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Fichte

Johann Gottlieb Fichte fue un destacado filósofo alemán del siglo XVIII y principios del XIX.
Nació el 19 de mayo de 1762 en Rammenau, Sajonia, en una familia campesina. Aunque su
origen humilde no le proporcionó grandes oportunidades iniciales, Fichte demostró una pasión
por el aprendizaje y una capacidad intelectual notable desde una edad temprana. Estas
cualidades lo llevaron a destacarse en sus estudios y finalmente lo llevaron a convertirse en
una figura prominente en el mundo académico y filosófico de su tiempo.

Después de recibir una educación básica en su ciudad natal, Fichte ingresó en la Universidad
de Jena en 1780 para estudiar teología. Sin embargo, su enfoque se inclinó rápidamente hacia
la filosofía, influido por los escritos de Immanuel Kant. Fue en Jena donde Fichte entró en
contacto con el movimiento filosófico conocido como el idealismo alemán, que se convertiría
en una de las corrientes filosóficas más influyentes de la época.

En 1790, Fichte publicó su obra más importante y controvertida, Fundamentos de la doctrina


de la ciencia, que se considera el manifiesto del idealismo trascendental. En esta obra, Fichte
propuso una nueva forma de entender la relación entre el sujeto y el objeto, argumentando
que la conciencia y la actividad del sujeto son fundamentales para la construcción de la
realidad. Su enfoque revolucionario tuvo un impacto significativo en la filosofía alemana y
estableció su reputación como un filósofo innovador y audaz.

En los años siguientes, Fichte ocupó varias posiciones académicas en diferentes universidades
alemanas, lo que le permitió desarrollar aún más sus ideas y difundirlas entre un público más
amplio. Durante su tiempo en Jena, entabló una amistad cercana con el poeta Friedrich Schiller
y colaboró con él en una revista literaria.

En 1799, Fichte fue nombrado profesor de filosofía en la Universidad de Berlín, donde alcanzó
la cima de su carrera académica. Durante su tiempo en Berlín, sus conferencias atrajeron a una
amplia audiencia y se convirtieron en un importante punto de encuentro intelectual. Sus
enseñanzas y escritos posteriores abordaron temas como la ética, la política y la religión, y
ejercieron una influencia significativa en el pensamiento político de la época.

Fichte también fue conocido por su compromiso con la idea de la educación pública y la
formación de una sociedad basada en la igualdad y la libertad. En sus escritos políticos, abogó
por la participación activa de los individuos en la construcción de una comunidad justa y
solidaria.

Sin embargo, la carrera de Fichte no estuvo exenta de controversia. Sus posturas defensoras
del estado-nación alemán le valieron críticas, especialmente durante la ocupación napoleónica
de Prusia. Aunque su filosofía se centraba en la libertad individual y la autonomía, sus ideas
fueron tergiversadas por algunos sectores políticos.

Los discípulos que tuvo Kant fueron muy tardíos, dado que su producción filosófica también lo
fue (entre los 51 y los 80). Entre estos hay dos clases de discípulos: los olvidados discípulos que
tan solo reprodujeron su filosofía, y los filósofos como Fichte o Reinhold, que si bien partieron
de la obra de Kant se arriesgaron a desarrollar aspectos de su obra que estaban escuetamente
expuestos y a mostrar las contradicciones que en la teoría kantiana hay, incluso arriesgándose
a proponer soluciones o digresiones con respecto a la filosofía kantiana.

Kant, siendo considerado un autor sistemático, con una forma completamente analítica de
proceder, no llego como tal a componer un sistema en sí. Quienes compusieron sistemas
fueron sus discípulos. Kant tiene una capacidad analítica encomiable, pero no fue capaz de
sintetizar sus análisis nada más que en esbozos. Lo que sus discípulos hacen es, en gran
medida, sistematizar estos esbozos, y así dar un sentido sistemático a Kant.

Fichte dice de Kant que: “Kant es como un viejo que durante una larga vida acumula una serie
de tesoros muy valiosos pero los tiene todos desparramados en una cueva, sin saber
realmente casi ni lo que tiene”. Fichte considera que Kant alcanza resultados plenamente
novedosos en muy amplios campos. Pero, su problema, fueron las premisas en que se intentó
apoyar: son demasiado oscuras y contradictorias.

