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La Edad Media es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el

siglo XV. Se suele situar su inicio en el año 476 con la caída del imperio romano de occidente y su
fin en el año 1492 con el descubrimiento de América, aunque también se sitúa en 1453 con la
caída de Constantinopla, fecha que tiene la singularidad de coincidir con la invención de la
imprenta por parte de Gutenberg y también con el fin de la Guerra de los 100 años, una guerra que
en realidad duró 116 años entre los reinos de Francia e Inglaterra. Esta guerra fue de raíz feudal
pues su propósito era resolver quién controlaría las enormes posesiones acumuladas por los reyes
ingleses desde 1154 en territorios franceses debido al ascenso al trono inglés de Enrique II
Plantagenet. Tuvo implicaciones internacionales y finalmente, después de numerosos avatares, se
saldó con la retirada inglesa de tierras francesas. En la Edad Media se sustituyó el modo de
producción esclavista por un modo de producción de servidumbre feudal. También se fue
produciendo una descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio Romano que dio
paso a una dispersión del poder. En lo ideológico y cultural se produjo un mestizaje de la cultura
clásica con las culturas monoteístas cristiana e islámica, cada una en su espacio. La edad media
suele dividirse en dos grandes periodos: temprana o Alta Edad Media, siglos V a X, y Baja Edad
Media, siglos XI a XV. Como hemos visto, la Edad Media duró unos mil años años, y en mil años
ocurren muchas cosas. Por un lado, en Oriente tenemos la historia del Imperio Romano de Oriente,
apodado como el Imperio Bizantino, con la capital en Constantinopla, donde se hablaba griego.
Desde aquí se cristianizarán los pueblos eslavos como los serbios, los búlgaros y los rusos. Por otro
lado, en Europa occidental tenemos a un montón de pueblos germanos, bárbaros para los
romanos, procedentes del norte de Europa, que fueron descendiendo en sucesivas oleadas hacia
el sur y se fueron asentando formando reinos. Estos pueblos aseguraron y fusionaron con su
cultura muchos rasgos de la civilización griega y latina, adoptando el derecho romano y el
cristianismo como religión oficial. En el año 620 en la meca surge la figura de Mahoma, que crea
una religión monoteísta: el Islam. A su muerte, en el 632, la Península Arábiga era ya en su mayoría
musulmana. Sus sucesores tomaron el título de califa e iniciaron una expansión territorial que llegó
desde la Península Ibérica hasta la India. La presencia de los musulmanes como una civilización
rival alternativa asentada en la mitad sur de la cuenca del Mediterráneo, cuyo tráfico marítimo
pasan a controlar, obligó al cierre en sí misma de la Europa occidental durante varios siglos. Para
algunos historiadores este hecho significó el verdadero comienzo de la Edad Media. En el año 732,
en la batalla de Poitiers, con Carlos Martel a la cabeza de un ejército, comienza el retroceso de las
fuerzas musulmanas en Europa. El nieto de aquel Carlos Martel, Carlomagno, expandió los
distintos reinos francos hasta transformarlos en un imperio, el Imperio Carolingio, al que incorporó
gran parte de Europa occidental y central. Conquistó Italia y fue coronado "Imperator Augustus"
por el papa León III el día de Navidad del año 800. A su muerte el imperio se acabaría dividiendo
entre sus nietos. Alemania y Francia se disputan el norte de Italia. Gana Alemania, que obtiene en
favor del papa y la corona imperial. El resultado es el Sacro Imperio Romano Germánico. En el año
962 el rey alemán Otón I, llamado el Grande, es coronado emperador. Tras la desintegración del
Imperio Carolingio y el fracaso del proyecto político centralizador de Carlomagno la debilidad de
los reyes se hizo evidente. Sus sucesores se vieron obligados a ceder gran parte de su autoridad a
los condes y marqueses para obtener su apoyo. Para asegurarse la lealtad de estos nobles los
monarcas les entregaron tierras: los feudos. Por otro lado las invasiones de vikingos, sarracenos y
húngaros aumentaron la inseguridad general, lo que obligó a los reyes a encomendar a los nobles
la defensa de sus territorios. Nace la figura del caballero. El feudalismo alcanzó su madurez en el
siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre
los ríos Rin y Loira, dominada por el ducado de Normandía. Por feudalismo entendemos al sistema
basado en una serie de lazos y obligaciones que respaldan compromisos, generalmente militares,
entre un hombre libre, el vasallo, y otro hombre libre en situación superior, el señor. El vasallo
juraba fidelidad a su señor y se comprometía a cumplir determinadas servidumbres,
principalmente de auxilio militar y consejo político: "auxilium et consilium", recibiendo como
contraprestación un beneficio, habitualmente el control y jurisdicción sobre la tierra y la población
de su feudo o señorío. A esto se le conoce como vasallaje. El vasallaje se confirmaba a través de
dos ceremonias: el homenaje y la investidura. La posibilidad de que un vasallo tomará bajo su
protección a su vez a otros hombres que pasaban a ser sus vasallos estableció una red piramidal de
relaciones vasalláticas. Al final del video veremos cómo era la típica pirámide de una sociedad
