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Identidad profesional y formación académica.

Algunas claves ligadas


a la formación, en el trazo de identidades profesionales

Mg. Carmen Lera (Directora)


Mg. María del Carmen Ludi (Co Directora)
Lic. Susana Bugdahl
Lic. Yamina Joannas
Luciana Angeramo (alumna becaria)
Proyecto de investigación: “Identidad profesional de Trabajo Social. Principales rasgos
de su configuración en distintos actores del campo profesional”
Facultad de Trabajo Social / Universidad Nacional de Entre Ríos / Argentina
Dirección: La Rioja N° 6 – (3100) Paraná – ER - Argentina
Teléfono: 54 – 0343 - 4310189
Dirección de correo electrónico: mcludi@fibertel.com.ar

RESUMEN
La presente ponencia explicita uno de los aspectos trabajados en el Proyecto de
Investigación: “Identidad profesional de Trabajo Social. Principales rasgos de su
configuración en distintos actores del campo profesional” que se desarrolla en la
Facultad de Trabajo Social / UNER. El mismo se propone explorar los principales
contenidos (atributos, rasgos, huellas, marcas, conceptos) que se atribuyen a la
profesión Trabajo Social por parte de distintos actores relacionados a la misma.
La propuesta es de carácter disciplinario y se inscribe en la perspectiva de estudios de
corte cualitativo. Asume como objeto de estudio, uno de los contenidos nodales de la
asignatura Trabajo Social Contemporáneo, 4to año de la carrera Licenciatura en
Trabajo Social, de la que somos responsables como equipo docente.
Pensamos que el primer acercamiento a la cuestión identitaria de Trabajo Social se
produce en las carrera de grado, en distintos espacios y dispositivos, curriculares y
extracurriculares; en los que los estudiantes comienzan a configurar la base de la
identidad profesional, a incorporar rasgos, a distinguir perfiles, a conocer huellas y
representaciones en torno a ella, a construir una autoimagen acerca de la que portan
profesionales y la imagen que los otros tienen acerca de ese nosotros.
El trabajo expone aproximaciones a la categoría identidad e identidad profesional;
luego se realizan algunas consideraciones específicas respecto a la cuestión identitaria
y la formación académica en Trabajo Social

PALABRAS CLAVES: Identidad profesional – Trabajo Social – Formación


académica

REVISTA A-INTER- VENIR N° 8- ISSN Nº: 1850-1907


II Jornadas Latinoamericanas
VIII Jornadas Disciplinares de Trabajo Social
“Trabajo Social: debates, experiencias territoriales, sentidos y disputas en Latinoamérica”
21, 22 y 23 de Octubre de 2015
San Fernando del Valle de Catamarca, Provincia de Catamarca, Argentina
LA NOCIÓN IDENTIDAD EN PLURAL
Sobre la categoría identidad y en función de la centralidad que la misma cobra en
nuestro objeto de investigación, compartimos algunas consideraciones a partir de
distintas propuestas teóricas.
Un aspecto importante a considerar en relación al tema de la identidad, es que en los
últimos años este concepto ha cobrado mayor protagonismo, encontrándose un amplio
abanico discursivo en torno al mismo, sometiéndolo a una crítica minuciosa y en
algunos casos apelando a su deconstrucción.
Por otra parte la noción de identidad atraviesa distintos campos disciplinares y es
trabajada por la filosofía, la sociología, la antropología, la psicología, entre otras. En
este sentido, Teresa Matus (2000) plantea que el concepto de identidad está
traspasado por sobredeterminaciones epistemológicas, conceptuales, éticas y
contextuales.
De acuerdo a la exploración teórica realizada, nos posicionamos en pensar la noción
identidad en plural. Así, varios autores trabajados, entre los que citamos a Teresa
Matus (2000), Claude Dubar (2002), Stuart Hall (2011) refieren al pensamiento
filosófico griego para señalar algunas divergencias respecto al modo de entender la
identidad. Una de ellas, basada en Parménides sostiene que el “ser es algo sagrado”,
dado de una vez y para siempre. Se descubre, está y será así, es finito, inmóvil, es
uno. Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Desde este planteamiento, la
identidad está en alguna parte, su ser es esencial, ente cerrado, acabado, separado de
otro. El ser frente al tiempo es eternidad, respecto a lo múltiple es unidad y respecto al
devenir es inmutabilidad. Otra de las perspectivas, inspirada en Heráclito, sostiene que
el “ser está en movimiento”, es una tarea a construir, el ser es un constante devenir. En
el ser puede estar lo múltiple; la tensión es una unidad. La unidad contiene los
contrastes. La identidad radica en postular que el no-ser es parte de la esencia del ser
y conocer implica establecer y adentrarse en la relación "ser" y "no ser" de las cosas.
Así, estas son vistas en su movimiento, que tiene su base en una contradicción. Para
Heráclito la misma naturaleza de las cosas exige una investigación abierta, infinita, al
más vasto de los horizontes.
Dubar profundiza sobre las identidades profesionales. Para este autor la dimensión
profesional constituye una de las más destacadas para la identidad social “y por ello
tanto el empleo como la formación se posicionan como dos campos de socialización
altamente significativos” (Machucha Barbosa: 2008:53).
En este trabajo, nos interesa plantear aspectos de ambos campos, haciendo mayor
hincapié en la formación académica en tanto constituye una primera aproximación a la
cuestión identitaria y es el ámbito en el que mayormente desarrollamos nuestra práctica
profesional-docente.

