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Observación de la sincronicidad entre el alma humana y el cosmos

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GA200c1. La nueva espiritualidad y la experiencia de Cristo en el

siglo XX
Rudolf Steiner — Dornach, 22 de octubre de 1920

English version (https://wn.rsarchive.org/GA/GA0200/19201022p01.html#R10)

El siglo XV marcó el comienzo de una era para la humanidad civilizada del hemisferio norte, en la que la individualidad humana
comenzó a desarrollar cada vez más en plena conciencia del yo. Las fuerzas que elaboran esta conciencia del yo se harán cada vez
más fuertes y todos los fenómenos de la vida —de la vida en el sentido más amplio— tendrá lugar en el signo de este desarrollo de la
individualidad. Esto, sin embargo, significa que lo que viene del mundo espiritual y juega en nuestro mundo físico tomará un curso
tal que, en la humanidad en su conjunto, el elemento individual del ser humano cobrará mayor importancia. Porque no se trata
simplemente de que los seres humanos individuales piensen de manera egoísta, «somos individuos»: se trata más bien de que todo el
desarrollo de la humanidad tome un curso tal que el elemento humano individual pueda trabajar en él.

Cada época, que podemos rastrear en el curso de la evolución humana, desarrolló alguna cualidad particular, como ahora es la
individualidad. Estas características se imprimen en la evolución humana a través de la acción particular de los poderes espirituales
que actúan en la vida física de la humanidad en la Tierra. Pero precisamente por la separación que vemos en el ser humano
individual hoy en día cuando la individualidad se está desarrollando —cuando la conciencia del yo se desarrolla plenamente,
cuando el alma consciente está, por así decirlo, dándose contorno, integrándose en sí misma — las características especiales de esta
época no están dirigidas desde el mundo espiritual como lo fueron en épocas anteriores, y cosas muy excepcionales están haciendo
su aparición dentro de la evolución de la humanidad. Y el ser humano que, a través del desarrollo de su individualidad, está siendo
educado cada vez más para la libertad, también debe asumir una posición cada vez más consciente de lo que resulta de ello. Sobre
todo, es fundamental que se forme una vida social, pero una vida social que, desde nuestro punto de vista, debe tener un
fundamento interior profundo.

Esto debe tomar forma a pesar de que las fuertes fuerzas egoístas del alma consciente, que se oponen a la vida social, emergen cada
vez con más fuerza de las profundidades de la existencia. Por un lado, tenemos las fuertes fuerzas egoístas del alma consciente y, por
el otro, la mayor necesidad de fundar una vida social conscientemente. Y debemos tomar una posición consciente hacia todo lo que
pueda fomentar esta convivencia social. Hemos demostrado en el pasado[i], [1] y desde los más variados puntos de vista, cuán
diferentes están colocados los seres humanos de Occidente, del Centro Europeo y de Oriente en todo el curso de la evolución
humana. Hemos señalado diferentes cosas que son propias de los seres humanos de Oriente, Europa Central y Occidente. Y
queremos pasar ahora a un fenómeno que ya puede mostrarnos externamente cómo estas diferencias dentro de la humanidad se
expresan en el mundo civilizado.

Sabemos que, bajo la influencia de nuestra forma científica moderna de pensar sobre la vida social, se ha desarrollado una cierta
visión de la vida. Esto se expresa con especial fuerza en las amplias masas del proletariado que ha surgido en nuestra era tecnológica,
nuestra era intelectual. Todo esto lo he presentado, en la medida en que toca la cuestión social, en la primera parte de Hacia la
renovación social (Kernpunkt der sociale Frage). Hoy solo quiero indicar la diversidad de opiniones entre las amplias masas de la
humanidad sobre la cuestión social. Tenemos, claramente diferenciadas, las visiones sociales de, digamos, el proletariado, que luego,
sin embargo, tiñen a otros estratos de la población. Tenemos, a diferencia de la de otros pueblos, la concepción de la vida sostenida en
Occidente, especialmente en los países anglosajones. En estos países, bajo la influencia de la tecnología y la industria modernas,
también se ha desarrollado entre las grandes masas ese concepto materialista de la vida que a menudo se ha caracterizado aquí. Esto
surgió al lado del materialismo o se produjo directamente a través del materialismo de otras clases. Esta concepción socialista de la
vida, sin embargo, se desarrolló de tal manera que se encuentra completamente bajo la égida de la lucha económica, ya que está
impregnada de conceptos económicos, pensamientos y luchas que están poco penetradas por la lucha por una filosofía de vida. Este
es el sello característico de lo que está sucediendo en el mundo socialista del Occidente anglosajón. Y debido a que el carácter real de
la vida pública moderna en su conjunto ha sido hasta ahora la vida económica, fue de las condiciones económicas del proletariado
anglosajón que surgieron los impulsos del socialismo.

