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TRABAJO FINAL ANÁLISIS DE TEXTO III

LA REESCRITURA DE LOS CLÁSICOS

TRABAJO REALIZADO SOBRE EL TEXTO “ANTÍGONA”, DE SÓFOCLES

TRABAJO ACTORAL: ORNELA HUDSON


PRIMERA REESCRITURA: NICOLÁS BENITEZ
SEGUNDA REESCRITURA, DIRECCIÓN Y FUNDAMENTACIÓN:
FRANCISCO IGARZÁBAL

El desarrollo histórico del teatro occidental no es otra cosa que una eterna
reescritura, “Sobre la reescritura de los clásicos”, Andrés Pociña.
1. Primer abordaje teórico:
¿Por qué seguir trabajando sobre los clásicos?
En su texto “Por qué leer los clásicos”, Ítalo Calvino presenta variadas
definiciones sobre lo que puede ser considerado un clásico, según distintos aspectos
tomados en cuenta. De allí tomo la siguiente definición:
“Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se
imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria
mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual”.
Sumado a esto, y tras leer el texto “Picadero #41”, me quedo con una idea,
con un concepto tal vez: un clásico no es, sino que un clásico “sigue siendo”. Es así
que “Antígona” es un clásico de la literatura teatral, porque es una pieza que sigue
siendo referente, trascendental, e incluso “actual” miles de años después de su
escritura. Como enuncia el director teatral Ricardo Bartis en el video “¿Por qué es
un clásico? - Teatro”, “los temas son los mismos, el procedimiento es el que cambia”,
tal como sucede con Antígona, los tópicos que aborda, las relaciones entre hombres
y mujeres (relación de amor), entre viejos y jóvenes (relación de parentesco), entre
vivos y muertos (relación de recuerdo), entre personas y dioses (relación de culto),
y entre individuo y sociedad; todas temáticas que son transversales a las sociedades
actuales. Y no son sólo las ideas que aborda, sino también el planteamiento y la
escritura poética que hacen que este clásico, al día de hoy, siga siendo. Sin embargo,
continuando con las palabras de Bartis de que el procedimiento de hacer teatro es el
que cambia, y sumando a que el espectador, siendo parte fundante del hecho teatral,
también cambia constantemente, considero que el trabajo de las reescrituras es, hoy
día, más importante que nunca para trabajar los clásicos. Así también dice Jorge
Dubatti, “habría que distinguir dos clásicos, el clásico que vive por su teatralidad, por
la fuerza del teatro, y el clásico que vive por la historia […] uno vuelve a la historia, a
buscar los grandes textos de la historia, pero por ahí esos textos en la realidad no
funcionan tanto […] si uno quiere hacerlo funcionar mejor, hoy, le tiene que meter
mano”.
En el mismo texto anteriormente mencionado, Ítalo Calvino enuncia: “Tu
clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo
en relación y quizás en contraste con él”. Es también allí donde recae la reescritura
del clásico, en una auto identificación con un texto que lleva escrito tantos años, que
lo único que necesita es una reescritura, un reordenamiento de las palabras, o de las
ideas, para volverlo “novedoso”, para traérselo al público de hoy, disfrazado de algo
nuevo, pero que dentro esconde el dulce sabor de las palabras escritas, por ejemplo,
por Sófocles, milenios atrás. Tal como dice la actriz Ingrid Pelicori, “todos los clásicos
son de otras épocas […], uno se vincula con ese pasado, con los que estuvieron antes,
lejos, y pone el cuerpo para recrear algo que pensó un señor muchos años atrás, en un
lugar lejano, y eso hace algo de continuidad a la especie, una experiencia de la especie,
con la que seguimos dialogando, para recrearla, para cuestionarla, para cambiarla,
para transmitirla […] algo que liga generaciones, y permite que las voces de los
muertos se sigan oyendo”.
2. Proceso del trabajo en la reescritura y adaptación teatral:
Al tomar un texto fuente tan vasto en temáticas y abordajes, no tiene una
única manera de hacerse, ni de pensarse, por lo que un abanico de posibilidades se
abre ante uno. Tras leer el texto de Nicolás Benítez, referido a Antígona, y tomando
estas palabras en consideración, opte por comenzar a trabajar la escena desde una
imagen global subjetiva, con la idea de buscar, como dice Ítalo Calvino, “en los
pliegues de la memoria” las sensaciones a las que las palabras me llevaban. Así fue
que me surgió una imagen de un cálido y hogareño fuego, que es espeso y dulce.
Con esa imagen en mente, lo primero que surgió en mi cabeza fue el libro de
Ray Bradbury “Fahrenheit 451”, considerado un clásico de la literatura del género
de ciencia ficción, lo que inmediatamente me dio la idea de trabajar a lo largo de la
representación con el concepto de reivindicar clásicos no teatrales, en una pieza
teatral. Inmediatamente después, y con este concepto en mente, surgió el libro “La
divina comedia”, de Dante Alighieri, uno de los clásicos por excelencia de la
literatura. Para cerrar con la literatura, opté por trabajar con un texto de Jorge Luis
Borges, y surgió del libro “La cifra” la idea de trabajar con un Haiku (un tipo de
poesía japonesa) que había leído y resonó en mi cabeza ni bien tomé la decisión de
agregar una poesía al texto.
Con el trabajo previo mencionado anteriormente, me dispuse a realizar una
reescritura del texto de mi compañero Nicolás Benítez, mantuve algunas frases de
su pluma, las más fundantes de la idea original, mientras que añadía textos propios
y de los libros mencionados. Para terminar de producir un ambiente que sea
propicio para el trabajo, elegí comenzar con una pieza de música clásica, la primera
apertura del Réquiem en Re menor de Mozart, y finalizar con la pieza Lacrymosa,
del Réquiem del mismo autor. Esta última pieza justifica su elección no sólo en las
emociones que produce en el espectador sonoramente, sino que también porque
representa el paso del muerto por el sendero que lo lleva a su última morada, la
despedida y el enfrentarse al más allá, lo que acompaña de manera perfecta el cierre
de la escena.
Es así que concluí el trabajo teniendo en mano un texto que consideré más
cercano a mí mismo, y a su vez más cercano a lo que busco producir en un espectador
mediante el teatro. Y tras re trabajar y releer la fundamentación teórica de los
clásicos y el por qué reescribirlos, consideré que tenía mi propia reescritura en
mano.

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