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JURIDICA - Resumen Completo Juridica
JURIDICA - Resumen Completo Juridica
Unidad I:La Psicología y su aplicació n en el campo jurídico. Sus antecedentes y fundamentos. Á mbitos de
inserció n del Psicó logo Forense. Actualidad y desarrollo de la Psicología Forense. Realidad Argentina e
Iberoamericana. Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología. Responsabilidad legal del Psicó logo en su
ejercicio profesional. Penalidades. Entrecruzamiento del Discurso Legal y Psicoló gico.
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ciencias médicas: el examen. El que determinará como efecto la organizació n del saber respecto de la
norma, qué es normal y qué anormal.
La idea de una penalidad que intenta corregir metiendo en prisió n a la gente es un ideal policial, una
prá ctica de los controles sociales, intercambio entre la demanda del grupo y el ejercicio del poder. Para
comprender esto es preciso considerar un fenó meno importante: la nueva forma que asume la
producció n y la acumulació n de riquezas en el nacimiento del capitalismo. Este deslizamiento histó rico
nos acerca a la concepció n moderna del orden pú blico y del orden privado como ordenadores de las
relaciones entre las personas físicas y jurídicas por un lado, y éstas y el Estado por otro.
Planteamos un modelo de justicia evolutiva, con una diná mica que implique el conflicto como
vehiculizador del consenso promotor de un standard moral colectivo.
Brasil: También hay psicó logos incorporados al á mbito judicial pero en la mayoría de los casos sus
servicios no son prestados directamente a los magistrados que solicitan las pericias, sino requeridos a
través de los médicos legistas a modo de colaboradores. Al igual que en nuestro país, donde el psicó logo
presta su funció n a solicitud del cuerpo médico forense, quienes só lo elevan el dictamen pericial
psicoló gico si es requerido por el juez, si no la pericia lleva só lo la firma del médico legista.
EEUU: No se produce superposició n entre la tarea psicoló gica-jurídica y la médico-legal, las tareas está n
perfectamente delimitadas; se incorporan en las instituciones psicó logos y criminó logos cuya tarea
consiste en el asesoramiento preventivo de lo que se define como actuació n criminal. Participan
activamente en lo que se define como Psicología del testimonio, en la confesió n de acusados de delitos, y
se ocupan de dictar materias de formació n en academias policiales.
Chile y Paraguay: El á rea es principalmente manejada por abogados con escasa intervenció n de los
psicó logos, la prá ctica se reduce a colegas insertos en algunos de los ámbitos de la Justicia.
En Argentina la especialidad fue establecida con estatus de materia de grado y/o carrera de postgrado;
funcionan seis cá tedras a nivel de universidades estatales. Asimismo, a principios de los 90 se formó la
APFRA, Asociació n de Psicó logos Forenses de la Repú blica Argentina, que agrupa a colegas que trabajan
en ámbitos tribunalicios, penitenciarios, minoriles, policiales, organizaciones intermedias y ONGs o en
docencia e investigació n a nivel estatal y privado.
Criminología: Qué, por qué y para qué del delito. Qué pasó , por qué, situaciones del contexto. Etiología del
delito. Etimoló gicamente: Ciencia del delito. Conocer al hombre delincuente. nterdisciplina. Método
inductivo. Ciencia del hombre má s que del delito.
Criminalística: Estudios de los indicios que rodean a un hecho para transformarlos en pruebas.
Multidisciplina. No es prejudicial. Técnica del crimen. Química, psicología, medicina legal, fotografía,
balística, dactiloscopía, planografía. Reconstruir la historia de un hecho pretérito. Bú squeda de la verdad
por el método científico.
Á MBITOS DE INSERCIÓ N
1) ÁMBITO TRIBUNALICIO: Psicología Forense, pericias. Rol pericial en fueros.
Fuero Civil y Comercial: Causas por dañ o psíquico, tenencia de hijos, régimen de visitas, insania,
inhabilitació n, violencia familiar, adopció n.
Fuero Penal: Determinar si un sujeto, al momento de cometer un hecho, comprendió y / o dirigió sus
acciones (Pregunta de final). Criterio de imputabilidad, excluyentemente jurídico, ú nicamente
determinado por el Juez, lleva a la eximició n de la pena. El estado de emoció n violenta es un atenuante de
la pena, se considera un Trastorno mental transitorio incompleto.
Fuero Laboral: Dañ o psíquico, accidentes de trabajo.
Fuero de menores: Transgresores a la ley y víctimas de delitos
2) ÁMBITO PENITENCIARIO: Á rea criminoló gica y Á rea de tratamiento.
Área criminológica: Estudio de las causas físicas, psíquicas y sociales que conducen al delito. Equipo
multidisciplinario. Equipo criminoló gico: estudio del delincuente, del delito, de la familia y de la víctima.
Los estudios sirven para un primer diagnó stico del sujeto y en funció n de ello delinear un tratamiento.
El Estudio Criminoló gico tiene distintos momentos: 1) Inicial; 2) De evolució n; 3) Pre egreso y 4) Post
institucional. Los estudios se elevan semestralmente al Juez de la causa, sirven para delinear el
tratamiento, que es dinámico. Se realiza un diagnó stico clínico – criminoló gico. Hay instituciones de
má xima, media y mínima seguridad, supeditado a las condiciones jurídicas. Puede haber salidas
transitorias, laborales o libertad condicional.
Área de tratamiento: Por ley, el internado debe terminar el ciclo primario. El tratamiento penitenciario
lo cumplen todos los condenados, el psicoterapéutico só lo una parte. El Procesado no está obligado al
tratamiento penitenciario, cumple prisió n preventiva.
Al estar obligados al tratamiento, hay que crear la demanda. El delito hay que entenderlo como un
síntoma que entrañ a dentro de sí una simbología. El tratamiento debe apuntar a desentrañ ar la
simbología del acto delictivo para que el sujeto pueda modificar su conducta.
3) ÁMBITO MINORIL:
a) Programas de recepció n, clasificació n y derivació n: Elaborar un perfil de la niñ a, niñ o o adolescente y
de la familia para indicar a qué programa derivarlo. No hay demanda de tratamiento.
b) Programas de tratamiento.
Al menor se lo tutela, sea víctima o victimario, para que se desarrolle en forma positiva. Funció n tutelar
del Estado.
4) ÁMBITO DE SALUD MENTAL: Hospital General o Neuropsiquiá trico, en casos de peligrosidad
para sí o para terceros (episodio agudo). Intentos de suicidio. La internació n debe ser autorizada por un
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juez. Hay Centros de Día para mayores de 25 añ os, y Centros Educacionales Terapéuticos (entre 6 y 25
añ os)
5) ÁMBITO POLICIAL: Psicología del testimonio: primer declaració n, tanto de la víctima como del
victimario. Selecció n y seguimiento del personal policial. Negociador en toma de rehenes.
6) ÁMBITO DE DROGADEPENDENCIA: Seudo ámbito. Se define por el síntoma y no por la
Institució n. Ley de Estupefacientes. No está penado el consumo pero sí la tenencia. Tratamiento de
rehabilitació n obligatorio. Un añ o: pericia para determinar el grado aceptable de recuperació n. El informe
psicoló gico es vinculante (ú nico caso). Obliga al Juez. Se le suma la pena privativa de libertad.
Tipos de Perito:
Perito Oficial: Empleado de la justicia, “Asesoría Pericial” del “Cuerpo de Peritos Forenses” o
algú n juzgado.
Perito de Oficio: Inscripto en listas oficiales que organiza cada fuero, convocado por el juez para
participar en determinado caso, relació n de contratació n.
Perito de Parte: Lo convoca el juez a pedido de alguna de las partes, con mismas obligaciones y
derechos.
Consultor Técnico: Autorizado por el juez a pedido de una de las partes. Veedor de la pericia, no
está obligado a presentar informe ni a la aceptació n formal del cargo.
Disposiciones legales:
Se notifica al perito de oficio mediante cédula.
Tres días há biles para concurrir a tribunal, solicitar expediente y aceptar formalmente el cargo.
Si no concurre se lo reemplaza.
Presentació n del informe en plazo acordado.
Si no lo presenta es punible de condena por perjuicios a la causa y a pagar gastos.
Setenta y dos horas para pedir adelanto por gastos.
Honorarios de Perito de parte y consultores técnicos a cargo de la parte que los solicitó .
Gastos del juicio y honorarios de perito de oficio a cargo de la parte condenada.
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“En todos los casos se impondrá ademá s al reo la inhabilitació n absoluta por el doble del tiempo de la
condena.”
Art. 276 CP:
“La pena del testigo, perito o intérprete falso cuya declaració n fuere prestada mediante cohecho se
agravará con una multa igual al duplo de la cantidad ofrecida o recibida...”
Recusación del perito:
Falta de título.
Incompetencia.
Todas las previstas para jueces y abogados.
Insanía e inhabilitació n.
Derecho de familia.
Intervención pericial en el fuero laboral:
La capacidad de trabajar como la posibilidad de recibir remuneració n a partir de ella, es uno de los
derechos protegidos por la Justicia.
Dañ o psíquico.
Enfermedad laboral.
Enfermedad sobreviniente.
Incapacidad laboral.
Accidentes de trabajo:
Ficció n jurídica, Ley Nº 24557.
Se considera accidente de trabajo a todo hecho que, en la ejecució n de un trabajo o en ocasió n y por
consecuencia del mismo, genere un dañ o en la salud, incluidos los casos fortuitos o de fuerza mayor.
No se considera accidente de trabajo si:
La enfermedad fuera anterior a la fecha de ingreso al trabajo.
Cuando la víctima hubiese provocado intencionalmente el hecho.
Cuando se compruebe culpa grave, negligencia o imprudencia del accidentado.
Enfermedad profesional:
Aquella que sea motivada por la ocupació n a que se aplique el empleado.
Siniestrosis:
Magnificació n del estado mó rbido con intenciones de obtener una mayor indemnizació n.
Intervención pericial en el fuero penal:
El psicó logo interviene para evaluar aquellos casos en donde se ha cometido un delito, examinando tanto
a la víctima como al autor.
Atenuantes, agravantes, imputabilidad, peligrosidad, presunció n de pronó stico, tratamiento y medidas a
tomar.
Intervención pericial en fuero de menores
Cuando menores son autores de delitos.
Cuando menores se encuentran en riesgo material o moral, o son víctimas de delitos.
Los psicó logos brindan asesoramiento al juez, que oficia la tutela del estado sobre el menor sirviéndose
de equipos multidisciplinarios.
Unidad II:
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La creencia en un Dios ú nico o monoteísmo fue una evolució n, pero a la vez la figura de ese Dios-Padre
todopoderoso, creador de la Tierra y todo lo que en ella se encuentra, alejó a los mortales de él. Aparece
como alguien que todo lo ve y todo lo sabe pero a la vez no puede verse; se propone la austeridad y el
sufrimiento como valores, y su prá ctica acerca má s al mortal a su creador, marcando de esta manera una
gran diferencia con el politeísmo. La virtud pasa a ser algo que nos acerca a Dios y todo lo vinculado con
la sexualidad como placer o lujuria es pecaminoso y digno de ser castigado.
Pero a su vez este Dios reconoce una mayor libertad sobre su creació n, un libre albedrío en el hombre,
que le permitiría amar a Dios pero a la vez elegir su destino. Así comienza una nueva faceta para la
humanidad, que comienza a reconocer en el hombre la posibilidad de diferenciar las buenas acciones de
las malas, no como en la antigua mitología griega donde la acció n directa del hombre era manejada por
sus dioses.
Si bien en la cultura griega encontramos una fuerte referencia en el nombre de los hijos hacia sus padres
(“hijo de”) esto era identificatorio. Ante acciones disvaliosas, el olvido del nombre era el castigo que se le
imponía al infractor por parte de la sociedad, nadie lo recordaría llamando a su descendencia por ese
nombre.
Las penas de exilio, destierro, muerte o pérdida de libertad han sido formas evolutivas de protecció n de
los “malos” por parte de los “buenos”, es decir formas de evitació n de los ofendidos o futuras víctimas de
serlo, a mano de los infractores.
Con la muerte como castigo parecía que se había encontrado una pena que resumía 2 objetivos, castigar al
victimario y proteger a las víctimas. Incluso posteriormente se encontró en los tormentos esa forma de
castigar cuyo objeto no era la muerte solamente sino prolongar el sufrimiento antes que esta llegue; luego
de ello, se intentaba hacer desaparecer el cuerpo (quemá ndolo y arrojando sus cenizas a las aguas) para
evitar que pudiera ser recordado. Aquí seguimos viendo el olvido como forma de castigo. Recordemos lo
dicho por Foucault: “a través de las épocas el hombre no ha tratado de castigar menos, sino mejor”.
Para implantar la novedosa forma de castigar que consistía en encerrar al infractor durante un período de
tiempo necesitó evolucionar durante muchos miles de añ os. Con esta nueva forma de penar hace su
entrada en el á mbito de la Justicia la ciencia médica, pero no para ayudarla en su falibilidad sino para
sostenerla en su forma de castigar.
Las nuevas formas de economía dan paso a una redistribució n de las riquezas y de las posiciones sociales,
y la burguesía ocupa un lugar sobresaliente desplazando a la monarquía y dando origen a la Revolució n
Francesa, que llevaba como estandarte la recuperació n de tres valores: libertad, igualdad y fraternidad. La
libertad entonces pasó a ser un valor en esta nueva organizació n social; con el hombre libre nace su
derecho a tener posesiones, se generaliza el concepto de propiedad privada, que hasta entonces estaba
limitado al Rey y a los señ ores feudales. El despojar a alguien de su propiedad pasa a ser un delito. La
pena de exilio no es aplicable pues no importa en sí misma un castigo, y la pena de muerte ya no es viable
a partir de la necesidad de mano de obra para el trabajo como valor social.
De tal forma la privació n de la libertad se convierte en una nueva forma de penar, como una forma de
proteger a las víctimas del ofensor; y a esto se suma el trabajo como una manera productiva de dar un
sentido a la pérdida de libertad, una utilidad social del ofensor. La pena privativa de libertad lleva
inmersa en sí la necesidad de rehabilitació n, pues anteriormente a ella no había necesidad. Esto da origen
a las prisiones, que en sus orígenes se denominaron Casas de trabajo, donde el tormento fue dejado de
lado pues el acento estaba puesto en la capacitació n laboral de los infractores.
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Antes, las ejecuciones eran pú blicas con obligació n de asistencia. En la actualidad, la forma de penar
privando la libertad también quiere tener su forma pú blica, y a la vez de amenaza-correctora, de quea
todos aquellos que violen la ley, les corresponderá ese castigo.
La sociedad a través de estas instituciones domina y controla, y no le permite al sujeto separarse de ella,
no le permite la individualizació n. En el mundo dialéctico hay só lo lugar para la confrontació n, la
presencia de roles activos que se contesten recíprocamente; de este modo el interno no se va a realizar
siendo hú esped de una institució n que está hecha a su imagen, ni el profesional podrá aquietar su
angustia con el humanitarismo con que se dedica al enfermo cosificá ndolo como objeto de su piedad.
Ú nicamente frente a un enfermo constantemente presente, como problema continuamente planteado, el
profesional deberá presentarse má s allá de sí mismo, como ser problemá tico, con su responsabilidad
científica y su complicidad social. El proyecto de relació n institució n-analista-paciente puede presentar
así 2 alternativas:
- La bú squeda de una complicidad recíproca
- O la bú squeda de una recíproca responsabilizació n
una comunidad donde las leyes se quebrantan sistemá ticamente por métodos bien establecidos. La
tradició n enseñ a có mo eludir mandatos severos, y no puede esperarse una obediencia espontá nea.
Hay otros casos de elusió n metó dica de la ley, tales como hechizos para que una mujer deje de querer a su
marido, para destruir cosechas, para frustrar la pesca, etc.
Se trata de magia dirigida a instituciones establecidas y actividades importantes; se trata de instrumentos
de delito suministrados por la tradició n. Esto está en conflicto con el derecho, que salvaguarda
instituciones y actividades.
Las hembras del clan no son un grupo homogéneo, son un conjunto de individuos bien diferenciados, en
una relació n especial segú n el lugar que ocupan en la genealogía. A medida que el grado de parentesco se
aleja, disminuye la severidad del acto y la violació n de la exogamia se perdona fá cilmente.
Hay 2 puntos importantes:
- El uso de la hechicería como medio de coerció n, practicada por un nú mero limitado de personas
- La prá ctica del suicidio como expiació n y desafío
El brujo es un personaje temido. Posee poder, riqueza e influencia, tiene mucho que perder, y evita los
abusos. Cuando se castiga algo contrario a la ley la opinió n pú blica está con el brujo, y el acusado puede
acobardarse al tenerlo en su contra.
La magia negra actú a como fuerza jurídica: hace cumplir las reglas de la ley tribal, previene la violencia y
restablece el equilibrio perturbado.
Hay un aspecto jurídico de la hechicería: la costumbre de descubrir las razones por las que se ha matado a
un hombre con brujería, interpretando señ ales del cadá ver exhumado. Muchas veces no se las halla o no
se llega a un acuerdo. La causa de muerte tiene una significació n, muestra qué ofensas se consideran
despreciables y cuá les no. Son pecados envidiables pero peligrosos: el éxito sexual, la belleza, la habilidad
en la danza, la ambició n y goce de bienes materiales. Se reprocha cualquier posició n que resalte, exceso
de cualidades o posesiones no justificado por la posició n social, hazañ a o virtud no asociada al rango o
poder del individuo. Todo esto es punible.
El jefe vigila la mediocridad de los demá s, pero no puede castigar ante la sospecha, legalmente só lo puede
recurrir a la hechicería. La magia negra es su instrumento para imponer sus privilegios. Es un apoyo de
los intereses creados, y a la larga de la ley y el orden, es una fuerza conservadora, que suministra miedo al
castigo indispensable en cualquier sociedad.
La hechicería no es exclusivamente un método de administrar justicia ni una forma de prá ctica criminal;
puede usarse de ambas formas.
El aspecto má s importante de una sociedad primitiva es su tendencia conservadora; su aspecto penal es
aú n má s vago que el civil.
Hay diferentes métodos de suicidio: lanzarse de lo alto de una palmera, o tomar un veneno letal, son
métodos de escape a situaciones sin salida, donde hay deseos de castigo y venganza. Tomar un veneno
reversible ocurre en peleas de enamorados, disputas matrimoniales.
Los motivos para el suicidio son: un pecado que debe ser expiado, y una protesta contra los que lo
sacaron a la luz, insultaron pú blicamente al culpable y lo colocaron en esa situació n intolerable. Se castiga
a sí mismo pero también pide venganza. El suicidio proporciona un escape, es un modo de hacer que los
nativos observen la ley, es una influencia conservadora; no es jurídico pero sirve para hacer cumplir los
mandatos de un modo parcial e imperfecto. No hay un sistema de justicia de có digo y métodos fijos.
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El suicidio simbolizaba al delito, y era el quebrantamiento de la exogamia del clan totémico (o sea el
incesto). Además del quebrantamiento se produce una fuerte reacción de la opinión pública. (Se produce
alarma social)
Levy Strauss comenta el caso de un chico con poderes, el cual se asume como chamá n, ya que si
contradecía las creencias de la sociedad, lo condenaban a muerte, causada por la disolució n de su
personalidad (aislamiento)
FREUD: El malestar en la cultura
Cap. III: 3 Fuentes del sufrimientohumano:
1) La hiperpotencia de la Naturaleza, ante la cual estamos inermes, ya que no podemos controlarla.
2) La Fragilidad de nuestro cuerpo. Estamos sujetos a enfermedades y por último a la muerte.
3) La insuficiencia de las normas que regulan los vínculos familiares, sociales, Estado. No podemos entender
como las mismas normas que nosotros creamos, no nos protegen ni benefician como deberían.
Las dos primeras son inevitables. Nunca dominamos completamente la Naturaleza. En relació n al
organismo, podemos decir que es parte de la naturaleza, por lo tanto será perecedero, limitado en
adaptació n y operació n. Gran parte de la culpa de nuestro penar la tiene la Cultura.
Concepto de cultura:
Designa la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida con la de nuestros antepasados
animales, lo cual sirve para dos fines:
1. Protección del ser humano ante la naturaleza
2. Regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres.
Concepto de justicia:
Para que el sistema jurídico ya establecido no se quebrante para favorecer a un individuo, el hombre por
la cultura experimenta limitaciones y la justicia exige que nadie se escape a ellos.
Cap. IV: Doblefundamentopara el surgimiento de la cultura:
1) La compulsión al trabajo creada por el apremio externo y la necesidad de cooperació n de los
hombres.
2) El poder del amor, ya que el varón no quería estar privado de la mujer como objeto sexual y ella no
quería separarse del hijo, carne de su carne. Este es el amor genital, base de la familia. Hay otro amor de
meta inhibida, que permite la formación de fraternidades. Un afán de la cultura es la aglutinación de
seres humanos.
Los preceptos del tabú fueron el primer derecho, por tanto la convivencia de los seres humanos tuvo
este doble fundamento.
Cap. V: Concepto del narcisismo de las pequeñas diferencias
Explique que significa: “el hombre ha trocado una parte de la felicidad a cambio de la seguridad”.
El hombre goza de manera parcial (por la cultura en donde hay limitación pulsional en laagresividad
y en la sexualidad) pero esta forma parcial de goce es segura, ya que se manifiesta a través de las normas
(forma parcial de goce segura).
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Esta institución aparece como reconocida por el objetivo que cumple para la sociedad, pero a la vez queda
aislada de la sociedad ya que no es reconocida como parte de la misma.
Unidad III:La trasgresió n y sus diversas manifestaciones como fenó meno asocial y delito.Aspectos poli
causales del actuar delincuencial. Diversos enfoques teó ricosconceptuales. Las escuelas socioló gicas.
Concepciones y discursos institucionales.Marginació n y Victimizació n. Aná lisis crítico del poder.
Victimología:Conceptualizaciones.
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Planteamos un modelo de justicia evolutiva, que implique al conflicto como vehiculizador del consenso
promotor de un está ndar moral colectivo. Se plantea la armonía del principio de legalidad y del principio
de oportunidad: Paradigma reparador = Justicia que cura. La mediació n penal es el instrumento
privilegiado con el cual dar vida a la Justicia Reparadora. En nuestro país está contemplada en el Có digo
de Procedimientos Penal, con la creació n de la Secretaría de Mediació n.
Mano Dura: má s penas, má s cá rcel, má s castigo y menos reparació n, menos reasimilació n. La
contrapartida de esta polarizació n en la solució n de conflictos sociales es la posibilidad de una justicia
má s reparadora y restauradora capaz de priorizar la participació n comunitaria, el lugar de la víctima y de
su ofensor. La Dimensió n Retributiva, sostenida en la detenció n represiva, concentra en el castigo su
espacio de efectividad.
Respecto de la justicia restaurativa
Nuestro sistema penal está sostenido en una concepció n de Justicia Retributiva, donde la justicia es vista
como una responsabilidad de los profesionales y los delitos como acciones contra el Estado. Se consolida
con la construcció n de cá rceles má s grandes, sentenciando a má s delincuentes por má s tiempo, dentro de
un sistema que má s que reparació n, exige transformació n.
Justicia restaurativa: las víctimas y la comunidad sufren dañ os por las acciones delictivas, que los
ofensores deben tomar responsabilidad por su conducta y se les debe dar la oportunidad para reparar el
dañ o ocasionado.
La transformació n de una filosofía retributiva a una restaurativa respecto de la justicia penal, convierte al
estado en socio de las comunidades. La reconstrucció n de una comunidad por medio del
“empoderamiento” ayuda a disminuir el delito. Se trata de incluir má s a la comunidad en la resolució n de
sus propios problemas.
Las metas que la justicia restaurativa persigue son: un papel má s extenso para las víctimas, amplia
participació n de la comunidad, y responsabilidad y reparació n por parte del ofensor.
Su aplicació n colabora al control má s eficiente del delito y reducció n en el uso de instituciones penales.
Los ofensores deben enfrentar las consecuencias de sus acciones con toda la profundidad que cada
situació n requiera, de cara a cara con la víctima y en la reparació n de la ofensa provocada, en una sesió n
de mediació n. Su sentencia es discutida y acordada, trabajando luego en la comunidad proporcionando un
servicio necesitado por la gente y como modo de compensació n.
La justicia restaurativa enfatiza có mo el delito dañ a las relaciones entre la gente de una comunidad, y
requiere el uso de herramientas en pos del consenso y colaboració n grupal:
1) Consenso: Acomodar los intereses de todos los participantes en un proceso al tomar decisiones,
solucionar problemas o resolver diferencias.
2) Facilitació n de grupo: Una o varias personas imparciales que ayuden a un grupo, al supervisar un
proceso y guiar una discusió n de acuerdo a metas y objetivos mutuos/acordados.
3) Mediació n Víctima- Ofensor: Se reú nen cara a cara con un mediador entrenado. Las víctimas pueden
recibir informació n, expresar sus sentimientos. “Las víctimas obtienen una sensació n de cierre con
respecto al incidente al liberar su ira y otras emociones”. Los ofensores está n obligados a ver a sus
víctimas como personas, tiene la oportunidad e responsabilizarse, reducir la venganza dañ ina y hacer
restitució n evitando el encarcelamiento.
4) Mediació n por tribunal: Si las partes involucradas encuentran una solució n aceptable a sus diferencias,
se desvía el caso de las autoridades judiciales y del sistema de justicia penal.
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5) Círculos de sentencia: Se utilizan grupos comunitarios para decidir có mo resolver un delito. Hay
círculos de: conversació n, curativos, comunitarios y de sentencia tribunal. Las sentencias a veces incluyen
un tiempo de encarcelamiento. Los planes de reparació n son personalizados para cumplir con las
necesidades de la víctima y ofrecerle al ofensor la mejor oportunidad de regresar a la comunidad como un
miembro productivo.
6) Conferencias de grupos familiares: grupo encargado de decidir có mo se repara el dañ o. Se utiliza antes
y después de la sentencia. Hay que “poder” pedir disculpas.
7) Libertad Condicional Reparatoria: Constituido por ciudadanos voluntarios, se elabora un acuerdo con
el ofensor una vez reconocido el delito y discutidas sus implicancias. Se eligen actividades específicas que
deben ser cumplidas dentro de los 90 días.
Las asignaciones reparatorias se basan en 4 metas:
1- Restaurar y sanear a las víctimas.
2- Compensar a la comunidad
3- Aprehender acerca del impacto de su delito sobre las víctimas.
4- Aprehender maneras de evitar la reincidencia.
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Tomó en consideració n las características somá ticas y las eventuales anomalías físicas del delincuente y
estudió las funciones psíquicas considerá ndolas determinantes, aú n subordinando estas a las primeras.
Lombroso dio forma a la figura del criminal nato, en el cual las anomalías intelectuales y la carencia de
moralidad serían fruto inmodificable de las alteraciones orgá nicas. La delincuencia tendría su origen en
una serie de factores atá vicos capaces de determinar un síndrome morboso, clasificado como locura
moral.
Las teorías de Lombroso se expresaron en su obra “El hombre delincuente” (1896), compuesta por 3
tomos: aná lisis bioló gico del criminal; clasificació n de variados tipos de delincuentes; y estudio de
factores criminó genos ambientales, prevenció n de la criminalidad y terapia.
Lombroso destacó la importancia de las anomalías de la cabeza, a las que clasificó en totales y parciales.
La clasificació n de inspiració n lombrosiana má s conocida es la de Lombroso-Ferri, adoptada aú n hoy por
muchos constitucionalistas. Ella subdivide los criminales en grupos: delincuentes accidentales; emotivos
y pasionales; y criminales consuetudinarios. Estas formulaciones llevaron al nacimiento de la escuela
positiva de derecho penal.
Los continuadores eclécticos de Lombroso en Italia
No faltaron en Italia las objeciones y crítica a los puntos de vista de Lombroso. Se criticaba no dar una
mayor valoració n de los factores ambientales, subestimados por Lombroso.
Entre los alumnos de Lombroso, se destacaron Mario Carrara, Antonio Marro, Alfredo Nicéforo, Benigno
Di Tullio. No excluyeron completamente los factores de transmisió n hereditaria, pero los consideraron
má s como elementos de predisposició n que de predeterminació n. Este ú ltimo realizó una clasificació n de
los criminales, una de las má s conocidas y aceptadas:
1) Delincuentes accidentales
a) Delincuente accidental puro (llevado a cometer crímenes de leve importancia ú nicamente por
circunstancias desfavorables)
b) Delincuente accidental por condiciones ambientales desfavorables, há bitos o costumbres nocivas,
malas compañ ías, sugestiones morales, etc.
c) Delincuente accidental por estados emotivos, pasionales, que quiebran su equilibrio habitual.
2) Delincuentes constitucionales:
a) Con orientació n hipoevolutiva (llevado al crimen por taras degenerativas y organopatías cerebrales
que determinaron un insuficiente desarrollo intelectual).
b) Con orientació n psiconeuró tica
c) Con orientació n psicopá tica
Diferencias
DERECHO PSICOLOGÍA
Cuando se habla de conducta se hace referencia Toma en cuenta tanto el aspecto externo de la
a la conducta exteriorizada conducta como fundamentalmente su aspecto
interno, entendiéndola como el modo de ser del
individuo y el conjunto de acciones que lleva a cabo
para adaptarse a su entorno
Só lo tangencialmente se interesa por el Es su cometido el estudio de la conducta humana y
conocimiento de la conducta humana y las leyes las leyes de su funcionamiento
de su funcionamiento
No predice sino que prevé y trata de fomentar o Busca el descubrimiento de leyes que le permitan
de prohibir positivamente, pero no conocer el comportamiento de los seres que estudia
explícitamente en funció n de las leyes de la
naturaleza humana, sino en funció n del poder
que posee y de lo que considera bueno o malo
para la convivencia de las personas
Su funció n es la regulació n de la conducta Su funció n es el entendimiento de los procesos que
conducen a que el sujeto realice o no una conducta;
encontrar por qué un sujeto se adhiere a la ley o la
transgrede
Se trata del lenguaje del deber ser, de la Se trata del lenguaje del ser. Descubre las leyes del
imposició n. Nos dice lo que debemos hacer ser, de la conducta
El sujeto es causa fundamental de sus actos; el Sin negar esos atributos, considera que esa es una
acto es consciente y voluntario, intrínsecamente visió n muy estrecha de la conducta, que está
determinado determinada principalmente por las circunstancias
y el aprendizaje
Le importa investigar la verdad objetiva, de los Estudia la verdad subjetiva, que se construye en
hechos acaecidos base a la historia de vida del sujeto y el contexto
sociocultural en que se desenvuelve
No quedan dudas sobre lo que es propio objeto formal de la ley positiva (deber ser) y lo que es propio de
la Psicología (ser), cuando ambas se aproximan a su objeto material comú n: la conducta. Las dos tienen la
misma concepció n de la naturaleza humana y de su comportamiento, comparten una concepció n unívoca
de los procesos que gobiernan la conducta humana, solo que una, la ley, supone o intuye, y la otra, la
Psicología, los coloca en su punto de aná lisis. Cada ley y cada institució n legal se apoyan en una
presunció n acerca de la naturaleza humana y en la manera en que se determina la conducta.
La Psicología realiza sus aportes para la optimizació n de la comprensió n y aplicació n de la ley. En este
punto se hace necesario comenzar a hablar de psicología aplicada.
La Psicología Jurídica es ante todo psicología social. Debió esperar hasta el siglo XIX para que los
psicó logos de la época le dedicaran tiempo y esfuerzo. En nuestro país es José Ingenieros quien abre los
caminos que acercan a la psicología y a la ley positiva, a través de sus innovadores aportes en
criminología.
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Psicosociologia Jurídica 2012
La Psicología Jurídica debe atenerse a la norma sin intentar explicar si la misma es o no justa, ni
pretender argumentar sobre sus fines.
Definició n: Es una especialidad de la prá ctica profesional del psicó logo, define la aplicació n de la
Psicología en el campo legal, surgiendo de la articulació n del conocimiento científico de la Psicología y el
campo legal. Se le requerirá su aporte para dar respuestas a aquellos temas en donde el saber del derecho
se queda sin argumentos posibles.
Dentro de los ámbitos de inserció n del psicó logo jurídico encontramos: ámbito tribunalicio, ámbito
penitenciario, ámbito minoril, á mbito policial, ámbito hospitalario, y el pseudoá mbito de la
drogadependencia.
locura) comenzaron a ser clasificados como enfermos para los cuales es necesaria una institució n que
defina claramente los límites entre razó n y locura y donde poder relegar y encerrar con una nueva
etiqueta a quien contravenía el orden pú blico bajo criterios de peligrosidad enferma o de escá ndalo
pú blico.
Cá rcel y manicomio, una vez separados, continuaron conservando la misma funció n de tutela y defensa de
la norma. La ciencia ha separado entonces la delincuencia de la locura. Pero no obstante la separació n
formal de las dos entidades abstractas prá cticamente queda inalterada la estrecha relació n de una y otra
con el orden pú blico, lo que mantiene inalterada la funció n de ambas instituciones como cuidado y
defensa de este orden. Ademá s, no obstante el reconocimiento abstracto de esta nueva dignidad, ni el
delincuente que debe expiar la ofensa hecha a la sociedad ni el loco que debe pagar por su
comportamiento inadecuado, han sido jamá s considerados hombres y las instituciones construidas para
ellos (para su reeducació n y redenció n por una parte, y para su cura y rehabilitació n por la otra) no han
modificado su funció n ni su naturaleza.
La violencia o la amenaza de violencia es aú n un instrumento suficiente para garantizar el orden pú blico.
Es en esta ó ptica que el horror de la tortura en los países sudamericanos y en otros, asume una forma
organizada convirtiéndose en una institució n. La tortura como institució n se convierte en el ú nico
instrumento que los militares saben usar para controlar una situació n que no puede ser controlada sino a
través de un estado continuo de amenaza de violencia. Para un pueblo que no tiene esperanza de cambiar
su condició n invivible o que no traduce en una lucha concreta esa esperanza, la amenaza de la internació n
en la cá rcel o el manicomio, como sanciones por el comportamiento desviado, no tiene peso, porque para
quien no come o no tiene una casa en donde dormir, la internació n puede ser también una solució n para
la supervivencia. La tortura es entonces el ú nico medio de eliminació n, la ú nica amenaza de destrucció n
real y por lo tanto el verdadero control social que responde a un nivel de desarrollo todavía arcaico.
Con el nacimiento de la era industrial la relació n ya no es entre el hombre y la sociedad sino entre
hombres y producció n, lo que crea un nuevo discriminante de todo elemento (anormalidad, enfermedad,
desviació n) que pueda ser un estorbo al ritmo productivo.
La ideología de la punició n sobre la cual se funda la cá rcel y la ideología médica o de la irrecuperabilidad
de la enfermedad sobre la cual se funda el manicomio, son de hecho totalmente extrañ as al problema del
hombre delincuente o enfermo; su funció n es la de una simple contenció n de las desviaciones y por lo
tanto de su control. La ideología encubre la represió n simplemente justificá ndola y legitimá ndola. Pero la
violencia legitimada sigue siendo violencia.
La realidad de estas instituciones se mantiene fundada sobre el concepto de culpa por expiar, por pagar a
través del castigo, incluso en el caso de la enfermedad.
Los locos que Pinel había separado de los delincuentes encadenados, está n todavía, real o
simbó licamente, encadenados unos y otros en instituciones separadas, pero fundadas sobre los mismos
principios, definidos y recluidos en los mismos juicios de valor que establecen de cualquier forma su
naturaleza diferente.
El efecto paradó jico de este estigma es que precisamente de aquellos que han demostrado ya la tendencia
a un comportamiento anormal se exige una vida ejemplar y perfecta, porque quien está estigmatizado es
reconocible, distinto, se le individualiza rá pidamente, habitualmente es má s débil, má s expuesto, su
situació n es precaria, no tiene una fuerza econó mica, social y cultural para oponer a la cruzada cruel que
exige de él só lo la perfecció n de conducta y comportamiento.
El grupo dominante salvaguarda el orden pú blico (el ritmo productivo, la eficiencia de su organizació n, la
marcha de la vida innatural que produce e impone), salvaguardando también a quien trabaja para él de la
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Psicosociologia Jurídica 2012
amenaza potencial representada por los marginados (aquellos que no producen, que voluntariamente se
excluyen o involuntariamente son excluidos del comercio social), jugando al mismo tiempo con la
amenaza de su posible marginació n.
A nuestro nivel de desarrollo, cada contradicció n debe ser aislada y encontrar el espacio separado donde
el individuo pague en sí mismo por la contradicció n que representa. Lo que importa es individualizar
rá pidamente al diferente y aislarlo para confirmar que no somos nosotros, los sanos, los normales, los
buenos ciudadanos, y que no es la estructura de nuestra organizació n social, lo que produce las
contradicciones.
Y es aquí donde entra en juego la interdisciplinariedad, la complicidad de la ciencia con la ley para, segú n
los casos, definir como psicopá tico, débil o loco al delincuente que no debe ser estigmatizado como tal, en
los casos en los cuales la estigmatizació n de enfermo mental resulta menos dañ osa que la de delincuente.
Las pericias psiquiá tricas no son má s que un instrumento que permite el pasaje de un terreno al otro a
través de una medició n cuantitativa de los elementos anormales presentes en el sujeto.
