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LA PRENSA Seminario Problemáticas

GRÁFICA ANTE Contemporáneas


Complejas.
EL GOLPE “Cultura, comunicación y
MILITAR DE constitución de la
subjetividad”.
1976

Responsables:
 Alberto Ló pez
 Laura García
 Matias Uriarte
 Sandra Usabarrena

Autora:
 Julieta Tripailao.
1 La prensa gráfica ante el golpe militar de 1976

INTRODUCCIÓN:

El presente informe pretende analizar el funcionamiento de la prensa gráfica durante la


última dictadura militar en Argentina (1976-1983), su rol y principales posiciones
editoriales, teniendo en cuenta que el régimen militar basó la represión clandestina en el
ocultamiento informativo. Partiremos por las causas que produjeron el golpe de estado,
abordando el contexto político, económico, social y cultural de la época. A continuación,
analizaremos el comportamiento de la prensa gráfica frente a la política de censura y
represión de los militares. Y por último, pondré énfasis especial sobre los medios de
prensa gráfica en la construcción de la subjetividad.

DESARROLLO:

Después de años de proscripción y exilio el 23 de septiembre de 1973 Juan Domingo


Perón llega por tercera vez a la presidencia de la Argentina. Durante su tercer mandato
impulsó como estrategia fundamental de su gobierno la política del pacto social, firmando
principalmente por empresarios y sindicalistas. En su regreso, organizaciones armadas y
grupos sindicales le exigían un cambio inmediato y drástico, la patria socialista. Militares y
clase media esperaban que canalizara los desbordes, anulase la guerrilla y aplacara las
exigencias de las bases.

El 1 de julio de 1974 la esperanza del pueblo peronista comienza a apagarse, el presidente


Juan Domingo Perón falleció a los 78 años. Isabel Perón vicepresidenta de la Nación,
asume la presidencia, aceptada como heredera política por ser esposa de Perón, es la
primera presidente mujer y, toma el cargo de comandante y jefe de las fuerzas armadas.
Perón le cedió enorme poder a José López Rega, ministro de bienestar social y jefe de la
AAA1.

Con la crisis social y política, las organizaciones sociales y la guerrilla extremaban su


lucha. La crisis económica es grave y el poder político naufraga entre el deterioro
económico y los fuegos cruzados de la guerrilla con los grupos parapoliciales atentados,
crímenes y secuestros pueblan esos días.

1
AAA (Alianza Anticomunista Argentina) conocida como la Triple A. Grupo parapolicial y terrorista de extrema derecha
de la Argentina gestado por un sector del peronismo, la Policía Federal y las Fuerzas Armadas Argentinas, que persiguió
y asesino a los que él consideraba como infiltración marxista en el peronismo.
2 La prensa gráfica ante el golpe militar de 1976

Isabel Perón anuncio la creación de una política industrial que mantendría el orden en las
fábricas, pero los intentos del gobierno por erradicar las conducciones gremiales
combativas no tuvieron éxito. Esto provocó que el gobierno de Isabel Perón comenzará a
negociar con las fuerzas armadas. Fue así que el gobierno firma un decreto que autoriza a
las Fuerzas Armadas a combatir la guerrilla hasta su aniquilamiento en la provincia de
Tucumán.

A mediados de 1974 el senado argentino aprobó la ley antisubversiva 2 que prohibía el


accionar de la Guerrilla, pero también la toma de fábricas y huelgas en todo el territorio
nacional. Ante el creciente poder militar, la Triple A, sus acciones represivas y las
organizaciones sociales armadas se reorganizan para fortalecer su lucha.

El 1 de diciembre de 1974 en la capital de la provincia de Tucumán, Humberto Viola oficial


de inteligencia del ejército fue asesinado frente a su familia, al día siguiente Isabel Perón
firmo el decreto 261 que autorizaba al ejército a avanzar sobre la provincia de Tucumán
donde se encontraba uno de los focos más importantes del ejército revolucionario del
pueblo.

El 9 de febrero de 1975 más de 1500 soldados fueron desplegados en el monte Tucumán,


dando inicio al llamado operativo independencia.

