HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Abril 2023
“De cierto, de cierto os digo, que
vosotros lloraréis y lamentaréis, y el
mundo se alegrará; Pero, aunque
vosotros estéis tristes vuestra
tristeza se convertirá en gozo.”
(Juan 16:20).
Estas palabras dichas por Jesús a
sus discípulos antes de ir a la cruz,
muestran el interés del Señor en
que ellos mantuviesen la calma
cuando la hora de la oscuridad se
manifestase, “Todavía un poco, y
no me veréis; y de nuevo un poco, y
me veréis; porque yo voy al Padre.
Entonces se dijeron algunos de sus
discípulos unos a otros: ¿Qué es
esto que nos dice: Todavía un poco
y no me veréis; y de nuevo un poco,
y me veréis; y, porque yo voy al
Padre? Decían, pues: ¿Qué quiere
decir con: Todavía un poco? No
entendemos lo que habla. Jesús
conoció que querían preguntarle, y
les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros
acerca de esto que dije: Todavía un
poco y no me veréis, y de nuevo un
poco y me veréis?” (Jn. 16:17-20).
Aunque no entendían, él les dijo lo
que necesitaban saber. En
ocasiones anteriores ya les había
declarado acerca de su muerte, y la
hora para su cumplimiento había
llegado. El maestro sería arrestado,
juzgado y condenado a morir
injustamente. En verdad ellos
estarían muy tristes, tres años
conviviendo, compartiendo miles
de experiencias, viéndole hacer
cosas que ningún otro ser humano
podía hacer y a la vez, cosas
cotidianas que todo ser humano
realiza. Existía una relación
cercana, les llamó amigos, y fueron
escogidos para seguirle a pesar de
no merecerlo. El Mesías a quien
habían esperado por tanto tiempo
para salvarlos, les dejaba. Así que
era normal que la idea les causara
tristeza y confusión. ¡Qué sería de
ellos! toda esperanza de liberación
se desvanecía ante sus ojos. Pero
Su ausencia sería por poco tiempo,
tres días, y luego volverían a verle.
En ese momento para ellos era un
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DE LA TRISTEZA AL GOZO
misterio el cómo los
acontecimientos sobre su muerte y
resurrección se llevarían a cabo. Y
cuando finalmente ocurrió lo que
tanto temían, se apoderó de ellos la
tristeza y el temor. Los evangelios
nos dicen cómo se encontraban
ellos. De los que iban camino a
Emaús se registra que “Jesús
mismo se acercó, y caminaba con
ellos. Mas los ojos de ellos estaban
velados, para que no le conociesen.
Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas
que tenéis entre vosotros mientras
camináis, y por qué estáis tristes?”
(Lc. 24:15-17). En el evangelio de
Marcos también podemos leer que,
yendo María Magdalena tras haber
visto al Señor, fue a los discípulos
para hacerles saber que había
resucitado, los cuales “estaban
tristes y llorando.” (Marcos 16:10).
Sin embargo, luego de ver al Señor
resucitado, su tristeza se convirtió
en gozo. Los de camino a Emaús
regresaron a Jerusalén después de
ese encuentro, al reconocer,
cuando partió el pan, que aquel
hombre era el Señor, y estando
junto con los once discípulos, dice
la Escritura, que “Mientras ellos aún
hablaban de estas cosas, Jesús se
puso en medio de ellos, y les dijo:
Paz a vosotros. Entonces,
espantados y atemorizados,
pensaban que veían espíritu. Pero
él les dijo: ¿Por qué estáis
turbados, y vienen a vuestro
corazón estos pensamientos?
Mirad mis manos y mis pies, que yo
mismo soy; palpad, y ved; porque
un espíritu no tiene carne ni huesos,
como veis que yo tengo. Y diciendo
esto, les mostró las manos y los
pies. Y como todavía ellos, de gozo,
no lo creían, y estaban
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maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí
algo de comer? Entonces le dieron
parte de un pez asado, y un panal
de miel. Y él lo tomó, y comió
delante de ellos”(Lucas 24:36-43).
