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NOTAS Y DISCUSIONES

Etnomanía vs. ciudadanía *


FERNANDO SAVATER
Universidad Complutense de Madrid

«No tengo nada contra los forasteros. Mis mejores amigos son
forasteros. Pero lo que pasa es que este forastero es de aquí»
Asterix

No dudo que el debate en torno a los orí- cieran como remedio a su angustia estudios
genes, la actualidad y las perspectivas del sobre la morfología de los felinos depre-
nacionalismo en el siglo XXI tenga aspectos dadores y consideraciones acerca de si la
doctrinales especialmente fascinantes. fiera es amarilla con rayas negras o mejor
Sólo me atrevo a decir que a mí no se negra rayada de amarillo.
me alcanzan, lo cual ha de deberse cier- Lo que yo quisiera hacer aquí breve-
tamente a mi incompetencia en tan ardua mente no es una contribución más a la
materia. Con más resignación que entu- «tigrología» (o como se llame la ciencia
siasmo he frecuentado las opiniones al res- que estudia a esos hermosos bichos), sino
pecto de Ernest Gellner, Clifford Geertz una llamada de alarma: un toque a rebato
y Hobsbawn, entre otros; me parece que contra los devoradores de hombres. Es
el catálogo más razonado y exhaustivo de decir, una denuncia de la radicalización
los diversos puntos de vista sobre la cues- étnica del nacionalismo como seria ame-
tión —modernidad y perennialismo, pri- naza para las posibilidades de la izquierda
mordialismo y etno-simbolismo, etc.— es razonable y el inconformismo constructivo
el que ofrece Anthony D. Smith en Nacio- en los países de la Europa actual. Antes
nalismo y modernidad (Istmo, Madrid, de nada, sin embargo, quizá sea oportuno
2000). Por mi parte, desde luego, me doy aclarar que entiendo por «izquierda», «in-
por satisfecho con esta reducida y episó- conformismo constructivo» o en general
dica erudición. He notado que, según acu- por una política progresista en el presente
mulo lecturas acerca del tema, mi impa- contexto europeo. Y ello es tanto más
ciencia crece más de lo que aumenta mi necesario cuanto que algunas versiones
sabiduría. Me siento como el habitante de nacionalistas y etnicistas se presentan
una aldea visitada cada noche por un tigre como signos lamentables de la identidad
devorador de hombres al que se le ofre- de izquierdas, frente a la globalización o

* Esta ponencia fue leída en el Parlamento Europeo de Bruselas el día 29 de marzo del
2001, dentro del seminario «Lenguajes y temas de la derecha en Europa».

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el capitalismo multinacional. Me gustaría términos absolutos es una imposibilidad


