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Monición de Entrada para la misa en Acción de gracias por

el día del Abogado

Hoy nos encontramos aquí reunidos para dar


gracias a Dios padre por el día del abogado. Como dice la
lectura bíblica de san Mateo «Felices los que tienen
hambre y sed de justicia; felices los que trabajan por la
paz» (Mt 5,6.9). Así nos encontramos nosotros, felices de tener siempre hambre y sed de justicia,
una justicia que vemos cada vez más lejos con un sistema judicial venezolano tan deteriorado,
donde no hay igualdad y donde encontramos inocentes pagando los delitos de muchos culpables. El
abogado no solo debe ejercer su profesión en un problema, sino que más bien debe ser esa guía
orientadora que evita el problema. Es fundamental que recuperemos la Ética como un valor tan
esencial como el conocimiento. ¡Vivimos en una sociedad muy fragmentada y de qué nos sirve
dominar las leyes que están escritas por los hombres si olvidamos las leyes naturales escritas por
DIOS! Es por ello que le pedimos a Dios en esta eucaristía que nos llene de su presencia, que
fortalezca nuestra vocación como abogados para colocarla al servicio de la justicia y la paz de
nuestra nación y que ilumine nuestras mentes para estar siempre del lado del inocente y luchando
por causas justas. Nos colocamos de pie para comenzar esta eucaristía

Monición de las lecturas

Las lecturas que escucharemos a continuación hacen alusión a la llamada de Dios cuando el
ser humano está aún en el seno materno. Dios nos llama para una vocación especifica, la cual
debemos aceptar y cumplir con felicidad, al final esta vocación se entre laza con servirle a él y ser su
instrumento para servirle a
nuestros hermanos.
Escuchemos.

PROCESIÓN DE OFRENDAS
Presentamos, Señor, estas ofrendas en tu altar como signo de nuestro amor y respeto; permite que estos dones se
transformen en fuente de gracia para todos los que te invocan, y que al ser aceptadas por ti se conviertan para tu pueblo
y en especial para estos abogados en bendiciones para sus vidas.

Luz: Señor, te ofrecemos esta luz para que ilumines a cada uno de los abogados y logren ver cada caso con ojos de
justicia, que luchen por los derechos de los mas desprotegidos y por la protección de la vida, haz que nunca se dejen
arrastrar por la maldad y pierdan el camino de tus leyes

Hostias y Vino: Señor, te ofrecemos el pan, el vino y las uvas. Recibe Padre esta ofrenda, recordando así la sangre de tu
sacrificio, signo de amor y misericordia por nosotros tus hijos. Con el pan, Padre de vida, queremos conmemorar tu
entrega corporal, gesto vivo de que somos una Iglesia en comunión con Cristo. Que, por la presencia del Espíritu de
Jesús entre nosotros, se convertirán en cuerpo y sangre, y en alimento de nuestra esperanza y nuestra fe. Recíbelos,
Señor.

Flores: Ofrecemos a la Virgen estas flores, como expresión de nuestro cariño a la madre de Jesús, que también es
nuestra madre. Que ella nos bendiga siempre con su amor maternal y que nos ayude a tener una vocación de servicio
humilde y sencilla.

Instrumentos Jurídicos: Estas son las leyes e instrumentos que utilizamos para saber lo que esta bien de lo que esta mal.
Queremos ofrecértelas para que tu las bendigas y las hagas lo mas justa posibles. Que sean fuente de conocimiento y
que ayuden a que prevalezca la justicia y el derecho en nuestro país, que sirvan para dignificar a la persona y que nunca
se usen para abusar y maltratar a nadie.

Cestas de alimentos: Señor, te presentamos estas cestas contentivas de alimentos y frutos, producto del trabajo de
quienes hoy te ofrecemos estos dones. Te rogamos, Señor, por cada una de las familias venezolanas, que estos
alimentos se utilicen para el sustento de muchas de ellas que hoy no tienen alimentos sobre su mesa, intercede Señor,
para que estos dones sean puestos al servicio de los más pobres. Recíbelos, Señor.

