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C. Suárez-Guerrero
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Entorno y comunicación en el e-
learning
Cristóbal Suárez Guerrero*
Introducción
El panorama en el que se inscribe el e-learning 1 en la actualidad forma parte del
paradigma sociotecnólogico que caracteriza la dinámica en la Sociedad red: “Puesto
que las prácticas en red se basan en flujos de información procesados por tecnologías
de la comunicación entre diferentes lugares, el espacio de la sociedad red está
constituido por la articulación de tres elementos: los lugares en que se localizan las
actividades (y las personas que las ejecutan), las redes de comunicación material que
vinculan estas actividades, y el contenido y la geometría de los flujos de información
que desarrollan las actividades en términos de función y significado. Éste es el espacio
de flujos” (Castells, 2009, 63). Estos flujos de acción social, como es el caso de los
procesos educativos, se asientan en un entorno y en el ejercicio de la comunicación en
red, marco de comprensión para el análisis del e-learning en el presente capítulo.
Pero la relación entre educación y e-learning no siempre fue así. Sobre la base del
componente tecnológico el e-learning ha ido asumiendo enfoques de uso que han
orientado buena parte de su desarrollo. En las décadas de los setenta y ochenta primó
el supuesto conductista que asume que las personas pueden aprender con tecnología
si se programan adecuadamente las secuencias de repeticiones y refuerzos; aunque
este enfoque sea limitado para explicar el aprendizaje comprensivo, sigue sirviendo
para el aprendizaje de tipo mecánico. Con la irrupción del constructivismo pedagógico
en el e-learning, a inicio de los noventa, se empieza a entender el proceso de
aprendizaje como construcción de significados y a ver Internet como agente de
1
Vamos a usar el sentido general del término e-learning entendido como “el empleo de
tecnologías digitales de la información y la comunicación como soporte y apoyo de procesos de
enseñanza-aprendizaje tanto en la formación a distancia como en la presencial y en sus
diversas combinaciones (blended learning), tanto en la educación formal como en la informal,
abierta o en la formación corporativa o en el puesto de trabajo” (Adell, Bellver y Bellver, 2008,
274).
* Profesor de la Universitat de València. cristobal.suarez@uv.es
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Suárez, C. (2013). Entorno y comunicación en el e-learning. En Begoña Gros y Xavier Mas (Eds.), La comunicación en
los espacios virtuales. Enfoques y experiencias de formación en línea (21-50). Barcelona: UOC.
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Suárez, C. (2013). Entorno y comunicación en el e-learning. En Begoña Gros y Xavier Mas (Eds.), La comunicación en
los espacios virtuales. Enfoques y experiencias de formación en línea (21-50). Barcelona: UOC.
Jenkins (2008, 256) que “hoy por hoy, la gente está aprendiendo a participar en estas
culturas del conocimiento al margen del cualquier entorno educativo formal. Buena
parte del aprendizaje tiene lugar en los espacios de afinidad que surgen en la cultura
popular”. El punto es entender la cultura digital como una premisa conceptual en la
construcción de la dimensión pedagógica del e-learning. Las siguientes páginas se
implican en este afán.
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Suárez, C. (2013). Entorno y comunicación en el e-learning. En Begoña Gros y Xavier Mas (Eds.), La comunicación en los espacios virtuales. Enfoques y experiencias de formación en línea (21-
50). Barcelona: UOC.
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Reconfiguración del entorno: lugar-nodo
Existe la tentación didáctica de percibir la web como un material didáctico. Aunque es,
sin duda, una herramienta o mejor dicho un conjunto de herramientas, la web configura
realmente un nuevo entorno educativo. Buena parte de la reflexión sobre la pedagogía
de los espacios reconoce esta tendencia (García y Muñoz, 2004), así como el diseño
pedagógico del e-learning cuando busca dar respuesta a la pregunta ¿dónde aprender y
enseñar? La reacción habitual de los sistemas educativos al interrogante anterior fue
con exclusividad el entorno físico del aula y, muchas veces por estar dentro en del
entorno, la pregunta pasaba desapercibida en los diseños instruccionales y la
invisibilidad del contexto era evidente. Por otro lado, el uso de la tecnología en la
educación a distancia tradicional tampoco invitaba a una redefinición del entorno
educativo como lugar. Con el surgimiento del e-learning es cuando empezamos a hablar
con nitidez, y arraigo, de la creación de otro entorno de aprendizaje.
