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Tema 2:

LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LOS GRUPOS VULNERABLES

1. LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES Y LOS NIÑOS


En esta primera sección de la Unidad II nos enfocaremos en el estudio de la protección de los derechos humanos de los
grupos vulnerables, con particular enfoque en las mujeres y en los niños. Mujeres y niños constituyen grupos vulnerables, o
sea aquellos grupos de personas que, por sus características económicas, étnicas, de estado de salud, de edad, de género o de
discapacidad se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad de sus derechos fundamentales. En esta primera parte
nos enfocaremos en dos grupos vulnerables específicos, a saber: las mujeres y los niños, niñas y adolescentes.

1 LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES: LA CONVENCIÓN PARA LA ELIMINACIÓN DE TODAS LAS
FORMAS DE DISCRIMINACIÓN CONTRA LA MUJER (CEDAW) y SUS PROTOCOLOS ADICIONALES

La Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) es un instrumento ju-
rídico internacional ratificado por 187 Estados, por lo que representa el instrumento internacional más ratificado de la historia.
Es fruto del trabajo de 30 años realizado por la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, que fue creada en 1946
por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECoSoC) para seguir de cerca la situación de la mujer y promover
sus derechos. La CEDAW ha sido adoptada en 1979 por la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante su Resolución
34/180, del 18 de diciembre de 1979. Fue aprobada con 130 votos a favor, ninguno en contra y 11 abstenciones. Algunos Estados
la ratificaron con reserva. Entró en vigor el 3 de setiembre de 1981. El 5 de junio de 1982, el Estado peruano emitió la Resolu-
ción Legislativa 2343, que aprueba la CEDAW sin reserva legal alguna. El antecedente de la CEDAW fue la Declaración sobre la
Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, proclamada por la Asamblea General en su Resolución 2263 (XXII), del 7 de
noviembre de 1967, que dado su carácter declarativo no tiene fuerza vinculante.
La CEDAW está compuesta por un preámbulo y 30 artículos, en los cuales se define lo que constituye la discriminación con-
tra las mujeres y se establece una agenda para que las administraciones nacionales terminen con dicha situación. Los Estados
parte se comprometen a consagrar, en sus Constituciones nacionales y en cualquier otra legislación aprobada a nivel nacional,
el principio de igualdad del hombre y de la mujer; además, convienen en asegurar por ley u otros medios apropiados la rea-
lización práctica de este principio. La CEDAW empieza con la definición de discriminación contra las mujeres en su artículo
1, la cual se define como «…toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado
menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de
la igualdad del hombre y de la mujer, de los derechos humanos y de las libertades fundamentales en las esferas política, eco-
nómica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera» (Ver Art. 1 de la Convención para la Eliminación de Toda Forma de
Discriminación contra la Mujer).
Las razones de la importancia de esta definición son las
siguientes:
a. La discriminación es entendida como resultado, no solo como propósito, de tal forma que una acción, ley o política sin
intención de discriminar puede ser discriminatoria si ese fuese su efecto.
b. Es la definición que se incorpora a la legislación interna de los países ratificantes.
c. No plantea una diferenciación entre la discriminación que se produce en el ámbito público y en el privado, sino que com-
prende ambas, lo cual es claro cuando se utiliza la expresión «en cualquier otra esfera». Esto significa que la protección
del Estado debe cubrir todas las áreas de la vida de las mujeres (Loli Espinoza, 2007, p. 10).
La CEDAW incluye principios claves para asegurar la igualdad entre hombres y mujeres y una serie de medidas que los Es-
tados deben tener en cuenta al elaborar sus agendas nacionales. Entre los principios claves podemos mencionar los siguientes:

a. El principio de igualdad sustantiva


Se relaciona con el hecho de que la igualdad formal establecida en leyes, leyes marcos y políticas neutrales en cuanto al gé-
nero podría no ser suficiente para garantizar que las mujeres gocen de los mismos derechos que los hombres. Por lo tanto,
la CEDAW provee normas basadas en la noción de que las diferencias entre hombres y mujeres originan experiencias de
disparidad y desventaja desproporcionadas en perjuicio de la mujer. Se enfatiza la importancia de la igualdad de oportu-
nidades, así como la igualdad de acceso a las oportunidades y la igualdad de resultados (oNU Mujeres, 2006, p. 19-22).