Los impulsos que se expresan en el movimiento de la Gran Huelga son significativos precisamente como una característica de lo que
se está gestando al respecto en Occidente. Incluso si parece que las discrepancias que existen podrían resolverse, solo lo parece, ya
que tales arreglos no serían reales; efectos muy significativos surgirán de las fuerzas más profundas que intervienen en estos

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conflictos. Y aunque, en virtud de toda la estructura de Occidente, no se desarrollan filosofías o conceptos de vida genuinos
(Lebensauffassung) a partir de estos impulsos, podemos percibir claramente cómo las visiones de la vida que sí se desarrollan, y que
se han desarrollado en tiempos recientes, han tomado su incentivo de los impulsos presentes allí [en Occidente].

De hecho, Karl Marx[ii], que nació en Europa Central y se nutrió de la corriente de pensamiento centroeuropea, tuvo que ir a
Inglaterra para absorber los impulsos prácticos (Lebensimpulse) que se habían desarrollado allí. Sin embargo, los transformó en una
teoría, en una concepción de la vida. Y el marxismo como teoría de la vida ha encontrado poca expresión externa en Occidente. Sin
embargo, donde ha llegado a expresarse en el exterior es en Europa Central. En los objetivos de la socialdemocracia allí, ha adquirido
plenamente la naturaleza de una filosofía. Lo que en Occidente son impulsos económicos que conducen al conflicto económico, se
desviaron y fijaron en conceptos político-legales que vivieron entonces en Europa Central en la segunda mitad del siglo XIX y en el
siglo XX como ideología marxista y se apoderaron de la amplia masa de la población. También se abrió camino en las áreas que se
extendían hacia el Este, en aquellas partes de Europa que comienzan a tomar el carácter de Oriente. Pero aquí nuevamente se expresó
de otra forma. Económica en Occidente; política en el Centro; y en Oriente asume un carácter claramente religioso. Existe una
distorsión, que ocurrió con la inundación de Oriente a través de Pedro el Grande[iii]  y ahora Lenin[iv] y Trotsky[v]. Esto surge
porque en el bolchevismo se hace sentir que, de hecho, hay una importación extranjera. Si no fuera por esa distinción, sería mucho
más evidente que, incluso ahora, el bolchevismo tiene un fuerte elemento religioso que, sin embargo, es completamente materialista.
Funciona a través de impulsos religiosos anteriores y seguirá haciéndolo. Y es precisamente en esto que su aspecto terrible se
manifestará en toda Asia, porque trabaja con todo el fervor de un impulso religioso. El impulso social en Occidente es económico, en
Europa Central es político y trabaja con fervor religioso hacia el este desde Rusia hasta Asia. Por encima y en contra de estos
impulsos que se mueven a través del desarrollo de la humanidad, hay muchas cosas que carecen por completo de importancia. Y
cualquiera que no vea, en el sentido más intenso, algo de importancia sintomática en cosas como la actual huelga de los mineros
británicos [1920] simplemente no comprende en absoluto el fomento de fuerzas más profundas en todo nuestro desarrollo actual.