La obra de estos discípulos no es tanto la analítica sino la sintética. Fichte es un genio de la


síntesis, el suyo es el primer sistema, per se, del idealismo alemán y alcanza este sistema
necesitando deshacerse de la cosa en sí kantiana. En Kant hay dos ideas que no encajan entre
sí: la cosa en sí y el yo trascendental. Esto se debe a que Kant supone, en su teoría del
conocimiento, que las sensaciones vienen de fuera, teniendo que haber una cosa en sí que sea
causa de estas mismas. Esta aquí utilizando la idea de causalidad para relacionar cosas que, el
mismo Kant dice en otros casos, que no se pueden relacionar: algo fenoménico con algo
neuménico.

La causalidad generalmente analizada, se da entre fenómenos, sin embargo, en este caso Kant
está haciendo el mismo uso indebido de la causalidad que en su momento achacó a las
demostraciones de la existencia de dios y la idea de que debe existir necesariamente una
causa final (Dios) que provoque de algún modo al resto, por relacionar causalmente un
fenómeno, el mundo, con un noúmeno, Dios.

Pues bien, esta crítica se la aplica Fichte al propio Kant ¿Cuál es su solución? Fichte señala que
en la crítica de la razón pura hay dos pilares: la cosa en sí y el yo trascendental. Y para Fichte,
hay que elegir tan solo uno. Si se elige como fundamento la cosa en sí, la filosofía kantiana
devendría en una suerte de espinosismo. Si por el contrario, se escoge el yo y se deduce de ahí
todo, aparece una filosofía nueva, la que Fichte se propone desarrollar.

Fichte, Schelling y Hegel, son los primeros que realmente estudian a Espinosa, sobre todo su
Ética. En aquel entonces no se leía a Espinosa, se le trataba, como decía Lessing, como un
perro abandonado. Personas como Kant, solo habían oído de el por refutaciones. Así fue que,
cuando estalló cierta polémica al rededor del supuesto espinosismo de Lessing, que confiesa a
Jacobé; Kant declara que no se ve con la capacidad de opinar puesto que nunca había leído a
Espinosa, solo lo conocida por las refutaciones de Wolf, decía Kant al respecto: “Bastante hice
yo con dedicarme diez años a componer la crítica de la razón pura”.

La idea cartesiana de sistema, de la cual la Ética de Espinosa sería un modelo, es lo que influye
en Fichte para fortalecer su idea de sistema y para darse cuenta de las carencias de Kant. Es en
este sentido en el que Fichte entiende su idea de sistema. Para componer esta idea con Kant,
hará lo siguiente: tomará a Espinosa como modelo de sistema y, a partir de ello, compondrá un
sistema que cuya base sea el yo trascendental, eliminando la cosa en sí.

Sin embargo para Fichte, a pesar de Espinosa ser el modelo de sistema a seguir, no lo es en
tanto que filosofía. Porque Espinosa parte de una intuición o principio, que es Dios o la
naturaleza, y para Fichte ese filosofar es dogmático, Fichte concuerda con lo que Kant dice: no
podemos tener idea de un dios sustancial por ser noúmeno. Por ello lo que Espinosa hace,
para Fichte, es una metafísica pre-kantiana, lo que para cualquier discípulo de Kant o seguidor
de su teoría, elimina toda posibilidad de realidad de la misma.

Esto está relacionado con una noción novedosa que Fichte tiene de la filosofía: “La filosofía de
cada uno depende del tipo de persona que seas”. No hay demostración posible que ubique
objetivamente un sistema sobre otro, es una elección práctica. Decía también que “la filosofía
no es un traje que te puedas quitar y poner”, va en consonancia con cómo cada uno sea y no
se puede estar constantemente cambiando. Por ejemplo, una persona de ideología más
conservadora elegirá un sistema dogmático, mientras que alguien que crea en las posibilidades
de la libertad humana, se dejará llevar por la filosofía idealista.

