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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


U.E. Colegio Privado “Santo Ángel”
Cumaná. Estado Sucre.

Realizado por:
• Isabella Muñoz. Nro de Lista: 16
5TO Año. Secciòn “A”

ENSAYO

Se denomina explotación al acto de obtener beneficio de algo o alguien.


El tráfico, comercio y explotación ilegal de especies es el tercer crimen
organizado a nivel mundial. Es un fenómeno que responde a la creciente
demanda de animales y plantas exóticas, sobre todo en países desarrollados. El
delito reside al extraer de su hábitat natural tanto animales como vegetales, sin
acatar las leyes ambientales existentes. Dicho fenómeno tiene como
consecuencia la pérdida de la biodiversidad en todo el planeta y, a pesar de las
crecientes regulaciones, las ganancias que proporciona contribuyen a su
crecimiento desmedido.
El comercio y explotación ilegal de vida silvestre constituye una seria
amenaza para la supervivencia de la biodiversidad. Este serio problema genera,
anualmente, ganancias aproximadas de cientos de millones de dólares y afecta
cantidades alarmantes de especies animales y vegetales. Esta actividad es tan
extensa, que alcanza una gama impresionante de organismos vivos, tales como
aves, reptiles, mamíferos y organismos acuáticos, que son utilizados e incluso
sacrificados para confeccionar productos derivados, como alimentos, utensilios,
piezas de arte y decoración, vestimenta, medicamentos y artículos de cuero que
serán vendidos a elevados costos debido a su naturaleza exótica.
Los niveles de explotación y comercio ilegal de especies son elevados, de
modo que, junto con otros factores como la destrucción del hábitat, está siendo
capaz de mermar considerablemente las poblaciones de seres vivos, incluso
logrando que algunas especies estén al borde de la extinción.
Actualmente, la problemática en el área de la biodiversidad y medio
ambiente de Venezuela incluye especies vulnerables seriamente amenazadas,
caza ilegal, destrucción de hábitats, sobreexplotación de recursos,
deforestación, contaminación, ausencia de fiscalización en áreas naturales y
falta de fondos para investigación científica. De manera que, si a esto se le
agrega la explotación y comercio ilegal de especies, nuestra valiosa fuente de
recursos naturales irá desapareciendo cada vez más.
En Venezuela, las especies más traficadas son las aves: loros,
guacamayas, turpiales y cardenales. Luego están los mamíferos como los
monos, y en tercer lugar, los reptiles, entre los cuales las serpientes tragavenado
son las predilectas. Como todos tienen la particularidad de poder tenerse en los
hogares como mascotas, se pueden comercializar. En la costa, también se
atrapan y trafican como manjares muchos peces tropicales, langostas y
caracoles. Respecto a la flora, hay una extracción de vegetación muy valiosa
desde el punto de vista ecológico: musgos, líquenes y barba de palo, las
orquídeas y bromelias.
En una investigación sobre los usos ilegales de vida silvestre en Venezuela,
se calcula que se trafican individuos de 404 especies distintas y que desde 1969
hasta 2014 se extrajeron de su ambiente natural 8.340.921 animales silvestres,
a un ritmo promedio de 185.354 individuos por año.
Las fechas de mayor venta de estas especies se dan en Carnavales y
Semana Santa por ser de mayor afluencia de turistas. Los vendedores
ambulantes se ubican principalmente en la arteria vial Lara-Zulia y Falcón-Zulia.
El problema ciertamente tiene todo tipo de implicaciones: la venta de criaturas
para domesticarlas lejos de su hábitat y su condición de libertad en la naturaleza,
de la pérdida de la biodiversidad en el país, de peligro de extinción, del riesgo de
enfermedades y el sufrimiento animal.
El comercio ilegal de vida silvestre constituye la segunda causa de pérdida
de biodiversidad en el mundo debido a las condiciones precarias del proceso en
el que se ven envueltos miles de animales. Durante la etapa de extracción de su
hábitat, los animales suelen sufrir lesiones que pueden resultar mortales, tales
como la pérdida de extremidades y fracturas. Así mismo, para obtener las crías,
los contrabandistas asesinan al adulto causando la reducción de la población.
Por otro lado, el transporte inadecuado lleva a que exista una tasa de mortalidad
considerable ya que las pésimas condiciones no respetan las necesidades
fisiológicas ni comportamentales de los animales. Finalmente, los pocos
especímenes que llegan a su destino, aproximadamente el 10% de los que se
extraen, están altamente expuestos a contraer enfermedades y, dada su
condición de animales silvestres o salvajes, es imposible que se satisfagan todas
sus necesidades estando en cautiverio.
Los animales son comercializados como mascotas exóticas para circos,
exposiciones y coleccionistas, pero también lo son sus pieles, huesos y órganos,
así como una gran variedad de plantas que son consideradas medicinales o
exóticas.

