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Miriam-Doris Munteanu

LA ADMIRACIÓN

A lo largo de la vida, conocemos muchas personas, diferentes tanto en apariencia como en carácter,
visión, ocupación, intereses, aspiraciones, comportamiento. Conocemos la empatía, también la
antipatía, pero el sentimiento que realmente despierta nuestro interés es la admiración.

Desde mi punto de vista, la admiración es el primer impulso a imitar a alguien porque tendemos a
apropiarnos de los gestos, las acciones y opiniones que más nos gustan o que consideramos
interesantes en una persona, en una ocasión. Sin darnos cuenta, somos la suma de nuestro propio
material genético y los rasgos prestados de las personas que admiramos. De esta forma, considero
afavorable la admiración por personas relevantes en el ámbito cultural (teatro, pintura, escritura...).

En primer lugar, la admiración puede nacer de una primera impresión, o puede desarrollarse mientras
conocemos a una persona. Asimismo, es cierto que una persona que admiramos se convierte
automáticamente en un punto de interés, del cual queremos saber más detalles y, inconscientemente,
lo imitamos. Plagiamos expresiones verbales, faciales, gestos… de forma que nos damos cuenta que
en nuestro comportamiento y actitud encontramos rasgos compartidos con nuestros conocidos.

En segundo lugar, la admiración es uno de los sentimientos más sinceros e implica la inclinación de
una persona hacia el progreso y la capacidad de darse cuenta de que el hombre es un ser destinado a la
evolución. De lo contrario, no podríamos admirar las cualidades de una persona, sino que las
miraríamos con perversidad, dejándonos presos de la competencia y la comparación, el negativismo y
la búsqueda de fuentes de inspiración inapropiadas. La admiración es el primer impulso para imitar a
alguien, pero sería ideal obtener este impulso de fuentes que nos hacen querer ser mejores.

En conclusión, la admiración determina la adquisición de ciertos rasgos de las personas que nos
gustan, que nos inspiran a través de la actitud, el pensamiento y el comportamiento, siendo el primer
impulso para imitar a alguien y ayudándonos a dar forma a nuestra propia forma de ser.

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