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La lógica antigua

Su creador es Aristóteles con el Organon, o conjunto de obras


lógicas: Categorías, que trata de los términos, De la interpretación, donde
estudia el enunciado, Analíticos primeros, donde estudia
el silogismo y Analíticos segundos, que trata de
la demostración, Tópicos y Elencos sofísticos, donde trata del silogismo
dialéctico y sofístico, respectivamente. Se afirma, no obstante,
que Parménides, los sofistas y el mismo Platón, pueden considerarse por lo
menos antecedentes y predecesores de algunas teorías lógicas. Aristóteles
es, en todo caso, el primero en desarrollar un sistema completo de lógica,
que se conoce con el nombre de silogística. Es ésta una lógica de
predicados basada en los términos y en la predicación, o manera como se
atribuye al sujeto el predicado, en la frase o proposición, cuya estructura se
indica con la expresión «S es P». Por ejemplo: «Si A se predica de todo B, y
B se predica de todo C, A se predica de todo C. A debe necesariamente
predicarse de todo C». (Aristóteles, Analítica primera, I, 1, cap. 4, Obras,
Aguilar p. 277. Ver texto.
El tratamiento de los silogismos es formal y Aristóteles recurre también al
uso de variables. Estudios de historia de la lógica han demostrado que el
sistema lógico aristotélico es consistente y decidible.
Su obra fue continuada y perfeccionada por Teofrasto de Eresos, segundo
director del Liceo, sobre todo en lo que respecta a la lógica modal y a la
lógica de enunciados o proposiciones, sólo implícitamente supuesta por
Aristóteles.
Quienes desarrollaron sistemáticamente la lógica de enunciados fueron, sin
embargo, los megáricos (entre 400 y 275 a.C.) y los estoicos (entre 300 y
200 a.C.). Con ellos aparece el recurso a diversas formas de
argumentación, y no a la sola implicación, y analizan el valor de
las conectivas como funciones veritativas.
A los megáricos, entre quienes destacan Diodoro Cronos y Filón de Megara,
se debe la formulación de las primeras paradojas lógicas, atribuidas
principalmente a Eubúlides (ver cita), el estudio de los enunciados modales
e intensas discusiones sobre el sentido del condicional. Diodoro sostiene
que un enunciado condicional es verdadero si y sólo si no puede
enunciarse, en ningún momento, como compuesto de
un antecedente verdadero y un consecuente falso. Mientras que Filón
sostiene que un enunciado condicional debe interpretarse verdadero en
todo caso, menos cuando el antecedente es verdadero y el consecuente
falso. Así, para el primero, «si es de noche, entonces es de día», nunca es
un enunciado verdadero, mientras que, para el segundo, este enunciado es
verdadero dicho durante el día. A esta interpretación filoniana del
condicional se le ha llamado modernamente implicación material, según la
cual «Si P, entonces Q» equivale a «O no P o Q».
Entre los estoicos, Crisipo de Soli, llamado segundo fundador de la Estoa,
destaca como uno de los principales lógicos griegos. La lógica estoica es
una lógica de enunciados ya en desarrollo, basada en el principio de
bivalencia (a ellos se debe la definición de enunciado - que
llaman axioma- como lo que puede ser verdadero o falso), que recurre a
la negación, conjunción, disyunción (exclusiva, y quizá la inclusiva) y
el condicional filoniano, como conectivas definidas a modo de funciones
veritativas; con ellas construían los principios lógicos (ver cita). Las
discusiones sobre el condicional, unidas a las de los megáricos, fueron
tantas y tan intensas que Calímaco (s. II a.C.) afirmaba que «hasta los
cuervos graznan por los tejados acerca de este problema».
El famoso médico Galeno (entre los años 129 y 199 d.C.), que escribe
una Introducción a la dialéctica, así como comentarios a la lógica de
Aristóteles, Teofrasto y los estoicos, mezcla la lógica aristotélica con la
estoica. Se le atribuye, asimismo, la introducción de la cuarta figura del
silogismo (algunos la atribuyen al filósofo judío Albalag, del s. XIII). Tras el
período estoico, durante la época de los «comentadores», iniciada por la
labor recopiladora de Andrónico de Rodas, florecen comentarios sobre las
obras lógicas de Aristóteles. Así, Alejandro de Afrodisia (s. III), Porfirio (s.
III), Simplicio (s. VI) y Filopón (s. VI). Entre los romanos del mismo período,
especial relevancia tiene Boecio, a través del cual penetran, por primera
vez, en el occidente latino algunas de las obras lógicas de Aristóteles:
traduce Categorías y De la interpretación, sobre las que también redacta
comentarios; escribe Sobre el silogismo categórico y Sobre el silogismo
hipotético, y comenta además la Eisagogé, del
neoplatónico Porfirio y Topica,de Cicerón. De los comentarios de Boecio a
la Eisagogé, procede en buena medida el llamado problema de los
universales, de tanta importancia filosófica especialmente durante la Edad
Media.

La lógica medieval, -entendiendo por tal la que se desarrolla en el occidente


cristiano durante la Edad Media, del s. XI al XV-, es heredera de la lógica
griega y, en especial, de la silogística aristotélica. A.N. Prior destaca cuatro
aportaciones nuevas y fundamentales de la Escolástica: (1) una teoría
general de la referencia (suppositio terminorum), (2) una teoría general de la
implicación (consequentia), (3) un desarrollo de la lógica de las modalidades,
y (4) el tratamiento de paradojas y problemas lógicos del lenguaje (ver cita).
El primer tratado medieval de lógica es la Dialéctica, de Alcuino, obra escrita
en forma de diálogo para ser utilizada en el trivium, base de la enseñanza
elemental medieval, que Alcuino restaura a iniciativa del emperador
Carlomagno. Durante un largo período de tiempo, la lógica queda relegada
a estas nociones elementales de las artes liberales. La aparición de los
«dialécticos» del s. XI y las primeras discusiones sobre la naturaleza de
los universales renuevan el interés por la lógica y su relación con la
gramática. El primer lógico medieval importante es Pedro Abelardo. Sus
obras de mayor interés son la Dialéctica, en la que reelabora la herencia
lógica dejada por Boecio, y Sic et Non, en la que introduce uno de los
procedimientos más característicos del estudio de las cuestiones en
la Escolástica.

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