Todo esto, sin embargo, que se puede describir externamente de esta manera, tiene causas más profundas —causas que se
encuentran en última instancia en el mundo espiritual. La vida más reciente de la humanidad solo puede entenderse si se comprende
esta diferenciación —una diferenciación en el elemento económico occidental, el político-jurídico centroeuropeo y el elemento
religioso— el elemento espiritual en Oriente que adquiere un carácter religioso pero es en realidad el impulso de una espiritualidad
decadente que todavía encuentra expresión en Oriente. Esto se muestra con tanta fuerza que hay que decir: es natural para Occidente
—y esto lo lleva a cabo minuciosamente— tener todo de carácter económico; Las aspiraciones puramente económicas no pueden
tener éxito en el Centro porque todos los objetivos económicos allí adquieren un carácter político. El gran fracaso exterior en Europa
del Este se ha producido porque, a través de la tradición de Pedro el Grande, lo que surge de un impulso espiritual-religioso, es decir,
el paneslavismo o el eslavofilismo, ha adquirido un carácter político. Detrás de este carácter político, que ha producido todas las
cosas espantosas que se han desarrollado en el Este europeo y ha dejado su sello característico en todas las aspiraciones de Oriente
desde Pedro el Grande, está, fundamentalmente, siempre la tendencia espiritual de Bizancio, que es la religiosidad espiritual
bizantina, etc. Los fenómenos individuales de la historia se vuelven comprensibles sólo si pueden verse bajo esta luz. Se puede decir:
Hasta cierto punto, todo lo que todavía está en Europa —también hacia Occidente, incluso hacia Francia — se puede considerar que
pertenece al Centro Europeo, porque lo que es característico de Occidente es en realidad anglosajón. Y, en sus instintos básicos, este
‘anglosajón’ se mueve completamente con los impulsos que han surgido naturalmente dentro del desarrollo humano en los últimos
tres o cuatro siglos. Por tanto, fue precisamente en Occidente donde estos impulsos pudieron producir mejor el desarrollo de todo lo
que entonces se impuso a la vida social a través de la forma científica moderna de pensar y todos sus logros. Esta forma de pensar y
sus logros, junto con la naturaleza inherente del anglosajón, fue la base para el dominio mundial de los anglosajones. El brillante
auge del comercio y la industria que ha surgido de la ciencia moderna, todo lo que condujo a las grandes colonizaciones, ha surgido,
de hecho, de la confluencia del modo de pensamiento científico-natural y el carácter del anglosajón. Y esto se sintió profundamente
en los instintos del Oeste.

De hecho, se puede señalar un momento significativo del desarrollo histórico moderno, el año 1651, cuando el ingenioso Cromwell
con su Navigation Act [vi] trajo esa configuración en la navegación inglesa y en todo el comercio inglés que fue la base de todo lo que
en Occidente surgió más tarde. También se puede señalar cómo, por razones aparentemente inexplicables, la navegación mercante
francesa sufrió su mayor declive justo cuando la estrella de Napoleón estaba en ascenso. Lo que ocurre en Occidente tiene lugar a
partir de las fuerzas que se encuentran en la dirección real del desarrollo de la humanidad. Tiene lugar a partir de una forma de
pensar completamente económica, de los impulsos de las ideas económicas. Por eso todo lo que viene de Europa Central y se concibe
no desde puntos de vista económicos, sino desde puntos de vista político-jurídico-militaristas, debe sucumbir a ellos. Tenemos un
crudo ejemplo de cómo, desde un punto de vista político-militar, Napoleón, con su ‘Sistema Continental’[vii], trató de contrarrestar
desde el continente europeo todo lo que había resultado de la Ley de Navegación de Cromwell. Esta Ley de Navegación fue
concebida y creada íntegramente por instintos económicos. El «sistema continental» de Napoleón a principios del siglo XIX era una
concepción política. Pero una concepción política es algo que se proyecta desde épocas anteriores a la edad moderna: es anticuada, en
realidad es un anacronismo. Es por ello que esta concepción política no podría estar a la altura de la concepción moderna de la que
surgió la Ley de Navegación. Por otro lado, en Occidente, donde el pensamiento sigue las líneas de la economía en el sentido de la
nueva era, los asuntos políticos, aunque tomen un rumbo desfavorable, fundamentalmente no lo hacen.

