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I. El compromiso social.
El avivamiento cristiano dejó sus marcas en el continente europeo y en el continente
americano. John Wesley fue una de las figuras más conocidas en este movimiento
social y cristiano. El siglo XVIII según Bready estuvo manchado por las torturas a
los animales, esclavitud, tráfico de africanos, mortalidad infantil, crueldad en el
sistema carcelario, superstición, libertinaje, soborno, degradación de la iglesia y el
Estado.
Ya en el siglo XIX las cosas fueron cambiando y se abolió la esclavitud, el tráfico
humano, la educación llego a los pobres, se organizaron sindicatos, etc.
Ese movimiento hacia la humanización se derivó de una nueva conciencia social,
cuya fuente principal fue el avivamiento evangélico del cristianismo práctico y vital.
Este avivamiento hizo realidad la paternidad de Dios y la hermandad de los
hombres. Es Wesley quien predica de esa justicia social y restituye el alma a una
nación.
Una pregunta que hace el autor al iniciar este tema es ¿A quién pertenece la tierra?,
podemos decir lo que establece el Salmos 24:1 que De Jehová es la tierra y su plenitud.
Entendemos que también es de los hombres porque Dios se la entregó a la humanidad para
habitarla y cuidarla. Nosotros no somos propietarios de la tierra sino que Dios nos puso
como mayordomos de la misma.
Conservar el medio ambiente es parte de una mayordomía responsable, podemos decir que
la mayor amenaza para la humanidad es la devastación de nuestros recursos naturales,
puesto que aun dependemos de las provisiones que la naturaleza produce y nos brinda.
En Gran Bretaña, son más de seis millones las personas, incluidos adultos y niños, cuyos
ingresos están al nivel de subsidio suplementario, o por debajo de él; este nivel constituye
la definición que da el estado del límite entre la pobreza y la subsistencia. Y más de doce
millones de personas viven en un nivel de relativa pobreza.
El planeta tierra tiene aproximadamente 7.837 millones de habitantes, una quinta parte de
los cuales vive en la indigencia.
A ninguno de nosotros se nos ocurriría considerarla un lujo; la damos por sentada. Pero el
50% de la población del Tercer Mundo carece de ella, y el 75% carece de servicios
sanitarios, por lo cual mueren aproximadamente treinta mil personas por día de
enfermedades transmitidas por el agua, y las víctimas de estas enfermedades ocupan la
mitad de las camas de los hospitales del mundo.
El ejemplo de Jesús
Jesús renunció a la riqueza del cielo, y ciertamente nació en un hogar humilde. Cuando José
y María fueron al templo a presentar a su hijo al Señor, llevaron lo que la ley estipulaba
para los pobres para el sacrificio: dos palomas, en vez de un cordero y una paloma. Durante
su ministerio público como predicador itinerante, Jesús no tenía hogar ni más que unas
pocas posesiones.
A un candidato al discipulado una vez le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves de los
cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.» Jesús enseñó
parado en un barco ajeno, entró en Jerusalén montado en un burro ajeno, pasó las últimas
noches en una habitación ajena, y fue enterrado en una tumba ajena. El y sus apóstoles
compartían una bolsa con un fondo de dinero común, y dependían para su sostén de un
grupo de mujeres que a veces los acompañaba. Al parecer, la pobreza de Jesús es
incuestionable.
A quienes aspiraban a ser seguidores de Jesús, él les decía: «cualquiera de vosotros que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo». Losdoce apóstoles cumplieron
estas palabras literalmente. Simón y Andrés, «dejando luego sus redes, le siguieron»;
Jacobo y Juan, «dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron»; y
Leví-Mateo, «levantándose, le siguió», abandonando el banco de los tributos públicos y su
trabajo. De un modo similar, Jesús le dijo al joven rico que vendiera todas sus posesiones,
diera lo recaudado a los pobres y luego lo siguiera. Esto fue lo que llevó a Pedro a
exclamar: «He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
¿Espera Jesucristo, que todos sus seguidores abandonen todo para seguirlo?
Los apóstoles lo hicieron. Y el joven rico fue desafiado a hacerlo. El efectivamente dijo
que debíamos hacernos tesoros en el cielo y no en la tierra, que dedicáramos nuestra
devoción al reino de Dios y su justicia por encima de los bienes materiales, que debíamos
guardarnos de la codicia, y que es imposible servir a Dios y al dinero a la vez. Pero no
mandó a todos sus seguidores a deshacerse de todas sus posesiones. De José de Arimatea
se dice que era «un hombre rico» y asimismo «discípulo de Jesús».
Lucas escribe acerca de la primera comunidad cristiana en Jerusalén que tenían en común
todas las cosas, que ninguno decía ser suyo propio nada, que vendían sus propiedades y sus
bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno», y que en consecuencia «no
había entre ellos ningún necesitado. En cuanto al amor y al cuidado mutuo de los primeros
cristianos llenos del Espíritu, sí. Pero ¿propugna Lucas la propiedad en común de todos los
bienes? Entre los grupos esenios, especialmente en la comunidad principal en Qumrán, esto
era obligatorio, y cada novicio, al ingresar a la orden, debía entregar sus posesiones. Pero
queda claro a partir de la narrativa de Lucas que la venta y participación de los bienes no
era algo generalizado ni obligatorio. Pues algunos creyentes conservaban sus casas en las
cuales se reunían. El pecado de Ananías y de Safira no fue el egoísmo de tener parte de su
propiedad, sino el engaño de fingir que lo habían entregado todo. De manera que se afirma
el derecho del cristiano a la propiedad y la naturaleza voluntaria de la donación cristiana.
El ejemplo, las enseñanzas y la Iglesia primitiva de Jesucristo nos desafían a abandonar la
codicia, el materialismo y el lujo, y a cuidar sacrificialmente de los pobres. Pero no
establecen que todos los cristianos deban volverse pobres.