b. El principio de no discriminación
La discriminación debe ser entendida en su sentido más amplio. Este principio se establece claramente en el artículo 1
que hemos analizado.

c. El principio de obligación del Estado


Cuando un Estado es parte de la CEDAW voluntariamente acepta una gama de obligaciones legalmente vinculantes para
eliminar todas las formas de discriminación contra las mujeres y garantizar la igualdad entre hombres y mujeres a nivel
doméstico (oNU Mujeres, 2006, p. 19-22).

Una vez que los Estados hayan aceptado la Convención, se comprometen a adoptar una serie de medidas tendentes a eli-
minar toda forma de discriminación contra la mujer frente a toda la comunidad internacional; así, adquieren un compromiso
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a nivel internacional. Este compromiso incluye:

- Condenar y erradicar la discriminación contra la mujer e incorporar el principio de igualdad de hombres y mujeres en sus
leyes y especialmente en su Constitución nacional para todas las áreas de la estructura social.
- Proteger a las mujeres de cualquier violación a las disposiciones de la CEDAW. En este sentido, el Estado debe establecer
tribunales y otras instituciones públicas que se rijan por los principios de la referida convención para asegurar la efectiva
protección de las mujeres contra la discriminación.
- Garantizar la eliminación de todos los actos de discriminación contra las mujeres por parte de terceros, bien se trate de
personas, organizaciones o empresas.

En resumen, el Estado parte de la CEDAW debe legislar, crear organismos y emprender acciones destinadas a prevenir estas
violaciones, auxiliar a las víctimas, castigar a los culpables y resarcir el daño. Asimismo, tendrá que asegurarse de que no existan
leyes y políticas discriminatorias hacia las mujeres y de que se adopten las leyes necesarias para garantizar la igualdad entre
hombres y mujeres en todas las áreas de la vida. Los Estados son los responsables por las violaciones a la CEDAW cometidas en
su territorio; por esta razón es indispensable que las legislaciones y políticas públicas de los diferentes niveles de gobierno sean
congruentes con lo estipulado en esa convención (oNU Mujeres, SER, PNUD, 2008).
Entre las novedades introducidas por la CEDAW podemos mencionar las siguientes:

- Se pone énfasis en modificar patrones socioculturales de la conducta de hombres y mujeres y en garantizar que la educa-
ción familiar incluya una comprensión adecuada de la maternidad como función social, así como el reconocimiento de la
responsabilidad común de hombres y mujeres en la educación de los hijos e hijas.
- Se dispone la supresión de todas las formas de trata de las mujeres y explotación de la prostitución de las mujeres (Art. 6).
- Se hace referencia a los problemas especiales a que hacen frente las mujeres en las zonas rurales y se obliga a adoptar me-
didas para asegurar que se respeten sus derechos.
- Es el único tratado de derechos humanos que afirma los derechos de reproducción de las mujeres y señala la cultura y
tradición como las fuerzas influyentes que moldean los roles de género y las relaciones familiares.
- A partir de la CEDAW, la discriminación que padecen las mujeres en su vida privada, en el marco de sus vínculos familiares
y personales, se constituye en un hecho de preocupación internacional (oNU Mujeres, SER, PNUD, 2008).

Entre los derechos tutelados en la CEDAW, podemos mencionar los siguientes:

- Derecho a la no discriminación.
- Derecho a la integridad personal.
- Derecho a participar líbremente en la vida política.
- Derecho a adquirir, conservar o cambiar su nacionalidad independientemente de su estado civil.
- Derecho a la educación en igualdad de condiciones.
- Derecho al trabajo con igual salario, prestaciones y capacitación.
- Derecho a la salud.
- Igualdad de derechos de las mujeres rurales.
- Igualdad del hombre y la mujer ante la ley.