Puedo imaginar cuán grande gozo
experimentaron los discípulos en
aquel momento, el Señor había
vuelto cumpliendo su palabra, y de
la manera como lo hizo era
sobrenatural y extraordinaria.
Además de todo lo que esta
gloriosa manifestación conllevaba,
a partir de ese momento, todo aquel
que tiene a Cristo en su corazón,
puede experimentar este gozo
eterno, y nadie se lo puede quitar
(Juan 16:22). Hermano o hermana,
si estás triste, recuerda que nuestro
Señor resucitó venciendo la muerte
y al enemigo de nuestras almas,
que gracias a ello podemos
disfrutar de una relación íntima con
Dios. Aunque es cierto, como él
dijo: “En el mundo tendréis
aflicción; (también dijo) pero
confiad, yo he vencido al mundo.
(Juan 16:33). No estamos exentos
de circunstancias que nos causan
tristeza, pero también es cierto que,
si nuestra esperanza está en Jesús,
experimentamos gozo en la
actualidad, pues “Por la noche
durará el lloro, y a la mañana
vendrá la alegría.” (Salmos 30:6), y
porque finalmente, en el futuro
inmediato, en la consumación de
los siglos, como dice la biblia:
“Enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y ya no habrá muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor, ni
dolor; porque las primeras cosas
pasaron.” (Apocalipsis 21:4).
No nos perdamos del privilegio que
tenemos ahora de vivir gozosos en
la nueva vida que tenemos en
Jesucristo “a quien amáis sin
haberle visto, en quien creyendo,
aunque ahora no lo veáis, os
alegráis con gozo inefable y
glorioso; obteniendo el fin de
vuestra fe, que es la salvación de
vuestras almas”. (1Pedro 1:8-9).
DIANA ZAMBRANO
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Me refiero a la amistad entre Dios y
Abraham. Hubo varios puntos
álgidos en esa relación y uno de
ellos está en el capítulo 18, cuando
el hombre mortal intercede ante el
Divino y excelso Dios, en favor de
su sobrino Lot. Dos versículos
registran el conocimiento que
tenían el uno del otro: Dios conoce
a Abraham, porque dice:
“¿Encubriré yo a Abraham lo que
voy a hacer?... Porque yo sé que
mandará a sus hijos y a su casa
después de sí, que guarden el
camino de Jehová, haciendo
justicia y juicio” (vv.17,19). Por otro
lado, Abraham demostró cuánto
conocía a Dios cuando le reconoció
como: “El Juez de toda la tierra, ¿no
ha de hacer lo que es justo?” (v.25).
Lo que el gran Yo soy sabía de este
caldeo no se quedaba solo es su
Omnisciencia, Dios también
declaró lo que había en el corazón
de su amigo. Abraham hizo lo
propio, no era un reproche contra la
justicia divina para librar a Sodoma
y a Gomorra de un castigo seguro,
sino una convicción expresada en
pregunta. No hay lugar a dudas
respecto a lo justo que es Dios, el
Juez.
A partir de allí comienzan a salir
expresiones claves y hechos que
delatan cómo era este
conocimiento y esta amistad entre
ambos. No se parece en nada a la
amistad que conocemos y
hacemos con personas en el
mundo, más bien es el perfecto
ejemplo de una amistad en el
Señor, aprobada por él, con
principios espirituales. Es el
ejercicio de una verdadera amistad,
bien valorada por el Señor:
- “El que tiene la esposa, es el
esposo; mas el amigo del esposo,
que está a su lado y le oye, se goza
grandemente de la voz del esposo;
así pues, este mi gozo está
cumplido.” (Juan 3:29).
- “Nadie tiene mayor amor que este,
que uno ponga su vida por sus
amigos. Vosotros sois mis amigos,
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DOS AMIGOS
si hacéis lo que yo os mando.”
(Juan 15:13,14).
- “En todo tiempo ama el amigo, Y
es como un hermano en tiempo de
angustia.” (Proverbios 17:17).
- “El hombre que tiene amigos ha de
mostrarse amigo; Y amigo hay más
unido que un hermano.”
