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El Maná de la Torá por Dr Ketriel Blad

Vayikrá 24-1. Y llamó.


Levítico 1:1-13
es holocausto, una ofrenda encendida de aroma agradable para el SEÑOR. (Lev. 1:13b LBLA)

¿Cómo se puede aplicar el principio del holocausto de manera personal?


La olá (holocausto) representa la entrega total de nuestras vidas. Le damos todo lo que somos a HaShem. Nos
damos a nosotros mismos a Él. No damos en primer lugar lo que tenemos o lo que podemos lograr, sino a
nosotros mismos como ofrenda de ascensión, para ser consumidos delante de Él y no tener nada para nosotros
mismos. No nos pertenecemos.
En el momento de la entrega somos presentados ante Él, para luego, poco a poco, experimentar la olá,
empezando por darle nuestra vida, representada por la sangre.
Después de darle nuestra vida, Él nos va partiendo en trozos. Primero toma nuestra cabeza, nuestra mente, y la
quema hasta que no quede nada de lo nuestro. Entonces nuestra oración será “No se haga mi voluntad sino la
tuya. Las cosas no son de la manera que yo las entiendo, sino según lo que tú entiendas y según están reveladas
en tu Torá.”
El siguiente paso del sacrificio de nuestro ser es cuando es quitado el “sebo”, aquella protección que cubre
nuestras entrañas (nuestros motivos, intenciones y sentimientos). De esa manera somos hechos vulnerables.
Nuestra insensibilidad hacia lo divino es eliminada. Esto se puede comparar con la circuncisión del corazón (cf.
Deuteronomio 10:16). También puede ser comparado con la eliminación del muro de protección de argumentos
alrededor de las emociones y la mente de una persona, como está escrito en 2 Corintios 10:3-6: “Pues aunque
andamos en la carne, no luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino
poderosas en Elohim para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia del
Mesías, y estando preparados para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa.”
(LBLA revisada)
El siguiente paso de la ofrenda de ascensión es que las entrañas y las patas son lavadas en agua, lo cual
representa el proceso de purificación por la Torá, como está escrito en Juan 15:3: “Vosotros ya estáis limpios
por la palabra que os he hablado.” (LBLA) En Efesios 5:26 está escrito: “para santificarla, habiéndola
purificado por el lavamiento del agua con la palabra” (LBLA)
Las entrañas representan los motivos, las emociones, los deseos etc. Las patas representan nuestra conducta, el
caminar, nuestro estilo de vida. Nuestros motivos y nuestra conducta tienen que ser purificados por la Torá para
poder ser ofrecidos delante de HaShem como un olor agradable. HaShem nunca acepta nuestros deseos sin
haberlos purificado por la Torá. Tampoco acepta nuestro estilo de vida sin la purificación por la Palabra. Todo
tiene que pasar por una corrección, mediante el proceso del estudio de la Torá dirigido por el Espíritu de
HaShem. En las Escrituras, tanto la Torá como el Espíritu son simbolizados por el agua.
En la olá, todo tiene que ser quemado. Esto significa que no puedes dejar nada de tu vida para ti mismo si vas a
ser agradable para HaShem. Todo tiene que ser entregado tu Padre celestial, pieza por pieza.
Cuando te presentas a HaShem por primera vez con alegría y con el deseo de servirle y ser su siervo y su amigo,
Él recibe tu vida. Te da una vida nueva en lugar de la que tú le entregaste. Esa vida nueva es la vida de
resurrección por medio de Yeshúa el Mesías. Luego te va reclamando parte por parte, profundizando la entrega
hasta que no quede nada de ti mismo, y sólo dependas de la nueva vida de resurrección que hay en Mashíaj.
Cuando hayas llegado a ese nivel de la ofrenda de ascensión estás sintiendo y diciendo que tu vida no significa
nada para ti, como está escrito en Hechos 20:24: “Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí
mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Yeshúa, para dar testimonio
solemnemente de las buenas nuevas de la gracia de Dios.” (LBLA revisada) En Mateo 10:39 está escrito: “El
que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará.” (LBLA) En Lucas
22:42 está escrito: “diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino
la tuya.” (LBLA)
Los que se entregan totalmente al Eterno serán sumamente elevados. Shavua tov, Ketriel

Vayikrá 24-2. Y llamó


Levítico 1:14 – 2:6
Cuando alguien ofrezca una ofrenda de cereal como ofrenda al SEÑOR, su ofrenda será de flor de harina, sobre
la cual echará aceite y pondrá incienso. Entonces la llevará a los sacerdotes hijos de Aarón; y el sacerdote
tomará de ella un puñado de la flor de harina, con el aceite y con todo su incienso. Y el sacerdote la quemará
como memorial sobre el altar; es ofrenda encendida de aroma agradable para el SEÑOR. El resto de la ofrenda
de cereal pertenece a Aarón y a sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas encendidas para el SEÑOR. (Lev.
2:1-3 LBLA)

¿Cómo se puede aplicar el principio de la ofrenda de cereal de manera personal?