Pero quien atraviesa la puerta de la cá rcel, del manicomio, entra en un mundo donde todo actú a
prá cticamente para destruirlo, aú n cuando esté formalmente proyectado para salvarlo. La institució n en
cuanto organizació n no puede permitirse riesgos. Pero ello se traduce en una realidad para los hombres
que ella contiene, para los cuales no existen necesidades, exigencias ni carencias, porque el ser definido
como enfermo mental o delincuente lo priva de los má s elementales derechos. Las llamadas instituciones
rehabilitadoras tienen en realidad una funció n explícita: la de dar un papel institucional controlable a
quien no es controlable a través de su participació n en el ciclo productivo.
El sistema capitalista, ademá s de producir un aumento de los bienes de consumo que son impuestos como
signo del grado de bienestar alcanzado por la població n, produce simultá neamente un aumento de
contradicciones, de desviaciones de la regla. El control de estas desviaciones no pasa ya ú nicamente a
través de las instituciones segregantes y violentas, que continú an existiendo. En este caso se puede
también permitir proyectar la reestructuració n formal de estas instituciones que pueden ser
modernizadas, vueltas menos explícitamente represivas, má s tolerantes, porque el control se efectú a
esencialmente a través de un nuevo tipo de individualizació n del diferente, má s capilar y má s sutil; la
individualizació n precoz, la prevenció n, los servicios asistenciales, la traducció n en conflictos psicoló gicos
por curar de comportamientos que tienen poco que ver con la psicología.
Es la distancia entre necesidad real y necesidad artificial la que sirve en este sentido, porque la
imposició n de una cultura extrañ a es una de las formas clá sicas de dominio y colonizació n.
La opresió n se localiza siempre en dos niveles: o el asesinato y la masacre, o la imposició n de nuevos
valores e ideologías que sirven como instrumento de manipulació n para enmascarar la violencia del
asesinato y la masacre. La exportació n de ideologías y de organismos de control, como por ejemplo la
comunidad terapéutica, a países subdesarrollados no tiene má s que este significado, la perpetuació n de la
violencia. Estos diferentes tipos de violencia (explícita, legitimada por las ideologías científicas, diluida y
enmascarada bajo la cubierta de las organizaciones asistenciales) son las distintas modalidades de
control en relació n a los diversos grados de desarrollo de un país. Quien tiene el poder encuentra siempre
la forma de legitimar la violencia simplemente imponiéndola y uniendo al mismo tiempo los diferentes
instrumentos de que dispone hasta llegar a humanizar la tortura, garantizando al torturado la asistencia
del psicó logo o del asistente social.
En la ló gica del capital construir nuevas cá rceles significa crear nuevos encarcelados, así como crear
nuevos hospitales significa fabricar nuevos enfermos, si la finalidad continú a siendo la organizació n de las
necesidades y no la respuesta a las mismas. La organizació n de las necesidades comporta solamente la
creació n de nuevos organismos que son automá ticamente insertados en el ciclo productivo, ofreciendo
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Psicosociologia Jurídica 2012
nuevos papeles, puestos de trabajo, servicios que ponen en movimiento el mismo circuito productivo,
típico de cualquier otra organizació n, cuya justificació n para la propia existencia es su misma
supervivencia y el mantenimiento o el aumento de los objetos que contiene. Dentro de esta misma ló gica,
transformació n, racionalizació n y control son etapas de un proceso que se perpetú a a través del continuo
cambio formal de las cosas sin que jamá s sea tocada la estructura. Cá rcel, manicomio, tortura pueden
cambiar só lo si se modifica la estructura de base de la cual estas instituciones son los pilares.
Esto significa que la acció n en estas instituciones y el aná lisis de la violencia que en ellas se ejerce no se
limita a la desmitificació n de la contradicció n entre custodia y cura, entre custodia y rehabilitació n sobre
la cual se fundan manicomio y cá rceles; sino que tienden sobre todo a esclarecer prá cticamente la
finalidad perseguida y la modalidad elegida para esta violencia en relació n a la estructura social en la cual
se lleva a cabo.
El Estado burgués se funda en una divisió n artificial que es impuesta como natural: la divisió n de clases,
que comporta reglamentos e instituciones aparentemente destinadas a resolver las contradicciones
naturales, pero sirven de hecho para mantener la divisió n originaria. Cuanto má s innatural es el
reglamento tanto má s violento y represivo es porque no responde a la necesidad para la cual ha sido
aparentemente instituido, sino al mantenimiento del artificio que el reglamento tiende a cubrir.
El fenó meno negativo es un momento relativo a factores bioló gicos, psicoló gicos y sociales, pero es
aislado y convertido en absoluto y natural para justificar su carácter inmodificable. El delincuente es só lo
delincuente y la cá rcel es el lugar que sirve para contener la delincuencia; lo mismo pasa con la locura.
Pero delincuencia y locura son hechos que forman parte de la vida del hombre, son expresió n de aquello
que el hombre es o puede ser. El delincuente y el loco conservan otras caras de su ser de hombres:
sufrimiento, impotencia, opresió n.
Si enfermedad y delincuencia só lo son fenó menos naturales (delincuente se nace, la locura es producto de
una alteració n bioló gica) la contenció n y el internamiento son la ú nica respuesta posible. El individuo se
convierte en todo enfermo o todo delincuente. Nos encontramos frente a una parcializació n del hombre
en la cual se aísla la diversidad.
Hay un elemento determinante en este proceso, que es la clase a la cual pertenecen los usuarios de estas
instituciones, y ciertamente no puede ser casual que para casi la totalidad sean proletarios. Si enfermedad
y delincuencia son hechos, la casi total ausencia de la clase dominante en estas instituciones demuestra
que en otras partes existe un concepto de recuperabilidad, subordinada a los instrumentos de los cuales
dispone la burguesía. ¿Por qué los síntomas de los burgueses tienen explicació n, se indagan los motivos
inconscientes, mientras que para los internados de los manicomios la enfermedad continú a siendo un
fenó meno natural? Del mismo modo, un delincuente burgués adinerado no tiene problemas de
reinserció n y recuperació n, el crimen es aceptado como un producto histó rico-social y no como natural;
hay justificació n para su acció n criminal.
Esto no sucede para la clase oprimida que delinque, este tipo de delincuente no tiene historia, o su
historia es só lo la historia de sus delitos. Es delincuente por naturaleza así como el desocupado es
negligente y haragá n por naturaleza. Para estos delincuentes y para estos locos nuestro sistema social no
puede organizar su recuperació n, porque sería otro sistema social, no fundado sobre la divisió n innatural.
Cá rcel y manicomio siguen conservando su naturaleza marginadora de clase.
El problema de la desviació n debe ser enfrentado en relació n a la estructura social y no como fenó meno
aislado. Las instituciones que debieran responder a estos problemas deberían fundarse en la cura, la
reeducació n y la rehabilitació n del internado. En la realidad, los internos de cá rceles y manicomios salen
raramente rehabilitados. ¿Qué se quiere hacer de los hombres rehabilitados? ¿Hay lugar para ellos en
nuestra sociedad?
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Psicosociologia Jurídica 2012
El sentido de pertenencia a la sociedad se revela como totalmente ausente en los internados de los
manicomios como en los encarcelados. Sería necesario que los que se encuentran en rehabilitació n
reconozcan a las instituciones como terapéuticas y rehabilitadoras; só lo tiene sentido si el desviado se
reconoce como tal en relació n a una sociedad de la cual se siente miembro y en cuyas leyes cree, en
cuanto ha contribuido a constituirla, aú n si se desvía de ellas. Pero no pueden sentirse miembros de esa
sociedad porque ninguna ley de nuestro sistema social responde prácticamente a sus necesidades y
derechos. Es só lo a través de la lucha como esta clase logra imponer sus derechos.
Esto no significa que no exista la enfermedad mental o la desviació n, lo diferente como fenó meno
humano. El problema está en la necesidad de eliminar al diferente y mantener este aspecto exterior
pulido y limpio donde todo sería perfecto si no fuera por las ovejas negras. Lo que determina la
naturaleza de la respuesta no es la naturaleza de la necesidad, sino la clase de pertenencia de quien la
expresa.
Todas las instituciones de nuestro sistema social tienen la funció n de responder a las necesidades una vez
que ellas han sido criminalizadas, reducido lo que no es o aquello de que no es síntoma o expresió n. La
criminalizació n de la necesidad es en realidad la naturaleza artificialmente construida, de manera que se
encuentran frente a frente dos formas de violencia y criminalidad, la una en respuesta a la otra, sin que se
sepa ya reconocer la necesidad real. La desviació n y el comportamiento anormal son crímenes porque
podrían ser peligrosos; la institució n delegada para la cura y la rehabilitació n de la desviació n y del
comportamiento anó malo es crimen, en nombre de la prevenció n de esta peligrosidad. No existen
necesidades ni respuestas a las necesidades.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Castigo
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII aparecen numerosas protestas en contra de los suplicios, que
se consideran tanto vergonzosos como peligrosos. Estas críticas se basan sobre todo en el concepto de
“humanidad” como algo que se debe respetar incluso en el peor de los asesinos. Sin embargo,
segú n Foucault, estas críticas esconden algo má s profundo: la bú squeda de una nueva “economía del
castigo”.
Los cambios sociales del siglo XVIII, y fundamentalmente el aumento de la riqueza, suponen una
disminució n de los crímenes de sangre y un aumento de los delitos contra la propiedad. En este contexto,
la burguesía emergente siente la necesidad de un ejercicio má s escrupuloso de la justicia, que castigue
toda una pequeñ a delincuencia que antes dejaba escapar y para la que el suplicio resulta totalmente
desmedido. Por lo tanto, lo que piden los reformadores a lo largo de todo el siglo XVIII es «castigar con
una severidad atenuada, quizá, pero para castigar con más universalidad y necesidad».
En este contexto, se considera que el delito ataca a la sociedad entera, que tiene el derecho de defenderse
de él y de castigarlo. El castigo ya no puede concebirse como una venganza, sino que se justifica a partir
de la defensa de la sociedad y de su utilidad para el cuerpo social (aparece, así, la importancia de
la prevenció n del delito). Este nuevo poder de castigar se basa en seis reglas bá sicas:
Regla de la cantidad mínima: Se comete un crimen porque se espera obtener ventajas. Por tanto, el
castigo tiene que superar, pero só lo un poco, esas ventajas.
Regla de la idealidad suficiente: La eficacia de la pena descansa en la desventaja que se espera de ella.
Por tanto, el castigo tiene que basarse, sobre todo, en la representació n que el posible delincuente hace de
él.
Regla de los efectos laterales: Los efectos má s intensos no se deben producir en el culpable, sino en los
que pudieran llegar a serlo.
Regla de la certidumbre absoluta: Debe tenerse una seguridad de que el delito va a ser castigado y no
quedar impune. Por tanto, el aparato de justicia debe ir unido a un ó rgano de vigilancia: la policía y la
justicia deben ir juntas.
Regla de la verdad común: Siguiendo las reglas del método científico, la investigació n abandona el
antiguo modelo inquisitorial para adoptar el de la investigació n empírica.
Regla de la especificidad óptima: Es necesario que todas las infracciones estén especificadas. Ademá s,
debe haber una individualizació n de las penas, para que se acomoden a las características de cada
delincuente, que se percibe como un individuo al que es necesario conocer. Aquí tendrá n acomodo
las ciencias humanas y sociales aplicadas a la penalidad.
Las nuevas penas que se buscan para desarrollar esta nueva tecnología del castigo tienen que cumplir
varias condiciones:
Deben ser lo menos arbitrarias posible: el vínculo entre delito y castigo debe ser inmediato.
Hay que basarse en los intereses del posible delincuente: si el interés es la fuerza que mueve al
delito, hay que utilizar esa misma fuerza para evitarlo.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Es necesaria una modulació n temporal: Una pena definitiva supondría que el trabajo que se
invierte en el delincuente sería desaprovechado, pues el delincuente regenerado no volvería a la sociedad
El castigo afecta sobre todo a los posibles delincuentes; el culpable no es má s que uno de sus
blancos. Ademá s, los castigos pueden ser considerados como una retribució n que el culpable da a cada
uno de sus conciudadanos por el crimen que los ha perjudicado a todos.
El castigo pú blico debe ser como un libro de lectura, en donde puedan leerse las propias leyes; los
castigos deben ser una escuela y no una fiesta.
Hay que acabar con la gloria ambigua de los criminales, como la que aparecía en
los romances populares.
Disciplina
En esta tercera parte, Foucault pasa a hacer un aná lisis de los cambios aparecidos en instituciones
como hospitales, cuarteles, escuelas, etc., con el fin de relacionar las nuevas formas de control de los
individuos que aparecen en estos escenarios con el aná lisis de la economía del castigo.
A partir del siglo XVIII hay un descubrimiento de técnicas que permiten un control minucioso del cuerpo
y le imponen docilidad y que se recogen en reglamentos militares, escolares y hospitalarios. Foucault
denomina a estas técnicas “disciplinas”.
Las disciplinas basan su éxito en la utilizació n de instrumentos simples:
Vigilancia jerárquica: La vigilancia debe ser una mirada que vea sin ser vista. Por ejemplo,
empezará n a construirse edificios que no estén hechos para ser vistos (palacios) ni para ver el exterior
(fortalezas), sino para permitir un control interior. De esta forma se van constituyendo el hospital-edificio
(como instrumento de la acció n médica), la escuela-edificio (como má quina-pedagó gica), etc.
Castigo disciplinario:
En todos los sistemas disciplinarios funciona algú n tipo de mecanismo penal: sus propias leyes,
sus castigos especificados, sus normas de sanció n...
Lo que la disciplina castiga realmente son las desviaciones. Los castigos disciplinarios está n para
hacer respetar un orden artificial (un reglamento), pero también un orden “natural”, definido por
unos procesos naturales y observables, como la duració n de un aprendizaje o el nivel de aptitud
alcanzado.
Dado que el castigo disciplinario tiene por funció n reducir las desviaciones, debe ser
fundamentalmente correctivo.
Todas las conductas y las cualidades se califican a partir de los dos polos del bien y el mal, y sobre
ello se puede establecer una cuantificació n que permite obtener un balance. De esta forma, lo que
se califica ya no son las acciones, sino a los individuos mismos.
Esta contabilidad de premios y sanciones permite establecer con exactitud el rango de cada uno,
de modo que la disciplina es capaz de premiar simplemente concediendo ascensos y de castigar
degradando.
Por tanto, el castigo del poder disciplinario no tiende a la expiació n, sino a la normalizació n.
Examen: El examen «es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar
y castigar». El examen, que va a ser absolutamente esencial en la constitució n de las ciencias humanas y
sociales, se basa en los siguientes mecanismos:
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El panóptico
El panóptico es un centro penitenciario ideal diseñ ado por el filó sofo Jeremy Bentham en 1791. El
concepto de este diseñ o permite a un vigilante observar (-opticón) a todos (pan-) los prisioneros sin que
éstos puedan saber si está n siendo observados o no.
La estructura de la prisió n incorpora una torre de vigilancia en el centro de un edificio anular que está
dividido en celdas. Cada una de estas celdas comprende una superficie tal que permite tener dos
ventanas: una exterior para que entre la luz y otra interior dirigida hacia la torre de vigilancia. Los
ocupantes de las celdas se encontrarían aislados unos de otros por paredes y sujetos al escrutinio
colectivo e individual de un vigilante en la torre que permanecería oculto. Para ello, Bentham no só lo
imaginó persianas vecinas en las ventanas de la torre de observació n, sino también conexiones
laberínticas entre las salas de la torre para evitar destellos de luz o ruido que pudieran delatar la
presencia de un observador.1
De acuerdo con el diseñ o de Bentham, este sería un diseñ o má s barato que el de las prisiones de su época,
ya que requiere menos empleados. Puesto que los vigilantes no pueden ser vistos, no sería necesario que
estuvieran trabajando todo el tiempo, dejando la labor de la observació n por instantes. Aunque el diseñ o
tuvo efectos limitados en las cá rceles de la época de Bentham, se vio como un desarrollo importante.
Así, Michel Foucault (en Vigilar y castigar) consideró el diseñ o como un ejemplo de una nueva tecnología
de observació n que trascendería al Ejército, a la educació n y a las fá bricas
Bentham ideó una cá rcel en la cual se vigilara todo desde un punto, sin ser visto. Bastaría una mirada que
vigile, y cada uno, sintiéndola pesar sobre sí, terminaría por interiorizarla hasta el punto de vigilarse a sí
mismo. Bentham se dio cuenta de que "el panó ptico" era una gran invenció n no só lo ú til para una cá rcel,
sino también para las fá bricas. Si bien el modelo de Bentham fue criticado (aunque él lo consideraba una
genialidad), de alguna forma todas las cá rceles, escuelas y fá bricas a partir de aquella época se
construyeron con el modelo panó ptico de vigilancia.
Segú n Foucault, los principios anteriores se materializan en el panó ptico que Jeremy Bentham diseñ ó
como edificio perfecto para ejercer la vigilancia. El efecto má s importante del panó ptico es inducir en el
detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automá tico
del poder, sin que ese poder se esté ejerciendo de manera efectiva en cada momento, puesto que el
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prisionero no puede saber cuá ndo se le vigila y cuá ndo no. El panó ptico sirve también como
laboratorio de técnicas para modificar la conducta o reeducar a los individuos, por lo que no só lo es un
aparato de poder, sino también de saber.
El panó ptico permite perfeccionar el ejercicio del poder, ya que permite reducir el nú mero de los que lo
ejercen y multiplicar el de aquellos sobre los que se ejerce. Ademá s, permite actuar incluso antes de que
las faltas se cometan, previniéndolas. Sin otro instrumento que la arquitectura, actú a directamente sobre
los individuos.
De esta manera aparece una “sociedad disciplinaria” debido a la extensió n de las instituciones
disciplinarias:
Anteriormente se pedía a la disciplinas sobre todo que ejercieran un papel de neutralizació n del
peligro para la sociedad o para el soberano. Ahora, en cambio, lo que se pide de ellas es aumentar la
utilidad de los individuos. Por eso tienden a implantarse en los sectores má s centrales y productivos de la
sociedad.
Los mecanismos disciplinarios tienden a salir de los ámbitos concretos en los que funcionaban para
aparecer en todo el entramado social. Ademá s, las instituciones dejan de ejercer una vigilancia
ú nicamente interna y comienzan a ejercer un control también sobre el exterior (los hospitales ejercen la
vigilancia de la salud general de la població n, por ejemplo).
Hay una tendencia a la nacionalizació n de los mecanismos de disciplina. Para ejercerse, el poder debe
apropiarse de instrumentos de vigilancia permanente, exhaustiva, omnipresente.
Por tanto, como señ ala Foucault, «la “disciplina” no puede identificarse ni con una institución ni con un
aparato. Es un tipo de poder y una modalidad para ejercerlo».
Prisión
Aunque la prisió n no era algo nuevo, en el paso del siglo XVIII al XIX comienza a imponerse como castigo
universal debido a que presenta ciertas ventajas respecto a las anteriores formas de pena:
En una sociedad en la que la libertad es el bien por excelencia, su privació n también aparece como un
mal para todos, por lo que aparece como un castigo “igualitario”.
La prisió n permite cuantificar exactamente la pena mediante la variable tiempo.
La prisió n asume un papel de aparato para transformar los individuos y para ello reproduce,
acentuados, todos los mecanismos disciplinarios que aparecen en la sociedad.
Los principios fundamentales sobre los que se asienta la prisió n para poder ejercer una educació n total
sobre el individuo son los siguientes:
El aislamiento del condenado, que garantiza que el poder se ejercerá sobre él con la máxima
intensidad, ya que no podrá ser contrarrestado por ninguna otra influencia.
El trabajo, que está definido como un agente de la transformació n penitenciaria. No es la producció n
en sí lo que se considera intrínsecamente ú til, sino los efectos que ejerce sobre el penado, que se ha de
transformar en un individuo que sigue las normas generales de la sociedad industrial.
La modulación de la pena, que permite cuantificar exactamente las penas y graduarlas segú n las
circunstancias. Ademá s, la duració n de la pena debe ajustarse a la transformació n del recluso a lo largo de
dicha pena. Ahora bien, esto implica que tiene que haber una autonomía del personal que administra la
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El sistema canó nico penal tuvo formas autó nomas y originales que no se encuentran en ninguna
experiencia de tipo laico. La importancia del pensamiento canó nico en el sistema punitivo medieval varió
de acuerdo con la influencia que el poder eclesiá stico tuvo ante el poder civil.
Las primeras formas de sanció n utilizadas por la iglesia se impusieron a los clérigos que habían
delinquido; no se trata de delitos sino de infracciones religiosas que resultaban desafiantes a la autoridad
eclesiá stica. Esto explica por qué, al menos al principio, estas acciones provocaron una respuesta de la
autoridad todavía de tipo religioso-sacramental, inspirada en el rito de la confesió n y de la penitencia,
pero acompañ á ndola con otro elemento: la forma pú blica. Así nació el castigo de cumplir la penitencia en
una celda hasta que el culpable se enmendara.
La penitencia, cuando se transformó en sanció n penal propiamente dicha, mantuvo en parte su finalidad
de correcció n, se transformó en reclusió n en un monasterio por un tiempo determinado.
El régimen canó nico penitenciario conoció varias formas: la pena debía cumplirse en la reclusió n de un
monasterio, en una celda o en la cá rcel episcopal; a la privació n de la libertad se añ adieron sufrimientos
de orden físico, aislamiento en un calabozo, y sobre todo la obligació n de silencio. El régimen
penitenciario canó nico ignoró completamente el trabajo como forma posible de ejecució n de la pena. La
pena de cá rcel, tal como se hizo en la experiencia canó nica, atribuyó al tiempo de internamiento la
funció n de un quantum de tiempo necesario para la purificació n segú n los criterios del sacramento de
penitencia. La privació n de la libertad no era tanto lo que constituía en sí la pena, sino só lo la oportunidad
para que, en el aislamiento, se pudiera alcanzar el objetivo fundamental de la pena: el arrepentimiento. En
este sentido la pena no podía ser má s que retributiva, fundada en la gravedad de la culpa y no en la
peligrosidad del reo, y orientada a la afirmació n absoluta de la presencia de Dios en la vida social; una
finalidad por lo tanto esencialmente ideoló gica.
En el período comprendido entre fines del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX asistimos en el á rea
capitalista a profundas modificaciones del cuadro socioeconó mico de fondo: la composició n del capital, la
organizació n del trabajo, la aparició n de un movimiento obrero organizado, la composició n de las clases,
el papel del estado, la relació n global estado-sociedad civil.
La distribució n y el consumo caen bajo el dominio del capital, la decisió n sobre precios, la organizació n
del mercado a la par del consenso devienen en la unificació n. El nuevo criterio que rige es el de la
capilaridad, de la extensió n y la invasió n del control. Ya no se encierra a los individuos, se les sigue a
donde está n normalmente recluidos: fuera de la fá brica, en el territorio. La estructura de la propaganda y
de los medios de comunicació n, una nueva y eficaz red policíaca y de asistencia social, son los portadores
del control social neocapitalista.
El sistema carcelario oscila má s y má s entre la perspectiva de la transformació n en organismo productivo
propiamente dicho, siguiendo el modelo de la fá brica (lo que en el sistema moderno de producció n
significa encaminarse hacia la abolició n de la cá rcel como tal), o la de caracterizarlo como un mero
instrumento de terror, inú til para cualquier intento de readaptació n social. Durante todo el siglo XX y de
acuerdo con las distintas situaciones socioeconó micas, las perspectivas de reforma caminan en zigzag con
una progresiva disminució n, para cada reo y en la població n, de penas carcelarias por un lado, y del
aumento de represió n para ciertas categorías de reos o delitos (sobre todo en momentos de crisis
políticas). ¿Se podría decir por ejemplo que nos encontramos delante de un intento por reconstruir una
nueva correspondencia entre producció n y control, como tan limpiamente se imaginaba en el modelo
clá sico del Panopticumbenthamista?
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adecuada, hacinamiento, maltrato o castigo) y hacia el Poder Judicial (falta de comunicació n entre el
condenado y sus jueces, promesas incumplidas, lentitud en la tramitació n de las causas).
También los establecimientos minoriles, las clínicas psiquiá tricas y los geriá tricos pueden ser pensados
como instituciones cerradas y totales. Quizá por eso producen tanta alarma social fenó menos como los
motines, como una forma de llamar la atenció n de una sociedad insensible que só lo se ve alarmada
cuando algo así ocurre.
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Psicosociologia Jurídica 2012
aislamiento funciona como una moderna pena de muerte que estigmatiza al sujeto y lo mata en vida,
obligá ndolo a seguir siendo un transgresor pues es su ú nica alternativa de integració n social (estar
dentro y fuera de la sociedad).
Unidad IV:Aspectos legales bá sicos para la comprensió n del Campo jurídico. Nociones deDerecho Pú blico
y Privado. Có digos de Fondo y Procesales. Organizació n de laJusticia. Fueros de la Justicia.
FUNDAMENTOS DE LA TEORÍA DEL DELITO
Psicología Jurídica: Estudio del sujeto en relació n con la ley. Es má s amplio, se evalú a y diagnostica.
Psicología Forense: Desempeñ o del psicó logo en el fuero penal, con rol claramente pericial, para auxiliar
a la justicia. Es una aplicació n específica.
Derecho Público
Es la parte del ordenamiento jurídico que regula las relaciones entre las personas y entidades privadas
con los ó rganos que ostentan el poder pú blico cuando estos ú ltimos actú an en ejercicio de sus
legítimas potestades pú blicas (jurisdiccionales, administrativas, segú n la naturaleza del ó rgano que las
ejerce) y de acuerdo con el procedimiento legalmente establecido, y de los ó rganos de la Administració n
pú blica entre sí.
La característica del Derecho pú blico, tal como lo señ ala el prestigioso autor jurídico Julio Rivera, es que
sus mandatos no se encuentran sujetos a la autonomía de la voluntad que pudiesen ejercer las partes (es
decir «no» pueden ser modificados por las partes en uso legítimo de su autonomía de la voluntad, como sí
ocurre en el Derecho privado). Son mandatos «irrenunciables y obligatorios», en virtud de ser mandados
en una relació n de subordinació n por el Estado (en ejercicio legítimo de su principio de imperio). La
justificació n es que regulan derechos que hacen al orden pú blico y deben ser acatados por toda la
població n
Derecho privado
Es la rama del Derecho que se ocupa preferentemente de las relaciones entre particulares. También se
rigen por el Derecho privado las relaciones entre particulares y el Estado cuando éste actú a como un
particular, sin ejercer potestad pú blica alguna (es, por ejemplo, el caso de las sociedades o empresas con
personalidad jurídica propia creadas segú n las normas de Derecho mercantil y en las que el Estado o sus
organismos autó nomos ostenten un poder decisorio).
Código Penal de la Nación Argentina: Determina multas, penas o medidas de seguridad que se usan
para sancionar las conductas ilícitas del comportamiento humano tipificadas como tales en dicho Có digo.
Código Civil y Comercial de la Nación Argentina: Se ocupa de los derechos y obligaciones de las
personas en relació n con otras dentro de un orden social.
Leyes de fondo: Indican lo que está prohibido y las sanciones. Ejemplo: Có digo Penal, Có digo Civil.
Leyes de forma o procesales: Indican de qué manera se lleva a cabo el proceso, son los có digos de
procedimiento. Determinan de qué forma se aplican los có digos. Ejemplo: Có digo de Procedimientos
Penales, Có digo Procesal Civil, Có digo Procesal Penal de la Prov. de Bs. As. (cada provincia tiene el suyo).
Fueros de la Justicia: Justicia Nacional en lo Penal Econó mico; en lo Civil y Comercial; en lo Criminal y
Correccional; en lo Contencioso Administrativo.
Organización de la Justicia
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Psicosociologia Jurídica 2012
En los tribunales de primera instancia se inicia un proceso con la demanda de un sujeto dirigido a otro,
esa demanda patrocinada por un abogado es trasladada hacia el demandado y cuando éste contesta se
inicia el proceso. Cuando ya hay demanda pero surge algú n problema, el juez hace otro proceso a la par
denominado incidente: apertura de carpeta a prueba. En otros casos urgentes, como los accidentes, se
hace una prueba anticipada, se adelante el proceso.
Si la solució n que propone la parte demandada no satisface al actor que demanda, éste va al tribunal de
segunda instancia: la Cámara de Apelaciones (segú n el fuero). La Cámara recibe la queja y debe ser si hay
elementos suficientes para abrir el caso. Si no tiene validez, se rechaza y pasa al juez de 1º instancia
ratificando lo que se había dicho anteriormente, y si los actores no se conforman, vuelve a 2º instancia y
se lo vuelve a analizar. En Apelaciones también intervienen los peritos.
Si alguien no está de acuerdo con la Cámara de Apelaciones se pasa a tribunal de tercera instancia: la
Corte Suprema de Justicia, el má ximo tribunal. Es difícil llegar a ello, puede darse en casos donde hay
numerosas partes. En la Corte no tiene sentido analizar dos veces el mismo recurso y por eso lo que
establecen los jueces son fallos, y se toma como jurisprudencia que luego puede ser utilizada por la 1º
instancia. Así se cierra el circuito procesal.
Ante un delito, la policía va a la escena con todos los conocimientos de criminología, y mientras se le
informa al fiscal de turno y se inicia la instrucció n secundaria, que va a determinar si con lo que se halló
en la escena del crimen hay alguien que pueda ser imputado en el hecho, para realizarle una indagatoria.
Luego se n nombran los peritos, se reconstruye la escena del crimen y có mo intervinieron las víctimas.
Autopsia psicoló gica: qué pasó en la vida de esas personas hasta 6 meses antes de llegar a ese momento;
son pruebas testimoniales. La instrucció n debería durar 4 meses, y se pueden pedir 2 má s (porque no se
encuentran pruebas).
En el juicio se vuelven a presentar todas las pruebas, y los testimonios de quienes sepan algo. El juez
puede llamar a otros peritos durante el juicio, considerando que las pruebas son escasas o mal
investigadas. El tribunal oral se compone de 3 jueces: un presidente y dos vocales. Discuten las pruebas y
emiten 3 fallos, que si coinciden se convierten en fallo uná nime.
El Derecho Penal, como el conjunto de operaciones ló gicas que dan como resultado la trasmisió n de la
norma, tiene como referente bá sico la Constitució n Nacional. De la Carta Magna, se desprenden los
Principios que regulan el Derecho Penal y dan cuerpo a la Teoría del Delito. Tales Principios son:
- Principio de legalidad de los delitos y de las penas: No existen delitos ni penas fuera de los que se
hallan expresamente previstos y penados por la ley penal. No hay retroactividad de la ley. Este principio
radicará efectivamente las garantías de la persona frente al poder punitivo del Estado (artículo 18 de la
Constitució n Nacional).
Principio de Reserva de la ley o Reserva Legal: La ley en sentido estricto es la ú nica fuente de delitos
y penas. Monopolio normativo del Parlamento. Propone evitar la intromisió n arbitraria del Ejecutivo
(peligroso en materia represiva).
Principio de determinació n: Se refiere a la obligació n perentoria de los legisladores de proceder a la
tipificació n de los delitos (todo lo que no está prohibido está permitido). Delimitació n penal de lo
punible. En los gobiernos totalitarios hay una representació n imprecisa de los delitos y de las penas.
Principio de interdicció n de las analogías: Supone el imperio riguroso de la ley estricta. Se prohíbe el
procedimiento analó gico como instrumento creador de delitos y penas en manos del juez.
Principio liberal del bien jurídico: Va a reforzar las garantías de los principios anteriores. Nace en el
Iluminismo pero cobra fuerza después de la segunda guerra mundial. Constituyen “unidades
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Psicosociologia Jurídica 2012
funcionales sociales” como la vida, la salud, la libertad, etc. El legislador no está facultado para
castigar conductas no lesivas del bien jurídico. El delito no es solo un “hecho típico” sino un “hecho
típico ofensivo”. El juez tiene que verificar el dañ o y la ofensa en cada caso.
Principio de la Culpabilidad: Es el ú ltimo y decisivo fundamento de la pena. La culpabilidad agrega al
hecho la participació n subjetiva convirtiéndolo en acto interior reprochable. El Proyecto Soler
(1960) establecía que “no hay pena sin culpa”. El legislador no crea principios, los reconoce como
exigencia ineludible del Moderno Estado de Derecho.
Concepto de delito: Es conducta humana adecuada a una figura legal, portadora de una antijuridicidad
material, igualmente típica y cometida por un sujeto imputable con culpabilidad adecuada al tipo. Se
configura un delito penal cuando esa conducta es típica, típicamente antijurídica y típicamente culpable.
Una cosa es la pena concreta y otra la posibilidad de la pena o sea la punibilidad. Para la punició n todo lo
que no está en el tipo no está en el mundo.
Beling define el delito como “acció n típica, antijurídica, sujeta a una amenaza penal adecuada, cuyas
condiciones satisface. Este autor (1906) con la teoría del tipo independiente y separado de la
antijuridicidad y la culpabilidad, establece las bases del Modelo Analítico Moderno.
Con Cosio, Aftalió n y Landaburu aparece el delito como estructura. El aná lisis fenomenoló gico del delito
como conducta demuestra que antoló gicamente es un objeto cultural y es por lo tanto una estructura; de
modo que es por tanto el delito: conducta típicamente antijurídica, punible e imputable (hecho – norma –
valor)
Jurídicamente para poder distinguir las conductas que son delito de aquellas que no lo son, acudimos al
libro 2º del Có digo Penal (Art. 79 en adelante), donde unos dispositivos legales describen las conductas
prohibidas a las que se asocia una pena como consecuencia. Pena: justa atribució n del mal causado.
No habría delito cuando la conducta de un hombre no se adecue a alguno de esos dispositivos.
TIPOS: Esos elementos de la Ley Penal que sirven para individualizar la conducta que se prohíbe con
relevancia penal. Así por Ej: “Matare a otro”, “Tuviere acceso carnal con persona de uno u otro sexo en los
casos de violació n, etc.” Cuando una conducta se adecua a algunos de los tipos legales, decimos que se
trata de una Conducta Típica.
En efecto, si reparamos en el listado del art. 34 del Có digo Penal hay casos en que no hay delito porque no
hay conducta. (Fuerza física irresistible, Inconsciencia), otros en que no hay delito porque no hay
tipicidad (algunos supuestos de error, cumplimiento de un deber jurídico) pero también hay casos en que
para la Ley Penal no hay delito pese a haber una conducta típica. (No siempre que haya conducta típica
hay delito).
En el art. 34 del Có digo Penal, vemos que hay supuestos en que aparecen permisos para realizar acciones
típicas. Por Ej: el estado de necesidad, legítima defensa y en general de supuestos de legítimo ejercicio de
derecho.
Cuando la conducta típica no está permitida, ademá s de típica será también contraria al orden jurídico.
A esa característica de contrariedad al orden jurídico que se comprueba por la ausencia de permisos, la
llamamos “Antijuricidad”
Consecuentemente para que haya delito, no será suficiente que la conducta presente característica de
tipicidad.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Injusto penal: Se denomina así a una conducta típica y antijurídica. Se denomina a una conducta Típica y
Antijurídica un Injusto Penal. Un Injusto Penal no es delito, sino que para serlo debe ser reprochado el
autor, en razó n de que tuvo la posibilidad exigible de actuar de otra manera, requisito que no se da por
Ej.: en el supuesto del loco, quien en razó n de su incapacidad psíquica no se le puede exigir otra conducta.
Si se lo puede reprochar es culpable. A esta característica de reprochabilidad del Injusto Penal es a lo que
denominamos culpabilidad y constituye el 3er cará cter específico del delito, por lo tanto:
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Psicosociologia Jurídica 2012
Tipicidad
Segú n Puhl, es la cualidad o característica que presenta una conducta que se adecua a un tipo penal. Ej:
Emoció n Violenta es una conducta típica.
El tipo penal es un instrumento legal de naturaleza descriptiva que tiene como funció n individualizar las
conductas humanas prohibidas.
Es la forma en que aparece descrito en la ley, la conducta que constituye el delito. Ej: El Có digo Penal no
habla de homicidio sino que este delito aparece expresado de la siguiente manera: “el que matare a
otro…”
El juez comprueba la tipicidad comparando una conducta particular realizada, con la individualizació n
típica, para ver si se adecua o no a la misma.
Dolo
El dolo hace referencia a la intencionalidad. Es cuando el autor quiso y buscó el resultado obtenido.
Puede ser directo, indirecto o eventual.
En el Dolo Directo: Quiso el resultado y lo produjo
En el Dolo Indirecto no se quería ese resultado, pero por el medio que se utilizó , el mismo era una
consecuencia necesaria.
En el Dolo Eventual, lo que se lleva a cabo es también un hecho en el cual puede haber eventualmente un
resultado dañ oso, que si no se desea, no impide el resultado propuesto.
Culpa
Lo que caracteriza a la culpa es la no intencionalidad. El tipo culposo puede darse por negligencia,
impericia o imprudencia.
Negligencia: Falta en el actuar. No hacer lo que corresponde.
Impericia: Falta total o parcial de pericia, entendiendo por tal la sabiduría, los conocimientos científicos y
técnicos, la experiencia y la habilidad en el ejercicio de la profesió n.
Imprudencia: Exceso en el actuar. Realizar un acto con ligereza, sin la adecuada precaució n.
Desde el punto de vista subjetivo, los tipos se van a clasificar en Dolo o Culposo.
Hay conductas que van a estar prohibidas de ambas formas (De manera Dolosa o de manera Culposa)
O sea que la Tipicidad puede ser: dolosa o culposa.
Atipicidad
Es una conducta que no tiene dolo (intenció n) pero está prohibida por la ley dicha conducta.