IDENTIDADES PROFESIONALES Y TRABAJO SOCIAL


La cuestión de la identidad ha estado siempre presente en la configuración histórica de
la profesión, en algunos momentos con mayor énfasis que en otros, pero sin duda
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“Trabajo Social: debates, experiencias territoriales, sentidos y disputas en Latinoamérica”
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sigue a la base de algunas preocupaciones como la especificidad, el ejercicio
profesional, el reconocimiento y lugar de Trabajo Social en el campo de las ciencias
sociales y de las políticas público-sociales. En relación a ello, destacamos algunos
nudos en que ha sido trabajada la identidad profesional de Trabajo Social por colegas
de la región tales como Ana Quiroga (1992); Cristina Rovira y Teresa Dornell (1994);
Nidia Aylwin (1998); Teresa Matus (2000); Nora Aquín (2003)-(2011):
- Se configura en relación con el contexto el que le va generando demandas que
revisten el carácter de históricas. En ese juego los profesionales han sido considerados
visitadores sociales, concientizadores, revolucionarios, técnicos planificadores,
gerentes sociales. En ese sentido, la historia profesional constituye una fuente fértil
para reconocer las demandas y respuestas, la función social de la disciplina, las
búsquedas y desarrollos.
- Presenta marcas, rasgos, atributos que hacen posibles los contrastes, las inclusiones
y exclusiones del campo profesional. Aquí juegan los mecanismos de reconocimiento
(auto-reconocimiento) y distinción. También pueden apreciarse reconocimientos y
distinciones al interior del propio campo profesional que nos van indicando los distintos
proyectos profesionales.
- Presenta características auto-construidas que señalan la voluntad de los distintos
actores del campo de fortalecer determinados rasgos, marcas así como distanciarnos
de otros. La identidad está trazada por actos de atribución dados por “otros” y actos de
pertenencia definidos por sí mismo. En esa dualidad se generan conflictos, ajustes,
negociaciones.
- Tiene funciones, la cohesión es la principal. En ello juegan un papel importante los
espacios organizativos colectivos que estimulen el debate y la discusión a fin de
clarificar y argumentar los sentidos que le queremos dar a nuestra profesión.
- Presenta límites referidos a aquello de “lo asignado” que no estamos dispuestos a
incorporar.
Nidia Aylwin (1998) plantea que en las profesiones, como en los individuos, la identidad
está influida por un conjunto de factores y se constituye en relación dialéctica con una
sociedad, un período histórico y una cultura que la van configurando permanentemente.
De este modo, la identidad profesional depende del pasado, de donde surgen las
primeras identificaciones que dan origen a la profesión y le permiten desempeñar un
papel en la sociedad y, a partir de esa base, se va enriqueciendo y modificando, en la
medida que va recibiendo nuevas demandas sociales, teniendo acceso a nuevos roles,
aumentando su caudal de conocimientos y profundizando la reflexión sobre su propia
práctica.
Destacamos que en los orígenes de la profesión había interés por diferenciarnos de los
aficionados, los amateurs. Cuando nosotros planteamos la necesidad de diferenciar
nuestras prácticas de las que hacen otras personas de buena voluntad, ponemos el
énfasis en construir una práctica profesional, una práctica científica. Una primera
distinción está dada por la portación de saberes a los cuales nos habilita el título de
Licenciado/a en Trabajo Social. Algunas de estas marcas presentan mayores registros,
más fuerza y se destacan por sobre otras. Pensemos en nuestra historia; detrás de
estas "marcas", estamos nosotros los profesionales y en ellas están las adhesiones a
algunos idearios.

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Nora Aquín (2003) expresa que el contexto tiene alta incidencia en la construcción de la
identidad y menciona como parámetro al modelo neoliberal, que en su momento de
mayor vigencia, violentara la base de sustentación teórica, funcional y laboral del
Trabajo Social.
La identidad entonces tiene que ver con el desarrollo profesional en un contexto socio-
histórico general. Se articula con el contexto societario más próximo (condiciones
sociales, experiencias, ventajas); con el campo social (con fuerza como para
constituirse en un interlocutor importante en el escenario de las políticas sociales. Ej.
que un colega acceda a un ministerio nacional/provincial).
La identidad presenta una doble dimensión (Ana Quiroga, 1992):
-de preservación, de mantenimiento de rasgos, características, de marcas, de trazos
construidos; aquellos que deseamos conservar, sustentados en el trabajo con otros, en
idearios de justicia e igualdad social; democracia, libertad, ciudadanía, derechos
humanos entre los principales;
-de recreación en relación al contexto, de nueva estructuración; implicancias de
transformaciones socio-económicas-políticas-culturales; configuración de la cuestión
social, escenarios, rol del Estado, crisis y avances de las Ciencias Sociales,
perspectivas de Trabajo Social, espacios y condiciones laborales.