Consideren el hecho de que Francia colonizó América del Norte desde Europa. Perdió estas colonias en Inglaterra. Las colonias
volvieron a liberarse. La primera, la colonización francesa en el siglo XVIII, fue un acto político y no dio frutos. La colonización
inglesa en América del Norte se debió completamente a impulsos económicos. El elemento político podría destruirse —América del
Norte se liberó y la conexión política ya no existía. Pero las conexiones económicas permanecieron intactas.

Así, las cosas están vinculadas en la evolución humana. Y podemos decir con seguridad que la historia también muestra que cuando
dos hacen lo mismo, de hecho, no es lo mismo. Cuando Cromwell, en el momento adecuado y por impulsos económicos, creó su Ley
de Navegación —que, para las demás potencias, fue extraordinariamente tiránico e incluso, se podría decir, brutal— esto surgió, sin
embargo, de un pensamiento económico. Cuando, en los tiempos modernos, el Tirpitz[viii]  creó la armada alemana y la flota
mercante, se concibió política, puramente políticamente y sin ningún impulso económico —de hecho, contra todos los instintos

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económicos. Hoy ha sido borrado de la faz de la Tierra porque fue planeado y concebido en contra del curso de la evolución humana.
Y así podría mostrarse, con respecto a todos los fenómenos individuales, cómo esta, digamos triple histórica, existe realmente; en
Oriente, pero hoy en forma decadente, algo que remite a tiempos antiguos de la evolución oriental y tiene un carácter espiritual; en el
Centro algo que hoy también es anticuado y siempre, en mayor o menor medida, toma la forma de lo político-legal-militarista; en
Occidente el Estado es realmente solo una decoración, lo político no tiene un significado real —lo que predomina aquí es el
pensamiento económico. Mientras que Alemania se ha hecho pedazos porque el Estado ha absorbido la economía, porque la
industria y el comercio se han sumergido y doblegado bajo el poder del Estado, vemos en Occidente cómo el Estado es absorbido por
la vida económica y todo inundado por la vida económica. Esto, visto desde el exterior, es la diferenciación que cubre el mundo
civilizado moderno.

Pero lo que uno puede ver de esta manera externamente es, después de todo, básicamente traído a la superficie visible solo desde las
profundidades subyacentes del mundo espiritual. Todo en el desarrollo espiritual de los tiempos modernos está diseñado para
establecer la individualidad —la individualidad en Occidente de una manera occidental, de una manera económica; la
individualidad del Centro en la ya anticuada forma político-militarista; la individualidad de Oriente de una manera anticuada, de
acuerdo con la espiritualidad antigua que ahora es completamente decadente. Esto tiene que ser soportado por el mundo espiritual, y
es soportado por el hecho de que tanto en Occidente como en Oriente —consideraremos solo estas dos regiones por el momento—
está apareciendo un fenómeno peculiar y profundamente significativo. Y es esto: muchísima gente —al menos relativamente muchos
—están naciendo sin seguir el curso regular de la reencarnación.

Verán, por eso es tan difícil hablar de un problema como la reencarnación, porque no se puede hablar de ella en el sentido abstracto
que es tan popular hoy en día. Porque es un problema que apunta a algo que es una realidad significativa en la evolución de la
humanidad, pero puede tener excepciones. Y vemos como tanto en Oriente como en Occidente —tendremos que hablar del Centro en
conferencias posteriores— nacen personas a las que no podemos considerar de tal manera que podamos decir: vive en esta persona,
de la manera completamente habitual, una individualidad que estaba allí en una vida anterior, y luego nuevamente en una vida
anterior posterior, y que estará allí en una vida posterior y nuevamente en una vida posterior. Tales reencarnaciones forman el curso
regular de la evolución humana, pero hay excepciones. Lo que nos enfrenta como ser humano en forma humana no siempre tiene
que ser como parece exteriormente. La apariencia externa puede, de hecho, ser solo apariencia. Es posible para nosotros confrontar a
seres humanos en forma humana que solo parecen ser seres humanos del tipo que están sujetos a vidas repetidas en la Tierra. En
realidad, estos son cuerpos humanos con cuerpo físico, etérico y astral —pero hay otros seres encarnados aquí, seres que utilizan a
estas personas para trabajar a través de ellas. De hecho, hay un gran número de personas, por ejemplo, en Occidente, que no son
simplemente seres humanos reencarnados, sino que son los portadores de seres que han tomado un camino de desarrollo
extremadamente prematuro y que solo deberían aparecer en forma de humanidad en una etapa posterior de su evolución.