Estas “mercancías” terminan en el mercado negro, especialmente de


Estados Unidos, Japón, Europa y el sudeste asiático donde el consumidor paga
extravagantes sumas que hacen que el negocio sea tan rentable. De acuerdo
con Traffic, la red de monitoreo y análisis del comercio de fauna y flora, la piel
de una pantera siberiana puede ser vendida en 80.000 euros, un loro salvaje del
amazonas en 800 euros y una daga hecha con cuerno de rinoceronte africano
en aproximadamente 9.000 euros, sólo por mencionar algunos de los 5 millones
de aves vivas, 10 millones de unidades de piel de reptil, 15 millones de pieles de
mamíferos y 350 millones de peces tropicales que anualmente pueden
comprarse y venderse ilegalmente en todo el mundo.
Las causas para esta actividad tan perversa son realmente absurdas y
realmente evidencian lo ignorante en los que se ha convertido el ser humano. Lo
que incentiva a miles de personas a seguir financiando este círculo vicioso, va
desde la moda hasta los espectáculos, pasando por coleccionistas y médicos
tradicionales. Personas que consideran que el poseer un animal exótico o una
pieza extraída de este les dará prestigio, donde la escasez es sinónimo de
exclusividad, la cual incita al consumidor a pagar cifras aún más elevadas. Mitos
como la creencia en Vietnam de que el cuerno de rinoceronte cura el cáncer o
que los huesos y los bigotes del tigre son un remedio contra la malaria en China
generan una demanda por estos productos que, en gran medida, se abastece a
través de la caza, comercio y explotación ilegal.
Para ejemplificar, cada día, más de 80 elefantes son abatidos para obtener
el marfil de sus colmillos y de continuar con ritmo de exterminio, en tan sólo 15
años podríamos ser testigos de la desaparición de los elefantes salvajes.
Esta es sólo una muestra de la magnitud del tráfico de especies, un delito
que incluye tanto el comercio ilícito de animales exóticos vivos como la caza
ilegal de rinocerontes, tigres y gorilas, entre otras especies, para obtener partes
de sus cuerpos utilizadas en artículos de moda, objetos de arte y decoración,
medicinas, etc.
El tráfico de especies es un crimen de dimensiones internacionales, con
una demanda creciente y cuyas sanciones siguen siendo poco rigurosas a pesar
de que pone en grave riesgo la supervivencia de animales en peligro de extinción
y está aniquilando la vida salvaje de muchos países. A pesar de que está
sancionado por convenios internacionales como CITES, está menos perseguido
que otros tipos de comercio ilegal.
Es fundamental entonces que se tome conciencia hacia el evidente
problema que nos aqueja, debido a que nosotros mismos somos los culpables
de dicha situación. Debemos concientizar y tomar control de esta problemática,
ya que, los que sufren son esos seres vivos que no son responsables del daño
que se les ha causado. Si continuamos en este camino, en un futuro no muy
lejano la humanidad y la sociedad se verán perjudicadas. Ya que además de
perder nuestro sustento natural, generar pérdida de la biodiversidad y fomentar
el sufrimiento y maltrato animal, que ya de por sí son consecuencias bastante
deplorables, está procederá a ser además una causa importante para la
transferencia de enfermedades al ser humano. La Organización Mundial de la
Sanidad Animal (OIE) indica que el 75% de las enfermedades infecciosas
emergentes que afectan al ser humano son de origen animal.
El comercio ilegal, o tráfico, de animales silvestres incrementa el riesgo de
trasmisión de estas enfermedades zoonóticas.

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