FORMACIÓN ACADÉMICA EN TRABAJO SOCIAL. IDENTIDADES EN DISPUTA


Ambos campos de socialización ya mencionados, formación y empleo, en el caso de
Trabajo Social asumen particularidades que merecen especial consideración cuando
hacemos referencia a nuestro país. Para pensar la formación profesional de
Trabajadores Sociales, se hace necesario contextualizar y caracterizar la formación
académica en un sentido amplio, en el ámbito universitario, en el marco de un proyecto
político-pedagógico que surge de la confrontación de distintos actores y grupos de la
institución que se materializa a través de una determinada organización discursiva.
La intencionalidad puesta en un perfil académico, en las líneas de investigación y
extensión, en las carreras a dictar, en los diseños curriculares a sostener, muestra una
opción de carácter político y no meramente técnico en tanto supone una concepción de
universidad y expresa un tipo de vinculación de ésta con la sociedad, el modo de
entender la ciencia y la producción de conocimientos, una concepción de la práctica
docente y profesional.
Es en este marco más amplio que podemos pensar la formación académica en Trabajo
Social, cuestión problemática que ha sido recurrente en muchas unidades académicas
y en el contexto de las organizaciones nacionales de escuelas y de Latinoamérica;
formación que tenemos que mirar desde una perspectiva socio-histórica, desde el
surgimiento de Trabajo Social como profesión, analizando cómo se han ido traduciendo
en su trayectoria: sus "crisis", sus búsquedas; sus puntos de inflexión; avances;
limitaciones, opciones; su relación estrecha con el ámbito estatal; con las políticas y
programas sociales; pero por sobre todo su Intervención "cara a cara" con los sectores
más excluidos y vulnerables de la sociedad. Formación profesional, proyectos
pedagógicos que responden a diferentes tendencias en Trabajo Social, que a veces se
explicitan, a veces no y que incluso muchas ni siquiera son debatidas por la
comunidad académica.
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Hoy, al cabo de algunos años de debates y acuerdos programáticos, continúan
acentuándose las diferencias entre unidades de formación terciaria y universitaria; lo
que tiene importantes implicancias en el desarrollo de la investigación, en
publicaciones, en posibilidades de acceder al cuarto nivel; en una mayor y revalorizada
inclusión en el campo de las ciencias sociales. Este señalamiento no está indicando la
propensión a la uniformidad sino la convicción de la necesidad de que la formación
adopte con exclusividad estatuto universitario, situación a lograr y por la que falta
mucho por andar. Estas condiciones formativas influyen en las prácticas profesionales
y por lo tanto sobredeterminan aspectos de la configuración de la identidad.
Esta principal característica, de gran heterogeneidad de los espacios de aprendizaje,
sobre todo en lo que atañe a niveles de exigencia, seguramente irá modificándose a
partir de la Ley Federal de Trabajo Social recientemente sancionada, lo que
saludablemente alentamos, dado la instalación del requisito de formación y título de
grado universitario. Consecuentemente, estas transformaciones también marcarán
recreaciones en la cuestión identitaria, a la vez que refuerza el punto de vista que
sostenemos, respecto a pensar la identidad en “perpetua negociación” (Barrancos,
2008:18).
El proceso de crítica permanente acerca de la formación y de la intervención en
relación al contexto, a los diferentes procesos de transformaciones políticas,
económicas, culturales, permitió a distintos grupos que conforman el colectivo
profesional, pensar a las mismas como un proyecto político-académico-institucional,
desde posicionamientos más explícitos; aportando al mejoramiento de la formación y a
plantear una propuesta de Trabajo Social propositivo (en la línea de Marilda Iamamoto:
2003) con visión estratégica, ética y política.
Teresa Matus (2012) expresa que la discusión abarca: la necesidad de pensar una
matriz que oriente la formación en relación a la realidad; la importancia de la
investigación; la necesidad de plantear líneas de conocimiento que aporten a la
intervención y la resignificación de categorías y conceptos. En este contexto la
demanda social a la profesión puede ser entendida como un proceso construido
históricamente en el interjuego de los requerimientos derivados de la interpretación y
atención de la "cuestión social" desde el Estado y desde los espacios públicos
societales, con sus variantes en los diferentes momentos históricos.
Siguiendo esta línea de análisis, coincidimos con Machuca Barbosa quien señala que
la identidad profesional es tomada como “resultado de procesos colectivos de
interacción, en donde se articulan tanto lo individual como lo social de los sujetos en la
constitución de sus identidades. Son el complejo de representaciones profesionales
adquiridas en el proceso de interacción durante su formación profesional que permiten
diferenciarse o identificarse de otros grupos profesionales en cuanto a su ser y
quehacer profesional” (2008:53).
La identidad profesional se dirime en el interjuego de la definición de sí mismo y desde
la otredad en cuanto a componentes como las competencias, el estatus, la carrera
posible, los proyectos, aspiraciones. Este ejercicio construirá una identidad profesional
de base que orientará la trayectoria de empleo y la lógica de aprendizaje o formación.
“El reconocimiento de la identidad profesional está íntimamente ligado a la legitimación
de saberes y competencias y al lugar que ocupa el individuo dentro del grupo de
pertenencia” (2008:54).
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Así, pensamos que el primer acercamiento de los estudiantes a la cuestión identitaria
de Trabajo Social, se produce en las carrera de grado, en distintos espacios y
dispositivos, curriculares y extracurriculares; en los que éstos comienzan a configurar la
base de la identidad profesional, a incorporar rasgos, a distinguir perfiles, a conocer
huellas y representaciones en torno a ella; a construir una autoimagen acerca de la que
portan profesionales y la imagen que los otros tienen acerca de ese nosotros; a
apropiarse de estos aspectos que marcarán su trayectoria profesional futura.

ESPACIOS Y DISPOSITIVOS QUE CONTRIBUYEN A TRAZAR IDENTIDADES


PROFESIONALES
En este apartado entonces nos parece importante, distinguir algunos de estos espacios
y dispositivos:
a) La enseñanza sobre la configuración histórica de la profesión
En primer lugar destacamos interrogantes que seguramente están presentes en
muchas de las carreras de Trabajo Social y que refieren a cómo enseñamos la
configuración histórica de la profesión; a cómo trabajamos la cuestión identitaria en las
asignaturas específicas; a cómo resignificamos la misma a la luz de las
transformaciones del contexto.
Nidia Aylwin (1998) reflexiona sobre algunos ejes al respecto y pone énfasis en la
importancia de la historia para la constitución de la identidad profesional. Expresa que
Trabajo Social durante su trayectoria como profesión en América Latina ha tenido
dificultades para definir su identidad, las que pueden ser ejemplificadas en el cambio de
denominación profesional en el Trabajo Social chileno: de visitadores sociales a
asistentes sociales y luego, a trabajadores sociales. Desde la dimensión de recreación,
cada uno de estos cambios ha significado el deseo de romper con una identidad previa
que ya no responde a las necesidades e inquietudes profesionales, y al deseo de
constituir un Trabajo Social distinto, que responda en forma más eficaz a los
requerimientos de la realidad social. Estos cambios son la manifestación de una
reflexión de la profesión sobre sí misma, aspecto positivo en la nuestra, a la luz de las
circunstancias históricas que en cada momento la contextualizaban.
También refiere a que el alto grado de negatividad acerca de la profesión, que se
presenta en muchas carreras en los cursos inferiores, hace que luego “levantemos
eso”, una connotación negativa también de nuestro propio quehacer profesional. En su
participación en la Mesa de cierre del Seminario Latinoamericano de Trabajo Social
(ALAETS – Paraná / Argentina 1992), expresaba: Tenemos que generar un mensaje
profesional más positivo en el que podamos revalorizar nuestra identidad profesional, lo
que tiene que expresarse en nuestros escritos, en la docencia, en nuestras respuestas
y diálogos… que levante el canto de los estudiantes hoy día: lucharemos, lucharemos,
por un Trabajo Social, que sea comprometido, nacional y popular.
En la nuestra como en otras profesiones, muchas veces cuesta desandar lo conocido,
lo construido y tener apertura hacia otros espacios, contenidos; los que tenemos que
defender pero a la vez resignificarlos; esto es convivir con pérdidas y disponernos a la
reconstrucción.

