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Todo Melinda Satori.

EL TAROT
| Melinda Satori.
Fracción del video. 1 de 1.

(…)
Cuando preguntamos algo a una baraja de Tarot, ¿quién nos
está respondiendo? Es un tema al que quiero dedicarle un video
entero, y será para otro momento. Pero recuerden lo que
siempre les digo, amigos. La magia es sólo una clara intención
puesta en el caos.
Una baraja inglesa de 52 cartas puede ser ordenada en 52
factorial. Eso es 1 x 2 x 3 x 4 x 5, y así hasta el 52. Se trata de
un número tan incomprensible que es más fácil asociarlo con
aquello que entendemos por infinito. Y parece imposible,
¿cierto? Porque entonces todos hemos sostenido el infinito en
nuestras manos. Quiero decir, ¿quién no ha jugado con una
baraja de cartas? Pero consideren lo siguiente:
Si les pido que me escondan un átomo, uno solo al que
llamaremos Lechuga, como mi gato, y les digo que lo escondan
en cualquier lugar de la Tierra... ¿Qué posibilidades tengo de
encontrarlo a la primera? ¿1 en 100 trillones? ¿1 en mil
quintillones? Es absurdo, ¿cierto? Debe tratarse de un número
astronómico, descomunal. Y lo es, ¡por supuesto que lo es! Pero
si hacemos los cálculos apropiados, y alguien más listo que yo
ya los hizo por mí, descubriremos que ese numerote imposible
es ochocientas mil billones de veces más pequeño que 52
factorial.
¿Se entiende?
Tengo una posibilidad incomprensiblemente más favorable
de encontrar a Lechuga seleccionando un átomo al azar, que
podría estar en cualquier parte del mundo, fuera o dentro de
cualquier cosa o persona, que de repetir una secuencia de 52
cartas al barajarlas.
Ahora, recordemos que un mazo de Tarot tiene 78 cartas. Si
el caos son probabilidades en el aire, barajear un mazo de Tarot
nos dará mucho caos para jugar.
(…)
USA ESTA LEY PARA
OBTENERLO TODO
| Melinda Satori.
Video completo.

Siempre pensé que la vida era predecible, como la lluvia.


Que si llegáramos a conocer el patrón de los átomos
lograríamos anticipar el desenlace de cualquier evento. La
única razón por la que el reporte del clima llega a equivocarse
se debe a que las máquinas que registran la temperatura, la
presión o la atmósfera no tienen los datos suficientes. Imaginé
un futuro donde la humanidad encontraría la manera de
analizar el comportamiento de los átomos que hay en la
Tierra, y así lograríamos predecir nuestras decisiones. Se
comprobaría que jamás tuvimos libre albedrío y que nadie es
realmente responsable de sus actos.
Matadero Cinco fue uno de mis libros favoritos cuando
cursaba el bachillerato porque reflejaba intensamente mis
propias ideas sobre la vida y la realidad. Un extraterrestre le
cuenta a Billy Pilgrim que las personas son iguales a insectos
atrapados en ámbar. Vivimos un eterno presente y cada
momento es un instante congelado en la eternidad. “Yo soy
tralfamadoriano”, dijo el extraterrestre a Billy, “y veo el
tiempo en su totalidad de la misma forma que usted puede ver
un paisaje de las Montañas Rocosas”. Según el extraterrestre,
todos los instantes ya existen. Están terminados. Y una
secuencia exacta de bloques de ámbar forma nuestra
experiencia del pasado y el futuro. Para el tralfamadoriano no
hay nada que podamos hacer para cambiar las cosas. Causa y
efecto quedan en meras ilusiones que como humanidad damos
sentido inventándonos historias. Explicaciones.
Con estas ideas tan cimentadas me daban ganas de gritar
en las calles: ¡Todos somos inocentes! Si un momento sigue a
otro, y ya existen todos los momentos, nadie es realmente
culpable de nada. En el trayecto a casa, luego de un aplastante
día en la universidad, quería asomarme por la ventana del
autobús y decir a las personas en las calles: nunca nadie nos
ha hecho nada malo. Nada ha sido personal.
Pero no es así.
Un día desperté de esa pesadilla de creerme atrapada en
ámbar. Entendí quién soy realmente y cómo funciona la
realidad. Entendí el mundo de las estatuas.

