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COLO E( COCCOCOES OOO OO AL OOOO OOOO CEES COLECCION HISTORIA Y CULTURA Dirigida por Luts Alberta Romero ADOLFO PRIETO Los viajeros ingleses y la emergencia de la literatura argentina, ~—~1820-1850—— 5/ 2M Geop . EDITORIAL SUDAMERICANA ‘BUENOS AIRES MEOPE 124 Los mnienos INCLESES ¥ LA EXERCENCIA DE LA UTERATUTA ARGENT rt et, deta eb ogc Ee A ape eta ct iA nts ea ppt pee corsa es a a eee pe i i on aay ge a be amen a eet ae Ercan in E'site B esta aha naan ates foes Capes wh es San eae 2- Esteban Echeverria afios. Una y otra eireunstancia lo privaron, al surgimtento y a la difusin inie ‘ses, Tesponsabie de la Fe Te isms. y éotas no van mas alla de indlear las maesnes 2i05 lentos progresos del viae.1'Y las cartas excrias Geese iiGe tesideneia en Paris, al menos las que puicron seen € Identificarse, después de registrar la fetal reocupacién por GeSera ate la Argentina y Brasil, no senalin sing onsets SE ty interés originario por los asuntos floscfices, waite de panne OS rusts y literarios. en la varlante privileged, Syaat® Poetas toménticos como Lamartine, Huge, Sekiccs syron.t (Al Sescubrimicnto de Byron, precisamente, y a Ia visién Pincus £0, Bfeside los cantos de Cle Harold's Mgrimag oe elms decrae, US Prtmeros ensayos Iterarios de Benenesa's ido rescatar, finalmente, después de cinco avcl seatranscurrida, Ia experiencia Inaugural de oo Genego es So arpeserito durante el viaje de regreso, 0 poco despre “at Impresiona es anes Altes en 1830, ef Pereaitigje de’ Goals eins. como el borradr en prosa de ui poche vnsb ene conseerie, POF fos uses retérleos ¥ los gester exter eins Sonsagradios en el poema de Byron. Em el iagmento quis eats 126 10s viasenos OLESES YLA EMENGENCIA DE tA LITERATURA ARGENT, redactar, y que dejé entre sus papeles inédites, Echeverria, como Byron, no disimula su abierta identificacién con un destg- Sade yo postico, y asi el “Gualpo” de su proyecto serd un joven. Ergentine pedir en Ja escetura del poema. Tan cerca come para cuestionar. Es cierto. puede penearse, que con esta recurrencia a Is ita iteracia prestigiosn Echeveria buseaba 7 de su pocma al dominio estricto de la itera puede ‘pensarse que con ia de sas eltas, y con la ostento ce } See cnuncizdos y los enunclados del texto, no buscaba sino (Gouna resistencia a apelar a aquellas citas que. efectiva- > odin confrmar. iustrar o enriquecer el universo del poema.! Lejos de una eventual reststencs ta del relato 5, paginas de su Memoria descriptiva con’ rele: feneias o comentarios del relato. Pero, como se recordara tam- ~ fbn Jen ta nota crea us sobre el flet gublies La Gaceta Mercantil, cl arilculista anénimo no eélo no se manifestaba im- | prestonado por In importancia concedida al viajero inglés: se i egé, de hecho. a mencionarlo, ironizé sobre sus proclamades OEE COGEFCARE 7 140 os wisienos WCLESES ¥ La EMERGENCIA DF LA UTERATURA AnCEDETA hallazgos y eligid, ganscribir en su articulo un pasaje escrito por un visio Hcés sobre la regién del Nidgara.{# Entre el entusiasmo ac AL berdl y las reservas y negaciones de Echeverria y ef arsenic Sone oaceta Mercantil parece trazarse. entances, una ines que Sistinguc no la familiaridad de todos ellos con alguno © alge, nos d tes relatos de viajeros europeos, sino la 0, a Valorar explicitamente, "una carta fechada en Montevideo en Maria Gutie umido ya, con franqueza, uni Varela habia clegido Echeverria ni Gutierrez lo considera sible,» seske Nontetan pont xr los pasos ce alguns ae iene leben Sears aes, a & pesar de la reciente rarificacién del clima politica, Estimaba a Gutierres y a Echevertia, Desconfiaba de Alberdi. Las nears {O885 cartas enviadas al primero contribuyen, por ciette, edna, Gon este titulo se publico en Inglaterra... hace poco mas de un 206 tm largo articulo destinado a insertarse en la EncLiopedia Brescn Secnnaee Lerma un gran contraste con la mulutad de eabustes one Ausates filoulos gue acostumbran publicar los europeos respects 9G nuestra América, de que tantos