(Proverbios 18:24).
- “Dicho esto, les dijo después:
Nuestro amigo Lázaro duerme;
mas voy para despertarle.” (Juan
11:11).
De Abraham se dice en tres
ocasiones que es amigo de Dios:
1. Se dice de manera impersonal:
“Y se cumplió la Escritura que dice:
Abraham creyó a Dios, y le fue
contado por justicia, y fue llamado
amigo de Dios.” (Santiago 2:23).
2. Josafat se lo dice a Dios en su
oración: “Dios nuestro, ¿no echaste
tú los moradores de esta tierra
delante de tu pueblo Israel, y la
diste a la descendencia de
Abraham tu amigo para siempre?”
(2Crónicas 20:7).
3. Dios es quien lo declara: “Pero tú,
Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a
quien yo escogí, descendencia de
Abraham mi amigo.” (Isaías 41:8).
¿Te imaginas a Dios diciendo eso
de ti? Tan rotundo como que
nuestros nombres están escritos en
el libro de la vida (Apocalipsis 3:5).
Si podemos forjar una amistad con
otra persona en este mundo, como
la que tuvieron ellos, con sus
principios espirituales, ¿por qué no
buscar esa amistad con Dios
mientras estamos todavía en este
mundo? La amistad que podemos
establecer con Dios debe
caracterizarse por:
- SEÑORÍO. En medio del avance
de su amor como amigos, Dios se
presenta ante Abraham como
Señor: “Era Abram de edad de
noventa y nueve años, cuando le
apareció Jehová y le dijo: Yo soy el
Dios Todopoderoso; anda delante
de mí y sé perfecto.” (Génesis
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17:1). Ellos no eran colegas, no
estaban al mismo nivel. Dios se
identifica como lo que es, el Yo soy;
y Abraham hace lo suyo en el
capítulo siguiente, cuando dice: “He
aquí ahora que he comenzado a
hablar a mi Señor, aunque soy
polvo y ceniza.” (v.27). No había
nada que aclarar en esta relación.
Dios es superior, reconocido por él
mismo, y por su amigo Abraham.
- COMUNIÓN. “Y acabó de hablar
con él, y subió Dios de estar con
Abraham.” (17:22), “Y Jehová se
fue, luego que acabó de hablar a
Abraham; y Abraham volvió a su
lugar” (18:33). Tal era la intimidad
entre ambos que Dios subía y
descendía todas las veces para
declarar, en su soberanía, cada
cosa. La cercanía se consigue con
su Palabra y con las oraciones, si
bien la primera nos permite
escuchar su voz, conocer sus
planes y más que eso, su carácter
santo, justo, amoroso,
misericordioso; la segunda nos
presenta delante del trono,
directamente, cara a cara, con la
confianza de estar en los brazos de
nuestro Padre.
- RECIPROCIDAD. Porque no
dudamos de la fidelidad de Dios
para con sus amigos, pero ¿qué de
la nuestra para con él en esa
reciprocidad tan bonita y
necesaria? “Y apareció Jehová a
Abram, y le dijo: A tu descendencia
daré esta tierra. Y edificó allí un altar
a Jehová, quien le había
aparecido.” (12:7), “Levántate, ve
por la tierra a lo largo de ella y a su
ancho; porque a ti la daré. Abram,
pues, removiendo su tienda, vino y
moró en el encinar de Mamre, que
está en Hebrón, y edificó allí altar a
Jehová.” (13:17,18). “Entonces
Abram se postró sobre su rostro, y
Dios habló con él, diciendo: He aquí
mi pacto es contigo” (17:3,4), “No
temas, Abram; yo soy tu escudo, y
tu galardón será sobremanera
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grande.” (15:1), “Y creyó a Jehová,
y le fue contado por justicia.” (15:6).
Si solo esperamos del Señor
protección y bendición, y no
entendemos que debemos ser
activos en esta relación, nunca será
la amistad la que nos una a él. Él se
comprometió con su creación
mucho antes de hacerla efectiva,
sin embargo, nosotros tememos al
compromiso con él, aunque el
resultado sea bienestar.