Para el e-learning, la pregunta dónde aprender y enseñar alcanza un matiz diferente
cuando la respuesta es la web. En este caso, usar la web como entorno educativo no
implica añadir únicamente un elemento al proceso de aprendizaje, sino más bien
concebir un entorno donde las personas pueden desplegar distintas acciones en un
entorno social, cultural y tecnológicamente enriquecido para la formación (Suárez,
2011a). Esto es, la web como entorno implica reconocer proyecciones de acción y
representación en un territorio digitalmente construido.
Cuando las personas buscan información o se comunican a través de Internet participan
de experiencias virtuales semiinmersivas. De aquí que, en vez de hablar de la clásica
tipología de nativos e inmigrantes digitales basados en la diferencia de edad u origen, el
concepto de visitantes y residentes (White y Le Cornu, 2011) sea más estricto –por lo
menos para esta visión- en el momento de describir los perfiles del internauta, pues
describe el grado de inmersión en el entorno sociotecnológico que es la web. Por ello,
hablar de entorno no es solo una metáfora para acercarse a la web, sino que forma
parte de la propia explicación de lo que potencialmente pueden hacer las personas
usando la tecnología como contexto.
Como señala Castells (2009, 104) “no ‘vemos’ internet como vemos la televisión. En la
práctica los usuarios de Internet (…) viven con Internet”. En estos márgenes de acción
es donde se mueve –se aloja- con plena conciencia el e-learning. Es más, la web para
el e-learning es su entorno “natural” y es necesario reconocer las características e
implicaciones de su topografía para hablar y pensar educativamente con ella.
Sin embargo, la noción de entorno de acción y representación no es exclusiva del e-
learning, lo es del paradigma tecnológico actual. Cuando Echeverría (1999) identificaba
que gracias al desarrollo tecnológico, y de forma paralela a los entornos natural y
urbano, se podría hablar de un Tercer Entorno (3E) o Telépolis, estaba haciendo
mención a la necesidad de reconocer que parte –y buena parte hoy- de las acciones
La comunicació en els espais virtuals. Enfocaments i experiències de formació en línia
“La virtualidad nos brinda márgenes de acción más allá del entorno local, es cierto,
pero estas acciones no son ajenas en la vida de las personas. En ese sentido, el e-
learning no es un proceso separado de la vida, una entidad abstracta de la realidad, es
únicamente virtual. Por eso hay que entender lo virtual y lo real como entornos
complementarios en la vida de las personas. No se trata de ver que los nuevos
entornos desplazan a los antiguos, sino que ambos interaccionarán convergentemente
en realidades híbridas. Parte de estas orientaciones convergentes –como los libros
digitales, los móviles, la realidad aumentada o la programación basada en los gestos y
el movimiento- se cifran constantemente en estudios de tendencias, como en el
Informe Horizon 2011 (Johnson y otros, 2011).”
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Figura 1: Tecnología y tendencias de aprendizaje (en Yamamoto, Ozan & Demiray, 2010).
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La comunicació en els espais virtuals. Enfocaments i experiències de formació en línia
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condición que habitan ahora millones de personas” (Hayles, 2004, 37) y en la que
también se aloja la experiencia del e-learning.
Ya que el e-learning se imbrica de manera directa a Internet, el e-learning debe estar
atento al devenir de flujos y dinámicas sociales en este entorno tecnológico, no se trata
solo de herramientas. Una de las principales razones para que la educación en general,
y el e-learning en particular, atiendan a la particularidad del entorno en red es que
“gracias a estos entornos el mundo de la educación formal, informal y no formal es cada
vez más borrosos para quien aprende y, bien enfocada, se convierten en alternativas
nítidas para configurar una Sociedad Educadora” (Suárez y López, 2010, 36). Por esta
razón, muchos países no solo diseñan sus políticas educativas pensando más allá de
sus fronteras físicas, sino que prevén la forma de reconocer los resultados del
aprendizaje no formal e informal que, en gran medida, se desarrollan a expensas del e-
learning (Werquin, 2010). Aquí se abre un gran debate sobre la sociedad, la educación
abierta y el e-learning.
Pero regresando al e-learning, este proceso debe estimar sus acciones sabiendo que
actuamos, pensamos, sentimos y nos proyectamos “alojados” en un encuadre
contextual reticular, pero sustancialmente social. La tarea del e-learning consiste, pues,
en entender ese espacio y crear oportunidades de aprendizaje en un entorno definido
como entorno de interacción social.