Un caso que configura la atipicidad es el error de tipo. Este es el caso que determina la ausencia de dolo
cuando no habiendo tipicidad objetiva, falta o es falso el conocimiento de los elementos requeridos por el
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tipo. Ej: Quien cree que está disparando sobre un oso y resulta que no es un animal sino un compañ ero de
caza. Esto va a hacer que la conducta no sea delito en razó n de este error, que se llama “error de tipo”. Se
da cuando el error o la ignorancia impida comprender la criminalidad del acto, porque no puede el sujeto
imaginarse que con esa acció n se puede llegar a cometer un acto prohibido por la ley.
Inculpabilidad:
Dentro de los causales de inculpabilidad previstos en el Art. 34 Inc. 1 del Có digo Penal, se encuentran:
1. La insuficiencia de las facultades mentales.
2. La alteració n morbosa de las mismas.
3. Error sobre la prohibició n de la conducta
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Otra causa de inculpabilidad es el error sobre la prohibició n de la conducta: El sujeto sabe lo que hace
pero cree que está permitido.
PROBATION
La Probation es la suspensió n del proceso o de la condena para aquellos casos de delincuentes primarios
y que se considera que puede intentarse su readaptació n sin necesidad de ser institucionalizados.
Le confiere al delincuente la posibilidad de “Probarse” ellos mismos y ante los demá s, que pueden
(debidamente supervisados) reintegrarse a la comunidad (no a una institució n)
Tratamiento: Lograr que el sujeto se dé cuenta de su situació n y evite así circunstancias negativas
(violencia – droga) y la bú squeda de una mejor situació n laboral.
Son institutos para delincuentes primarios con condena o pena no mayor de 3 añ os.
El mejor método para insertar al delincuente es la “Justicia Social”: vivienda, salud, trabajo, etc., má s allá
de la probation.
La Acción: es elemento fundamental del delito. No hay delito sin conducta delictiva tipificada, culpable,
punible, imputable. La acció n tiene un aspecto objetivo, que es lo que se refleja en el mundo exterior y un
aspecto subjetivo, que expresa una voluntad del autor de la acció n. No hay delito en la peligrosidad ni
tampoco lo hay en un movimiento de inercia.
La teoría de la acción presenta cuatro aspectos:
1. Aspecto o elemento subjetivo respecto de la voluntad.
2. Actuació n externa de esa voluntad.
3. El resultado perseguido u obtenido.
4. La relació n de causalidad entre la acció n y el resultado, si este es exigido por el tipo.
Esta estructura de la acció n tiene una modificació n sustancial en algunos autores (Rodríguez Mourullo,
Jescheck y otros) que trasladan el “resultado” y la “relació n de causalidad” a la Teoría del Tipo, quedando
para la estructura de la acció n ú nicamente el aspecto interno y la actuació n externa de la voluntad.
La acció n mantiene un hacer positivo o una comisió n por omisió n, donde se elude hacer algo que se debe
o se espera, es decir un comportamiento negativo.
En el transcurso del siglo XX se han elaborado cronoló gicamente varias concepciones sobre la naturaleza
y esencia de la acció n. Las principales son la Teoría Causal, la Teoría finalista y la Teoría social.
La Teoría causalde la acció n así denominada por los finalistas, elaboró una teoría de la acció n inspirada
por el prestigio y la evolució n de las ciencias naturales de inicios del siglo XX. Tal concepció n es afín al
positivismo jurídico y sostiene que el universo es un gran mecanismo en el cual todo se explica a través
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Psicosociologia Jurídica 2012
de causas y efectos de causas. Por ello, la conducta humana, dentro de ese universo, es una sucesió n de
causas y efectos. Si un sujeto dispara un revólver contra otro con voluntad de oprimir el gatillo, realiza una
acción homicida. El contenido de la voluntad o finalidad no pertenece a la acció n.
La Teoría finalistade la acció n está en oposició n a la teoría causal, pues considera que no respeta la
esencia genuina y la naturaleza ontoló gica de la acció n, la que debe ser obligatoria para el Derecho y para
el legislador penal, pues de ignorarla no legislaría sobre acciones humanas auténticas. La voluntad
humana sin contenido no es voluntad. La acció n humana se integra por la actuació n objetiva y la voluntad
finalista. La direcció n final de una acció n humana se desarrolla en dos fases: la primera constituye la
estructura de la acció n en su aspecto subjetivo (fijació n de la meta perseguida; selecció n de los medios
necesarios para realizarla; efectos concomitantes a la consecució n misma del fin buscado); la segunda es
de orden externo objetivo, implica llevar a cabo la acció n en el mundo real, dirigir la causalidad en
direcció n a la producció n del resultado.
La actividad finalista comprende ademá s del fin ú ltimo, las consecuencias secundarias y los medios
necesarios que la actuació n implica. En cuanto a los resultados la acció n es finalista tan só lo en relació n a
aquéllos que fueron propuestos; en los que el fin no fue el propuesto, la acció n es meramente causal. Si
alguien dispara un arma de fuego para practicar su puntería sobre un objeto que cree un tronco y resulta
ser una persona, el agente realiza un tiro finalista de ejercicio, no realiza ninguna acción finalista de
homicidio. La acció n final se asienta sobre un sentido que emerge de la previsió n de la causalidad. De este
modo, el finalismo teó rico, vacía la culpabilidad de dolo y culpa para transferirlos al injusto típico.
La polémica entre causalistas y finalistas vigente en Europa hasta hace 30 añ os está hoy pasada de moda.
El precursor en la Argentina de la Teoría finalista, Enrique Bacigalupo, terminó diciendo en relació n a la
objeció n que se le hace al finalismo en cuanto que deja “vacía la culpabilidad”, que “así como nada impide
que una teoría del delito opere con una “tipicidad vacía” (sin dolo) tampoco hay obstáculo para que lo haga
con una culpabilidad sin dolo, si el dolo sigue siendo de todos modos, elemento del delito”.
Estas dos concepciones respecto de la acció n no resultan penalmente abarcativas de la conducta humana,
dado que, en la Teoría causal naturalista no caben formas delictivas como las omisivas en tanto extrañ as a
una causal real natural: de igual manera, tampoco cabe en la Teoría finalista la conducta culposa, por
cierto ajena, al concepto de finalidad.
La Teoría social de la acció n , sostenida por Eberhart Schmidt, en la reedició n del Tratado de Von Liszt,
que define como acció n penalmente relevante todo “comportamiento o conducta humana voluntaria en el
mundo social exterior”.
Este concepto de la acció n comprende un triple aspecto: contempla la comisió n y la omisió n
(comportamiento positivo o negativo del hombre); es real y efectiva o potencial dominada por la voluntad
humana; relaciona al agente con el mundo que lo rodea de modo que pueda ser objeto de un juicio de
valor segú n las consecuencias deseables o indeseables que provoquen en la esfera social. Al decir de
Jescheck“cuando afecte a la relación del individuo con su mundo circundante y alcancen a este último sus
consecuencias”.
Só lo interesan aquéllos comportamientos que constituyen una interacció n social y no aquéllos que no
trascienden el ámbito individual o no constituyen conductas voluntarias.
La teoría de la antijuridicidaddice que una acció n puede ser “típica” pero no antijurídica (contraria a
derecho).
Si bien el “tipo” es independiente sería una vía de concretar lo “antijurídico”. Para algunos autores, el tipo
es siempre antijurídico, aunque no siempre punible. Para Welzel el “tipo” encierra los fundamentos de la
“antijuridicidad” como “materia de prohibició n”.
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La teoría de la imputabilidad
La imputabilidad es la capacidad de una persona para ser alcanzada por la aplicació n del derecho penal.
Careciendo de capacidad penal no es posible la actuació n de la ley penal castigadora, aunque sí lo es la
aplicació n de una medida de seguridad del autor (internamiento en manicomio o instituto de
rehabilitació n).
La imputabilidad y la Culpabilidad se sitú an en el autor, sin vulnerar esto la “responsabilidad” por el
hecho.
Implica las características del autor que permite cargarle en cuenta los actos por él cometidos u omitidos.
La imputabilidad es capacidad de culpabilidad. La culpabilidad se refiere al acto que se comete, la
imputabilidad es un estado permanente del sujeto.
La imputabilidad es la capacidad de comprender la criminalidad del acto y dirigir las acciones pertinentes
a su concreció n.
Para Soler la imputabilidad es un presupuesto de la culpabilidad; es lo que debe valorarse primeramente,
pues demuestra la capacidad de delinquir y posteriormente averiguar si actuó con dolo o con culpa. Es
decir que partiendo de la imputabilidad o su ausencia podrá seguirse el itinerario de la acció n y sus
resultados valorados por el derecho.
El inciso 1° del artículo 34 del Có digo Penal, establece las causas de inimputabilidad.
34. No son punibles:
1- El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por
alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia, error2 o ignorancia3 de hecho no
imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.
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En caso de enajenació n, el tribunal podrá s ordenar la reclusió n del agente en un manicomio, del que no
saldrá sino por resolució n judicial, con audiencia del ministerio pú blico y previo dictamen de peritos que
declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se dañ e a sí mismo o a los demá s.
En los casos en que se absolviere a un procesado por las causales del presente inciso, el tribunal ordenará
la reclusió n del mismo en un establecimiento adecuado hasta que se comprobase la desaparició n de las
condiciones que le hicieren peligroso.
La teoría de la Culpabilidad establece que la culpabilidad consiste en la participació n anímica del agente
en el acto cometido, el cual ha de ser reprochable desde el punto de vista de las valoraciones jurídicas.
No hacer lo que la ley prohíbe, hacer lo que la ley manda, el acto interior de conocer el hecho prohibido o
mandado, todo ello implica el concepto jurídico de culpabilidad. La subjetividad del autor de un hecho
calificado como delito es estudiada y valorizada por la culpabilidad. “Actúa dolosa o culposamente el que
se encuentra frente a tales referencias anímicas con respecto a su acción, cuando ésta aparece como
expresión jurídicamente desaprobada de su personalidad.
No deben confundirse culpabilidad (que es en relació n a la conducta actual) con peligrosidad (que implica
una proyecció n a futuro). Nuestro derecho penal se reconoce como de Acto no de Autor. Se es
responsable por lo que se hace y no por lo que se es.
Dolo y culpa son elementos de la culpabilidad5. En la culpabilidad deben apreciarse los aspectos
psíquicos y valorativos de la conducta humana. Su estructura comprende:
Imputabilidad.
Dolo – culpa – preterintenció n.
Causas que excluyen la culpabilidad.
El dolo es conciencia y volició n. La conciencia implica conocimiento de hechos presentes y futuros má s el
conocimiento de su significació n o valoració n. “Actúa con dolo quien en el momento del hecho se
representa un resultado criminoso como cierto, probable o posible, que quiere o acepta, pues su producción
no lo detiene en su obrar. Se dan de consuno los aspectos volitivos y cognitivos de la acción”
El dolo en delitos de omisió n comprende:
• Conocimiento de la posició n generadora del deber.
• Las causas que fundamentan la posibilidad de obrar.
• Indiferencia respecto del resultado.
El dolo genérico implica una vaga intenció n de dañ ar.
El dolo específico expresa á nimo de lucro o á nimo de injuria.
El dolo directo está concretamente dirigido al resultado.
El dolo eventual conlleva un conocimiento no muy claro del resultado. Solo probable.
La culpa es una forma má s leve de culpabilidad e implica causació n de un resultado típico sin intenció n de
producirlo. “La culpa es la falta de previsión de un resultado típicamente antijurídico que pudo y debió
haber sido previsto”.
La culpa con representació n consiste en “...la representación de un resultado típicamente antijurídico que
se confía en evitar, obrando en consecuencia.......”
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suponer en todo aquél que mata”. (Recurso de Casació n Sala segunda, Causa 3095/01 – 844/01-
7150/03).
Bonnet expresa que “...Esta violencia emocional obnubila u oscurece la conciencia originando un
verdadero estado crepuscular psíquico. La atenció n se torna difusa las imá genes no se fijan por lo que la
memoria evocativa es incompleta. No todo se olvida*; existen siempre “islotes mnésicos o amnésicos”
respecto de detalles trascendentes o intrascendentes vinculados con el hecho clave” 10
• En fallo de Casació n de Pcia. de Bs.As. en la causa N° 3794 caratulada “B. S. s/ Recurso de Casació n”
sentencia del 4 de setiembre de 2003, en parte dice”...la ley no exige que olvide los hechos perpetrados,
sino que se encuentre en un estado de violenta emoció n. Este estado perturbador – a su vez- presenta
variaciones en sus expresiones externas que se encuentran relacionadas con el temperamento y
educació n de las diferentes personas....quien actú a en estado de emoció n violenta, no es para nada un
autó mata que ignora lo que hace. El recuerdo de lo acaecido no es excluyente de la emoció n violenta”.
Vicente Cabello da cuenta que “....Rabia no es sinó nimo de emoció n violenta. Por sí misma la ira es neutra
de valor, por lo cual debe someterse a un juicio estimativo de la excusabilidad de las circunstancias que
provocaron su aparició n – indignació n, justo dolor- ; de no mediar este requisito, podría beneficiarse del
privilegio de la figura de los hombres coléricos, iracundos, intemperantes, violentos o mal educados”.11
Entonces, la emoció n violenta presupone la realizació n de actos conscientes, pues la razó n de la
atenuante consiste en que el sujeto haya perdido el pleno dominio de su capacidad reflexiva y padecido
una disminució n de sus frenos inhibitorios, pero no que incurra en inconciencia que es un supuesto de
involuntariedad que configura ausencia de conducta, en tanto que la emoció n só lo produce una
disminució n del grado de culpabilidad.
Unidad V:Tarea pericial y asistencial. Aspectos conceptuales del rol pericial en los distintosfueros.
Técnicas de abordaje. É tica y Secreto Profesional. Presentació n de la pericia:contenido, forma y fondo.
Plazos. Impugnaciones. Toma de conocimiento y cargopericial. Forma de cobro. Adelanto de gastos.
Notificaciones a las partes.
Tipos de perito
Perito oficial: Trabaja en relació n de dependencia con la Justicia, pudiendo desempeñ arse en la Asesoría
pericial perteneciente al Cuerpo de Psicó logos Forense o en un Juzgado.
Perito de oficio: El profesional psicó logo debe inscribirse en las listas que para tal fin se organizan en cada
fuero. Su relació n con la Justicia es un contrato para actuar en determinado juicio, convocado por el juez.
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Perito de parte: Su funció n está reglamentada en el Có digo de procedimientos penal. Es nombrado por el
juez a pedido de una de las partes, tiene rol pericial y obligaciones, de lo contrario se le impondrá una
sanció n. Debe realizar la aceptació n formal del cargo y presentar un informe, o firmar en caso de adherir
al informe del perito oficial.
Consultor técnico: Su actuació n está reglamentada por el Có digo de procedimientos civil. Es autorizado
por el juez a pedido de una de las partes, actú a como veedor de la pericia, no teniendo obligació n de
realizar aceptació n formal del cargo ni de presentar informe.
Disposiciones legales
El perito de oficio es notificado de su designació n en una causa por medio de una Cédula de notificació n
judicial, y a partir de ello tiene 3 días há biles para concurrir al Tribunal que lo convoca, solicitar el
expediente y aceptar o no el cargo. Si no lo aceptare, o no concurriera en ese plazo será reemplazado por
otro.
Deberá realizar su dictamen de acuerdo a los puntos de pericia propuestos por las partes y el juez; habrá
un plazo para presentar el informe, y si no lo presentare, sin motivo explicitado, será removido de su
cargo, y podrá ser condenado a pagar gastos y perjuicios que ocasionare a las partes.
Dentro de las 72 hs. de haber aceptado el cargo el perito puede solicitar adelanto o anticipo de gastos a la
parte que ha solicitado la prueba, debiendo ésta depositar la suma que el juez a instancia del profesional
fije a tal efecto. En la sentencia el juez formulará la regulació n de honorarios de los profesionales que han
intervenido en el juicio, abogados y peritos, y tienen 5 días para apelarlos si consideran que son bajos. La
parte condenada en costas es la obligada a abonar los honorarios, y si no lo hiciere el perito deberá iniciar
la ejecució n de honorarios. En el caso de los peritos de parte y consultor técnico los honorarios será n
abonados por la parte que ha solicitado su accionar.
Tanto la actividad pericial como el testimonio realizado ante autoridad competente pueden incurrir en un
delito doloso, el falso testimonio.
Recusación del perito
Es la exclusió n, también llamada inhibició n. Son causales de recusació n la falta de título o incompetencia
en la materia de que se trate, y todas aquellas previstas para los jueces.
Vicisitudes de la práctica pericial y algunas conceptualizaciones sobre el secreto profesional
Un Dictamen pericial debe confeccionarse dentro de los pará metros de la má s rigurosa praxis ética y
científica, como auxiliar de la Justicia, en tanto se debe informar sobre cuestiones científicas ajenas al
campo del Derecho, para asesorar al Juez. El Informe presentado debe atenerse exclusivamente a
responder sobre los puntos interrogados, ya que si se volcasen en el mismo má s datos de los solicitados
se incurriría en una abierta y reprochable violació n del secreto profesional (art. 156 del Có digo Penal).
La funció n del perito en su calidad de auxiliar debe también sujetarse en un todo al principio jurídico de
economía procesal: no se debe proveer informació n que resulte superflua o engorrosa, y muchísimo
menos aportar datos que no han sido preguntados.
El secreto profesional tiene por fin proteger un bien, el derecho a la intimidad de la persona, derecho
atribuido a los sujetos por imperio constitucional.
La síntesis de las conclusiones del informe del perito constituyen la respuesta a los puntos periciales; un
Informe pericial debe responder todos los puntos propuestos oportunamente. También es en base a esos
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puntos periciales que el profesional seleccionará las técnicas a ser administradas a los fines de
responderlos.
Desde 1985 está sancionada la Ley de ejercicio profesional de la Psicología Nº 23.277, que en el art. 2 dice
que se considera ejercicio de la Psicología: “La emisió n, evaluació n, expedició n, presentació n de
certificaciones, consultas, asesoramiento, estudios, consejos, informes, dictá menes y peritajes”.
Art. 3: El psicó logo podrá ejercer su actividad autó noma en forma individual y/o integrando equipos
interdisciplinarios, en forma privada o en instituciones pú blicas o privadas que requieran sus servicios.
En ambos casos podrá hacerlo a requerimiento de especialistas en otras disciplinas o de personas que
voluntariamente soliciten su asistencia profesional.
Permite la actuació n en pericias que tendrá n validez legal requerida con nuestra sola firma.
Distintas modalidades de actuación del perito psicólogo en el campo forense
Perito: Experto que con el conocimiento de los elementos instrumentales de su profesió n es idó neo para
verter una conclusió n o diagnó stico sobre aquello en que el juez requiere su asesoramiento.
Puntos de pericia: Aspectos puntuales en que el magistrado solicita nuestro asesoramiento y hacia los
cuales se focalizará n nuestras estrategias y el objeto de estudio e informació n. Las conclusiones se
expresan por escrito en el informe psicoló gico pericial.
El perito psicó logo puede desarrollarse como perito oficial, perito de oficio, perito de parte, o consultor
técnico.
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Informe psicológico pericial: Es un diagnó stico psicoló gico instrumentado a los efectos de
asesoramiento a un Juez. Deberá volcar el resultado del psicodiagnó stico en un lenguaje y terminología lo
má s claros posibles. Debe contener el resultado de lo solicitado por el magistrado (puntos de pericia).
Nos abstendremos de realizar señ alamientos u otras intervenciones, así como la devolució n de los
resultados a personas entrevistadas, salvo pedido expreso del Juez.
Pedido de aclaración o impugnación de la pericia: Todo material utilizado (registro de entrevistas,
protocolos de tests) deberá reservarse para una posible fundamentació n de las conclusiones.
Artículo 471: PRACTICA DE LA PERICIA.- La pericia estará a cargo del perito designado por el juez. Los
consultores técnicos, las partes y sus letrados podrá n presenciar las operaciones técnicas que se realicen
y formular las observaciones que considera pertinentes.
Artículo 472: PRESENTACION DEL DICTAMEN.- El perito presentará su dictamen por escrito, con
copias para las partes. Contendrá la explicació n detallada de las operaciones técnicas realizadas y de los
principios científicos en que se funde. Los consultores técnicos de las partes dentro del plazo fijado al
perito podrá n presentar por separado sus respectivos informes, cumpliendo los mismos requisitos.
Artículo 473: TRASLADO EXPLICACIONES NUEVA PERICIA.- Del dictamen del perito se dará traslado
a las partes, que se notificará por cédula. De oficio o a instancia de cualquiera de ellas, el juez podrá
ordenar que el perito dé las explicaciones que se consideren convenientes, en audiencia o por escrito,
atendiendo a las circunstancias del caso. Si el acto se cumpliere en audiencia y los consultores técnicos
estuvieren presentes, con autorizació n del juez, podrá n observar lo que fuere pertinente; si no
comparecieren esa facultad podrá ser ejercida por los letrados. Si las explicaciones debieran presentarse
por escrito, las observaciones a las dadas por el perito podrá n ser formuladas por los consultores
técnicos o, en su defecto, por las partes dentro de quinto día de notificadas por ministerio de la ley. La
falta de impugnaciones o pedidos de explicaciones u observaciones a las explicaciones que diere el
perito, no es ó bice para que la eficacia probatoria del dictamen pueda ser cuestionada por los letrados
hasta la oportunidad de alegar con arreglo a lo dispuesto por el artículo 477. Cuando el juez lo estimare
necesario podrá disponer que se practique otra pericia, o se perfeccione o amplíe la anterior, por el
mismo perito u otro de su elecció n. El perito que no concurriere a la audiencia o no presentare el informe
ampliatorio o complementario dentro del plazo, perderá su derecho a cobrar honorarios, total o
parcialmente.
La pericia es uno de los elementos que junto con otros el Juez valorará en la oportunidad de dictar sentencia
o resolución. El dictamen pericial no obliga al magistrado a fallar en consecuencia; es no vinculante.
El juez podrá solicitar informes sobre lo que desee asesorarse a distintas instituciones, además de peritos de
oficio, oficiales y consultores técnicos.
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El perito, al aceptar el cargo, lo hace bajo juramento de desempeñarlo fielmente. En el Código Penal:
Art. 275.- Será reprimido con prisió n de un mes a cuatro añ os, el testigo, perito o interprete que afirmare
una falsedad o negare o callare la verdad, en todo o en parte, en su deposició n, informe, traducció n o
interpretació n, hecha ante la autoridad competente. Si el falso testimonio se cometiere en una causa
criminal en perjuicio del inculpado, la pena será de uno a diez añ os de reclusió n o prisió n. En todos los
casos se impondrá el reo, ademá s, inhabilitació n absoluta por doble tiempo del de la condena.
Art. 276.- La pena del testigo, perito o intérprete falso, cuya declaració n fuere prestada mediante
cohecho, se agravará con una multa igual al duplo de la cantidad ofrecida o recibida. El sobornante
sufrirá la pena del simple testigo falso.
Art. 277:
1) Será reprimido con prisió n de seis (6) meses a tres (3) añ os el que, tras la comisió n de un delito
ejecutado por otro, en el que no hubiera participado:
a) Ayudare a alguien a eludir las investigaciones de la autoridad o a sustraerse a la acció n de ésta.
b) Ocultare, alterare o hiciere desaparecer los rastros, pruebas o instrumentos del delito, o ayudare al
autor o partícipe a ocultarlos, alterarlos o hacerlos desaparecer.
c) Adquiriere, recibiere u ocultare dinero, cosas o efectos provenientes de un delito.
d) No denunciare la perpetració n de un delito o no individualizare al autor o partícipe de un delito ya
conocido, cuando estuviere obligado a promover la persecució n penal de un delito de esa índole.
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Justa causa que exime de lo reglado o que marca el deber legal de revelar el secreto profesional:
1) Actividades forenses, en condició n de perito, como la acció n de testimoniar
2) Que el interés legal que se persigue con la revelació n del secreto sea mayor que el interés de su
reserva: reclamo de sus honorarios legalmente; demandar en su defensa por dañ o que le efectú e un
paciente, es decir ejercicio de la legítima defensa, contemplada en el art. 34 de Có digo Penal, o estado de
necesidad: “causar un mal para evitar otro mayor inminente al que ha sido extrañ o”.
Frente al delito, el profesional psicólogo debe optar por proteger a la víctima, evitando que el victimario siga
realizando su acción agresora. Se trata de una obligación de denunciar, pero el profesional deberá valorar
objetivamente si los motivos para revelar el secreto profesional constituyen justa causa, y de considerarlo
negativamente, ante la necesidad de declarar en un juicio, se amparará en su deber profesional de guardar
secreto.
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“Si el falso testimonio fuera cometido en un proceso penal en perjuicio del inculpado, la pena será de dos
a diez añ os de reclusió n o prisió n.”
“Las penas precedentes se aumentará n en un tercio cuando el falso testimonio sea cometido mediante
soborno.”
“En todos los casos se impondrá ademá s al reo la inhabilitació n absoluta por el doble del tiempo de la
condena.”
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Unidad VI:Fenó meno asocial juvenil. Incidencia del entorno familiar y social. Diná mica
vincular.Síndrome de abandono. Abordaje de la problemá tica a través de las institucionesjurídicas. Leyes
especiales de Menores. Funció n tutelar del Estado. Abordaje de laproblemá tica a nivel asistencial y de
diagnó stico. Pericias en los Juzgados de menores.Institutos para internació n de menores. Sistemas
alternativos.
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En América latina y el Caribe 160 millones de niñ os está n mal nutridos, 110 millones sin escolaridad,
500.000 madres mueren cada añ o al dar a luz. Esto significa: Maltrato y marginació n.
En Argentina 700 menores son internados por hechos delictivos: 500 autores de violaciones y 35 de
abuso sexual entre 15 y 16 añ os. El 92 % fue maltratado y/o abusado en su infancia, má s del 90 % de los
ingresados al sistema penal tienen relació n con drogas o alcohol.
La marginació n, promotora de la marginalidad familiar, genera o facilita la explotació n o el trabajo de
menores, vehiculiza un de la vulnerabilidad, que se intensifica ante el poder del crimen organizado, el
narcotrá fico y el terrorismo, promoviendo a los jó venes como instrumentos para actividades delictivas.
LO INSTITUCIONAL Y LO INSTITUIDO
Tres experiencias de alta tensión social
1) Los niñ os sicarios en los grupos de la droga en Brasil: La cantidad de muertes de menores
provocadas por armas de fuego en Río de Janeiro es mayor que en las regiones declaradas de guerra. Los
niñ os ingresan en el mundo de la delincuencia cuando son muy chicos a sabiendas que pocos tendrá n la
suerte de llegar a adultos. La policía, víctima y agresora, despierta miedo e inseguridad en las personas
que aceptan la protecció n de los traficantes a cambio de silencio. Con una policía má s violenta los
traficantes se vieron obligados a armarse en forma contundente para defender sus territorios. Esto
generó el aumento de la cantidad de armas livianas y la delincuencia organizada involucra a 10 mil
personas só lo en Río de Janeiro.
Los traficantes son vistos como héroes y seducen a los chicos, que se esfuerzan por demostrar que está n
preparados para entrar. La pertenencia a un grupo poderoso permite el ingreso a la circulació n del
sistema, en un cambio de marginació n que va de la pobreza al delito. El narco-jefe ocupa el lugar de ideal
del joven, en tanto portador de las señ ales de poder.
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En Psicología de las masas Freud plantea lo que ocurre con el Yo en una multitud o masa; ceden las
condiciones personales a favor de una conducta compartida, caracterizada por la ausencia de límites.
Segú n Le Bon en la multitud se borran las adquisiciones individuales, desaparece la personalidad de cada
uno que la integra. Intervienen 3 factores:
Por el só lo hecho del nú mero, el individuo adquiere un sentimiento te potencia invencible, y cede
a instintos que antes como individuo aislado hubiera refrenado; se abandona a ellos porque la
multitud es anó nima y desparece el sentimiento de responsabilidad, poderoso freno de los impulsos.
El contagio mental, porque en una multitud todos sentimiento y acto son contagiosos, el individuo
sacrifica su interés personal por el colectivo, aptitud contraria a su naturaleza.
La sugestibilidad, de la que el contagio es un efecto. La personalidad consciente desaparece, la
voluntad y el discernimiento quedan abolidos. El conductor de la masa sugestiona porque posee un
poder misterioso e irresistible, en forma de “prestigio”.
1. El Dr. Juan Gervasio Paz, psiquiatra, permaneció 60 días alojado en un pabelló n de la cá rcel de
Caseros. Sus compañ eros fueron unos 45 a 50 procesados por causas comunes. Como observador
participante estudió la dinámica del grupo carcelario y sus relaciones. Hay allí un nivel de organizació n
que no es el psicoló gico individual ni social, sino una interacció n má s propia de grupos pequeñ os, como
un grupo primario (como la familia), donde existe íntima cooperació n. El grupo carcelario tiene reglas y
pautas fijadas por consenso. La organizació n formal, la tarea que asume el grupo, es el estar presos.
Respecto de la organizació n informal o interna, la població n se constituye en endogrupo donde sus
miembros desarrollan sentimientos de lealtad, amistad, cooperació n, solidaridad. Se oponen al exogrupo
de la “yuta” (personal de vigilancia, policía, jueces, fiscales, profesionales). En segundo término, el grupo
se subdivide en dos subgrupos: ladrones o rochos (comprende a los delincuentes profesionales) y logis
(giles o ingenuos, desde los ladrones ocasionales a los presos políticos). Los logis no poseen movilidad
ascendente, está n determinados en su condició n desde su ingreso. Un ladró n puede descender pero un
logi nunca ascenderá a ladró n. Hay delitos que el grupo carcelario censura y castiga (ser botó n, colaborar
con la policía, tener trato con el personal de vigilancia o responder el saludo de los celadores; ser
homosexual pasivo; tener una conducta antisocial, solitaria, ruidosa o agresiva en el pabelló n; ser
innovador, a riesgo de ser considerado colaboracionista; robar dentro del pabelló n; ocultar víveres o
utensilios para no compartirlos).
Los integrantes del grupo se sienten atrapados en un aparato burocrá tico e impersonal que se ensañ ará
con ellos, uniendo a este fatalismo resentimiento y sed de desquite.
2. Ideología nazi. Judíos, eslavos, gitanos y otros má s fueron considerados pueblos inferiores por los
nazis en su construcció n ideoló gica de la superioridad de la raza aria. Esta concepció n de la
subhumanidad del otro encarna en la planificació n para la sistemá tica eliminació n física de millones de
personas, como un nuevo elemento agregado a la inmoralidad intrínseca de la guerra. El genocidio,
designado como “solució n final”, se consumaría a lo largo de una organizació n de la concentració n que
abarcaba desde la condició n penitenciaria, pasando por el trabajo y culminando en el exterminio. Primo
Levi escribe que lo que él llama la “zona gris” de los campos es en realidad la zona gris de la condició n
humana, que aquello que es inscripto en este espacio queda en una especie de semiconciencia difícil de
develar, que en franca comodidad se permite delegar en otros lo que es posible en todos. Empleando
métodos extremos se puede romper el contrato social hasta su misma base y convertir a los seres
humanos en animales. Auschwitz, al mejor estilo kafkiano, posee una arquitectura que mantiene para el
recién llegado su poder distante, inalcanzable. El poder de decisió n depende de una entelequia invisible
de la cual lo ú nico que se conoce es un desfile permanente de intermediarios. Allí no hay nombres, só lo se
es un nú mero. Es un mundo en el que la muerte se posterga, el que llega nada sabe y si pregunta le
responde el golpe o la ironía. La organizació n de los campos de la muerte tiene una sola consigna: hay que
vivir. Cada decisió n que se toma tiene consecuencias absolutas.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Conclusiones
Las experiencias usadas como ejemplo permiten establecer que la violencia se manifiesta como una faceta
del poder, que se sustenta en un discurso ideoló gicamente fundamentado y soportado en la condició n
estructural del psiquismo descripta como mecanismo de identificació n, modelo inicial de relació n al otro,
que va desde la pérdida de identidad, como en el fenó meno de masas, pasando por la identificació n a un
rasgo/emblema, hasta la identificació n al agresor como posibilidad de elaboració n del sentimiento de
victimizació n –si no puedes con él, alíate.
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Psicosociologia Jurídica 2012
No hay posibilidad de terminar en el futuro inmediato con las instituciones que implican privació n de la
libertad en el caso de jó venes. En todo caso, se extinguirá n cuando ya no tengan funció n que cumplir
porque socialmente no será necesario asignarles ninguna. El funcionamiento basado en la compasió n
sobre el chico o en la represió n conduce al fracaso, pero es difícil alcanzar una posició n de equilibrio.
Propuesta
Aceptando como cierta la existencia de los dañ os que produce la privació n de la libertad, tratar de reducir
ese dañ o a la mínima expresió n; proponerse llegar a la menor cantidad de jó venes encerrados, por el
menor tiempo posible y con el má ximo aprovechamiento del tiempo de permanencia.
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Psicosociologia Jurídica 2012
El tratamiento debe apuntar a que puedan mejorar su calidad de vida, logren establecer vínculos
satisfactorios y puedan sostener su inserció n social. Esto implicará generar un proyecto de vida tendiente
al autovalimiento y/o su inclusió n dentro del grupo familiar.
Se trata de pacientes que necesitan una apoyatura que vaya má s allá de una simple escucha, ya que si nos
quedamos con ese abordaje seguramente la recaída será inevitable, puesto que encontramos en ellos una
marcada tendencia a la actuació n sin medir consecuencias de sus actos.
Las estrategias en el tratamiento individual, familiar y actividades educativas-terapéuticas deben tener
una planificació n, ordenamiento y seguimiento, ademá s de ser discutidas y reflexionadas por el equipo
profesional para aunar criterios comunes. El mismo deberá contemplar aspectos educativos, laborales,
socializantes, afectivos y la problemá tica profunda.
Cuando un adolescente llega a una institució n puede presentarse gran hostilidad, vivencias paranoides,
extrema actuació n, situaciones de rechazo, abandono y carencia afectiva, por lo que su recepció n tiene
que ser muy especial. En general se los observa carentes de autocontrol y anó micos, como así también
puede inferirse que no han recibido pautas de lo correcto e incorrecto, teniendo una visió n distorsionada
de lo que se espera de ellos, con carencia de límites internos. Por ello es necesario poner límites externos
que posibiliten el ejercicio de acciones tendientes a generar un proyecto de vida, ya que les es imposible
pensar en un mañ ana, viven en un presente absoluto.
Otro punto en el que debemos hacer hincapié es la comunicació n fluida entre los referentes
institucionales y la importancia de la labor de quien dirige al plantel profesional, ya que la comunicació n
asegura la coherencia en la direcció n que se le de al tratamiento.
El equipo deberá plantearse qué quiere lograr el accidente con las acciones que ha venido repitiendo que
tienden a la autodestrucció n. Los intentos de suicidio, el consumo, las transgresiones, la automutilació n y
otros actos pueden responder a muchos motivos: deseo de castigar a otros, de castigarse a sí mismos o de
aliviar la culpa, de apartar otras ideas adversas, llamar la atenció n, etc.
Una vez que comprendemos la motivació n de su actuació n es posible trabajar en la bú squeda de métodos
que posibiliten una adaptació n al medio má s efectiva. En el trabajo con esta problemá tica la Psicología no
puede remitirse só lo a la conducta del sujeto, sino que debe hablarse ante todo de una psicología social.
Un adolescente que ha padecido situaciones de riesgo social tan graves necesita tiempo, paciencia,
desahogo, solidaridad, protecció n, recursos, revalorizació n como persona, informació n sobre sus
derechos y estrategias de resolució n.
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Mucho tiene que ver la disolvente actitud de padres y maestros cuando renuncian a su autoridad dejando
una excesiva autodeterminació n a jó venes aú n inmaduros para asumir esa responsabilidad. La
supravaloració n de los elementos imaginativos, la fragilidad inhibitoria del adolescente, son factores
proclives al delito, para no hablar de las circunstancias externas, de las tentaciones que ofrece el mundo
circundante, en forma de desorganizació n familiar, precariedad econó mica, deformante educació n
escolar, distorsió n en las comunicaciones de masas, todos factores convergentes en la formació n
defectuosa de su cará cter y camino obligado hacia el delito.
Cuanto acontece con respecto a la psicología juvenil, como psicología diferencial, ocurre también respecto
a los sexos. Esta diferencia imprime un sello psicoló gico característico que torna distinta la criminalidad
del uno y del otro, pese a que muchas cuestiones obedecen má s a razones culturales. Ha habido un auge
de la criminalidad femenina, coincidente con la salida de la mujer a la calle, a la vida cívica, a ganar su
propio sustento; la diferencia frente al delito en razó n sexual recibe mayor influjo de causas sociales que
de causas puramente bioló gicas.
En toda acció n delictual figura, aunque má s no sea como teló n de fondo, un conjunto de fuerzas
hereditarias y ambientales que constituyen el cará cter. La situació n de la mujer está condicionada por
una serie de circunstancias que también caracterizan como distinta la criminalidad femenina de la
masculina.
La conducta de la mujer ofrece menor grado de peligrosidad que la del varó n. Los delitos má s numerosos
(abortos, infanticidios, etc.) cometidos por personas del sexo femenino llegan en ínfima medida a
condenas. Todo nuestro sistema comunitario tiende a una mayor protecció n del sexo femenino. La
inferior fuerza física de la mujer, su repulsió n por los medios violentos, su mayor tendencia a la pasividad
que el hombre y otras características femeninas (menstruació n, embarazo, parto, climaterio sostenido,
etc.) no explican suficientemente el menor índice de criminalidad de la mujer. Son los factores
socioló gicos y el sistema de vida de nuestra comunidad los determinantes. La protecció n ambiental
determina que la mujer necesite menos recurrir al delito, por lo menos a una numerosa cantidad de ellos.
