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SEGUNDO DISCURSO KERYGMÁTICO: HECHOS 3

Contexto:
Pedro comenzó con el gran kerigma apostólico; anunció que Jesús es el
cumplimiento de la palabra profética, que es el mensajero de Dios injustamente
condenado a muerte, resucitado por Dios y es el dador del Espíritu. Les dio a los
apóstoles la tarea de ser sus testigos y ahora los que fueron responsables de matar
a ese justo, deben tomar en cuenta el error judicial. Si Dios intervino resucitando a
ese hombre, demostró que era inocente y, por lo tanto, su sentencia fue un rotundo
error judicial. ¿Cómo remediarlo? Ahora no se puede deshacer que lo que se ha
hecho.

En el capítulo 3, Lucas relata un episodio emblemático que le llama la atención; es


el milagro realizado por Pedro que sana a un lisiado. Lucas dijo en el resumen que
‘milagros y señales ocurrieron a través de la obra de los apóstoles’, ahora cuenta
uno en el que pone particulares intenciones simbólicas.
Es un gesto muy parecido al realizado por Jesús; se cuenta en el evangelio de
curaciones de paralíticos y Lucas elige contar, como primer episodio milagroso,
precisamente la curación de un paralítico, es decir, un hombre que no puede
caminar con sus propias piernas y es habilitado por obra del apóstol para recobrar
su humanidad. “Pedro y Juan subían al templo para la oración de media tarde”. Ya
había dicho antes que habitualmente solían ir al templo, por tanto, no han roto con
la tradición judía; los apóstoles de Cristo siguen asistiendo al templo y van para
momentos de oración, por ejemplo, la hora ‘novena’, que para nosotros son las tres
por la tarde. Es un momento típico de reunión para la oración. Pedro y Juan suben
al templo porque el templo está en la colina más alta de Jerusalén así que desde
cualquier parte de la ciudad que uno se mueva se sube al templo.

“Un hombre paralítico de nacimiento solía ser transportado diariamente y colocado


a la puerta del templo llamada la Hermosa”. Es la puerta principal que daba a la
explanada, daba acceso al atrio de las mujeres. “Un hombre, conocido por todos,
paralítico de nacimiento”. Por tanto, no es simplemente un accidente que le impide
caminar, sino una enfermedad congénita y, por lo tanto, un detalle significativo, es
un hombre que nunca ha caminado, que nunca ha podido caminar y es un hombre
que generalmente era llevado allí, a una de las puertas principales del templo, para
pedir limosna. Por tanto, no son solo los habitantes de Jerusalén sino los peregrinos
los que estaban acostumbrados a encontrarse con ese personaje.

“Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna”. Es lo que hacía con
todos; así también les pide un poco de limosna a estos dos. “Pedro, acompañado
de Juan, lo miró fijamente y le dijo: Míranos”. Se detiene, llama la atención, se
encuentran con la mirada, de hombre a hombre, se miran a los ojos. El lisiado
simplemente espera recibir una limosna, tal vez un poco más consistente ya que
alguien le llamó su atención. “Pero Pedro le dijo: No tengo plata ni oro pero lo que
tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina”. Es una
frase emblemática; Pedro no tiene un tesoro, no tiene dinero, oro o plata y no tiene
aportes para hacer en dinero, pero tiene a algo más, tiene el poder de Cristo. No es
él quien realiza el milagro, ‘en nombre de Jesucristo nazareno: camina’. Jesús
decía: ‘Yo te digo, levántate y camina’ – ‘Joven, levántate - yo te lo digo’. Pedro NO.
Pedro no tiene la autoridad para mandar. Pedro es un mediador, representa a Jesús;
en el nombre de Jesús le da a ese hombre la posibilidad de caminar.
Es un gesto milagroso, es una intervención terapéutica; ese hombre, nacido lisiado
era incurable para la medicina de la época y Pedro obtiene en un instante que ese
hombre adquiera habilidades humanas normales. “Lo que tengo te lo doy” – es la
imagen sintética de la predicación apostólica. Pedro tiene a Jesucristo, tiene la
fuerza del Espíritu y lo que recibió lo comunica. Y se que comunica a través de los
sacramentos del bautismo, de la eucaristía. Es un poder terapéutico que cura, hace
que el hombre sea capaz de caminar con sus propias piernas. “Y tomándolo de la
mano derecha lo levantó”.

Es una mediación simbólica: Pedro le da la mano a ese hombre, lo toma de la mano


y lo levanta. Hay un contacto físico entre Pedro y el lisiado, hay una transmisión de
ese poder divino que obra en los discípulos de Jesús. “De inmediato se le
robustecieron los pies y los tobillos, se levantó de un salto, comenzó a caminar y
entró con ellos en el templo, paseando, saltando y alabando a Dios”. imaginen la
alegría de este hombre que nunca ha caminado en su vida; la alegría de poder poner
los pies en el suelo y sentir que sus piernas lo sostienen; no solo camina, sino que
comienza a saltar como un cervatillo y con la boca alaba a Dios, no a Pedro.
Reconoce que es Dios quien realizó ese portento a través de Pedro.