La filosofía de su época era en su mayoría escolástica, por lo que todos los idealistas alemanes
se dedicaban a dar clases particulares o como mucho conseguían alcanzar el puesto de
“profesor adjunto”. Fichte, cuando fue despedido como profesor en Polonia, fue andando
hasta Keninsberg a ver a Kant. Allí le declaró su total admiración y, aunque Kant no pudo
ofrecerle un puesto, le solicito un texto para que se lo publicaran. El editor lo público de forma
anónima, se creyó que era un escrito de Kant, pero él mismo lo desmintió dando crédito a
Fichte y ahí es cuando comienza su fama.

Entre 1794 y 1799 es el periodo más famoso de Fichte, donde escribe su más importante obra:
Fundamentos de la doctrina de la ciencia. El problema de esta obra es que Fichte pretende
establecer un sistema, darle la forma de un sistema coherente a los hallazgos kantianos, pero,
cuando uno se va a adentrar en la obra de Fichte se ve que cada curso va reescribiendo en
cierto sentido esta composición. Si bien en 1798 es cuando publica definitivamente
"Fundamentos de la doctrina de la ciencia",

Fichte consideraba que había que cambiar la idea griega de filosofía como “amor al saber”, por
una idea de “teoría del saber”, en el sentido kantiano. El concepto filosófico no es ya a partir
de Kant un amor al saber, sino que es un saber propiamente dicho. De esto ese extrae el
comentario de Hegel de que la filosofía no puede ser un saber con pretensiones de alcance
popular, sino que debe pretender ser un saber para que haya estudiado la filosofía con
profundidad, un saber de intelectuales.

A Fichte le sucedió que su fama lo alcanzó muy pronto, con su teoría aún sin completar. Esto
supuso lo que posteriormente señala Hegel, que Fichte tuvo que desarrollar su filosofía
delante de las cámaras, cosa que a Schelling también le pasó. Schelling sustituyó a Fichte en la
universidad de Jena, impulsado por Fichte y por Guete. Por eso sus obras son en cierta medida
caóticas.
A Fichte se le hubo acusado de casi plagiar a Kant, sin embargo, esto no es algo que el mismo
desmintiera. Fichte señalaba que no contaba con una filosofía diferente a la del propio Kant, lo
que sucede es que, en su pretensión de llevar a cabo una correcta estructuración y
sistematización de la teoría kantiana, dio lugar a planteamientos novedosos e ideas que
difieren del propio Kant.

Al exponer Fichte todo su pensamiento, digamos, sobre la marcha, ocurre que hoy no tenemos
una obra que exponga de forma completa y cerrada de Fichte, ni tampoco de Schelling, la fama
desde su etapa juvenil les requiere estar constantemente realizando publicaciones y
desarrollando su sistema sobre la marcha, no hay un escrito que lo recoja todo.

Partiendo de ideas que venían ya de Reinhold, quien había introducido la conciencia como
principio: el principio de la conciencia. Reinhold creía que en Kant había un principio, que se
captaba de la experiencia, en la conciencia y a partir del cual reorganizar a Kant. Fichte se
inspira en este principio de la conciencia, que debe captarse por intuición, pero Fichte se da
cuenta de que este no es un principio empírico, lo expresa de la siguiente forma:

Les decía miren a la pared (considerando ese mirar como el acto más simple de percepción),
¿Qué percibimos al mirar? Hay un sujeto, un yo, que percibe la pared ¿Y qué es la pared?
(Fichte ahí pausa para dar su respuesta, porque en términos de Kant la pared es la cosa en sí,
pero esta no podría ser percibida, no sabemos propiamente lo que es) la pared ha de definirse
como un algo que no es el yo: el famoso no-yo.

Realizado esto decía a los alumnos: ahora recuerden la pared, pues el acto psicológico de
recordar aparece un yo que recuerda al yo que miraba la pared, que hay que analizar, porque
es diferente al yo perceptivo, el primero. Yo puedo percibir la pared y objetivarla, pero cuando
surge el yo que recuerda, esta a su vez percibiendo al yo perceptivo. Fichte dice que lo que
ocurre en este acto es que el yo para captarse tiene que representarse, y esta acción es
inobjetable. El yo cuando capta al objeto lo representa, pero cuando se capta a si mismo si no
es por el ejercicio de la reflexión, y no me percibiré como un objeto si no como alguien que
está haciendo una acción, la de reflexionar.