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Destacar algunas características de la identidad profesional, tal cual hiciéramos en este
apartado, nos lleva a repensar diferentes formas de entender a la misma. En este
sentido, apelamos a la vinculación de estos aspectos con los distintos relatos acerca de
la configuración histórica de Trabajo Social, los que expresan diferentes perspectivas
respecto al propio proceso de conformación disciplinar, y tienen una estrecha relación
con la configuración de la identidad profesional.
Desde el espacio de nuestra cátedra Trabajo Social Contemporáneo, trabajamos la
relación “Perspectivas de Configuración disciplinar e Identidad profesional” desde la
convicción de su mutua implicancia y distinguimos al menos tres posturas en el modo
de pensar y desarrollar las mismas: una perspectiva lineal-evolucionista de la historia
(la que ha impregnado las formas de concebir y escribir la historia profesional, de allí
que un conjunto importante de textos están pensados desde esta clave interpretativa);
una concepción materialista de la historia (principalmente producciones que llegan a la
Argentina a partir de desarrollos producidos en Brasil. La influencia de este enfoque en
unidades académicas es dispar y en algunos casos incipiente); perspectivas que
abordan lo histórico tensionando las condiciones estructurales con las prácticas de los
profesionales (comienza a aparecer un conjunto de producciones que interpelan directa
o indirectamente las visiones más hegemónicas. Los relatos en general están
construidos sobre la consulta a materiales de archivo, a fuentes históricas de actas,
documentos, imágenes, etc. que intentan capturar palabras, opiniones, sentidos de los
propios protagonistas)1.
Como equipo, consideramos que el desafío consiste en acercarnos a los distintos
relatos esforzándonos por reconocer las claves interpretativas desde las cuáles los
autores abordan la re-construcción de la historia.
Los recorridos trazados en dichos relatos nos brindan imágenes, ideas sobre la
profesión que a su vez nos conectan con preguntas que tienen como núcleo duro
nuestra identidad o identidades. En ese devenir es que las historias profesionales
tienen un significativo papel en tanto van señalizando, indicando aspectos, cualidades
que van dando fisonomías a esas identidades y que van mixturando el propio campo,
Por ello consideramos que cualquier intento por trabajar lo identitario nos remite
necesariamente a bucear en el pasado.
En este sentido, recuperamos lo que plantea Teresa Matus (2000: 12) en
cuanto que “…la identidad profesional debe ser pensada contextualmente, ya que no
podemos seguir usando lecturas rígidas o dogmatizadas para entender realidades cada
vez más complejas e híbridas. La contextualización del momento presente involucra,
tanto una resignificación del pasado como una posibilidad de proyección al futuro, lo que
implica en Trabajo Social, una tarea de reconstrucción historiográfica”.

b) El lugar de la práctica pre-profesional


Hacia el año 2000 con mayor énfasis, parte del colectivo de Trabajo Social, de
diferentes unidades académicas, asumimos el desafío de encontrar nuevas
herramientas de análisis e interpretación, nuevos caminos de acción; de generar