elemplos Va-Eonces, jereitticulo de que hablo, a pesar de algunas lijerezas) inexatitue Ses Megs Y en corte nimero (Gue..nexaitudes que en al se heed SLanetdablemente de lo mejor que hasta ahora se hm pubiiew ns fa eect oe Pera patria, por la fdelidad de sus raiaciones. poe Mie eactitad de los juicios que contiene: por el respeto y aissiey oon mrenttg POF Su Industria. agricuttura, poblaclon, ‘costussiecer ete. 13 frela agrega a su carta el resumen de determinados pasa- 158 teeaitulo de Gillies, y por ia seleccién de éatos conn sor ‘es breves comentarios ¢on’que los acompania ee aon que guiere transmitir la certidumbre de que mente la ciudad de Buenos Aires, ‘a apariencia y educacion de sus, Sus instituciones y sus formas polit 105 SIONOS EMERGENTES DE LA LTERATURA MAGIONAL ARGENTINA 143, desputs, le dira. come miestra de un compartde interes nos _iuestras cosas" y por ls estudios geogtailoss, que conan ren BIE desde Buropa: “los excelentes tabajon harapanern ea Hise e2e1G26 —me parece (en) ka bart ingles Bee, 1d (Gpietoy 4 quien conoci, y que comprenden desde ig i Patagones De ‘este lado del entustasmo del provinciana Albers estreciones-veceadas por Varela y asumidse por Gaeta, articulista de La Gace como ido en puntos 8 logros especificos de la fo.c slips datag de La cautiva toda cor njeros eurdper spordncos —ingie~ Ses, como sabemos, en su mayoria—, Bcheve tadamente con los Por otra fon k a estos Viajeros, Inscrtios en el envés de posa del gobemador de Buenos Aires, ocurrida ese aio. Peso Bingtin otro indicio en el texto o fuera del texto permite vsiene bra el lugar y la fecha aproxtmada de redaeclon der wane, it. Tampoco conocer i or las que Echeverria no Buses o no logré publicario. Una laguna de informacion caine 2g Doe cierto, en el registro de un escritor eomprosadann nas Seloso del seguimiento y el destino de sus otros tabajos Vantie en Ia Ary esta acittud se hizo més intensa todavia en los afios del\@xlllo uruguayo, donde la esterilidad del ostracismo parectcros al reconocimtento Pordneos, um 142 tos WUUERoS MOLESES ¥ LA EMERGENGIA DE LA LTERATURA ARGENTINA eee 2 ee sus ésertos politicos) de cada uno de ellos aguardaba su especifica cuota de justificacion, En numerosas cartas a sus amigos oa presented smpatiaries, coat vient alte Sut SSgatbe ie fuicecch cet Saale» msitas sin mas su sesonancia Piasso Shiecreat por augentinge y ovientaes. He dieno el nerd Pe die Prone creas por Bice Ros OTR: 229) Buenbe res, p eqpece que all encontrard protundas Ss gaat th oles crtal a ou Sroulo sae imo, Feordabe que en el Certamen poético de Montevideo, en 1844. la lectura de su poema recibio inequivi ‘as,aplausos que el de su contrineante ‘oe era indarée, © aba, Epmentoha, deed ABA) Ia morose. cestacton Blane tte, tide ambi de fue poems, publisdo fn ay asf por esta necestdad de reconocimiento, y no dls- poniendo sera causfacer can urgenela, en su propia came, de Pada ean falido come In Publlcacon de cus eset, sorprende Ektonces que austrajere del escrutinto public la difusion de tno de lol mde ablios, st no el tas golido de sus escrios, Soeateide que no se hltera cargo ~rdescontados los factores de Stobaccion 0 modest on que Bl maar devo pod fnadlones pal cacy cers a pomer suse ae expectativa namlento sobre esta anomalia st lo debemos esté fechado mAs de veinte afos Echeverria. Al ordenar y disponer la 5 escritos aditos e inéditos de Echeverria duje Ta Tectura del Impresién que esas redactadas”, La precipitacién, agrega Gutiérrez. pudo deberse a ont sn que Echeverria habria redacta ‘Ares, seguin su conjetura, antes de buscar refuglo en territorio uruguayo, en 1840, Pero este refu- gio, anotames, se extendié por dlez afios y el manuscrito tuvo éntonces sobrada oportunidad de ser revisado. ¥ el editor de las ‘Obras completas se contradice cuando, después de aceptar que debido a su “desnudo realismo" el texto de El matadero no po- dia considerarse destinado a publicarse, s¢ lamenta de que se hayan publicado tan escasos testimonies sobre los anos de la {os