Verán, yo heredé el catolicismo, pero como no me sabía la


Biblia y no iba seguido a misa, un día decidí que era ridículo
que yo me considerara católica. Le pregunté a mis amigos lo
mismo. Que, si según eran católicos, hacían cosas de
católicos. Y no las hacían. Entonces les dije que no lo eran, y
algunos se incomodaron.
He leído la Biblia ahora. Pero también estoy aprendiendo
kabbalah. Siempre, siempre tuve inquietudes sobre la religión.
Me era difícil creer que de todas las que hay en el mundo uno
cayera justo en la única que es real. Rumi dijo: “hay tantos
caminos a Dios como hombres en la Tierra”. Esa frase me
gusta. Creo que es verdad.
Pero la señora Nelvia, mi vecina, dirá que no es así. Que
sólo hay un camino y es Jesucristo.
Los kabbalistas aseguran que la Biblia tiene varias capas.
Se nos dice que, en la destrucción de Sodoma, la esposa de
Lot miró hacia atrás y se volvió una estatua de sal. ¿En
verdad a una mujer le ocurrió eso? O se refiere más bien a
que, si una persona mira hacia atrás (hacia el pasado) y se
queda allí, la vida se estanca. Te detienes, como una estatua
de sal.
Entender el significado más profundo de lo que Dios dictó
a Moisés es kabbalah.
Y me queda claro que personas como Nelvia torcerían la
boca eternamente si llegaran a escuchar cuál es el mensaje
central, ese que se repite una y otra y otra vez en los cinco
libros sagrados de la Torá.
Es el tema de este video. Hacia allá me dirijo.