- RECONOCIDA. Qué gran
testimonio ha quedado hasta
nuestros días de esa firme amistad
entre Dios y Abraham. En su tiempo
lo reconoció Abimelec: “Dios está
contigo en todo cuanto haces”
(21:22). Y era verdad, pues muchas
fueron las evidencias de su
presencia junto a Abraham y este
mostró su compromiso con Dios
cuando juró al rey que nunca iría en
su contra (v.24). Lo suyo es que el
mundo reconozca en cada salvado
una vida sujeta, atenta a su voz,
lista para obedecer. Que vean a
Cristo en mí, su mansedumbre,
humildad y bondad.
Ahora sí puedo comprender por
qué, cuando del cielo se escuchó la
petición de sacrificar a Isaac,
Abraham mostró diligencia en
obedecer sin protestar, enfadarse o
sugerir otra opción. La amistad
había llegado a su momento
cumbre cuando el ángel de Jehová
respondió: “ya conozco que temes
a Dios” (v.22:12). Es como si se
escuchara: En verdad eres mi
amigo, un verdadero amigo.
Dios tomó a este hombre, lo sacó
de su tierra y de su parentela, lo
acercó a sus promesas y lo rodeó
de ellas. Exactamente lo que hizo y
hace con cada uno de los creyentes
en Cristo Jesús. Abraham
respondió a ese amor con sujeción,
humildad, obediencia, fe. Lo mismo
podemos hacer tú y yo. Él nos invita
a que seamos su amigo en medio
de este mundo ruin. ¿Quieres
serlo? ANA RUIZ
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FORTALECIDOS POR SU PODER
“Fortalecidos con todo poder,
conforme a la potencia de su gloria,
para toda paciencia y
longanimidad; con gozo dando
gracias al Padre que nos hizo aptos
para participar de la herencia de los
santos en luz;” (Colosenses
1:11,12).
En ocasiones nos cruzamos con
porciones, en los escritos de Pablo,
donde el misterio y la intensidad de
lo que intenta compartir, lo llevan a
construir sus oraciones de manera
compleja. En el texto de hoy,
expresa el contenido de una
oración a favor de los hermanos
que eran parte de la iglesia en
Colosas. Su deseo es que sean
fortalecidos con todo el glorioso
poder de Dios. Los términos
“fortalecidos” y “poder” poseen la
misma raíz. Se trata de la palabra
dúnamis de la cual derivan las
palabras “dinamita”, “dinámico” y
“dinamos”. Todas comunican un
extraordinario nivel de intensa
energía. La fortaleza que anhela el
apóstol se refiere a una potencia
que nos capacita para ciertas
tareas y desafíos. Es decir, no se
nos reviste de poder simplemente
para disfrutar de la experiencia. La
fuerza que opera Dios en nosotros
es para que podamos hacerles
frente a las particulares dificultades
que se nos presentan, soportar la
oposición y persecución que nos
toca vivir o sobrellevar las pruebas
o adversidades que son propias de
esta vida. La manifestación de esta
fortaleza en nuestra vida es
llamativa, pues a primera vista no
pareciera guardar relación con la
potencia. Las características que
nos otorga este proceso de ser
fortalecidos son la constancia y la
paciencia. No podemos prescindir
de estas dos cualidades para tener
una vida de victoria. La constancia
o perseverancia se refiere a la
capacidad de resistir la adversidad
y la presión, debido a una actitud de
Página 3
fortaleza interior. Es decir, las
complicaciones y los
contratiempos que acompañan
cualquier emprendimiento no me
logarán disuadir del propósito que
he abrazado. La perseverancia es
fundamental en el ejercicio de la
vida espiritual porque ningún logro
se conquista sin esfuerzo. No
existen las victorias fáciles. Cada
conquista requiere un esfuerzo
disciplinado que se sostiene a lo
largo del tiempo. Sin
perseverancia, nuestra vida
quedará regada por un tendal de
buenas intenciones que nunca
llegaron a materializarse.
