Está en la página 1de 3

Los Dos Últimos Años De Magallanes

Su alta majestad soy Hernando de Magallanes nací en Sabrosa Portugal un 4 de febrero


de 1480, estudie en la corte Lusitana, geografía y náutica, soy militar y navegante. Le
escribo esta carta para contarle mi expedición en la que descubrí el canal entre ambos
lados del territorio Americano. Recibí una orden del gobierno español en la cual se me
establece el objetivo de cruzar el océano atlántico, para cruzar al mar del sur y llegar a las
islas de las especias.
Partimos en el año 1519 desde Sevilla, con toda mi tripulación hacia las Indias
Orientales. Se rumoreaba de un canal que conectaba el océano atlántico con el mar del
sur donde se encontraban estas islas, este era muy importante para el gobierno español
ya que era una ruta más fácil y estratégica para un mejor comercio entre el gobierno
español y las Indias Orientales. El contra de este canal es que era muy poco conocido.
Uno de mis acompañantes más importantes fue Juan Sebastian Elcano quien
partió conmigo y mi tripulación aquel 10 de Agosto de 1519 desde Sevilla. Nuestra flota se
componía de una escuadra de cinco naves. Esta travesía la comenzamos hacia las Islas
Canarias, Tenerife, era un día muy lluvioso y frío.
Este viaje continuo pasando por, Islas de Cabo Verde y costas de Sierras Leonas
en el continente Africano. Tras bordear esta parte del continente, durante el viaje, tuvimos
un problema ya que recibimos fuertes vientos acompañados de borrascas y corrientes de
agua por lo cual debimos de parar, debido a riesgo de naufragar. Durante las espera a
que se calme vimos una intensa luz que se emanaba desde la punta del palo mayor de
un nao, a esto lo consideramos como una señal divina. Esa luz permaneció allí por
aproximadamente dos horas, después de esas dos horas la luz se hizo tan intensa que
produjo una ceguera a mí y a mi tripulación por un cuarto de hora y luego de esto
volvimos al mismo rumbo.
Cuatro meses después arribamos en Santa Lucia, territorio portugués en una de
las costas de America. Luego de los malos problemas que afrontamos, Santa Lucia nos
recibió con un lindo y calido día. Durante esas semanas yo y mi tripulación disfrutamos del
lugar y su buen clima, también tuve la oportunidad de hacer negocios y comerciar.
Luego de estar 3 semanas en ese lugar emprendimos el viaje nuevamente, donde
después de unos dos meses con el mar mucho más calmado, llegamos a un canal, en el
que nos adentramos pensando que era el ya mencionado, cuando en realidad se trataba
del Río de la Plata, el cual ya había descubierto Juan Pedro de Solís. Al darnos cuenta
tuvimos una discusión con Elcano.

Elcano-¡Capitán! Le dije que este no era el camino correcto, le advertí hace 15 días pero
usted no confío en mi y en consecuencia tendremos que navegar nuevamente otros
quince días para salir al mar.

Magallanes-Le pido disculpas me deje llevar por mis emociones ya que estaba muy
ansioso y mi instinto decía que era por este camino, ahora mismo doy la orden de
regresar, espero no volver a confundirme.
Después de esos quince largos días logramos salir del Río de la Plata y retomamos
camino hacia nuestro objetivo. Durante 2 meses más seguimos bordeando America y
tuvimos la oportunidad de ver maravillosos animales.

Marinero-*Grita sorprendido* Miren hacia el sur se pueden observar ballenas emergiendo


del mar muy felices con sus crías. Miramos todos sorprendidos por la majestuosidad de
aquel evento.

También llegamos a observar pingüinos los cuales se me hicieron muy graciosos, como
también vimos delfines y lobos marinos. Aquellos momentos eran espectaculares ya que
podíamos apreciar lo bueno de la naturaleza.
Mientras costeábamos el territorio, dimos con un lugar muy particular el cual
bauticé como Patagonia. En especifico a un golfo al que llamamos Golfo de San Julián el
que estaba habitado por indígenas. En el primer día no tuvimos contacto alguno con ellos,
pero en los siguientes días si. La comunicación se complicaba demasiado ya que
hablaban en un idioma inentendible pero logramos comerciar e intercambiar con ellos. Un
día antes de seguir rumbo di la orden de capturar a dos de ellos para entregárselos a su
alta majestad como tributo.
Lamentablemente tuvimos inconvenientes con ellos ya que uno murió por negarse
a comer y el otro escapó. También falleció uno de nuestros marineros a causa de una
flecha envenenada que tiraron los indígenas en su defensa. Dada esta incomoda
situación nos fuimos tempranamente de ese lugar.
Continuamos la expedición y un mes después de navegar constantemente
llegamos al fin al estrecho, al que llamamos Estrecho de Todos los Santos. Llegamos a
este lugar en 1520, nos asombro mucho la belleza del paisaje y su contraste, el mar y la
montaña.
Cruzar el estrecho no fue fácil y hubo muchas complicaciones a causa de la costa y
su complejidad. Una vez terminamos estas minuciosas etapas logramos salir de ese gran
laberinto. Mi tripulación estaba mucho mas tranquila cuando logramos salir de el estrecho,
aparte el océano era muy sereno por lo que lo llame Océano Pacifico. Cruzamos este
océano con tan solo 3 naves ya que la tripulación del San Antonio se había sublevado
antes de atravesar el estrecho, ante lo complicado de este por lo cual regresaron a
España.
Finalmente después de un largo y agobiante viaje llegamos a las islas de las
especias, las que apodé como Islas de San Lázaro, desde donde escribí esta carta para
su alta majestad, espero su comprensión y saludos cordiales.

También podría gustarte