivir en sociedad.
Doce años de matemáticas y todavía no resolvimos el
teorema de llegar a fin de mes.
Doce años de música y ya nadie silba en la calle.
Doce años de educación cívica y nos gobiernan hijos y
nietos de los mismos ladrones de siempre.
Doce años de educación sexual y hay cada vez más
abortos, violaciones y embarazos prematuros.
Doce años de ciencias naturales y cada año empeora la
ecología, el maltrato animal y la contaminación.
Doce años de química y aumenta cada vez más el
consumo de alcohol y drogas.
Doce años de lengua y un pueblo callado, sin palabras.
Señores, fracasaron y ganaron buena plata en el intento.
Algún día la sociedad verá una escuela como hoy se
mira una iglesia.
Ese día, por fin, las tirarán abajo y levantarán un
shopping o una de esas tiendas que venden cosas y juguetes
para mascotas o no sé, algo más útil que esa institución
adoctrinante, nefasta y obsoleta.
Cosificación
133
Yendo para mi oficina me cruce con una manifestación
de jóvenes muchachas exhibiendo orgullosamente sus senos.
Bajé la ventanilla y les pregunté cuál era el motivo de la
protesta.
—¡Estamos protestando contra la cosificación de la
mujer, abuelo!
Qué paradójico, pensé, protestan contra la cosificación,
justamente cosificándose.
—Ahá, muy bien, señorita. La verdad, hermosa la
protesta. ¿Y se podrá saber cuándo protestan de nuevo?
Feminismo
135
la violencia y la irracionalidad del feminismo contemporáneo.
Lo que no entiendo es lo de los pelos abajo del brazo, eso sí
que no. Si te gustan los pelos, déjate la barba también.
Orgullo
Originarios
136
hijos, como Catriel, Teruel o Nehuen, intérnense diez años en
una tribu, sin luz, gas, agua e internet. A cazar y recolectar, y
si tienen suerte de no morirse de gripe a los treinta años, ahí
si, salgan a pelear con una lanza de caña, contra el Estado
por sus territorios.
Elogio de la soledad
137
diestra y siniestra y autofelandose sin pruritos, para
depositarlo en un monoambiente, ponerle un pullover ridículo
y controlar hasta las veces que defeca.
Inteligencia
Virgo
El rock ha muerto
140
Antes, los jóvenes encontraban en el rock and roll una
bocanada fresca de rebeldía y desobediencia, pero poco a
poco fue perdiendo el carácter y se convirtió en un panfleto
pop, patético, desdibujado, genuflexo al estado, servil de las
discográficas y con la masculinidad de un pote de crema para
manos.
Libertad
141
pienso que no hubiese estado tan mal éticamente, quedarme
aunque sea con uno de esos esclavos.
Profesora de lengua
142
Menem, sabiendo mi afición por el devenir de los astros, don
Carlos Saúl, se acercó a mi mesa y tímidamente me pidió que
le lea la borra del café en busca de alguna predicción
astrológica sobre su gobierno, que recién comenzaba, y sobre
el futuro de su amada Argentina.
Le pregunté su fecha de nacimiento.
—2 de Julio de 1930 —contestó entusiasmado.
—Usted es Cáncer —respondí determinante, mientras
revolvía con mi dedo índice el fondo de la taza de café.
Se mantuvo en silencio, con los ojos encendidos como
los de un niño, esperando que desarrolle mi predicción y
replicó:
—No comprendo.
—Que usted es Cáncer.
—¡Si ya sé que soy de ese signo pero dígame algo más!
Impunidad
144
Mal de Plata
145
3. La casa con buen cimiento no le tiene miedo al viento.
Salvo que la licitación la gane Enrique Cimiento.
4. Dime con quién coges y te diré quién eres.
5. El que siempre mal ha andado, termina preso y condenado
o trabajando en el Estado.
6. Más tira un pelo de concha que la reputación política.
7. A falta de partuzas, buenas son las tortas.
8. A buen hambre no hay saqueos.
9. El que vive de esperanzas muere de peronismo.
10. A río revuelto no se le notan los cadáveres de los
opositores.
11. El antiperonismo es un peine que conseguís cuando ya
estás viejo y pelado para irte del país.