La agencia de este yo no es objetual, este yo solo se puede pensar como una acción. De aquí
extrae Fichte que el yo no es un hecho sino que se trata de una acción. Este yo que aparece en
este análisis, que es la condición de posibilidad de la percepción, es una acción. Tathandlug, es
como llama a la esencia de la conciencia, que es este yo como acción. Este principio absoluto,
el yo trascendental kantiano, es el que explica y da realidad a la conciencia.

Fichte se ciñe a lo que dice Kant cuando establece que una filosofía analítica no puede explicar
cómo son las cosas en sí, pero si debe explicar cómo son las cosas para nosotros. El mundo en
si es pura metafísica, la tarea filosófica a partir de Kant es más modesta pero más realizable,
explicar no el mundo en sí, sino el mundo fenoménico, nuestro mundo, por así decirlo.

Lo que Fichte dice es que para explicar eso se ha de partir del yo trascendental, cuya esencia es
la acción. No es sustancia el yo, como creía descartes, o un hecho como señalaba Reinhold. El
principio que explica las representaciones de la consciencia es la acción. Para ser consciente
yo tengo que reflexionar. Y esto se capta por intuición, el no ser un objeto, el ser tathandlug,
es algo comprendido intuitivamente.

Pero no es una intuición de tipo empírico, es una intuición intelectual. Este concepto es nuevo,
aparece en Fichte, y refiere a la captación de una acción, por lo que es diferente de la intuición
empírica, que capta hechos. Esto choca con Kant, quien solo concibe la intuición empírica, no
deja espacio en su teoría a la intelectual pues no la concibe. Para Kant si esta intelección
intelectual existe, no será propia de los humanos.

Fichte dice que si vamos al espíritu de la obra de Kant, aunque niegue esta intuición
intelectual, si deja ver que propone una suerte de intuición intelectual. Por ejemplo, en la
crítica de la razón práctica cuando dice que todos llevamos en nuestros adentros la idea de
bien, lo acepte o no, ese conocimiento debería corresponder a la intuición intelectual
propuesta por Fichte.

Es yo trascendental el que es la condición de posibilidad del yo perceptivo: el yo pone al yo. El


fundamento del yo perceptivo es el yo activo o trascendental. Este es el primer principio, y se
capta por intuición intelectual. De aquí se ha de deducir toda la obra de Kant. Una vez que se
obtiene este yo, debe haber un no-yo, la acción del yo debe presuponer algo que se le oponga.
Una acción siempre está en relación con una reacción. Esto lo lleva a la ética, la naturaleza esta
ahí como algo que nos opone una resistencia que debemos vencer para que haya un desarrollo
moral del yo. Esta es la segunda proposición, el yo necesita al no-yo, la naturaleza, que se le
oponga, para existir como acción.

Los que defienden que Fichte es monista, señalan que este segundo principio se define en su
totalidad del primero. Pero ya el propio Fichte señala que deviene de este principio un
problema, el yo siempre supone un no-yo. Aquí resucita a Heráclito, porque era el primero en
decir eso de “no existe el día sin la noche”, esa necesidad de oposición. Fichte incluye esto en
la idea del yo/no-yo, se introduce aquí la concepción dialéctica de la realidad que se tiene en la
actualidad.

Este no-yo, parece en un primer momento la cosa en si kantiana, pero Fichte dirá que no es
posible desde el punto de vista teórico considerar la existencia de la realidad en sí. Por tanto,
se libra de la necesidad de la cosa en sí, dejando como auténtica realidad el mundo de los
fenómenos. Solo tiene sentido tener en cuenta esta realidad desde el punto de vista práctico.

La oposición del no-yo es algo que Fichte necesita analizar. Este no-yo es infinito, podría
considerarse que el yo es infinito, o por lo menos tan finito como la humanidad lo sea, pero
para Fichte es problemático plantear la oposición en este sentido. Si este enfrentamiento es
infinito no habría forma de obtener nada positivo, pues serían dos infinitos que se “repelen”.
Por ello Fichte introduce aquí un postulado de limitación.