SioNos EMERCEITES DE LA LITERATUMA,RACIONAL ancEsTINN, 143 dictadiura rosista. ¥ admonesta: “Los pueblos cue por cualquier ‘consideracién ee manifiestan indiferentes por su historia y de- Jan pasar los clementos de que ella se compone... estan conde hhados a carecer de fsonomia propia y a presentarse ante el mundo insulsos y de: ee afrma que Scheverria probd E| matadero que fempo, qu gue habia cargado preci rido y sabor. Gutierrez resuelve o intenta resolver estas contradieciones apelando, por iltimo, al buen sentido del lector para que acepte a mas de un cuarto de siglo de distancia los fen mérito a la verdad de la his wginay.,sin embargo, que él tadero hacia el tempo en © aceptado wi |e pocos meses! in texto que como e] de Echeverria se atrevia a exa~ fos populares del rosismo con colore: " esoribi6 a Alberdi una carta para exp: 1 profundo malestar que le habia pr Ja lectura del folleto de Sarmiento: “Lo que dije sobre El Mercurio 10 lo ‘slento: escribi antes de leer el libro; estoy corvencido que hard nal efecto en la Repdlica Argentina, y que todo hombre sensa- 4 cp él una caricatura: ¢s este un Ubro publicado eserito, hu es 1 pro} imarias de San Juan. Buenos ‘Aires ha admirado al mundo. Sus mujeres han vendido sus ‘adornos para la guerra de la Independencia y han grabado sus hombres en los Sables y fusiles que entregabin a los soldados Ge la patria. La Prensa ha ensefiado a todas las Repuiblicas ¢l representative. En Buenos Aires hay creaciones como fel creaito, el arreglo de sus rentas, la distribucion de sua Herras; la Sociedad de benefice ss fen e} mun- dg, A cada momento veo que & Gre 144 Las visenos INGLESES ¥ LA EMERGENCIA 08 LA LTERATURA ARGENTINA y pone nombre a alginos de los * aifundides por aqueli ¥: a a en primer término, Ja singularizacion de la palabra por el subrayario, y Ia conclusion del parrafo: ‘la Repi- blica Argentina no es un charco de sangre”, que s6lo correspon dea Ja imagen generada por la mencion dei matadero. Seria tentador detenerse en la presuncién de que Gutierrez no podia sino tener en mente el manuserito de Echeverria en el momento de redactar este pasaje de su carta, corrigiendo asi Jas declaraciones agregadas, afos después, a su edicién de las Obras completas. Pero sin necesidad de discutir una hipotests, por lo demas, inverieable, no puede dudarse del juicio que hubjera merecido a Gutierrez ese manuscrito de haberlo conocl- do durante su estadia en Montevideo, o-@ waves de Ix perm ente comunicacién que ambos mantuvieron durante el exio. Ni puede dudarse de qu almente, dictadura i dalida tendimiento, que esta esta trafda de la mano de yy reducia ta tmagen de “ese o ido" a la descripcién de uno de Sus patios interiores. Es cier jneerta Gee entrar de la mano de_slgunos! para recor fstencia del llamado . dela cludad de Buenos Aires, como que 0, en sus vecindades. Tampoco necesit6 Al- berdi, como se recuerda, de la guia de Andrews para reconocer la existencia ‘del paisaje de su provincia natal. Pero asi como Este recibid de esa guia la perspectiva para calificar la particu ~ laridad del patsaje-nativo, para jerarquizarlo, descubriendo la novedad de sus rasgos en iuncién de la mirada asumida del extrafio, del viajero capaz de hacer su propio juego de compara~ ciones, asi Echeverria eveniualmente pudo recibir de alguno de esos viajeros la revelacion de la singularidad del espacio ocupa- ria. Los tre siguleron muy de cerca los pracedimien- tos narratives y Ja dramatizacién del escenario offecioa por el primero, lo que demuestea que en la(@@Rsaliasla Geller | te ——~sfes una z cn su lazo azlguno de toros. Entre el sigunes bests intencaigGSiapa rom. pen el azo: se Wuslveh contra ct eabalioy ra gue Jas sujeta: hasta que, mn bell Scarlett (1838) y de Darwin (1839) fueran difundidas al mismo tlempo o ligeramente después de la fecha que Gutiérrez atribuye, sin otra prucba que la precipitaciia de su estilo, a la Fedaccion del manuscrito de Ei matadero, Sabemos qui con un ojo puesta en el lector de la metrépoli como otfos