Ahora bien, estos seres no utilizan todo el organismo humano, sino que utilizan principalmente el sistema metabólico de estos seres
humanos occidentales. De los tres miembros de la naturaleza humana, ellos usan el sistema metabólico y lo hacen de tal manera que,
a través de estos seres humanos, ingresan al mundo físico. Para alguien que puede observar la vida con cierta precisión, las personas
de este tipo incluso muestran exteriormente que así es con ellos. Así, por ejemplo, un gran número de aquellos individuos que
pertenecen a sociedades secretas anglosajonas y que tienen gran influencia —hemos hablado en varias ocasiones en los últimos años
del rol de estas sociedades secretas[ix] —  son en realidad los portadores de existencias prematuras de este tipo que, a través del
sistema metabólico de ciertas personas, trabajan en el mundo y buscan un campo de acción a través de los cuerpos humanos y no
viven en encarnaciones regulares normales. Las principales personalidades de ciertas sectas son de esta naturaleza, y la abrumadora
mayoría de una secta muy extendida que tiene un gran número de seguidores en Occidente está formada por individuos de este tipo.
De esta manera, una espiritualidad completamente diferente está operando en el ser humano actual y será una tarea esencial poder
asumir una posición frente a la vida desde este punto de vista.

No se debe pensar de manera abstracta que en todas partes y sin excepción los seres humanos están sujetos a vidas repetidas en la
Tierra. Esto significaría que no atribuimos a la apariencia externa la cualidad de la apariencia. Enfrentar la verdad significa, incluso
en casos como estos, buscar la verdad; buscar la realidad donde la apariencia exterior es tan engañosa que seres distintos de los seres
humanos se incorporan en forma humana, en una parte del ser humano, es decir, en el sistema metabólico. Pero también funcionan
en el tronco, en el sistema rítmico y en el sistema nervioso-sensorial. De hecho, hay tres clases de seres de esta naturaleza que se
encarnan de esta manera a través del sistema metabólico de diferentes personas de Occidente.

El primer tipo de seres son seres que tienen una atracción particular por lo que, en cierto sentido, son las fuerzas elementales de la
Tierra; que tienen una inclinación hacia, un sentimiento por las fuerzas elementales de la Tierra y por lo tanto son capaces de sentir
cómo, en cualquier lugar particular, podría llevarse a cabo la colonización de acuerdo con las condiciones del clima y cualquier otra
condición de la Tierra, o cómo se puede establecer una conexión comercial allí, etc.

El segundo tipo de espíritus de esta naturaleza son los que se proponen dentro de su esfera de acción la tarea de suprimir la
conciencia del yo, de impedir que emerja la plena conciencia del alma consciente y así producir en otras personas de su entorno,
entre las que algo así se propaga como una epidemia, un cierto deseo de no pedir cuentas sobre los verdaderos motivos de sus
acciones. Se podría decir que un informe tan absolutamente falso, o un documento tan absolutamente falso, como el de los profesores
de Oxford que se ha publicado en los últimos días[x] —un documento tan absoluto, incluso absurdamente, falso— debe
contabilizarse en el pupilaje de este elemento mentiroso que no quiere mirar los impulsos reales, sino que los pasa por alto; usa
palabras hermosas, y todo el tiempo no hay nada, básicamente, sino impulsos falsos. No estoy sugiriendo aquí que estos profesores
de Oxford —que probablemente sean hombres perfectamente rectos en sí mismos (no les imputo fuertes impulsos ahrimánicos) —
son ellos mismos portadores de seres tan prematuros; pero el pupilaje de tales seres está dentro de ellos. Este [segundo tipo de] seres,
por lo tanto, encarna a través del sistema rítmico de ciertas personas en Occidente.