1
El desarrollo, argumentación y trabajo de autores acerca de la relación “Perspectivas de Configuración
disciplinar e Identidad profesional”, está previsto en la entrega del Segundo Avance de Investigación
(diciembre de 2015).
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prácticas pre profesionales innovadoras. Se propició la investigación de diferentes
temas; el replanteo de perspectivas referenciales, la gestación de otras más abiertas y
complejas, en una búsqueda de profundización y pluralidad; de ampliar la mirada.
Desde la producción de pensadores de diferentes disciplinas y de la propia, se intenta
re-fundar la formación de Trabajadores Sociales, plasmada en distintas reformas
curriculares de carreras, en su mayoría universitarias.
Respecto a la Enseñanza de la Intervención Profesional, como Facultad asumimos una
postura explicitada y argumentada en la formulación del Plan de Estudios 2001 y en la
programación anual de las Asignaturas: Intervención Profesional y Vida Cotidiana (3º
Año) e Intervención Profesional e Institucionalidad Social (4º Año), las que conforman
el espacio curricular Práctica Pre profesional. La propuesta de cátedra se centra en el
aprendizaje de la Intervención Profesional, el que involucra un proceso de enseñanza y
aprendizaje en relación a modos de construcción del ejercicio profesional desde
temáticas, políticas público-sociales y centros de práctica, como posibilitadores de
transferencia a otras situaciones y campos.
La intencionalidad es problematizar aspectos y dimensiones, articular proyectos de
trabajo en los distintos campos de Intervención Profesional; poder desandar distintas
formas de institucionalidad social expresadas en cada contexto a partir de un
centramiento en el actual; desde una lectura crítica acerca de las condiciones que
configuran las organizaciones institucionales del Estado, las Políticas Sociales y sus
posibilidades / limitaciones para la práctica profesional.
Dado que Trabajo Social interviene en relación a la vida cotidiana; a condiciones y
obstáculos materiales y simbólicos que presentan los sujetos para su producción y
reproducción social, nos proponemos trabajar con los alumnos a partir de algunos de
los aspectos que presentan dichas problemáticas relacionadas a las manifestaciones
de la cuestión social.
A partir de núcleos temáticos centrales, se visualizan “problemas” ligados a pobreza,
vulnerabilidad, exclusión, desocupación, discriminación; a instituciones como salud,
educación, familia; los que facilitan espacios de inserción / intervención que permiten la
construcción de proyectos de trabajo en diferentes escenarios, tensionando la
dimensión micro-macro social en el marco de la relación Sujeto - acción / Estructura,
que los contiene y sobredetermina.
Pensar la Intervención desde este lugar, implica ir trabajando aspectos ideológicos,
epistemológicos, teóricos, metodológicos, éticos, políticos y técnicos que constituyen el
ejercicio profesional, desde una mirada y trabajo interdisciplinario que interrelacione
actores, procesos, momentos.
Consideramos necesario que cada unidad académica clarifique el lugar, el sentido de la
práctica pre-profesional en la formación, ya que la misma constituye una instancia
imprescindible, que adquiere mayor centralidad porque es el dispositivo curricular que
posibilita al estudiante comenzar a ubicarse en un espacio institucional en el cual se
construye el espacio profesional; el que lo conecta con el “otro” de la Intervención, con
sus intereses, necesidades, deseos, requerimientos, “problemas”; con las diferentes
lógicas, objetivos, política y modos de gestión social de las organizaciones
institucionales ligadas a las políticas público-sociales; a las múltiples racionalidades,
mandatos, formas diferentes de pensar y actuar; en el que confluyen el conocimiento y
saberes disciplinarios. Así como, las perspectivas filosóficas, la teoría económica,
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política, social, cultural que argumentan estrategias y posibilidades de Intervención del
TS. Pero sobre todo, porque “pone a prueba” en los estudiantes sus capacidades,
valores, intereses, apuestas, y la necesaria auto reflexión sobre lo que podemos o no
“bancarnos” en torno a las cuestiones a abordar, en las que no se puede soslayar “la
otra y nuestra” condición humana.
En este marco pensamos que este espacio curricular, a la vez posibilita, en la relación
estrecha entre estudiantes, docentes y Trabajadores Sociales (Referentes
institucionales en cada Centro de Práctica), que éstos vayan identificando rasgos
identitarios, perfiles de práctica profesional; modos de Intervenir; perspectivas teóricas
y ético-políticas; diseño de estrategias; aspectos que se retrabajan en el espacio de
taller.
Desde nuestra práctica docente, en relación a la tarea de evaluación y autocrítica
permanente, en estos últimos años surge la necesidad de indagar, debatir, intercambiar
ideas acerca de quiénes son los jóvenes que hoy llegan a la universidad. Muchos de
ellos son los primeros en su familia en acceder a la educación superior; muchos
provienen del interior de la provincia; la gran mayoría ha compartido espacios de
socialización ligados a la cultura mediática y virtual; tienen mayor entrenamiento en
otros tipos de lecturas que no es la del texto/papel. Compartimos con Fernando
Peirone2, si bien no podemos generalizar, que “Los jóvenes de hoy enfrentan nuevos
desafíos que no pueden resolver recurriendo a viejos modelos. En esta transición entre
un mundo que se termina -y del cual están desencantados- y otro en plena
construcción, se valen de las nuevas tecnologías para vincularse con la experiencia y
configurar sus identidades… Los jóvenes actuales tienen su propio capital simbólico, y
a pesar de la extraterritorialidad en la que se desarrolla, presenta una utilidad
fundamental para la interacción con el orden cultural en el que ellos gestionan su
identidad, proyectan sus sueños y encuentran sus interlocutores. Se trata de un
´pensamiento plural´ que está resignificando la idea de trabajo, futuro, familia, amistad,
aprendizaje, dinero, sexualidad, intimidad, política, conocimiento, etc”.
Desde esta perspectiva, pensamos que el desafío de su comprensión para generar
propuestas pedagógicas acordes e innovadoras hacia adelante, es nuestra como
comunidad académica.
Muchas veces como docentes, específicamente en el espacio de la práctica pre
profesional y asignaturas específicas de TS, sin indagar y problematizar demasiado,
ponemos la responsabilidad sólo en los estudiantes. Sostenemos cuestiones ligadas a
que no participan activamente, no hablan ni opinan demasiado, no tienen mucho
interés en la lectura de textos, asumen responsabilidades en los centros de práctica de
manera diferente a como lo hacían compañeros de cohortes anteriores, no se
apasionan con el oficio, es difícil encontrar sus puntos de interés, etc. y por lo tanto no
estamos muy conformes con los trazos identitarios que van marcando, configurándose
en ellos.

2
Director del Programa de Saber Juvenil Aplicado. UN de San Martín. Le Monde diplomatique.
Edición especial UNIPE BA. Febrero/marzo de 2015.

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Uno de los aspectos que juega en esto es lo generacional, ya que tal vez nos cuesta
más adecuar modalidad y herramientas pedagógicas y didácticas a quienes estamos
transitando finales de nuestra carrera docente que a quienes se sienten más cercanos
como ocurre con docentes auxiliares, tutores. Nos cuesta aceptar diferentes formas de
estudiar y formarse hoy; de entender la profesión, de ejercerla y nos coloca en una
contradicción con nuestra perspectiva de construcción dialéctica.
Consideramos que éstos se constituyen en nudos críticos de lo que implica la
formación académica, los procesos de aprendizaje en el actual contexto, y que no
podemos soslayar en nuestra práctica docente y trabajo colectivo.