Además de saber que la web brinda un escenario tecnológico representacional,
multimedia, multimodal y reticular, sin centro, sin interior, sin frontera y sin exterior, es
preciso entenderlo como un entorno donde se construye la interacción, los flujos
sociales y las identidades. La web es otro ámbito donde construimos parte de nuestra
forma de ser y de estar. Por ello el reto actual del e-learning consiste en superar la
autopercepción como centro enciclopédico de distribución de conocimiento –así sea con
la mejor herramienta- y entenderla como un espacio-nodo que abre oportunidades de
aprendizaje dentro de una dinámica de construcción y participación social, de la
dinámica de la sociedad red. Esta dinámica es comunicativa. En pocas palabras, la
virtualidad al ofrecer una respuesta a la pregunta ¿dónde aprender? nos lleva
directamente a pensar ¿con quién?
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aprendizaje 2. Desde nuestra lectura educativa, estas acciones docentes con los blogs
impulsarían, gracias al contexto de maniobrabilidad hipertextual, una serie de
oportunidades para que los alumnos aprendan explorando otros ejemplos de blogs,
escribiendo y reescribiendo posts, imitando a otros con mayor experiencia, respetando y
citando las fuentes, enlazando recursos de distintos tipo, colaborando con otros en
ediciones colectivas, criticando trabajos a través de comentarios, evaluando de forma
recíproca o analizando el impacto de la visibilidad pública del perfil. Todas estas formas
posibles, tan diversas entre sí, ocurren y concurren en el entorno web y están
delimitando una serie de principios pedagógicos propios a tener en cuenta en el
desarrollo del e-learning actual (Davidson y Goldberg, 2009).
En torno a las nuevas formas de interacción. El uso educativo de Internet, más todavía
con las aplicaciones Web 2.0, pasa por estimar las oportunidades de aprendizaje que
abre Internet como entorno de acción social. Esto debe llevar al e-learning a interpretar
la creación colectiva como condición social en el proceso de aprendizaje. Por ello,
acceder al mundo social 2.0 supone formar parte de la riqueza de la cognición
distribuida (Salomon, 2001) globalmente y participar creando oportunidades de
aprendizaje que los sistemas de formación reconocen ya como e-learning 2.0 (Downes,
2005).
Aunque la expresión 2.0 pueda ser una categoría conceptual simplificada y provisional
para reconocer el ámbito y el poder de la autocomunicación de masas que señalaba
Castells, sirve perfectamente para detectar lo social en el aprendizaje mediado
tecnológicamente. En este marco 2.0 existe una dinámica relacional que, a juicio de
Pisani y Piotet (2009, 45-46), se puede describir de la siguiente manera:
• Las tecnologías están presentes, pero los usos y los hábitos de los usuarios son
los protagonistas.
• La plataforma es realmente flexible, y permite que los usuarios la dominen con
facilidad.
• Ofrece la posibilidad de comunicar “en la nube”, con el mayor número de personas
y de manera muy libre.
• Es un espacio social y relacional.
• Es un espacio que da la palabra a los aficionados expertos.
2
Desde el punto de vista del autor (Orihuela, 2011), un docente debería apoyar el desarrollo de
los blogs por los alumnos reconociendo los siguientes puntos: 1. Animarles a explorar, 2.
Permitirles que escojan los temas, 3. Ayudarles con pautas y guías de estilo, 4. Acostumbrarles a
respetar las fuentes, 5. Enseñarles a usar enlaces de hipertexto, 6. Explicarles la cultura de la
reciprocidad, 7. Corregirles en privado, 8. Premiarles en público, 9. Orientarles acerca de las
repercusiones de la visibilidad y 10. Impulsarles a mantener los sitios actualizados.
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Ya que las redes sociales en el modelo Web 2.0 tienen una gran capacidad para
introducir nuevos actores y dinámicas sociales es necesario reconocer y redefinir los
nuevos agentes educativos del e-learning. Esto pasa, primero, por aceptar que el e-
learning es un proceso alojado en un entorno social donde es preciso reconocer “al otro”
como un agente válido en la construcción de significados, de aprendizaje, y segundo,
asumir que los sujetos activos de la participación colectiva pueden ser agentes
educativos significativos cumpliendo roles diversos como estudiante, docente, tutor o
gestores de procesos de formación virtual.