El 20 de marzo de 1975 en la localidad de Villa Constitución en la provincia Argentina de


Santa Fe, 4000 mil efectivos del ejércitos reprimieron un multitudinario reclamo obrero en
diversas plantas siderúrgicas de la región. Tras el reaccionar represivo el presidente de
Asinder José Alfredo Martínez de Hoz nieto del fundador de la sociedad rural integrante del
directorio de numerosas compañías norteamericanas se decidió a enviar telegramas de
despido a infinidad de trabajadores entre los que se encontraban muertos y detenidos.

El 31 de mayo de 1975 sobrepasado por el incesante reclamo salarial el ministro de


economía Gomes Morales renuncio a su cargo, en su lugar Isabel Perón designó a
Celestino Rodrigo. A solo 2 días de asumir el cargo, el ministro de economía adopto un
violento plan de ajuste que pasaría a la historia como el Rodrigazo. La respuestas de los
trabajadores no se hizo esperar, miles de obreros del cordón industrial tomaron las fabricas
ignorando el poder de las conducciones sindicales burocráticas produciendo unas de las
huelgas más efectivas de la historia argentina.

2
Ley antisubversiva. Ley 20.840 de seguridad nacional. Fue utilizada para legitimar innumerables detenciones, el cierre
arbitrario de medios de prensa, la demonización de los conflictos y la persecución de la militancia de izquierda.
3 La prensa gráfica ante el golpe militar de 1976

El 5 de Julio de 1975 obligada por los hechos la CGT declaro un paro nacional, era la
primera vez en la historia argentina que los trabajadores declaraban una huelga general
contra un gobierno peronista.

En medio de un país dominado por la inflación, el desempleo, la corrupción y la violencia


política, el descontento social y la lucha de intereses ponían en jaque el gobierno nacional.

El 16 de octubre de 1975 Ítalo Argentino Ludes presidente Provisional de la Nación bajo


licencia de Isabel Perón por enfermedad, dio a conocer una serie de decretos que
otorgaban a los comandantes de las fuerzas armadas el poder total del accionar represivo,
el decreto 2772. Con esto, el ejército tomaba la responsabilidad de combatir la guerrilla y
el gobierno le otorgaba las armas legales para hacerlo.

En diciembre de 1975 faltaban 10 meses para las elecciones presidenciales, sin embargo
las fuerzas armadas afirmaban que ningún partido político podría contener la cantidad de
estallidos sociales que se producían día a día en a Argentina.

Al principio de 1976 más de 500 personas habían sido asesinadas por razones políticas, la
economía argentina estaba fuera de control y la dirigencia gremial no lograba contener las
protestas salariales que estaban en todo el país. Mientras tanto la mayor parte de la prensa
Argentina sobreexponía la realidad que miraba día a día la gobernabilidad de Isabel y
acompañaba la gestación de la intervención militar.

Mientras Buenos Aires se llenaba de reporteros que esperaban el desenlace de los hecho,
en la oficina del ejército el General Roberto Eduardo Viola redactaba el plan de batalla,
habría un día y una fecha en el que las tropas se desplazarían a escuelas, universidades,
hospitales, edificios de prensa, sedes partidarias y dependencias públicas, como ser la
casa de gobierno y el congreso de la Nación. Todo movimiento de tropa seria encubierto
bajo la apariencia de la lucha antiterrorista, el plan establecía prioridad de captura, en
primer instancia figuraban guerrilleros, políticos, sindicalistas combativos, economistas y
periodistas que serían apresados por fuerzas militares, en un nivel inferior figuraban los
colaboradores, los simpatizantes de las agrupaciones guerrilleras y sindicales que serían
arrestados por fuerzas policiales. Por último se establecía que la primera fase del plan
seria la detención de Isabel Perón.