Deben entender que, cuando sólo se conoce el nivel literal


de la Biblia, caminamos en tinibeblas. Muchas veces los
pasajes te harán creer que Dios es cruel o que las enseñanzas
son arcaicas, pensadas para la gente de otro tiempo y otra
cultura. Pero no se podría estar más equivocado.
Yo antes era muy cínica. Si alguien me decía que daba el
diezmo en automático sacudía la cabeza; ¡es que no podía ser!
Sin una pistola apuntándote a la cara, ¿por qué aceptarías que
te quitaran el diez por ciento de tu dinero? Ese que con tanto
esfuerzo lograste conseguir. ¡Aah! Nadie puede comprar su
lugar en un cielo que no existe, ¿verdad? Creía que las
iglesias estaban llenas de personas demasiado ingenuas para
este mundo moderno.
Estaba ciega, pero ahora puedo ver.
Y fue gracias a un mantra que descubrí leyendo El
Exorcista, de Peter Blatty, el cual vengo recitando desde hace
unos años. El mantra se llama Nam Myoho Renge Kyo, y se
traduce como “Devoción a la maravillosa ley del loto”. La ley
del loto es la ley del karma, y la mayoría no entiende de qué
se trata.
A los que hiciste enojar te recordarán que existe, que el
karma te pondrá en tu lugar. Pero el karma no es un castigo
divino, como creía mi primo de Andalucía. Y tampoco es un
premio por ser amable. Si das un golpe a la pared la mano te
va a doler. ¿Alguien te está castigando? Haces algo y obtienes
un resultado. La ley del karma nos dice que todo lo que
hacemos tiene consecuencias. Lo que haces es lo que te pasa.
Nam Myoho Renge Kyo se trata de un firme y constante
recordatorio de que tenemos el control absoluto de nuestras
vidas. ¿Quieres amor? ¡Ama! ¿Quieres dinero?, sé
espléndido. El mantra nos recuerda que nadie está atrapado o
condenado porque nuestra atención dirigida a transformar el
deseo de recibir en deseo de compartir hace emerger las
experiencias positivas de nuestra vida.
¿Entienden el alcance de esto?
Libertad, salud, amor. Estamos en control. De verdad,
estamos en control. La ignorancia de este conocimiento es a
lo que se refiere el salmo 82 con “andar en tinieblas”. Es
creernos víctimas de circunstancias externas. Es creerse
atrapado en ámbar.
Sí, sí, sí Ya los vi, entrecerrando los ojos. ¿Melinda?,
dicen los de atrás, frotándose el mentón. ¿Cómo podría ser
esto posible? La vida es dura, ¿no? Es caótica. Minimizar el
deseo de recibir como solución a todos sus problemas les
parece demasiado fantástico.
Rumi dijo en muchos poemas, hace más de 800 años, que
el más grande tesoro del mundo no estaba en el corazón de las
montañas, ni en ningún otro lugar fuera de nosotros mismos.
En mi caso, fue el gran Neville Goddard quien vino a
condensar la profundidad de su obra, y la del resto de sabios
que radiaban un potente fuego en su interior: la conciencia es
la única realidad.
¡Este es el tema del video!
Lo que estoy por decirles cambiará por completo el resto
de sus vidas.
Escuchen. Sé que ustedes también se lo han preguntado.
En la India tienen muchos dioses, así como los católicos
tienen muchos santos. Cada uno evoca un poder distinto. Hay
un santo para encontrar cosas perdidas, otro para encontrar
trabajo, otro para encontrar el amor.... ¡Bueno! No exactamente.
El mismo san Benito nos encuentra tanto los aretes de plástico
como las parejas… Pero ¿entienden el punto? Varios santos nos
protegen del mal, nos regresan la salud o la paz… Díganme una
profesión, la que sea, y yo les diré el Santo Patrono que
tenemos para asistirnos. Incluso los astronautas cuentan con un
tal san José de Cupertino. Bueno. Así también en la India hay
dioses para cada necesidad, ¿okay?
Y millones de creyentes te dirán que pedirles ayuda
funciona, ¿pero por qué?
En la vida cotidiana hacemos magia. Comemos doce uvas al
recibir el año nuevo, nos echamos sal en el hombro para cortar
la mala suerte o seguimos temerosos millares de supersticiones
(como evitar pasar por debajo de una escalera). Los brujos de
algunos pueblos te llevarán a enterrar un talismán al interior de
una cueva para que encuentres trabajo. O pareja. Pondrán la
foto de tu enemigo junto a la figura de la santa muerte para
enfermarlo o para que se aparte de tu camino. Magia es bailar al
ritmo del tambor para provocar la lluvia, caminar de rodillas a
la iglesia por un favor de la virgen o lanzar una moneda a la
fuente del centro comercial… Busquen el origen de la palabra