Aunque estos eventos sociales - para quien actúa y para quien aprende- se desarrollan
en estas aplicaciones tecnológicas y a través de ellas, no son menos sociales, ni menos
importantes para sus miembros. Al fin y al cabo, como señala Berners-Lee (2001, 115)
“la Web es más una creación social que técnica (...) El objetivo último de la Web es
apoyar y mejorar nuestra entretejida existencia en el mundo”. El e-learning está en la
encrucijada de aprovechar una de las formas en que la sociedad se vuelve a regenerar,
una vez más, gracias a la tecnología.
Actualmente Internet ofrece este entorno global propicio para el desarrollo del contraste,
integración y recreación cultural como parte del aprendizaje. En este marco, la
formación virtual puede aprovechar estos núcleos de acción social promoviendo la
colaboración entre estudiantes (Gros, 2008; Suárez, 2010), desarrollando comunidades
virtuales de aprendizaje, así como estimulando una serie de tipos de participación
sustentados en la capacidad de la comunicación virtual que pueden, según Fantin y
Girardello (2009, 68-69), plantearse en el aprendizaje de muchas formas:
• Interacción entre pares (los expertos con los novatos; los motivados con reticentes)
• Comunicación entre grupos (usando distintos lenguajes y combinando distintas
tecnologías)
• Organización de grupos de trabajo (espontáneos, informales o dirigidos)
• Reconocer diferentes actitudes en la comunicación virtual (activa, pasiva, critica,
colaborativa, resistente, indiferente, reflexiva o entusiasta)
• Interacción con el conocimiento y la cultura (critica, instrumental y productiva).
• Formas de navegación, interacción y producción de contenido (web 2.0 y otras
herramientas de participación).
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Pero en este mundo de participación en red, a pesar del potencial, existe un matiz que
hay que gestionar adecuadamente si se canaliza como proyecto formativo. Ya que la
base de la interacción social es el entorno virtual, toda interacción social es interacción
mediada tecnológicamente. Como tal, las relaciones que identificamos como relaciones
entre personas (persona-persona) son relaciones tecnológicamente mediadas (persona-
máquina-persona) en el entorno virtual. Aunque sean digitales, los entornos virtuales
revelan oportunidades de acción –como venimos destacando-, pero también
oportunidades de representación interna (Suárez, 2004). Los entornos virtuales son, por
tanto, instrumentos de mediación y, como tal, “actúan como un puente entre los actos
individuales de cognición y los requisitos simbólicos socioculturales de esos actos”
(Kosulin, 2000, 15); esto es propio en la experiencia del e-learning.
No obstante, estos puentes de acción y representación simbólica no dejan de ser una
simplificación de la interacción social. En el caso de las redes sociales, esta
simplificación, según Freire (2008), tiene tres rasgos: se obliga a intercambiar las
mismas informaciones con todos los contactos calificados a un mismo nivel (“cercanos”,
por ejemplo), algo que no sucede en el mundo real; la complejidad y diversidad
psicológica de los sentimientos y relaciones con los contactos dista mucho de poder ser
representada con un mínimo de realismo; los procedimientos diseñados para el
establecimiento de contactos son demasiado explícitos y obligan a los usuarios a ser
poco sutiles, por ejemplo, rechazar amigos que en la vida real es una práctica que no
requiere comunicársela a un sistema. Estos aspectos deben tomarse como propios en
la estimación del poder de la interacción social en el e-learning, especialmente en la
formación no formal e informal.
Pero gracias a la mediación tecnológica también añadimos una serie de características
a la comunicación que pueden mejorar la experiencia de aprendizaje. Para Santamaría
(2008) consisten en la superación de la expresión efímera gracias al registro de la
comunicación en red; la recuperación selectiva de los diálogos que se almacenan; la
oportunidad de replicabilidad que permite mantener una comunicación recuperando los
diálogos hasta el infinito tanto que es difícil distinguir el original de la copia; o la
inconmensurabilidad de la comunicación porque nuestro mensaje –mediado
tecnológicamente- puede llegar a audiencias invisibles e insospechadas. Sobre todas
estas características comunicativas, en pro y en contra, se construyen la interacción y la
identidad digital.
Como “no existe ninguna información sin un proyecto de comunicación” (Wolton, 2010,
12), actuar en un entorno virtual –donde todo queda registrado en la “máquina”- implica
comunicar. Por ejemplo, según se constata en el Proyecto Facebook, reseñado en un
libro (Piscitelli, Adaime y Binder, 2010), usar la red social Facebook supone comunicar.