c) El diseño de proyectos profesionales y el lugar de las organizaciones del


colectivo profesional
Otro aspecto con el cual los estudiantes van acercándose a la cuestión identitaria, tiene
que ver con la posibilidad de conocer y debatir acerca de la organización de la
categoría profesional, tema importante también que desarrollamos en nuestra cátedra,
y que los conecta con los diferentes proyectos profesionales que disputan el campo y
los hace ubicar también como actores del mismo, como estudiantes ahora y como
profesionales a futuro.
Rocío Cifuentes (2011: 170/171) plantea que “Si la identidad es la representación que
en un momento de su historia los sujetos han logrado articular acerca de sus propios
colectivos, en relación discursiva con otros, ¿qué significa ello para el caso de Trabajo
Social? ¿De qué identidades puede hablarse en un grupo profesional diverso, disperso,
que difícilmente logra articular lenguajes o reinvindicaciones comunes? ¿Qué
representaciones hemos construido acerca de nosotros en diálogo con los otros?...
¿qué es aquello que anuda esta identidad y permite reconocer y reconocerse como una
profesión particular, relacionada, y a la vez diferenciada, con aquellas otras con las que
se encuentra en el extenso y complejo mundo de ´lo social´?”.
Resulta muy difícil pretender responder a estos interrogantes tan complejos, de hecho
ella lo hace en su texto; en nuestro caso, dejaremos planteadas algunas
preocupaciones.
En el marco de la cátedra ya mencionada y del proyecto de investigación, intentamos
anclar algunas reflexiones al respecto, haciendo mención a la construcción,
reconstrucción y/o fortalecimiento de “un” proyecto socio-profesional entre otros. Hoy
continúa la discusión acerca de proyecto/s ético/s-político/s, que intenta/n, a través de
diferentes dispositivos, la recuperación y revisión crítica de la configuración profesional;
la cuestión de la rigurosidad epistemológica/metodológica; la superación de la
búsqueda de alternativas metodológicas desde la racionalidad instrumental; la
superación de la tendencia a la naturalización, mecanización, desprofesionalización de
Trabajo Social.
Proyecto profesional que entendemos se inscribe en un proyecto de sociedad, en el
que cobra relevancia la visión ideológica y política; la que nos interpela e instala la
preocupación en torno a algunos aspectos: el “olvido de la persona”; la no
consideración del “otro” como sujeto (Nidia Aylwin: 1998); la débil dimensión
emancipatoria de la intervención profesional; el debilitamiento de idearios; la casi
ausente expresión de sentimientos, de emociones; la -a veces- inmovilidad de la
sensibilidad; la “compra” y/o confusión de valores, entre otros.
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VIII Jornadas Disciplinares de Trabajo Social
“Trabajo Social: debates, experiencias territoriales, sentidos y disputas en Latinoamérica”
21, 22 y 23 de Octubre de 2015
San Fernando del Valle de Catamarca, Provincia de Catamarca, Argentina
“La Patria es el otro” sostiene la actual presidenta Cristina Fernández, y desde allí
pensamos que se construyen también Idearios: hacia dónde caminar, proyectarse; con
quienes, qué modelo de Estado sustentar; qué idea de lo público; qué concepción de
desarrollo, de emancipación sostener, para coherentizar estrategias de acción que
tiendan a modificar, generar alternativas, que aporten a transformar la realidad.
Si realizamos un recorrido crítico por la historiografía de Trabajo Social podemos
caracterizar cuáles han sido sus posicionamientos y propuestas de Intervención y a
través de éstas cual la Identidad perfilada en cada una de ellas. Hoy, a pesar de un
largo trecho andado, continúan en pie muchos de los viejos interrogantes de la
profesión así como también distintos discursos, todos queriendo encontrar un Trabajo
Social, como si esto fuera posible al interior de un campo como “lo social” en el que los
principales actores son sujetos y por lo tanto lo que prima son diferentes miradas.
La identidad se construye epocalmente y a ella contribuye cada cohorte de
trabajadores sociales (enfoque generacional: Nidia Aylwin, 1998; Ana Quiroga 1992).
Unido a esta característica, la construcción de la identidad se relaciona dialécticamente
con la conformación de las organizaciones de la categoría profesional, colectivos de
pertenencia y referencia. De allí que en la disputa por los sentidos de la misma, tienen
un papel preponderante dichas organizaciones: de profesionales (colegios, círculos,
FAAPSS, FITS); de unidades académicas (FAUATS, ALAEITS, IAWSS); de
estudiantes (FAETS); de graduados en el caso de la universidad, y por lo tanto
sostenemos la importancia y necesidad de involucrarnos activamente en cada una de
ellas.
Luego, es importante tener en cuenta el lugar de cada una de las mencionadas
organizaciones del colectivo profesional: colegios / unidades académicas/ federaciones.
Podemos asegurar por nuestra larga militancia en la mayoría de ellas, sobre todo en
FAUATS, que estos temas, estas búsquedas, estas discusiones, son recurrentes y a
pesar de ello aún no alcanzamos acuerdos mínimos/básicos (no homogéneos) que nos
posibiliten hablar con un lenguaje similar; saber a qué nos estamos refiriendo al
mencionar determinadas cuestiones; compartir códigos; establecer y aceptar un
currículum mínimo/básico para lograr mayor claridad y algunas certezas: ante nuestros
estudiantes, directivos de los espacios de Intervención que incorporan Trabajadores
Sociales, Ministerio de Educación, otras profesiones, y que a la vez nos identifiquen.
En esta línea planteamos la necesidad de conocer nuestra historia, los debates, las
cuestiones ya acordadas para poder avanzar, de lo contrario, nos abarca la sensación
de estar comenzando siempre de nuevo ante determinadas cuestiones… de
generación en generación transferimos esto, por lo que tenemos que seguir hablando y
discutiendo sobre aspectos que nos ayuden a reconstruir y fortalecer nuestra identidad.
La promulgación de la Ley Federal de Trabajo Social N° 27.072, ya mencionada (a
propuesta de FAAPSS y de la actual Ministra de Desarrollo Social de la Nación),
permitió que la profesión formara parte de la agenda legislativa a nivel nacional. La
misma jerarquiza el ejercicio profesional, obliga a obtener la matriculación y establece
sus derechos y obligaciones en todo el territorio argentino.
Tal como marcáramos en otro apartado, el marco heterogéneo que caracteriza la
formación de trabajadores sociales de nuestro país y también en Latinoamérica ofrece
dificultades para el fortalecimiento de la profesión, no solo en el plano de la enseñanza
sino también en el campo profesional. “La complejidad de los nuevos problemas
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sociales ya no puede enfrentarse con viejos esquemas categoriales y formas
tradicionales de intervenir en lo social. Al respecto Emilio Tenti Fanfani expresa que las
sociedades contemporáneas ven surgir cada vez nuevos problemas que entrañan una
transformación en el orden de los valores y las necesidades que deben ser atendidas
por los profesionales. De este escenario resulta imperativo que la formación académica
posibilite el egreso de un profesional posicionado éticamente, con una fuerte solidez
teórico-epistemológica y con un dominio metodológico-instrumental.
Consecuentemente, lo social requiere ser desentrañado y es urgente encontrar formas
de nombrar e intervenir en este presente desgarrado y pleno de contradicciones, que
se tornan especialmente significativas para Trabajo Social. Por lo tanto las unidades
académicas de formación profesional necesariamente deben impartir una sólida
capacitación en lo referente a elaboración de diagnósticos sociales, formulación,
implementación y evaluación de planes, programas y proyectos en el marco de las
políticas sociales estatales y societales. Asimismo se requiere de un profesional crítico
capaz de aportar a la construcción de alternativas para la modificación, superación y/o
transformación de situaciones problemáticas de personas, familias y grupos, en los
niveles de prevención, asistencia y promoción, desde una perspectiva de reivindicación
de los derechos humanos fundamentales”3.
Por ello estamos convencidos que la formación debe desarrollarse en el nivel de la
educación superior universitaria en tanto espacio que reúne las mejores condiciones
pedagógicas, institucionales para la formación de Trabajadores Sociales, por lo
significativo de habitus de la cultura universitaria.
Se hace necesario considerar que hay rasgos a preservar y rasgos a recrear en
relación a la identidad profesional, en la línea de consolidar la relación entre práctica
profesional y academia. Decíamos anteriormente que la cuestión de la heterogeneidad
curricular constituye un tema nodal en las distintas instancias de encuentro entre
unidades académicas, en ese marco se inscribe las discusiones sobre lineamientos
curriculares básicos o comunes que contengan la diversidad desde una matriz
identitaria compartida (Documento FAUATS: 2008). Los mismos son entendidos como
un conjunto de directrices que establecen una base común, que supone la construcción
colectiva a nivel nacional de un proyecto de formación profesional para los cursos de
grado en Trabajo Social, a partir de los cuales se elaboran los Planes de Estudios
particulares.
Repensar la formación académica y la Intervención Profesional, ha sido y sigue siendo
una cuestión que forma parte de la agenda de preocupaciones de la mayoría de las
unidades académicas, de las organizaciones nacionales y latinoamericana de
Escuelas: FAUATS (Federación Argentina de Unidades Académicas de Trabajo
Social); ALAEITS (Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en
Trabajo Social) y de las Asociaciones de Profesionales, en nuestro caso FAAPSS,
desafío que hay que retomar y sostener en la configuración disciplinar y marcación de
aspectos identitarios relevantes.