“brindis”, tan distinto a chocar copas cargadas de alcohol para
desearnos buena fortuna; y sin embargo se emplea para lo
mismo. ¿No es acaso un hechizo de bendición? Hacemos magia
poderosa cuando decimos una plegaria con lágrimas o cuando
pedimos un deseo sincero a las velas del pastel.
Esas cosas funcionan, ¿pero por qué? ¿Cuál es el común
denominador?
Neville Goddard, en 1939, empezó a predicar lo que
aprendió con un maestro etíope experto en la Biblia, ¡experto
en kabbalah! Y es algo que yo misma he comprobado: la
conciencia es la única realidad. Cuando cambiamos nuestra
conciencia, cambian nuestras circunstancias. (Lucas 17:21) “El
reino de los cielos está dentro de ti”.
No son los santos los que conceden favores. Ni dioses
indios. Ni Jesús o las velas del pastel, ni la virgen María. El
poder viene de adentro, de nuestra conciencia. Dios habita en
nosotros y actúa a través de nuestra atención y de lo que somos
conscientes de ser.
¿Ya se aburrieron? Les demostraré que es verdad, que el
poder viene de uno mismo y jamás de fuerzas externas.
Yo te pregunto:
¿Cómo se genera la realidad?
Para que el video no sea más largo de lo necesario, me
enfocaré exclusivamente en la abundancia. Sin embargo, esta
sabiduría, puesta en práctica, llevará Luz a las demás áreas de
nuestra vida.
A ver, sujétense bien de sus sillas:
Para generar abundancia tenemos que dar a los demás.
Sí, señores.
Rumi dijo: “Haz una buena acción y tírala al río. Un día
volverá a ti en el desierto”. El diezmo viene a ser una táctica
para asegurarnos de que nunca nos falte nada. ¿Cómo no voy a
tener pasta si soy capaz de dársela a los demás? El ejercicio
constante de dar reordenará nuestras ideas sobre el dinero. Este
es el verdadero secreto. No es la acción física la que importa; es
la conciencia detrás de una acción la que determina el
resultado.
Sin embargo, dar suele ser muy difícil para nosotros. ¿Por
qué creen que sea?
En varias ocasiones les he hablado de la Mente Máquina,
nuestro ego. Ella ve la realidad física tal cual es. No es capaz de
percibir la realidad más brillante detrás de la materia. La Mente
Máquina piensa con lógica; ella dice, “¿dar dinero? Eso me
hará más pobre”. Para ella, compartir en el plano físico le
parece difícil, inútil o imposible. Todo un despropósito. Cuando
logras resistir su convincente discurso (y se trata de la cosa más
difícil que harás en la vida) revelarás Luz en cada ocasión.
Recuerden: cuanta mayor resistencia, mayor será la Luz
revelada.
¡Ah! Pero es verdad, que les estoy hablando de
abundancia…
Pongan atención. Utilizar la ley del karma es la manera más
eficiente de acumular riquezas. Observen la lógica que se
plantea: en esta realidad de causa y efecto, de nacimiento y
muerte, la suerte no puede existir. Cada cosa que surge en
nuestra vida tiene una causa. Como dice Yehuda Berg,
kabbalista; “uno no sale a su patio por la mañana y encuentra
un roble que no estaba allí el día anterior”. Alguien siempre
planta una semilla. La conciencia es la única realidad. Gálatas
6:7 dice: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues
todo lo que el hombre sembrare, eso también segará». Es la ley
de la siembra y la cosecha; ¡la ley del karma! Y cientos de
millones la tienen impresa en sus hogares.¿Aún no me creen?
¿Piensan que cuando dan a otros, nada vuleve a ustedes?
Demos un vistazo a las ganancias que reporta Disney.
Quizá haya artículos que hablen de este tema, no lo sé; yo
misma busqué los datos. Pensé en Disney porque es una
empresa monstruo, con cientos de miles en su nómina.
Escuchen esto, que es contundente. El año pasado Disney
generó 8 mil millones de dólares en ingresos netos. Es un
mundo de dinero, pero yo quería saber si la casa de Mickey
Mouse aplicaba los secretos de la abundancia. ¿Cuánto de ese
dinero donó Disney a caridad? Bueno, ¿cuánto creen?
800 millones.
Ni más ni menos. ¡El diez por ciento! Los datos están en
Internet.
Ahora, no nos tenemos que ir tan lejos. Un amigo que es
dueño de varias tiendas en el centro de Jaén me contó que
cuando sus amigos judíos sufren problemas económicos, ¡dejan
de dar el diezmo! Me reí, claro, porque yo era cínica. “Sí”, me
dijo con una sonrisa. “Dejan de dar el diezmo a caridad para dar
el 20”. Semejante resistencia vendrá acompañada de una Luz
igual; ¡el veinte por ciento de sus ingresos! Cuanta mayor sea la
resistencia, mayor será la cantidad de Luz revelada.