feudal. Acabamos de ver cómo se pasó de un estado romano basado en el poder central y un vasto
territorio a un estado basado en vínculos personales fragmentado en los distintos feudos. En ellos
el señor acapara las funciones propias del estado como, por ejemplo, legislar, imponer impuestos y
administrar justicia. La tierra adquiere una enorme importancia económica al disminuir el
comercio y la circulación monetaria. Por eso, la agricultura es la base de la economía feudal, una
economía de autoconsumo. La vida rural predomina frente a la urbana. Un feudo característico se
componía de una aldea rodeada de terrenos para cultivar protegida por un castillo regentado por
un señor. A este castillo también se le denominaba "burgo". Por extensión se aplicó el nombre de
"burgo" a las poblaciones que se desarrollan en torno a estas construcciones. Así surgieron las
grandes ciudades medievales. A los habitantes de estas nacientes ciudades se les llamaban
"burgueses", naciendo el término "burgués". A estos centros acudían los campesinos a vender sus
excedentes: cereales, frutas, carne, a la vez que compraban artículos de uso cotidiano elaborados
por los artesanos (herramientas, cerámica, ropa...). Se fueron creando nuevos barrios de artesanos
y mercaderes que se agrupaban en gremios. Fue en estas ciudades donde nació el estilo gótico,
una evolución del románico. Estas ciudades vieron el levantamiento de prodigiosas catedrales:
Chartres, París, Colonia, León o Burgos se cuentan entre las obras arquitectónicas más
extraordinarias que ha construido el hombre. También las ciudades vieron el nacer de las
universidades como las de Bolonia, Oxford, Cambridge, Salamanca o París. En ellas se aprendían las
siete artes liberales compuestas por el "trivium" (gramática, lógica y retórica) y el "quadrivium"
(geometría, astronomía, aritmética y música). También podían cursarse estudios especializados
como derecho, medicina, teología y filosofía. La filosofía dominante era la de Aristóteles, cuyos
textos habían llegado a Europa a través de los centros de enseñanza árabes. La filosofía medieval,
la escolástica, se proponía fundamentalmente sistematizar la concepción cristiana del mundo en
términos aristotélicos. El representante más célebre de esta corriente fue santo Tomás de Aquino
Catedrales majestuosas, universidades... Vaya, parece que la Edad Media no es esa época oscura
que siempre nos han querido vender... Y todavía no hemos mencionado los monasterios. Los
monasterios también fueron islas de civilización. De ellos no sólo emanaba espiritualidad, cultura y
cristianismo, también fueron los que introdujeron la roturación de los bosques, beneficiosos
inventos como la buena cerveza, o maravilloso remedios naturales. Pero los monasterios fueron
fundamentalmente grandes escritorios donde se salvaron, copiaron y conservaron los manuscritos
que hemos heredado de la Antigüedad. Estas islas de civilización no eran lo común dentro de la
sociedad medieval. La mayoría de la población era analfabeta. Aquí los juglares y trovadores
jugaron un papel muy importante. Eran músicos y poetas que divulgaron oralmente las hazañas
épicas de héroes. La Edad Media es la época de los grandes caballeros y los grandes cantares de
gesta como el Cantar de Mío Cid, la Canción de Roldán, Beowulf o el Cantar de los Nibelungos.
Estos poetas también nos hablaron del "amor cortés", que expresaba el amor de forma noble
sincera y caballeresca. El mayor ejemplo lo encontramos en la historia artúrica de Tristán e Isolda.
La poesía trovadoresca era sobre todo de temática amorosa, pero también podría centrarse en
aspectos políticos, morales, religiosos, etcétera. Otro de los temas podía ser el de las Cruzadas, una
serie de campañas militares con el objetivo de restablecer el control cristiano sobre Tierra Santa, el
territorio geográfico que comprende todos los sitios en los cuales se desarrollaron escenas bíblicas.
Para terminar veamos cómo era la pirámide social de un régimen feudal: en lo alto de la cúspide se
encontraban el emperador o los reyes; para el siguiente escalón vamos a establecer dos columnas
diferenciadas, pues la iglesia constituía una jerarquía paralela a la nobleza. Dentro de la alta
nobleza tenemos a duques, marqueses y condes, cuyos títulos derivan de gobernadores del
imperio carolingio. Un escalafón más bajo tenemos a barones, caballeros, etcétera. En la rama del
clero también distinguimos entre alto clero, que procedía de la alta nobleza y las familias reales, y
el bajo clero, que procedía de familias acomodadas de campesinos y artesanos. En la base de la
pirámide tendríamos al 90% de la población: el campesinado. Los campesinos con menos
derechos, como el de no poder abandonar el feudo, eran los siervos La diferencia principal entre
un siervo y un esclavo consistía en que, en general, ,un siervo no podía ser vendido por separado
de la tierra que trabajaba, y en que jurídicamente era un hombre libre. Era una sociedad
profundamente estática ya que cada individuo permanecía en la clase social en la que había
nacido. Las injusticias que comportaba esta jerarquía eran compensadas por la religión. Toda
situación de desventaja en este mundo se compensaba con una situación de ventaja en el
siguiente.

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