El tercer tipo de seres que trabajan en Occidente son aquellos que se encargan de hacer olvidar las capacidades individuales del ser
humano —aquellas habilidades que traemos con nosotros de los mundos espirituales cuando, a través de la concepción y el
nacimiento, llegamos a la existencia física— y convertir al ser humano más o menos en una réplica estereotipada de su nación. Esto es
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lo que este tercer tipo de ser se da como tarea especial: impedir que el ser humano llegue a la espiritualidad individual.

Entonces, mientras que el primer tipo de seres tenía afinidad con la naturaleza elemental del suelo de la tierra, del clima, etc., el
segundo tipo tiene una tendencia particular a engendrar cierto elemento superficial y falso, y el tercer tipo teniendo la tendencia a
desarraigar las capacidades individuales y convertir a las personas más o menos en un estereotipo, una copia de su nación, de su
raza. Esta última clase de seres encarna en Occidente a través del sistema cerebral, a través del sistema nervioso-sensorial. Así
tenemos aquí, observado desde diferentes ángulos, la característica del mundo occidental. Lo hemos caracterizado, si se me permite
decirlo así, conociendo a un número bastante grande de personas que se encuentran dispersas en sociedades secretas, en sectas y
similares, pero cuya humanidad se constituye en el hecho de que no se trata simplemente de una cuestión de encarnaciones
repetidas, sino la encarnación, en cierto modo, de seres que en su desarrollo están prematuramente aquí en la Tierra y que, por tanto,
atraen seguidores particulares o irradian como una epidemia sus propias cualidades excepcionales sobre otros seres humanos. Estos
tres tipos diferentes de seres realmente trabajan a través de los seres humanos y entendemos el carácter humano solo si sabemos lo
que acabo de relatar, si sabemos que lo que vive en la vida pública no puede explicarse simplemente de manera superficial, sino que
debe explicarse en términos de la intrusión de fuerzas espirituales de este tipo.

La aparición en los seres humanos occidentales de estos tres tipos de fuerzas, de seres en esta etapa particular de desarrollo, se ve
favorecida por el hecho de que se le ha dado a Occidente desarrollar una forma de pensar específicamente económica. La vida
económica es, por así decirlo, el terreno y el suelo del que pueda brotar algo así. ¿Y cuál es entonces, en total, la tarea que estos seres
se han propuesto?

Se han propuesto la tarea de mantener la vida en su conjunto restringida a la mera vida de la economía. Buscan gradualmente
desarraigar todo lo demás —todo lo de la vida espiritual que, incluso donde es más activa, se ha reducido a la abstracción del
puritanismo— desarraigar la vida espiritual, socavar la vida política y absorber todo a la vida de la economía. En Occidente, las
personas que vienen al mundo de esta manera son los verdaderos enemigos y oponentes del triple impulso. Los seres del primer tipo
impiden el surgimiento de una vida económica que se erige como entidad independiente junto a las facetas político-legales y
espirituales del organismo social. Los seres del segundo tipo, que hacen de la superficialidad, la fraseología y la falsedad su tarea,
buscan impedir que se instaure, junto a la vida económica, una vida democrática independiente del Estado. Y el tercer tipo es de
aquellos que reprimen las capacidades individuales del ser humano y no quieren que el ser humano sea otra cosa que una especie de
estereotipo de su raza, su nación, actúan contra la emancipación e independencia de la vida espiritual.