Si los confunde ese enunciado, pueden utilizar la siguiente


analogía:
Juan Pérez quiere aumentar su masa muscular, así que carga
una pesa de 10 kilos. Pero, eventualmente, esos 10 kilos ya no
representarán un esfuerzo. Tendrá que usar un peso mayor o el
músculo no seguirá creciendo. ¡Con la Luz pasa lo mismo!
Ahora entiendes el significado de la frase “dar hasta que duela”.
El crecimiento espiritual siempre tiene que doler, siempre tiene
que sacarnos de nuestra zona de confort. Dicen por ahí,
“cuando te sea fácil donar un billete de 20, empieza a donar los
de 50”.
Ahora, ya saben que cuando termino un guión de mis
videos, se lo paso a Pau para que me dé su opinión. Y Pau me
recomendó que volviera a explicar a qué me refiero yo con Luz.
O a qué me refiero con eso de que la resistencia al ego genera
Luz. Aunque me critiquen de que hablo siempre de lo mismo,
va una vez más. Este video ha resultado ser bastante personal y
creo que mi conocimiento sobre el tema ha dado paso a que
pueda explicarlo con mayor soltura.
Entonces. ¿A qué me refiero yo con Luz? Luz con L
mayúscula.
Escuchen. Haré uso de más analogías, ya que son gratis:
Los fotones del sol, que viajan en el vacío del espacio, no
brillan. Todo su trayecto hacia la Tierra es obscuro. Es sólo
cuando los fotones chocan con algo que los resiste que dicha
luz se vuelve visible para nosotros. Si somos egoístas o
interesados, es como si fuéramos el espacio. La Luz nos
atraviesa. Pero cuando ponemos resistencia al egoísmo, la Luz
puede reflejarse sobre nosotros.
¡Chicos! ¿Ven cómo me esfuerzo por explicarles lo mismo
una y otra vez? Y nadie se aburre, ¿verdad? ¡Claro! Pero es
necesario. A ver, finjamos que han llegado a mi canal por
primera vez. Seguro estarían preguntándose
En este plano físico la Luz la percibimos como alegría,
salud, “buena suerte” o coincidencias maravillosas. Ofrezcan
desinteresadamente su tiempo, su esfuerzo o su dinero a los
demás, una y otra vez, y a base de repetición generarán una
nueva conciencia. Una de abundancia. Y la abundancia surgirá
en sus vidas porque así serán ya en su interior Comprobarán
que el mundo, con sus miles de millones de personas, alegrías y
problemas, es sólo la externalización de nuestro estado de
conciencia actual. Y cambiarlo siempre ha estado a nuestro
alcance.