Solo introduciendo este postulado podemos obtener un tercer principio: el yo se opone al no-
yo, pero, en su finitud y esta finitud del no yo solo se puede dar dentro de la conciencia. La
oposición que el yo hace al no-yo solo se da en parte, pues el yo, que es finito, se debe
enfrentar al no-yo reducido también a algo finito, y solo es posible que esta oposicion se de
dentro de la conciencia.
Esta deducción critica Hegel que no es correcta. Para este la incorrección de esta deducción
viene de la necesidad del postulado, que para Hegel eso elimina toda posibilidad de deducción
del postulado dos al tres. Pero esto solo sucede si se toma a Fichte como un monista. Pero
Fichte en realidad no es monista, parte de tres principios independientes que forman un
sistema de principios. De este tercer principio se deducen todas las representaciones que
tenemos, tanto las que denomina necesarias, como las que llama libres.

Si este tercer principio lo tomamos planteando que el no-yo activo y el yo pasivo, tendríamos
la explicación de las representaciones necesarias, que yo no puedo evitar oír dado que vienen
del exterior, como por ejemplo un disparo. Mientras que las libres se deducirían de este tercer
principio, pero exponiendo al yo como activo y al no-yo como pasivo.

Estas representaciones libres se dan cuando, por ejemplo, junto dos ideas que existen creando
una idea nueva como la idea de centauro. O también cuando me imagino que paseo por las
calles de Londres como dice Fichte. Pero dentro de estas representaciones no solo se
encuentran las imaginaciones, se encuentran también las representaciones morales, pues yo
no tengo la necesidad de realizarlas.

A partir de este principio Fichte explica que la crítica de la razón pura entra dentro de las
representaciones necesarias, dice Fichte que aquí Kant ya le ahorró todo el trabajo, digamos
que nos remitiríamos a esta obra para comprender el desglose de las representaciones
necesarias, dado que, al estar de acuerdo con Kant en este sentido, no tiene sentido repetirse.
Y la ética de Kant explicaría las representaciones libres.

Es decir, con esto Fichte reordena y sistematiza la teoría kantiana. Le da un sentido unido y
cerrado. El primer principio sería un principio de los términos, en el define la consciencia no
como un objeto sino como acción. El segundo seria el principio operatorio, porque al yo
supone un no-yo, sin ese no-yo, no habría acción. Y el tercero seria el principio de las
relaciones, porque en el establece la idea de que solo dentro del yo puede haber un no-yo
finito con el que relacionarse, postulado del que sale toda relación cognoscible con la
“realidad”.

Fichte se da cuenta de que en esta tercer principio lo que está expresando son las categorías
de Kant. Fichte se propone dar una explicación genética, como Piaget hace desde un punto de
vista psicológico con su psicología del desarrollo, de como surgen las categorías, en eso se
distingue de Kant. Fichte realiza esta explicación genética pero de forma puramente
especulativa.

Así mismo, estos tres principios pueden relacionarse, así lo expone Fichte, con principios de la
lógica: el primero con el principio de identidad, el segundo con el de no contradicción y el
tercer con el de razón suficiente. Lo que no quiere decir que los tres principios fíchatenos se
puedan reducir a los principios de la lógica, cosa que si señala Bertrand Russell. Russell
defendía el logicismo, los principios de la matemática se fundan en la lógica. Fichte dice todo lo
contrario, los principios de la lógica deben fundarse en estos tres principios de la teoría del
conocimiento, igual que Piaget lo dirá con respecto a la psicología, por ahondar en esta
ontología genética.
Por otra parte, en relación a ese modelo de sistema que Fichte toma de Descartes o de
Espinosa, la deducción que hace Fichte no es “more geométrica”, no es una deducción
matemática o geométrica, Fichte es el primero en exponer este sistema dialéctico, aunque la
dialéctica la introdujese ya Kant. La deducción de estos principios es dialéctica.

Fichte sigue esta exposición que Kant realiza con su dialéctica, dividiéndola en tesis, antítesis y
síntesis. Pero, no aclara esta división, aun así, esta es perceptible: el principio de los términos;
sería la tesis; el principio operatorio, la antítesis; y la síntesis que elimina la contradicción entre
estos dos principios es el principio de las relaciones. Sin embargo, hay una distinción en el uso
que hace Kant de la dialéctica y el de Fichte: Fichte utiliza esta dialéctica como eje vertebrador
de su sistema, patente ya en sus principios.