El segundo elemento es la
paciencia; es lo que permite
respetar los tiempos que Dios
establece para finalizar un
proyecto o completar un proceso.
Los tiempos del Señor muchas
veces son más extendidos que los
nuestros, y la falta de paciencia nos
ha llevado, en más de una ocasión,
a la triste decisión de tomar cartas
en el asunto.
En una sociedad donde todo es
instantáneo, no nos sienta bien
esperar. No obstante, el Señor no
tiene apuro alguno porque sus
obras son eternas. Tanto la
perseverancia como la paciencia
son el fruto de una obra
sobrenatural. No las generamos
nosotros. Es su gloriosa poder
obrando en nuestra vida lo que nos
permite adquirir características que
no poseemos naturalmente,“Y no
sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación
produce paciencia; y la paciencia,
prueba; y la prueba, esperanza; y la
esperanza no avergüenza; porque
el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos fue dado.”
(Romanos 5:3-5).
DEVOCIONAL DE DÍA Y DE NOCHE
CHRISTOPHER SHAW
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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“En seguida hizo (Jesús) a sus
discípulos entrar en la barca e ir
delante de él a Betsaida, en la otra
ribera, entre tanto que él despedía a
la multitud. Y después que los hubo
despedido, se fue al monte a orar; y
al venir la noche, la barca estaba en
medio del mar, y él solo en tierra. Y
viéndoles remar con gran fatiga,
porque el viento les era contrario,
cerca de la cuarta vigilia de la noche
vino a ellos andando sobre el mar, y
quería adelantárseles. Viéndole
ellos andar sobre el mar, pensaron
que era un fantasma, y gritaron;
porque todos le veían, y se
turbaron. Pero en seguida habló
con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo;
yo soy, no temáis! Y subió a ellos en
la barca, y se calmó el viento; y ellos
se asombraron en gran manera, y
se maravillaban.” (Marcos 6:45-51).
Me gustaría considerar por un
momento esta historia que
seguramente habréis escuchado
muchas veces; yo en particular la
he leído y escuchado en más de
una ocasión. El Señor la trajo a mi
mente y a mi corazón hace unos
días atrás cuando me sentía como
los discípulos, en una barca en
medio del mar, con mucho viento
que me era contrario, fatigada de
t a n t o r e m a r, i n t e n t a n d o
mantenerme a flote. En medio de
esta “gran tormenta” el Señor habló
a mi corazón y me hizo ver y
entender que él tiene su mirada
puesta en mí, me susurró al oído:
“Ten ánimo, Yo Soy, no temas”.
Dios permite circunstancias
difíciles en nuestra vida con un
propósito, nada sucede por
casualidad, todo está bajo el
cuidado y la supervisión de Dios. Él
siempre cumple sus bellos
propósitos y su Nombre siempre
será honrado y glorificado en ello.
En segunda instancia, nosotros
seremos confirmarnos, nuestro
carácter será moldeado,
ganaremos en confianza y
dependencia plena en el Señor y no
en nosotros mismos.
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TENED ÁNIMO, NO TEMÁIS
Por increíble que parezca,
podemos estar en paz y con gozo
en medio de la tormenta, pero esto
sucede cuando decidimos
mantener la mirada en nuestro
Señor, independientemente de lo
que esté a nuestro alrededor.
Si estás pasando por un momento
así, si el camino está lleno de
espinos o si te encuentras en medio
de una tormenta, ¡recuerda! el
Señor siempre está a tu lado, él te
mantendrá a flote y jamás te dejará
hundir, su mirada está siempre
puesta en ti. Mira a Dios, que es
soberano y más poderoso que
todas las tormentas, “Busqué a
Jehová, y él me oyó, Y me libró de
todos mis temores. Los que miraron
a él fueron alumbrados, Y sus
rostros no fueron avergonzados. El
ángel de Jehová acampa alrededor
ANA RUIZ
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de los que le temen, Y los defiende.
Gustad, y ved que es bueno
Jehová; Dichoso el hombre que
confía en él.” (Salmos 34:4-5, 7-8).