12. Donde un peronista no puede meter la mano enchufa un
amigo.
13. Del dicho al hecho hay una campaña electoral.
14. Sin espuelas ni freno no hay opositor bueno.
15. Dios los cría, la iglesia los junta y el vaticano los condona.
16. Cuando un ministerio se cierra, una embajada se abre.
17. El peronismo se corta por la cabeza.
18. La mentira tiene patas cortas, pero en campaña la
subimos a una silla de ruedas para que a la gente le dé
lastima.
19. Si la mona se viste de seda, primera dama queda.
146
20. Quien nada debe no llega a intendente.
21. El que no llora no mama del Estado.
22. Una mano lava la otra y las dos, la plata en negro.
23. El peronismo te arranca los dientes y luego te aumenta el
pan.
24. El que tiene cola de paja no debe echar fuego sobre un
opositor.
25. El que a hierro mata, sindicalista muere.
26. Cuanto más alto escalés, menos ruido hará el escandalo
por corrupción.
27. El hilo de corrupción se corta por el peronista con menos
contactos.
28. No hay mal que peronista no venga.
29. El que se acuesta con peronistas amanece desclasado.
30. A buen emprendedor, facturación en negro.
31. Cuando la limosna es grande hasta los testaferros
desconfían.
32. Candidato a intendente que se duerme es concejal.
33. Cuentas claras no conservan el puesto político.
34. Al que calla, le otorgan (obras públicas).
35. Quien mucho aprieta, más abarca en el sindicalismo.
36. Dime de qué presumes y te diré en qué partido militas.
37. Al que madruga el peronismo lo fuma.
38. Cree el comunista que todos deben ser de su condición.
147
39. La culpa no la tiene el político sino quienes votos le dan de
comer.
40. Políticos municipales, problemas para nosotros. Políticos
nacionales problemas para nuestros nietos.
41. El diablo sabe por diablo pero más sabe por asesor de
campaña.
42. Cuando el río suena, saca la guita del banco.
43. Mal de muchos, democracia populista.
44. En boca de periodista, si antes entra la mosca.
45. Nunca digas de este partido no he de beber.
46. No por mucho militar, candidato más temprano.
47. Todo se puede perdonar, menos delatar a los
compañeros.
48. Ojos que no ven, obra realizada.
49. Todo tiene arreglo, incluso la muerte. Excepto perder el
poder.
50. Hoy por mí, mañana por mí.
1. Desindustrialización:
2. Pobreza:
3. Reducción poblacional:
150
simplemente están compuestas por verbos en modo
imperativo:
151
la vieja Argentina real, poder obtener el reconocimiento como
ciudadano global del mundo. De esta manera, desbloquean
muchos tipos de vestuarios y, entre otras cosas, permiten
escuchar Trapetón sin límites ni publicidades y descargar
memes y stickers. En paralelo, el Presidente de Metaverso
Argentina, Lukitas098, le ordena al Presidente de la vieja
Argentina que instruya un comando de drones a la búsqueda
y captura de aquellos que aun se niegan a abrirse una cuenta
en el Metaverso Global e insisten con actividades
sanitariamente peligrosas como juntarse a tomar mate,
fornicar a pelo o caminar por la naturaleza expuestos a los
terribles virus de gripe y la radiación del sol.
152
Además tiene una base de datos de música que con solo
tararear, identifica la canción.
El prototipo en un principio tenía conexión bluetooth
para manejar los electrodomésticos de la casa y además, una
función que mediante scanner detectaba qué alimentos
faltaban en la heladera y gestionaba automáticamente una
compra online. Sin embargo, algunos colectivos feministas se
quejaron porque decían que una diosa no tendría que
dedicarse a tareas tan mundanas y despreciables como la
organización, alimentación y cuidado de la familia. Por lo que,
en una segunda etapa, se destinó esas tareas a Beta
Asunción 2.0., “la ciborg que nos ayuda en casa”, y Siri 8.0.
empezó a incorporar rasgos de mujeres más empoderadas
como Cleopatra, Mata Hari, Charlotte Corday, Shi Jianqiao,
Margaret Thatcher, entre otras.