El 24 de marzo de 1976 una junta militar integrada por el teniente general Jorge Rafael
Videla, el almirante Eduardo Emilio Masera y el Brigadier Orlando Ramón Agosti jefes de
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las fuerzas armadas ejército, marina y fuerza aérea, derrocó al gobierno de Isabel, el
nuevo gobierno se autodenomino “Proceso de Reorganización Nacional” y sus primeras
medidas fueron suspender la actividad de los partidos políticos y el derecho de Huelga,
establecer la pena de muerte para los delitos de orden público según el orden de justicia
militar, arrestar a funcionarios y dirigentes del gobierno anterior presuntamente implicados
en negocios perjudícales para el país, disolver el congreso nacional, remover a los
miembros de la suprema corte de justicia de la Nación y la imposición de una fuerte
censura sobre todos los medios de comunicación. El golpe cuenta con la complicidad de
varios sectores civiles, como la sociedad rural, grupos empresarios y financieros, el sector
más conservador de la iglesia católica y por el apoyo de muchos medios de prensa que
colaboraron en la preparación de la sociedad para aceptar el golpe como última alternativa
para salir de la crisis.

La nueva dictadura planteó la necesidad de fundar una nueva estructura de la sociedad


argentina, tanto en términos económicos como políticos, para consolidar un proyecto
hegemónico basado en un nuevo patrón de acumulación, la valorización financiera. Para
ello, buscan volver atrás las nuevas reformas económicas y sociales hechas por el
peronismo e instaurar un nuevo orden social. Buscar un país sin huelgas y una clase
obrera obediente.

Los militares entendían que el enemigo comunista se infiltraba no sólo por intermedio de
las organizaciones armadas, sino también a través de un entramado cultural. La prensa, la
radio y la televisión son dispositivos fundamentales de producción de subjetividad. Fue por
eso que los militares pensaron a los medios como un lugar estratégico en su política de
control. La desinformación a través del ocultamiento de hechos y la censura explícita,
fueron mecanismos que tendieron a la construcción de un discurso hegemónico oficial, sin
posibilidad de ser contrarrestado. Este modo de construir opinión pública a partir de
dispositivos de colonización de la cultura y la subjetividad, puso en riesgo la concepción
democrática entendida como pluralidad de voces.

Antes del golpe, los militares habían hecho circular una cartilla con las palabras que
consideraban inadecuadas, una larga lista de términos prohibidos y aceptados por los
dueños de las empresas periodísticas que la hicieron respetar. Una vez en el poder estas
sugerencias se convirtieron en normas. En las primeras horas del 24 de marzo la junta
militar redactó una serie de comunicados que recortaban las libertades y garantías
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constitucionales de los argentinos. La libertad de prensa fue suprimida en el comunicado


N°19, en la que los comandantes resolvían que serían reprimidos el que difundiese por
cualquier medio comunicados o imágenes ilícitas de actividades subversivas o terrorismo.

En la madrugada del golpe fueron convocados todos los directores de los medios de
difusión metropolitanos a la sede del Comando General del Ejército, donde se les informó
la decisión de implantar un régimen de censura y les fue entregada una cartilla para que
faciliten la tarea del censor. También se creó un “Servicio Gratuito de Lectura Previa” que
funcionaba en el interior de la Casa Rosada, donde debían enviarse un juego por triplicado
de cada edición: una de esas copias era devuelta con las ‘correcciones’, y las otras dos,
eran remitidas para el análisis de censura posterior.

Por otro lado, desde la Secretaría de Prensa y Difusión se hizo llegar a los distintos medios
los dieciséis principios y procedimientos. También se conformaron organismos específicos
como el Comité de Estudios sobre los Medios de Comunicación Escritos, el cual se
encargaba de elaborar informes sobre análisis políticos, el diseño de una estrategia de
medios y una minuciosa recopilación de normas acerca de las alternativas legales de
censura contra los medios.

Durante la dictadura se allanaron diversas empresas periodísticas en distintas localidades


del país, deteniendo y encarcelando a directores, redactores y reporteros de distintos
medios; se intervino militarmente a la Federación Argentina de Trabajadores de la Prensa y
se clausuró o prohibió la circulación de determinadas revistas y periódicos. Una gran
cantidad de periodistas vivió distintas situaciones de persecución, secuestros, asesinatos y
presiones emanadas directamente del régimen militar o de los empresarios periodísticos
que habían apoyado el golpe y estaban aliados al gobierno.

La dictadura no tuvo matices en su accionar frente a las empresas de prensa. Los medios
críticos fueron acallados, aquellos que quisieron mantener algún rasgo de autonomía frente
a su accionar político eran reprimidos, y aquellos que funcionaron como adictos, fueron
tratados con esmero. Se priorizó la relación con las empresas de prensa, y se contempló
situaciones de privilegio para el sector.