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Psicosociologia Jurídica 2012
- Los que no tienen conciencia de ello, preocupados por otros problemas los imponen ante el
analista, lo desvían en falsas direcciones. Se valoran a sí mismos y muestran sana seguridad en ciertos
aspectos, y tienden a producir una impresió n engañ osa, a enmascarar su autodepreciació n.
Ley 14.394
MODIFICACIONES AL REGIMEN DE LOS MENORES Y DE LA FAMILIA
ARTICULO 14. – Para contraer matrimonio se requiere que la mujer tenga 14 añ os cumplidos y el
hombre dieciséis. Podrá contraerse vá lidamente con edad menor cuando hubiera concebido la mujer, de
aquel con quien pretenda casarse. Podrá también obtenerse dispensa de la edad en los supuestos
contemplados en el artículo 132 del Có digo Penal, la que será acordada a pedido de los interesados por el
juez de la causa, en las condiciones establecidas por dicho artículo.
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Psicosociologia Jurídica 2012
ARTICULO 15. – Cuando una persona hubiere desaparecido del lugar de su domicilio o residencia, sin
que de ella se tengan noticias y sin haber dejado apoderado, podrá el juez, a instancia de parte interesada,
designar un curador a sus bienes, siempre que el cuidado de éstos lo exigiere. La misma regla se
observará si, existiendo apoderado, sus poderes fueren insuficientes, no desempeñ are convenientemente
el mandato, o éste hubiese caducado.
ARTICULO 22. – La ausencia de una persona del lugar de su domicilio o residencia en la Repú blica, haya o
no dejado apoderado, sin que de ella se tenga noticia por el término de tres añ os, causa la presunció n de
su fallecimiento.
ARTICULO 34. – Toda persona puede constituir en "bien de familia" un inmueble urbano o rural de su
propiedad cuyo valor no exceda las necesidades de sustento y vivienda de su familia, segú n normas que
se establecerá n reglamentariamente.
ARTICULO 37. – El "bien de familia" no podrá ser enajenado ni objeto de legados o mejoras
testamentarias. Tampoco podrá ser gravado sin la conformidad del có nyuge; si éste se opusiere, faltare o
fuese incapaz, só lo podrá autorizarse el gravamen cuando mediare causa grave o manifiesta utilidad para
la familia.
ARTICULO 38. – El "bien de familia" no será susceptible de ejecució n o embargo por deudas posteriores a
su inscripció n como tal, ni aú n en el caso de concurso o quiebra, con excepció n de las obligaciones
provenientes de impuestos o tasas que graven directamente el inmueble, gravá menes constituidos con
arreglo a lo dispuesto en el artículo 37, o créditos por construcció n o mejoras introducidas en la finca.
los matrimonios anteriores, pero enviudando lo recupera. Art. 309. El ejercicio de la patria potestad
queda suspendido en ausencia de los padres ignorá ndose su paradero, y por incapacidad mental, en tanto
dure la ausencia o la incapacidad. Los jueces pueden suspender el ejercicio de la patria potestad si el
padre o la madre tratasen a sus hijos, sin motivo, con excesiva dureza; o si por consecuencia de su
ebriedad consuetudinaria, inconducta notoria o negligencia grave, comprometiesen la salud, seguridad o
moralidad de los hijos. Esa suspensió n puede durar desde un mes, hasta que el hijo menor llegue a la
mayor edad. Art. 310. En los casos de pérdida de la patria potestad (art. 307) o de su ejercicio (art. 308),
los menores quedan bajo el patronato del Estado nacional o provincial. En los casos de suspensió n (art.
309) quedan, durante ésta, también bajo el patronato del Estado nacional o provincial.
Art. 4.- El patronato del Estado nacional o provincial se ejercerá por medio de los jueces nacionales o
provinciales, con la concurrencia del Consejo Nacional del Menor y del Ministerio Pú blico de Menores en
jurisdicció n nacional y de este ú ltimo en jurisdicció n provincial o de ambos en las provincias que se
acojan a los beneficios del decreto-ley. Ese patronato se ejercerá atendiendo a la salud, seguridad,
educació n moral e intelectual del menor, proveyendo a su tutela sin perjuicio de los artículos 390 y 391
del Có digo Civil.
Art. 5.- Deró gase el artículo 329 del Có digo Civil y sanció nase en su reemplazo el siguiente: Art. 329. Lo
dispuesto en los artículos 306, 307, 308 y 309 del Có digo Civil se aplicará a la patria potestad de los hijos
naturales, sin perjuicio de lo prescripto en el artículo 330 del mismo Có digo.
Art. 6.- Modifícase el artículo 393 del Có digo Civil en la siguiente forma: Art. 393. Los jueces no podrá n
proveer la tutela, salvo que se tratase de menores sin recursos o de parientes de los mismos jueces, en
socios, deudores o acreedores suyos, en sus parientes dentro del cuarto grado, en amigos íntimos suyos o
de sus parientes hasta dentro del cuarto grado; en socios, deudores o acreedores, amigos íntimos o
parientes dentro del cuarto grado de los miembros de los tribunales nacionales o provinciales, que
ejercieran sus funciones en el mismo lugar en que se haga el nombramiento, ni proveerla dando a una
misma persona varias tutelas de menores de diferentes familias, salvo que se tratase de filá ntropos
reconocidos pú blicamente como tales.
Art. 7.- Deró gase el artículo 457 del Có digo Civil y sanció nase en su reemplazo el siguiente: Art. 457. Los
jueces podrá n remover a los tutores por incapacidad o inhabilidad de éstos, por no haber formado
inventario de los bienes del menor en el término y forma establecidos en la ley, y porque no cuidasen
debidamente de la salud, seguridad y moralidad del menor que tuviesen a su cargo, o de su educació n
profesional o de sus bienes.
Art. 8.- Todo menor confiado espontá neamente por sus padres, tutores o guardadores a un
establecimiento de beneficencia privado o pú blico quedará bajo tutela definitiva del Consejo Nacional del
Menor, en jurisdicció n nacional y de la autoridad que se designe en jurisdicció n provincial.
Art. 9.- Los menores sobre cuya situació n se haya dispuesto de acuerdo con los artículos anteriores,
quedará n bajo la vigilancia del Consejo Nacional del Menor, o del Ministerio Pú blico de Menores, segú n
corresponda, quienes deberá n controlar la acció n de los respectivos tutores o guardadores, e
inspeccionará n, por lo menos cada mes, los establecimientos privados o pú blicos respectivos, por medio
de sus visitadores, asistentes, inspectores o miembros integrantes, atenderá n las reclamaciones de los
menores y pondrá n en conocimiento del juez lo que juzgue conveniente para mayor beneficio del asistido.
Art. 10.- La mujer mayor de catorce añ os y el hombre de dieciséis añ os pero menores de edad aunque
estén emancipados por habilitació n de edad no pueden casarse entre sí ni con otra persona sin el
consentimiento de su padre y de su madre, o de aquel de ellos que ejerza la patria potestad o sin el de
tutor cuando ninguno de ellos la ejerce o en su defecto sin el del juez. Los sordomudos que no saben darse
a entender por escrito necesitan consentimiento del curador o autorizació n del juez.
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Art. 11.- Cuando el juez lo considere conveniente, la resolució n podrá limitarse a la privació n de la
tenencia del menor, y en tal caso éste podrá ser entregado al Consejo Nacional del Menor en jurisdicció n
nacional o a la autoridad que corresponda en la jurisdicció n provincial o adoptar alguno de los otros
recaudos en vigor.
Art. 12.- Los padres privados del ejercicio de la patria potestad o suspendidos en él, o de la tenencia de
sus hijos en virtud de esta ley, podrá n solicitar que la medida se deje sin efecto si hubieren transcurrido
dos añ os desde la resolució n definitiva y probaren que se hallan en situació n de ejercer
convenientemente sus obligaciones.
Art. 13.- La privació n de la autoridad o la suspensió n de su ejercicio no importan liberar a los padres de
las obligaciones impuestas por los artículos 265, 267 y 268 del Có digo Civil si no fueran indigentes.
Art. 14. (texto conforme decreto-ley 5286/57) Los jueces de la jurisdicció n criminal y correccional en la
Capital de la Repú blica y en las provincias o territorios nacionales, ante quienes comparezca un menor de
18 añ os, acusado de un delito o como víctima de un delito, deberá n disponer preventivamente de ese
menor si se encuentra material o moralmente abandonado o en peligro moral, entregá ndolo al Consejo
Nacional del Menor o adoptando los otros recaudos legales en vigor. A ese efecto no regirá n, en los
tribunales federales, ordinarios de la Capital y de los territorios nacionales, las disposiciones legales
sobre prisió n preventiva, la que só lo será decretada cuando el juez lo considere necesario y se cumplirá
en un establecimiento del Consejo Nacional del Menor. Podrá n también dejarlos a sus padres, tutores o
guardadores, bajo la vigilancia del Consejo Nacional del Menor.
Art. 15. Los mismos jueces, cuando sobresean provisoria o definitivamente respecto a un menor de 18
añ os, o cuando lo absuelvan, o cuando resuelvan definitivamente en un proceso en que un menor de 18
añ os haya sido víctima de un delito, podrá n disponer del menor por tiempo indeterminado y hasta los 21
añ os si se hallare material o moralmente abandonado o en peligro moral y en la misma forma establecida
en el artículo anterior.
Art. 16. Los jueces correccionales en la justicia nacional de la Capital y en los territorios nacionales,
entenderá n en primera y ú nica instancia en todos los casos de faltas y contravenciones imputadas a
menores de 18 añ os y aplicará n las disposiciones de los artículos anteriores.
Art. 17. (texto conforme decreto-ley 5286/57) Todo menor del que hayan dispuesto los jueces indicados
en los tres artículos anteriores, quedará sometido a su vigilancia, con la concurrencia del Consejo
Nacional del Menor.
Art. 18. (multa conforme ley 24.286) Los mismos jueces, en los procesos a que se refiere el artículo 14,
podrá n imponer en cada caso a los padres, tutores o guardadores que aparezcan culpables de malos
tratos o de negligencia grave o continuada con respecto a los menores a su cargo, y que no importen
delitos del derecho penal, multas hasta la suma de diez mil pesos o arresto hasta un mes, o ambas penas a
la vez. Estas condenas podrá n suspenderse si los culpables dieran seguridades de reforma, quedando
prescriptas en el plazo de dos añ os si no incurrieren en hechos de la misma naturaleza.
(Donde se emplea la palabra "arresto" debe ser reemplazada por "prisión", conforme a lo preceptuado por el
artículo 305 del Código Penal).-
Art. 18 bis. (incorporado por ley 23.737. Multa conforme ley 24.286)En todos los casos en que una mujer
embarazada diera a luz en el transcurso del proceso o durante el cumplimiento de una condena por
infracció n a la ley de estupefacientes, la madre deberá , dentro de los cinco días posteriores al nacimiento
someter al hijo a una revisació n médica especializada para determinar si presenta síntomas de
dependencia de aquéllos.
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Psicosociologia Jurídica 2012
La misma obligació n tendrá el padre, el tutor y el guardador. Su incumplimiento será penado con multa
quinientos a diez mil pesos y el juez deberá ordenar la medida omitida.
Art. 19. Los padres o tutores de los menores de quienes hayan dispuesto definitivamente los jueces de la
jurisdicció n criminal o correccional, o que hayan sido condenados en virtud del artículo anterior, podrá n
solicitar revocatoria de esas resoluciones dentro de cinco días de la notificació n de las mismas. Esta
oposició n se substanciará en una audiencia verbal, con las pruebas que ordene el juez o indique el
recurrente, si el juez las juzgare pertinentes. La resolució n será apelable en relació n.
Art. 20. (texto conforme decreto-ley 5286/57) Los tribunales de apelació n en lo criminal y correccional
de la Justicia nacional ordinaria de la Capital y los territorios nacionales designará n, si lo juzgan
conveniente, a uno o má s jueces para que atiendan exclusivamente, en sus respectivas jurisdicciones, en
los procesos en que se acuse a menores de 18 añ os; reglamentará n, con la concurrencia del Consejo
Nacional del Menor, la forma de la cooperació n policial en los sumarios e informaciones respectivas, la
cooperació n de los particulares o establecimientos particulares o pú blicos que se avengan a coadyuvar
gratuitamente en la investigació n y en la direcció n y educació n de los menores; así como también la
forma de la vigilancia que corresponde a los jueces en virtud de lo dispuesto en los artículos 14 y 17.
Art. 21. A los efectos de los artículos anteriores, se entenderá por abandono material o moral o peligro
moral, la incitació n por los padres, tutores o guardadores a la ejecució n por el menor de actos
perjudiciales a su salud física o moral; la mendicidad o la vagancia por parte del menor, su frecuentació n a
sitios inmorales o de juego o con ladrones o gente viciosa o de mal vivir, o que no habiendo cumplido 18
añ os de edad, vendan perió dicos, publicaciones u objetos de cualquier naturaleza que fueren, en las calles
o lugares pú blicos, o cuando en estos sitios ejerzan oficios lejos de la vigilancia de sus padres o
guardadores o cuando sean ocupados en oficios o empleos perjudiciales a la moral o a la salud.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Texto conforme a la ley 22803. En esos casos la autoridad judicial lo someterá al respectivo proceso y
deberá disponerlo provisionalmente durante su tramitació n a fin de posibilitar la aplicació n de las
facultades conferidas por el artículo 4.
Cualquiera fuese el resultado de la causa, si de los estudios realizados apareciera que el menor se halla
abandonado, falto de asistencia, en peligro material o moral o presenta problemas de conducta, el juez
dispondrá definitivamente del mismo por auto fundado, previa audiencia de los padres, tutor o
guardador.
Art. 3.- La disposició n determinará :
a) La obligada custodia del menor por parte del juez, para procurar la adecuada formació n de aquél
mediante su protecció n integral. Para alcanzar tal finalidad el magistrado podrá ordenar las medidas que
crea convenientes respecto del menor, que siempre será n modificables en su beneficio;
b) La consiguiente restricció n al ejercicio de la patria potestad o tutela, dentro de los límites impuestos y
cumpliendo las indicaciones impartidas por la autoridad judicial, sin perjuicio de la vigencia de las
obligaciones inherentes a los padres o al tutor;
c) El discernimiento de la guarda cuando así correspondiere. La disposició n definitiva podrá cesar en
cualquier momento por resolució n judicial fundada y concluirá de pleno derecho cuando el menor
alcance la mayoría de edad.
Art. 3bis.- En jurisdicció n nacional la autoridad técnico-administrativa con competencia en el ejercicio del
patronato de menores se encargará de las internaciones que por aplicació n de los artículos 1 y 3 deben
disponer los jueces.
En su caso, motivadamente, los jueces podrá n ordenar las internaciones en otras instituciones pú blicas o
privadas (agregado por ley 23742).
Art. 4.- La imposició n de pena respecto del menor a que se refiere el artículo 2 estará supeditada a los
siguientes requisitos:
1) Que previamente haya sido declarada su responsabilidad penal y la civil si correspondiere, conforme a
las normas procesales.
2) Que haya cumplido dieciocho añ os de edad. Prá ctica de Investigació n:
3) Que haya sido sometido a un período de tratamiento tutelar no inferior a un añ o, prorrogable en caso
necesario hasta la mayoría de edad.
Una vez cumplidos estos requisitos, si las modalidades del hecho, los antecedentes del menor, el
resultado del tratamiento tutelar y la impresió n directa recogida por el juez hicieren necesario aplicarle
una sanció n, así lo resolverá , pudiendo reducirla en la forma prevista para la tentativa.
Contrariamente, si fuese innecesario aplicarle sanció n, lo absolverá , en cuyo caso podrá prescindir del
requisito del inciso 2.
Art. 5.- Las disposiciones relativas a la reincidencia no son aplicables al menor que sea juzgado
exclusivamente por hechos que la ley califica como delitos, cometidos antes de cumplir los dieciocho añ os
de edad.
Si fuere juzgado por delito cometido después de esa edad, las sanciones impuestas por aquellos hechos
podrá n ser tenidas en cuenta, o no, a efectos de considerarlo reincidente.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Art. 6.- Las penas privativas de libertad que los jueces impusieran a los menores se hará n efectivas en
institutos especializados. Si en esta situació n alcanzaren la mayoría de edad, cumplirá n el resto de la
condena en establecimientos para adultos.
Art. 7.- Respecto de los padres, tutores o guardadores de los menores a que se refieren los artículos 1 y 2,
el juez podrá declarar la privació n de la patria potestad o la suspensió n, o la privació n de la tutela o
guarda, segú n correspondiere. Texto segú n ley 23264, art. 20 (B.O. 23/10/85).
Art. 8.- Si el proceso por delito cometido por un menor de dieciocho añ os comenzare o se reanudare
después que el imputado hubiere alcanzado esta edad, el requisito del inciso 3 del artículo 4 se cumplirá
en cuanto fuere posible, debiéndoselo complementar con una amplia informació n sobre su conducta.
Si el imputado fuere ya mayor de edad, esta informació n suplirá el tratamiento a que debió haber sido
sometido.
Art. 9.- Las normas precedentes se aplicará n aun cuando el menor fuere emancipado.
Art. 10.- La privació n de libertad del menor que incurriere en delito entre los dieciocho añ os y la mayoría
de edad, se hará efectiva, durante ese lapso, en los establecimientos mencionados en el artículo 6.
Art. 11.- Para el cumplimiento de las medidas tutelares las autoridades judiciales de cualquier
jurisdicció n de la Repú blica prestará n la colaboració n que se les solicite por otro tribunal y aceptará n la
delegació n que circunstancialmente se les haga de las respectivas funciones.
Art. 12.- Deró ganse los artículos 1 a 13 de la ley 14.394 y el artículo 3 de la ley 21.338
LOS QUE DELINQUEN POR CONCIENCIA DE CULPA (FREUD)
Con frecuencia en sus comunicaciones sobre su juventud pacientes muy decentes me informaron acerca
de ciertas acciones prohibidas que habían realizado: robos, fraudes y aú n incendios deliberados. A raíz de
casos má s claros en que los enfermos cometían tales faltas mientras se hallaban bajo tratamiento me vi
llevado a estudiar esto má s a fondo. Tales fechorías se consumaban sobre todo porque eran prohibidas y
porque ejecutarlas iba unido a cierto alivio anímico. El malhechor sufría una acuciante conciencia de
culpa de origen desconocido y después de cometer la falta esa presió n se aliviaba.
La conciencia de culpa preexistía a la falta; la falta provenía de la conciencia de culpa. A estas personas es
lícito designarlas “delincuentes por conciencia de culpa”.
¿De dó nde proviene ese sentimiento de culpa? Este oscuro sentimiento brota del Complejo de Edipo, es
una reacció n frente a los dos grandes propó sitos delictivos, matar al padre y tener comercio sexual con la
madre; comparados con estos dos, los delitos cometidos eran un alivio para el sujeto. Parricidio e incesto
son los dos grandes delitos del hombre, los ú nicos abominados aú n en sociedades primitivas. La
humanidad ha adquirido su conciencia moral merced al Complejo de Edipo.
Ciertos niñ os se vuelven díscolos para provocar un castigo y, cumplido este, quedan calmos y satisfechos;
a menudo una indagació n nos pone en la pista del sentimiento de culpa que les ordena buscar castigo. En
cuanto al adulto es preciso excluir a todo aquel que delinque sin sentimiento de culpa; pero en la mayoría
de los otros delincuentes, para los que se han hecho los có digos punitivos, una motivació n así de sus
delitos podría iluminar puntos oscuros de la psicología del delincuente, y proporcionar a la punició n un
fundamento psicoló gico.
Unidad VII:Violencia familiar. Violaciones. Mujeres y menores víctimas de delito. Víctimas dedelitos
sexuales. Abuso sexual. Introducció n y antecedentes. Relaciones entre elofensor y la víctima. El abuso
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Psicosociologia Jurídica 2012
sexual en niñ os. Dentro de la familia (relacionesincestuosas). Á reas de intervenció n terapéutica. Etapas y
manejo del tratamiento. Roldel Psicó logo.
Aborto- Infanticidio
Un delito frecuente es el aborto: la interrupció n de la vida humana durante el período de la gestació n.
Numerosas razones llevan a la mujer a atentar contra la vida del feto: falta de toma de conciencia sobre la
importancia de la vida que lleva en su vientre; por haberlo concebido en una relació n circunstancial
donde el objetivo era el placer y no concebir una vida; hasta causales de orden social, venganza, temor a
represalias paternas, falta de medios econó micos, etc.
Art. 81 del Có digo Penal: A la mujer (madre) que para ocultar su deshonra matare a su hijo durante el
nacimiento o mientras se encontrare bajo influencia del estado puerperal. ¿Có mo se distingue aborto de
infanticidio? Mediante la autopsia: se quitan los pulmones de la víctima y se los introduce en agua, si se
hunden quiere decir que nunca contuvieron aire, que el ser nunca respiró ; se lo considera feto y se califica
como aborto. Si por el contrario flotan, significa que tuvieron aire, y al considerarlo persona el delito se
convierte en infanticidio u homicidio agravado por el vínculo. El infanticidio está penado con 6 meses a 3
añ os de prisió n, y el homicidio calificado con cadena perpetua. ¿Qué se entiende por deshonra, la mujer
ultrajada, violada, o simplemente abandonada por su pareja? El Psicó logo forense deberá hacer un
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Psicosociologia Jurídica 2012
Violaciones y estupro:
Mujeres menores que ejercían la prostitució n, habrían sido inducidas e las prá cticas sexuales por sus
progenitores o por los compañ eros de sus madres.
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Psicosociologia Jurídica 2012
reiteradas, sin que se observen indicadores psicoló gicos o comportamentales que alteren su adaptació n
social o rendimiento escolar.
El síndrome está compuesto por:
1) El secreto: es una de las precondiciones del abuso y es aceptado por la víctima a raíz de la
intimidació n que ejerce el victimario. El secreto que debe guardar de la situació n le demuestra
que algo malo está pasando. El secreto será causa de miedo y la promesa de salvació n “todo va a
estar bien si le contá s a nadie”. Si el ofensor percibe que el niñ o no mantendrá eso por má s tiempo
el secreto vendrá la intimació n.
2) La desprotección: surge a partir de las enseñ anzas que reciben los niñ os en relació n a evitar
contactos con extrañ os, pero se les inculca ser obedientes y afectuosos con aquellas personas que
les rodean. El hecho de que el abusador forma parte de un vínculo de confianza y se encuentre en
una posició n afectuosa, só lo incrementa el desequilibrio del poder y el grado de desprotecció n en
que se encuentra la víctima.
3) El atrapamiento o la acomodación: el niñ o aprenderá a acomodarse a la relació n de abuso
sexual continuo que le toca vivir. El abusador hace que la víctima internalice el concepto de que es
buena si accede a sus requerimientos y mantiene el secreto, y que de esta manera protegerá a la
familia de una desintegració n, por el contrario si dice lo que sucede la verdad será mala.
4) Develamiento tardío: conflictivo y poco convincente, se produce a raíz de un conflicto familiar
grave o del descubrimiento accidental de una tercer persona.
5) Retractación: es comú n que la víctima que ha revelado el abuso luego de marchar atrá s con la
denuncia, negando lo antes dicho.
El niñ o abusado debe enfrentar una segunda situació n traumá tica al producirse la crisis del develamiento,
y a veces son atacados por el descreimiento y el rechazo de personas, incluso pertenecientes a su familia.
La prá ctica pericial pone en evidencia 2 tipos de afectos del abuso sexual:
El stress postraumá tico consecutivo a una intensa agresió n sexual, habiendo mediado amenazas,
intimidació n física y/o psíquica
Desviació n del desarrollo psicosexual, incorporá ndose la conducta desviada en un plano casi
natural, por la connotació n positiva que da el victimario a los actos aberrantes
Estos niñ os suelen presentar: recuerdos desagradables, recurrentes o en niñ os pequeñ os juegos
repetitivos donde se expresa la vivencia traumá tica; trastornos del sueñ o, pesadillas; evitació n de
estímulos asociados al trauma; incapacidad para recordar aspectos del trauma o amnesia psicó gena;
disminució n del rendimiento integral, pueden observarse regresiones, referidas a habilidades
recientemente adquiridas, por ejemplo la higiene personal, el lenguaje, la lectoescritura, el control de
esfínteres.
Paciente víctima de abuso sexual infantil:
La mayoría de los niñ os que revelan abuso sexual dicen la verdad y es poco probable que inventen
detalles concretos. Se deben registrar los datos de filiació n del niñ o, del familiar o persona que lo lleva a
ser evaluado, y del supuesto agresor en el caso de que haya algú n relato sobre él. Se indica cuá l ha sido el
motivo por el cual se sospecha de ASI: relato del niñ o, sospecha de un tercero, o niñ o con sintomatología
no específica y/o indicadores psicoló gicos de ASI.
Cada caso de abuso sexual es distinta y también su abordaje y las estrategias para el diagnó stico y el
tratamiento.
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La entrevista: no debe ser larga; es má s importante escuchar que hablar, requerimiento extremado
paciencia y tacto al preguntar; es importante aliviar la angustia que puede evidenciar la víctima de estar
hablando de algo que no debe; el impacto personal que el hecho produce en el profesional que atiende al
niñ o, no debe influir en las preguntas o en el vínculo; la entrevista debe ser tranquila y sin prisas tratando
de establecer un vínculo de confianza entre el paciente y el profesional. Es necesaria la presencia de un
adulto de confianza del niñ o en caso de pre-pú beres, y en el caso de adolescentes darle de elegir al
paciente si quiere realizar la entrevista solo o con un adulto de su confianza. Se debe hacer un registro
textual, amplio y minucioso de los dichos del niñ o. Todos los datos se deben recopilar y registrar en
forma detallada a fin de documentar lo sucedido y obtener la evidencia psicoló gica legal adecuada. El
profesional deberá responder a las preguntas que surjan del niñ o con sinceridad. Se debe realizar una
evaluació n del riesgo para la salud y/o la vida del paciente.
El perito ante la evaluación de ASI:
El uso de la cá mara Gessel. En la evaluació n pericial de las víctimas del ASI es importante que en la
entrevista inicial el niñ o tenga la libertad de exponer los hechos comenzando por donde él prefiera e
incluyendo lo que se desee. Los niñ os proporcionan informació n adecuada cuando se les pide
simplemente que relaten lo que les pasó sin entrar en mayores detalles. El examinador deberá crear un
clima que facilite la libre expresió n del niñ o. Luego se procederá a preguntar al niñ o directamente acerca
del supuesto abuso sexual.
Hay que detectar la posibilidad de sostener el discurso.
El procedimiento de evaluació n pericial debe incluir: aná lisis del expediente y estudio de las constancias
incluidas en él, entrevista, aná lisis de declaraciones obtenidas.
Los indicadores que dan inferencia de posible abuso sexual son: conocimientos sexuales inapropiados
para la edad, relato del abuso consistente; estructura ló gica del discurso.
Luego de producido la evaluació n puede suceder que el diagnó stico no sea concluyente y el perito deberá
citar la informació n que no le permitiere afirmar ni desechar el abuso.
VIOLENCIA FAMILIAR
Violencia familiar
Toda forma de abuso que tiene lugar entre las relaciones de los miembros de una familia. Se denomina
relació n de abuso a toda conducta que por acció n u omisió n ocasiona un dañ o físico y/o psicoló gico a otro
miembro de la familia.
Formas en que se expresa la violencia
1) Maltrato infantil: Violencia hacia los hijos
a) Formas activas
Abuso o maltrato físico: cualquier acció n no accidental por parte de los padres o cuidadores del
niñ o que provoque dañ o físico o enfermedad en el mismo o lo coloca en riesgo de padecer. Golpes
y castigos corporales, como disciplina. Utilizando la fuerza física de modo inapropiado y excesivo.
Abuso emocional: Manifestaciones cró nicas, persistentes y muy destructivas que amenazan el
normal desarrollo psicoló gico del niñ o, profundas por algú n miembro del entorno familiar.
Abuso sexual: Todo contacto sexual con un niñ o menor de 18 añ os por parte de un familiar-tutor
adulto desde una posició n de poder o autoridad sobre él, agravado por el hecho de que el niñ o
confía plenamente en este adulto.
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2) Fase del golpe: La violencia se manifiesta a través de graves golpes, abortos, incluso la muerte de la
víctima. El victimario cree que solo golpea como disciplina ero pierde el control y no sabe có mo
terminará . La víctima es auxiliada a nivel médico, psicoló gico y legal, cuando pide ayuda exterior.
3) Fase de arrepentimiento o de luna de miel: Aparecen las disculpas, promete que la situació n no se
volverá a repetir y aparece la ambivalencia fuera a la situació n que se vive. La víctima necesita creer que
su pareja ha reflexionado y que cambiará , por lo cual rara vez solicita ayuda exterior.
- Abuso financiero: uso de los recursos econó micos del anciano para el propio beneficio del cuidador.
- Abuso sexual: falta de espacios privados para su intimidad, descalificació n y prohibició n para tener
pareja o enamorarse, tocamientos por parte de las personas que lo tienen a su cargo en los momentos de
higiene, etc.
Marco legal
Fuero Civil: Ley 24.417, de protecció n contra la violencia familiar.
Fuero Penal: Aparece dentro de los delitos contra las personas, y delitos contra la integridad sexual:
- Delitos contra la vida:
Art. 80: Se impondrá prisió n perpetua a quien matare a su ascendiente, descendiente o có nyuge
Art. 89: Se impondrá prisió n de 1 mes a 1 añ o al que causare a otro en cuerpo o salud un dañ o
Art. 90: Prisió n de 1 a 6 añ os si la lesió n produce debilitamiento permanente de la salud, de un sentido,
ó rgano, miembro, o de la palabra, deformació n, o si lo hubiese inutilizado para el trabajo.
Art. 91: Prisió n de 3 a 10 añ os si la lesió n produjera enfermedad mental o corporal probablemente
incurable, o pérdida de la capacidad de engendrar o concebir
Art. 106: Prisió n de 2 a 6 añ os al que pusiere en peligro la vida o salud de otro, sea colocá ndolo en
situació n de desamparo, sea abandoná ndolo a su suerte siendo incapaz de valerse, y a la que deba
mantener cuidado, o a la que el mismo autor haya incapacitado. Será de 3 a 10 añ os si a consecuencia del
abandono resultara grave el dañ o en el cuerpo o salud de la víctima, y si ocurriere la muerte la pena será
de 5 a 10 añ os.
Art. 107: El má ximo y mínimo de estas penas será n aumentadas 1/3 cuando el delito fuera cometido por
padres contra sus hijos o estos contra aquellos, o por el có nyuge.
- Delitos contra la integridad sexual
Art. 119: 6 a meses a 4 añ os quien abusare sexualmente de otra persona cuando esta fuere mayor de 13
añ os o cuando mediare violencia o amenaza, o abuso de una relació n de dependencia, autoridad o poder.
La pena será de 4 a 10 añ os cuando el abuso hubiere configurado un sometimiento sexual gravemente
ultrajante, sea por su duració n o circunstancia de realizació n. Será de 6 a 15 añ os cuando hubiere acceso
carnal por cualquier vía. La pena aumentará si el hecho fuere cometido por ascendiente, descendiente,
hermano, tutor, curador.
Art. 125: El que promoviere la corrupció n de menores de 18 añ os aunque mediare el consentimiento de la
víctima. Bis: El que promoviere la prostitució n de menores de 18 añ os aunque mediare el consentimiento.
A nivel mundial hay dos posturas: la norteamericana, consistente en el aislamiento del infectado en
unidades especiales acondicionadas a esos efectos con asepsia y distancia en el contacto; y la holandesa,
que no separa a los infectados de los sanos, sino que só lo comunica al sujeto que padece HIV, y lo aísla
só lo si pregona su infecció n o lo utiliza como método de coerció n hacia otros internos o autoridades.
El tema de la marginació n del SIDA es un fenó meno mundial, como así también la lucha contra esa
marginació n. Al igual que otras enfermedades, es provocado por un virus y por ser contagioso requiere
ciertos métodos preventivos hasta tanto se invente alguna vacuna.
Pero a la vez se diferencia de otras enfermedades: su contagio fundamentalmente es posible por medio de
la sangre y las relaciones sexuales. Queda así marcado como una enfermedad mortal que tiene que ver
con eso que en la sexualidad humana no es controlable: deseo y goce. Muchas veces afloraron fantasías
respecto de los portadores de HIV, se los marginó y maltrató , se los despreció porque “ellos se lo
buscaron”, pertenecían a “otra gente” con la que uno no tiene nada que ver.
En el sistema carcelario empezó a aparecer en 1985 como casos aislados, tratadas con separació n del
resto de la població n del penal. El nú mero fue creciendo y se mantuvo la política de aislamiento
habilitando un pabelló n especial en el piso 17 de la Unidad Carcelaria 1. Por problemas en su convivencia,
se decidió el traslado al Centro de Detenció n de SIDA, en una subunidad, un predio especial separado del
resto de la població n penal. Este aislamiento provocó reacciones sociales, y se habló de una doble
segregació n por parte de la sociedad hacia el infectado. Lo cierto es que el sujeto infectado no podía
convivir con el resto de la població n del penal, porque cuando los otros internos tomaban conocimiento
de la situació n, agredían al sujeto y hasta podían matarlo.
La separació n no fue una solució n porque los internos querían usar su enfermedad como instrumento
coercitivo para obtener beneficios, llegaban a cortarse y arrojar sangre al personal encargado de su
custodia cuando no se satisfacían sus demandas. Creían poseer un instrumento de dominació n.
También el personal manifestaba sus temores, pero no se negaban a cumplir sus deberes.
Significativamente, quienes má s reparos manifestaron fueron los profesionales, los médicos llegaban a
atenderlos pero sin tocarlos, dejando la curació n a cargo del personal de enfermería; algunos psicó logos
llegaron a solicitar locutorios para realizar así la atenció n psicoterapéutica. La reacció n de los
legisladores fue casi nula.
Se deben realizar cursos de capacitació n para quienes trabajen en contacto con portadores o enfermos; se
les debe brindar el apoyo de psicoterapeutas con experiencia en la atenció n de pacientes infectados, y
evitar su segregació n; también el reparto de preservativos como medida preventiva, el dictado de cursos
entre població n enferma y sana para evitar fantasías respecto de la enfermedad y estimular la
prevenció n; limitar el ingreso de drogas y jeringas al penal.
EL ASI – EL NIÑO MALTRATADO – UNA EXPERIENCIA EN LA MATANZA
Lo que se presenta en el texto que sigue constituye un trabajo de investigació n e intervenció n elaborado
por la Licenciada en Psicología Mirta Angio y la Dra. Stella Maris Yapur, Abogada.
Casa del Sol surgió en julio de 2003 a partir de la inquietud de la licenciada en psicología Mirta Estela
Angio y la Abogada Stella Maris Yapur, profesionales pertenecientes al Centro Integral para la Familia
AYAR, adhiriendo a los artículos que la Convenció n sobre los Derechos del Niñ o enuncia, y basá ndose en
la experiencia del trabajo cotidiano con niñ os y adolescentes en riesgo.
Las mismas resolvieron iniciar un proyecto de investigació n, notando rá pidamente la ausencia de
servicios para la atenció n especializada del Maltrato y el Abuso Sexual Infantil en el partido bonaerense
de La Matanza. La mayoría de los casos debían ser derivados para su atenció n al Centro de Asistencia a la
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Víctima del Delito Sexual dependiente de Policía Federal Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires, con las
consecuentes dificultades para el seguimiento de los mismos, debido a las distancias geográ ficas y los
costos del traslado.
Dentro de este proceso de investigació n, y a partir de estos datos, se realizaron entrevistas con los
equipos técnicos de los Juzgados de Menores, Fiscalía de Cámara y Centro de Atenció n a La Víctima del
Departamento Judicial de dicho partido. Los sectores de educació n y de salud no pudieron ofrecer datos
precisos, confirmá ndose la hipó tesis de ausencia de registro de la temá tica abordada, sosteniendo la
informació n teó rica respecto de la pará lisis que produce en los profesionales intervinientes, los temas
referidos a maltratos y abusos.
Durante el desarrollo de la investigació n, se obtuvieron dos tipos de respuestas: una que ratificaba la
inexistencia de centros de atenció n especializados en la temá tica, y otra que avalaba el emprendimiento
por considerarlo de absoluta necesidad y urgente implementació n.
Desde la iniciació n del ante-proyecto se definió un perfil profesional dispuesto a volcar sus conocimientos
y saberes en la prevenció n y atenció n del maltrato y el A.S.I., un compromiso en la construcció n de redes
para sumar logros, experiencias y posibilidades, y un concepto integrador en la bú squeda de vínculos con
todas aquellas instituciones del Partido de La Matanza que se ocupan de temas relacionados con infancia
y adolescencia, con quienes se intenta optimizar recursos, a fin de ofrecer un buen servicio.
Este equipo de profesionales se propuso diseñ ar estrategias de intervenció n, que se enmarquen dentro de
parámetros reales que permitan su aplicació n, impulsando la creació n de una Red Jurídica Zonal
específica y manteniéndola permanentemente habilitada.
Se trabaja con una concepció n integral del hombre, considerá ndolo en su dimensió n bio-psicosocial y
cultural, teniendo en cuenta la subjetividad actual, las condiciones laborales, las nuevas formas de
estructuras familiares, y las crisis sociales y econó micas; respetando los roles, creencias, y valores en el
interior de las mismas.