Finalmente vio la luz de manera accidentada en la feria
de tecnología de Silicon Valley, ya que a mitad del discurso un
fundamentalista del oscurantismo retrógrado del viejo mundo
saltó al escenario a la voz de: “viva la naturaleza y el ser
humano, no a la puta dictadura del algoritmo” y bajó el
interruptor de la luz, dejando sin energía a toda la sala y, por
supuesto, a la diosa Siri 8.0., que demoró casi veinte minutos
en volver a cargar y poder retomar la palabra.
153
La clemencia y misericordia de Siri 8.0. hizo que se
perdone al terrorista y se le de a elegir entre la muerte o la
vacunación completa con su correspondiente pasaporte
sanitario, una cuenta en el banco, un rastreador permanente
de GPS y alistarse en el ejército blanco para combatir a las
fuerzas rebeldes del ejército oscuro, que quiere imponer el
mal de lo natural y humano.
Atardecer serrano
La última campaña
155
Palabras finales de Joen Vivienne Pedho
157
ya que no vienen nunca a verme, sino por Mabel, que es la
única que me convida cigarrillos y me trae petacas de vodka.
Y es a la pobre diabla que mandan todos los días a baldear la
vereda. Si me tiro la estaría condenando, al igual que hice con
todas mis mujeres, a que limpie el desastre que dejo.
El gordo me ha pedido un capítulo de despedida y me
enfrento contra la gran responsabilidad, primero de hablarle a
un lector que desconozco, y segundo, de decirle algo que sea
presumiblemente importante o trascendental. Que los deje
pensando, al menos, ya que es el final y los finales deben ser
contundentes. De esas cosas que se espera que digan los
viejos que han vivido mucho y ya están cerca de la muerte. La
verdad es que no tengo mucho más para contar que lo
expresado a través de mis vivencias en este humilde libro,
que espero compren y no mangueen, ya que una parte de lo
recaudado será destinado a conseguirme una chata nueva y
poder cambiar la marca de pañales por esos que vienen con
perfume ya incorporado y no aprietan tanto.
No me siento en la posición de darles lecciones de
moral a nadie; la vejez no necesariamente trae experiencia, la
vejez es el paso del tiempo y la experiencia, su correcto uso.
Yo sí puedo decir que lo usé, aunque quizá no siempre de la
forma correcta. El peor de los castigos de mi vejez
probablemente no sea esta prisión de insulso mate cocido con
158
leche y revistas Caras, sino la culpa y el arrepentimiento que
me asaltan por no haber hecho lo que tendría, o por haberlo
hecho mal.
Tengo medio controladas las salidas y las visitas, pero
seguramente en algún momento me haré, literalmente, una
escapada por la claraboya del baño de afuera, para alguna
presentación. Seguramente lo miraré desde atrás, para no ser
protagonista y hacerme cargo, como hice con todos los
sucesos importantes de mi vida.
Me inquieta saber qué piensan de mí, cómo me
imaginan. Si me juzgarán o si se aplicará en mí la impunidad
que protege a cada viejo hijo de puta con cara de abuelito
simpático.
Le encomendé al gordo que este capítulo que voy
escribiendo de puño y letra y de manera clandestina en un
papel de fiambre, mientras voy al baño, quede tal cual se lo
entrego. No quiero se corrijan las faltas (si las tuviera) ni se
modere el lenguaje de ninguna manera. Quiero que este
breve capitulo tenga la misma intimidad y libertad que siento
en este sucio baño donde estoy cagando ahora. Es por eso
que en una de estas sentadas creativas entendí realmente el
sentido de este libro. Yo no tengo ninguna autoridad que
proteger, ningún legado que cultivar, no descubrí la cura de
nada y ni siquiera he sido una buena persona.
159
Entonces, ¿para qué escribir un libro?
En un principio pensé que lo hacía para mí, y temí caer
en el error de mucho viejo mediocre que se hace escritor para
verter ahí dentro un puñado de anécdotas descafeinadas que
él presume importantes para que sus nietos o dos boludos
amigos algún día digan:
“Mirá que genio el abuelo, abrió una panadería a los 20
años y 65 años después se murió”.
