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MENTALIDAD

Cuando se habla de mentalidad, ésta generalmente se suele definir como el “conjunto de


creencias y costumbres que conforman el modo de pensar, enjuiciar la realidad y actuar de un
individuo o una colectividad”. Analizar aquello que entendemos por mentalidad supone
comprender las razones, motivos e intereses existentes, y que están generalizadas en el
determinado grupo social que buscamos analizar. También puede ser importante tener en
cuenta una segunda acepción que se tiene de esta palabra, pues también se suele utilizar la
definición de “capacidad o actividad mental”. Ciertamente, cuando hablamos de mentalidad,
estamos hablando de unas estructuras generalizadas que en mayor o menor medida
condicionan toda la actividad del pensamiento, la relación de los individuos entre ellos y con
ello las configuraciones políticas, económicas etc. que se dan en determinado grupo social. El
término mentalidad es absolutamente inseparable de la cultura, entendida como conjunto de
modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico,
industrial, en una época, grupo social, etc, según la definición de la RAE.
Dicha mentalidad no es fruto de una casualidad momentánea, sino consecuencia de un
proceso dinámico (identidad) de configuración que se da a lo largo de la Historia; siendo esta
Historia distinta en todos los grupos sociales, la configuración de la mentalidad cambia, y por
ello sucede que nos encontramos ante distintas mentalidades de la misma forma en la que nos
encontramos con una diversidad de pueblos y de culturas, con rasgos diferenciados que
incluso pueden chocar y contradecirse entre ellos.

En cualquier tipo de acercamiento que se haga hacia una cultura, todos esos rasgos que
entendemos por mentalidad deben ser analizados y tenidos en cuenta, pues como hemos
dicho existe una probabilidad muy grande de que guarde severas distancias con la que
nosotros poseemos, que en momento alguno debe ser tomada como la “verdadera” o
“definitiva”, poniéndola en una posición de superioridad. De la misma forma, cuando
realizamos un análisis descriptivo de la realidad de una civilización, en nuestro caso, la
civilización Hindú, al analizar las características económicas, políticas y en general, la
evolución que ha tenido dicha civilización, podamos tener en cuenta, las razones, de fondo
diríamos, a las que remiten dichas características que decribimos. Estas condiciones de
posibilidad son las que analizaremos aquí, remitiéndonos constantemente a la definición que
acabamos de aportar y a la información trabajada en el resto de los apartados de este trabajo.
Características de la mentalidad hindú
Al hablar de la mentalidad hindú, se suele describir a esta civilización como rígida en sus
formas de ver el mundo, en sus costumbres y estructuras. Braudel, cuando habla del Extremo
Oriente dice que “se presentan como conjuntos que hubieran alcanzado, muy precozmente,
una asombrosa asombrosa madurez, pero en un marco tal que ha hecho inmutables algunas de
sus estructuras fundamentales. De este hecho han sacado unas esenciales unidad y cohesión.
Pero también una extremada dificultad de trasformarse a sí mismas, en querer y poder
evolucionar, como si se hubieran negado sistemáticamente al cambio y al progreso” (Braudel,
1966, 157). Es cierto, que una forma de vida vegetariana-agrícola y sedentarizada crea una
forma de vida en la que es muy importante la armonización tanto de la producción como de
los individuos, de forma que se de un muy elaborado proceso de estructuración, dando lugar a
estructuras sociales complejas que en la civilización hindú han tomado su forma en el sistema
de castas, todo ello como consecuencia de la necesidad de organizar ese desarrollo.
Probablemente se encuentran aquí los cimientos de esa rigidez de la que hablábamos.

La religión
Pero al hablar de la mentalidad hindú, lo que constantemente debemos tener en cuenta es su
particular sentido religioso. Al igual que las otras civilizaciones que conservan formas tan
arcaicas, hablamos de una religión que abarca todos los aspectos de la vida individual y
social. Cuando hablamos de mentalidad hindú, hablamos de una mentalidad religiosa, en
todas las manifestaciones que tiene esa mentalidad. Dice Braudel, que en esta civilización, “el
Estado es religión, la filosofía es religión, la moral es religión, las relaciones sociales son
religión. Todas estas formas participan plenamente de lo sagrado. Y probablemente toman de
él su tendencia a la inmutabilidad y a la perpetuidad” (Braudel, 1966, 158)