El Señor también te dice: ¡ten
ánimo! Esto no implica solamente
valor o esfuerzo, sino además
esperanza, dominio propio, fe. Así
pues, no te permitas dudar ni por un
instante, porque el que duda es
semejante a la onda del mar, que es
arrastrada por el viento y echada de
una parte a otra. ¡No tengas miedo!
nuestra ancla segura y nuestra roca
inconmovible es Dios. Él es dueño y
Señor sobre todas las cosas, el que
tiene control absoluto, a quien el
viento y el mar obedecen, el que
calma la tempestad, el que trae
grande bonanza. Él va contigo en la
barca y jamás te abandonará, él no
te dejará solo ni una milésima de
segundo, su mirada está siempre
puesta en ti y te dice: mírame a mí,
no mires la tormenta, confía en mí,
ejercita tu fe, ten esperanza, “No
temas, porque yo estoy contigo; no
desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con
la diestra de mi justicia.” (Is. 41:10).
ALEXA CASTRO
Aunque no tenga
o me falte,
aunque no me den
o me quiten...
“Con todo
yo me alegraré en
Jehová,
y me gozaré
en el Dios
de mi salvación”
Habacuc 3:17-19
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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Uno de los conceptos que
encontramos sobre la palabra
“conocer” es: “tener en la mente
información sobre algo”. En la
mayoría de los casos esa
información se obtiene por la
experiencia de cada uno y en base
a ello podemos entablar una
conversación sobre diferentes
temas del día a día y sobre cosas
acontecidas en el pasado. Pero, lo
que quisiera compartir con vosotros
en estas líneas es acerca del
verdadero conocimiento de Dios,
no mera información.
En hebreo hay un verbo que le da el
sentido correcto a esta palabra
“conocer” y es tener una relación
íntima, cercana, estrecha. En el
caso que nos ocupa, esa relación
es con Dios.
Dice el Diccionario Expositivo
VINE: “En esencia, yada˓ significa:
(1) saber por observación y
reflexión, y (2) saber por
experiencia. Por tanto, yada˓ se usa
como un paralelismo sinónimo de
«oír» (Éxodo 3:7), «ver» (Génesis
18:21), «percibir» y «ver» (Job
28:7). Dios… les reveló a Abraham,
Isaac y Jacob… [el contenido de] su
nombre, mostrándoles que era el
Dios del pacto. La declaración en
Éx. 6:3 sugiere que desde ahora
[desde Moisés] Él se revelaría por
«su nombre»; los guiaría hasta
poseer la tierra. Dios se da a
conocer mediante hechos de
revelación, por ejemplo, ejecutando
juicio contra los impíos (Sal. 9:16) y
liberando a su pueblo (Isaías
66:14). También se revela a través
de la palabra hablada, por ejemplo,
los mandamientos que dio a través
de Moisés (Ezequiel 20:11), por las
promesas como las que dio a David
(2 Samuel 7:21). Dios así revela su
persona, por la ley y la promesa.”
Entonces, entendemos por su
Palabra, que “conocer a Dios” es
tener un conocimiento íntimo y
práctico de Él. Por tanto, podemos
decir que “conocer” a Dios es lo
mismo que:
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CONOCER A DIOS
1-Temer. Aquí el temor no es
alusivo al miedo, sino el
reconocimiento de la autoridad de
Dios. Salomón, cuando hizo la
dedicación del templo, declaró las
siguientes palabras: “Luego se
puso Salomón delante del altar de
Jehová, en presencia de toda la
congregación de Israel, y
extendiendo sus manos al cielo,
dijo: Jehová Dios de Israel, no hay
Dios como tú, ni arriba en los cielos
ni abajo en la tierra, que guardas el
pacto y la misericordia a tus siervos,
los que andan delante de ti con todo
su corazón; que has cumplido a tu
siervo David mi padre lo que le
prometiste; lo dijiste con tu boca, y
con tu mano lo has cumplido, como
sucede en este día.” (1 Reyes 8:22-
24). También le recuerda al pueblo
lo siguiente acerca de Dios: “tú
oirás en los cielos, en el lugar de tu
morada, y harás conforme a todo
aquello por lo cual el extranjero
hubiere clamado a ti, para que
todos los pueblos de la tierra
conozcan tu nombre y te teman,
como tu pueblo Israel, y entiendan
que tu nombre es invocado sobre
esta casa que yo edifiqué.” (v.43).
