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Quizás una de las propuestas más importantes para llevar a cabo la labor de

protección animal. Porque la cacería ha puesto a muchas especies en peligro. Si se


trabaja para erradicar la caza furtiva de animales, la amenaza de especies derivada
de ella resultaría completamente evitable.
LOS EFECTOS DE LA CAZA FURTIVA
La caza furtiva tiene consecuencias aniquiladoras para la vida silvestre. En algunos
casos, es la razón principal por la que un animal se enfrenta al riesgo de extinción,
como sucede con el elefante africano, del que se mataron más de 100 000
ejemplares entre 2014 y 2017 para obtener marfil. La caza furtiva también ha tenido
un impacto catastrófico en los rinocerontes; se han sacrificado más de un millar al
año por sus cuernos.
Cuando se destina al comercio de mascotas exóticas afecta al bienestar del animal
y, asimismo, a su cantidad en la naturaleza. La mayoría de los animales salvajes se
alimentan con dietas especializadas que se encuentran en la naturaleza, y necesitan
espacio para volar, vagar y columpiarse en las ramas.
CONSECUENCIAS DEL TRÁFICO DE ANIMALES
La destrucción del hábitat y la perdida de la biodiversidad del mundo son las más
importantes. Esta destrucción conlleva también una extinción de la flora y fauna
autóctona alterando cualquier ciclo de vida. La sociedad humana también se ve
afectada. Estos cambios naturales afectan a sus actividades económicas como la
agricultura debido al cambio climático, desequilibrio de plagas naturales, sequía,
temporales, etc.
El tráfico de animales salvajes es considerado el tercer crimen organizado más
grande en el mundo. Sí, el tercero luego del tráfico de drogas y de armas

En todo México aplican las disposiciones que establecen en materia de animales la


Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, la Ley General de
Vida Silvestre y la Ley Federal de Sanidad Animal.
En estas leyes existen algunas disposiciones sobre bienestar animal, cuyo objetivo
es evitar sufrimiento y dolor a las especies animales en su interacción con el ser
humano, como objeto de la actividad agropecuaria, científica o de conservación
ecológica.
En la Ciudad de México, nuestra Constitución Política “reconoce a los animales
como seres sintientes y, por lo tanto”, mandata que “deben recibir trato digno”. Así
mismo, establece que todas las personas deben “respetar la vida y la integridad de
los animales” como seres sintientes, así como brindarles un “trato digno y
respetuoso” en los términos que dispone esa Constitución.

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