3
LERA, Carmen y SERRA, María Florencia (2014) “Razones de la formación universitaria en Trabajo
Social” en Acevedo, P. y Fuentes P. (comp.) La formación académica en Trabajo Social en la República
Argentina: Debates y desafíos. Córdoba: Editorial UNC
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d) Espacios ocupacionales, ejercicio profesional y construcción de imágenes de
Trabajo Social
Un aspecto central en la formación de los estudiantes, refiere a su inserción y relación
estrecha con organizaciones institucionales que constituyen sus centros de prácticas,
pero también con tantas otras con quienes éstos se vinculan. En este sentido se hace
hincapié en el lugar que ocupan Trabajadores Sociales; cuál es el espacio institucional
atribuido y cuál el asumido; que incidencia tienen sus Intervenciones; qué imaginarios y
representaciones sociales se construyen en base a éstas; con qué perfil profesional
van identificándose.
Respecto de este punto, no podemos dejar de tener en cuenta el contexto socio-
ocupacional; las condiciones de trabajo; los diferentes escenarios y espacios de
inserción; los niveles de autonomía relativa de los Trabajadores Sociales; la ocupación
de lugares de decisión y de poder, la relación con la conducción político-institucional,
entre otros, sin tomar a éstos como determinantes de la práctica profesional.
Como profesionales no podemos perder de vista que la vida es conflicto, la vida tiene
innumerables “problemas” a la base, pero éstos se constituyen en posibilidad, en
desafío; por lo que no tiene que paralizarnos, sino que nos tiene que potenciar para ver
las oportunidades de transformación.
Nora Aquin (2011) sostiene que la comprensión de la identidad y el estatus de una
profesión requiere la capacidad de identificar los mecanismos de demarcación de su
campo de conocimiento e intervención, que generan clausuras, exclusión,
subordinación, hegemonía o usurpación; mecanismos todos que los grupos
profesionales despliegan hacia otras profesiones y ocupaciones, con el fin de
garantizar el monopolio de un escenario social específico y establecer para sí un nicho
del mercado ocupacional. Desarrollar estrategias articuladas y colectivas para
aumentar nuestra autonomía relativa y lograr el monopolio de la actividad es lo que
mueve el interés colectivo en las organizaciones, academia y gremio, relación
históricamente ambivalente en Trabajo Social.
Pensamos que los primeros que tenemos que convencernos acerca de la necesidad de
una formación rigurosa, de actualización permanente; de leer, investigar, argumentar,
somos nosotros los propios Trabajadores Sociales: estudiantes, docentes,
profesionales, si nos proponemos salir del lugar de “minoridad”, de “inferioridad”, en el
que muchos se ubican; sienten como propio.
Otro elemento importante a considerar en cuanto a la construcción de imaginarios, de
representaciones acerca de la profesión, lo constituye la presencia, participación, de
Trabajadores Sociales en diferentes medios de comunicación: periódicos; TV
(noticieros, novelas, unitarios); cine; otros. Acerca de esto nos preguntamos:
escribimos notas, artículos de opinión; buscamos posibilidades de publicación de
artículos científicos, de interés general? lo hacen sólo profesionales que están en la
academia? O a veces ni siquiera éstos.
Nos expresamos críticamente ante papeles que hacen jugar a TS en unitarios de TV,
novelas, películas, documentales o cortos? Éstos están casi siempre ligados a “señoras
que ejercen control social”?; nos preocupamos para que aparezcan otras imágenes?

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Tal vez damos poca importancia a la participación en el debate público, el que
tendríamos que ocupar con argumentaciones sólidas, cualitativas y cuantitativas, que
muestren problemáticas, desigualdades, manifestaciones de la cuestión social en las
que intervenimos. Que describan situaciones singulares, condiciones materiales y
simbólicas de vida, aquellos aspectos particulares, puntuales de la miseria, la
exclusión, del empobrecimiento de sectores medios, de las distintas formas de
discriminación por género, etnia, edad, raza, clase social, entre otras.
Teresa Matus (2012) expresa en su discurso de re apertura de la carrera (Universidad
de Chile) que la propuesta de Trabajo Social hoy, implica avanzar por los caminos de la
redistribución y el reconocimiento, desde enfoques críticos reflexivos, propositivos,
innovadores.Para eso vale la pena refundar, re abrir en la UCh la disciplina del Trabajo
Social. Hacer que se encarne en investigaciones, en intervenciones que impacten en la
esfera pública. Que se traduzca en propuestas formativas de pregrado, de Magíster y
de Doctorado. Un Trabajo Social que asuma lo mejor de su herencia, que dignifica su
pasado, que rinde homenaje a sus muertos, que construye lazos secretos entre
generaciones, significa asumir hoy sus tareas intelectuales, profundizar en la riqueza
disciplinaria de sus enfoques, construir y trabajar en equipos interdisciplinarios: no hay
un fenómeno social que se deje abordar en serio desde un solo oficio. Por eso hay que
cambiar la forma de ejercer las profesiones y de enseñarlas.