No es mi caso, el libro no es para mí pero tampoco para
mis nietos, ni para reivindicarme ante ninguna tribuna de
boludos.
Entonces, ¿para qué escribir un libro?
Tanto trabajo, tantas horas dedicadas a un objeto ya
casi extinto al que pocos le dan importancia. Y ahí me di
cuenta de que era justamente para eso. Por la misma razón
que alguien paga para subirse a una montaña rusa, para que
le pase algo diferente, para exponerse a nuevas sensaciones.
¡Para sentir de una puta vez y cortar con una existencia
amorfinada e indolente!
Este libro es mi montaña rusa. Aquí me permití jugar y a
la vez sentir nuevamente esa adrenalina que creí que había
perdido.
La navidad se aproxima, intuyo que será una de las últimas
para casi todos. El gran gobierno global esta tratando de
160
destruir todas las viejas costumbres occidentales. Mi
compañero de habitación se ríe, me llama conspiranoico. Sus
nietos me darán la razón. Espero que los embates de la
demencia y los psicofármacos me den una tregua de unos
minutos por día para poder terminar este capítulo, el único
escrito por mí. Créanme que el televisor a fondo del geriátrico,
puesto en Crónica las 24 horas, y los casi 60 grados de calor
que hace en el living, por tener en pleno diciembre los
calefactores prendidos al máximo, porque a doña Hayde, de
doble apellido, la persigue la muerte y tiene frío, hacen casi
imposible poder concentrarme. Pero bueno, espero también
que los embates de la demencia y los psicofármacos me den
una tregua de unos minutos por día para poder escribir este
ultimo capitulo, el único escrito por mi.
De mí que nadie se preocupe, a pesar de que ya están
mostrando mi pieza con la promesa que se desocupa en
marzo. Yo creo que me queda al menos un libro más por
escribir, siempre y cuando el gordo me ayude. Está más solo
que yo así que, salvo que se caliente con alguna en el verano,
supongo que lo tendré disponible para escribir el libro que
verdaderamente quiero escribir (que quiero que escriba el
gordo, en realidad; yo con la tecnología no me llevo bien y a la
máquina de escribir me la prohibieron porque mete mucho
batifondo).
161
Hoy vino una enfermera nueva, una hermosa jovencita
de pelo oscuro y laceraciones de tinta en sus brazos.
“Son tatuajes, abuelo, ya le dije”
Disfruto de esos pequeños momentos. La piba se hizo
un toc toc. Algo así dice que se llama el programa de
computación que es como una emisora de televisión portátil
dentro de su teléfono celular. ¡Increíble! Ahí va contando el
día a día de su vida y como dice que soy un viejo copado me
pidió que hagamos una filmación donde yo le doy unos
consejos a la gente para estas fiestas. Sin ningún tipo de
expectativa lo hicimos e increíblemente lo vieron casi 700 mil
personas. No puedo creerlo, son como diez canchas de River
mirándome. Es increíble que todo ese potencial no sea usado
para el bien común sino para la estupidización social.
Comparto brevemente mi mensaje en ese toc toc:
Hola, soy Joen Pedho, y mis deseos para estas fiestas
son:
Desobedezcan a la OMS, el único virus mortal es el Estado.
Reúnanse en familia, cojan por donde cojan, los integrantes
no importa, mientras haya amor y respeto será la familia una
de las últimas instituciones que podrán voltear.
Si sos católico festejá la navidad y si no lo sos, como yo,
festejá al menos que es la narrativa de un tipo pobre, que tuvo
162
los huevos de luchar contra el poder y que ni aun matándolo
pudieron borrar su legado.
Abrácense, bésense y garchen, que ni 30 años de
campaña mediática y educativa por el miedo al sida, han
podido detener el ritual del sexo y el contacto físico.
Devoren animales calcinados alrededor de un fuego en
honor a nuestros ancestros cazadores que murieron lanza en
mano para enseñarnos a buscar nuestro alimento.
Embriáguense hasta perder el conocimiento, que es por
el momento la única droga legal que nos permiten para olvidar
el estado de esclavitud, pobreza y miedo al que nos tienen
sometidos.
