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Escuchando la voz del cuerpo: "Una mujer desnuda" de Lola Beccaria y la escritura de la

sexualidad
Author(s): Karen Díaz Anchante
Source: Hispanic Journal , spring 2012, Vol. 33, No. 1 (spring 2012), pp. 105-117
Published by: Indiana University of Pennsylvania

Stable URL: https://www.jstor.org/stable/44287081

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Escuchando la voz del cuerpo:
Una mujer desnuda de
Lola Beccaria y la escritura
de la sexualidad

Karen Díaz Anchante


Washburn University, US

Her flesh speaks true. She lays herself bare


In fact, she physically materializes what she's think
she signifies it with her body.

Hélène Cixous,
The Laugh of the Medusa

En Una mujer desnuda , la escritora gallega Lola Beccaria


presenta una historia de auto-descubrimiento y uso de la
sexualidad como pieza clave en el desarrollo de la personalidad, y
la consolidación de la identidad. Martina Iranco, la protagonista,
elige como estrategia de supervivencia representar un papel dual
en el entorno que suprime sus sentimientos y emociones desde la
infancia. A lo largo de su desarrollo como mujer, ella se resiste a ser
la víctima pasiva optando por ser impecable, correcta y cerebral en
el espacio público, pero apasionada, segura de sí misma y dueña
de su cuerpo en la oscuridad del espacio privado. Sin embargo,
la escritura de sus memorias es la manifestación de su decisión

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de liberarse públicamente de lo
reprimirla toda su vida. Su confesión ante los lectores muestra su
verdadero Yo: ese que enfrenta la mirada que juzga y castiga, y que
deja atrás el disfraz de mujer "correcta" para entregarse al disfrute
y al amor prohibido sin restricciones. Este viaje hacia el interior
se puede interpretar como una reflexión sobre las consecuencias
de las carencias más elementales en el desarrollo del individuo: el
calor familiar, el lenguaje de las caricias, el derecho a explorar e
cuerpo, todo un corpus afectivo que contribuye a la formación de
identidad femenina.
Este ensayo analiza la escritura femenina de Beccaria
partiendo de la perspectiva de Hélène Cixous y Luce Irigaray, y la idea
de la sexualidad como pilar de la identidad y de la consolidación del
Yo, cuya manifestación y desarrollo se insiste en observar bajo una
doble moral. Esta desfavorece y condiciona a las mujeres a roles y
comportamientos preestablecidos que callan su voz y sus deseos. Así,
la confesión de Martina responde a una necesidad, no de redención,
sino de poder ser y mostrarse como una sola entidad públicamente:
una mujer que sobrevive a la presión de la convención y el status
social gracias al disfrute de su cuerpo, a un comportamiento que
apoya la lógica de su discurso femenino, el cual decide desnudar
para mostrar a todos su verdadera naturaleza.
Lola Beccaria (1963) es doctora en Filología Hispánica, y
ha publicado cinco novelas: La debutante (1996), La luna en Jorge
(finalista del Premio Nadal 2001), Una mujer desnuda (2004),
Mariposas en la nieve (2006) y El arte de perder (Premio Azorin
2009). La suya es una literatura visceral, llena de matices, con la
capacidad de hacer que el lector se replantee el status quo de los
roles de género y que reconsidere lo establecido, lo "normal", para
llegar a nuevas conclusiones. El Weltanschauung (actitud ante la
vida) que muestra su prosa es una invitación a desnudarse, a ser lo
que se quiere ser, a sentir plenamente superando cualquier etiqueta
o norma con valentía con el fin de lograr la felicidad.
Según Hélène Cixous, la escritura femenina permite a las
autoras recuperar su cuerpo, el que les es básicamente arrebatado
por las inhibiciones impuestas por el sistema patriarcal en el que
se desenvuelven. A través del acto de escribir, la mujer tiene acceso
a su fuerza interior, a sus placeres y al territorio corporal que se
ha mantenido forzosamente bajo precinto, pero que sobre todo la
aleja de la culpa, ya sea por tener deseos o no tenerlos, por ser
atractiva, por desear ser madre o decidir no serlo (880). Es posible
reconocer en la escritura de Beccaria estas características, las que
se encuentran también en otras autoras españolas que iniciaron
su producción literaria a finales de los años ochenta y durante

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los años noventa, tales como Lucía Etxebarría, Laura Freixas,