Los medios argentinos jugaron un pobre papel en la denuncia e información de los


crímenes cometidos por el terrorismo de Estado. La mayoría de los medios mantuvo una
actitud temerosa, ajena a toda voluntad de constituirse como actor autónomo y hablar con
propia voz. Los únicos diarios que dieron algún espacio a las violaciones de los derechos
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humanos fueron el diario de habla inglesa Buenos Aires Herald que, si bien apoyó la
intervención militar, pronto se convirtió en el medio al que acudían los familiares de los
desaparecidos para difundir su búsqueda a través de solicitadas y cartas de lectores que
eran publicadas mientras otros medios se negaban a hacerlo. Otro de los diarios fue La
Opinión hasta el secuestro de su director en abril de 1977 y la posterior intervención del
diario, y en menor medida La Prensa, que fue el primero en publicar una solicitada en favor
de los desaparecidos, el 15 de octubre de 1977. Estos periódicos no se consideraban
opositores y daban su apoyo global al régimen, pero pedían que la represión del peronismo
se hiciera dentro de marcos legales y reproducían denuncias de desapariciones, lo cual en
el contexto dictatorial marcaba una diferencia crucial con el resto de los medios. Algunos
medios gráficos actuaron directamente como portavoces del gobierno militar; ya sean por
convicciones ideológicas propias, por acomodamientos a las circunstancias o por
conveniencia en términos de beneficios económicos o empresariales.

El 2 de noviembre de 1976 los diarios Clarín, La Razón y La Nación compraron el paquete


accionario mayoritario que estaba en manos del Grupo Graiver, que había sido creado por
el banquero y empresario David Graiver, fallecido el 7 de agosto de 1976. Con esa compra,
los diarios pasaron a ser socios del Estado en el emprendimiento, ya que éste era
propietario de un 25% de las acciones de Papel Prensa. Gracias a ello, obtuvieron
provecho de un convenio con el gobierno militar que les permitió monopolizar la producción
nacional de papel para periódicos y asegurar una posición asegurada en el mercado.

Estaban aquellos diarios donde los militares tenían una influencia directa ya sea por ser de
propiedad estatal o por haberlos intervenido. Los que desde una comunión ideológica
sostenían el discurso represivo de las FFAA y fomentaban las políticas económicas
adoptadas como La Nación y La Prensa. Otros recostados en una pretendida postura
aséptica, como Clarín. Otros, que sin llegar a manifestar oposición al régimen, sufrieron
mayores niveles de vigilancia, Crónica cargaba el peso de su vinculación histórica con el
peronismo, El Cronista Comercial que había pasado por una etapa politizada previa al
golpe, y otros que directamente tuvieron que dejar de salir como Mayoría (peronista), El
Mundo (vinculado al ERP) y Noticias (de los Montoneros)

Con respecto de las distintas revistas, entre ellas también se replicó esta situación, aunque
en este segmento se permitió un mayor nivel de disidencia. Entre las editoriales más
colaboracionistas se encuentran Atlántida y Perfil, los diferentes productos apuntalaban las
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políticas del régimen. Con menos circulación, la prensa política también se alineaba en
esta tendencia. Una de las revistas que se destacó por un posicionamiento cuestionador
frente al poder, fue Humor, de Ediciones La Urraca, cuyos ejes temáticos iban desde la
política económica hasta los derechos humanos. Hacia fines de la dictadura apareció El
Porteño, una experiencia que venía a ampliar la crítica política con la incorporación de
nuevas temáticas como la sexualidad, lo juvenil, etc., y la revista de ensayos Punto de
Vista, que comenzó a editarse como un espacio de resistencia y reflexión, aunque con una
circulación muy restringida. Otras revistas tuvieron que dejar de salir como por ejemplo
Cuestionario y Crisis.