El sacrificio de olá (ascensión, holocausto) se da de animales. Estos animales representan la vida del hombre.
Cuando se entrega un animal para ser quemado enteramente se está dando un mensaje a HaShem: “Yo te
pertenezco enteramente”. La ofrenda de ascensión representa nuestra entrega total.
El sacrificio de minjá (ofrenda de cereal) se da de los productos agrícolas. Estos productos representan el
trabajo del hombre. Cuando entregamos estos productos a HaShem estamos diciendo: “Mi trabajo te pertenece
enteramente”. La oblación representa nuestro servicio a HaShem.
Mientras que la ofrenda de ascensión no es comida, la mayor parte de la oblación es comida por los sacerdotes.
Sólo un puñado de harina es ofrecido en el altar junto con todo el incienso. Esto nos enseña que el servicio que
hacemos para HaShem es expresado principalmente por medio nuestro servicio a los líderes que él ha puesto
sobre nosotros.
El incienso representa la oración y la alabanza a HaShem, (cf. Sal. 141:2, Rev. 5:8). El hecho de que todo el
incienso tiene que ser ofrecido a HaShem nos enseña que no podemos dar la alabanza suprema u orar a los
hombres, sino sólo al Padre.
No se puede servir a HaShem sin servir a los hombres, y especialmente los líderes que HaShem ha puesto,
como está escrito en 2 Corintios 8:5: “y esto no como lo habíamos esperado, sino que primeramente se dieron a
sí mismos al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios.” (LBLA) Primero se dieron al Señor, lo cual es
el sacrificio de olá, de entrega total, a HaShem. Luego se dieron a los emisarios, los líderes, que HaShem había
puesto sobre ellos. No puede haber una entrega total a HaShem sin un servicio y sometimiento a los líderes que
Él ha puesto.
El Padre busca adoradores. Un adorador es uno que se ha entregado enteramente a Él, que ha pasado por la
experiencia de la olá. Sólo el que pasa por la olá puede luego servir a HaShem con sus obras. Por eso la olá es
presentada antes que la minjá. HaShem busca corazones entregados y dispuestos a hacer su voluntad.
Querido discípulo. ¿Has entregado tu corazón a HaShem? ¿Eres completamente suyo? ¿Estás reteniendo algo
de tu vida para no ser entregado a tu Padre? ¿Has dado un sacrificio de olá de ti mismo? En tal caso podrás
servirle correctamente. Si no, tus obras y tu servicio a HaShem no van a ser totalmente agradables para él.
No es lo mismo servir y obedecer al Padre sin una relación con el Padre, que hacerlo a base de una relación. La
diferencia entre estas dos cosas no se ve por fuera, tiene que ver con el corazón, con la actitud interior. Lo más
importante es nuestra relación con nuestro Papá celestial y con su hijo Yeshúa el Mesías, enviado por Él. En esa
relación está la vida máxima, la vida eterna, como está escrito en Juan 17:3: “Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Yeshúa el Mesías, a quien has enviado.” (LBLA revisada) Kol
tuv, Ketriel

VaYikrá 24-3. Y llamó


Levítico 2:7-16
Además, toda ofrenda de cereal tuya sazonarás con sal, para que la sal del pacto de tu Dios no falte de tu
ofrenda de cereal; con todas tus ofrendas ofrecerás sal. (Lev. 2:13 LBLA)

¿Qué nos enseña la sal?