subrayar a continuación que en realidad histórica y aspirar a establecerlo por decre-
no operan como rebeldías sino como com- to ha llevado a terribles manipulaciones
plicidades de hecho con esas tendencias totalitarias a lo largo del siglo XX. En nues-
supuestamente aborrecidas. tro acomodo social siempre cuenta el ele-
Parto del postulado siguiente: todos los mento de pertenencia (los vínculos con-
seres humanos nacemos involuntariamen- tingentes de afecto y cultura que nos vie-
te sometidos a un orden sociocultural que nen dados) junto al de participación, ese
nos preexiste, fruto de azares, atavismos, limitado abanico de nuevas posibilidades
expolios y reformas acumulados durante optativas de asociación, sentimiento y crea-
siglos. Podemos sufrirlo pasivamente, ción que se abre ante nosotros. Intentar
intentando obtener el máximo provecho un modelo de sociedad que, sin aniquilar
personal dentro de él (o al menos pro- ni menospreciar las pertenencias de las que
curando evitar que nos vaya demasiado partimos, facilite al máximo el juego par-
mal) o podemos intentar —intelectual y ticipativo ha sido el esfuerzo progresista
prácticamente— reformarlo de modo que de la época moderna. El resultado de este
ese orden involuntario se convierta en empeño sigue siendo incompleto y ambi-
voluntario, o sea, estableciendo los requi- guo, pero, a mi juicio, merece apoyo con-
sitos mínimos que deberían reunir las ins- tinuado y no desdeñoso abandono.
tituciones para que la mayoría de los Si debiéramos condensarlo en una sola
humanos las aceptasen y no sólo las pade- palabra, yo elegiría ésta: ciudadanía. O sea,
ciesen. Esta segunda actitud política es la una forma de integración social basada en
que denomino «de izquierdas», «ilustra- compartir derechos semejantes y no en la
da», «progresista» o cualquier término pertenencia a determinados grupos vincu-
semejante: en suma, una disposición no lados por lazos de sangre, de tradición cul-
sólo racional instrumentalmente, sino tam- tural o de jerarquía hereditaria. Desde lue-
bién razonable, fundada en el reconoci- go, en todas las sociedades democráticas
miento universal sin restricciones de lo que conocemos —ya establecidas como
humano por lo humano. estados de derecho— cuenta también y
El salto emancipador de lo involunta- mucho el elemento nacional, étnico, la car-
riamente padecido a lo voluntariamente ga previamente adquirida de lengua, reli-
asumido pasa siempre por aligerar en la gión o costumbres secularmente compar-
medida de lo posible la carga determinante tidas. Pero tales elementos provienen por
del pasado que cada cual soporta al nacer, lo general de pertenencias múltiples,
en beneficio de una igualdad de derechos entrecruzadas, porque las democracias
que permitirá a todos elegir y participar actuales son siempre mestizas (aunque a
desde la pluralidad en el futuro que va menudo han olvidado que lo son) y amal-
a construirse socialmente. Es decir, dismi- gaman bajo leyes comunes formas verná-
nuye la importancia de lo inmodificable culas de orígenes diversos. No se trata de
(genealogía, herencia, tradición, condicio- la simple yuxtaposición de peculiaridades
namientos biológicos, etc.) y potencia las raciales o folklóricas, sino de una multi-
capacidades de opción personal, equili- plicidad de identidades que se intersectan
brando las oportunidades de que cada cual enmarcadas y posibilitadas por un mismo
desarrolle un proyecto vital propio. Por cuadro jurídico que garantiza su libre ejer-
supuesto, este desideratum sólo puede cicio. En ello estriba la radical novedad
lograrse de modo relativo: uno de los datos de la sociedad de ciudadanos y su avance
esenciales de nuestra finitud es que nunca ético-político respecto a otras fórmulas
partimos de cero. El «hombre nuevo» en convivenciales del pasado. Como indica

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Michael Ignatieff «no quiere esto decir que los derechos individuales de ciudadanía se
antes no existieran las sociedades multiét- hace en nombre de unos supuestos «de-
nicas y multiculturales, pero no eran demo- rechos colectivos», aún más fundamentales
cracias basadas en la igualdad de derechos, y superiores. Los cuales deben prevalecer
ni se sostenían en la premisa de un modelo sobre ellos, según los etnomaníacos que
cívico de inclusión, en la idea de que lo los reivindican, en caso de incompatibili-
que mantiene unida a una sociedad no es dad entre unos y otros. Por supuesto, esa
la religión común, la raza, la etnia, la len- incompatibilidad se da prácticamente
gua o la cultura, sino un acuerdo normativo siempre, porque para ella han sido inven-
respecto al imperio del derecho y la creen- tadas esas colectivizadas reivindicaciones
cia de que somos individuos iguales y por- legales. Desde luego no se trata de discutir
tadores de los mismos derechos» («El nar- el derecho de cada cual a su lengua mater-
cisismo de la diferencia menor», en El na, su religión, sus tradiciones, etc. —la
honor del guerrero, Madrid, Taurus, 2000). protección de los cuales implica las corres-
En la actualidad vemos alzarse contra pondientes consideraciones legales de
esta frágil y aún vacilante novedad pro- alcance supraindividual— sino de rechazar
gresista de la ciudadanía un movimiento como principio que el estado de derecho
reaccionario que me atrevería a denominar no deba ser sino el refrendo de una homo-
etnomanía. Consiste en afirmar que la per- geneidad étnica preexistente y que los esta-
tenencia debe primar sobre la participa- dos democráticos ya vigentes deban frag-
ción social y determinarla, que son los ele- mentarse de tal modo que respondan a
mentos no elegidos y homogéneos los que una diversidad de etnias coercitivamente
han de fundar la integración en la comu- homogéneas. No es lo mismo el derecho
nidad. Se trata de la primacía de lo genea- a la diversidad, base del pluralismo demo-
lógico, lo lingüístico, lo religioso o las ideo- crático, que la diversidad de derechos, que
logías tradicionalistas sobre la igualdad lo aniquila.
constitucional de derechos. O sea, el pre- En la sociedad pluralista se respeta la
dominio de unas condiciones del pasado multiplicidad de identidades étnicas, pero
compartidas homogéneamente por unos también se permite su combinatoria poli-
cuantos sobre el pluralismo aunado del morfa: de tal modo que la pertenencia a
futuro en el que deben encontrarse todos. una genealogía no determina obligatoria-
Ayer se mencionaba como clave el término mente la adscripción a una lengua, a una
de «raza», hoy vastamente desacreditado religión ni a una ideología, sino que per-
por la antropología y por los atropellos mite múltiples configuraciones personales.
cometidos en su nombre: ahora se prefiere La etnomanía, en cambio, impone el lote
hablar de «etnia». El sentido sigue siendo identitario completo y para ella cada uno
semejante: la adscripción nativa a un terri- de sus rasgos refuerza y sobrecarga los
torio y a un grupo cultural como raíz de demás. Así, por ejemplo, bajo la dictadura
la posesión de la ciudadanía optimo iure. franquista, el auténtico «español» debía
Como dice Giovanni Sartori: «Abolida la hablar en castellano, ser católico y anti-
servidumbre de la gleba que ligaba al cam- comunista o se transformaba en cómplice
pesino con la tierra, hoy tenemos el peligro de la llamada «Anti-España». Y actual-
de inventar una “servidumbre de la mente para otros integristas de signo pre-
etnia”». tendidamente opuesto ser verdadero
Como parece que —según la clásica des- «vasco» exige hablar euskera, rechazar lo
cripción de la hipocresía— el vicio siempre español (o lo francés) y reivindicar una
debe rendir homenaje a la virtud para determinada territorialidad como espacio
asentar su prestigio, esta conculcación de político. En ocasiones especialmente gra-