Mercedes Abad, Almudena Grandes, Rosa Pereda, Laura Espido
Freire, entre otras.1 Carmen de Urioste-Azcorra reconoce en ellas
elementos posmodernos como la fragmentación, la discursividad,
y la búsqueda de una nueva identidad "in which the logocentric
patriarchal tradition is contemplated and configured in a systematic
way" (283). Asimismo, Claudine Potvin insiste en la facultad que
tiene la escritura femenina de transgredir las leyes socio-políticas y
culturales que le señalan un rol determinado y modelos impuestos
preestablecidos, un sistema falocéntrico que "sólo se le ha dejado el
margen de la página, zonas blancas, vacías de su cuerpo, testimonios
elocuentes de su ausencia, de su no-existencia" (123).
Una mujer desnuda es la confesión autobiográfica de
Martina Iranco, Ministra del Interior, quien en un momento crítico
de su carrera, recuerda y escribe en una noche las vivencias
que la ayudaron durante sus casi cuarenta años a sobrellevar la
insensibilidad e indiferencia de sus padres, la represión y la presión
por guardar las apariencias de la "mujer correcta", y la falta de
afecto que la llevó a buscar amantes casuales. Fueron años viviendo
con una sensación perenne de abandono afectivo, agudizado por el
alejamiento Damián, el hombre que despierta sus instintos sexuales
infantiles, pero que también la pone de cara al sufrimiento que causa
el enfrentar los códigos de la morad en un espacio donde domina la
mirada masculina. Martina elige los recuerdos, el orden, la manera
de decir la que considera su verdad:

[...] esta noche mi energía surge de una


necesidad imperiosa de contar mi historia tal
como es y no como algunos buitres carroñeros
la van a diseccionar mañana en el quirófano
de la prensa amarilla. O quizá sería mejor
decir que quiero contar mi historia, no tal
como es, sino tal como yo la veo, como la
siento, como la he vivido. (9)

En sus palabras se percibe una fuerte decisión y conciencia


de cómo ha vivido su vida; es su versión frente a la de los demás.
Sin embargo, lo que los lectores encontrarán en sus páginas, no
será la confesión de actos que la narradora considere crímenes ni
pecados, sino más bien sus deseos más profundos y sus conflictos
ya resueltos, hasta ese momento ocultos. Michel Foucault reconoce
que durante la confesión "one goes about telling, with the greatest
precision, whatever is most difficult to tell" (59), y es a través de la
escritura que Martina busca desnudar sus vivencias despojándolas

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de toda censura, ya que considera que "las cosas no son si no es al
través de la mirada de alguien" (10). De este modo, el reto que se
propone desde el inicio es despertar el interés del lector, hacer un
llamado a su capacidad para dejar de lado sus prejuicios y entender
la psicología del personaje - y el por qué de sus acciones - sin emitir
juicios de valor. Martina apela a esa zona oculta y oscura que asegura
todos llevan dentro, aunque cubierta por una coraza de prohibición
y temor al "qué dirán".
Marina Iranco empieza entonces a recordar las etapas de
su vida, poniendo énfasis en su niñez como hija única, educada
para complacer y callar, para obedecer sin esperar afecto a cambio.
Los episodios que ilustran cómo sus padres la empujan hacia un
aprendizaje donde el "hacer, hacer, hacer, sin poder pararme a
pensar, o pararme a sentir lo que yo verdaderamente quería" (16)
es la regla, y cómo es despojada hasta del control de sus funciones
básicas (como el orinar, por citar un ejemplo), se suceden a modo
de Jugenderinnerungen , o "recuerdos de la infancia", una variante
autobiográfica compuesta de experiencias arquetípicas como el
descubrimiento del sexo, el amoç, la maldad o la muerte (Coe xi).
Así, es lo físico lo que para Martina tendrá siempre una importancia
determinante en su estabilidad, y aprender a controlar su cuerpo
es un desafío que más tarde vuelca a su favor, no para reprimirse,
sino para tener control sobre su disfrute. La confesión es en sí
también una forma de exigir atención ante la carencia de afecto,
ese que ambos padres se niegan a prodigarle. Los dos la tratan con
hosquedad e indiferencia, sólo se dirigen a ella para maltratarla
física o verbalmente, sin darle explicaciones de por qué debe evitar
cualquier comportamiento infantil: "Tal vez es que no tuve infancia. Y
lo que conservo es la secuela de un inmenso vacío. De todas formas,
ese hueco sin llenar es un abismo impenetrable del que emanan
retazos de vivencias muy concretas. Y todas tienen que ver con el
cuerpo; más tarde con el sexo" (20).
Martina adulta recuerda a Martina niña con un sentimiento
lleno de profunda emoción y reflexión ante una audiencia descon
de la que espera entendimiento y complicidad. Su confesión es un
recurso viable para descubrir su verdad, su verdadero Yo, y las
raíces de sus características. Es también una tarea difícil que
conscientemente pone a prueba la capacidad del lector, exponiéndolo
a "palabras fuertes, situaciones muy recias" (14) cobijadas bajo el
formato de la confesión, la cual a decir de Foucault, "was, and still
remains, the general standard governing the production of the true,
discourse on sex" (62).
El comportamiento sexual de Martina se desencadena con
la aparición de Damián, un mèdico de 35 años, casado, amigo de