Fichte matiza de Kant que no se puede admitir la cosa en sí, si se parte del yo trascendental
hay que componer todo desde el yo. Dice a Kant que si supones la existencia de esa cosa en sí,
estas suponiendo una causa externa de las sensaciones que es neuménica, no fenoménica, por
lo que está cayendo en sus propias críticas, como ya se comentó. Para Fichte es propio de la
conciencia común esa creencia de que existe un mundo exterior del que vienen las
sensaciones.

Si pretendemos alcanzar a ponernos en el nivel del hombre sabio, del filósofo, tendremos que
explicar cómo se produce el conocimiento externo partiendo del yo y no suponiendo la cosa en
sí. Aquí introduce Fichte su siguiente tesis: la cosa en si es un producto de la propia conciencia,
de la imaginación.

Fichte se apoya en la caracterización que Kant hizo en la crítica de la razón pura de la


imaginación como una capacidad situada entre la sensibilidad y el entendimiento. En este
sentido Fichte dirá que desde la conciencia filosófica, la relación entre las sensaciones y la
conciencia solo se puede dar a través de la imaginación.

Para explicar las sensaciones necesarias, donde el yo es pasivo y el no-yo activo, Fichte dice
que desde la consciencia imaginamos que estas son externas, lo suponemos. Debido al choque
que nos produce la realidad, porque si nosotros suponemos que esta realidad existe es por
instinto, creamos la idea de que existe una realidad general que sostiene estas sensaciones.

Esta cosa general que es la realidad imaginaria, se comienza a concretizar en objetos


particulares, y para Fichte es nuestra imaginación la que materializa estos conocimientos. Esto
se entiende con Piaget quien señala que cuando un niño nace solo percibe sensaciones, no
comprende los objetos de forma concreta, los va concretizando con el tiempo, pero en su
comienzo son pura sensación. Lo que Fichte propone es que es la imaginación la que compone
estos objetos que ordenan la realidad supuesta. Y para que estos objetos se guíen por cierta
lógica, el yo trascendental imagina una realidad que les da sentido.

La idea de tiempo la construye al experimentar la resistencia del mundo externo y la sucesión


de eventos, el yo se vuelve consciente de su temporalidad. El tiempo surge como una
necesidad subjetiva para el yo, que busca organizar sus experiencias y darles sentido. Así, el yo
se percibe a sí mismo como un ser en el tiempo, capaz de trascender su existencia y buscar la
plenitud en la idea de infinito.
Una vez compuesta esta realidad el yo es capaz de realizar juicios, que se construyen tal como
lo explico Kant en su crítica de la razón pura. Kant dice que cuando pasamos al nivel de la razón
se empiezan a trazar las ideas, y cuando se han trazado estas ideas que no se pueden tomar
como entidades solo de forma práctica como productos de la razón. Fichte, amplia esto y
señala que las ideas tienen únicamente un sentido pragmático.

Vuelve aquí al tercer principio y le da la vuelta para explicar el conocimiento práctico. Si el yo


es activo y el no-yo una mera resistencia, esa resistencia no surge del conocimiento puramente
teórico, sino que surge como algo que me resiste por un sentimiento u emoción, por una
angustia o miedo. Hay que suponer el yo activo tratando de resolver esta resistencia,
enfrentándose a ella.

Fichte no separa la moral de los instintos, pues tendría que separarla de su forma de plantear
como se compone la realidad. Para Fichte este dualismo que hay en Kant, que separa los
instintos de la moral, puede ser heredado del protestantismo. Fichte dice que hay una
continuidad, las ideas morales genéticamente se derivan de los instintos, afirmación que es
importantísima e incluso la etología estudia a día de hoy. La ética de Fichte es una pretensión
de crear una ética como una extensión desarrollada a partir de los principios de forma
dialéctica. ´

La idea de Fichte es que una vez se tiene el sistema se deben desarrollar todas las ramas
filosóficas a partir del mismo. El desarrollo las ramas de la ética, la política y la filosofía del
derecho, y deja en manos de Schelling la filosofía natural y la filosofía del arte.

Fichte comienza desarrollando la ética partiendo de Kant, pese a pretender construir


genéticamente la ética sin hacer uso del dualismo kantiano. Fichte es más partidario de ver un
único impulso originario del que surgen los instintos, los cuales se elevan hasta alcanzar la
ética. Fichte dice que cuando los impulsos se llevan a un estado limite en que el individuo se
esfuerza por el esforzarse mismo, se alcanza la moral, el bien por sí mismo, habiendo así una
continuidad. Se incluye en la ética esa idea de desinterés, del bien por el bien, lo que la
diferencia de los impulsos.