viajeros, daba preferencia en sus anota- Clones a las costumbres,-a las clreunstancias y a los lugares que podian previsiblemente despertar la atencién o la curiosi- dad de ese lector. No le fue dificll entonces después de una nada memorable 105 SIONS EMERGENTES DE LA LITERATURA RACIONAL ARGENTINA 145 jeto © asunto, actus como una Consolidada la serie, simples eclas editoriales determinaron que las relaciones de Camp- a fun gesto descriptive que re~ idal acompaiié a uno de ios trations of Buenos Ayres Ja matanza carniceras y remanentes de }—grabados metus en Pr I and Montevicieo (1820), ‘Una deliberada secuencia narrativa. zi de esos nudos comprime la serie vertiginosa de scone ce Soc are ee Nee ge la Recoleta marca el inicio de la jornada de tiabajo “Gmataderos” que hasta hace poco fumaban sentados 0 recosta, Gos en el suelo estén ahora listos sobre sus caballos y cuando se abren | en unos segundos se ‘cas: imposible de des- son rapidamente jobre su jinete, y el jinete, de a ple, arroja entonce: don eu sak do por el matadera en la ciudad de Buenos Aire ws tance v3 ostiene con su sola fuerza el a - » “4 “eel Intenta fugarse. Buenos Ares. &n "Suni pentgabcon que se introduce en la 146 10s WAJEROS INGLESES Y LA EMERDENEIA DE LA LITERATUR ARGENTINA declara! que mas d 3 adonde dirigirs quello era ta senaacien dg convaica el protagonisimo efectivo del nerrador, y 10 a. es decir. 1o incluye en las coordenacias culturales desde las cuales éxperimenta y exp: eventual gravitacién del relato de Head todo caso, parece relacion cho en Bl matadtero(@SiReSUBNR AES srtamente poderosa.2* jque el critico atribuye a esa tmagen, pue: jue én una lectura menos focali- zada es posible pereibir algunas de los signos que le anticipan y ja hacen viable. El primer signo, desde luego, se ofrece en la descripeion misma del matadero, desprovista dx todo del humor con que se habia iniciado el relato. y deciaradamente articulada para satisfacer las expectativas de tn lector distante “Pero para que el lector pueda percibirlo a un gatpe de ojo, preciso es hacer un croquis de la localidad. El matadero de 1a Convalecencia o del Aito, sito en las quintas al sur de la ciudad, es una gran playa en forma rectangular, colocada en el extreme de dos calles, una de las cuales al el este...", Y también: “La perspectiva del matadero a la distan- ia era grotesca... mas arriba, en el alre, un enjambre de pavlo- tas blangulazules, que habian vuelto de la emigracién al olor de Ia carne, revoloteaban, cubriendo con su disonante graznido todos los ruides y voces del matadero y proyectando una som- bra clara sobre aquel campo de horible carniceria". Estos signos anticipan cntonces el cierre de la modalidad costumbrista'a la que parecla comprometido cl relato y legiti- man los procedimientos a ensayarse en el nuevo registro. Por estos procedimientos, se nombra, se adjudican rasgos raciales, se caracteriza, se otorga la palabra a algunos de les indivi- duos que intervienen en la matanza, convirtiéndoles asi en 108 SIGNOS EMERGENTES DE LA LITERATURA NACIONAL ARGENTINA 147 agentes identificables de diversos fragmentos de la accion, y ‘mostrando que esos fragmentos de accion son tanto el correlato de la vulgaridad del lenguaje y de las apariensias sintestras de 's Individuos que pueblan el intverso del matadero, como el de las sirapatias politicas que éstos profesan por el goblerno de Rosas. a relacion del suceso del lazo que se corta, cercenando la cabeza de un nifio, se incluye en este registro y marca, con su extrema crudeza, el nivel de intensidad adecutdo para Ia acep- tacion del deseniace violento de la historia que se viene, final- mente, a contat: ef encuentro fatal de un joven unitario con algunos “carniceros degolladores” del matadero, La historia se encabaiga en dos unidades 0 secuenclas narrativas. La primera de esas secuencias incluye la corrida del toro recién liberado del lose quelo estaba hacia ta otudad- bo pirsigae-un- gripe de jinetes. y en el-camino, la batahola de esta operacién espan- ta