La sal tiene dos funciones principales, sazonar y preservar. Una comida sin sal es insípida y alimentos bien
salados se mantienen sanos durante mucho tiempo. Por estas razones la sal no podía faltar en la mesa del
Eterno. Todos los sacrificios que subían al altar tenían que tener sal. Los sacrificios son una comida para el
Eterno (Lev. 21:22) y por lo tanto siempre tiene que ser sazonada con sal ya que toda comida debe tener sal. Y
como la sal tiene la capacidad de preservar los alimentos, también simboliza algo perpetuo.
La sal del Mar Salado, llamada “sal de Sodom”, que normalmente se usaba en Israel en tiempos antiguos, nunca
pierde su sazón. Por esta razón la sal simboliza lo eterno y es usada como señal de pacto. Lo fundamental de un
pacto es que sea perpetuo y por eso la sal es un buen símbolo para ello.
Cuando el Eterno instituyó las ofrendas en el tabernáculo también ordenó el uso de la sal como recuerdo de su
pacto perpetuo con el pueblo. Al llamar un pacto “pacto de sal” – brit melaj,‫ – ברית מלך‬significa que es un pacto
sólidamente establecido y perpetuo. Dos veces aparece esa expresión en las Escrituras (Núm. 18:19; 2 Crón.
13:5).
La sal tenía que acompañar no solamente todas las ofrendas que subían al altar, sino también el incienso y el
pan de la proposición. Incluso se usaba para la rampa del altar para que los sacerdotes no se resbalaran.
En la mesa de un judío no debe faltar la sal. Después de la destrucción del templo la mesa en la casa de un judío
es vista como un altar. Por eso, después de hacer la bendición sobre el pan, es costumbre echar sal sobre el pan
o meter los trocitos de pan en sal antes de comerlos. Así se recuerda el pacto delante del Eterno.
El texto que hemos resaltado también nos enseña que sólo se puede acercarse al Eterno a base de un pacto. Es
imposible acercarse al Eterno sin tener un pacto como fundamento. La palabra hebrea que normalmente se
traduce como sacrificio es korbán –‫( – קרבן‬en este versículo fue traducida como ofrenda). La raíz de esa palabra
es karav – ‫ – קרב‬que significa acercar(se). El sacrifico no es solamente algo que se acerca al Eterno sino
también sirve como medio para acercarse al Eterno. Ahora, sin sal el sacrificio no es acepto delante del Eterno.
Con otras palabras sin pacto no hay cercanía al Eterno.
Todos los pactos entre el Eterno y el hombre sirven como plataformas para que el hombre pueda acercarse al
Altísimo.
¡Bendito sea el Eterno por los pactos que ha hecho con los hijos de Noaj (Noé), Avraham, el pueblo de Israel,
David y el Mesías por medio de los cuales el hombre puede acercarse al Eterno y ser bien recibido!
Bendiciones,

Ketriel VaYikrá 24-4


Y llamó.
Levítico 3:1-16
Y los hijos de Aarón lo quemarán en el altar, sobre el holocausto que está sobre la leña en el fuego; es una
ofrenda encendida de aroma agradable para el SEÑOR. (Lev. 3:5 LBLA)

¿Por qué las ofrendas de paz tienen que ser ofrecidas sobre el holocausto?
Sólo una parte del sacrificio de paz fue entregada al templo. El resto fue comido en algún lugar del atrio o
dentro de las murallas de Yerushalayim. Mediante este sacrificio se podía disfrutar juntamente con HaShem,
comiendo con la familia y los amigos. Esta comida constituye una manera de disfrutar de la íntima relación con
HaShem.
La palabra hebrea que ha sido traducida como “sobre” es al – ‫על‬. Normalmente significa “sobre” pero también
puede significar “además”, como en Levítico 2:2. Según Rashí, en este caso hay que entenderlo como “aparte
de”. Esto significa que las partes separadas del animal del sacrificio de paz son quemadas sobre el altar después
de la ofrenda de ascensión (holocausto) continua.
Esto nos enseña que no puede haber un verdadero disfrute de la comunión con HaShem, sin antes haberse
entregado totalmente.
También nos enseña que la muerte del Mesías Yeshúa es la base sobre la cual podemos tener comunión con
HaShem y disfrutar ante su presencia.
El mensaje que se da cuando se ofrece el holocausto es: Toda mi vida es para ti.
El mensaje que se da cuando se ofrece la oblación es: Te sirvo con toda mi vida.
El mensaje que se da cuando se ofrece la ofrenda de paz es: Tú eres mi alegría y mi disfrute. Quiero estar
contigo junto con mi familia y mis amigos, pasar tiempo en tu presencia, alabándote y recibir tus bendiciones.
Querido discípulo, cuídate de los disfrutes del mundo. Apártate de la música mundana. Revisa también tus
motivos en cuanto a canciones espirituales. Si las cantas o escuchas sólo para disfrutar tú, tienes las prioridades
incorrectas. Todo disfrute en este mundo debe ser purificado y revisado antes de ser legítimo ante el Eterno.
Primero el Eterno y luego nosotros. Si el Eterno no puede disfrutar de lo que haces, tampoco tienes el derecho
de disfrutar de ello. Si no puedes disfrutar de algo junto con el Eterno, mejor no hacerlo.
Todo lo que hacemos debe ser para el Eterno como está escrito en Colosenses 3:17 y 23: “Y todo lo que hacéis,
de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Yeshúa, dando gracias por medio de El a Dios el
Padre… Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” (LBLA
revisada) Ketriel