Para quien me sigue desde hace algún tiempo la


información de hoy les estará sonando repetitiva. O dirán que
me he quedado sin ideas. Que ya no digo nada nuevo… Lo que
les comparto es fácil de entender. Lo importante es decirlo una
y otra vez con nuevos ejemplos para que se les quede bien
grabado en la cabeza. Pero no tienen que creer nada de lo que
digo, amigos. Pónganlo a prueba y observen si sus vidas
mejoran o no.
Les daré dos ejemplos mayúsculos de cómo el compartir y
dar a los demás —y así emular al Creador— nos llenará de
buena fortuna, abundancia, alegría y todo lo bueno de esta vida.
¿Han oído hablar de Andrew Carnegie? Seguro saben del
señor Rockefeller. A finales del siglo XIX fueron dos de los
millonarios más grandes de Estados Unidos. Incluso más
acaudalados que los creadores de Facebook, Amazon, y ya
saben quiénes más, si consideramos el costo de vida en aquella
época.
Carnegie fue el dueño indiscutible de la industria del acero.
Sus plantas fabricaron líneas férreas (que antes se hacían de
hierro), además de puentes y rascacielos. Para 1900, cuando
tenía 55 años, las acereras Carnegie producían más que toda la
industria en Gran Bretaña. Y así llegó a convertirse en el
hombre más rico del mundo.
Ahora, Rockefeller formó una gran empresa que refinaba
petróleo. Para 1879, cuando tenía 40 años, Rockefeller
controlaba el 90% de las refinerías del mundo. ¡Pero eso no es
nada! Cuando la electricidad y los bombillos parecían amenazar
su imperio de queroseno, la popularización del automóvil
siguió dándole millones. Y así también se volvió el hombre más
rico del mundo.
¿Y qué tienen en común? ¿Qué los llevó a acumular tanta
riqueza? Por un lado, las vías férreas de Carnegie y el
combustible de Rockefeller hicieron al mundo más pequeño.
Nos acercaron. Ambos generaron conectividad.
Sin embargo... Algo más subyace en el fondo.
“Ningún ídolo es más degradante que la adoración al
dinero”, dejó escrito Carnegie, él, quien a los 13 años
alimentaba hornos en una fábrica textil doce horas al día.
Construyó 2,509 bibliotecas públicas por todo el mundo y
estableció diversos fideicomisos e instituciones dedicadas a
mejorar la educación, promover la ciencia y la paz mundial. Al
final de su vida había donado el 90% de su riqueza; 350
millones de aquellos dólares a la filantropía. Habiendo vivido
por sus palabras, la siguiente frase suya no resulta hueca: “El
hombre que muere rico, muere desgraciado”.
¿Se van dando una idea? Haces algo y obtienes un
resultado. Lo que haces es lo que te pasa. La suerte en esta
realidad de causa y efecto no puede existir.
De niño, la madre de John Davison Rockefeller lo instaba a
donar su poco dinero ahorrado. El plan financiero de su vida,
afirmó el mismo John, se formó cuando un predicador bautista
lo alentó a ganar tanto como pudiera para luego donar tanto
como pudiera. A los dieciséis años empezó a trabajar como
asistente de contador, y en su libro de cuentas fue anotando
cada gasto personal, grande o pequeño, así como sus
donaciones a la iglesia. Cada centavo que daba a una niña
pobre que veía en la calle terminaba en ese libro, así como lo
donado a causas abolicionistas. Siendo un humilde empleado
pagó por la libertad de un esclavo, ayudó a un orfanato católico,
y en especial a una iglesia de Cleveland que adoraba visitar.
John barría la capilla, le encendía las velas y enseñaba
catecismo. Como su padre fue acusado de violar a una
sirvienta, se dice que halló refugio en aquellas paredes.
Al enriquecer, sus donativos fueron más generosos. Apoyó
la educación de la mujer negra en la Universidad de Spellman y
Fundó la Universidad de Chicago (de la que hoy en día han
egresado cien premios Nobel, por decir algo). Cuando su único
hijo varón creció, llegado a un punto se dedicó a viajar por el
mundo a donar la aplastante fortuna de su familia. Repartió más
de 500 millones de aquellos dólares a un sin número de causas.
“¿Cuál es tu misión?”. Laura, esposa de John, les instruyó a
sus hijos que la respuesta a esa pregunta guiaría sus vidas.
Laura y el predicador resultaron ser personas muy parecidas.
“El propósito de nuestras vidas”, les reiteró cada día, “va más
allá de servir a nuestro propio gozo”.
Esa es la verdad que subyace. ¡El propósito de nuestras
vidas es servir a los demás! Si se preguntaban cómo o por qué,
allí tienen la causa. Ambos hombres claramente poseían una
conciencia de dar. Y no faltará el listo cruzado de brazos, ese
que jamás ha dado su tiempo, su esfuerzo o su dinero
desinteresadamente, ¡y tiene el descaro de sacudir la cabeza!
Deducción de impuestos, lavado de dinero o comprarse un
lugar en el cielo. La gente dirá lo que sea para desviar la
atención al hecho de que cuando tú das desinteresadamente a
los demás, ¡recibes un montón! Esto no se trata de moralidad.
Vean cuáles son las compañías más grandes del mundo en la
actualidad. Facebook, Amazon, Google; son conectividad. Nos
acercan. Hacen al mundo más pequeño. Nos interconectan y a
cambio obtienen mucho dinero de nosotros. Compartir siempre
ha sido la verdadera causa de la abundancia. Es que así
funcionan las cosas. Así funciona la realidad.

En el Tarot, cuando preguntamos por el futuro nos atamos a


un resultado. Así nos han enseñado a pensar. A sentir que las
cosas ya están hechas y que no hay manera de cambiarlas. Un
montón de estupideces. Cuando empezamos a preguntarnos,
¿qué debo hacer para que las cosas funcionen? ¡Nos volvemos
seres proactivos! Los amos del universo. Ahora lo entienden.
Ningún espíritu, demonio ni ángel manipula las cartas al
respondernos. La luz viene de nosotros. La respuesta viene de
nosotros porque somos todo lo que hay. El mundo es una
montaña; lo que sea que digamos un eco lo devolverá. Nada
está escrito en piedra. Si ustedes cambian, el mundo cambiará
también. Pregúntate: ¿Qué estás dando? Eso recibirás. Cuando
nos damos en la imaginación aquello que deseamos, y lo
hacemos al punto de sentir que es verdad, y vivimos como tal,
caminaremos por un puente de eventos que siempre culmina en
su materialización.