Los artículos del 17 al 22 de la CEDAW establecen el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra las mujeres o
Comité de la CEDAW y delinean su composición y funciones. El Comité está compuesto por 23 integrantes de gran prestigio mo-
ral y competencia en materia de derechos humanos de la mujer, nombrados por sus Gobiernos y elegidos por los Estados parte
de la CEDAW mediante una votación secreta en una reunión convocada por el Secretario General de las Naciones Unidas. Son
elegidos aquellos candidatos que obtengan el mayor número de votos y la mayoría absoluta de los votos de los representantes de
los Estados parte presentes. Los integrantes ejercen sus funciones a título personal y tienen un mandato de cuatro años. En la
elección se tiene en cuenta la distribución geográfica equitativa y la representación de diversas civilizaciones y sistemas jurídicos.

La función principal del Comité es vigilar y evaluar la correcta aplicación de la CEDAW y colaborar con los Estados parte
para la eliminación de la discriminación contra las mujeres. Para que el Comité pueda ejercer su función, los Estados parte
envían informes cada cuatro años o cuando el Comité lo solicite, en los cuales se detallan las medidas legislativas, judiciales,
administrativas o de otra índole que han adoptado en cumplimiento de la CEDAW, así como los progresos realizados. Los in-
formes permiten al Comité evaluar la situación de los derechos humanos de la mujer en cada Estado. El plazo de entrega del
primer informe es de un año después de la entrada en vigor de la CEDAW en el país. El Comité se reúne dos veces al año para
revisarlo. Después de haberlo evaluado, elabora unas observaciones y recomendaciones finales que remite al país, subrayando
aspectos positivos del informe del Estado y señalando las principales áreas que suscitan su preocupación. El Estado está obligado a
tomar en cuenta estas observaciones y recomendaciones y responder en el siguiente informe (procedimiento de informes). La
intención de fondo del procedimiento de informes es mantener a los Estados parte atentos a que tienen que rendir cuentas de
sus obligaciones internacionales en materia de no discriminación contra la mujer, dar publicidad a las violaciones de derechos
humanos y presionar a los gobiernos y a otros responsables de violaciones para que cambien sus prácticas (IIDH, 2004, p. 100-
101). Además, en virtud del artículo 29 de la CEDAW, dos o más Estados parte pueden someter sus litigios sobre la interpretación
y aplicación de la CEDAW a arbitraje y, en caso de que el litigio no se resuelva, pueden proponerlo a consideración del Tribunal
Internacional de Justicia. Este procedimiento no se ha llegado a utilizar hasta el momento y está sujeto a un gran número de
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reservas por los Estados parte (procedimiento de comunicación interestatal).

La aprobación de la CEDAW constituyó, sin duda, un paso importante hacia la reivindicación de los derechos humanos de
las mujeres. Sin embargo, se necesitaba dotar a las mujeres de un recurso adicional que contribuya a asegurar el disfrute pleno
y en condiciones de igualdad de los derechos que les confiere la CEDAW. Aun cuando durante el proceso de elaboración de
dicha convención se propuso incluir una disposición que consagrara el derecho de comunicación, es decir la posibilidad de
que el Comité recibiera y examinara denuncias por violaciones a las disposiciones de la CEDAW, esa propuesta no fue aprobada.
Sin embargo, como es de todos conocido, al inicio de la década de 1990 esta cuestión fue abordada por varias organizaciones
no gubernamentales, que señalaron la «falta de atención suficiente a las violaciones que se cometen contra el principio de no
discriminación por motivos de sexo». Por esto, el 12 de marzo de 1999, la Comisión sobre la Condición de la Mujer adoptó un
anexo a la CEDAW para ponerla en condición de igualdad con otros tratados de derechos humanos y para mejorar su imple-
mentación. La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el 6 de octubre de 1999 el Protocolo Facultativo de la CEDAW
a través de su Resolución A/54/4, la cual entró en vigor el 22 de diciembre de 2000. Dicho protocolo fortalece los mecanis-
mos de vigilancia y supervisión previstos en la CEDAW y otorga a las personas o grupos de personas la facultad de denunciar
violaciones o solicitar investigaciones por la violación grave o sistemática de derechos en haya incurrido un Estado parte. Ese
instrumento facultativo ha sido ratificado por el Estado peruano el 9 de abril de 2001 (González, 2002).