Fichte considera que el cuerpo no es algo nefasto para la ética, Fichte cree que el cuerpo es
instrumental, es u instrumento para el desarrollo de la moral. Fichte dice que mutilarse es un
acto inmoral, por ejemplo, y es por este sentido del cuerpo como instrumento de la moral.
Tiene un poco esa idea Platónica de preocuparse por la correcta conservación del cuerpo,
aunque en su caso con intenciones morales.

Fichte introduce el fundamental concepto de intersubjetividad. A este respecto expone que la


ética incluye la intersubjetividad, no se puede entender el yo sin el alter ego, otro yo, sin el no-
yo al que se opone. Y en relación a esta idea de alter ego, de otro yo que no soy yo si no que se
trata de otro individuo de mi misma especie, introduce el concepto del que luego hará uso
Hegel: el reconocimiento.

El reconocimiento es la forma que tenemos de conocer a un alter ego, otro yo que no es yo


pero se parece a mí ser. Fichte considera que no existe el hombre sin el resto de hombres. Y lo
expresa de forma dialéctica, este reconocimiento es complejo de hacer, se reconoce por el
cuerpo pero no únicamente, pues esto no basta. Fichte dice que es necesario introducir un
orden moral del mundo, y yo reconozco al resto de yoes si colaboran en el desarrollo moral del
mundo, por lo que alguien que va en contra de este desarrollo moral no será alter ego.

Fichte introduce un ordo ordinans, que remite a Dios y del que se deduce este desarrollo moral
del mundo. Fichte desarrolla un dios interpretando idea Kantiana de dios, pero modifica de
esta que para Fichte dios es el orden moral del mundo, este ordo ordinans, que se desarrolla a
través de los alter egos. Lo que, a mi parecer, quizá se acerque más a la idea de Malebranche
de Dios, cambiando por la moral a las matemáticas.

Fichte se da cuenta de que aunque la etica parcialmente individual, es necesario que para que
se produzca una idea moral correcta, es necesaria la ayuda del estado. Fichte asume el
liberalismo de Espinosa, defiende la idea de estado nación, y asume esa idea de que el hombre
solamente es libre en el estado.

Fichte difiere de Kant en la pena de muerte, Fichte cree que las penas deben estar dirigidas a la
rehabilitación de los ciudadanos. Fichte admite esta pena de muerte como caso limite, en
aquellos casos en los que los individuos casi ni son individuos, sino que se podrían ya
considerar alimañas. Fichte considera que se debe hacer una filosofía de la historia en relación
al estado. Se debe comprender el surgimiento del estado. Fichte desarrolla la idea de una
filosofía de la historia dividida en cinco fases.

La historia empieza en un estadio primitivo, donde empieza el hombre a separarse de los


animales. En la segunda fase el instinto se transforma en una autoridad exteriormente
imperativa. En la tercera, se destruye el dominio de esta autoridad y su razón. La cuarta seria
aquella en que la razón y sus leyes se conciben con clara conciencia, parece la idea de un
estado racional tras la revolución francesa. Por ultimo estaría la fase que con acabado arte
ordena y regula las relaciones de la especie según las leyes de la razón, donde se cumpliría el
reino de los fines. En esta quinta edad, supuestamente, desaparecería el estado, idea que
después pasa a Marx.

La cuarta edad es para Fichte en la que el estado se vuelve más justo. Fichte se da cuenta de
que el liberalismo económico lleva a continuas crisis que empobrecen a gran parte de la
población. Y propone una reforma del estado en el estado comercial cerrado, dirigido al
ministro de economía prusiano, pues ve la crisis en que desembocara Prusia tras las guerras
napoleónicas.

Es interesante que proponga una intervención del estado en la economía, una especie de
preludio del socialismo. Fichte propone el control de las mercancías y el comercio, pudiendo
proteger a ciertas industrias dentro de este estado, lo que sería el intervencionismo
económico. También considera que el estado debe estatalizar la enseñanza. Es decir propone
un intervencionismo a nivel profundo.

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