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sus padres. A sus 7 años, Martina se siente enamorada de este


hombre que le presta atención y la trata con una dulzura que no
conocía. Damián le habla de las necesidades del cuerpo, de las
normas sociales que a veces atentan contra este, y de esa manera
pasa a ocupar el lugar del padre que la niña ansia; es el héroe
que la rescata del desafecto y la trata como un ser sensible. El no
la subestima por ser niña, sino que la mira y le habla "de igual a
igual, no como a un ser inferior al que se le debiera presuponer
por sistema una inteligencia corta y limitada" (49). Martina adulta
lo considera conscientemente su primer amor, el gestor de su
iniciación sexual "simbólicamente hablando" (37), y un modelo - un
"mago", un "superhéroe" - , imposible de emular. Posteriormente,
casi todos los hombres que pasan por su vida después no llegan a
ser sino instrumentos para saciar su ansia compulsiva de caricias,
pero sin conexión sentimental, lo cual la convertirá en el "objeto
sexual perfecto" (35). En ese sentido, Luce Irigaray reconoce que la
feminidad es instigada en la mujer como una ola de pasividad, que
no la lleva directamente a elegir o desear el objeto de su afecto, sino
a hacer que este la tome a ella como tal, como su objeto (113).
En una ocasión, la curiosidad despertada por Damián hace
que Martina intente experimentar con su cuerpo delante de su
padre, mientras la baña en la tina. Al verla masajear sus genitales
con un pato de hule, y ante la negativa de dejar de hacerlo, el
padre reacciona con irritación y violencia, censurando el juego y
arrancándoselo de entre las piernas. Esta reacción, además de
causarle un leve daño físico que curará el doctor Damián luego con
su "lengua de amor" (44), llena a Martina de confusión y tristeza. El
violento rechazo del padre es algo que la marcará hasta el momento
de la escritura de sus memorias: "[..] Eres una niña mala, Martina, y
eso hay que corregirlo antes de que ya no tenga solución, ¿te enteras?
Eso es de guarras y de putas, y yo no voy a permitir que una hija
mía vaya por ese camino, y menos que empiece tan pronto como tú"
(46). El prohibe radicalmente el goce, la experimentación sexual de
la niña,2 y Martina toma este rechazo y la ausencia de respuestas
como un estímulo paira desarrollar su inteligencia y razonamiento:

[...] comencé a pensar que yo no era trigo


limpio, porque me gustaba justo lo que se
suponía que era malo, pernicioso, deshonesto.
Y comencé a vivir con esa verdad inculcada
a martillazos, con ese secreto cosido a los
forros de mi identidad. Porque lo bueno de
los buenos era no tocarse. Y lo bueno de los
malos era tocarse. (38)

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Este episodio provoca en el padre un mayor alejamiento
de su hija, a quien hasta entonces sólo trataba con cortesía como
"premio" ser obediente delante de invitados. A partir de este momento
se enfatiza aún más en ella la sensación de ser sólo una pieza más
del mobiliario de la casa, un objeto decorativo (23).
Es innegable, a pesar de la advertencia inicial de la narradora
y su apelación al entendimiento de los lectores, la incomodidad
que pueden provocar las actitudes pedófilas que el personaje de
Damián muestra disfrazadas de comprensión afectiva, y ese es un
reto que impone Beccaria a su audiencia (Pozuelo Yvancos 9). Es su
voluntad de darle atención y cariño lo que Martina niña aprecia y
acepta sin titubear, y lo que Martina adulta añora y detalla cuando
explica su obsesión por este hombre. ¿Es posible creer que Damián
no se aprovecha de la carencia de afecto que sufre la niña, y que por
encima de todo sólo intenta protegerla y enseñarle la naturaleza de
lo ético y ilícito?:

- Se supone que a un hombre mayor no debería


gustarle una niña pequeña.
- ¿Otra ley de la sociedad?
- Bueno, en este caso es una ley de la naturaleza. Supongo.
[...] Aunque fuera natural, que ya es decir, no es lícito.
- ¿Lícito? ¿Qué es eso?
- Que no es legal, que no puedo, porque si lo hiciera
[desvirgarla] podría ir a la cárcel.
[...] No se trata de ir a la cárcel o no. Es que moralmente
no puedo hacerlo. Sería un crimen ético. (55)

Damián decide desaparecer de la vida de Martina para evitar


ceder a sus instintos y al . apego de la niña - como "única salida
digna y honorable, si es que esos calificativos pueden aún serme
aplicados" (80) - , dejando en ella una herida permanente que la
marcará afectivamente. Muchos años más tarde, al momento de
la escritura, Martina reconoce con seguridad que si Damián no
hubiese existido, jamás habría podido expresar lo que es ella como
mujer, tarea que recién puede asumir públicamente treinta años
después de su primer encuentro. Damián es durante casi toda la
vida de la protagonista el Objet petit a lacaniano, ese "objeto del
deseo inalcanzable" por la moral que impone la sociedad y por el
juicio de lo políticamente correcto.
La novela continúa narrando la experimentación de
Martina - desde besos inocentes hasta caricias intensas - , primero
con Damián, luego con otros niños, adolescentes y jóvenes según
se va desarrollando como mujer. La sexualidad es la vía que elige

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la protagonista para apacigu


y restaurar su autoestima (Person 615), la cuati ha sido mellada
por el desamparo del padre y el abandono de Damián. Beccaria
no escatima palabras para detallar estas escenas enfatizando las
sensaciones y el ambiente erótico sin llegar a ser pornográfica,
aunque esta observación pueda sonar bastante subjetiva, pues ello
depende de la susceptibilidad de cada lector. Esto se explica mejor
si se entiende que la confesión "[...] is no longer a question simply
of saying what was done - the sexual act - and how it was done;
but of reconstructing, in and around the act, the thoughts that
recapitulated it, the obsessions that accompanied it, the images,
desires, modulations, and quality of the pleasure that animated
it" (Foucault 63). El énfasis en la descripción de la vivencia de
la sexualidad también se debe a que la narradora considera que
la huella que ha dejado el sexo en ella, es más perenne que sus
logros profesionales o sus relaciones afectivas: a[...]no soy sino un
fragmento de pieles compartidas, de momentos de goce efímeros,
de suavidad y lujuria, de abrasión pasional... Más la vergüenza,
la sensación de ser inadecuada, pecaminosa, impura, indecente,
perdida, guarra, puta, viciosa" (20). Tanto Irigaray como Cixous
enfatizan que el hecho de haber estado históricamente relegada a
objeto sexual de los hombres, ha evitado que la mujer exprese su
sexualidad tal y como la siente, y que es justamente a través de
esta - la sexualidad - que la mujer descubre y expresa quien es. Así,
Martina ejerce el control sobre su cuerpo durante toda la novela,
descubriéndolo con caricias liberadas de culpa mientras es niña
y púber, y pasando poco a poco a juegos sexuales más intensos
cuando alcanza la adolescencia. Curiosamente, ella se abstiene
de la cópula, la cual describe como "la forma más convencional y
reaccionaria de hacer el amor. . .Una claudicación y el comienzo de un
viaje de no retorno hacia el aburrimiento más manifiesto" (115). Más
adelante se descubre que además de un acto de rebeldía y control, en
realidad la Martina adolescente ha estado guardando secretamente
la esperanza de que Damián sea el primero en penetrarla. Esto
demuestra que a pesar de su aparente libertinaje, aún conserva una
idea romántica del sexo y de querer crecer y hacerse mujer con él,
pues "el polvo reservado a Damián tenía un significado fabuloso, y
un anhelo sentimental añadido que lo hacía la meta más preciada
de mi existencia" (119). Sin embargo, su plan se desvanece cuando
se entera que habiéndose divorciado mientras se hallaba trabajando
en el extranjero, él se ha vuelto a casar en lugar de volver por ella,
lo cual la deja devastada.
La memoria de Martina rescata entonces un segundo
personaje importante en el desarrollo de su identidad, con quien