al caballo de “clerto inglés", de vuelta de su saladero. El {ingiés cae en un pantano, y alli, enterrado en el barro, escucha Jas risotadas y las pullas de ios hombres del matadero: “Se amolé el gringo: levantate gringo —exclama:on cruzando el pantano y amasando con barro bajo las pates de sus caballos ‘Su miserable cuerpo" 2° En Ja segunda secuencla, un joven unitario es también sorprendido en las afueras de! mataderc. Lieva las patillas en forma de U. No luce la divisa punz6 que distingue al partido federal ni trae luto por la muerte de la mujer ce Rosas. “Monta en silla como los gringos*, Ie gritan algunos peones que 5° retiraban de sus facnas, por lo que el joven, maquinalmente, pone la mano derecha scbre “las pistoleras de su silla inglesa” Arrastrado a la fuerza al interior del matadero y sometido a una horrible parodia de juicto politico, muere durante su transcur- so, Iiteraimente, de indignacion, La muerte del Joven en ese proceso cierra la historia y sella el obvio mensaje politico de sta, El azaroso encuentro del inglés con la “chusma” del mata dero remite, plausiblemente, a la circunstancia anotada por Head en un’ momenta similar de su relato en el que tuvo que escapar por su vida, Trasiadada al texto de El matadero, con un mayor desarrollo expositivo, debe admitirse que ¢] potencial de sighificaciones de esta circunstancia crece has'a convertirse en metafora de un conflicto genérico entre elvilizacion y barbarle. En el pasafe de la primera a la segunda secueneta narrati- va, la proyeccién metaforica del conilicto se mantiene, pero a! sustituirse. aunque con algunas adhereneias, la figura del co- merciante inglés por la del joven unitario, la indale del conficto PYIIIS I92 148 10s valence mGLESES ¥ LA ENERCANCIA DELLA LITERATUR ARGENT ¥ Sus significados inmediatos se particulariza, En los actos gra- tuitos que se muestran en la primera secuencia, la vejacion a gue se somete al inglés es una mera torpeza de la barbarie contra la civilizacién. En la parodia de juicio que se consuma efectivamente en la segunda, la muerte del unitario es tin eri= men de la barbarie local contra las formas clvilizadas de la nacién, En el extenso poema Avetianeda, publicado en Montevideo ¢n 1850, un afio antes de su muerte. Echeverria encontro ef mas escurridizo de los modos para meneionar, por unica vez, a alguno de los viajeros ingleses que otros de sus contemporé- ‘neos creyeron oportuno y hasta necesarlo mencionar. Homenaje na-dé lasvictimas-uds-nolorias de ia vioieneia poliuea de la época, el poema no disimula su recurreneia a la retérica del santoral civico, ni descuida la oportunidad de agregar a la expo- sictén de los hechos el registro del espléndido ambito fisico de Tucuman, Para el perfil blografico de Marco Avellaneda, su desdicha- da intervencién en el disefio de una liga de gobernadores del Norte y su fusilamiento por orden de personeros de Rosas, Echeverria disponia de abundante informacién provista por la erénica politica contemporinea. También, por cierto, sobre el gntomo fisico de Tucuman, una region a la que no conosia, Pero mientras la informacién de la eronica se le presentaba sin, otra mediacién que la de los intereses partidistas, la de la natu raleza en Tucumén se le ofrecia decididamente codificada en textos de mas compleja elaboracion, came lo era la Memoria fescriptiva, de Alberti, tramada. como sabemes, con muchos de los hilos desprendidos de la relacién de viajes de Joseph Ane drews. Es obvio que con la dedicatoria del poema a Alberd!, Eche- verria buscaba consagrar su deuda de reconocimiento a la Me. morta deseriptiva. Igualmente obvio debié de parecerle. proba. Dblemente, el hecho de auie con esa dedicatoria y con el acto a gue Fespondia, particiaba en la constitucién de una suerte de Circuito de signos especificos de la literatura nacional argenti- na. dentro y en conexién con el inconmensurable sistema abler~ to de la iniertextualidad. Ya Sarmiento habia transferido 2 sus gseritos reminiscencias de lecturas de textos de