El artículo 2 establece la posibilidad de presentar comunicaciones ante el Comité por parte de personas o grupos de
personas que se encuentren bajo la jurisdicción de un Estado parte. El Estado parte en contra del cual se hubiera formulado la
denun- cia deberá responder. Además, las víctimas o el grupo de victimas pueden designar a un representante para que presente
una denuncia en su nombre, obviamente bajo consentimiento de la víctima. El artículo 3 establece que una comunicación
debe hacerse por escrito, no puede ser anónima y debe atañer a un Estado parte de la CEDAW que también sea parte del
Protocolo Facultativo de la CEDAW.
Al recibir una denuncia, el Comité tendrá que evaluarla y determinar si es admisible. Esto ocurre si es formulada por escri-
to, no es anónima y es presentada por personas sujetas a la jurisdicción de un Estado parte del Protocolo. Además, se considera
admisible si se han agotado todos los recursos de la jurisdicción interna, salvo en los casos en los que la tramitación de estos
recursos se prolongue injustificadamente o no sea probable que brinde como resultado un remedio efectivo. En caso de que
sea admisible, el Comité debe poner la comunicación recibida de forma confidencial en conocimiento del Estado parte. En
un plazo de seis meses, el Estado parte deberá presentar una explicación escrita aclarando la cuestión e indicando las medidas
correctivas que hubieae adoptado. Una vez que haya recibido toda la información pertinente, el Comité la analizará a la luz de
la comunicación recibida en sesiones privadas. Tras examinarla, el Comité de la CEDAW hará llegar sus opiniones a las partes
interesadas. Si considera que el Estado parte estuvo involucrado en las violaciones que se alegan en la comunicación, le hará
recomendaciones con respecto a sus obligaciones para remediarlas. Aquel Estado tendrá que responder a estas observaciones
en un plazo de seis meses (oNU Mujeres, 2006, pp. 32-33).

Además, el Protocolo en su artículo 8 establece un procedimiento de investigación, en el marco del cual el propio Comité
puede iniciar una actuación al tomar conocimiento de información fidedigna en la que se indique una violación grave o sis-
temática de los derechos enunciados en la CEDAW. Una vez que el Comité considere que la información es fidedigna y revela
violaciones graves y sistemática de los derechos humanos de las mujeres, encarga uno o más de sus miembros investigar la
situación. El proceso de investigación puede además incluir unas visitas al territorio del Estado parte. Terminado el proceso de
investigación, los miembros del Comité elaborarán un informe. Después de examinarlo, el Comité presentará sus observaciones
al Estado interesado. Una vez presentadas las observaciones, el Estado parte tiene que responderlas en un plazo de seis meses,
explicando cuáles son las medidas que ha adoptado. Este procedimiento, que es de carácter confidencial, permite al Comité
responder más oportunamente a violaciones de los derechos de la mujer que se produzcan en el territorio de un Estado parte
(oNU Mujeres, 2006, p. 32).

2 LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS: LA CÓNVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL
NIÑO y SUS PROTOCOLOS ADICIONALES

Hasta el final de la Edad Media no parece haber ninguna conciencia social de la infancia como una categoría especial y
como un fenómeno social diferente. En el siglo XVI se empezó a mostrar interés por la infancia y los niños de clase alta empeza-
ron a ser escolarizados. La primera legislación propiamente dicha sobre los niños apareció en occidente entre finales del siglo
XIX y principios del siglo XX. Se introdujeron legislaciones sobre la escolaridad obligatoria, debido a la conciencia creciente
de la importancia del desarrollo de los niños, así como legislaciones sobre la prohibición del trabajo infantil. El siglo XX fue sin
duda el siglo del niño, al que se le asigna un nuevo estatus en la sociedad como perteneciente a un grupo específico.