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112 Hispanic J our nail
se sumerge en un episodio relativ
sexual sin restricciones con el disf
impuestos por la convención social
involucra sexualmente con Hernán
"Un ángel o un demonio" (150), He
"el momentáneo recambio de Damián justo cuando más necesitaba
un tipo avezado, mayor, en quien consolar mi tristeza y decepción,
en quien volver a saborear la vibrante elegancia de la madurez, la
fuerza serena y contenida de los cuarenta años" (129). Martina se
siente acogida al fin por un hombre que la hace sentirse aunada
sin detenerse a pensar en las consecuencias, hecho que la hace
identificarse con él por completo. En sus muestras de pasión y juegos
eróticos no caben ni la censura ni lo amoral ni lo prohibido, sino que
todo ello se vuelve un disfrute "divino": "Las palabras adulterio o
corrupción de menores eran piezas inertes del diccionario, perdidas
entre otros millones de vocablos, sin el más mínimo significado. La
felicidad, indudablemente, siempre reside fuera de la ley" (158).
Lejos de sentirse su objeto sexual, Martina aprecia el hecho de que
Hernán le inculque la defensa, de su derecho - o casi deber - de
reconocer y afirmar su jouissance ,3 de poder marcharse cuando
quiera, sin ataduras de ningún tipo, por mucha pasión y cariño que
él sienta por ella. Y aquí se encuentra la conexión con Damián: en
el proceso de elaboración de su confesión, la narradora selecciona
la información relevante para establecer el contexto de los vínculos
en su propia vida (Frye 56), y al darle amplio espacio en su historia
a estos dos hombres en particular - ambos mucho mayores que ella,
además de figuras paternales que no censuran sino que la invitan
a experimentar con su cuerpo - , Martina rescata con insistencia
la relevancia que tiene en su vida el ámbito de las pasiones y la
devoción por el sexo (169). Sin embargo, con la partida de Hernán
a otro país, Martina parece entender que la felicidad que encuentra
entregándose sentimentalmente, y no sólo dando su cuerpo, es algo
siempre efímero y al final doloroso, y por ello decide cerrar esa etapa
de su vida - la del aprendizaje de la sexualidad - para sumirse en
un ambiente más convencional: el de la realidad.
Luego de los "dos abandonos" (161), la novela de Beccaria s
vuelve aún más introspectiva, indagando en la desnudez psicológ
por encima de la afectiva. La voz de Martina se torna más ínti
reflexiva y confesional, apuntando hacia el auto-conocimiento q
permite el "discurso liberado" (Ciplijauskaité 17). Al parecer, la
narradora acepta finalmente que para desenvolverse en la sociedad
con menos obstáculos, debe asumir el rol designado para ella en
el escenario patriarcal. Martina pinta el retrato de su identidad
enfatizando la tercera persona, con la visión panorámica de la