Casa del Sol se ha propuesto un trabajo interdisciplinario, que integre el conocimiento de las diferentes
á reas persiguiendo como fin ú ltimo mejorar la calidad de vida y la promoció n de la salud.
La creació n de este programa constituyó la posibilidad de brindar una apropiada protecció n al niñ o, al
adolescente y a sus familias, toda vez que proporciona la asistencia necesaria, dentro del marco social y
jurídico correspondiente, previniendo y disminuyendo las distintas formas de maltrato y abuso, tal como
expresamente lo exige la Convenció n sobre los Derechos del Niñ o en su artículo 19; por lo tanto la
concreció n de este modelo de intervenció n posicionó al Centro Integral para la Familia AYAR dentro de la
corriente ideoló gica que se desarrolla en la actualidad en el á mbito internacional.
Definició n del ASI
La libertad sexual es la facultad inherente a todo ser humano para elegir con quien y có mo ejercer su
sexualidad. De tal modo el conocimiento de la funció n sexual, la educació n, la dignificació n de los seres
humanos, el respeto por las preferencias sexuales y la igualdad social, son los fundamentos de esta
libertad.
Entonces, todo acto que atente contra la libertad y la dignidad de una persona mediante el uso de la
fuerza, engañ o o soborno, violencia psicoló gica o moral, con el propó sito de imponer una conducta sexual
en contra de su voluntad, será considerado Abuso Sexual, constituyendo así una conducta intencional,
dolosa, preparada y con víctimas indefensas. Es un acto agresivo con el que se busca degradar, expresar el
dominio y el poder que se tiene sobre una persona, y abarca una amplia gama de comportamientos y
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relaciones, que van desde el contacto físico con penetració n, hasta aquellas má s leves, pero igualmente
lesivas.
Se debe tener especialmente en cuenta que los delitos en materia sexual cometidos contra un niñ o deben
ser considerados de manera diferente a los cometidos contra individuos adultos, toda vez que solo con
respecto a estos ú ltimos es vá lido hablar de “consentimientoprestado”, mientras que los niñ os, por su
propia inmadurez y dependencia carecen de esta libertad.
El trabajo propuesto por el Centro Integral para la Familia AYAR, a través del programa Casa del Sol,
intentó sensibilizar a la comunidad brindando informació n clara y concreta respecto del maltrato infantil,
logrando así los objetivos de la prevenció n, y disminuyendo los índices de niñ os y adolescentes en riesgo.
Insistiendo en la promoció n del Derecho a la Educació n Sexual Integral, el Derecho a la Salud, el Derecho
a elegir libremente su Orientació n Sexual (y a ejercer esa sexualidad elegida) y el Derecho a la Intimidad,
se propicia en las franjas má s jó venes de la sociedad el ejercicio pleno de sus derechos; asesorando
adecuadamente y acompañ ando con seriedad y respeto a las familias en la problemá tica planteada, se
refuerza la confianza de los ciudadanos en las Instituciones judiciales, instá ndolos a denunciar esta clase
de delitos, y participando activamente en su resolució n.
Desde la puesta en marcha del programa, el Centro Integral para la Familia AYAR se ha propuesto:
1) Reducir la prevalencia e incidencia del A.S.I. en la població n del Partido de La Matanza.
2) Trabajar con las á reas gubernamentales locales a fin de enfatizar en conjunto el desarrollo de
programas de prevenció n que permitan detectar el abuso en los primeros niveles de salud y de educació n,
y posibiliten abordarlo en el momento má s adecuado.
3) Disminuir las secuelas incapacitantes de los sujetos que hayan atravesado la situació n traumá tica del
maltrato y el A.S.I.
4) Informar y asesorar a todos los miembros del grupo familiar sobre los pasos procesales desde la
radicació n de la denuncia y el seguimiento de la causa hasta los recursos que posibiliten las vías
superiores de acceso a la justicia.
Dentro del marco de estas propuestas se elaboraron estrategias de prevenció n sobre el maltrato y el A.S.I.
creando un espacio adecuado para la confrontació n, reflexió n y expresió n emocional, y generando
recursos para identificar el A.S.I. a partir de sus señ ales y síntomas. Asimismo se brindan parámetros
educativos a toda la població n infanto-juvenil, sobre el valor de ejercer por sí mismos sus derechos, y
sobre los mecanismos jurídicos de protecció n al respecto.
FOCOS DE INTERVENCION
Objetivos relacionados con la víctima:
a) Garantizar la protecció n. Esto es, separarla de la familia o del agresor, si se cree conveniente y en el
caso de que sea conocido.
b) Preparar e informar en relació n con los procedimientos que se deben seguir, sean estos de carácter
legal, médicos o psicoló gicos.
c) Evaluar el dañ o tanto físico como emocional en las respectivas valoraciones médica y psicoló gica.
d) Manejar la situació n traumá tica, de tal manera que se facilite el hablar del hecho, de sus sentimientos,
mitos, temores, entre otros, en un espacio de respeto, confianza y disponibilidad para la escucha.
e) Intentar disminuir la revictimizació n producida en las entrevistas, las diferencias familiares y los
procedimientos netamente jurídicos, psicoló gicos y médicos.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Á reas de Abordaje
1) Á rea Psicoló gica
Dentro de esta á rea, se trabaja en tres niveles:
a- INTERVENCIÓ N EN CRISIS.
Se define crisis como un estado transitorio de inmensa carga afectiva, generado por la dificultad de
evaluar objetivamente las circunstancias actuales y por la incapacidad para enfrentar y manejar la
situació n, es decir tomar decisiones. La dimensió n de la crisis depende de la habilidad de los sujetos para
afrontar o defenderse de los eventos traumá ticos, ya sea para eliminar, tolerar o reducir las demandas
que excedan los recursos del individuo.
A través de esta modalidad, se intenta encontrar alternativas para la resolució n de la situació n, disminuir
al mínimo los niveles de ansiedad o cargas emocionales, brindando protecció n y estableciendo adecuados
niveles de empatía, contribuyendo a fomentar la creació n o el fortalecimiento de redes de apoyo,
facilitando informació n acerca de los procesos a seguir con respecto a la víctima y la familia.
b) NIVELES DE ATENCIÓ N POST- CRISIS
Con los niñ os y adolescentes que hayan atravesado maltrato o A.S.I., se trabaja en tres etapas a saber:
b1- Etapa introductoria, donde se intenta establecer adecuados niveles de empatía y transferencia dentro
del encuadre, aclarando los límites de la relació n, la intervenció n y el rol de los intervinientes, creando un
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Psicosociologia Jurídica 2012
espacio de confianza y credibilidad, donde el niñ o pueda expresar de forma tranquila su situació n. Se
debe mostrar al niñ o que se está dispuesto a escuchar, que se le cree, que hizo bien en informar y que no
tiene culpa de lo sucedido. Así lo refiere la Convenció n Internacional sobre los Derechos del Niñ o, en su
artículo 12.
b2- Etapa de reconocimiento, cuyo objetivo es recolectar la mayor cantidad de informació n, con relació n
al contexto específico, alternativas de solució n que el niñ o haya elaborado y toda la informació n que se
considere pertinente para entender su situació n. Cabe aclarar que este proceso se realiza en un clima de
empatía y ética para evitar la revictimizació n.
b3- Etapa de cierre, aquí se intenta optimizar los recursos internos a fin de enfrentar la situació n
traumá tica, crear y/o fortalecer las redes de apoyo, ofrecer un espacio de compromiso para desarrollar el
trabajo terapéutico prolongado y clarificar la informació n psicoló gica, procedimental o jurídica.
En el caso de que sea posible el contacto con el agresor y en funció n de cumplimentar la intervenció n con
la víctima, se debe medir el potencial de agresió n o violencia hacia esta o su familia, con el fin de prevenir
otra posible agresió n o violencia o la recurrencia del suceso, se debe determinar el contexto de la
situació n, es decir, si se dio por cuestiones culturales o por patología, y se debe indagar respecto de los
sentimientos hacia la víctima.
c- NIVEL DE TRATAMIENTO.
El tratamiento involucra tanto al niñ o o adolescente víctima como a su familia, y se divide en dos focos:
c1- Foco educativo – preventivo: cuyo objetivo fundamental es prevenir nuevos abusos, mediante la
obtenció n de habilidades en reconocimiento de alto riesgo, y la facilitació n de herramientas e informació n
tanto a los padres como a los encargados del cuidado de los niñ os.
c2- Foco Psicoterapéutico: donde el principal objetivo es que el niñ o pueda ejercer su derecho de hablar y
describir, de acuerdo a sus niveles evolutivos tanto el abuso como los sentimientos sobre estas
experiencias, con el fin de integrar los afectos productos del trauma a la vida cotidiana, y evitar en este
proceso la revictimizació n.
c3- La intenció n final del trabajo terapéutico individual es facilitar la integració n y significació n de los
elementos a la estructura psicoló gica, proporcionando un adecuado proceso de elaboració n que se
evidencie en el desempeñ o general y en la evitació n de dañ os en el psiquismo.
2) Á rea Jurídica.
a- El abordaje jurídico se insiste sobre la base de interdisciplina, teniendo en cuenta que el tipo de
violencia que nos ocupa lesiona gravemente los derechos fundamentales de dignidad y libertad, dejando
huellas internas profundas que resulta muy dificultoso abordar aisladamente.
b- Se atiende a la clasificació n de los tipos penales establecidos en la Ley Nro.25.087 - Delitos contra la
Integridad Sexual, y la jurisprudencia y doctrina existente sobre el tema.
c- El asesoramiento está dirigido a todos y cada uno de los miembros de las familias destinatarias del
servicio, de acuerdo a lo estipulado por el derecho procesal para cada una de las etapas correspondientes,
tanto en sede civil como en sede penal.
d- Se trabaja con una visió n garantizadora de los principios surgidos del ordenamiento constitucional de
no revictimización, de protección a la intimidad y de revalorización de la persona humana, basá ndonos en
la necesidad de privilegiar adecuadamente el interés superior del niñ o.
Entendemos el principio de no revictimización, no como directiva colisionante del Derecho a Defensa en
Juicio, sino como directiva de protecció n de los niñ os y adolescentes en resguardo de un eventual
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Psicosociologia Jurídica 2012
perjuicio irreparable para los individuos má s vulnerables de la sociedad. La protección a la intimidad nos
remite a la protecció n de injerencia arbitraria (o ilegal) en la vida privada de los niñ os y adolescentes y de
sus familias, incluyendo su domicilio, su correspondencia, su honra y su reputació n, y toda informació n
que emane del accionar de los poderes del estado en consecuencia de su intervenció n en el caso concreto.
Con el principio de revalorización de la persona humana, abarcativo de los derechos inherentes a todo ser
humano, se afianza definitivamente la intenció n jerarquizadora del hombre, como fin ú ltimo que toda
ciencia debe perseguir.
Estos principios, ejes fundamentales del abordaje jurídico que se impulsa, está n firmemente antepuestos
a cualquier otra consideració n de orden teó rico o técnico.
e) A fin de que este abordaje no se atasque en un contexto cerrado y quede aislado de la dinámica
constante de la ciencia del Derecho, se tiene permanentemente en cuenta la corriente jurisprudencial
nacional y la doctrina nacional e internacional, en materia de protecció n integral de los derechos de niñ os
y adolescentes consagrados en nuestro derecho positivo.
f) El abordaje jurídico se lleva a cabo de acuerdo a la ética profesional a la que debe ajustarse todo el
accionar de los representantes del á rea del Derecho.
g- Con un compromiso en la defensa de los Derechos Humanos, entendidos estos como la unidad de
derechos civiles y políticos, y derechos econó micos, sociales y culturales, conforme los contenidos de la
Constitució n Nacional, y de las declaraciones, cartas, pactos y tratados internacionales ratificados por la
Repú blica Argentina.
EJEMPLOS DE LA PRÁCTICA
CASO Nª1: Familia R
Nuestro trabajo cotidiano, nos sitú a ante una realidad que excede lo que a abordajes psicoló gicos se
refiere, dado que la consulta o la derivació n por abuso sexual infantil representa la punta de un iceberg
que viene a mostrar un cú mulo de carencias y desamparos influidos por la situació n socio-econó mica y
las experiencias vividas por los padres.
La familia R, es un típico caso de lo que hoy puede evaluarse como la construcció n familiar a la que
pudieron acceder, en este caso que hoy referimos, dos adultos que en los añ os 80 se criaron en el
desamparo de la calle. Ambos son analfabetos, experimentando a un mismo tiempo, el riesgo, la soledad y
los Institutos de Menores.
Ella tuvo su primer hijo a los 11 añ os, como consecuencia de una violació n; le siguieron 15 hijos má s, de
los cuales 4 fueron atendidos dentro del marco del programa Casa del Sol.
Al intervenir de manera integral, pudimos detectar factores de riesgo, entrelazados con las razones por
las cuales llegaron al Centro Integral para La Familia AYAR, a saber: ausencia o discontinuidad escolar,
deficiencia alimentaria, desnutrició n cró nica con debilidad mental funcional, reiteradas hospitalizaciones
de los integrantes del grupo familiar, maternidades adolescentes, ingresos magros, obtenidos de planes
sociales y changas ocasionales. La supervivencia diaria, tiene como eje la actividad del cartoneo. Poseen
como patrimonio, un caballo, que los posiciona dentro de su escala social, en una situació n de "privilegio”.
Resaltamos que esta familia posee valores éticos que sostienen y defienden, a pesar de las adversidades,
ocupá ndose de sus hijos, haciendo todo lo que a su alcance puedan, y sumando recursos institucionales
cuando los primeros no resultan satisfactorios.
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Trabajamos en red permanente con otras instituciones, pú blicas y privadas, para optimizar los recursos
humanos y materiales de las familias que, como en este caso, nos impone abordar otras disciplinas.
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Psicosociologia Jurídica 2012
a) El Sr. A se refiere paciente psiquiá trico por depresió n, con licencia laboral desde hace tres añ os, había
sufrido ASI cuando niñ o por parte de su padre.
b) La Sra. A hace seis meses que vive hospitalizada a causa de las apneas que sufre su hijo menor R,
quedando L al cuidado del papá , ya que el mismo no trabaja. Declara haber sufrido abuso sexual de
pequeñ a, por parte de un tío.
c) Iniciado el tratamiento psicoló gico de L, este relata al tiempo que grafica, que por las noches viene a su
cama "Sabú Mafú " (personaje televisivo de programa infantil) que le "hace cosas feas". Mientras habla,
dibuja un pene al que le da el nombre “Sabú Mafú ”. Consultado acerca de porqué piensa que el papá no
puede cuidarlo, a pesar de que duermen en el mismo cuarto, responde: "mi papá duerme, porque toma
pastillas, es depresivo". Al tiempo que transcurre el tratamiento con L. el Sr. A mantiene entrevistas con
otro profesional del equipo, quien indaga acerca de sus estados depresivos, y las medicaciones que dice
tomar. Sus respuestas comienzan a ser ambiguas, por lo que se le requiere un informe psiquiá trico.
En entrevista posterior que mantiene la Sra. A con un tercer profesional, se toma conocimiento de una
nueva internació n del Sr. A.
En ocasió n de encontrarse L jugando en el consultorio, dramatiza un juego en el que un auto al que llama
“Sabú Mafú ” lo persigue a él (representado con otro auto). Cuando estaba por atacarlo, integra al juego un
avió n (al que le da el nombre de “"el avió n de la psicó loga”) que rescata a L de la agresió n. El avió n carga
con el auto del agresor, al que L procede a construirle un cerco y refiere: "el avió n de la psicó loga me
salvó : SabúMafú está internado".
A través del proceso llevado a cabo por el Centro Integral para la Familia AYAR a través de su programa
Casa del Sol, el Sr. A fue descubierto como el verdadero violador cró nico de su hijo, permaneciendo desde
entonces en una clínica neuro-psiquiá trica.
L inició su período de escolaridad, manifestando dificultades para el aprendizaje, por lo que los
profesionales intervinientes mantienen conexió n permanente con el colegio al que concurre, intentando
abordar todos los aspectos que permitan tramitar lo traumá tico del período de su vida, en el que fuera
víctima de violaciones constantes por parte de su padre, generando mecanismos de protecció n, que
rompan el concepto de naturalizació n del abuso, y la violació n, en una familia en la que así se lo entendía.
PROPEDÉUTICA PARA UNA INTERVENCIÓN POSIBLE
VIOLENCIA FAMILIAR. PROPEDEUTICA PARA UNA INTERVENCION POSIBLE
Ni aú n en la era de la incertidumbre, puede el hombre funcionar sin la posibilidad de construir algo cierto.
La destitució n de la Certeza como atributo indiscutido de la razó n, si bien en su destierro, ha dejado
rastros de esa modalidad, que hace del “sentido” el puerto del entendimiento.
Entonces, nada ‘es” sino “siendo”, en una captació n de significació n que nos permite hoy, hacer la historia.
En este caso, particularmente, aquélla que intenta apresar, de la estructura humana, lo que escapa al
esfuerzo de civilizació n, y produce una y otra vez, síntomas y signos perturbadores.
Pocas cosas hay, de la experiencia de la humanidad, que no haya aprehendido la prodigiosa sensibilidad
de los griegos; fundamentalmente, la puesta en escena de la imaginería psíquica en la construcció n
arqueoló gica de la Mitología. De esta suerte es posible un Zeus, dios por antonomasia, que escapa de la
devoració n que su tío Titá n, llevaba a cabo sistemá ticamente con los hijos de Cronos que Rea daba a luz, a
pedido del propio padre, en protecció n de su Poder.
Tiempo má s tarde, enfrentado Zeus, un hombre ya, con Cronos y los Titanes, logra vencerlos y ocupar el
trono de su padre, con la ayuda de la inseparable compañ ía de la diosa Violencia, hermana de la Victoria,
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Psicosociologia Jurídica 2012
del Poder y del Celo, hijos de la ninfa Estigia (nombre de la laguna del Infierno, cercana en su acepció n al
verbo odiar). Zeus decide tomar por esposa a su hermana para formar su familia, pero debe violar la
virginidad de Hera en un juego de metamorfosis (de pavo real a cuco herido), que enfrenta a la mujer con
su ambivalencia afectiva y su relació n al Poder.
La sentencia de Zeus. “...abro con mi reino la edad de los que cazan poder, saber y placer...”.La respuesta
de Hera “...nos cuidaremos de que la fuerza no se emplee contra la fuente de la fuerza ; ayer, hoy y
mañ ana , evitaremos que esa soberbia estéril se consolide”. A los nueve meses nacieron Ares y Eris, el
dios de la guerra y la diosa de la discordia, luminoso fruto de esas pasiones.
En síntesis, hay dos fantasmas con vena poética para inventar variadas pesadillas (en lo que la sexualidad
tiene de escisió n) en el seno de nuestra especie:
a) La imagen de un lobo hambriento o airado que se traga a la prole ante el escá ndalo de la loba. Soledad
del que defiende un trono inventado, injusticia de querer detener la vida en su vida, padre sin paternidad,
abolició n de la metá fora.
b) La imagen de la mantis religiosa devorando a su amante y sirviendo como incondicional sacrificio a los
nacidos de esa semilla. El espíritu de la colmena.
Entre una y otra imaginería, sin tiempo y sin espacio, sin principio de contracció n y al mayor servicio del
narcisismo, transgrediendo toda ló gica formal; las modalidades propias de cada ciclo cultural, le ha
prestado su indumentaria y su color.
Nuestro tiempo ha participado de la polvareda levantada por el gesto restitutivo de una Lorena Bobbit. La
industria cinematográ fica nos ha ilustrado con films del tenor de La guerra de los Roses, de Kramer
versus Kramer, de La lecció n de piano, Cara a cara y muchos má s. La televisió n nos regala Gasoleros o
Chiquititas. La literatura no ha sido menos generosa y ha hecho gala de una y mil escenas donde la
rivalidad, esa especularidad mortal que muestra el mito y se mantiene en la estructura de nuestro
psiquismo, alcanza su posibilidad de elaboració n en la funció n de la palabra; como Sherezade, noche tras
noche y cuento tras cuento, mientras dice, elude la muerte; aquélla que se desplaza entre el Poder y la
Victoria por los pliegues del Celo, en la representació n de la Violencia.
¿Quién es él? ¿Quién es ella? ¿Qué los une? ¿Qué los separa? ¿Son suyos los prejuicios o son nuestros?
¿Porqué víctimas o victimarios? ¿Có mo y Cuá ndo? No es justo que la respuesta del YO cierre la
interrogació n al OTRO. Algo hay de cierto, la mediació n es tan paradó jica como su sustento: el sujeto y la
palabra. Significante y sentido. Hecho y ficció n. Ilusió n y utopía. Tal vez, lo esencial, má s que definir la
violencia, es aprehenderla en la metamorfosis de su tiempo y en la particularidad del sujeto que la porta.
LA INTERVENCION JUDICIAL
No siempre la legislació n nos da los remedios adecuados para resolver la totalidad de las cuestiones que
se suscitan, la ley va normalmente a la zaga de las transformaciones sociales, que por su acelerado
cambio, se hace difícil abarcar con la normativa vigente.
El debate de los nuevos proyectos demandan má s tiempo que el reclamo de soluciones por parte de la
comunidad. Un ejemplo de esta situació n la constituye la ley 24.417 de Protecció n Contra la Violencia
Familiar, cuya metodología de intervenció n podríamos denominar “segregacionista”. En ella se dota al
ó rgano jurisdiccional de un arsenal de medidas cautelares que puede seleccionar y aplicar en forma
inmediata al tomar conocimiento de la conducta violenta. Dichas medidas se encuentran enumeradas en
los cuatro incisos del artículo 4to. A saber:
1. Excluir al autor de la violencia.
2. Prohibir al autor el acceso al domicilio y/o trabajo de la víctima.
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Psicosociologia Jurídica 2012
3. Ordenar el reintegro de la o las víctimas que tuvieron que abandonar el domicilio por razones de
seguridad (con la consiguiente exclusió n del autor si fuera el caso)
4. Resolver en forma provisoria, las cuestiones atinentes a la cuota alimentaria, tenencia de hijos y
derecho de comunicació n.
En ninguna de tales alternativas existe una participació n de los protagonistas del conflicto; en todas ellas
el juzgador como representante de la sociedad se apropia de la conflictiva. Má s aú n, en la formació n del
desideratum jurisdiccional, se organiza la convicció n del juzgador en la aplicació n de una medida cautelar
prohibitiva o expulsiva de exclusiva solicitud del ministerio pupilar, sin pedido expreso ni de la víctima ni
del representante pú blico.
En casos de extrema gravedad y peligro real en la demora, el juez conseguirá con la medida
segregacionista, congelar la situació n hasta completar su evaluació n, pero en modo alguno erradicará el
problema de la violencia.
En casos de mínima gravedad y cuyo peligro de demora sea incierto, pero que se le presenta al juzgador
como situació n de catá strofe, la medida expulsiva puede actuar como detonador o realimentador del
conflicto, contraponiéndose a la finalidad tuitiva de la norma.
El informe pericial que deberá obtener el juzgador de acuerdo al artículo 3ro. de la norma, no siempre
estará en poder del magistrado cuando deba disponer las medidas cautelares, ni cuando celebre la
denominada “audiencia de mediació n” que propone el artículo 5to.de la ley.
Instar a los integrantes del grupo familiar protagonista de las situaciones de violencia, a asistir a
programas educativos o terapéuticos, sin contar con un diagnó stico certero del conflicto y de sus
orígenes, no parece ser una medida adecuada.
Una intervenció n diagnó stica veloz en casos de extrema gravedad, corre con el riesgo de la pérdida de
profundidad; en muchos de los casos no se habrá entrevistado a la totalidad de los integrantes del grupo
familiar o parental, necesario para una correcta composició n de lugar en el conflicto a derimir.
Pensemos que el diagnó stico elaborado fue acertado, que el juez tuvo en su poder todos los elementos
necesarios para dictar la resolució n que establece la medida cautelar y que esta se encuentre
suficientemente fundada en la cuestió n traída a su conocimiento; cuando convoca a las partes a la
audiencia, con la finalidad de lograr concientizarlas de la necesidad de asistir a programas educativos o
terapéuticos, se encuentra con la negativa justificada o no, de una o de ambas partes a participar en
dichos programas; que le queda por hacer al juez? Resulta ló gico mantener indefinidamente las medidas
cautelares expulsivas o prohibitivas? Qué actitud adoptará el juez luego de vencido el término fijado en la
resolució n que las decretara?
Las partes, luego de esta primer escaramuza de enfrentamiento, de la que podrá n salir má s o menos
indemnes (segú n sus recursos), se preparará n para la batalla. Se iniciará un sin nú mero de procesos, en la
intenció n de resolver “segú n corresponda” la litis trabada (o la conflictiva familiar desenvuelta?).
La “víctima”, en general y en el caso de uniones matrimoniales, planteará el divorcio vincular, fundando
sus agravios justamente en la situació n de violencia, y en ese marco se debatirá n todas las cuestiones
conexas:*tenencia de los hijos, cuando existieran ;*establecimiento de cuota alimentaria ;*régimen de
visita para los menores, para mantener la comunicació n con el progenitor no conviviente ;
generá ndose ,en tal marco, nuevas cuestiones tendientes a determinar el modo y tiempo que durará n
tales contactos, si se realizará n en un lugar vigilado, si participará asistente social en las mismas, etc.*
Disolució n y liquidació n de la sociedad conyugal, adjudicació n o venta de los bienes que posee el
matrimonio ;* Cuestionamientos sobre la suspensió n o pérdida de la Patria potestad;* Promoció n de
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Psicosociologia Jurídica 2012
acciones penales conexas: incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, impedimento de contacto
con el padre no conviviente ;amenazas, lesiones, etc. ;En el caso de uniones no matrimoniales se dará la
misma situació n con excepció n de las cuestiones atinentes al divorcio y la liquidació n de los bienes
sociales. Iniciada la guerra, los integrantes de la familia, ya desquiciada, tendrá n que afrontar una nueva
actividad, casi diaria, concurrir: * al Tribunal interviniente a las audiencias;* al estudio jurídico de sus
abogados o a los patrocinios gratuitos que los asesoren, para establecer las estrategias a seguir o para
firmar escritos.
Deberá n asimismo, convencer a familiares, allegados y amigos, para que declaren como testigos de los
hechos que pudieran conocer; deberá n concurrir a evaluaciones periciales y ademá s recurrir a la ayuda
terapéutica para ellos y /o sus hijos. En suma, tendrá n un nuevo “trabajo”, que por cierto, realimentará
permanentemente la conflictiva.
Si pensá ramos esta situació n desde una ó ptica diferente podríamos apreciar otra modalidad de
abordarla.
LA POSIBILIDAD MEDIADORA
Nos parece má s adecuado que las partes no deleguen su conflictiva en el Estado a través del juez, sino que
sean ellas quienes la enfrenten y aborden e intenten la propuesta de alternativas aptas para resolver su
situació n.
Algunas cuestiones que de ordinario se plantean en nuestros tribunales bajo la denominació n de
violencia familiar, suelen ser aceptadas en el contexto del grupo que las denuncia y que su exteriorizació n
se debe a diferentes razones de oportunidad o envergadura, ahora no querida, pero que en realidad no
son expresiones del real sentimiento de la “víctima” supuesta.
Nos encontramos aquí con el primer interrogante que no es develado por el ó rgano jurisdiccional antes
de resolver las medidas cautelares a aplicar al caso. ¿Quién se presenta a reclamar, vive realmente una
situació n de violencia? ¿O no es má s que la habitualidad de una familia “enferma” que la lleva a los
estrados judiciales con el fin de preconstituir prueba para un divorcio posterior?
Consideramos má s adecuado que las situaciones de violencia que se susciten sean evaluadas en forma
previa a la intervenció n del ó rgano jurisdiccional por instituciones gubernamentales o no
gubernamentales dedicadas a la mediació n.
Dichas Instituciones deberá n contar con equipos interdisciplinarios capacitados para abordar
adecuadamente estas cuestiones, facultado para realizar las derivaciones que crea conveniente y las
denuncias pertinentes cuando se dieran situaciones en las que deba intervenir el ó rgano jurisdiccional
para disponer medidas cautelares urgentes y convocar durante la gestió n a la representació n del
ministerio pú blico para colaborar en aquellas situaciones en que las reuniones de mediació n, se llevan a
cabo en circunstancias de la exclusió n acordada de un miembro del grupo familiar.
En el marco del método, pueden resolverse consensuadamente, sin imposiciones, la toma de distancia de
quién ha demostrado actitudes violentas; la forma en que habrá de mantenerse la comunicació n con sus
hijos ; que asistencia alimentaria podrá prestarse ; que evaluaciones diagnó sticas o que tratamientos
psicoló gicos o educativos son precisos para mantener la unidad familiar, ya se trate o no, de separació n o
divorcio, en la intenció n de minimizar los efectos nocivos concomitantes, que en la sumatoria de casos
mostrará n sin duda sus efectos en la comunidad.
Consideramos que a través de la asunció n de la propiedad del conflicto por sus protagonistas, sin
delegació n de su aná lisis y resolució n en las autoridades judiciales; el diá logo y la toma de conciencia de
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Psicosociologia Jurídica 2012
la situació n, así como de las consecuencias que puede acarrearles tal conducta, producirá n acuerdos que
será n duraderos. En definitiva estos acuerdos implicará n la fijació n de las normas adecuadas a ese grupo
familiar; lo que ellos quieren y pueden comprometerse a cumplir, libre de interferencias e imposiciones
innecesarias del Estado.
Unidad VIII:Familia. Divorcio. Regímenes de visita. Patria Potestad. Adopciones. Restitució n.Aspectos
legales. Actuació n del Psicó logo Forense. Diversas intervenciones.
que de otra forma quedarían expuestos al abandono. La decisió n de adoptar un hijo es el resultado de un
prolongado trabajo de elaboració n de la pareja, enfrentá ndose a la falta de hijos. Pero el acto de adoptar
es un acto pú blico y se desvanece la privacidad en los acontecimientos que lo hacen posible.
En ocasiones las madres entregan en adopció n o abandonan, en otras se les quita la patria potestad por
diferentes razones.
Menor en situación de adopción
La familia debe proporcionar: resguardo material (alimento, vivienda, vestimenta, etc.) y apoyo
biopsicosocial (armó nico desarrollo psicoafectivo). Un niñ o se encuentra en riesgo moral y material
cuando está expuesto a dañ os que provienen de la sociedad y que por sí mismo no puede resolver; la
situació n mas grave es el maltrato y el abandono. Factores que conducen a ello:
Materiales: Padres sin recursos econó micos, sin vivienda, fallecidos, privados de la libertad, con
incapacidad física o mental sin posibilidad de remisió n.
Psicosociales: Padres drogadependientes, delincuentes, padres hostiles, con inestabilidad emocional
grave, hogares desmembrados, etc.
Se entiende por abandono material el incumplimiento en lo referente a su alimentació n, higiene,
medicació n; y abandono moral a las carencias en la educació n, atenció n, estimulació n. También se
considera abandono cuando los padres no satisfacen las necesidades del menor aú n estando en contacto
con él. Ademá s en algunos casos el menor puede estar institucionalizado y los padres, si bien se
desentienden de su cuidado, no brindan el consentimiento para que sea adoptado por otra familia.
Padres que ceden a sus hijos en adopción
Puede darse la entrega del niñ o, el abandono del mismo, o el retiro de la patria potestad por parte de un
juez. Legalmente, la entrega de un niñ o en adopció n implica renunciar al ejercicio del derecho civil de la
patria potestad. El retiro de la misma se da en casos en que se ha demostrado que el niñ o está en
situació n de riesgo y/o abandono moral y/o material.
Algunas posibilidades que se presentan son:
Madres adolescentes
Imposibilitadas de ejercer el rol maternal ya que aú n no han podido desprenderse de su rol de hija, y
sienten que no podrá n asumir la responsabilidad de que haya una persona que dependa exclusivamente
de ella. Por lo general esta adolescente fue abandonada por su pareja en el momento en que se le
comunicó el embarazo, y siente que ese hijo só lo le traerá complicaciones en el futuro.
Madres adultas solas
En general las impulsa el hecho de que han sido abandonadas por su pareja y sienten que no pueden
hacerse cargo de la situació n que implica ejercer el rol materno con ese hijo en particular; a veces suelen
responsabilizar a ese embarazo de ser la causa por la que fueron abandonadas. Muchas madres deciden
entregar a sus hijos mientras el embarazo se está gestando y en el momento en que el niñ o nace deciden
retenerlo y no entregarlo a otra familia; o se arrepienten cuando éste ya fue entregado en guarda a otra
familia, siendo el menor el má s perjudicado ya que ha establecido nuevos vínculos afectivos.
Padres con hijos en situación de riesgo
La pareja vive en un estado de marginació n tal que los menores se encuentran en una situació n de riesgo.
En general son parejas con gran cantidad de hijos con los cuales hay vínculos agresivos, los menores se
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ausentan horas y hasta días de su hogar en el caso de tener edad para hacerlo, o son usados para
mendigar.
Lo que debe tener en claro el psicó logo que trabaje con los padres bioló gicos es lo traumá tico de la
situació n de separació n para ambas partes y privilegiar la continuació n del vínculo cuando esto sea
posible.
En esta situació n también se incluyen los padres con severas patologías mentales que les imposibilitan
ejercer su funció n de padres.
Personas que desean adoptar un hijo
La imposibilidad de procrear se instala como herida narcisista. Comienza un sentimiento de impotencia y
otro de culpa, por no poder darle a su pareja un hijo, por no poder darse la posibilidad de ser padres. Ante
la consulta de una pareja con deseos de adoptar debemos investigar la mecá nica psíquica subyacente.
Nivel de interacció n: La solidez del lazo afectivo que une a la pareja y detectar si existe la fantasía
de adoptar un niñ o como método má gico para subsanar problemas de pareja
Causales de infertilidad: Certeza médica existente con respecto a su imposibilidad de procrear, ya
que en muchos casos no se han realizado todas las investigaciones médicas hasta agotar el tema.
Parecería haber una fantasía hondamente arraigada de asimilar los problemas reproductivos con
la mujer.
Nivel de elaboració n de la infertilidad: Da el perfil psicoló gico que la pareja posee respecto al
tema, qué fantasías sustentan y qué pactos implícitos o explícitos han realizado.
Funcionamiento de la sexualidad: El nivel alcanzando en las satisfacciones sexuales, dado que una
inhibició n muy grande perturbará la comunicació n fluida con el niñ o.
Existencia de los padres bioló gicos del niñ o: Si se acepta su existencia no habrá respuestas al
niñ os tales como que la madre bioló gica está muerta, esclarecimientos parciales que aumentan el
nivel de confusió n del menor.
Al momento de realizar la pericia se intentará inferir qué lugar ocupará el niñ o:
Salvador de la relació n de pareja
La pareja como salvadora de un pobre niñ o abandonado
El niñ o como compañ ero sexual, en parejas muy perturbadas donde se establece un fuerte lazo
eró tico madre-niñ o o padre-niñ o en virtud de la hostilidad imperante en la pareja. Se crea una
subpareja y un tercero excluido que reacciona con agresió n hacia el niñ o
El niñ o como destructor de la pareja, fantasía que suele ser expresa por el miembro infértil de la
pareja que teme ser excluido de la nueva dinámica familiar
El niñ o como posibilidad de engrandecimiento de la pareja, cuando pueden aceptar el derecho de
ser padres de un niñ o a pesar de las fuertes prohibiciones que tienen impuestas
Actualmente ha surgido un gran incremento de pedidos de adopció n por parte de mujeres adultas solas,
con desarrollo social e intelectual elevado, que ante el deseo de ejercer el rol materno deciden optar por
la adopció n, pasando a ser secundario el no tener una pareja estable. En este caso el psicó logo evaluará si
a pesar de que el menor no contará con un modelo parental tradicional podrá tener el desarrollo
armó nico necesario para su crecimiento.
Aspectos legales
La ley 24.779 establece que la adopció n de menores no emancipados se otorgará solamente a través de
sentencia judicial a pedido del adoptante; el juez evaluará cada situació n en particular. La ley establece
dos tipos de adopció n:
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Psicosociologia Jurídica 2012
Plena: Confiere al adoptado una filiació n que sustituye la de origen, dejando de pertenecer a su familia de
sangre y extinguiendo el parentesco con la misma, obteniendo el adoptado los mismos derechos y
obligaciones que un hijo bioló gico
Simple: Confiere al adoptado la posició n de hijo bioló gico pero no crea vínculo de parentesco entre él y la
familia bioló gica del adoptante. Los hijos adoptivos del mismo adoptante a su vez será n considerados
hermanos entre sí. Subsisten y no se sustituyen los lazos entre el adoptado y su familia bioló gica (así es
posible la adopció n del hijo del có nyuge). Se contemplan también situaciones tales como padres con
graves patologías mentales que los inhabilita para ejercer su funció n, pero es beneficioso para el niñ o
continuar el vínculo afectivo, o en los casos en los que hubiere derechos sucesorios en los que esté
contemplado el menor. La adopció n simple es una excepció n a la regla general. Es revocable en ciertos
casos: por haberse negado alimentos sin causa justificada, por petició n justificada del adoptado mayor de
edad, por acuerdo de partes manifestada judicialmente cuando el adoptado fuere mayor de edad.
Requisitos para que un menor sea dado en adopció n:
Cuando no tenga filiació n acreditada
Cuando los padres hubiesen perdido la patria potestad
Cuando los padres hubiesen confiado al hijo bajo un establecimiento asistencial y se hubiesen
desentendido de él durante el plazo de 1 añ o
Cuando los padres hubiesen manifestado expresamente la voluntad de que su hijo sea adoptado
Cuando sea huérfano de padre y madre
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Psicosociologia Jurídica 2012
DERECHO DE FAMILIA:
Guarda y Custodia de los menores (capacidad de los có nyuges).