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ves, se habla también del RH negativo y A veces, para dar un barniz izquierdista
otros disparates racistas. En la antigua a la propuesta étnica contra la ciudadanía
Yugoslavia a partir de su fragmentación se habla de «resistencia frente a la glo-
irresponsable y también un poco en balización». En realidad, lo que así se lleva
muchas otras partes con motivo de la inmi- a cabo es una labor de zapa contra los
gración, vienen oyéndose cosas semejan- estados de derecho existentes que hoy
tes. A fin de cuentas, la etnomanía sostiene ofrecen al menos un mínimo de garantías
que cada etnia forma un bloque inconsútil sociales y de control democrático ante ese
y que es incompatible, por razones ances- capitalismo global especulativo sin otro
trales, con el mestizaje cultural o político objetivo que la maximización inmediata de
que de hecho se da en las democracias beneficios. La proliferación de nichos de
de ciudadanos. identidad étnica no sólo no contraría los
Pese a que estas reivindicaciones etni- aspectos más perversos de la jerarquiza-
cistas suelen hacerse en nombre de la «di- ción regional del mundo según intereses
versidad» humana, su resultado final —allá depredadores, sino que favorece el proceso
donde triunfan— es el predominio de la al debilitar las únicas instituciones nacio-
uniformidad impuesta sobre la variable nales que ahora pueden ofrecer cierta pro-
pluralidad real de los individuos. Los etno- tección sociopolítica para resguardarse
maníacos son partidarios de un mosaico de él.
Pero el peor efecto de la etnomanía
de grupos distintos pero cada uno de ellos
anti-ciudadana es la fabricación de «extra-
cerrado y homogéneo; es decir, lo que pre-
ños» dentro de cada comunidad. Es un pro-
tenden es una diversidad de uniformida-
ceso bien descrito por Ulrich Beck en su
des, un surtido de guetos antagónicos. Las
ensayo «De vecino a judío», incluido en
etnias así consideradas no pertenecen a la
el libro La democracia y sus enemigos (Bar-
historia, ni siquiera a la antropología, sino
celona, Paidós, 2000). El «extraño» en este
más bien a la zoología o a la botánica.
sentido no es solamente alguien llegado
Son especies clasificadas platónicamente de fuera, cualquier inmigrante que trata
de una vez por todas en las que sólo cuenta de encontrar trabajo y aspira a la ciuda-
la pureza diferenciada del conjunto, no la danía en un país de adopción. Aunque
indomable y traicionera singularidad indi- muchos etnomaníacos muestran una acti-
vidual, porque los humanos tenemos pier- tud hostil o recelosa ante los forasteros,
nas para viajar y mezclarnos, no raíces per- no es infrecuente que otros estén dispues-
petuadoras de lo idéntico. De aquí que esa tos a aceptarlos siempre que asuman
reivindicación étnica sea más fácil de voluntariosamente los rasgos considerados
encuadrar en la ecología que en la tra- distintivos de la etnia a la que quieren
dición revolucionaria. En una entrevista incorporarse. Pero, en cambio, todos ellos
reciente concedida a un periodista del rechazan al «extraño» que es también su
«New Yorker», Arnaldo Otegui —líder de propio vecino, al forastero interior: es
Euskal Herritarrok, el brazo político de la decir, a quien reúne las condiciones terri-
organización terrorista ETA— proclama toriales o sanguíneas para pertenecer a la
que los vascos son «el último pueblo indí- etnia pero, sin embargo, difiere de ella en
gena de Europa» (?) y que, en este sentido, algún aspecto cultural o ideológico. Este
salvar a la cultura vasca de la extinción «extraño» no sólo es distinto, sino también
—destino que, por lo visto, le aguarda si un traidor o un invasor, en cualquier caso
continúa mezclándose con la española y una amenaza para la homogeneidad gru-
la francesa— «puede ser comparado a la pal: a fin de cuentas, como señala Beck,
necesidad de salvar la selva amazónica». su simple presencia junto a los étnicamente