Los derechos de los niños están plenamente estipulados en la Convención sobre los Derechos del Niño, elaborada durante
diez años con los aportes de representantes de diversas sociedades, culturas y religiones. Una convención referida a dicha mate-
ria era necesaria porque, aun cuando muchos países disponían de leyes que protegían a la infancia, algunos no las respetaban
y esto traía problemas como abandono, acceso desigual a la educación y pobreza. En tal contexto, los dirigentes mundiales
decidieron que los niños y niñas tenían que contar con una convención específica para ellos, porque los menores necesitan
de cuidado y protección que los adultos no requieren. El mundo tenía que reconocer que también los niños y las niñas tenían
derechos humanos (UNICEF, 2006).
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La Convención sobre los Derechos del Niño ha sido adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Re-
solución 44/25, de 20 de noviembre de 1989, y entró en vigor el 2 de setiembre de 1990. Hoy ha sido aceptada por casi todos
los países, a excepción de Estados Unidos y Somalia. El Perú la ratificó el 4 de setiembre de 1990. Es el tratado internacional en
materia de derechos humanos que ha tenido el mayor número de ratificaciones por parte de los países de la comunidad inter-
nacional.

Es además el primer instrumento internacional jurídicamente vinculante que incorpora toda la gama de derechos huma-
nos: civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Está compuesta por 54 artículos y dos protocolos facultativos. Desde su
aprobación se han producidos avances considerables en el cumplimiento de los derechos de la infancia, así como un reconoci-
miento mayor de la necesidad de establecer un entorno protector que defienda a los niños y niñas de la explotación, los malos
tratos y la violencia. Los progresos han sido desiguales y algunos países se encuentran más retrasados que otros en este sector
(UNICEF, 2006).

La Convención sobre los Derechos del Niño define el niño en el artículo 1 como «todo ser humano menor de dieciocho
años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad».

Entre los derechos que establece podemos mencionar los siguientes: el derecho a la supervivencia y al desarrollo pleno,
el derecho a la protección contra los malos tratos y la explotación, y el derecho a la plena participación en la vida familiar,
cultural y social. El derecho a la supervivencia y al desarrollo pleno incluye el derecho a recibir una alimentación adecuada, el
derecho a la vivienda, el derecho a la educación, el derecho a la atención primaria de la salud, y el derecho al tiempo libre y la
recreación; estos derechos exigen no solamente que existan los medios para lograr que se cumplan, sino también acceso a ellos.
Además, hay una serie de artículos específicos que se refieren a las necesidades de los niños y niñas refugiados, los niños y niñas
con discapacidad y los niños y niñas de los grupos minoritarios o indígenas. El derecho a la protección contra los malos tratos
incluye la protección contra todo tipo de malos tratos, abandono, explotación y crueldad, e incluso el derecho a una protección
especial en tiempos de guerra y a una protección contra los abusos del sistema de justicia criminal. El derecho a la participación
incluye el derecho a emitir sus propias opiniones y a que se les escuche, el derecho a la información y el derecho a la libertad de
asociación.

Este instrumento, como se establece en el preámbulo, recoge los principios que sustentan la Carta de las Naciones Unidas y
propone implementar un régimen de protección especial a la niñez, haciendo mención a varios instrumentos adoptados an-
teriormente en materia de derechos humanos de los niños y las niñas, tales como la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los
Derechos del Niño, la Declaración de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de
noviembre de 1959, y otros instrumentos internacionales en los que subyace el interés por el bienestar del niño, como los dos
pactos internacionales de 1966. Además, el preámbulo reafirma la necesidad de proporcionar a los niños cuidado y asistencia
especiales en razón de su vulnerabilidad; subraya la responsabilidad primordial de la familia por lo que respecta a la protección y
la asistencia; señala la necesidad de una protección jurídica del niño antes y después del nacimiento; destaca la importancia del
respeto de los valores culturales de la comunidad del niño; y menciona el papel crucial de la cooperación para que los derechos
del niño se hagan realidad (UNICEF, 2006, p. 8).