Establecer Régimen de visitas y seguimiento del mismo.
Adopció n y tutela de menores.
Efecto psicoló gico de la Separació n o el Divorcio.
Procesos de Nulidad. Privació n Patria Potestad.
Unidad IX:La labor del Psicó logo en el Campo Penal. Aspectos legales fundamentales.Imputabilidad e
inimputabilidad. Emoció n violenta. Trastornos transitorios.Peligrosidad y Vulnerabilidad social.
Motivaciones de la conducta delictiva: policausalidad. Psicopatología y conducta desviada. Trabajo
pericial y asistencial. Á mbitocarcelario. Instituciones de rehabilitació n social. Tratamiento post - egreso.
CÓDIGO PENAL -EJECUCION DE LA PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD- Ley 24.660
Principios y Modalidades bá sicas de la ejecució n. Normas de trato. Disciplina. Conducta y concepto.
Recompensas. Trabajo. Educació n. Asistencia médica y espiritual. Relaciones familiares y sociales.
Asistencia social y postpenitenciaria. Patronatos de liberados. Establecimientos. Personal. Contralor
judicial y administrativo. Integració n del sistema penitenciario nacional. Disposiciones complementarias,
transitorias y finales.
Sancionada: Junio 19 de 1996.
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Psicosociologia Jurídica 2012
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Psicosociologia Jurídica 2012
ARTICULO 11. — Esta ley, con excepció n de lo establecido en el artículo 7º, es aplicable a los procesados a
condició n de que sus normas no contradigan el principio de inocencia y resulten má s favorables y ú tiles
para resguardar su personalidad. Las cuestiones que pudieran suscitarse será n resueltas por el juez
competente.
CAPITULO II
Modalidades bá sicas de la ejecució n
Secció n primera
Progresividad del régimen penitenciario
Períodos
ARTICULO 12. — El régimen penitenciario aplicable al condenado, cualquiera fuere la pena impuesta, se
caracterizará por su progresividad y constará de:
a) Período de observació n;
b) Período de tratamiento;
c) Período de prueba;
d) Período de libertad condicional.
Período de observació n
ARTICULO 13. — Durante el período de observació n el organismo técnico-criminoló gico tendrá a su
cargo:
a) Realizar el estudio médico, psicoló gico y social del condenado, formulando el diagnó stico y el
pronó stico criminoló gico, todo ello se asentará en una historia criminoló gica debidamente foliada y
rubricada que se mantendrá permanentemente actualizada con la informació n resultante de la ejecució n
de la pena y del tratamiento instaurado;
b) Recabar la cooperació n del condenado para proyectar y desarrollar su tratamiento. A los fines de
lograr su aceptació n y activa participació n, se escuchará n sus inquietudes;
c) Indicar el período y fase de aquel que se propone para incorporar al condenado y el establecimiento,
secció n o grupo al que debe ser destinado;
d) Determinar el tiempo mínimo para verificar los resultados del tratamiento y proceder a su
actualizació n, si fuere menester.
Período de tratamiento
ARTICULO 14. — En la medida que lo permita la mayor o menor especialidad del establecimiento
penitenciario, el período de tratamiento podrá ser fraccionado en fases que importen para el condenado
una paulatina atenuació n de las restricciones inherentes a la pena. Estas fases podrá n incluir el cambio de
secció n o grupo dentro del establecimiento o su traslado a otro.
Período de prueba
ARTICULO 15. — El período de prueba comprenderá sucesivamente:
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Psicosociologia Jurídica 2012
a) La incorporació n del condenado a establecimiento abierto o secció n independiente de éste, que se base
en el principio de autodisciplina;
b) La posibilidad de obtener salidas transitorias del establecimiento;
c) La incorporació n al régimen de la semilibertad.
Salidas transitorias
ARTICULO 16. — Las salidas transitorias, segú n la duració n acordada, el motivo que las fundamente y el
nivel de confianza que se adopte, podrá n ser:
I. Por el tiempo:
a) Salidas hasta doce horas;
b) Salidas hasta 24 horas;
c) Salidas, en casos excepcionales, hasta setenta y dos horas.
II. Por el motivo:
a) Para afianzar y mejorar los lazos familiares y sociales;
b) Para cursar estudios de educació n general bá sica, polimodal, superior, profesional y académica de
grado o de los regímenes especiales previstos en la legislació n vigente;
c) Para participar en programas específicos de prelibertad ante la inminencia del egreso por libertad
condicional, asistida o por agotamiento de condena.
III. Por el nivel de confianza:
a) Acompañ ado por un empleado que en ningú n caso irá uniformado;
b) Confiado a la tuició n de un familiar o persona responsable;
c) Bajo palabra de honor.
ARTICULO 17. — Para la concesió n de las salidas transitorias o la incorporació n al régimen de la
semilibertad se requiere:
I. Estar comprendido en alguno de los siguientes tiempos mínimos de ejecució n:
a) Pena temporal sin la accesoria del artículo 52 del Có digo Penal: la mitad de la condena;
b) Penas perpetuas sin la accesoria del artículo 52 del Có digo Penal: quince añ os;
c) Accesoria del artículo 52 del Có digo Penal, cumplida la pena: 3 añ os.
II. No tener causa abierta donde interese su detenció n u otra condena pendiente.
III. Poseer conducta ejemplar o el grado má ximo susceptible de ser alcanzado segú n el tiempo de
internació n.
IV. Merecer, del organismo técnico-criminoló gico y del consejo correccional del establecimiento, concepto
favorable respecto de su evolució n y sobre el efecto beneficioso que las salidas o el régimen de
semilibertad puedan tener para el futuro personal, familiar y social del condenado.
ARTICULO 18. — El director del establecimiento, por resolució n fundada, propondrá al juez de ejecució n
o juez competente la concesió n de las salidas transitorias o del régimen de semilibertad, propiciando en
forma concreta:
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Psicosociologia Jurídica 2012
a) El lugar o la distancia má xima a que el condenado podrá trasladarse. Si debiera pasar la noche fuera del
establecimiento, se le exigirá una declaració n jurada del sitio preciso donde pernoctará ;
b) Las normas que deberá observar, con las restricciones o prohibiciones que se estimen convenientes;
c) El nivel de confianza que se adoptará .
ARTICULO 19. — Corresponderá al juez de ejecució n o juez competente disponer las salidas transitorias y
el régimen de semilibertad, precisando las normas que el condenado debe observar y efectuar
modificaciones, cuando procediere. en caso de incumplimiento de las normas, el juez suspenderá o
revocará el beneficio cuando la infracció n fuere grave o reiterada.
ARTICULO 20. — Concedida la autorizació n judicial, el director del establecimiento quedará facultado
para hacer efectivas las salidas transitorias o la semilibertad e informará al juez sobre su cumplimiento.
El director podrá disponer la supervisió n a cargo de profesionales del servicio social.
ARTICULO 21. — El director entregará al condenado autorizado a salir del establecimiento una
constancia que justifique su situació n ante cualquier requerimiento de la autoridad.
ARTICULO 22. — Las salidas transitorias, el régimen de semilibertad y los permisos a que se refiere el
artículo 166 no interrumpirá n la ejecució n de la pena.
Semilibertad
ARTICULO 23. — La semilibertad permitirá al condenado trabajar fuera del establecimiento sin
supervisió n continua, en iguales condiciones a las de la vida libre, incluso salario y seguridad social,
regresando al alojamiento asignado al fin de cada jornada laboral. Para ello deberá tener asegurada una
adecuada ocupació n y reunir los requisitos del artículo 17.
ARTICULO 24. — El condenado incorporado a semilibertad será alojado en una institució n regida por el
principio de autodisciplina.
ARTICULO 25. — El trabajo en semilibertad será diurno y en días há biles. Excepcionalmente será
nocturno o en días domingo o feriado y en modo alguno dificultará el retorno diario del condenado a su
alojamiento.
ARTICULO 26. — La incorporació n a la semilibertad incluirá una salida transitoria semanal, salvo
resolució n en contrario de la autoridad judicial.
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Psicosociologia Jurídica 2012
ARTICULO 29. — La supervisió n del liberado condicional comprenderá una asistencia social eficaz a
cargo de un patronato de liberados o de un servicio social calificado, de no existir aquél. En ningú n caso
se confiará a organismos policiales o de seguridad.
Secció n Segunda
Programa de prelibertad
ARTICULO 30. — Entre sesenta y noventa días antes del tiempo mínimo exigible para la concesió n de la
libertad condicional o de la libertad asistida del artículo 54, el condenado deberá participar de un
programa intensivo de preparació n para su retorno a la vida libre el que, por lo menos, incluirá :
a) Informació n, orientació n y consideració n con el interesado de las cuestiones personales y prá cticas que
deba afrontar al egreso para su conveniente reinserció n familiar y social;
b) Verificació n de la documentació n de identidad indispensable y su vigencia o inmediata tramitació n, si
fuere necesario;
c) Previsiones adecuadas para su vestimenta, traslado y radicació n en otro lugar, trabajo, continuació n de
estudios, aprendizaje profesional, tratamiento médico, psicoló gico o social.
ARTICULO 31. — El desarrollo del programa de prelibertad, elaborado por profesionales del servicio
social, en caso de egresos por libertad condicional o por libertad asistida, deberá coordinarse con los
patronatos de liberados. En los egresos por agotamiento de la pena privativa de libertad la coordinació n
se efectuará con los patronatos de liberados, las organizaciones de asistencia postpenitenciaria y con
otros recursos de la comunidad. En todos los casos se promoverá el desarrollo de acciones tendientes a la
mejor reinserció n social.
Secció n Tercera
Alternativas para situaciones especiales
Prisió n domiciliaria
ARTICULO 32. — El Juez de ejecució n, o juez competente, podrá disponer el cumplimiento de la pena
impuesta en detenció n domiciliaria:
a) Al interno enfermo cuando la privació n de la libertad en el establecimiento carcelario le impida
recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un
establecimiento hospitalario;
b) Al interno que padezca una enfermedad incurable en período terminal;
c) Al interno discapacitado cuando la privació n de la libertad en el establecimiento carcelario es
inadecuada por su condició n implicá ndole un trato indigno, inhumano o cruel;
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Psicosociologia Jurídica 2012
En los supuestos a), b) y c) del artículo 32, la decisió n deberá fundarse en informes médico, psicoló gico y
social.
El juez, cuando lo estime conveniente, podrá disponer la supervisió n de la medida a cargo de un
patronato de liberados o de un servicio social calificado, de no existir aquél. En ningú n caso, la persona
estará a cargo de organismos policiales o de seguridad.
(Artículo sustituido por art. 2º de la Ley Nº 26.472 B.O. 20/01/2009)
ARTICULO 34. — El juez de ejecució n o juez competente revocará la detenció n domiciliaria cuando el
condenado quebrantare injustificadamente la obligació n de permanecer en el domicilio fijado o cuando
los resultados de la supervisió n efectuada así lo aconsejaren.
Prisió n discontinua
ARTICULO 36. — La prisió n discontinua se cumplirá mediante la permanencia del condenado en una
institució n basada en el principio de autodisciplina, por fracciones no menores de treinta y seis horas,
procurando que ese período coincida con los días no laborables de aquél.
ARTICULO 37. — El juez de ejecució n o juez competente podrá autorizar al condenado a no presentarse
en la institució n en la que cumple la prisió n discontinua por un lapso de veinticuatro horas cada dos
meses.
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ARTICULO 38. — Se computará un día de pena privativa de libertad por cada noche de permanencia del
condenado en la institució n.
Semidetenció n
ARTICULO 39. — La semidetenció n consistirá en la permanencia ininterrumpida del condenado en una
institució n basada en el principio de autodisciplina, durante la fracció n del día no destinada al
cumplimiento, en la medida de lo posible, de sus obligaciones familiares, laborales o educativas. Sus
modalidades podrá n ser la prisió n diurna y la prisió n nocturna.
ARTICULO 40. — El lapso en el que el condenado esté autorizado a salir de la institució n se limitará al que
le insuman las obligaciones indicadas en el artículo 39, que deberá acreditar fehacientemente.
Prisió n diurna
ARTICULO 41. — La prisió n diurna se cumplirá mediante la permanencia diaria del condenado en una
institució n basada en el principio de autodisciplina, todos los días entre las ocho y las diecisiete horas.
Prisió n nocturna
ARTICULO 42. — La prisió n nocturna se cumplirá mediante la permanencia diaria del condenado en una
institució n basada en el principio de autodiscipina, entre las veintiuna horas de un día y las seis horas del
día siguiente.
ARTICULO 43. — Se computará un día de pena privativa de libertad por cada jornada de permanencia del
condenado en la institució n conforme lo previsto en los artículos 41 y 42.
ARTICULO 44. — El juez de ejecució n o juez competente podrá autorizar al condenado a no presentarse
en la institució n durante un lapso no mayor de cuarenta y ocho horas cada dos meses.
CAPITULO IX
Asistencia médica
ARTICULO 143. — El interno tiene derecho a la salud. Deberá brindá rsele oportuna asistencia médica
integral, no pudiendo ser interferida su accesibilidad a la consulta y a los tratamientos prescriptos. Los
estudios diagnó sticos, tratamientos y medicamentos indicados, le será n suministrados sin cargo.
ARTICULO 144. — Al ingreso o reingreso del interno a un establecimiento, deberá ser examinado por un
profesional médico. Este dejará constancia en la historia clínica de su estado clínico, así como de las
lesiones o signos de malos tratos y de los síndromes etílicos o de ingesta de drogas, estupefacientes o
cualquier otra sustancia tó xica susceptible de producir dependencia física o psíquica, si los presentara.
Detectadas las anomalías aludidas, el médico deberá comunicarlas inmediatamente al director del
establecimiento.
ARTICULO 145. — La historia clínica en la que quedará registrada toda prestació n médica, se completará
con la incorporació n de los estudios psicoló gico y social realizados durante el período de observació n,
previsto en el artículo 13 inciso a), y la actualizació n a que aluden el artículo 13 inciso d) y el artículo 27.
Copia de la historia clínica y de sus actuaciones integrará la historia criminoló gica.
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Psicosociologia Jurídica 2012
ARTICULO 152. — Los tratamientos psiquiá tricos que impliquen suspensió n de la conciencia o pérdida de
la autonomía psíquica, aunque fueran transitorias, só lo podrá n ser realizados en establecimientos
especializados.
CAPITULO XII
Asistencia social
ARTICULO 168. — Las relaciones del interno con su familia, en tanto fueren convenientes para ambos y
compatibles con su tratamiento, deberá n ser facilitadas y estimuladas. Asimismo se lo alentará para que
continú e o establezca vínculos ú tiles con personas u organismos oficiales o privados con personería
jurídica, que puedan favorecer sus posibilidades de resinserció n social.
CAPITULO XIII
Asistencia postpenitenciaria
ARTICULO 172. — Los egresados y liberados gozará n de protecció n y asistencia social, moral y material
pospenitenciaria a cargo de un patronato de liberados o de una institució n de asistencia pospenitenciaria
con fines específicos y personería jurídica, procurando que no sufra menoscabo su dignidad, ni se ponga
de manifiesto su condició n. Se atenderá a su ubicació n social y a su alojamiento, a la obtenció n de trabajo,
a la provisió n de vestimenta adecuada y de recursos suficientes, si no los tuviere, para solventar la crisis
del egreso y de pasaje para trasladarse al lugar de la Repú blica donde fije su residencia.
ARTICULO 173. — Las gestiones conducentes al cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 172, se
iniciará n con la debida antelació n, para que en el momento de egresar, el interno encuentre facilitada la
solució n de los problemas que puedan ser causa de desorientació n, desubicació n o desamparo. A tales
efectos se le conectará con el organismo encargado de su supervisió n en el caso de libertad condicional o
asistida y de prestarle asistencia y protecció n en todas las demá s formas de egreso.
CAPITULO XIV
Patronatos de liberados
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Psicosociologia Jurídica 2012
ARTICULO 174. — Los patronatos de liberados concurrirá n a prestar la asistencia a que se refieren los
artículos 168 a 170, la asistencia pospenitenciaria de los egresados, las acciones previstas en el artículo
184, la funció n que establecen los artículos 13 y 53 del Có digo Penal y las leyes 24.316 y 24.390.
ARTICULO 175. — Los patronatos de liberados podrá n ser organismos oficiales o asociaciones privadas
con personería jurídica. Estas ú ltimas recibirá n un subsidio del Estado, cuya inversió n será controlada
por la autoridad competente.
CAPITULO XV
Establecimientos de ejecució n de la pena
ARTICULO 178. — Las cá rceles o alcaidías tienen por objeto retener y custodiar a las personas sometidas
a proceso penal. Su régimen posibilitará que el interno pueda ejercer su derecho al trabajo y afrontar la
responsabilidad de asistir a su grupo familiar dependiente e incluirá programas y actividades que
permitan evitar o reducir, al mínimo posible, la desocializació n que pueda generar la privació n de
libertad.
ARTICULO 181. — Para la realizació n de las tareas técnico-criminoló gicas que dispone el artículo 13,
segú n las circunstancias locales, se deberá disponer de:
a) Una institució n destinada a esa exclusiva finalidad;
b) Una secció n separada e independiente en la cá rcel o alcaidía de procesados;
c) Una secció n apropiada e independiente en una institució n de ejecució n de la pena.
ARTICULO 184. — Los centros de reinserció n social deben ser instituciones basadas en el principio de la
autodisciplina destinados a la recepció n de condenados que se encuentren en semilibertad, prisió n
discontinua y semi detenció n. Será n dirigidos por profesionales universitarios con versació n
criminoló gica y, cuando las circunstancias lo posibiliten, podrá n estar a cargo de un patronato de
liberados y, de no existir aquél, de un servicio social calificado.
ARTICULO 190. — Las internas estará n a cargo exclusivamente de personal femenino. Só lo por excepció n
podrá n desempeñ arse varones en estos establecimientos en tareas específicas. La direcció n siempre
estará a cargo de personal femenino debidamente calificado.
ARTICULO 197. — Los jó venes adultos de dieciocho a veintiú n añ os deberá n ser alojados en instituciones
especiales o en secciones separadas o independientes de los establecimientos para adultos. En su
tratamiento se pondrá particular empeñ o en la enseñ anza obligatoria, en la capacitació n profesional y en
el mantenimiento de los vínculos familiares.
CAPITULO XVIII
Integració n del sistema penitenciario nacional
ARTICULO 215. — El condenado con sentencia firme trasladado a otra jurisdicció n por tener causa
pendiente será sometido al régimen de penados. En este caso las direcciones de los establecimientos
intercambiará n documentació n legal, criminoló gica y penitenciaria.
ARTICULO 216. — El Ministerio de Justicia, por intermedio de la Secretaría de Política Penitenciaria y de
Readaptació n Social, organizará anualmente una reunió n de los ministros de todo el país con
competencia en la problemá tica carcelaria y penitenciaria. Estas reuniones tendrá n por objeto evaluar
todos los aspectos vinculados a la aplicació n de esta ley. Podrá n ser invitados representantes de
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Psicosociologia Jurídica 2012
Toda conducta delictiva es siempre un vínculo, se refiere a otro. El delito es una conducta simbó lica. Toda
conducta delictiva, en el momento en el que se manifiesta, es la “mejor” conducta porque es la má s
organizada que ese individuo puede realizar y es la que intenta regular la sensació n que siente y que le
resulta intolerable. Es una conducta defensiva para mantener el equilibrio sin resolver el conflicto. Es un
síntoma, una forma de organizar la experiencia. Revela muchos aspectos del delincuente pero no explica
por qué cometió esa conducta. La conducta delictiva siempre es significativa, tiene un sentido cuando lo
relaciones con la vida del sujeto.
Preguntarse quién es el autor del delito y quién es la víctima implica considerar los estudios de
personalidad. El cuá ndo se refiere a los factores desencadenantes. El có mo nos plantea las circunstancias
del delito y el grado de participació n en la conducta, por ejemplo si fue realizado por varias personas.
Dó nde, permite establecer tiempo, lugar modo y ocasió n. Con qué instrumentos: medios empleados,
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Psicosociologia Jurídica 2012
objetivos (armas) y subjetivos (engañ o, estafa). Por qué motivos realizó el delito: motivos que
determinaron al individuo a delinquir.
Se distinguen diversas conductas:
- De homicidio: Con alevosía (la víctima no puede defenderse por su personalidad, ubicació n, o
confianza con el autor; debilidad mental, víctima dormida, etc.); con ensañ amiento (modo
particularmente sá dico de realizar el delito); por promesa remuneratoria; por placer (sin causa y sin
relació n con la víctima); psicó tico (violencia desencadenada por esquizofrenias, psicosis alcohó licas,
psicosis seniles, debidas a traumatismos cerebrales); dentro del grupo familiar; por alcoholismo; por
identificació n emocional (celos); por envenenamiento; homicidio para ocultar otro delito (robo, estafa);
en estado de emoció n violenta; infanticidio; homicidio realizado por un grupo (por robo, sadismo,
venganza, delincuencia).
- De robo: Hurto (sin violencia ni intimidació n); robo (a través de la fuerza en los objetos o
violencia física contra persona); estafa (simple cuando la víctima es al azar, compleja cuando hay relació n
con la víctima y toda una organizació n para realizarla).
- Delictiva sexual: Violació n (relació n impuesta por violencia); incesto (parientes consanguíneos,
frecuentemente padre-hija); exhibicionismo; prostitució n.
- Drogadicció n.
Tipos de familias:
- La familia del delincuente por robo: Historia infantil traumá tica, períodos en institutos de
menores o a cargo de padres adoptivos, abandono del hogar por parte del niñ o, familia inestable, fría,
falta de cuidados hacia el niñ o, la familia no colabora en el tratamiento penitenciario.
- La familia del delincuente sexual: Honda conflictiva en la personalidad, inmadurez emocional,
comportamiento tímido, retraído, hogar desintegrado, falta de seguridad y afecto.
- La familia del homicida: Individuo de costumbres socialmente adaptadas, familia en apariencia
integrada pero se descubre que el individuo tuvo dificultades de relació n, frustraciones a sus necesidades,
agresividad reprimida.
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Psicosociologia Jurídica 2012
- La familia del estafador: Asume otras identidades, fantasías de grandeza, padres rígidos o
sobreprotectores.
- La familia del adicto: Inestabilidad familiar, laboral, educació n, rebeldía frente a normas sociales,
oposició n a su familia, inmadurez, dependencia.
Tratamiento penitenciario
Es la aplicació n de todas las medidas educativas que permitirá n modificar las tendencias antisociales del
individuo. El tratamiento penitenciario está basado en el diagnó stico criminoló gico, en el estudio
exhaustivo de todos los aspectos relacionados con la personalidad del delincuente como bio-psico-social,
el estudio de la familia y sus relaciones interpersonales. Tiende a que el sujeto comprenda su conducta
delictiva y la modifique, que adquiera conocimiento del dañ o causado y sensibilice su afectividad. Puede
ser:
- Tratamiento Individual: Siempre que intentamos conocer la historia y la situació n de individuo en
prisió n estamos haciendo tratamiento. Se debe tener en cuenta edad del sujeto, delito realizado,
antecedentes, educació n, personalidad, nú cleo familiar. El tipo de tratamiento varía segú n la patología
(personalidad psicopá tica, donde el objetivo es sensibilizarlo, aunque su personalidad de base nunca se
modifica, sino que el tratamiento estructura sus defensas para controlar sus conductas agresivas;
personalidad del estafador, hacer consciente la angustia que subyace al síntoma de engañ o y seducció n;
personalidad del homicida, toma de conciencia de su delito, prevenir brotes impulsivos; personalidad con
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Psicosociologia Jurídica 2012
conflictiva sexual, psicoterapia profunda a nivel psicoló gico; drogadicció n, tomar consciencia de sus
procesos autodestructivos; retardo mental; conducta delictiva en la vejez.
-Tratamiento de grupo: Se distingue: psicoterapia de grupo (verbalizar conflictos, mejorar relaciones,
preparar al interno para su egreso de la institució n), tratamiento al grupo familiar (conciencia por parte
del nú cleo familiar de la problemá tica delictiva, favorecer la comunicació n entre el interno y su familia),
tratamiento en el grupo escolar (lectura de libros, historia, arte, cultura), tratamiento en el grupo laboral,
actividades culturales, artísticas y deportivas.
-Tratamiento institucional: Objetivos institucionales de tratamiento que influirá n en el individuo y éste a
su vez en las características de la institució n.
Conclusiones:
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Psicosociologia Jurídica 2012
a) La conducta criminal debe ser reconstruida completamente, en todos sus detalles, continuidad
cronoló gica, y la actitud del criminal respecto a su acto.
b) La conducta criminal es un aspecto de las interacciones entre el criminal y su medio, se debe
analizar su participació n en grupos (familia, grupo laboral, vecindad).
c) Se requiere una biografía completa con especial atenció n en el estudio de la infancia y
adolescencia (socializació n, identificació n).
EL EXAMEN PSICOANALÍTICO EN CRIMINOLOGÍA (LAGACHE)
Partiendo del Psicoaná lisis es posible elaborar un método de examen apropiado a la conducta y
personalidad de los criminales. Se considera que las acciones criminales son desó rdenes de la
personalidad y la conducta, y eso significa que el criminal debe ser objeto de medidas terapéuticas.
El Psicoaná lisis es un método terapéutico basado en la relació n personal entre terapeuta y paciente. Se
llama neurosis transferencial al fenó meno por el que, en una psicoterapia, los síntomas de la neurosis se
transforman en esa relació n entre paciente y terapeuta; si bien en toda psicología hay transferencia, a
diferencia de otras psicoterapias el Psicoaná lisis dilucida y controla la transferencia.
El Psicoaná lisis también es un método de investigació n, que tiene por objeto la conducta del analizado en
las sesiones, y su comunicació n verbal y asociació n de ideas (asociació n libre). El psicoanalista interviene
interpretando, sacando a la luz el significando inconsciente de la conducta y las palabras del sujeto.
El Psicoaná lisis aplicado es la aplicació n de concepciones psicoanalíticas a diferentes campos de la
ciencia.
En el caso del delincuente, su personalidad misma representa un obstá culo, por la labilidad del Yo,
egocentrismo, inmadurez, anomalías del Superyó ; no podemos contar con la franqueza del delincuente,
no tiene conciencia de enfermedad, afirma que no es un enfermo, no presenta necesidad de cambiar o
recuperarse, no suele examinarse a sí mismo y su capacidad de hacerlo es limitada.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Imputabilidad: Es la capacidad de reproche jurídico de una persona, es decir, que pueda comprender la
criminalidad de sus actos. Para ello debe poseer una integridad biopsicoló gica que permita que se lo
pueda hacer responsable de una acció n u omisió n que devenga en una circunstancia penalmente criminal.
Implica:
- Capacidad para comprender la criminalidad del acto: En la evaluació n pericial se tendrá n en
cuenta variables como: el estado de las funciones que componen la conciencia; la capacidad intelectual; la
modalidad vincular; los mecanismos defensivos.
- Capacidad para dirigir sus acciones de acuerdo a dicho entendimiento: Se evaluará el control
racional de los impulsos; las compulsiones; la tolerancia a la tensió n y frustració n; el nivel de tensió n
interna; estado emocional.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Se deben evaluar discrepancias entre lo exhibido por el paciente (su relato) y lo concluido (por ejemplo,
mediante las técnicas psicodiagnó sticas, en especial las proyectivas, que arrojan datos muy certeros
respecto de los tres puntos antes mencionados). También se evalú a la congruencia entre lenguaje verbal y
gestual.
Trastornos mentales transitorios
Se evalú a el grado de emoció n, la aparició n sú bita, duració n temporaria, conmoció n psíquica global,
teniendo en cuenta ademá s el factor desencadenante en la persona predispuesta. Características:
- Que haya sido desencadenada por una causa inmediata y evidenciable
- Que su aparició n haya sido brusca o al menos rá pida
- Que su duració n haya sido breve
- Que haya surgido sobre una base de personalidad que predisponga al sujeto
Peligrosidad
Es la probabilidad de que un sujeto realice una conducta auto o heteroagresiva, de acuerdo a sus
condiciones psicofísicas. Cuando el sujeto ya la realizó entra en lo que se llama estado peligroso, que es la
probabilidad de que un sujeto vuelva a cometer un delito. Las formas clínicas del estado peligroso son:
alienació n mental; personalidades patoló gicas no psicó ticas; ebrios habituales; toxicó manos habituales.
Segú n su relació n con el delito pueden ser:
- Predelictual: Quien no habiendo cometido alguno tiene probabilidad de hacerlo, por sus
características psicoló gicas, físicas y/o sociales.
- Postdelictual: Quien ya ha cometido un delito y es probable que vuelva a hacerlo.
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Psicosociologia Jurídica 2012
La mayor peligrosidad se da cuando hay: antecedentes del autor; delito cometido en forma alevosa,
premeditada o perversa; una personalidad patoló gica; y falta de signos de arrepentimiento.
La menor peligrosidad se da cuando hay ausencia de antecedentes; un delito cometido sin agravantes y
en cambio con atenuantes (emoció n violenta, estado de ebriedad), y signos de arrepentimiento.
Los grupos de riesgo son aquellos en los que hay proclividad a realizar conductas auto o heteroagresivas,
y los índices que se evalú an son: excitabilidad, hipersensibilidad, impulsividad, baja tolerancia a la
frustració n, intensa tensió n, repetició n de la conducta agresiva, baja autoestima, consumo habitual de
alcohol o sustancias.
Por lo tanto, el diagnó stico de peligrosidad tiene en cuenta: índices médico psicoló gicos (personalidad
anormal no patoló gica, personalidad normal patoló gica); índices sociales (mundo circundante, familia,
nivel de escolaridad, antecedentes laborales); e índices legales (antecedentes policiales, judiciales).
CONTROL SOCIAL Y CRIMINOLOGÍA
Denominamos control social a toda instancia de regulació n respecto de los cuerpos1 producida desde una
situació n de poder o en concordancia con él, en beneficio del orden instituido. No toda instancia de
regulació n puede categorizarse como “control social”; las instancias de contrapoder crean sus propias
regulaciones, registros, sin que por ello operen en el sentido del control social.
Este concepto de control social no supone una tendencia teleoló gica, ni una intencionalidad; má s bien se
sustenta en la noció n de teleonomía, vale decir, que es ejercido, puesto en práctica, sin que haya
necesariamente conciencia del mismo; conciencia que, por otra parte, poco variaría el curso del aná lisis,
ya que el mismo se asienta en la acció n de los hombres y no en lo que ellos piensan sobre lo que hacen.
Regulació n y poder en su articulació n nos remiten tanto a la “funcionalidad social de los cuerpos” cuanto
a la concepció n de “disciplina”.
Los cuerpos tienen una existencia concreta, por lo tanto só lo funcionan bajo determinadas condiciones
situadas en un tiempo y en un espacio dado. Si nos quitan las condiciones de subsistencia perecemos.
Entendiendo como éstas las mínimas condiciones de existencia. Por tanto, diremos que las “condiciones
de existencia” constituyen el conjunto de relaciones sociales que articulan a un cuerpo con el resto de la
naturaleza, conformando de una parte una “persona” y de otra un “orden social”, de modo de posibilitar la
realizació n del intercambio metabó lico mínimo. En la instancia de regulació n de los cuerpos, la
“disciplina” se manifiesta como una “tecnología política”, una técnica de ejercicio de poder cuyos
principios fundamentales se desarrollaron durante el siglo XVIII. Procedimiento destinado a la inhibició n
de las posibilidades de cuestionamiento y rebelió n del cuerpo y la mayor utilizació n del aspecto
econó micamente ú til del trabajo en la producció n de mercancías. Los mecanismos disciplinarios datan de
tiempos antiguos, pero existieron de manera aislada, fragmentada. Esa invenció n técnica de esa forma de
gobernar al hombre, controlar sus mú ltiples capacidades, utilizarlas al má ximo y mejorar el efecto ú til de
su trabajo y sus actividades, gracias a un sistema de poder que permite controlarlo, data de apenas dos
siglos.
Las disciplinas está n recorridas, segú n el análisis que Foucault realiza, por cinco características:
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Psicosociologia Jurídica 2012
1- La disciplina es ante todo un aná lisis del espacio; es la individualizació n por el espacio; la colocació n de
los cuerpos en un espacio individualizado que permita la clasificació n y las combinaciones.
2- La disciplina no ejerce su control sobre el resultado de una acció n sino sobre su desenvolvimiento4.
3- La disciplina es una técnica de poder que encierra una vigilancia perpetua y constante de los
individuos. Principio del “panó ptico”. El panó ptico es, en sentido estricto, una má quina arquitectó nica
diseñ ada por Jeremías Bentham, cuya finalidad es hacerlo todo visible, tornando invisible al vigilante. El
panoptismo es el dominio visual de los gestos, má s, lo importante no es la vigilancia efectiva, sino el
efecto duradero en el cuerpo vigilado, de sentirse permanentemente observado. El que está sometido a
un campo de visibilidad, y que lo sabe, reproduce por su cuenta las coacciones del poder.
4- La disciplina es el conjunto de técnicas en virtud de las cuales los sistemas de poder tienen por objetivo
y resultado los individuos singularizados. Es el poder de la individualizació n cuyo instrumento
fundamental reside en el examen.
5- La disciplina en su aplicació n no es inocua, genera resistencias. Debe neutralizar los efectos de
contrapoder que nacen de ella y que forman resistencia al poder que quiere dominarla: agitaciones,
revueltas, organizaciones espontá neas, coaliciones6.
Aparecen con el siglo XVII en Europa una cantidad de Instituciones que se van extendiendo hasta cubrirlo
todo. Lentamente se van diferenciando, en funció n de su especializació n, en instituciones unitarias
centradas en el “secuestro de los cuerpos”, en el enclaustramiento; tales como la fá brica, la prisió n, la
escuela, el hospital, el psiquiá trico, los reformatorios, el hospicio, los cuarteles, etc.
Se conforma así un eje que funciona como un haz intermedio de relaciones, en cuyos extremos de
encuentran la “anatomía política”8 y la “bio-política”. La combinació n de bio y anatomopolítica conlleva la
estructuració n de un tipo de poder general, que constituye la denominada por Foucault, “sociedad
disciplinaria”, que es la que echa las raíces para conformar inicialmente la sociedad burguesa, cuyo nú cleo
de valores constituye el origen de los prejuicios má s arraigados de nuestro tiempo.
Toda la política disciplinaria se monta sobre la base de microdosis de castigo. No se trata de la punició n
legal, sino de la infralegal, que se cuela en las fisuras que no alcanza a cubrir el aparato judicial. Su funció n
es reducir las desviaciones, por lo que es esencialmente correctivo. Pequeñ as dosis a gran escala:
imperceptibles humillaciones, ínfimas vergü enzas, minú sculas privaciones y toda una batería de mínimas
sanciones.
El “control social” al enunciar la posibilidad de vivir armó nicamente “limitando las conductas individuales
desviadas”, establece una estrecha relació n con la noció n de “delito”. La reacció n del Estado ante el
“delito” se materializa en una Política Criminal y mediante las agencias de control social. La cá rcel es una
agencia de este tipo.
El control social informal se desarrolla en el seno mismo de la comunidad, implica la vigencia de normas y
valores, cuyo cumplimiento atraviesa al sujeto de esa cultura convirtiéndose en un acatamiento
imperativo o volitivo para el mismo. Sus dispositivos operan en el nú cleo de las instituciones
comunitarias, esa la familia, la educació n, la ética, la religió n, los medios de comunicació n, etc.
El control social formal es ejercido sobre el tipo de sujetos que trasgrede las normas de entidad legal,
demostrando con sus acciones antijurídicas la ineficacia de su socializació n primaria.
El control social formal lo tiene el Estado exclusivamente como monopolio legítimo de la fuerza. Lo
materializa en el Sistema Penal cuya estructura comparte la agencia legislativa y las agencias ejecutivas.
Á lgidos debates se producen en el seno de la Doctrina Jurídica y particularmente de la Sociología del
derecho, entre quienes tienden a una actitud “abolicionista” del derecho Penal como fundamento del
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Psicosociologia Jurídica 2012
Control Social Formal y aquéllos que plantean la “maximizació n” del Derecho Penal – leyes má s duras,
má s penas, má s encierro.
Ambas posiciones resultan extremas; el uso hipertró fico de la respuesta punitiva característica de la
maximizació n del Derecho Penal, aumentaría la criminalidad como respuesta ló gica de la ampliació n de la
represió n penal. La abolició n del Derecho Penal, es un valioso enunciado, que no puede validarse en la
prá ctica, habida cuenta que la sociedad no está en condiciones “aú n” de promoverse en un mecanismo de
“responsabilizació n” que permita el trá nsito hacia las formas participativas que propone un sistema
reparatorio de las ofensas.
La criminología basada en los desarrollos de la escuela lombrosiana, afirmaba que la delincuencia era
determinada por propensiones hereditarias y los estigmas del criminal aparecían cristalizados en rasgos
antropomó rficos.
La intervenció n de la medicina mental en la institució n penal rompe la teoría tradicional de la
irresponsabilidad del demente o del furioso para introducir un condicionante que traslada el valor del
acto al autor y se define como “peligrosidad”. Esta intervenció n se debe al encuentro de dos necesidades:
el funcionamiento de la medicina como higiene pú blica y el funcionamiento de la punició n legal como
técnica de transformació n individual.
¿En qué consiste la paradoja que se instala a partir de la aceptació n de la ficció n de la monomanía? En que
cuanto má s indeterminado y gratuito sea el acto cometido, má s tendencia se tendrá a eximir de
responsabilidad al sujeto del mismo.