Así, en Occidente existen tales fuerzas que actúan de esta manera contra el impulso del triple organismo social. Y quien, en un
sentido más profundo, desee trabajar por la difusión de este triple impulso debe ser consciente de que también debe tener en cuenta
factores espirituales como estos que están presentes en la evolución humana. De hecho, los poderes a los que se debe recurrir cuando
se quiere aportar algo nuevo al desarrollo de la humanidad se enfrentan no sólo a las cosas que cualquier filisteo testarudo advierte,
sino también a las que sólo están abiertas a un conocimiento espiritual. ¿De qué sirve cuando la gente de hoy considera esto como
una superstición y no quiere escuchar que tales seres espirituales se entrometen a través de los seres humanos? ¡Sin embargo, estos
seres espirituales están ahí! Y cualquiera que no solo quiera pasar por la vida con el alma dormida, sino con el alma completamente
despierta, puede observar las influencias de estos seres en todas partes. ¡Ojalá, por la presencia de los efectos, la gente se dejara
convencer un poco de la existencia de las causas!

Esta es la característica que encontramos al mirar hacia Occidente. Occidente asume esta forma porque vive plenamente en la
expresión más fundamental de la época actual —en conceptos económicos, pensamiento económico.

Oriente tuvo una vez una vida de espíritu grandiosa y elevada. Toda espiritualidad —con la excepción de lo que se esfuerza en la
Antroposofía y está tratando de darse una nueva forma— toda espiritualidad del mundo civilizado es, de hecho, un legado de
Oriente. Pero la verdadera gloria de esta vida religioso-espiritual estuvo presente en Oriente solo en la antigüedad. Y hoy el ser
humano oriental, incluso en Rusia, se encuentra en una extraña discordia porque, por un lado, aún vive en el antiguo elemento
espiritual heredado y, por otro, también está obrando en él lo que sale de la época actual del desarrollo humano; es decir, el
entrenamiento para convertirse en una individualidad. Esto provoca una situación tal que, en Oriente, hay una fuerte decadencia de
la humanidad; que, en cierto sentido, el ser humano no puede convertirse en un ser humano pleno; que pisándole los talones a este
ser humano oriental, tanto al oeste como en Rusia, es la herencia espiritual de la antigüedad. Y esto tiene el efecto de que cuando hoy
la conciencia de este ser humano oriental está disminuida, cuando se encuentra en una condición de sueño o soñando, o en algún
tipo de estado de trance mediumnístico que es tan frecuente en Oriente, se encuentra entonces, de hecho, no completamente
impregnado por otro ser como en Occidente, pero este ser trabaja en la naturaleza de su alma; estos seres, por así decirlo, se le
aparecen. Mientras que en Occidente son seres prematuros de tres clases los que están trabajando (que he enumerado), en Oriente
son seres retardados, seres que se han quedado atrás de una etapa evolutiva anterior de perfección y que ahora aparecen a los seres
humanos de Oriente en estado mediúmnico, en sueños, o simplemente durante el sueño, para que el ser humano en estado de vigilia
lleve entonces en sí las inspiraciones de tales seres; se inspira durante el día en las secuelas de seres de este tipo que lo asaltan
durante la noche.

Y aquí de nuevo hay tres tipos de seres que trabajan en Oriente y que también tienen una gran influencia. Mientras que en Occidente
hay que llamar la atención sobre los seres humanos individuales a través de los cuales se encarnan estos seres, en Oriente hay que
señalar una especie de jerarquía que puede aparecer a las personas más variadas. Nuevamente son tres tipos de seres; sin embargo,
no seres que se encarnan a través de las personas, sino seres que se les aparecen a las personas y también las inspiran durante el
sueño nocturno.

El primer tipo de estos seres impide que el ser humano tome plena posesión de su cuerpo físico, le impide encontrar una conexión
con el elemento económico, con las condiciones públicas de la actualidad en general. Estos son los seres que buscan en Oriente frenar
la vida económica tal como se necesita en el triple orden social.