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Karen Díaz Anchante 113

distancia: "[...] Martina la f


los ojos de Dios. [...] Y ahora me angustia sentir que se me está
acabando la oportunidad de contároslo todo antes de que se rompa el
hechizo de la Martina impecable, de la Martina pública, la eficiente,
la ejemplar, la casta, honesta y recatada" (162).
La novela se desarrolla casi siempre en el espacio privado (el
consultorio médico, el baño, un cine, el departamento de Hernán, su
habitación), como un reflejo del ambiente en el que la protagonista
puede ser quien quiere ser. El convertirse en abogada para complacer
a su padre e ingresar en el ambiente profesional y laboral, es en
verdad parte de la imagen pública de "mujer integrada ejemplarmente
en la sociedad" que oculta, a su parecer, "que lo que yo llevaba
dentro era oscuro, morboso, infame, digno de ser repudiado" (82).
Beccaria presenta aquí una dualidad común en muchas mujeres
fragmentadas, divididas entre el espacio público y el privado: en uno
se hallan sometidas a las reglas del exterior y a las expectativas y
aprobación de los demás, y en el otro guardan sus sentimientos más
auténticos y dan rienda suelta a sus necesidades más instintivas.
Martina le sigue el juego a la convención y se casa con Gonzalo,
un hombre bueno, un "gilipollas" que le ofrece una relación "plana,
vacía, carente de excitación, predecible, convencional, civilizada y
serena" (165), donde el sexo es tal y como se espera públicamente
en una mujer "decente": "aquellos polvos los hubiéramos podido
enseñar a nuestras amistades, co;mo quien enseña una parte más
de la casa" (166). A pesar de ello, no se siente en la voz de Martina
ni una pizca de reproche ni victimismo. Por el contrario, esa relación
le permite mantener el control, ejercer un rol bastante activo y
jamás sumiso. Kate Wilson Rainey señala con acierto que Martina
crea su persona pública bajo términos políticamente correctos para
asegurar su supervivencia en el ambiente agresivo y competitivo del
derecho y la política. En ese ámbito Martina se desenvuelve con una
facilidad sorprendente - para los lectores que conocen su verdadero
Yo - y su ascenso es una consecuencia previsible. Gonzalo muere
en un accidente aéreo, y debido a su inteligencia y razonamiento,
Martina es llamada a cubrir el cargo público de su difunto esposo.
Más tarde se le encarga el Ministerio del Interior aunque ella hubiera
preferido ser responsable del "Ministerio del Sexo", el cual seriamente
"gestionara ayudas para la felicidad erótica del ciudadano, e incluso
diera becas para ir a conocer las prácticas amatorias de otras
culturas y civilizaciones" (171). Es en esta etapa en la que sale a la
luz la Martina más dura y competitiva, con un ímpetu de demostrar
que puede conducirse con éxito en un territorio tradicionalmente
masculino. Esta es su "versión" más dominante y rebelde contra el
status quo :

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114 Hispanic Journal

Ser ministra es como ser una reina en un


campo minado. [...]No es ya que se cuestione
tu cociente intelectual, sino que se da por
sentada su inexistencia. [...]Y si no tienes
marido o hijos, si no respondes al esquema
consagrado de la familia tradicional, entonces
al paquete se añade la acusación velada de
que has sacrificado tu feminidad y tu razón
de ser en este mundo, tu destino biológico,
para adoptar un rol masculino antinatural
con el fin de vender tu alma a la ambición
desmesurada y al ansia enfermiza de poder.
(172)

La novela abandona el recuento de los años pasados para


situarse en el presente y retomar el motivo que la hizo escribir esta
confesión voluntaria en primer lugar: Damián vuelve al país, ya
viudo con casi 70 años. Se ha convertido en un líder de opinión sobre
aspectos controvertidos de la medicina y participa con frecuencia
en debates en televisión. Martina retorna al baúl de los recuerdos
donde Damián sigue siendo ese hombre que despertó su libido, ese
deseo que tuvo que esconder tras una máscara de control y madurez,
"una mujer ardientemente sexual, pero un ser humano apagado,
desactivado, entumecido, si salía del ámbito del ardor erótico"
(187). El reencuentro tiene lugar en circunstancias muy difíciles
para Damián: ciertos sectores del poder allegados al gobierno lo
ven como una amenaza debido a sus declaraciones arriesgadas y
denuncias de situaciones abusivas, y para eliminarlo se le involucra
en una grave acusación de pederastia. Martina, convencida de su
inocencia pues entiende que de lo contrario él no hubiera huido de
ella en el pasado, acude a la cárcel paira ofrecerse como su abogada
defensora, pese a que por las acusaciones que a él se le imputan esto
signifique el fin de su carrera política. Gracias a la investigación que
lleva a cabo en reserva, confirma que todo había sido una trampa
tendida por sus adversarios. Aún más relevante es el hecho de que
Martina no sólo arriesga su puesto y su prestigio en la sociedad
para defender a Damián, sino que descubre un nuevo propósito
en su vida: resuelve renunciar a seguir ocultando un rasgo tan
importante de su identidad femenina - su sexualidad desbordante - ,
para contar su verdad y luchar por lo que cree (205). Decide hacerlo
públicamente a través de la escritura de una confesión que espera
se lea en contraposición a la versión que de su doble vida sacará la

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Karen Díaz Anchante 115

prensa. Una vez más, destaca e


llevar a cabo gracias al impact
en su inconsciente, el nunca recurrir al victimismo:

Cuando me separé de Damián, descubrí que


respetar y adorar a los hombres no me hacía
más débil ni más vulnerable. Tampoco me
llevaba a sentirme inferior o una esclava de
su servicio. No menoscababa mi libertad ni
atentaba contra mi cociente intelectual. [...]
Por el contrario, me sentí más resuelta, más
fuerte y capaz, e incluso liberada de una carga
de ominoso significado. Fue como estrenar
una nueva identidad; desde ese momento
comencé a caminar entre iguales. (200)

Martina, desnuda ante sus lectores, se siente y se muestra finalmente


como una mujer completa en cuerpo y alma, sin máscaras, un cuerpo
reconstruido por la aceptación de sus acciones ante sus propios
ojos: "Esa soy yo. [...]Viva para dejar de ser una superviviente y
comenzar a vivir con honor y amor a mí misma. Viva para tomar
decisiones, para encararme con mi propio pasado, para afrontar
lo que haya de venir, para apoyar a quien soy por encima de lo
que he creído siempre que debía .ser" (208). Su escritura femenina
cumple así su función al ser una auto-representación que desafia
y lucha contra los discursos falocéntricos, criticando los tabúes
sexuales y "[...ļrecuperando para ellas el placer y el gozo. Placer
de las lenguas. Placer solitario" (Potvin 132). Asimismo, el paso
del monólogo interior al exterior muestra un logrado crecimiento
del personaje, que no corresponde necesariamente con una novela
de crecimiento convencional, donde tradicionalmente el personaje
cruza obstáculos y etapas de rebeldía, para finalmente integrarse
a la sociedad y asumir sus convenciones; por el contrario, el éxito
del aprendizaje aquí radica en aceptar y defender lo que uno quiere
ser, aunque no corresponda a lo esperado.
No está demás mencionar que Lola Beccaria ha tenido que
enfrentar a un sector de la opinión pública y la crítica que acusa
a su novela de ser pornográfica, a lo que ella ha respondido con
énfasis:

Quien tilda de pornografía una novela como la


mía o no se la ha leído entera o de algún modo
está contando que para él la sexualidad y el

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116 Hispanic J ournal
erotismo es algo casi incom
Quiero decir que ese tipo de comentarios
en parte hablan de cómo el lector vive su
propia sexualidad. Quien habla de suciedad
en el sexo, o de inadecuación, está contando
cómo le contaron a él lo que era la sexualidad
humana. (Encuentros digitales)

Si bien es cierto que Una mujer desnuda contiene no pocas


descripciones de encuentros eróticos y/ o sexuales, la efectiva
yuxtaposición de éstas en el fluir de consciência jamás se asoma
a los espacios de la monotonía, ni llega a opacar el íntimo retrato
que a la narradora le interesa compartir: el de su alma. Sobre
la discusión en cuanto a lo que es erótico o pornográfico, Susan
Sontag señala que en contraste con la pornografía - la cual desdeña
los retratos psico-sociales de las personas - , el tema central de la
literatura es la relación entre los seres humanos, junto con sus
complejos sentimientos y emociones (40). La novela de Beccaria
es precisamente eso: un complejo y acertado retrato de la psique
femenina.

NOTAS

1 Para una visión de conjunto de las autoras narradoras españolas cuyo trabajo
es contemporáneo al de Lola Beccaria, ver los artículos de Carmen de Urioste-
Azcorra y Judith Drinkwater, así como el exhaustivo estudio sobre narrativa erótica
contemporánea de Eva Legido-Quigley.
2 En Speculum of the other Woman, Luce Irigaray comenta la dinámica entre el
padre/censura e hija/ sexualidad.
3 Según Jane Gallop, "The difference between jouissance and pleasure is generally
understood to be one of degree: jouissance is stronger and so the person who
experiences it is stronger, braver, less repressed, less scared. The timid, defensive
egos, cautious in their bourgeois comfort, prefer plaisir and shun jouissance". (123)

OBRAS CITADAS

Beccaria, Lola. Una mujer desnuda . Barcelona: Anagrama, 2004.


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Ciplijauskaité, Biruté. La novela femenina contemporánea (1970-
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Drinkwater, Judith. "Esta cárcel de amor": Erotic Fiction by Women
in Spaiin in the 1980s and 1990s". Letras femeninas 21.1-2

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Gallop, Jane. Thinking Through the Body . New York: Columbia UP,
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Irigaray, Luce. Speculum of the Other Woman . Ithaca: Cornell U
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Legido-Quigley, Eva. ¿Que viva Eros? De la subversión posfranquist
al thanatismo posmoderno en la narrativa erótica de escritoras
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