Alberdi y de Echeverria. También lo habia hecho Marmol. De pronto, ei Gn arco temporal de poco mas de quince afos, entre fa publicacion de Ja Memoria descriptiva y ta redaccién del poema Auellanora, eseritores que compartian un mismo proyecto de literatura aa (0S SIGNOS EMERGENTES OF LA LITERATURA RICIONAL AROEATNA 149 Sonal apclaban a la literatura generada por ese proyecto para Sencrar, a sui vez, la produccign de nuevos textos. No todos, por supuesto, lo hieleron con el mtismo grado de Sefperacion, ni fucgaron de la misma monera la ivi y of oxigen de los texlos presentados eomo exporenites de la ltersti tiante-de 0 #8 otra en la que da cuenta de los efectos luminicns sobre el Aconquija, presentando la cumbre de éste come ce Palacio suspendide en el aire, : 2a Sceptaci6n del modelo por Echeverrie debia suponer de Gg E! capitan Andrews, en su viaje a América del Sud, publica. #088 Londres en 1827, no dice como yo que Tecuntn ay bellisima. sino que: en punto a grandeza ¥ sublimidess eens salega de Tucuman no tiene igual en la tierra: gue Tucan eo al Jardin det Universo. (Memoria de Alberd}* 28 Reticente, hasta el final. en su relacién y en el reconocle Fuente de su relacion con los viajeros ingleses Behevertin mow, Pero no puede dejar de admitir lo que el Como se aaviere, compitionda con dos tee ie viajes, gn plan de distanclarse de tstes, Echeverria temnie dts Dargo. asumiendo tambien la mirada del vajee nana 150 tos WuexoS BoLESES Y LA EMERAENOW DE LA LITERATUR ARGENT mirada no responda al trasfondo de sus experienclas persona les, sino a la presion de cédigos culturales en uso. Al mismo Tefielo habia respondide José Marmol, pocos afios antes. al en~ Eayar los extensos pasajes descriptives de Cantos del peregrino. y ~ 3- José Marmol ‘Marmel. como Echeverria, conocia une infima parte del escenario fisico del pais cuya literatura buscaba representar, ¥ como Echeverria y como Alberdt, consideraba que ¢! inventario ~ de ese entorno fisico era parte constitutiva de la representacién. La estrategia {maginada por Marmol para satisfacer este propd-“) sito, en su primer proyecto literario serio, estaba directamente relacioniada ca expertencia personal, como que ei viaje dei peregrino en los Cantos colncide, en sus puntos factuales, con €l viaje que el pocta emprendid en 1844, desde Rio de Janeiro hasta las proximidades del estrecho de Magallanes. El mismo itinerarlo seguido semanas antes por Alberdi, quien con mayor—, fortuna, como se recuerda, cuperadas las difieultades de nave- gaciOn, Hlegé a Santiago de Chile. 2 En el deliverado desorden del poema, tan del gusto romén- tico (Cesta inconstancia en mi poema/ al grotesco saltando de lo serio/ no es tanto snspiracién como sistema’), la voz de Carles, fl peregring, el asumido Childe Harold americano, adopta in- Hlesiones tan diversas como para dar expresien & Jas amarguras Gel exilio, burlar las practicas de los editores de Montevideo,,~ fantasear paternelistieamente sobre las pesibilidades de un mundo gobernado por las mujeres ysaludar a Ja naciente gloria") Ge América, También. y acaso en primer término. para deseribir — qos paisajes que se descubrian a su vista 0 a su imaginacién durante la travesia.! a No nos cuesta condenar ahora esas descripciones por sus facilidades y exeesos retéricos, aunque es posible rescatar, sin embargo, si no la acuidad nf la belleza de sus deseripeiones del ~ Ambito fisico de la Argentina, al menos la magnitud del designio Gesde el que se articulan, Porque la voz del peregrino, desde la have en que recorre la costa argentina, quiere nombrar, inven- — tariar, extender el mapa del pais en toda su extensidn. Y lo” hace con resultades que provocan mas de una necesaria re flesion. La primera de estas reflexiones tlene que ver con cl . entusiame con que el peregrino de los Cantos asume la descrip- eign de la Patagonia. como parte integrante del tezritorio nacio~ nai: “Arrebatadme el alma para poder de hingjos/ reverenciar la

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