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correctos demuestra de forma nítida que sede en París. Este relato con fuerte com-
«lo natural» del «orden de los de aquí» ponente ensayístico expone las supuestas
es artificial, convencional. La proclamada y brutales conclusiones de un grupo de
incompatibilidad con esos vecinos «judai- expertos, contratado por los amos econó-
zados» —y a veces perseguidos como tales micos del mundo para resolver las con-
con métodos acuñados por el nazismo— tradicciones del capitalismo mundializado
pretende resguardar la pureza coercitiva y asegurar su perpetuación. Entre las pre-
de la etnia de tan indeseable contagio: el guntas que ese implacable concilio debe
pecado de los así perseguidos no es tanto responder está la siguiente: «¿Cómo con-
ser lo que son, sino mostrarnos la alea- tribuir a crear una atmósfera favorable
toriedad de lo que somos los étnicamente para las hostilidades intergrupales que a
correctos. su vez propicien la reducción de la pobla-
Para acabar, paso de lo abstracto a lo ción?»
concreto y nombro finalmente al devora- He aquí unos extractos de la respuesta:
dor de hombres que por desgracia mejor «La herramienta psicológica más útil jamás
conozco de los que hoy vagan por Europa. creada para estos fines es la política de la
El radicalismo etnicista vasco es un ene-
identidad (...). Lo ideal es que los indivi-
migo potencialmente totalitario que com-
duos de todo el mundo se identifiquen con
promete los derechos de ciudadanía en dos
fuerza con un subgrupo étnico, sexual, lin-
Estados europeos. Su mensaje destructor
güístico, racial o religioso (...). Hay que
de la convivencia —apoyado por una inten-
alejar activamente la noción de ciudadanía
sa actividad terrorista— intenta justificarse
(...). Hay que proporcionar apoyo material
con fórmulas tomadas de la tradición
y moral a los más agresivos particularismos
emancipadora de la izquierda. Y algunas
(...). Buscamos fundamentalistas de todas
personas bienintencionadas (o sencilla-
mente demasiado estúpidas para compren- las razas y grupos (...) Que estarán preo-
der lo que está en juego) que se consideran cupados sobre todo por sus derechos (...)
deudoras de esa tradición aún suelen pres- entre ellos el derecho a recibir un trato
tarle oídos comprensivos. Denunciar tal especial en nombre de errores pasados y
falacia peligrosamente reaccionaria es el presentes, reales o imaginarios (...). La
objetivo principal de mi intervención. política de identidad tiene dos ventajas:
(...) mantiene a los grupos centrados en
sí mismos y alejados de los auténticos acto-
Postscriptum res de la escena global que se hacen así
invisibles (...) y bloquea la solidaridad. En
Después de haber escrito estas páginas, lle- lugar de preguntarse qué pueden hacer, la
ga a mis manos la novela de política-ficción gente deberá centrarse en quién es. La glo-
titulada «El informe Lugano», publicado balización económica puede avanzar sin
en España por la ONG Intermón. Su auto- obstáculo siempre y cuando la gente esté
ra es Susan George, una ensayista fran- psicológicamente ciega (...). Nada más fácil
co-estadounidense conocida mundialmen- que inducir una (falsa) conciliación que
te por sus estudios de las relaciones Nor- continúe indefinidamente gracias a inex-
te-Sur, directora asociada del Instituto tricables recriminaciones mutuas que
Transnacional de Amsterdam y presidenta aumentan vertiginosamente el odio y las
del Observatoire de la Mondialisation, con enemistades de sangre.»

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