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La economía medieval fue caracterizada por un sistema feudal en el que el poder y la riqueza

estaban concentrados en las manos de los señores feudales y la Iglesia. Esta economía se
basaba en la agricultura como actividad principal y los campesinos trabajaban la tierra a
cambio de protección y un lugar para vivir.

La tierra era considerada el recurso más valioso y los señores feudales controlaban grandes
extensiones de territorio. La mayoría de la población era campesina y se dedicaba a la
agricultura de subsistencia, produciendo lo necesario para su propia supervivencia y para pagar
impuestos y rentas al señor feudal.

El comercio también existía en la economía medieval, pero era limitado y se realizaba


principalmente a nivel local. Las ciudades y los burgos comenzaron a surgir como centros
comerciales y artesanales, impulsando el desarrollo del comercio a pequeña escala.

La moneda existía, pero su uso era limitado y se basaba principalmente en el trueque y el


intercambio de bienes. Los mercados y las ferias eran lugares importantes donde los
comerciantes se reunían para intercambiar productos y establecer acuerdos comerciales.

La economía medieval también estaba fuertemente influenciada por el sistema gremial. Los
gremios eran asociaciones de artesanos que regulaban la producción y el comercio de sus
respectivas industrias. Estos gremios establecían estándares de calidad, fijaban precios y
protegían los intereses de sus miembros.

En resumen, la economía medieval se basaba en un sistema feudal en el que la agricultura era


la actividad principal. El comercio era limitado y se realizaba a nivel local, mientras que el uso
de la moneda era escaso. Los gremios desempeñaban un papel importante en la regulación de
la producción y el comercio. Esta economía estaba marcada por la desigualdad social y la
concentración de poder y riqueza en manos de los señores feudales y la Iglesia.

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