Ahora, yo te pregunto. Si es verdad que Dios habita en


nosotros, y que el verdadero poder viene de uno mismo, ¿por
qué la vida es un lío?
Juan Pérez se mira al espejo y nota una mancha de salsa en
la punta de su nariz. Para quitársela tiene que afectar lo que es
real, ¡su nariz real! No la del reflejo.
Pero nos hemos convencido de que el reflejo es “muy real”.
Aprendimos que la vida es dura y que para lograr grandes cosas
hay que martirizarnos. Ahí yace nuestro único problema.
Batallar y sufrir ocurren porque nos hemos creído que el reflejo
tiene algún poder para cambiar las cosas. Y así, lo que logremos
siempre resultará difícil, riesgoso o tardado.
Cuando compruebes que la verdadera realidad es tu
conciencia, las cadenas que ponen un alto a tus sueños
desaparecerán. Entenderás que la única manera de afectar el
mundo que te rodea es a través de cambiar a la persona que eres
en tu interior. Sólo entonces serás libre de la esclavitud de
Egipto.
De allí viene mi eterno énfasis en la importancia de la
imaginación. Es la única herramienta que tenemos para afectar
lo que somos en nuestro interior. Y sabemos que quienes somos
en nuestro interior es la única realidad porque ella siempre se
externaliza, y jamás es al revés.
Todo lo que decimos, lo que sentimos, lo que callamos; todo
lo que hacemos en nuestras vidas tiene consecuencias. “Dios no
puede ser burlado”. Y si hemos hecho algo terrible, ¿cómo no
íbamos a sufrir desgracias? ¡Soy consciente de haber herido!
¡Soy consciente de haber hecho llorar a alguien! Dios —nuestra
conciencia— no puede ser burlado.
Entiéndanlo hoy y para siempre. La ley del karma es la
regla más importante de la realidad. No está aquí para
castigarnos o para premiarnos. Está aquí para recordarnos
nuestro libre albedrío. Cuando tomamos consciencia de que
somos responsables de nosotros mismos, y de que podemos
conseguir lo que deseamos actuando o pensando o sintiendo
que ya lo tenemos, la ley del karma se vuelve la llave de
nuestra liberación.
Ahora, consideren lo siguiente. ¿Disney da el diezmo
porque tiene un enorme corazón? Pienso que alguien en una
silla Herman Miller sabe que la única manera de asegurarse
buenas ganancias es dar el 10% a caridad. Es la regla más
importante del universo para acumular riquezas y la aplican sin
titubear. El karma no requiere de fe, sino de consciencia.
Ciertamente no necesitas fe en el dolor para sentirlo cuando
estrellas el puño en la pared. Lo que haces es lo que te pasa.
Suena fácil, pero no lo es. Luchar contra la voz del
Oponente (nuestro lado izquierdo del cerebro, la Mente
Máquina) es como luchar contra el polvo; un esfuerzo constante
que nos perseguirá toda la vida, y nunca se volverá más fácil.
¿Saben qué? Me retracto de algo. Sí hay un interés que
debemos perseguir al momento de compartir con los demás.
Queremos bendiciones, queremos “suerte” y milagros. Y no
vamos a conformarnos con menos. Al momento de compartir
haríamos bien en codiciar la Luz; después de todo las cosas
bellas de la vida sólo se consiguen a través de ella. Como
pueden deducir, la vida de nadie es privada. El dinero en la
cartera de Juan Pérez, o los buenos resultados de sus análisis
clínicos, son el fiel reflejo de quién es él en su interior.
Amigos… Si quieren lograr grandes cambios en sus vidas,
no pierdan el tiempo enfocándose en el mundo material. Es la
insignificante sombra de la realidad. Muevan lo que es real (¡tu
imaginación!) y la sombra lo seguirá. Se los aseguro. Soy
testigo de una realidad más brillante. Lo que haces tiene
consecuencias. Lo que haces es lo que te pasa. Dios no puede
ser burlado.

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