Merece especial mención el artículo 2.2 de la Convención sobre los Derechos del Niño en el que se establece la doctrina de aten-
ción integral y el principio de no discriminación: «Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para garantizar que
el niño se vea protegido contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades, las opiniones
expresadas o las creencias de sus padres, o sus tutores o de sus familiares». El artículo 2 amplía la protección contra la discrimina-
ción ya establecida en otros instrumentos, al prohibir expresamente no solo la discriminación basada en las características del in-
dividuo, sino también la discriminación contra un niño fundada en las características de sus padres o tutores (o’Donnell, 1997).

Además, merece especial mención el artículo 3.1, que establece el principio del interés superior del niño y el adolescente:
«En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribu-
nales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés
superior del niño». En otras palabras, cuando las autoridades o los adultos adopten decisiones que tengan que ver con los niños,
deberán hacer aquello que sea mejor para su desarrollo y bienestar. Corresponde al Estado asegurar una adecuada protección
y cuidado cuando los padres y madres, u otras personas responsables, no tienen capacidad para hacerlo. Este principio tiene su
origen en el derecho común, donde sirve para la solución de conflictos de interés entre un niño y otra persona, y es básicamente
un principio de naturaleza garantista. Esencialmente el concepto significa que, cuando se presentan conflictos de este orden,
como en el caso de la disolución de un matrimonio, por ejemplo, los intereses del niño priman sobre los de otras personas o
instituciones. El concepto de los intereses superiores del niño ya estaba presente en la Declaración sobre los Derechos del Niño
de 1959, el antecedente jurídico de la convención objeto de estudio. Este principio se puede considerar sin duda como un prin-
cipio básico de toda la Convención sobre los Derechos del Niño, el cual es fundamental para la interpretación de todo su texto.

Los Estados parte están obligados a estipular y llevar a cabo todas las medidas y políticas necesarias para proteger el interés
superior del niño. Entre las obligaciones más importantes es necesario mencionar las siguientes:
• Estipular y llevar a cabo todas las medidas y políticas necesarias para proteger el interés superior del niño.
• Respetar las responsabilidades y los derechos de los padres y madres, así como de los familiares, de impartir al niño
orientación apropiada a la evolución de sus capacidades.
• Garantizar la supervivencia y el desarrollo del niño.
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• Proteger y, si es necesario, restablecer la identidad del niño (nombre, nacionalidad y vínculos familiares).
• Velar para que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de estos, excepto cuando, a reserva de revisión
judicial, las autoridades determinen, de conformidad con la ley, que esta separación es necesaria.
• Adoptar las medidas necesarias para luchar contra los traslados ilícitos y la retención ilícita de niños en el extranjero,
ya sea por su madre o su padre, ya sea por una tercera persona.
• Tomar medidas de promoción de material de interés social y cultural para el niño a través de los medios de comunica-
ción y proteger al niño contra toda información y material perjudicial para su bienestar.
• Proteger a los niños de todas las formas de malos tratos perpetradas por padres, madres o cualquier otra persona res-
ponsable de su cuidado y establecer medidas preventivas y de tratamiento al respecto.
• Proteger de manera especial a los niños refugiados o que soliciten el estatuto de refugiado.
• Asegurar por lo menos la educación primaria gratuita y obligatoria.
• Proteger al niño contra el desempeño de cualquier trabajo nocivo para su salud, educación o desarrollo.
• Tomar las medidas necesarias para prevenir la venta, el tráfico y la trata de niños (Ver texto de la Convención sobre los
Derechos del niño, disponible en la web http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CRC.aspx).