Piscitelli (2009) lo explica así: “Cuando alguien nos acepta como amigos, o cuando
nosotros aceptamos a alguien como amigo, el propio sistema genera una oración
declarativa. Tal es amigo de cual. Ese es un mensaje que nadie emite en particular,
pero que tiene implicaciones de largo alcance. Nos lleva a ver conexiones entre
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Acrónimo formado por la fusión original de las palabras en inglés producer (productor) y
consumer (consumidor) que describe a las personas que en la web 2.0 son al mismo tiempo de
ser consumidores, son a su vez productores de contenidos (Wikipedia).
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de los idiomas, son aspectos puntuales de un abanico educativo y cultural que supone
actuar en un entorno global.
Estos aspectos culturales también están implicados en la alfabetización digital de cara
al e-learning. Es importante ver que esta alfabetización no solo debe ir por el derrotero
que marca el dominio tecnológico, necesario pero insuficiente en entornos virtuales de
aprendizaje. Más allá de la mirada instrumental es preciso apostar por el desarrollo de
competencias digitales funcionales en el aprendizaje virtual como reconocer la
necesidad de contar con información válida, de organizar equipos de trabajo, de
localizar información de manera eficiente, de comunicarla cuidando el tono emocional,
de autoevaluación o coevaluación.
En el proceso de transformación de la información en conocimiento, que en gran
medidaes aprendizaje, los sistemas de e-learning se están volcando en el desarrollo de
“la capacidad de entender y utilizar la información” por los estudiantes. Esto, según
Peña López (2006, 140) “pasa por muchos estadios, desde la comprensión elemental
sobre el funcionamiento básico de las infraestructuras hasta ser consciente de las
transformaciones sociales que esa información va a conllevar en nuestro entorno y
cómo incidirán en nuestra propia persona: nuestro progreso personal, social y
profesional”. Se trata, como se ve, del desarrollo de capacidades metacognitivas en el
concepto de competencia digital.
Aunque la competencia digital para aprender en la virtualidad y con la virtualidad no se
justifique únicamente por la competencia técnica, la transformación de la información en
conocimiento pasa por aprovechar la fortaleza de la comunicación manifiesta en e-
learning. Buena parte de esta comprensión está condensada en el concepto de
alfabetización múltiple que implica la capacidad de leer lo digital y escribir conociendo
los signos textuales, icónicos y auditivos del hipermedio. Esta noción, según Marzaz
(2009) obliga a hacer precisiones en tres niveles: la relación medios-mensajes en las
TIC ya que el contenido de los objetos digitales se presenta en forma de “mensaje”; la
individualidad del usuario en su interrelación con el entorno y la comunicación con la
comunidad, y la familiarización con los conceptos y modelos de la educación no formal
e informal. Ser competente para el e-learning significa, pues, formar parte de una serie
de capacidades asociadas a la cultura digital.
Sin duda es necesario aprender y enseñar en la cultura digital, como señala Dusell
(2011), pero también es importante reconocer que con la práctica del e-learning
estamos construyendo un conjunto de valores y creencias que forman, orientan y
motivan la educación en contextos digitales, es decir, está en construcción una cultura
digital pedagógica. El uso educativo de la tecnología implica también este “sesgo”
cultural, nítido cuando pensamos y gestionamos con tecnología el por qué, qué, con
qué, cuándo, dónde, con quién o cómo aprender y enseñar en el e-learning.
En la construcción de esta visión de la cultura digital pedagógica es significativo
reconocer la cultura de la convergencia mediática, el contexto cultural emergente en el
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Conclusiones
Sustancialmente, tanto el análisis del entorno sociotecnológico como de la
comunicación en red forman parte de la cultura digital pedagógica, premisa
conceptual –entre otras- con la que debe estimarse la apropiación de las tecnologías en
la educación en general, como en el e-learning en particular, en el marco de la sociedad
red.
Además de considerar herramientas, la importancia educativa del desarrollo de la
sociedad red pasa por entender que es posible aprender con una “forma de hacer”
social y tecnológicamente enriquecidas. Por ello, además de identificar el vibrante
mundo de las aplicaciones web, el e-learning debe formar parte de la construcción
consciente de la cultura que se está generando en torno al desarrollo social de la web,
así como de los valores asociados a esa práctica.
Parte de la visión anterior consiste en aceptar el entorno red como entorno de acción y
comunicación que delimita un entramado de interacción como condición social de
aprendizaje. Esto supone revisar el concepto de mediación instrumental. En estos
márgenes de acción sociotecnológicos se instala la proyección del e-learning. Ello
supone que lo esencial en la dinámica del e-learning no consiste en introducir internet
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