VaYikrá 24-5. Y llamó


Levítico 4:1-26
Pondrá su mano sobre la cabeza del macho cabrío y lo degollará en el lugar donde se degüella el holocausto
delante del SEÑOR; es una ofrenda por el pecado. (Lev. 4:24 LBLA)

¿Cómo se debe tratar a un pecador arrepentido?


Un pecador arrepentido que busca el perdón y la rectificación delante del Eterno es tratado con mucho respeto
por la Torá. Cuando una persona venía con un sacrificio al tabernáculo todo el mundo podía ver ese hecho. Pero
no se sabía a qué venía el sacrificio, si era para una ofrenda de ascensión (holocausto) o una ofrenda de pecado,
como la ofrenda del pecado fue degollado en el mismo lugar donde se degollaba la ofrenda de ascensión
(holocausto). Nadie más que el pecador arrepentido y el sacerdote sabía para qué era el sacrificio. De esa
manera el pecador arrepentido quedaba protegido de las habladurías de la gente, porque no sabían que su
ofrenda era de pecado.
Esto nos enseña que el Eterno es muy cuidadoso para no avergonzar al hombre, especialmente cuando tiene un
corazón arrepentido. En lugar de exponerlo en público lo protege y no solamente cubre su pecado mediante el
poder de la expiación del sacrificio sino también cubre su honra por medio de esta ley que estamos estudiando.
Aprendamos de nuestro Padre celestial y hagamos lo mismo, nunca avergonzando a uno que está arrepentido de
su pecado y nunca revelando los pecados de los demás que han sido perdonados.
¡Bendito sea el Eterno por su amor, su perdón y su respeto al hombre! Ketriel

VaYikrá 24-6. Y llamó


Levítico 4:27 – 5:10
Así hará el sacerdote expiación por él y será perdonado…Así hará el sacerdote expiación por él, por el pecado
que ha cometido, y será perdonado…Así el sacerdote hará expiación por él, por el pecado que ha cometido, y le
será perdonado. (Lev. 4:31b, 35b; 5:10b LBLA)

¿Podrá el pecado recibir perdón?