La Convención sobre los Derechos del Niño establece en su artículo 43 el Comité sobre los Derechos del Niño, que es
el órgano de expertos independientes encargado de supervisar la aplicación de la dicha convención por los Estados parte. El
Comité está integrado por 18 miembros elegidos por los Estados parte, los cuales ejercen sus funciones a título personal. Este
órgano de control supervisa también la aplicación de los tres protocolos facultativos a la Convención sobre los Derechos del
niño. Todos los Estados parte tienen que presentar informes periódicos al Comité sobre la manera en que se garantizan y pro-
tegen los derechos establecido en dicha convención. Inicialmente, los Estados deben presentar un informe dos años después
de su adhesión a la Convención y luego cada cinco años. Además, el Comité puede requerir de manera extraordinaria que los
Estados presenten un informe cuando haya circunstancias que ameriten ser averiguadas e investigadas. El Comité examina
cada informe y expresa sus preocupaciones y recomendaciones al Estado parte en forma de «observaciones finales». Como ya
mencionamos, el Comité sobre los Derechos del Niño también examina los informes periódicos de aquellos Estados que han
ratificado los tres protocolos facultativos. El procedimiento de informe periódico es el único mecanismo de control establecido
por la Convención sobre los Derechos del Niño. Hasta el 2014, año de entrada en vigor del Protocolo Facultativo relativo a un
procedimiento de comunicaciones individuales, el Comité no podía examinar denuncias de los particulares en ningún caso.
Por lo tanto, para superar este obstáculo, las cuestiones relacionadas con los derechos del niño se podían presentar ante otros
comités con competencia para examinar las comunicaciones individuales.

Pasamos ahora a analizar los tres protocolos facultativos a la Convención sobre los Derechos del Niño.

2.1 El Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos de Niño relativo a la participación de los niños en los con-
flictos armados
El Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos de Niño relativo a la participación de los niños en los conflic-
tos armados ha sido aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de mayo de 2000 a través de la Resolución
54/263 y entró en vigor el 12 de febrero de 2002. El Perú lo ha ratificado el 8 de mayo de 2002.

Se calcula que en todo el mundo más de 300 mil niños y niñas participan en conflictos armados. A menudo se les reclu-
ta a la fuerza o se les secuestra para que se unan a grupos armados. Algunos tienen menos de diez años y muchos han sido
testigos de terribles actos de violencia, o han participado en ellos, en ocasiones contra sus propias familias o comunidades.
Este protocolo fortalece la protección jurídica de los niños y las niñas y contribuye a impedir su utilización en los conflictos
armados. Se aumenta a 18 la edad mínima para la participación directa en las hostilidades, en comparación con la establecida
en la Convención, que era 15 años. El tratado prohíbe que las fuerzas armadas gubernamentales recluten obligatoriamente a
cualquier persona menor de 18 años e insta a los Estados parte a aumentar la edad mínima para el reclutamiento voluntario
por encima de los 15 años. En el caso de un grupo armado no estatal, se prohíbe todo tipo de reclutamiento de menores de
18 años, voluntario u obligatorio.

El objetivo del protocolo es poner fin al reclutamiento y a la utilización de niños y niñas como soldados. Para lograr este
objetivo son fundamentales varios elementos: verificación y presentación de informes sobre el cumplimiento de dicho instru-
mento internacional por parte de los Estados, capacidad de liderazgo político, y enfoque en los derechos de los niños y las ni-
ñas no solo durante el conflicto, sino también una vez que este termine. En el momento en que los Estados lo ratifican, deben
preparar una declaración relacionada con la edad a la que las fuerzas armadas nacionales permiten el reclutamiento volunta-
rio, así como las medidas que tomarán para asegurarse que no se ejerza la fuerza o la coerción en este tipo de reclutamiento.
Este requisito es especialmente importante porque el protocolo facultativo no establece los 18 años como edad mínima para
el reclutamiento voluntario en las Fuerzas Armadas, sino solamente para la participación directa en un conflicto armado.