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES


En el marco de la contemporaneidad, Marilda Iamamoto plantea la necesidad de
pensar un Trabajo Social no solo ejecutivo sino sobre todo propositivo. Para tomar este
desafío se hace necesario entonces desentrañar, descifrar sus claves, para así
reconocer las exigencias que le competen a nuestra profesión.
Pensar un Trabajo Social propositivo, implica entre otras cosas: 4
-Un permanente ejercicio de indagación acerca de cómo se manifiesta la cuestión
social en los sujetos concretos, cómo viven, cuáles sus condiciones y estrategias de
vida, sus formas se lucha, (colectivas, orgánicas, incipientes, etc.) cuáles sus
aspiraciones.
-Reafirmar el carácter público de las políticas sociales, rechazando rasgos que
mercantilicen los servicios sociales.
-Descifrar la relación entre las políticas sociales (como dispositivos mediadores desde
el Estado y la sociedad civil) y los modos y condiciones de vida de los sujetos a
quienes están dirigidas.
-Otorgar mayor importancia y hacer un ejercicio intensivo de la escritura como forma de
poner en lenguaje (en texto) las intervenciones. Ej. el Informe tiene que ser
considerado un instrumento de interpretación y decisión, como tal no admite ingenuidad
ni falta de rigurosidad.
-Generar y participar en diferentes instancias al interior de colegios y asociaciones, en
la idea de construcción de proyectos colectivos.

4
Trabajo Social Contemporáneo - FTS - UNER / 2008 (Prof. Carmen Lera – Pro. María del Carmen Ludi).
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-Incluir en el horizonte de las intervenciones, alternativas que puedan vehiculizarse a
través de la vía legislativa y de la Justicia, así como explorar los antecedentes que la
profesión tiene en esta línea. Dimensión que requiere ser potenciada.
Rocío Cifuentes (2011:203): propone que “…más que hablar de ´la identidad del
Trabajo Social´, es necesario reconocer que las profesionales y los profesionales
construyen diversas formas de identificación con el Trabajo Social, le confieren
sentidos diferentes y articulan éste en una amalgama particular de la que forman parte
sus múltiples adscripciones colectivas, entre las cuales la identidad profesional no es
siempre ni para todos preponderante. La construcción de las identificaciones con la
profesión se realiza en diálogos con muchos otros, lo que comporta no sólo la
singularidad y la diferencias, sino también la otredad y la intersubjetividad”.
Si coincidimos en líneas generales que Trabajo Social, como profesión y disciplina del
campo de las Ciencias Sociales, se constituye en relación a sus dimensiones
interventiva e investigativa; vinculadas a temas ligados a derechos humanos, cuestión
social y a problemáticas sociales que se configuran en el marco de la relación entre
cuestión social y políticas público-sociales; que expresan obstáculos (materiales y
simbólicos) de sujetos en sus procesos de producción y reproducción social, y que
desde una perspectiva propositiva, aporta en la construcción de alternativas para la
modificación, superación y/o transformación de dichas situaciones problemáticas -
reales y/o potenciales- de personas, familias, grupos y organizaciones, posibilitemos
que sean estos rasgos, estas marcas, estas señales, las que configuren los principales
trazos en la recreación de nuestra identidad profesional en la contemporaneidad.

BIBLIOGRAFÍA
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XII Congreso Colombiano de Trabajo Social. Manizales (Colombia).
Aquín, N. (2011). “Reflexiones contemporáneas asociadas con la identidad y la
especificidad profesional” En: Naturaleza, desafíos y perspectivas contemporáneas en
la Intervención en Trabajo Social. Buenos Aires: Lumen-Humanitas.
Aylwin, N., Quiroga, A. (1992). Panel de cierre XIV Seminario Latinoamericano de
Trabajo Social (Paraná, Entre Ríos) REVISTA CELATS/ALAETS N° 32. Lima, Perú.
Aylwin, N. (1998). “Identidad e Historia Profesional”. XVI Congreso Latinoamericano de
Escuelas de Trabajo Social ALAETS/ACHETS. Santiago de Chile.
Aylwin, N., Forttes, A.; Matus, T. (2004). La reinvención de la memoria. Indagación
sobre el proceso de profesionalización del Trabajo Social chileno 1925-1965.
Publicación Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago.
Cinfuentes, M. (2011). “Identidad y formación en Trabajo Social” En: Naturaleza,
desafíos y perspectivas contemporáneas en la Intervención en Trabajo Social. Buenos
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Dornell, T.; Rovira, C. (1994). El Imaginario social del Colectivo profesional enRevista
de TRABAJO SOCIAL Nº 64/94. Escuela de Trabajo Social. Pontificia Universidad
Católica de Chile. Santiago de Chile
Dubar, C. (2002). La crisis de las identidades. La interpretación de una mutación.
Barcelona, España: Ediciones Bellaterra.
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Cuestiones de Identidad Cultural. 2ª. Edición. Buenos Aires: Amorrortu.
Lera, C.; Ludi, M. (2015). Documento de discusión. Comisión interna de FAUATS. FTS
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Ludi, M. (2011). Ponencia en Panel: “El sentido de la práctica académica en la
formación de Trabajadores Sociales”. Apertura ciclo lectivo Carrera LTS / FDyCS /
UNL. Santa Fe.
Matus, T. (2000). Reflexiones en torno a una Ética de la Intervención SocialEn Revista
Perspectivas. Universidad católica “Cardenal Silva Henriquez”. Santiago de Chile.
Machuca Barbosa, A. (2008) La identidad profesional de los sociólogos, Maestría en
Ciencias Sociales FLACSO, Sede Académica Flacso, México
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