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El segundo tipo de seres son los que producen una sobreindividualización —una especie de, si puedo decirlo de manera paradójica,
egoísmo no egoísta. Esto es tanto más sutil en la forma en que se encuentra con tanta frecuencia en las personas, particularmente de
Oriente, que se atribuyen imaginariamente a sí mismos todo posible desinterés —un desinterés que, sin embargo, es de hecho una
forma particularmente sutil de búsqueda de uno mismo, un egoísmo particularmente sutil. Quieren ser absolutamente buenos,
quieren ser tan buenos como sea posible. Esto también es un sentimiento egoísta. Esto es algo que se puede llamar, paradójicamente,
un egoísmo no egoísta, un egoísmo que surge de un altruismo imaginado.

El tercer tipo de ser que aparece, en la forma descrita, a los seres humanos de Oriente son aquellos seres que retienen la vida
espiritual de la Tierra; que esparcen, por así decirlo, una atmósfera mística embotada sobre los seres humanos, como se puede
encontrar hoy con tanta frecuencia, particularmente en Oriente. Y nuevamente, estos tres tipos de seres espirituales, que proceden del
mundo espiritual y no se encarnan en seres humanos, son los enemigos del triple organismo social. De esta manera, el triple impulso
se encierra desde el lado espiritual en Oriente y desde el lado humano, como se describe, en Occidente. Así vemos aquí los
fundamentos espirituales que subyacen a la diferenciación.

A esto hay que añadir aun lo que es hostil a la tripartición en el Centro Europeo para que, desde un punto de vista espiritual,
vayamos haciéndonos una idea de cómo hay que equiparse para que las potencias contrarias — ya sea del mundo espiritual, como en
Oriente, o de los seres humanos, como en Occidente, o del centro de Europa, de una manera que relataré mañana— se puede cumplir
con la idea de la Triformación  con un impulso que es de la mayor importancia concebible para la evolución de la humanidad. Y para
saber cómo uno debe actuar con respecto a estas cosas, debe estar equipado con una armadura de pensamientos.

(https://lacocineradematrixvk.files.wordpress.com/2021/05/f2.png)

Traducción revisada por Gracia Muñoz en mayo de 2021

[i] Ver La demanda social básica de nuestro tiempo – En una situación de tiempo cambiado, doce conferencias, Dornach y Berna 1918,
(GA 186).

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[ii]  Karl Marx (1818-1883), fundador del capitalismo científico.

[iii] Pedro el Grande (1672-1725), zar de Rusia.

[iv] Lenin, en realidad Vladimir Ilyich Ulyanov (1870-1924).

[v] Trotsky, en realidad Leib Bronstein (1879-1940).

[vi] La Magna Charta Maritima de Cromwell fortaleció la posición de la flota inglesa al decretar que las mercancías extranjeras solo
podían importarse en barcos ingleses o barcos del país de origen. Esta medida asestó un golpe principalmente a la hegemonía
holandesa en el comercio internacional de transporte.

[vii] El decreto de Napoleón de Berlín el 21 de noviembre de 1806 impuso el bloqueo más estricto de las Islas Británicas al cerrar todo
el continente al comercio y al comercio con Inglaterra.

[viii] Alfred von Tirpitz (1849-1930), almirante alemán de la Flota y estadista, creador de la flota naval alemana.

[ix] Las conferencias del 20 al 22 de enero de 1917, El misterio del más allá en la historia contemporánea. El karma de la falsedad,
segunda parte, doce conferencias, Dornach 1917, (GA 174); Espíritus individuales y su trabajo en la búsqueda del hombre, nueve
conferencias en diferentes ciudades, 1917, (GA 178); y El movimiento oculto en el siglo XIX, trece conferencias, Dornach 1915, (GA
254).

[x] En octubre de 1920, profesores y doctores de la Universidad de Oxford enviaron un llamamiento a los profesores de arte y ciencia
en Alemania y Austria, con el fin, como dice allí, ‘… para eliminar la amarga enemistad que ha surgido bajo la influencia del
patriotismo … ‘y encontrar una reconciliación a través de los’ sentimientos fraternos del estudio ‘- artículo titulado Die
Völkeruersühnung (La reconciliación de los pueblos) en el Basel Nationalzeitung del 20 de octubre de 1920.
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