El Comité de los Derechos del Niño tiene también la función de monitorear y controlar la aplicación de este instrumento
jurídico; por lo tanto, después de dos años de la entrada en vigor del protocolo, todos los Estados parte tienen que remitir un
informe inicial al Comité y posteriormente tienen que presentar informes de seguimiento acerca de las medidas implementa-
das para prevenir y proteger las violaciones de los derechos establecidos en ese instrumento (UNICEF, 2004, p. 4).
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2.2 El Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos de Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil
y la utilización de niños en la pornografía

Para contribuir a eliminar los abusos y la explotación cada vez mayores de los niños y niñas en todo el mundo, la Asamblea
General de las Naciones Unidas aprobó en 2000 el Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo
a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía a través de la Resolución 54/263; el cual
entró en vigor el 18 de enero de 2002. El Perú lo ha ratificado el 8 de marzo de 2002. Hoy en día, más de 100 países han firmado
y ratificado este protocolo, el cual llama especialmente la atención hacia la criminalización de estas graves violaciones de los
derechos de la infancia y hace hincapié en la importancia que tiene fomentar una mayor concienciación pública y cooperación
internacional en las actividades para combatirlas.

La explotación sexual comercial de la infancia —como la venta de niños, la prostitución infantil, el turismo sexual infantil
y la pornografía infantil— se da en muchos lugares del mundo. Se calcula que alrededor de un millón de menores de edad (la
mayoría niñas, pero también un número considerable de niños) caen todos los años en las redes del multimillonario comercio
sexual, víctimas de la degradación y sometidos a un riesgo que amenaza sus vidas. El protocolo sirve de complemento a los artí-
culos 34 y 35 de la Convención sobre los Derechos del Niño, al exigir a los Estados una serie de requisitos precisos para poner
fin a la explotación y el abuso sexuales de la infancia. También protege a los niños y niñas de la venta con objetivos no sexuales,
como por ejemplo otras formas de trabajo forzado, adopciones ilegales o donación de órganos. Define también delitos como
venta de niños, prostitución infantil y pornografía infantil, y obliga a los gobiernos a criminalizar y castigar las actividades
relacionadas con esas actividades ilícitas. Exige castigos no solamente para quienes ofrecen o entregan niños y niñas para su
explotación sexual, transferencia de órganos, obtención de beneficios o trabajos forzados, sino también para todo aquel que
acepte a un niño o niña destinado a estas actividades.

El texto hace también hincapié en el valor de la cooperación internacional, que es importante para combatir estas activi-
dades que se realizan a menudo más allá de las fronteras nacionales. Las campañas de concienciación, de información y de
educación públicas contribuyen también a proteger a la infancia contra estas graves conculcaciones de sus derechos.

2.3 El Protocolo Facultativo relativo a un procedimiento de comunicaciones


Pasamos ahora a hablar del último protocolo facultativo a la Convención sobre los Derechos del Niño, o sea el protocolo
relativo a un procedimiento de comunicaciones, aprobado a través de la Resolución 66/138, de la Asamblea General de las
Naciones Unidas del 19 de diciembre de 2011, el cual entró en vigor el 14 de abril de 2014. El Perú lo ha ratificado el 6 de
enero de 2016. Este protocolo establece un mecanismo que permite la presentación ante el Comité de los Derechos del Niño
de comunicaciones individuales, o sea las presentadas por, o en nombre de, personas o grupos de personas sujetas a la juris-
dicción de un Estado parte del protocolo que aleguen ser víctimas de una violación de uno de los derechos incluidos en la
Convención sobre los Derechos del Niño y sus dos protocolos facultativos. Estas comunicaciones se declararan inadmisibles si
son anónimas, no se presentan por escrito, son incompatibles con las disposiciones de la referida convención y sus protocolos,
se refieran a una cuestión que ya hubiera sido examinada o esté siendo examinada por el Comité, no se hubieran agotados
todos los recursos internos, salvo que la tramitación de esos recursos se prolongue injustificadamente o que sea improbable
que con ellos se logre una reparación efectiva, sean manifiestamente infundadas o no sean suficientemente fundamentadas, se
refieran a hechos sucedidos antes de la entrada en vigor del protocolo para el Estado en cuestión y no se hubieran presentado
en el plazo de un año tras el agotamiento de los recursos internos, salvo en los casos en que el autor pueda demostrar que no
fue posible presentarla dentro del plazo establecido.

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