Los medios de comunicación constituyen una fuente investida de autoridad que determina
que las personas acepten y obedezcan de manera inconsciente e incondicional los
mensajes comunicacionales, los sentidos y la configuración de la realidad que imponen.
Los medios de comunicación se convirtieron en dispositivos privilegiados de
disciplinamiento social: producen una cultura de masas y una subjetividad uniformada a
través de la sugestión. Es por eso que los militares lo tomaron como un punto clave, para
colonizar las conciencias y someter la subjetividad, adoptando políticas de control y
dominación sobre ellos.

En la esfera comunicacional se observa, prácticamente, una hegemonía en la que las


televisoras, las radios, los medios impresos trabajaron sobre una misma ideología. Las
películas, novelas, mensajes, noticias e informaciones que se difundieron durante la última
dictadura militar, tuvieron un fin político, ideológico y económico, que respondieron a los
intereses de la junta militar.

Los militares demostraron la capacidad de fijar sentidos e ideologías, seleccionando lo que


debió ser visto, leído y oído por el conjunto del público. Hicieron que los medios se
apropiaran de diferentes léxicos para intentar colocar dentro de sí todos los léxicos, a
servicio de sus objetivos particulares. La superficie redaccional de los periódicos se
caracterizó por la preeminencia del discurso monocorde militar, la sobreabundancia de la
liturgia castrense y la exacerbación del discurso disciplinador, junto a los editoriales
apologéticos en torno a los objetivos refundacionales del nuevo gobierno y la “lucha
antisubversiva”.

En relación a la represión ilegal, es importante resaltar que a través de la autocensura las


empresas renunciaron explícitamente a uno de los objetivos básicos de la tarea de los
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medios periodísticos: captar, seleccionar y difundir aquellos hechos noticiables que tienen
una gran repercusión pública. Más aún cuando se trataba de informar sobre los actos del
Estado y sus efectos en la sociedad civil (y teniendo en cuenta que se trataba de crímenes
realizados en forma clandestina y con fines políticos).

CONCLUSIÓN:

El gobierno militar que tomó el poder en 1976 utilizó de manera sistemática no solo los
medios de prensa gráfico, sino a todos los medios de comunicación como espacio de
construcción de un discurso oficial, como estrategia para imponer su ideología. El gobierno
militar quiso utilizar el poder comunicacional de la prensa gráfica para colonizar la
subjetividad de las personas. Los militares querían colonizar las conciencias y someter la
subjetividad. La prensa fue tomando el espacio público, convirtiéndose en un dispositivo
fundamental de producción de subjetividad. Con su proliferación se fueron instalando en un
lugar idealizado como garantes de “La Verdad”, constituyéndose paulatinamente en la
principal fuente de noticias e información. Por eso los militares lo tomaron como un punto
clave. Su estrategia consistía en homogeneizar el discurso ideológico de los medios
masivos, demostrando de cierta manera en que se basaba el sistema, exponiendo noticias
que les permita a ellos construir la realidad que querían mostrar y silenciando cualquier
posibilidad de disidencia a través del bloqueo de la información.

La dictadura militar fue una amenaza para la libre expresión debido a que ha sido capaz de
tergiversar a la prensa frente a la situación por la cual sufría el país, para no verse afectada
su imagen. En este periodo había una alta represión, se tenía un manejo y control sobre la
ciudadanía y se castigaba cualquier evento contrario al régimen como una manera de
neutralizar un discurso y un tipo de movimiento opositor que dañara su propia imagen o
que desestabilizara el poder mismo, por lo tanto, cualquier elemento que afectara o
interviniera al poder, se hacía todo lo posible por censurarlo.

La persecución a medios o a personas llegó a extremos dramáticos en los casos de


detención, desaparición o exilio forzado de periodistas, intelectuales, artistas y trabajadores
del ámbito de la cultura. Durante los años que duró la dictadura, nunca cedieron el poder a
los medios, sino que lo utilizaron para su propio beneficio. Durante todo ese tiempo hubo
manipulación de la información, desinformación, hechos que fueron ocultados al público,
así mismo la censura fue explícita y solo llegaban aquellas noticias admitidas por quienes
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se encontraban en el poder. La junta militar opero colonizando una subjetividad


telecomandada: modelaron, controlaron y manipularon significaciones y saberes,
haciéndolos funcionar como verdades que devienen comunes por efecto identificatorio.

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