La célula familiar, tal como fue valorada en el curso del siglo XVIII, permitió que en sus dos dimensiones
principales: el “eje marido – mujer” y el “eje padres – hijos, se desarrollaran los elementos principales del
dispositivo de sexualidad (el cuerpo femenino, la precocidad infantil, la regulació n de los nacimientos y
en menor medida la especificació n de los perversos)
Si se admite que la prohibició n del incesto es el umbral de toda cultura, la sexualidad se encuentra desde
siempre colocada bajo el signo de la ley y el derecho. ¿Será este entramado paradojal de los dispositivos
de control social generados en la modernidad victoriana promotores culposos de las mú ltiples
manifestaciones trasgresoras e incestuosas que socavan el basamento de la familia en esta
posmodernidad que nos toca vivir?
se presentan en este contexto como agentes e intermediarios de actividades ilícitas de distinta índole,
dentro de un espacio má s abierto de transacciones comerciales desreguladas.
Estas organizaciones criminales debilitan el poder del Estado con el objeto de burlar sus mecanismos de
control y aumentar los beneficios de sus actividades.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Unidad X:Actuació n del Psicó logo en el Campo Civil. Insanias e Inhabilitaciones. Determinació nde
Curadores. Aspectos legales. Tarea pericial y asistencial del Psicó logo Forense.Aspectos conceptuales y
puntuales de la actuació n del Psicó logo en el Campo de laAccidentología. Dañ o psíquico y Dañ o Moral.
Aspectos legales. Concepto deenfermedad profesional y concausa.
LA PSICOLOGÍA EN EL CAMPO JURÍDICO (SARMIENTO, VARELA, PUHL)
DAÑOS A LAS PERSONAS EN EL DISCURSO PSICOLÓGICO JURÍDICO
El dañ o es un detrimento, un menoscabo, un perjuicio. El dañ o es fundamentalmente el resarcible, o el
dañ o antijurídico, ya que ese es el que la ley sanciona. Es el presupuesto central de la responsabilidad
civil, entendido como el requisito fundamental para atribuir la responsabilidad a un actor.
Daño desde la perspectiva jurídica
El dañ o como consecuencia del acto ilícito es el detrimento, perjuicio o menoscabo que se recibe por
culpa de otro. Todo dañ o puede causarse por dolo (voluntad deliberada), por culpa (omisió n de la
conducta debida para prever y evitar el dañ o) o por caso fortuito, importando en el evento saber el modo
en que ocurrieron los hechos para arribar a la responsabilidad que debe exigirse.
Si se hubiere ocasionado sin malicia pero por culpa o imprudencia existirá de cualquier modo una
sentencia que obligue a indemnizar el mismo.
Damnificado: Sujeto pasivo de un dañ o o perjuicio que sufre las consecuencias de un hecho o acto
perjudicial para las cosas o las personas.
Có digo Civil:
Art. 1.067. No habrá acto ilícito punible para los efectos de este có digo, si no hubiese dañ o causado, u otro
acto exterior que lo pueda causar, y sin que a sus agentes se les pueda imputar dolo, culpa o negligencia.
Art. 1.068. Habrá dañ o siempre que se causare a otro algú n perjuicio susceptible de apreciació n
pecuniaria, o directamente en las cosas de su dominio o posesió n, o indirectamente por el mal hecho a su
persona o a sus derechos o facultades.
Hay dañ o cuando se lesiona cualquier derecho subjetivo, pero en sentido estricto la lesió n debe recaer
sobre ciertos derechos subjetivos patrimoniales o extrapatrimoniales, cuyo menoscabo debe generar una
sanció n patrimonial.
Art. 1.096. La indemnizació n del dañ o causado por delito, só lo puede ser demandada por acció n civil
independiente de la acció n criminal.
Titulares de la acció n civil: Personas que pueden exigir la indemnizació n por el dañ o. El sujeto pasivo, los
herederos forzosos o legales, y quienes resultaren afectados por el delito.
Reparació n de perjuicios: Indemnizació n del dañ o material o moral causado a la víctima, su familia o a un
tercero, fijá ndose el monto por el juez.
El dañ o puede ser:
1. Patrimonial
a) Directo
b) Indirecto – Dañ o psíquico
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Psicosociologia Jurídica 2012
Los dañ os al patrimonio incluyen aquellos causados a cada una de las relaciones jurídicas que lo
componen:
- Dañ os a las relaciones jurídicas reales: Delitos contra la propiedad, la libertad sexual y contra la
persona
- Dañ os a las relaciones jurídicas creditorias: Incumplimiento de un contrato que faculta al acreedor
el derecho a una indemnizació n
- Dañ os a las relaciones jurídicas intelectuales: Menoscabo a la potestad exclusiva y temporaria que
otorga el derecho intelectual al titular de determinada creació n
actuales. El perito siempre deberá tener en cuenta el descartar la existencia de simulació n en el sujeto
analizado.
Secuelas o consecuencias del hecho traumático
Eventos como violencia familiar y social, accidentes, guerras, ataques y violaciones, ejercen en las
personas tal horror y amenaza que pueden desestabilizar temporal o permanentemente su integridad
psicofísica. Los sujetos que han padecido dichas vivencias frecuentemente desarrollan un trastorno por
estrés postraumá tico, que provoca que la memoria del evento traumá tico llegue a dominar la conciencia.
Esta exposició n a los recuerdos no deseados los lleva a usar conductas de evitació n: no frecuentar
personas, lugares o actividades que les recuerden el hecho, como así también el aislamiento emocional de
amigos o el no realizar actividades que antes le eran placenteras.
Síntomas: recuerdos desagradables y recurrentes, que reviven el trauma, o amnesia lacunar respecto del
hecho; confusió n, shock y terror; dificultades del sueñ o, pesadillas; evitació n de acciones similares a la
situació n traumá tica; embotamiento, aislamiento, hostilidad e inhibició n; depresió n: irritabilidad;
hipervigilancia, sobresaltos; afectació n del equilibrio afectivo; fobia social, agorafobia o fobia específica;
sentimientos de inutilidad; sensació n de perjuicio permanente; de peligro constante; deterioro en las
relaciones interpersonales; alteraciones en las características de personalidad anteriores.
Diagnó stico: reexperimentació n repetida de memorias del trauma (visuales o sensoriales, acompañ adas
de distrés, embotamiento emocional, desrrealizació n); evitació n de estímulos que recuerdan al trauma,
desapego e incapacidad de experimentar sentimientos sostenidos, alegría y placer, aislamiento de las
actividades cotidianas; y un patró n de activació n incrementada, hipervigilancia, irritabilidad, problemas
de memoria y concentració n, trastornos del sueñ o.
Concausa
Es el factor que actú a modificando la evolució n normal de una lesió n. La relació n causa-secuela se ve
alterada por la interposició n de la concausa; son las condiciones sin las cuales la evolució n de la
problemá tica se daría de un modo distinto. La relació n causa-efecto se ve transformada por una
predisposició n o una complicació n.
Concausa preexistente: Existe un estado latente anterior al hecho que a partir del evento se desencadena.
Ejemplo: psicosis
Concausa sobreviniente: El evento acelera, agrava o complica el estado anterior. Ej: Oligofrenia
Daño moral
Es una ficció n jurídica, siendo facultad del juez su determinació n. Surge inmediatamente de la lectura de
los hechos ocurridos. Es todo sufrimiento o dolor que se padece independientemente de cualquier
repercusió n de orden patrimonial. Jurídicamente involucra la espiritualidad del sujeto, má s allá del
detrimento patrimonial, pero no provoca afecció n patoló gica, sino só lo sufrimiento. En el Dañ o moral
localizamos: lesió n a los sentimientos, a la libertad individual, agravio a la paz, afecció n en el orden
eminentemente moral.
Es una lesió n a los sentimientos o principios éticos o morales, no implica conformació n patoló gica. Es de
difícil cuantificació n econó mica dado que las perturbaciones anímicas quedan en el fuero íntimo del
damnificado; sin embargo la magnitud del hecho y la índole de las lesiones constituyen elementos
objetivos que permiten determinar una indemnizació n.
Como no hay patología, escapa al orden pericial psicoló gico forense, quedando a cargo del juez su
evaluació n. No requiere de una prueba específica ya que se acredita con el só lo hecho de demostrar la
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Psicosociologia Jurídica 2012
existencia de la acció n antijurídica; se lo tiene por acreditado con la sola comisió n del hecho que dio
motivo a la demanda.
Los jueces gozan de un amplio arbitrio para su determinació n, tomando en cuenta los padecimientos
sufridos y las condiciones particulares del damnificado. La fijació n de la indemnizació n apunta a reparar
la lesió n de bienes extrapatrimoniales como son el derecho al bienestar, a vivir con plenitud, etc.
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Psicosociologia Jurídica 2012
- Incapacidad de hecho absoluta: Art. 54 del Có digo Civil. Se aplica a: personas por nacer; menores
impú beres, que son aquellos que aú n no han cumplido 14 añ os; dementes declarados en juicio;
sordomudos que no saben darse a entender por escrito. Ademá s, la prisió n por má s de 3 añ os lleva como
inherente la inhabilitació n absoluta por el tiempo de la condena, y el penado quedará sometido a la
curatela establecida para los incapaces.
Incapacidad de derecho: El acto no se puede realizar ni por sí mismo ni por terceros.Dentro de la
incapacidad de derecho se distingue:
- Incapacidad de derecho relativa: Aplicada a: religiosos profesos para contratar; comerciantes
fallidos; curadores, tutores o padres que no pueden vender bienes propios a quienes está n bajo su
guarda. La incapacidad de derecho relativa se aplica en casos excepcionales, y obedece siempre a una
causa grave, mediando un interés superior, una razó n moral o de buenas costumbres. Ciertos derechos
pueden resultar inmorales o perniciosos cuando los ejerce determinada persona o en casos especiales
(ejemplos: los tutores o curadores no pueden comprar bienes de sus curados, los empleados pú blicos no
pueden adquirir bienes que estuviesen en litigio ante el tribunal en que actú an, los religiosos profesos no
pueden contratar salvo ciertas excepciones).
- Incapacidad de derecho absoluta: No existe en nuestro sistema jurídico, ya que los “incapaces
pueden adquirir derechos y contraer obligaciones por medio de sus representantes legales, y ademá s
tienen el derecho de realizar el pedido de cese de su incapacidad”. Existieron ejemplos en la historia de
incapacidad de derecho absoluta, como en la antigua Roma, en el caso de los esclavos.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Art. 141: Se declaran incapaces por demencia las personas que por enfermedades mentales no tengan
aptitud para dirigir su persona o administrar sus bienes.
Art. 469: Son incapaces de administrar sus bienes el demente, aunque tenga intervalos lú cidos, y el
sordomudo que no sabe leer ni escribir. Para suplir esta imposibilidad el art. 668 dispone que se da un
curador al mayor de edad incapaz.
Art. 472: Si se lo declara incapaz, será n de ningú n valor los actos posteriores de administració n que el
incapaz celebrase.
Requisitos
Ser demente no constituye incapacidad, sino que queda establecida cuando es declarada por el juez,
previo juicio como requisito ineludible. El juicio de insanía tiene como consecuencia jurídica la
incapacidad absoluta de hecho.
Art. 144: Pueden pedir la declaració n de demencia: el esposo o esposa no separados personalmente o
divorciados vincularmente, excepto los que no hayan liquidado la sociedad matrimonial; los parientes del
demente, ascendientes y descendientes; el Ministerio de Menores; el Có nsul, si el demente fuese
extranjero; cualquier persona del pueblo cuando el demente sea furioso o incomode a sus vecinos.
Normas de forma y de fondo para los juicios de inhabilitación e incapacidad civil. Juicio de insanía
Siempre se requiere verificació n judicial, a solicitud de parte (no puede ser declarado de oficio por el
juez) y después de un examen de facultativos. No puede pedirse la declaració n de demencia si el sujeto
fuese menor de 14 añ os. Durante el juicio deberá nombrarse un curador, que puede ser:
- Curador ad litem: Provisorio, representa al sujeto en el juicio. Su designació n es obligatoria.
- Curador a los bienes: Para que administre los bienes del sujeto, en caso de que estos existan. Al
igual que el anterior es nombrado durante el juicio, luego se designará un curador definitivo.
actuado como desencadenante de una patología que se hallaba compensada por el sistema defensivo del
sujeto, sin que la misma hubiera aparecido a no ser por el factor imprevisto. El dañ o psíquico que puede
aparecer en una persona donde exista estado premó rbido entraría como agravante de ese estado, por lo
que estaríamos hablando de concausa; es decir, ademá s de la afecció n directa que puede aparecer como
relació n causa-efecto se suma otro factor, el agravamiento de ese cuadro.
Concausa: Cuando un dañ o en el cuerpo o la salud es agravado como resultado de una predisposició n
preexistente o de una complicació n sobreviniente existe concausa, es decir reunió n de 2 o má s causas en
la producció n de un estado mó rbido: la propia del dañ o y la que emana de aquella predisposició n o
complicació n. En virtud del principio de concausa no es necesario que el accidente sea exclusivamente el
causal del total de las secuelas, basta que haya intervenido para que las consecuencias graves del mismo,
pese a su levedad, en virtud de la concausalidad hayan obrado desencadenando, agravando o acelerando
un estado preexistente o sobreviniente.
Dañ o psíquico: Perjuicio ocasionado a causa de un evento inesperado y no previsible por el sujeto, que le
ocasiona determinado grado de perturbació n y altera su forma de relacionarse con el afuera, como
también alteraciones en las esferas afectiva, volitiva, trastornos del pensamiento; que se manifiesten a
través de neurosis reactivas (fó bicas, paranoides, etc.) o desencadenen patologías que traigan aparejadas
entidades nosográ ficas tales como psicosis o demencias. Estas alteraciones pueden aparecer má s allá del
equilibrio adaptativo que tenía anteriormente el sujeto. Es decir que el estado previo no hace desaparecer
la posibilidad de que aparezca un dañ o psicoló gico.
El dañ o psíquico sería consecuencia traumá tica de un acontecimiento vivido como un ataque que
desborda la tolerancia del sujeto, que se instaura a nivel inconsciente por su intensidad y la incapacidad
del sujeto de responder a él, por la desorganizació n de sus mecanismos defensivos, derivando en
trastornos patoló gicos, que se mantienen por tiempo indeterminado y que pueden o no ser remisibles. Su
evolució n ulterior permite distinguir 2 casos:
a) El trauma actú a como desencadenante, revelador de una estructura neuró tica preexistente.
b) El trauma posee una parte determinante en el contenido mismo del síntoma (repetició n del
trauma, pesadillas, trastornos del sueñ o), como intento reiterado de ligar y descargar por abreacció n el
trauma; tal fijació n al trauma se acompañ a por una inhibició n de la actividad del sujeto.
Tenemos que pensar entonces que los factores predisponentes que generalmente se señ alan para que el
dañ o psíquico no exista son aquellos que, en realidad, lo reafirman. Si el umbral de tolerancia de un sujeto
está disminuido por determinados hechos de su historia (de tal forma que un suceso, acumulativo de
varios hechos, o un proceso repentino produce una sintomatología que hace posible un dañ o psíquico), el
dañ o no tiene que ver só lo con la intensidad del estímulo sino con la tolerancia del sujeto. Argumentar
que un hecho, por sus características e intensidad, no puede producir dañ o psíquico, carece de
fundamento.
El aná lisis se da en dos ó rdenes, uno de los aspectos físicos, sus consecuencias y perjuicios, con un
resarcimiento determinado, y otro de las consecuencias psíquicas que pueden traer tanto la enfermedad
profesional como el accidente laboral, por ejemplo.
Generalmente se asegura que el dañ o psíquico es reversible (con excepció n de psicosis, o cuadro
orgá nico) mediante un tratamiento psicoterapéutico. Pero este concepto no soporta un aná lisis en ciertos
casos, como aquellos en los que distintas á reas funcionales del sujeto se encuentran afectadas con
características tales que impiden una recuperació n, dando por lo tanto una forma permanente de dañ o.
Má s allá de las limitaciones que tiene el dañ o físico en relació n a lo funcional, en el orden psicoló gico esas
limitaciones tienen otro alcance, que le trae al sujeto un sentimiento de minusvalía que perdura en el
tiempo, haciéndole tener siempre presente el hecho traumá tico de la pérdida. Un ejemplo es un accidente
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Psicosociologia Jurídica 2012
Unidad XI:La Psicología Forense aplicada al Campo Jurídico del testimonio. Confiabilidad de lostestigos y
testigos víctimas. Veracidad de los testimonios. Antecedentes histó ricos.Desarrollo actual. Límites y
posibilidades. Labor del Psicó logo.
PSICOLOGÍA DEL TESTIMONIO
Por Psicología del testimonio entendemos el conjunto de conocimientos que basados en los resultados de
las investigaciones de los campos de la Psicología Experimental y la Psicología Social, intentan determinar
la calidad (exactitud y credibilidad) de los testimonios que sobre los delitos, accidentes o sucesos
cotidianos, prestan los testigos presenciales. Un testimonio es un relato de memoria que un testigo realiza
sobre unos hechos previamente presenciados. Puede ser definido como toda aquella informació n que es
aportada sobre un suceso, por una persona que lo ha presenciado directamente. Hoy en día sigue
constituyendo una de las pruebas principales en los juicios, de aquí la importancia del estudio de las
numerosas variables que pueden afectar en la exactitud del mismo.
A través de numerosos estudios surgidos a raíz de la demostració n de errores producidos en sentencias
judiciales,(debidos en su mayoría a la gran fiabilidad que se dio a la declaració n del testigo), se comprobó
que en el testimonio podían producirse sesgos y falsas informaciones no intencionadas por parte de los
declarantes. Este hecho se constató que era debido, a la influencia de numerosos factores que intervienen
tanto en el momento del suceso como en la posterior elaboració n de la informació n por parte del testigo
presencial, o incluso debido también a variaciones en las declaraciones segú n el estilo de interrogatorio
utilizado durante la investigació n policial.
La psicología del Testimonio o también denominada Psicología Forense Experimental es una disciplina de
nacimiento reciente que queda enmarcada dentro de la Psicología Jurídica, siendo uno de sus principales
fines, el estudio de los factores que influyen en la veracidad y exactitud del testimonio.
Antecedentes históricos
En sus inicios, la Psicología del Testimonio surge como un intento de estudiar la Psicología de la Memoria
y la Percepció n en entornos cotidianos. Por ello, su desarrollo discurre paralelamente al de la Psicología
Experimental. Autores como Stern, Mü nsterberg, Binet o Whipple fueron pioneros en la realizació n de las
principales investigaciones en el á rea, a finales del siglo XIX y principios del XX. Desde entonces y hasta
nuestros días el desarrollo de la Psicología del Testimonio vendrá determinado por los avances teó ricos y
metodoló gicos de la Psicología Experimental. De este modo, podemos hablar de tres épocas en la historia
de la Psicología del Testimonio: a) una primera época de inicio hasta los añ os 30-40 del siglo XX, donde se
perfilan los principales tó picos de la disciplina; b) una época de crisis hasta los añ os 60, donde perdura
casi en exclusiva el interés por los factores conductuales asociados a la credibilidad de los testimonios; y
c) una época de renacimiento y pleno apogeo con los paradigmas del Procesamiento de la Informació n,
desde los añ os 60 hasta nuestros días, donde el interés por la psicología del testimonio crece
exponencialmente, situá ndose de nuevo en un lugar destacado en los estudios aplicados de la psicología
de la atenció n, la percepció n y la memoria. Así, hoy en día la psicología del testimonio genera interesantes
temas de estudio como el del efecto de la informació n sugerida, la distinció n del origen de los recuerdos o
los factores de influencia en la percepció n y el reconocimiento de personas.
Como hemos dicho, la Psicología del Testimonio surge como una disciplina reciente, sus orígenes
primeros pueden remontarse a los trabajos realizados por Mü nsterberg en (1908), posteriormente Stern
(1910) analiza los errores cometidos por niñ os en el recuerdo libre de un suceso y las formas
interrogativas y de sugestió n que pueden modificar la memoria del mismo. En Españ a el primer autor que
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escribe un libro sobre psicología del testimonio es Francisco Santamaría en 1910. Lo hace con el fin de
determinar el grado de credibilidad que los jueces e historiadores conceden a los testigos presenciales.
No volverá a realizarse prá cticamente ningú n nuevo estudio, hasta que en la década de los 70, se reactiva
el interés por las variables que afectan al testimonio, y comienza a profundizarse en el estudio de dos
funciones cognitivas esenciales que intervienen en este proceso, que son la memoria y la percepció n.
En este período, destacan fundamentalmente los estudios experimentales realizados por Elizabeth Loftus,
sobre las variaciones que se producían en los testimonios, debidas a la influencia del entrevistador, así
como sus investigaciones sobre los errores de reconocimiento de personas participantes en un suceso y la
adecuada composició n de las ruedas de identificació n de sospechosos.
Proceso de elaboración del testimonio
Las experiencias de sucesos importantes no se registran en nuestra memoria como lo haría una
grabadora de video, sino que toda la informació n recibida a través de nuestros sentidos, es
continuamente procesada y cargada de significació n, atendiendo a las experiencias aprendidas con
anterioridad; por tanto la informació n recibida es codificada, reorganizada y reinterpretada.
Los dos procesos mentales bá sicos que constituirá n la base del testimonio de un sujeto son:
- La Percepció n, es el proceso por el cual los objetos o situaciones que registran nuestros ó rganos
de los sentidos, son dotados de significació n. Es decir entre la multitud de estímulos que recibimos, só lo
registramos aquellos que tienen un significado para nosotros.
- La Memoria, es un proceso que consta de tres fases clá sicas en el procesamiento de la informació n
humana que son; la adquisició n, la retenció n y la recuperació n.
En la fase de adquisició n el testigo percibe la informació n acerca de un suceso que puede durar segundos
u horas. Como un suceso complejo contiene gran cantidad de informació n, só lo podemos atender y
percibir una pequeñ a parte. Durante este proceso, se realiza una interpretació n de lo que se observa en
funció n de los conocimientos previos, expectativas y estereotipos. En esta fase influyen factores como el
tipo de aprendizaje (intencional o incidental), el nivel de violencia del suceso y el grado de implicació n del
testigo en el suceso (víctima u observador).
La fase de retenció n incluye todos aquellos procesos que tienen lugar en el intervalo de tiempo desde la
percepció n del suceso hasta que el testigo intenta recordarlo. En esta fase la persona interpreta la
informació n que recibe después del suceso y almacena fragmentos de esa informació n. La informació n
percibida está por tanto sujeta a influencias tanto internas (pensamientos, esquemas) como externas
(comentarios con familiares), pudiendo producir cambios importantes en la memoria original (1).
Después de la fase de codificació n el testigo utiliza estrategias de elaboració n y repaso que pueden
modificar la memoria del hecho, del mismo modo que si el testigo tiene conversaciones sobre el suceso
con otras personas o recibe informació n de los medios de comunicació n. En esta fase el testigo puede
recibir informació n nueva sobre el incidente la cual va integrando en su esquema del hecho, de tal
manera que má s adelante en la toma de manifestació n ya no sabrá la procedencia de esa informació n, si
fue percibida directamente o se lo ha contado alguien.
En la fase de recuperació n el testigo intenta reconstruir la porció n de informació n sobre el suceso
necesaria para responder a las preguntas específicas. El intento de recuperació n de esa informació n
implica la reconstrucció n de la interpretació n original utilizando fragmentos del suceso que permanecen
a pesar del tiempo transcurrido y la informació n adquirida en la fase de retenció n. El éxito de esta tarea
depende tanto de las adecuadas estrategias de recuperació n, como de la exactitud de las percepciones
iniciales, de las adecuadas estrategias de codificació n y de la minimizació n de interferencias durante el
almacenamiento.
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Psicosociologia Jurídica 2012
Hay bastante acuerdo en que los relatos de los testigos pueden estar sesgados o distorsionados en la fase
de la recuperació n debido al método de interrogació n, la redacció n de las preguntas y la mejora de la
recuperació n.
- La Edad: Existen también peculiaridades y factores que afectan a la exactitud del testimonio en funció n
de la edad, destacan principalmente las edades extremas; es decir los niñ os y ancianos. Por un lado los
niñ os, ofrecen una informació n má s limitada con menor nú mero de detalles que los adultos, pero eso no
significa que lo que dicen sea menos exacto. En este caso influye enormemente a la hora de tomar
manifestació n la edad del niñ o, así como el método de entrevista empleado. En lo que se refiere a los
ancianos, obtienen peores resultados en la exactitud en cuanto a las características del asaltante, de la
víctima y el lugar del suceso; en cambio só lo dan una respuesta cuando está n seguros de haber realizado
la identificació n positivamente.
- El grado de Activació n o Estrés del Testigo: Se ha demostrado que niveles muy altos o bajos de
activació n reducen las percepciones e inhiben la memoria, esta relació n se la conoce con el nombre de
Ley de yerkes-Dodson, y hemos de matizar que esta relació n dependerá del nivel de estrés pre-existente y
de la dificultad o complejidad de la tarea a realizar.
- Expectativas y Estereotipos: Un poderoso determinante de lo que las personas perciben es lo que las
personas está n esperando percibir. Las expectativas formadas por la experiencia y el aprendizaje previos
forman” plantillas cognitivas” que se utilizan para comparar experiencias poco frecuentes, así pues
cualquier visió n de algo fuera de lo corriente puede interpretarse de tal manera que encaje con dichas
plantillas. Por otro lado, las personas se sabe que mantienen ideas estereotipadas sobre la apariencia
física que debe tener un delincuente y que estos estereotipos pueden afectar a los juicios de la
probabilidad de que alguien haya cometido un delito.
- Otros factores: Dentro de esta miscelá nea, distinguimos entre posibles variables que pueden afectar a la
exactitud del testimonio, la edad, la profesió n, la personalidad y los conocimientos previos.
Conclusiones
De todo lo expuesto en el presente artículo se desprende, que existen dos fuentes de incertidumbre en el
relato de los testigos que se deben tener en cuenta a la hora de evaluar la credibilidad del mismo; por un
lado se encuentran las limitaciones en el procesamiento humano de la informació n, en los niveles
sensoriales, atencionales y de memoria y por otro los métodos empleados para obtener la informació n de
los testigos.
Es conveniente tener en cuenta, que en muchas ocasiones los relatos de los testigos suelen ir má s allá de
lo que se presenció , ya que a lo que el sujeto vivió se une, por un lado sus propias deducciones acerca de
lo sucedido, sus interpretaciones basadas en su conocimiento previo y la reconstrucció n con las que en
ocasiones involuntariamente completan las partes que faltan de su recuerdo para darle mayor
coherencia.
Unidad XII:Adicciones. El psicó logo frente a la Ley de Estupefacientes. La personalidad adictiva yel
tratamiento compulsivo. Có digo Civil: art. 144, art. 152 bis. y art. 203. El adicto enel derecho de familia.
PSICOLOGÍA Y LEY (VARELA, SARMIENTO, REGUEIRO)
LA ADICCIÓN, EL ADICTO Y EL ORDEN JUDICIAL
El poder de las drogas, las drogas y el poder
La trama histó rica contempla una permanente relació n establecida entre drogas y economía política
como pivote del discurso de poder. Griegos y romanos preparaban sus triacas, con una proporció n de
opio de entre 20% y 40%, como tratamiento preventivo de enfermedades y envenenamientos, realizando
1 o 2 tomas diarias.
Opio y harinas fueron las dos ú nicas mercancías subvencionadas por el estado romano para impedir
fluctuaciones de precio, en preparaciones má s o menos sofisticadas, al alcance de nobles y plebe.
Mientras la adicció n conocida de la época era provocada por el consumo de alcohol, el há bito de comer
opio se equiparaba al de ingerir cualquier otro tipo de alimento. Era comparable a cualquiera de las otras
prescripciones para una vida placentera, tan caras al pensamiento griego. Era importante a la
organizació n sociopolítica y econó mica de estos Estados sostener productos capaces de aliviar
padecimientos de orden biopsíquico. Parecería que en el pensamiento antiguo, mientras no se pudiera
poner remedio a la causa del desasosiego, una solució n para reponer fuerzas sería el adormecimiento aú n
en sentido preventivo.
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En la Roma pre-imperial el libre uso del vino estaba reservado a varones mayores de 30 añ os y la
costumbre admitía ejecutar a cualquier mujer u hombre joven descubierto cerca de una bodega; aparece
el Derecho ligado a las drogas.
Con el advenimiento del cristianismo, el opio y demá s sustancias psicoactivas clá sicas (beleñ o,
mandrá gora, belladona, marihuana,, hachís, hongos) se estigmatizan como plantas diabó licas, símbolo del
mundo pagano. Al mismo tiempo el vino, reverenciado ya en el antiguo testamento, en su condició n de
sangre de Cristo, alcanza la glorificació n.
La influencia á rabe resulta decisiva en la época de las Cruzadas, que deja la secuela de la lepra, promotora
del Gran Encierro, una marginalidad preventiva que encuentra su punto de heterogeneidad má s marcado
en los Hospitales Generales, como La Salpetriere y Vincennes.
La burguesía de fines del siglo XVIII contraponía la lucidez y el sentido comercial del bebedor de café al
embotamiento del bebedor de alcohol, las ú nicas bebidas conocidas hasta entonces.
Mientras para la burguesía de la Inglaterra victoriana acudir a una taberna resultaba casi tan escandaloso
como ser visto en un burdel, para el proletariado el alcohol siguió conservando gran importancia, beber y
emborracharse era símbolo de pertenencia a la clase.
A principios del siglo XIX el opio desempeñ aba un lugar similar en el botiquín hogareñ o al que hoy tiene
la aspirina.
La industrializació n, que agravó notablemente la miseria social de la clase obrera del siglo XIX, fue
destituyendo el sentido ritualista del vino y la cerveza, hasta entonces objeto de encuentro y conciencia
clasista, cuyo punto central era la taberna, para transformar ese sentido en el del consumo como evasió n
de la situació n existencial; lo aleja de la concepció n religiosa.
Otra paradoja cultural se va dibujando desde principio del siglo XX; cual es la modalidad de lucha contra
los abuso de una droga con la generació n de otra en un encadenamiento que circula del opio a la morfina,
de la morfina a la heroína, y de esta a la cocaína, donde una aparece como remedio de la precedente.
Hasta 1900 el opio formó parte de la paga del soldado. En 1898 la industria farmaceú tica Bayer obtiene la
heroína, que adormece el sentimiento de temor, de allí su nombre, al tiempo que hace desaparecer la tos
(en época de tuberculosis). Fue la droga má s importante de la 1º guerra mundial para el control de los
hombres en la trinchera.
La heroína está ligada también a la guerra de Vietnam; la metadona es una morfina sintética de
laboratorio. Acontecimientos de orden político y econó mico operan a nivel del sujeto promoviendo
sentidos diversos a la bú squeda de bienestar, de modo que las circunstancias sociales promueven los
modos en que los hombres intentan paliarlas.
Organigrama del Poder: producción-distribución
El tema de las drogas se inicia como negocio en Asia, con los chinos. Hasta hace 25 añ os la cocaína era
distribuida en el continente europeo e ingresada a EEUU, ya el principal consumidor, por las mafias
europeas. El mundo aceptaba la cocaína como una droga social, que implicaba un poder adquisitivo muy
alto, de un círculo social selecto.
A comienzos de la década del 70 EEUU produce un consumo masivo de lo que para ellos era la droga
natural de inicio, la marihuana. Comienzan a experimentar con ella y llegan a la conclusió n de que, si bien
produce una dependencia netamente psíquica, su nivel de tolerancia al poco tiempo exige al consumidor
un peldañ o superior, una droga má s potente; la dejan de lado y comienzan a experimentar con LSD.
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El negocio empieza a crecer en forma descomunal en virtud de una maximizació n del mercado orientada
a bajar la edad de consumo y a disminuir los costos.
Entonces, bajan las edades de consumo, el valor econó mico y la composició n de la cocaína. Al tener menos
pureza que la droga que toman los adultos y menor precio, llega a un mercado de jó venes con poco poder
adquisitivo pero de mayor consumo. En 1978 nace el Cartel de Medellín en Colombia, y se desata lo que se
conoce como la guerra de los carteles.
Lo importante de las redes de narcotrá fico no es la producció n ni el traslado; el eje motriz es tener en el
país donde se va a vender la droga la cadena de distribució n. Eso crearon los colombianos, cadenas de
distribució n en todo EEUU y Europa.
Mientras el 100% de la marihuana brasileñ a, paraguaya y chilena que entra en territorio argentino es
para consumo de los argentinos, la cocaína que circula, en su mayor parte, está en trá nsito buscando una
salida para el continente europeo.
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En Bolivia, Chile y Argentina poseer una ínfima cantidad de estupefacientes para consumo merece cuando
menos la aplicació n de medidas de seguridad, curativas o educativas, bajo la amenaza implícita de prisió n
frente a la ausencia de respuesta del consumidor.
Las principales disposiciones de la Convenció n del 88 fueron incorporadas en Argentina a la ley que rige
en la actualidad, la Nº 23.737 (1989). Reprime con prisió n de un mes a 2 añ os a aquel que tuviera en su
poder droga para consumo personal. Ademá s, en determinadas condiciones, un tratamiento curativo para
el adicto, como complemento de la pena de prisió n. El resultado satisfactorio del tratamiento importa el
archivo del proceso; si fracasa por falta de colaboració n del imputado se reanudará el proceso y se
aplicará la pena de prisió n y/o la reanudació n del tratamiento interrumpido.
En el siglo XXI en Argentina se ha manifestado un incremento del consumo de sustancias estimulantes o
tranquilizantes, lícitas o ilícitas, vinculado a circunstancias sociales y econó micas.
La disponibilidad de drogas ilícitas, especialmente marihuana y cocaína, es muy alta. Se hallan al alcance
de una franja comprendida entre los 13 y 33 añ os de edad. La mayor parte de los procedimientos
policiales involucran secuestros de droga en pequeñ as cantidades, aptas para encuadrar la conducta en
tenencia para consumo personal. Existe una tendencia en la justicia a evitar, por saturació n, que este tipo
de procesos progresen hasta la aplicació n de penas.
LA ACTIVIDAD PERICIAL EN PSICOLOGÍA FORENSE (ÁLVAREZ, VARELA) CAP. VII
Adicciones. El rol latinoamericano en el tráfico de drogas
Los estupefacientes proponen una de las líneas má s fuertes e indiscutibles del control social, las
legislaciones que se han aprobado tienen como objetivo la manipulació n de una parte importante de la
estructura social de un país. En este sentido, los laboratorios tienen un interés particular por la
fabricació n de psicotró picos, así encontramos drogas legales e ilegales.
La Ley antidrogas tiene vigencia en nuestro país desde 1989.
Las legislaciones que comenzaron a sancionarse en EEUU mostraban que tenía má s importancia la
dominació n que se puede ejercer, en especial a las minorías negras, que la real necesidad de hacer un
control del consumo de estupefacientes. En 1909 se prohíbe fumar opio por la asociació n con la
migració n china; en 1937 se promulga le Ley Marihuana TaxAct para prohibir el consumo por su
asociació n con la migració n mexicana, fuerza de trabajo amenazante durante la gran depresió n;
anteriormente se había asociado a los negros con la cocaína. Los tres casos son el reflejo del miedo a la
competencia econó mica y no una preocupació n real por el consumo de drogas. Si algo ha caracterizado a
la sociedad americana durante el siglo XIX fue su larga historia de consumo legal de todo tipo de drogas,
de ahí que cuando se trataba de la clase media blanca fue legitimado porque se ofrecía dentro de la
relació n médico-paciente.
Al extenderse en EEUU el consumo de heroína a la clase media resultó fá cil el má ximo esfuerzo en crear
programas de tratamiento… como por ejemplo el mantenimiento con la droga legal, metadona. Por
necesidades políticas el consumo comenzó a ser visto de otra manera: creaba dependencia y era una
enfermedad psicoló gica y/o física que exigía solució n médica, dejaba de ser un vicio castigable. Ahora
había que castigar a los que obtenían grandes ganancias con ese consumo, así comienza la distinció n
entre trá fico y consumo y el interés por eliminar la droga misma; para ello había que dirigir la atenció n a
los países extranjeros y es así có mo América latina se inserta en el problema de las drogas, donde no fue
difícil empezar a asociar el consumo de drogas con la juventud, y especialmente al consumidor con el
guerrillero.
Có digo Civil:
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Artículo 5º. Será reprimido con reclusió n o prisió n de cuatro a quince añ os y multa de dos millones
doscientos cincuenta mil a ciento ochenta y siete millones quinientos mil australes el que sin autorizació n
o con destino ilegítimo:
a) Siembre o cultive plantas o guarde semillas utilizables para producir estupefacientes, o materias
primas, o elementos destinados a su producció n o fabricació n;
b) Produzca, fabrique, extraiga o prepare estupefacientes;
c) Comercie con estupefacientes o materias primas para su producció n o fabricació n o los tenga con
fines de comercializació n, o los distribuya, o dé en pago, o almacene o transporte;
d) Comercie con plantas o sus semillas, utilizables para producir estupefacientes, o las tenga con
fines de comercializació n, o las distribuya, o las dé en pago, o las almacene o transporte;
e) Entregue, suministre, aplique o facilite a otro estupefacientes a título oneroso. Si lo fuese a título
gratuito, se aplicará reclusió n o prisió n de tres a doce añ os y multa de tres mil a ciento veinte mil
australes.