“Toda la gente lo vio caminar y alabar a Dios; y, al reconocer que era el que pedía
limosna sentado a la puerta Hermosa del templo, se llenaron de asombro y estupor
ante lo sucedido”. Con destreza, Lucas introduce un motivo para proponer otro
discurso. El gesto milagroso realizado por Pedro causa estupor y asombro y la gente
se pregunta ¿qué paso? ¿cómo es posible si siempre lo hemos visto paralizado? Y
no puede ser un truco porque lo habían visto durante años. ¿Qué le pasó a este
hombre? Frente a la pregunta del asombro, Pedro ofrece la respuesta, cumple una
acción y luego propone una palabra.

Discurso Kerrygmático
El lisiado que ahora camina normalmente está con Pedro y Juan y ellos pronuncian
este discurso que es un segundo discurso kerigmático, es decir, que presenta el
contenido de la predicación esencial de los apóstoles. Como el que se hizo el día
de Pentecostés, así en este caso, se sintetiza el mensaje central: se presenta a
Jesús, enviado por Dios, Cristo y Señor, resucitado de entre los muertos, capaz de
darle al hombre la capacidad de caminar con sus propias piernas. Adherirse a Jesús
da esta posibilidad, la capacidad del hombre de caminar bien.

(Hch 3, 12-26). Estructura del discurso


13 Dios glorificó a su siervo Jesús
14 Negaron al santo y justo
15a. Mataron al Jefe de la vida
15b. A quien Dios levantó de entre los muertos
18 Dios, lo anunció por boca de todos los profetas
19 Conviértanse y cambien para que sean borrados los pecados
19 Y les envié al Mesías Jesús
20-21 Coincidencia con la profecía de Malaquías (El cielo retiene a Jesús hasta
los tiempos de la consolación y de la restauración de todo (Ml 3,23-24)
22.23 Argumentación escriturística: Dt. 18, 15-19.
26 Dios ha resucitado a su siervo para bendeciros.

Al igual que el anterior discurso, Hch 3,12-26 constituye, sobre todo en su parte
principal (vv. 20-26), una exégesis rabínica midráshica de Dt 18, 15-19. También
aquí se explota el doble sentido cuando, recordando Dt 18,26, utiliza el verbo
anistemi con sus dos vertientes: suscitar y resucitar, esto va a conducir al autor a la
afirmación fundamental que constituye el nervio principal de la argumentación: la
resurrección de Jesús.

Los versículos 13 y 14 contienen también otras expresiones tomadas del último


Cántico del Siervo del Is 52-53; el Siervo de YHWH entregado y glorificado de Isaías,
es identificado con Jesús. Si en Isaías se había afirmado que Dios suscitará a su
servidor, Lucas dirá que Dios ha resucitado a Jesús (v. 26). Si Jesús experimenta
la ignominia de la muerte en cruz no debe aparecer extraño a los oídos de quienes
escuchan el mensaje, por el contrario, Dios lo había previsto “por boca de sus santos
profetas”. Estamos por tanto delante de una relectura de Dt 18, 15-19 a la luz del
último cántico del Siervo sufriente de Is 52,13-53,12.

Conclusión: Fe y evangelización
El problema de nuestra catequesis no es si los destinatarios entienden el sentido
racional de la enseñanza, sus dogmas y doctrina, sino el proponer a Jesucristo
como experiencia profunda y coherente de fe, en esta perspectiva, toda tendencia
a sustituir la evangelización fundamental por un sacramentalismo desenfrenado
contradice sobremanera el Evangelio y la Tradición apostólica. Por eso, toda
catequesis evangelizadora debe tener siempre presente la cosa más importante: la
fe que salva: pero ¿Cómo van a creer... si no han oído hablar de él? Y ¿cómo van
a oír si no hay quien les dé el mensaje? Y ¿cómo van a dar el mensaje si no hay
quien les envíe? (Rm 10,14s.) La fe pues, es el objetivo de la Evangelización como
se pudo constatar en el contenido del discurso de Pedro.

Por su propia naturaleza, "la fe viene de la predicación y la predicación de la Palabra


de Dios" (Rom 10, 17). Se trata pues de aceptar, comprometidamente, el plan de
Dios en Jesucristo. El problema práctico es que, en no pocas ocasiones, el objetivo
de toda labor evangelizadora no es capaz de realizarse porque los agentes mismos
adolecen de una adecuada asimilación de tales principios fundamentales.
a) La relación con Jesús es una experiencia estrictamente necesaria y personal.
b) Es fundamental el saber conducir a quienes se abren a la fe, como los conversos
de nuestro discurso, en quién se cree y por qué se cree.
c) Es menester una fe viva, dinámica, una fe que lleva a la solidaridad y al
compromiso con los demás. Una fe meramente tradicional o superficial no logra los
objetivos primarios de toda acción evangelizadora-misionera.
d) La fe de los discursos de Pedro sugiere adhesión libre y jamás coacción. Es una
fe que compromete el todo. Una fe limitada al cumplimiento de ciertas costumbres
o actos piadosos no puede llamarse estrictamente fe.

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