Sincretismo
Se habla, como hemos dicho, de una mentalidad cerrada, y muchos autores así lo explican,
pero consideramos que lo que de verdad caracteriza la mentalidad hindú es más bien el
sincretismo. Este será el principal eje de nuestra descripción, pues ciertamente, lo que parece
una absoluta cerrazón de un pueblo arcaico es en verdad una mentalidad dinámica con una
gran tendencia a la integración.
La civilización hinduista, sobre todo en el ámbito de la religión, a lo largo de la Historia ha
soportado grandes tensiones. En primer lugar, tensiones religiosas internas con sectas como el
budismo y el jainismo culminaron. Dice Braudel, que “lo que el hinduismo va a popularizar,
bajo miles de nombres diferentes, es a un dios de misericordia, accesible, caritativo, que de
buena gana se deja adorar.” (Braudel, 1966, 208), y reconoce al sentimiento religioso hindu el
“haber asimilado y aceptado los preceptos de pureza, ausencia de violencia, e incluso el
vegetarianismo de ambas sectas” (Braudel, 1966, 208). En una civilización que abarca una
dimensión social tan grande, ese sincretismo será un eje fundamental de su mentalidad, y lo
veremos constantemente, porque tal y como dice Braudel, “es un viejo fondo popular el que
va a , ante todo, reinterpretar el nuevo lenguaje” (Braudel, 1966, 208).

Política
Ese sincretismo del que hemos hablado en el plano religioso, se reproduce así mismo en lo
referente a la política. En este sentido, debemos decir que la época del dominio musulmán en
la India, muestra una vez más, la perseverancia cultural y la tendencia unificadora de la
civilización hindú. Ciertamente, la época del dominio musulmán, que en principio fué una
dominación violenta, culminó con una cohexistencia promovida desde la esfera política, de la
mano de Akbar, que dió lugar a un complejo sistema político y jurídico que permitía la
integral vivencia de la propia identidad tanto por parte de musulmanes como de hinduistas,
vivencias cohexistentes pero manteniendo su integridad. La mentalidad originaria hindú
influyó en esta deriva por parte de los musulmanes, que fueron en cierta medida atrapados
por la mentalidad hindú; del mismo modo en que se mantiene el sistema de castas, la
separación entre hindús y musulmanes se mantiene, pero de forma que ello no afectara a la
vivencia política conjunta de todos los individuos. De esta forma, tal y como dice Braudel,
“en el plano cultural y religioso la India permanece igual a sí misma” (Braudel, 1966, 212), y
“la India musulmana, ha sobrevivido, pues, maravillosamente ella también” (Braudel, 1966,
213).

En este punto debemos hablar necesariamente de la presencia de la civilización islámica en la


India, porque lejos de ser una mentalidad minoritaria, hablamos de una realidad social
histórica y actualmente muy relevante que tal y como hemos visto, es de crucial relevancia
para el desarrollo y comprensión de la mentalidad hindu, que junto con esta, ha permanecido
firme en sus principios, con adaptaciones en el sistema político conjunto de forma que se
garantice la coexistencia. Esta coexistencia en la que no se da una asimilación de estas
culturas, hunde sus raíces en que la mentalidad islámica tiene unas principales características
similares a la hindu.
Historia reciente
Llegados a este punto, y para hablar de las manifestaciones más actuales de la mentalidad
hindú, hablaremos del fenómeno colonial inglés en la India y la superación de dicho período
con Gandhi y el surgimiento de la India tal y como la conocemos ahora; este período de
tiempo del que hablamos es sin duda, la época en la que esta mentalidad ha sufrido las
mayores crisis, a la vez que por sus manifestaciones tan recientes, mejor nos facilita la
comprensión de la actual configuración de esta mentalidad.
A diferencia de la adaptación de los musulmanes, la pretensión británica fue la de derribar las
estructuras sociales y económicas propias de la India y de transformar el conjunto del orden
de modo en que se adaptara a la mentalidad propia de los británicos. El dominio británico
puso en crisis lo que la mentalidad hindú había creado; por un lado, la tradicional economía
hindú fue sustituida forzosamente por un imperio económico de terratenientes, banqueros,
prestamistas y otros muchos “intermediarios”, con una lógica de explotación que rompe con
la forma de ver el mundo hindú. La lógica de una rapidísima industrialización y modelos de
producción destinados a una apabullante explotación de los recursos naturales chocaron
absolutamente con el modelo hindú, basado por lo contrario en la producción de lo mínimo
necesario para la subsistencia y sobre todo, en una lógica de progreso a muy largo plazo,
apoyado en estructuras sociales férreas en las que el cambio se produce muy lentamente, a
pasos pequeños, lógica en la cual además, si bien existen las conocidas diferencias entre
castas, el progreso de da en un nivel conjunto y generalizado. Esta forma de ver el mundo
choca completamente con el proyecto económico de los británicos en la India, y supuso la
que probablemente ha sido la mayor tensión que la mentalidad hindú y todas sus
manifestaciones sociales han sufrido en la Historia.