El autor de los proverbios nos dice,
en su experiencia y comunión con
Dios, que “El temor de Jehová es el
principio de la sabiduría, y el
conocimiento del Santísimo es la
inteligencia.” (Proverbios 9:10).
2-Servir. El servicio es una
consecuencia de conocer y
reconocer quién es Dios y lo que ha
hecho por nosotros. El servicio se
hace con agrado y entrega. David
fue un fiel servidor de Dios, por
tanto, encomienda la misma tarea
al pueblo y a su hijo Salomón, a
ANEXO 1
quién Dios escogió para que le
sucediera en el trono. Este fue el
consejo del rey padre al futuro rey:
“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce
al Dios de tu padre, y sírvele con
corazón perfecto y con ánimo
voluntario; porque Jehová
escudriña los corazones de todos, y
entiende todo intento de los
pensamientos. Si tú le buscares, lo
hallarás; más si lo dejares, él te
desechará para siempre. Mira,
pues, ahora, que Jehová te ha
elegido para que edifiques casa
para el santuario; esfuérzate, y
hazla.” (1 Crónicas 28:9,10).
3-Confiar. Es la certeza de que
Dios está con nosotros, su Palabra
y su presencia. Las palabras a
Josué, cuando fue comisionado a
repartir la tierra al pueblo de Israel,
fueron: “Esfuérzate y sé valiente;
porque tú repartirás a este pueblo
por heredad la tierra de la cual juré a
sus padres que la daría a ellos.
Solamente esfuérzate y sé muy
valiente, para cuidar de hacer
conforme a toda la ley que mi siervo
Moisés te mandó; no te apartes de
ella ni a diestra ni a siniestra, para
que seas prosperado en todas las
cosas que emprendas. Nunca se
apartará de tu boca este libro de la
ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y
hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te
saldrá bien. Mira que te mando que
te esfuerces y seas valiente; no
temas ni desmayes, porque Jehová
tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas.” (Josué
1:6-9).
El conocer a Dios nos lleva a
reconocer su autoridad, obedecer
su mandato y descansar en sus
promesas. Nos invita a una relación
íntima con él. Recuerdo la reflexión
final de Job, después de
experimentar la pérdida de su
familia, el dolor en su propio cuerpo
y el reproche de sus amigos: “Yo
conozco que todo lo puedes, y que
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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no hay pensamiento que se
esconda de ti. ¿Quién es el que
oscurece el consejo sin
entendimiento? Por tanto, yo
hablaba lo que no entendía; cosas
demasiado maravillosas para mí,
que yo no comprendía. Oye, te
ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú
me enseñarás. De oídas te había
oído; mas ahora mis ojos te ven.
Por tanto, me aborrezco, Y me
arrepiento en polvo y ceniza.” (Job
42:1-6). Pablo es otro ejemplo del
verdadero conocimiento de Dios y
de una relación íntima con él:
“Aunque yo tengo también de qué
confiar en la carne. Si alguno
piensa que tiene de qué confiar en
la carne, yo más: circuncidado al
octavo día, del linaje de Israel, de la
tribu de Benjamín, hebreo de
hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
en cuanto a celo, perseguidor de la
iglesia; en cuanto a la justicia que
es en la ley, irreprensible. Pero
cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo. Y
ciertamente, aun estimo todas las
cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor
del cual lo he perdido todo, y lo
tengo por basura, para ganar a
Cristo, y ser hallado en él, no
teniendo mi propia justicia, que es
por la ley, sino la que es por la fe de
Cristo, la justicia que es de Dios por
la fe; a fin de conocerle, y el poder
de su resurrección, y la
participación de sus
padecimientos, llegando a ser
semejante a él en su muerte, si en
alguna manera llegase a la
resurrección de entre los muertos.”