El pecado es el quebrantamiento de un mandamiento. Si el Eterno ordena no hacer algo y el hombre lo hace,
entonces comete un pecado y ese pecado atrae la ira justa del Altísimo que a su vez produce consecuencias
graves. Pero al mismo tiempo el Eterno en su gran misericordia da al hombre la posibilidad de arrepentirse de
su pecado y buscar la reconciliación con Él para que no le vengan todas las consecuencias negativas de su
pecado.
En el culto del santuario terrenal el Eterno instituyó un sistema de expiación y perdón de pecados para su
pueblo, para que él pudiera seguir viviendo con ellos a pesar de sus errores y rebeldías. El pecado tiene que ser
tratado de una u otra manera. Si el pecador no se arrepiente de su pecado tendrá que sufrir todas las
consecuencias de él. Pero si se arrepiente, el Eterno se vuelve de su ira y perdona al pecador.
Sin embargo, como el pecado tiene que ser tratado de alguna u otra manera surgió el sistema del sacrificio como
medio de expiación por el pecado. El pecado tiene que ser pagado y para que el hombre no tenga que pagar con
su vida por su pecado podía sacrificar un animal en su lugar. Un animal inocente tenía que morir para satisfacer
la justicia divina y de esa manera el pecador podía ser perdonado.
Esto nos enseña que el pecado en sí no tiene perdón, es el pecador, el hombre, que es perdonado, no el pecado.
El pecado es algo terrible que tiene consecuencias mortales para hombres y animales. El pecado no puede ser
perdonado jamás, sólo el hombre. Cuando el hombre es perdonado, el pecado pasa al animal y el animal muere
en lugar del hombre. Así vemos que el pecado no es perdonado, pero sí el hombre, como está escrito “y le será
perdonado.”
Los sacrificios dentro del tabernáculo y templo terrenales servían para que la presencia del Eterno pudiera estar
en medio del pueblo. Sin esos sacrificios el Eterno no podía morar entre su pueblo en la tierra.
No obstante, en el templo celestial no pueden ser ofrecidos animales por la culpa del pueblo. Allí hacía falta un
sacrificio mayor para que el hombre pudiera entrar en las esferas celestiales y acercarse al Eterno en espíritu.
Ese sacrificio fue ofrecido una vez para siempre cuando el Justo se ofreció a sí mismo como sacrificio por los
pecados de Israel y el mundo. Su sangre fue llevada hasta el lugar santísimo en el tabernáculo celestial y de esa
manera hay perdón eterno para todos lo que se arrepienten de sus pecados y acceso al trono de gracia en el cielo
La muerte expiatoria de Yeshúa es la base segura y eterna para que el pecador arrepentido pueda acercarse al
Eterno.
Tres veces está escrito en el texto de hoy que el hombre arrepentido es perdonado. El Eterno no sólo es un
Perdonador, se deleita en la misericordia, como está escrito en Miqueas 7:18-19: “¿Qué Dios hay como tú, que
perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para
siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, hollará nuestras
iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros pecados.” (LBLA)
¡Bendito sea el Eterno por su perdón en el Mesías Yeshúa, el sacrificio perfecto y eterno! Ketriel
VaYikrá 24-7. Y llamó
Levítico 5:11 – 6:7 (5:26 versión hebrea)
Cuando alguien peque y cometa una falta contra el SEÑOR, engañando a su prójimo en cuanto a un depósito o
alguna cosa que se le ha confiado, o por robo, o por haber extorsionado a su prójimo, o ha encontrado lo que
estaba perdido y ha mentido acerca de ello, y ha jurado falsamente, de manera que peca en cualquiera de las
cosas que suele hacer el hombre, será, entonces, que cuando peque y sea culpable, devolverá lo que tomó al
robar, o lo que obtuvo mediante extorsión, o el depósito que le fue confiado, o la cosa perdida que ha
encontrado, o cualquier cosa acerca de la cual juró falsamente; hará completa restitución de ello y le añadirá una
quinta parte más. Se la dará al que le pertenece el día que presente su ofrenda por la culpa. Entonces traerá al
sacerdote su ofrenda por la culpa para el SEÑOR, un carnero sin defecto del rebaño, conforme a tu valuación
como ofrenda por la culpa, y el sacerdote hará expiación por él delante del SEÑOR, y le será perdonada
cualquier cosa que haya hecho por la cual sea culpable. (Lev. 6:2-7 LBLA)

¿Hay alguna condición para poder obtener el perdón?


El pecado contra el prójimo no es solamente un pecado contra el hombre sino también contra el Eterno. Para
poder obtener el perdón del Eterno por los pecados de robo cometidos contra el prójimo es necesario devolver
lo que se ha robado añadiendo la quinta parte de su valor. No está permitido demorar la devolución al prójimo,
tiene que ser hecha en el mismo día cuando se presenta la ofrenda por la culpa delante del Eterno. Así se puede
recibir el perdón del Eterno por la culpa contra Él.
El Eterno no puede perdonar la culpa que tenemos con el prójimo, sólo el prójimo puede perdonar esa culpa. Si
no arreglamos las cuentas con el prójimo, en todo lo que nos sea posible hacer, el Eterno no nos puede perdonar
tampoco.
De esto enseña también nuestro Rabino en Mateo 5:23-24: “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar,
y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate
primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (LBLA) Y en 1 Juan 4:20 está escrito: “Si
alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a
quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” (LBLA)
Ahora, si hemos hecho nuestra parte con el prójimo, según todo lo que está a nuestro alcance, entonces
podemos estar seguros que el Eterno nos perdona y nos recibe en el tabernáculo celestial donde hay un
sacrificio eterno que habla favor de todo pecador arrepentido.
Querido discípulo del Mesías, cree en el perdón que el Eterno da, según lo que está escrito. Cree en el sacrificio
del Mesías Yeshúa. Cree que por medio del sacrificio y obra del Sacerdote celestial, el Eterno te recibe con los
brazos abiertos, porque está escrito: “y el sacerdote hará expiación por él delante del SEÑOR, y le será
perdonada cualquier cosa que haya hecho por la cual sea culpable.”
¡Bendito sea el Eterno por el perdón de nuestros pecados en Yeshúa el Mesías! ¡Somos libres de culpa,
haleluyá! Shabat shalom, Ketriel

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