Pisen el pasto descalzos, báñense desnudos, acaricien
un perro, tomen sol y caminen bajo la lluvia. Que ninguna
narrativa ecológica se podrá imponer por sobre nuestro
instinto de pertenencia a la naturaleza.
Descansen. Apaguen el teléfono. No hagan nada. No
pierdan el tiempo en subir las fotos de la comida o en posar
con familiares. A nadie le interesa qué comen, con quién
están o cómo se vistieron. En serio. No pierdan tiempo, vivan
el momento.
Hablen. Conversen. Acérquense a ese tía borracha, a
ese tío facho, a ese abuelo que desvaría y escúchenlos
atentamente. Hay un mundo entero por descubrir detrás de
163
cada persona. No planifiquen tanto. Planificar y ejecutar
puede servir para una empresa pero no siempre para la vida.
Necesitamos más sorpresas, necesitamos más improvisación,
necesitamos más instinto.
Sé vos. Pensá en vos. Priorizate vos. No es egoísmo, no
es mezquindad. Es amor propio.
Por la ventana de la habitación ya puedo ver los adornos
navideños de un año muy particular, el primero de todos los
que me falten, ya que estaré aquí en “Alcatraz Serrano”,
completamente privado de mi libertad y dignidad, pagando las
culpas por haber sido un mal padre, hasta la hora de mi
muerte. Es por eso que si pudiese volver el tiempo atrás,
quizá ya no le dispararía con el rifle de aire comprimido a los
que tiran cohetes en las fiestas, ni daría esas charlas contra el
consumismo navideño en las escuelas primarias. Si pudiese
volver el tiempo atrás, antes de morirme me gustaría gritar un
gol de Boca hasta quedarme sin voz. Ahí, en el medio de
cientos de hombres semidesnudos, ebrios y transpirados. Y
abrazarlos con la ferviente convicción de que la felicidad es
eso. Me gustaría también ir a votar a un gobierno peronista
con la ilusión de que esta vez sí, este no nos miente, este es
honesto y por fin nos va a sacar de pobres. Me gustaría abrir
una rotisería y facturar todo sintiendo que así estoy ayudando
a la construcción de escuelas y hospitales para mi país.
164
Casarme pensando que va a ser para siempre. Darle una
moneda a un vagabundo con la esperanza de que no se
compre vino y se busque un trabajo. Leer un diario y creer lo
que dicen. Darle la bordeadora al vecino con la esperanza de
que la devuelva. Prestar libros. Y, por supuesto, si pudiese
volver el tiempo atrás, me disfrazaría de Papá Noel solamente
para que, por unos segundos, me abracen mis nietos.
Aunque sé que faltan unos meses, me gustaría, antes
de morir, ser aunque sea una sola vez en la vida el boludo
que se le quema el asado, el que prende la cañita y sale
disparada a lo del vecino o el que tiene que ir a la guardia por
un corchazo de sidra en el ojo. Me gustaría ser ese padre que
por esa noche olvida las cagadas de sus hijos y, aun así, se
funde en un inexplicable abrazo con ellos, olvidando los seres
ignorantes y amorales que ha formado. Me gustaría saber
mentir en el truco y decir la verdad en la vida y no al revés. Me
gustaría tener esa inocencia que me haga más feliz, esa
ignorancia que me haga más impune, esa inconciencia que
me haga más valiente. Me gustaría tener un poco más de ese
pensamiento mágico que hace que los boludos sigan adelante
con la misma ilusión con la que un niño de la villa le escribe
una larga carta de regalos a Papá Noel. Si pudiese volver el
tiempo atrás a un solo día volvería a alguna de todas esas
navidades que desperdicié leyendo a Nietzsche, creyendo que
165
estaba creando un mundo mejor matando a dios y, en cambio,
le pediría a Papá Noel que me traiga un poco de ese engaño,
de esa distracción, de esa ignorancia, de esa mediocridad
necesaria para ser feliz en la vida. Si pudiese pedir un solo
deseo, pediría dejar de ser quien soy y poder disfrutar durante
24hs de eso de lo que tanto renegué durante toda mi vida y
que forma parte de la esencia de este libro. Pediría tener lo
único que jamás tuve ni podría comprar: la pasión de los
boludos.
166
167