(Filipenses 3:4-11).
“Pero sabemos que el Hijo de Dios
ha venido, y nos ha dado
entendimiento para conocer al que
es verdadero; y estamos en el
verdadero, en su Hijo Jesucristo.
Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna.” (1 Juan 5:20).
JOAB CERVINI
Si quieres saber más: www.hablatusiervooye.blogspot.com
BIOGRAFÍA: JOHN NEWTON
John Newton nació en Londres el
24 de julio de 1725. Fue criado por
una madre cristiana que le enseñó
la Biblia a una edad temprana, pero
ella murió de tuberculosis cuando
Newton tenía 7 años y la segunda
esposa de su padre no tenía ningún
interés espiritual. A la edad de once
comenzó a navegar con su padre,
quien era capitán de barco, y
realizó cinco viajes al Mediterráneo
por los siguientes 7 años.
Su vida fue en decadencia hasta
los 23 años. Newton era un joven
con una lengua profana y un
carácter rebelde que lo metió en
muchos problemas, trayendo
sobre sí duras aflicciones que en
más de una ocasión casi acaban
con su vida.
Newton perdió su primer empleo en
una oficina mercantil debido a su
comportamiento inestable.
Newton se rebeló contra la
disciplina de la Royal Navy y
desertó, pero lo atraparon, lo
pusieron bajo custodia y lo
azotaron. Eventualmente
convenció a sus superiores para
que lo dejaran subir a un barco de
esclavos. Finalmente terminó
siendo empleado de un traficante
de esclavos que era dueño de una
plantación de limoneros en una isla
frente a África occidental. Allí era
tratado cruelmente y terminó
vistiendo harapos y suplicando por
comida. Providencialmente un
barco fondeó en la isla y, para
sorpresa de Newton, resultó
pertenecer un hombre que conocía
a su padre. Aquel hombre logró
liberarlo de su esclavitud.
El barco navegó durante más de un
año por distintos puertos. El 21 de
marzo de 1748, en un viaje de
regreso a Inglaterra, el barco fue
alcanzado por una enorme
tormenta. Newton se despertó en la
noche cuando su habitación
comenzó a llenarse de agua.
Mientras corría hacia la cubierta, el
ANEXO 2
capitán lo detuvo, le pidió que
buscara un cuchillo y lo asignó a las
bombas. En ese momento dijo: “Si
esto no sirve, el Señor tenga
misericordia de nosotros.”
Trabajó en las bombas, apenas
pudo dormir durante una hora,
luego tomó el timón y condujo la
nave hasta la medianoche. Al
volante tuvo tiempo de pensar
sobre su vida y su condición
espiritual.
Encontró una Biblia y obtuvo ayuda
en Lucas 11:13. Razonó: “Si este
libro es verdadero, la promesa en
este pasaje también debe ser
cierta. Necesito ese mismo
Espíritu. Él se ha comprometido
aquí a dar ese Espíritu a los que lo
piden: por eso debo orar por él; y, si
es de Dios, él cumplirá su propia
palabra.”
El 8 de abril anclaron en Irlanda,
pero Newton aún no había
entendido la grandeza de su nueva
fe. Nunca tuvo a nadie que le
brindara un discipulado ni que lo
ayudará a dar los primeros pasos
en Cristo, así que se convirtió en el
capitán de un barco de comercio de
esclavos y volvió al mar. El peso
moral del tráfico de esclavos lo
llevó de nuevo a tierra firme.
Después de dejar el mar para un
trabajo de oficina en 1755, Newton
realizó estudios bíblicos en su casa
de Liverpool. Influenciado por John
Wesley y especialmente por
George Whitefield empezó a sentir
vergüenza por su pasado como
traficante de esclavos al conocer a
su Salvador de una manera más
genuina. El himno “Sublime
Gracia” fue concebido por Newton
a finales de diciembre de 1772,
cuando preparaba el sermón que
predicaría en su iglesia el 1 de
enero de 1773. Ese fue el día en el
que el himno más famoso del
mundo fue cantado públicamente
por primera vez.
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