Abogados: Hoy vienen ante ti estos abogados, bendice su vocación y haz que encuentre en ti el modelo perfecto de la
justicia y el derecho, que logren discernir las decisiones fuertes en la presencia de tus enseñanzas. Hoy cada uno de
ellos este invitado a ser protagonistas en la transformación del sistema judicial basado en el valor, en la justicia y en la
primacía de la dignidad de la persona humana sobre cualquier otro tipo de interés o justificación. Infunde en ellos el
deseo de luchar por la justicia y por la paz ya que tú nos dijiste: «Felices los que tienen hambre y sed de justicia; felices
los que trabajan por la paz» a ejemplo de San Ivo patrono de los abogados.

Peticiones
Por el Papa Benedicto XVI, por nuestro Obispo Juan de Dios Peña. y por todos los Obispos,
presbíteros y diáconos de nuestra nación, para que sepan guiar a todos los miembros de esta
comunidad cristiana hacia una verdadera civilización de amor. Oremos.

Por nuestra Patria Venezuela y por los que la habitamos en especial por todos los abogados que
estamos celebrando nuestro día, para que unidos en un solo corazón y una sola alma siendo fieles
al Evangelio sepamos ser constructores de la civilización de amor en la que seamos todos
hermanos. Oremos

Por todos los abogados y los que ejercen algún poder judicial para que sean dóciles a las
insinuaciones del Espíritu y promuevan siempre la libertad, la paz y la justicia. Que su vocación sea
el de servir al que más necesita Oremos.

Por quienes sufren el peso de la injusticia, de la opresión y de la explotación, especialmente


nuestros indígenas y nuestros hermanos más pobres, para que el Señor convierta el corazón
de los opresores y les haga solidarios en la búsqueda de un mayor bienestar para estos hermanos
que sufren. Oremos.

Por todos nosotros, para que nuestra voluntad de seguir al Señor sea cada vez más decidida y en
las acciones de cada día podamos dar testimonio de nuestro deseo de gastar nuestra vida por el
Señor. Oremos.

Acción de Gracia
Señor te damos gracias por permitirnos encontrarnos contigo en la eucaristía, por la vocación de
abogado que me has dado, ayúdame a ser siempre ejemplo de dignidad, respeto y honestidad. Te
doy gracia por mis hermanos abogados que hoy estamos celebrando nuestro día. Porque el Señor
ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. El Señor ama la justicia y el derecho; llena
esta la tierra de su amor. Padre nuestro, tú eres Dios de amor y Dios de justicia. Sabemos que sin
justicia no hay desarrollo. Sin justicia no hay seguridad ciudadana. Sin justicia no hay paz. Sin
justicia no hay institucionalidad. Por eso te pedimos en este día que derrames bendiciones infinitas y
que ilumines el corazón y la mente de quienes administramos justicia para que la rectitud, la
honradez y el amor a la verdad guíen nuestras actuaciones, para que logremos paz social,
enfrentemos la violencia y venzamos la impunidad, la corrupción, el crimen organizado y el
narcotráfico. Gracias Señor gracias.

Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (24,8-17):

Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su
madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. Hizo lo que el Señor reprueba,
igual que su padre. En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron
contra Jerusalén y la cercaron. Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus
oficiales la tenían cercada. Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus
ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. Se
llevó los tesoros del templo y del palacio y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de
Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor. Deportó a todo Jerusalén, los
generales, los ricos –diez mil deportados–, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe.
Nabucodonosor deportó a Jeconías a Babilonia. Llevó deportados, de Jerusalén a Babilonia, al rey y
sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, todos los ricos –siete mil deportados–, los
herreros y cerrajeros –mil deportados–, todos aptos para la guerra. En su lugar nombró rey a su tío
Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.

Palabra de Dios

Salmo

R/. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,


han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. R/.

Derramaron su sangre como agua


en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? R/.

No recuerdes contra nosotros


las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,


por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21-29):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el
reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos
dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no
hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: 'Nunca os he conocido.
Alejaos de mí, malvados." El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a
aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia salieron los ríos, soplaron los
vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El
que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que
edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron
contra la casa, y se hundió totalmente.» Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada
de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.

Palabra del Señor

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