Gandhi, que rescató el verdadero sentido religioso de la concepción hindú del mundo, esa
concepción según la cual, como hemos dicho, abarca en un sentido religioso todas los
aspectos humanos, fue el mayor artífice del fortalecimiento y triunfo de dicho modo de ver el
mundo, y por lo tanto, al hablar de lo que supuso el movimiento liderado por Gandhi,
debemos tener en cuenta que hablamos de la ,manifestación más relevante de la mentalidad
hindú en la época más reciente. Braudel nos dice que Gandhi “Enseñaba que las únicas
fuerzas de las que es lícito valerse para forzar la voluntad de los demás son la verdad, la
no-violencia, respeto de todo ser humano, la pureza” (Braudel, 1966,219). Dichas
características sintetizan una vez más aquellas características fundamentales en las que se
basa la mentalidad hindú, y ciertamente, Gandhi, muy buen conocedor de la realidad de dicha
mentalidad, y siendo consciente de la firmeza y calado de dicha mentalidad, supo despertar su
fuerza, y triunfó. Braudel describe muy bien esta original fuerza que constituye la mentalidad
hindú y su triunfo, al afirmar que “todo ello ha sido conseguido sin violencias, sin
declaraciones escandalosas, dejando actuar a la naturaleza, a los hombres y a las cosas, sin
forzar el curso de los acontecimientos salvo cuando es posible y el éxito probable” (Braudel,
1966, 221).

Manifestaciones actuales
Para finalizar este apartado, tomamos como referencia un artículo publicado en la revista
académica Frónesis de la Universidad del Zulia en Venezuela, titulado “Origen y desarrollo
de la Constitución de la India”. Consideramos que la Constitución de la India muestra la
síntesis de todo este proceso del que hemos hablado, y se convierte en una referencia clave y
actual para la comprensión de la mentalidad de la civilización hindú. Actualmente, la
Constitución aprobada el 23 de enero de 1950, posterior a la independencia de la India en
1947, constituye el marco jurídico y administrativo que regula la sociedad india y en el modo
en el que cumple esa función identificamos claramente los rasgos distintivos de la mentalidad
de la que hablamos.
En primer lugar, tal y como dice el citado artículo, “como resultado de su larga historia, India
ha sido y sigue siendo un corolario de diversas etnias y diferentes culturas milenarias. Por tal
motivo, en la nueva Constitución, así como en la formulación del nuevo sistema jurídico, los
expertos han tenido presente la variedad existente y han elaborado una moderna normativa
que ha buscado ser la síntesis entre tradición cultural religiosa y normas positivas jurídicas”
(Sofia y Palikunangara, 2009, 10). Ciertamente, la civilización hindú ha sabido integrar,
como hemos repetido, distintas realidades y se ha sometido a si misma a una constante
adaptación sin perder sus bases fundamentales, y dicha unidad y cohesión, esa absolutización
de cualquier realidad social, sigue formando parte esa mentalidad, lo que lleva a que”todavía
consigue el resultado concreto de formar un sistema jurídico de leyes by, además, de
mantener la unidad del subcontinente (Sofia y Palikunangara, 2009, 10).

El artículo prosigue diciendo que “esta idea sincrética heredada de la mentalidad hindú,
mantiene firme algunos aspectos importantes por su identidad, es abierta a la discusión, a la
elaboración, a la investigación para responder exigencias de su propia sociedad heterogénea”
(Sofia y Palikunangara, 2009, 11). Se considera por lo tanto, esa búsqueda de unidad y
convivencia como uno de los rasgos definitorios de esta mentalidad, tal y como venimos
diciendo, y en esta Constitución adquiere carácter normativo; encontramos, ciertamente, en
dicha Constitución, el fruto de “un desarrollo cultural que a pesar de situaciones históricas
contingentes ha cultivado y afirmado la primacía de la convivencia y de la tolerancia, donde
han convivido y se han mezclado elementos y principios positivos o laicos como Estado, ley,
democracia con un avisión de la vida fuertemente religiosa” (Sofia y Palikunangara, 2009,
10). Afirmamos, pues, como conclusión, que la Constitución de la India se trata de la
expresión más palpable para nosotros de una mentalidad, la hindú, que durante siglos y
también ahora, se mantiene inamovible en su concepción de ver el mundo, basada en una
perspectiva religiosa que abarca toda la realidad social y la forma de organizarla, una base
que determina cualquier estructura política, económica y social que podemos analizar en esta
civilización, y como vemos, se mantiene firme.

BIBLIOGRAFIA:
-BRAUDEL, FERNAND, LAS CIVILIZACIONES ACTUALES, TECN-PASQUALE
SOFIA; PAUL THRESSIAMMA PANIKULANGARA, “ORIGEN Y DESA

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