Si los hechos previstos en los incisos precedentes fueren ejecutados por quien desarrolla una actividad
cuyo ejercicio dependa de una autorizació n, licencia o habilitació n del poder pú blico, se aplicará , ademá s,
inhabilitació n especial de cinco a quince añ os.
En el caso del inciso a), cuando por la escasa cantidad sembrada o cultivada y demá s circunstancias, surja
inequívocamente que ella está destinada a obtener estupefacientes para consumo personal, la pena será
de un mes a dos añ os de prisió n y será n aplicables los artículos 17, 18 y 21.
En el caso del inciso e) del presente artículo, cuando la entrega, suministro o facilitació n fuere ocasional y
a título gratuito y por su escasa cantidad y demá s circunstancias, surgiere inequívocamente que es para
uso personal de quien lo recepta, la pena será de SEIS (6) meses a TRES (3) añ os de prisió n y, si
correspondiere, será n aplicables los artículos 17, 18 y 21. (texto conforme ley N° 26.052)
Artículo 11. Las penas previstas en los artículos precedentes será n aumentadas en un tercio del má ximo
de la mitad del mínimo, sin que las mismas puedan exceder el má ximo legal de la especie de pena de que
se trate:
a) Si los hechos se cometieren en perjuicio de mujeres embarazadas o de personas disminuidas
psíquicamente, o sirviéndose de menores de dieciocho añ os o en perjuicio de éstos;
b) Si los hechos se cometieren subrepticiamente o con violencia, intimidació n o engañ o;
c) Si en los hechos intervienen tres o má s personas organizadas para cometerlos;
d) Si los hechos se cometieron por un funcionario pú blico encargado de la prevenció n o persecució n de
los delitos aquí previstos o por un funcionario pú blico encargado de la guarda de presos y en perjuicio de
éstos;
e) Cuando el delito se cometiere en las inmediaciones o en el interior de un establecimiento de enseñ anza,
centro asistencial, lugar de detenció n, institució n deportiva, cultural o social o en sitios donde se realicen
espectá culos o diversiones pú blicos o en otros lugares a los que escolares y estudiantes acudan para
realizar actividades educativas, deportivas o sociales;
f) Si los hechos se cometieren por un docente, educador o empleado de establecimientos educacionales en
general, abusando de sus funciones específicas.
Artículo 14. Será reprimido con prisió n de uno a seis añ os y multa de ciento doce mil quinientos a dos
millones doscientos cincuenta mil australes el que tuviere en su poder estupefacientes.
La pena será de un mes a dos añ os de prisió n cuando, por su escasa cantidad y demá s circunstancias,
surgiere inequívocamente que la tenencia es para uso personal.
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Con esta encarcelación se convierte al adicto en delincuente, lesionando la libertad individual; esto se asocia
con las drogas lícitas e ilícitas, ya que un sujeto por llevar marihuana es pasible de una sanción penal,
mientras que si su adicción la canaliza a través de psicofármacos y es detenido en posesión de un producto
psicotrópico no es sancionable, y lo mismo ocurre con el alcohol y los adhesivos. Pareciera que se quiere
terminar con la droga atacando a su víctima.
Artículo 15. La tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural, destinado a la prá ctica del
coqueo o masticació n, o a su empleo como infusió n, no será considerada como tenencia o consumo de
estupefacientes.
Artículo 16. Cuando el condenado por cualquier delito dependiera física o psíquicamente de
estupefacientes, el juez impondrá , ademá s de la pena, una medida de seguridad curativa que consistirá en
un tratamiento de desintoxicació n y rehabilitació n por el tiempo necesario a estos fines, y cesará por
resolució n judicial, previo dictamen de peritos que así lo aconsejen.
Además de la condena por el delito se le aplicará otra, pero disfrazada de tratamiento y por tiempo
indeterminado, así se acude a la complicidad científica para asegurar un control donde la pericia deja su
carácter no vinculante transformándose en la prueba.
Artículo 17. En el caso del artículo 14, segundo pá rrafo, si en el juicio se acreditase que la tenencia es
para uso personal, declarada la culpabilidad del autor y que el mismo depende física o psíquicamente de
estupefacientes, el juez podrá dejar en suspenso la aplicació n de la pena y someterlo a una medida de
seguridad curativa por el tiempo necesario para su desintoxicació n y rehabilitació n.
Acreditado su resultado satisfactorio, se lo eximirá de la aplicació n de la pena. Si transcurridos dos añ os
de tratamiento no se ha obtenido un grado aceptable de recuperació n, por su falta de colaboració n,
deberá aplicá rsele la pena y continuar con la medida de seguridad por el tiempo necesario o solamente
esta ú ltima.
Este artículo mantiene la anticonstitucionalidad cuando se refiere a la culpabilidad por tenencia para uso
personal; refiere que el juez “someterá” a un tratamiento, aunque un tratamiento compulsivo (obligatorio)
está condenado al fracaso, ya que si en el sujeto no existe una real demanda de revertir su situación, no se
puede forzar a que dicha demanda aparezca. Una medida de seguridad es una condena por tiempo
indeterminado. Posteriormente dice “acreditado el resultado satisfactorio…”, sin aclarar (lo cual es casi
imposible) los alcances del término “satisfactorio”, con lo cual la ley se hace más represiva. Ahora bien, si
transcurridos 2 años de tratamiento no se obtuvo un grado “aceptable” (término también ambiguo) de
recuperación por falta de colaboración del sujeto, se hace descansar en el adicto la responsabilidad del
tratamiento y se considera que el fracaso es su culpa y no la de los profesionales. Fracasado el tratamiento,
se hará valer la pena y la medida de seguridad, o sea que necesariamente no quedará libre a los 2 años.
Artículo 18. En el caso del artículo 14, segundo pá rrafo, si durante el sumario se acreditase por
semiplena prueba que la tenencia es para uso personal y existen indicios suficientes a criterio del juez de
la responsabilidad del procesado y éste dependiere física o psíquicamente de estupefacientes, con su
consentimiento, se le aplicará un tratamiento curativo por el tiempo necesario para su desintoxicació n y
rehabilitació n y se suspenderá el trá mite del sumario.
Acreditado su resultado satisfactorio, se dictará sobreseimiento definitivo. Si transcurridos dos añ os de
tratamiento, por falta de colaboració n del procesado no se obtuvo un grado aceptable de recuperació n, se
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reanudará el trá mite de la causa y, en su caso, podrá aplicá rsele la pena y continuar el tratamiento por el
tiempo necesario, o mantener solamente la medida de seguridad.
La persona tiene que dar su consentimiento porque es procesado pero se mantienen en todos sus términos
las características antes señaladas; esto tiene que ver con el principio de inocencia que tiene todo su
ciudadano por la Constitución Nacional.
Artículo 19. La medida de seguridad que comprende el tratamiento de desintoxicació n y rehabilitació n,
prevista en los artículos 16, 17 y 18 se llevará a cabo en establecimientos adecuados que el tribunal
determine de una lista de instituciones bajo conducció n profesional reconocidas y evaluadas
perió dicamente, registradas oficialmente y con autorizació n de habilitació n por la autoridad sanitaria
nacional o provincial, quien hará conocer mensualmente la lista actualizada al Poder Judicial, y que será
difundida en forma pú blica.
El tratamiento podrá aplicá rsele preventivamente al procesado cuando prestare su consentimiento para
ello o cuando existiere peligro de que se dañ e a sí mismo o a los demá s.
El tratamiento estará dirigido por un equipo de técnicos y comprenderá los aspectos médicos,
psiquiá tricos, psicoló gicos, pedagó gicos, criminoló gicos y de asistencia social, pudiendo ejecutarse en
forma ambulatoria, con internació n o alternativamente, segú n el caso.
Cuando el tratamiento se aplicare al condenado su ejecució n será previa, computá ndose el tiempo de
duració n de la misma para el cumplimiento de la pena. Respecto de los procesados, el tiempo de
tratamiento suspenderá la prescripció n de la acció n penal.
El Servicio Penitenciario Federal o Provincial deberá arbitrar los medios para disponer en cada unidad de
un lugar donde, en forma separada del resto de los demá s internos, pueda ejecutarse la medida de
seguridad y de rehabilitació n de los artículos 16, 17 y 18.
El término “peligrosidad” estaría anulando el principio de inocencia, pues este juicio de valor dado por el
juez estaría obligando a un individuo a que realice algo que no quiere sin tener la posibilidad de que dicha
medida pueda ser revertida a no ser que el juez así lo decida. Cuando menciona los profesionales que
intervienen, se incluye algo que da que pensar, los aspectos “criminológicos”, el estudio del criminal, con lo
cual se le da un estigma al sujeto adicto que poco tiene que ver con atender una patología cuya
sintomatología es la dependencia, y mucho que ver con la marginación que ese estigma implica. Se
menciona que el Servicio Penitenciario Federal o Provincial tendrá que implementar los medios, pero habrá
dos sistemas a implementar, uno que tiene que ver con los entes estatales (servicios penitenciarios) y otro
con la actividad privada (clínica, para quienes puedan pagar una internación); produciendo una diferencia
entre los estratos sociales y una desigualdad ante la ley.
Artículo 20. Para la aplicació n de los supuestos establecidos en los artículos 16, 17 y 18 el juez, previo
dictamen de peritos, deberá distinguir entre el delincuente que hace uso indebido de estupefacientes y el
adicto a dichas drogas que ingresa al delito, para que el tratamiento de rehabilitació n en ambos casos, sea
establecido en funció n de nivel de patología y del delito cometido, a los efectos de la orientació n
terapéutica má s adecuada.
Se quiere distinguir adicto y delincuente cuando en realidad hay una marcada tendencia en toda la ley a
asimilar delincuencia y drogadicción, caso contrario no tendría por qué existir una pena privativa de
libertad cuando alguien es adicto. Parecería que a la delincuencia se la trata como enfermedad, y ese fue
uno de los postulados más fuertes del positivismo europeo para el control social.
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Artículo 21. En el caso del artículo 14, segundo pá rrafo, si el procesado no dependiere física o
psíquicamente de estupefacientes por tratarse de un principiante o experimentador, el juez de la causa
podrá , por ú nica vez, sustituir la pena por una medida de seguridad educativa en la forma y modo que
judicialmente se determine.
Tal medida, debe comprender el cumplimiento obligatorio de un programa especializado, relativo al
comportamiento responsable frente al uso y tenencia indebida de estupefacientes, que con una duració n
mínina de tres meses, la autoridad educativa nacional o provincial, implementará a los efectos del mejor
cumplimiento de esta ley.
La sustitució n será comunicada al Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal y Carcelaria,
organismo que lo comunicará solamente a los tribunales del país con competencia para la aplicació n de la
presente de la ley, cuando éstos lo requiriesen.
Si concluido el tiempo de tratamiento éste no hubiese dado resultado satisfactorio por la falta de
colaboració n del condenado, el tribunal hará cumplir la pena en la forma fijada en la sentencia.
Pareciera que si una persona comienza o está por comenzar un camino adictivo fuese un problema de
educación y no la sintomatología de procesos mucho más profundos; esta medida de seguridad contempla
un mínimo de 3 meses sin mencionar un máximo, con lo cual igual que la medida de seguridad curativa se
puede transformar en una pena por tiempo indeterminado. Se refiere también a la comunicación al Registro
de reincidencia, con lo cual la persona se transforma en delincuente. Se dice que si el tratamiento
“educativo” no da resultado por falta de colaboración del “condenado”, y con esa denominación caemos en la
cuenta de que se deja en suspenso la pena y no se la sustituye.
Artículo 22. Acreditado un resultado satisfactorio de las medidas de recuperació n establecidas en los
artículos 17, 18 y 21 si después de un lapso de tres añ os de dicha recuperació n, el autor alcanzara una
reinserció n social plena, familiar, laboral y educativa, el juez previo dictamen de peritos, podrá librar de
oficio al Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal y Carcelaria para la supresió n de la
anotació n relativa al uso y tenencia indebida de estupefacientes.
Si por casualidad alguien logra recuperarse tampoco queda en libertad de acción pues los antecedentes
quedarán durante 3 años más; el juez “podrá” y no “deberá” librar oficio al Registro de reincidencia, con lo
cual nadie le asegura que con una plena reinserción dejará de ser un sospechoso.
Artículo 28. El que pú blicamente imparta instrucciones acerca de la producció n, fabricació n, elaboració n
o uso de estupefacientes, será reprimido con prisió n de dos a ocho añ os. En la misma pena incurrirá quien
por medios masivos de comunicació n social explique en detalle el modo de emplear como estupefaciente
cualquier elemento de uso libre.
Artículo 29. Será reprimido con prisió n de seis meses a tres añ os el que falsificare recetas médicas, o a
sabiendas las imprimiera con datos supuestos o con datos ciertos sin autorizació n del profesional
responsable de la matrícula; quien las suscribiere sin facultad para hacerlo o quien las aceptare teniendo
conocimiento de su ilegítima procedencia o irregularidad. En el caso que correspondiere se aplicará la
accesoria de inhabilitació n para ejercer el comercio por el doble de tiempo de la condena.
Artículo 29 ter. A la persona incursa en cualquiera de los delitos previstos en la presente ley y en el
artículo 866 del Có digo Aduanero, el tribunal podrá reducirle las penas hasta la mitad del mínimo y del
má ximo o eximirla de ellas, cuando durante la sustanciació n del proceso o con anterioridad a su
iniciació n:
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estadounidense. Los programas creados por jueces y fiscales pretendían desviar los casos de menor
cuantía, en su mayoría penal, de los juzgados (conflictos diarios de una familia, amigos, vecinos).
Antecedentes en Argentina
De acuerdo al decreto 1480/92 el Ministerio de Justicia de la Nació n dictó la resolució n 983/93 que ponía
en marcha la experiencia piloto en el fuero civil. Se creó un Comité de Evaluació n y Asesoramiento, y se
seleccionaron 10 mediadores entre los entrenados por el Comité para prestar servicios en el Centro de
Mediació n. Se contrataron 8 mediadores abogados con 4 añ os de antigü edad mínima en el título, y 2
mediadores psicó logos con 4 añ os de práctica clínica, para que actuaran en los casos de familia.
La resolució n 535 del Ministerio de Justicia aprueba el reglamento para los mediadores habilitados; se
establecen los requisitos para la habilitació n, la creació n de un registro de mediadores, y las normas
éticas. El Centro de Mediació n prestará servicios a pedido de cualquiera de las partes, antes o durante la
instancia judicial, o por derivació n de organismos oficiales o privados.
Mediador: Debe tener título de abogado, 4 añ os de ejercicio, estar inscripto en el Registro de mediadores,
contar con designació n para actuar en el Centro de mediació n.
Co-mediador: Debe tener título de psicó logo o asistente social, 4 añ os de experiencia, estar inscripto en el
Registro y contar con designació n. Cuando el caso lo requiera podrá n participar otros profesionales.
La derivació n del conflicto al centro de mediació n será por invitació n del juez y expresa voluntad de las
partes. En ese caso la suspensió n del procedimiento tendrá un plazo convenido por las partes. El Juzgado
remite al Centro de mediació n un formulario de pedido, donde constan los datos necesarios (nombre,
domicilio, teléfono de las partes, tipo de conflicto, estado de la causa procesal, plazo de suspensió n del
procedimiento si se hubiera convenido). Dentro de las 48 hs. de finalizada la mediació n el centro
informará al juez el resultado. En casos donde no hay juicio pendiente las partes pueden decidir concurrir
a mediació n sin sus abogados; no así cuando el caso es derivado por el juez. Si se tiene conocimiento de
violencia doméstica el mediador debe recibir a las partes por separado.
Luego de esta experiencia es promulgada por el Congreso de la Nació n la Ley de Mediació n y Conciliació n
(24.573). Promueve la mediació n como paso previo a la iniciació n de cualquier juicio del fuero civil o
comercial, salvo excepciones que en ella figuran y que contemplan los juicios patrimoniales ejecutivos, las
quiebras y los desalojos.
Desde la actual Direcció n nacional de promoció n de métodos participativos, del Ministerio de Justicia, de
la que depende la Escuela y Centro de Mediació n, se halla la labor de conformar con instituciones pú blicas
y privadas del país una red nacional de asistencia a situaciones de violencia doméstica, maltrato y abuso
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¿Qué es la mediación?
Es una negociació n asistida, la intervenció n en una disputa de un tercero neutral e imparcial. El mediador
no es parte de la disputa, no tiene lugar en ella, sino que opera por fuera de la misma. El mediador carece
de un poder autorizado de decisió n y eso lo diferencia de un juez o á rbitro, designado por la ley para
decidir acerca de las cuestiones del conflicto.
Texto y contexto
Participan los que soportan el conflicto, a título de partes. El mediador es el agente catalizar de la
situació n conflictiva. El espacio donde se desarrolla la mediació n debe tener un mobiliario que dé cuenta
del espíritu de la prá ctica, una mesa redonda u ovalada con asientos alrededor, para evitar posiciones
físicas de enfrentamiento. Se realiza la interiorizació n de la disputa, la evaluació n de datos, el análisis del
conflicto, las posiciones que sostienen las partes. El mediador facilita una comunicació n interactiva entre
las partes a través de sus intervenciones, su escucha atenta y el cumplimiento de la neutralidad. Lo
fundamental es la creació n de un clima de confianza y cooperació n participativa.
El proceso comunicacional
El humano habla y por hablar se constituye en sujeto, sujetado a leyes que determinan la lengua. En este
lenguaje no só lo participa lo que decimos, sino también el lenguaje gestual, que a veces reemplaza la
palabra o la reafirma.
Su importancia en la actitud mediadora
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No hay intenció n de comunicació n sin escucha y no hay escucha fuera de las palabras; las palabras dan
cuenta de un sujeto y su posició n. Es necesario que la palabra adquiera protagonismo en su histó rica
funció n pacificadora y facilitadora del lazo social. La mediació n opera como catalizador, como
instauració n de la intercomunicació n y posterior interacció n de las partes.
CONCILIACIÓN
La conciliació n es un proceso instituido por las mismas partes en conflicto para resolver sus problemas,
consiste principalmente en que un tercero interviene entre los Estados en conflicto y trata de conciliar
sus diferencias sobre la base de concesiones recíprocas, en otras palabras consistente en proponer
alternativas concretas a las partes para que resuelvan de comú n acuerdo sus diferencias.
La diferencia entre mediació n y conciliació n es de grado. La mediació n es menos formal que la
conciliació n. El mediador sugiere una solució n, y en caso de ser rechazada por las partes, formula nuevas
propuestas; mientras que el conciliador, que puede ser una persona física o una comisió n, puede
investigar los hechos y a final emitir un reporte con conclusiones y recomendaciones para resolver la
controversia.
La principal diferencia entre la mediació n y la conciliació n reside en el ó rgano que la ejerce. El conciliador
es designado por acuerdo de las partes, para investigar los hechos y sugerir las fó rmulas de solució n; la
conciliació n es má s formal y menos flexible que la mediació n. La mediació n, como la conciliació n, es un
método de solució n de controversias que podemos ubicar entre la negociació n y el arbitraje, siendo la
característica primordial, al igual que en los buenos oficios, la intervenció n de un tercero para resolver las
controversias. El factor principal en la mediació n es el prestigio del mediador, mientras que en la
conciliació n es la independencia del conciliador.
MEDIACIÓN
Es un procedimiento flexible, que no tiene efectos obligatorios para las partes, en el cual un tercero
neutral, facilita la negociació n entre las partes para ayudar a que lleguen a un acuerdo. Ha sido definida
como el procedimiento mediante el cual los participantes, asistidos por una o varias personas neutrales,
aislan sistemá ticamente los problemas en controversia, con el objeto de encontrar opciones, considerar
altemativas y llegar a un acuerdo mutuo que se ajuste a sus necesidades.
El o los terceros imparciales que participan, se encargan de moderar la discusió n entre las partes,
interpretar la voluntad de éstas, sugerir alternativas y dirigir el proceso con el objeto de que las partes
por sí mismas convengan un acuerdo.
Cabe señ alar que diversos autores han distinguido la mediació n y la conciliació n como métodos
alternativos distintos, cuya diferencia radica en que en la mediació n el tercero neutral no tiene la facultad
para intervenir, sugerir y aconsejar a las partes para que lleguen a un acuerdo, mientras que en la
conciliació n sí. El papel del experto neutral puede variar, dependiendo de lo que establezcan las partes. La
actitud del mediador es fundamental, ya que deberá de proporcionar confianza a las partes, y ser lo
suficientemente perceptivo para descifrar cuales son los problemas reconocidos por las partes y cuá les
son los ocultos.
El proceso de mediació n se distingue por ser un proceso á gil, dinámico e interactivo, cuyo ingrediente
principal es la intervenció n de las partes, con el fin de obtener un resultado positivo. Se caracteriza por
tener reglas sencillas mediante las cuales las partes definen que es lo má s importante, y en base a las
circunstancias del conflicto se desarrolla el procedimiento.
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El beneficio principal que ofrece este medio, es la comunicació n que se establece entre las partes para que
ellas mismas propongan alternativas y tomen las decisiones de comú n acuerdo, lo cual permite que las
relaciones entre las partes se estrechen en lugar de fracturarse, y las resoluciones se ajusten a sus
necesidades, lo cual trae como consecuencia que se cumpla el convenio alcanzando un resultado positivo.
ARBITRAJE
El arbitraje, en Derecho, es una forma de resolver un litigio sin acudir a la jurisdicció n ordinaria.
Las partes, de mutuo acuerdo, deciden nombrar a un tercero independiente, denominado á rbitro, y que
será el encargado de resolver el conflicto. El á rbitro, a su vez, se verá limitado por lo pactado entre las
partes para dictar el laudo arbitral. Deberá hacerlo conforme a la legislació n que hayan elegido las partes,
o incluso basá ndose en la simple equidad, si así se ha pactado.
Cuando un arbitraje se ajusta a la legalidad, sustituye completamente a la jurisdicció n ordinaria, que
deberá abstenerse de conocer el litigio. Sin embargo, sí que será necesario acudir a la misma (a través de
la acció n ejecutiva) cuando sea necesaria la intervenció n de las autoridades para hacer cumplir el laudo
arbitral.
Entre las ventajas del arbitraje se encuentran su celeridad, su flexibilidad y el hecho de que se pueden
pactar los costes con anterioridad.
Este método alternativo de resolució n de controversias es un híbrido de los procedimientos de mediació n
y arbitraje, y surge en los Estados Unidos de América como resultado de las críticas hechas a ambos
procesos, con el objeto de crear un procedimiento má s eficiente. En este procedimiento las partes
acuerdan mediar y resolver algunos puntos que no pueden ser solucionados por la mediació n a través del
arbitraje, utilizando el mismo tercero neutral como mediador y á rbitro.
Algunos otros expertos en la materia han sostenido que en realidad se trata de una variante del proceso
de mediació n, en el cual el mediador puede dictar una decisió n si las partes no llegan a un arreglo, o bien
de un juicio arbitral en el cual el á rbitro inicia el procedimiento con la mediació n para intentar que las
partes lleguen a un arreglo previo.El tercero neutral debe procurar que las partes lleguen a un acuerdo,
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orientá ndolas sobre las decisiones que pueden tomar. Es posible que se haya establecido previamente
aquellos asuntos se van a resolver a través de la mediació n y cuales por el arbitraje, de no ser así, y si las
partes no logran resolver definitivamente sus conflictos, se inicia el procedimiento de arbitraje.
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especializació n en la materia objeto de la disputa. El papel del panel es similar al del mediador, ya que
escucha, hace comentarios, modera y dirige la discusió n, pero si las partes lo solicitan puede dar asesoría
legal, resolver dudas o expresar su opinió n de cual sería el resultado si se hubiera sometido el caso a un
tribunal jurisdiccional.
FUEROS DE APLICACIÓN
- Mediación Comunitaria: es la que se lleva a cabo para la solució n de conflictos vecinales o
comunitarios. En la ciudad de Asunció n, funcionan los Centros Comunitarios, dependientes de la
Municipalidad de Asunció n, que tienen sus respectivos Centros de Mediació n, que atienden los conflictos
vecinales, con mediadores especializados en esta á rea.
- Mediación Penal: tendiente a la solució n de conflictos de acció n penal privada, que se encuentran
enumerados en el Art. 17 del Có digo Procesal Penal. Dicho Có digo prevé la conciliació n, como paso previo
antes de dar por iniciada la acció n penal privada, el juez convoca a las partes a una audiencia de
conciliació n, en la que se intenta llegar a un acuerdo entre la víctima u ofendido y el supuesto victimario.
En la mediació n penal se persigue la reparació n del dañ o causado y la manifestació n de la víctima que se
encuentra satisfecha con dicha reparació n, no teniendo nada má s que reclamar.
- Mediación Laboral: llevada a cabo entre empleador o asociació n patronal y trabajador, asociació n de
empleados o funcionarios o sindicato de trabajadores, a los efectos de solucionar las controversias
suscitadas en éste á mbito, con la del mediador, experto en esta materia. La Constitució n Nacional dispone
en el Art. 97: “De los convenios colectivos. Los sindicatos tienen el derecho a promover acciones
colectivas y a concertar convenios sobre las condiciones de trabajo. El Estado favorecerá las soluciones
conciliatorias de los conflictos de trabajo y la concertació n social. El arbitraje será optativo”. En nuestro
país funciona la conciliació n como instituto procesal previsto en el Có digo Procesal Laboral. El Ministerio
de Justicia y Trabajo cuenta con la Junta Permanente de Conciliació n y Arbitraje, como ó rgano que busca
la composició n amigable delos conflictos, atento a lo dispuesto en los Arts. 17, 284 y 293 del Có digo
Procesal Laboral y el Art. 17 del Decreto Nº 20.884/62.Dicho ó rgano se encuentra compuesto por: dos
representantes del Estado; dos representantes de los trabajadores (Central Paraguaya de Trabajadores-
CPT, Central Unitaria de Trabajadores-CUT o Central Nacional de Trabajadores-CNT); y dos
representantes de los empleadores (FEPRINCO, Unió n Industrial Paraguaya-UIP o Asociació n Rural del
Paraguay-ARP).
- Mediación Familiar: su aplicació n puede recaer en casos de Divorcio, Disolució n y Liquidació n de la
Sociedad Conyugal, Partició n de bienes en juicios sucesorios, Asistencia Alimenticia, Régimen de
Convivencia, Régimen de Relacionamiento, entre otros. En los asuntos de familia, debe atenderse al
interés superior de los niñ os y de los adolescentes, buscando siempre el bienestar de los mismos y que se
desarrollen en un ambiente adecuado. Es prioridad que a los niñ os y adolescentes se les trasmita siempre
amor, paz, comprensió n y respeto. Resulta aconsejable la mediació n en los conflictos entre có nyuges, en
la bú squeda del diá logo, del restablecimiento de la comunicació n entre los mismos y atendiendo a que se
somete el caso a un método de resolució n de conflictos, que tiene como uno de sus principios
fundamentales la confidencialidad, es decir el tratamiento con absoluta reserva y privacidad de todo lo
manifestado en las sesiones, respetando de esta forma cuestiones íntimas de la pareja.
- Mediación patrimonial: el mediador debe conocer la naturaleza de los intereses y conflictos originados
en este tipo de mediació n, debiendo tener en cuenta la estructura de las empresas, así como cuestiones
macro-econó micas. En el á mbito comercial o empresarial, las partes involucradas en un conflicto desean
preservar sus relaciones, atendiendo al tipo de relació n que a ellas les une.
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- Mediación escolar: involucra no só lo a los estudiantes y profesores, sino también a los padres,
directivos y funcionarios de la institució n, en la idea de que asuman un rol protagó nico en la resolució n
adecuada y ó ptima de los conflictos y que se formen en la cultura de la paz desde temprana edad. La
mediació n escolar se caracteriza porque se desarrolla entre estudiantes, o entre docentes, es decir se
lleva a cabo entre pares, disminuyendo sobretodo el grado de agresividad y de violencia en las
instituciones educativas.
- Mediación ecológica: tendiente a la solució n de conflictos suscitados en torno a la protecció n del
medioambiente, de la flora y de la fauna. Su ámbito de aplicació n en nuestro país resulta atractivo para
los casos de contaminació n de ríos, polució n sonora, olores nauseabundos, provenientes de frigoríficos,
por ejemplo, y otros casos similares, que tanto perjuicio ocasionan a la comunidad toda. Este tipo de
mediació n es muy utilizado en países de Europa, en Canadá y en Estados Unidos de América.
- Mediación Internacional: La vida de relació n entre los Estados, a semejanza de lo que sucede entre los
particulares, puede desarrollarse armó nicamente mientras se sepa o se quiera coordinar los diversos
intereses en juego, o bien, en caso contrario, suscitar divergencias de mayor o menor importancia. Estas
divergencias se denominan indistintamente conflictos, litigios, choques, pero quizá s sea lo má s exacto
designarlas con el nombre genérico de controversias interestatales. Se entienden por medios de solució n
pacífica de los conflictos las medidas que no implican el estado de guerra, aú n cuando algunas de ellas
entrañ en el uso de la coacció n y que las má s extremas, como las represalias, puedan llegar al empleo, si
bien limitado y temporal, de la fuerza militar. En el campo diplomá tico los medios pacíficos má s utilizados
son: negociació n directa, reuniones internacionales, buenos oficios mediació n, investigació n, conciliació n;
y fracasados estos se recurre al arbitraje o al arreglo judicial.
- Mediación Judicial: Es el método no adversarial de resolució n de conflictos, en el cual interviene un
tercero neutral e imparcial a las partes, quien no tiene poder de decisió n, a diferencia de un juez o á rbitro,
asiste en la negociació n y ayuda a los participantes a poner fin al juicio iniciado. El Poder Judicial cuenta
con una Oficina de Mediació n, la cual cuenta con un equipo de mediadores que se encuentra trabajando
con los Juzgados en lo Civil y Comercial, Laboral, Niñ ez y Adolescencia, Justicia Letrada y Juzgado de Paz,
de la Capital y de las ciudades de Lambaré, Luque y San Lorenzo.
- Mediación Extrajudicial: es utilizada como un mecanismo alternativo para la solució n de conflictos
fuera del ámbito del Poder Judicial. Mediante este mecanismo los interesados acuden a un Centro Privado
o Comunitario de Mediació n, a fin de procurar resolver sus diferencias o sus conflictos, con la ayuda de un
mediador.
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2. Acciones de separació n personal y divorcio, nulidad de matrimonio, filiació n y patria potestad, con
excepció n de las cuestiones patrimoniales derivadas de éstas. El juez deberá dividir los procesos,
derivando la parte patrimonial al mediador.-
3. Procesos de declaració n de incapacidad y de rehabilitació n.-
4. Causas en que el Estado Nacional o sus entidades descentralizadas sean parte.-
5. Amparo, há beas corpus e interdictos.-
6. Medidas cautelares hasta que se decidan las mismas, agotá ndose respecto de ellas las instancias
recursivas ordinarias, continuando luego el trá mite de la mediació n.
7. Diligencias preliminares y prueba anticipada.-
8. Juicios sucesorios y voluntarios.-
9. Concursos preventivos y quiebras.-
10. Causas que tramiten ante la Justicia Nacional del Trabajo.-
Art.3.- En el caso de los juicios de desalojo, el presente régimen de mediació n será optativo para el
reclamante, debiendo en dicho supuesto el requerido ocurrir a tal instancia.-
DEL PROCEDIMIENTO DE LA MEDIACIÓN
Art.4.- El reclamante formalizará su pretensió n ante la mesa general de recepció n de expedientes que
corresponda, detallando la misma en un formulario cuyos requisitos se establecerá n por vía de la
reglamentació n, cumplida la presentació n se procederá al sorteo del mediador y a la asignació n del
juzgado que eventualmente entenderá en la litis.-
Art.5.- La mesa general de entradas entregará el formulario debidamente intervenido al presentante
quien deberá remitirlo al mediador designado dentro del plazo de tres días.-
Art.6.- El mediador, dentro del plazo de diez (1O) días de haber tomado conocimiento de su designació n,
fijará la fecha de la audiencia a la que deberá n comparecer las partes.-
El mediador deberá notificar la fecha de la audiencia a las partes mediante cédula, adjuntando copia del
formulario previsto en el Art.4. Dicha cédula será librada por el mediador, debiendo la misma ser
diligenciada ante la Oficina de Notificaciones del Poder Judicial de la Nació n; salvo que el requerido se
domiciliare en extrañ a jurisdicció n, en cuyo caso deberá ser diligenciada por el requirente.-
A tales fines se habilitará n los formularios de cédula de notificació n cuyos requisitos se establecerá n
reglamentariamente.-
Art.7.- Las partes podrá n tomar contacto con el mediador designado antes de la fecha de la audiencia, con
el objeto de hacer conocer el alcance de sus pretensiones.
Art.8.- Cuando el mediador advirtiere que es necesaria la intervenció n de un tercero, solicitado por las
partes o de oficio, podrá citarlo a fin de que comparezca a la instancia mediadora.-
Si el tercero incurriese en incomparecencia o incumplimiento del acuerdo transaccional que lo involucre,
le alcanzará n las sanciones previstas en los Arts. 10 y 12 de la presente ley.
Art.9.- El plazo para la mediació n será de hasta sesenta (60) días corridos a partir de la ú ltima
notificació n al requerido y/o al tercero en su caso. En el caso previsto en el Art. 3, el plazo será de treinta
(30) días corridos. En ambos supuestos se podrá prorrogar por acuerdos de las partes.
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Art.10.- Dentro del plazo previsto para la mediació n el mediador podrá convocar a las partes a todas las
audiencias necesarias para el cumplimiento de los fines previstos en la presente ley.-
Si la mediació n fracasare por la incomparecencia de cualquiera de las partes a la primera audiencia, cada
uno de los incomparecientes deberá abonar una multa cuyo monto será el equivalente a dos (2) veces la
retribució n bá sica que le corresponda percibir al mediador por su gestió n.-
Habiendo comparecido personalmente y previa intervenció n del mediador, las partes podrá n dar por
terminado el procedimiento de mediació n.-
Art. 11. - Las actuaciones será n confidenciales. El mediador tendrá amplia libertad para sesionar con las
partes, pudiéndolo efectuar en forma conjunta o por separado, cuidando de no favorecer, con su
conducta, a una de ellas y de no violar el deber de confidencialidad.-
A las mencionadas sesiones deberá n concurrir las partes personalmente, y no podrá n hacerlo por
apoderado, exceptuá ndose a las personas jurídicas y a los domiciliados en extrañ a jurisdicció n de
acuerdo a lo que se establezca en la reglamentació n.-
La asistencia letrada será obligatoria.
Art. 12. - Si se produjese el acuerdo, se labrará acta en el que deberá constar los términos del mismo,
firmado por el mediador, las partes y los letrados intervinientes.-
El mediador deberá comunicar el resultado de la mediació n, con fines estadísticos, al Ministerio de
Justicia.-
En caso de incumplimiento, lo acordado podrá ejecutarse ante el juez designado, mediante el
procedimiento de ejecució n de sentencia regulado en el Có digo Procesal Civil y Comercial de la Nació n.-
En el supuesto de llegar a la instancia de ejecució n, el juez deberá aplicar la multa establecida en el Art. 45
del Có digo Procesal Civil y Comercial de la Nació n.
Art. 13.- El Ministerio de Justicia de la Nació n percibirá con destino al Fondo de Financiamiento creado
por esta ley, las sumas resultantes de las multas establecidas en los Arts. l0 y 12. En el supuesto que no se
abonen las multas establecidas, se perseguirá el cobro impulsando por vía incidental, las acciones
judiciales necesarias observando el procedimiento de ejecució n de sentencia.-
A tal fin el Ministerio de Justicia certificará la deuda existente y librará el certificado respectivo que
tendrá cará cter de título ejecutivo.-
En el caso de no haberse promovido acció n posterior a la gestió n mediadora el cobro de la multa
establecida en el Art. l0 se efectuará mediante el procedimiento de juicio ejecutivo.
Art. 14.- Si no se arribase a un acuerdo en la mediació n, igualmente se labrará acta, cuya copia deberá
entregarse a las partes, en la que se dejará constancia de tal resultado.-
En este caso el reclamante quedará habilitado para iniciar la vía judicial correspondiente, acompañ ando
las constancias de la mediació n.
DEL REGISTRO DE MEDIADORES
Art. 15.- Créase el Registro de Mediadores cuya constitució n, organizació n, actualizació n y
administració n será responsabilidad del Ministerio de Justicia de la Nació n.
Art. 16.- Para ser mediador será necesario poseer título de abogado y adquirir la capacitació n requerida
y restantes exigencias que se establezcan reglamentariamente.
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Art. 17.- En la reglamentació n a la que se alude en el artículo anterior, se estipulará n las causales de
suspensió n y separació n del registro y el procedimiento para aplicar tales sanciones. También se
determinará n los requisitos, inhabilidades e incompatibilidades para formar parte del mismo.
DE LAS CAUSALES DE EXCUSACIÓN Y REACUSACIÓN
Art. 18.- El mediador deberá excusarse bajo pena de inhabilitació n como tal, en todos los casos previstos
en el Có digo Procesal Civil y Comercial de la Nació n para excusació n de los jueces, pudiendo ser recusado
con expresió n de causa por las partes conforme lo determina ese Có digo. De no aceptar el mediador la
recusació n, ésta será decidida por el Juez designado conforme lo establecido en el Art.4, por resolució n
que será inapelable.
En los supuestos de excusació n y recusació n se practicará inmediatamente un nuevo sorteo.-
El mediador no podrá asesorar ni patrocinar a cualquiera de las partes intervinientes en la mediació n
durante el lapso de un (1) añ o desde que cesó su inscripció n en el registro establecido por el Art.15. La
prohibició n será absoluta en la causa en que haya intervenido como mediador.-
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