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Problemáticas del mundo contemporáneo

I. El compromiso social.
El avivamiento cristiano dejó sus marcas en el continente europeo y en el continente
americano. John Wesley fue una de las figuras más conocidas en este movimiento
social y cristiano. El siglo XVIII según Bready estuvo manchado por las torturas a
los animales, esclavitud, tráfico de africanos, mortalidad infantil, crueldad en el
sistema carcelario, superstición, libertinaje, soborno, degradación de la iglesia y el
Estado.
Ya en el siglo XIX las cosas fueron cambiando y se abolió la esclavitud, el tráfico
humano, la educación llego a los pobres, se organizaron sindicatos, etc.
Ese movimiento hacia la humanización se derivó de una nueva conciencia social,
cuya fuente principal fue el avivamiento evangélico del cristianismo práctico y vital.
Este avivamiento hizo realidad la paternidad de Dios y la hermandad de los
hombres. Es Wesley quien predica de esa justicia social y restituye el alma a una
nación.

La acción social estuvo en manos de algunos líderes evangélicos como Thomas


Clarkson, James Stephen, William Wilberforce, apodados los santos o la Secta
Clapham, participaron en la abolición del tráfico de esclavos en 1807, participaron
en reformas penales y parlamentarias, se ocuparon de la educación, promovieron el
evangelio y la legislación laboral.

Gracias a esta hermandad de políticos cristianos cambio la condición de vida de los


enfermos mentales, los niños, los deshollinadores, las mujeres. Este siglo XIX se
conoce por la expansión de las misiones cristianas y por el trabajo social donde
estos cristianos no se limitaron a la predicación del evangelio sino que los
misioneros llevaban consigo medicinas, semillas y plantas y ganado para mejorar la
vida de las personas.
Con frecuencia los misioneros defendían a los pueblos de la explotación, de la
injusticia, trabajos forzados, el abandono de niñas recién nacidas, muerte de las
viudas en hogueras, prostitución y esclavitud.
El evangelio de Jesús dio buenos frutos en Gran Bretaña, Estados Unidos, Asia y
África pero en la década de la segunda guerra mundial se suscitó un cambio radical
que le llamaron ¨El abandono de la conciencia social¨, la misma incluyo lo
siguiente:
- La teología liberalista fue introduciéndose en la iglesia de Europa y Estados
Unidos, esto trajo como consecuencia que los evangélicos se dedicaran a
reivindicar los fundamentos de la fe y no se estaban involucrando en los
problemas sociales.
- El surgimiento de los teólogos liberales, Walter Rauschenbusch fue su vocero
más conocido de este movimiento, analizo la compasión social de los profetas
hebreos y de Jesús y como resultado de su reflexión propone un comunismo o
socialismo cristiano.
- La desesperanza y el pesimismo motivo el abandono de la responsabilidad
social. El hombre y la sociedad al parecer no eran rescatables. En el periodo de
las dos guerras no hubo un líder evangélico significativo que hablara de la
providencia y la gracia de Dios.

II. El medio ambiente

Una pregunta que hace el autor al iniciar este tema es ¿A quién pertenece la tierra?,
podemos decir lo que establece el Salmos 24:1 que De Jehová es la tierra y su plenitud.
Entendemos que también es de los hombres porque Dios se la entregó a la humanidad para
habitarla y cuidarla. Nosotros no somos propietarios de la tierra sino que Dios nos puso
como mayordomos de la misma.

En génesis 1 y 2 Dios da al hombre dominio sobre la tierra, donde establece varios


principios entre ellos llenad la tierra y sojuzgadla, el hombre aprende a trabajarla,
aprovecha los frutos, usa los recursos naturales que la tierra tiene para su beneficio.

Nuestro dominio es un dominio cooperativo, somos según el autor cooperadores de los


procesos de la naturaleza no creadores. Es cierto que podemos mejorar la producción, que
la tierra sea más fructífera, crear técnicas de aprovechamiento de todos los recursos pero es
Dios quien creo todos esos recursos y nos permitió administrarle dichos recursos naturales.

Hemos de ejercer un dominio responsable entendiendo las consecuencias de una mala


administración de los recursos que Dios nos delegó.

Conservar el medio ambiente es parte de una mayordomía responsable, podemos decir que
la mayor amenaza para la humanidad es la devastación de nuestros recursos naturales,
puesto que aun dependemos de las provisiones que la naturaleza produce y nos brinda.

III. Pobreza, riqueza y sencillez.

En Gran Bretaña, son más de seis millones las personas, incluidos adultos y niños, cuyos
ingresos están al nivel de subsidio suplementario, o por debajo de él; este nivel constituye
la definición que da el estado del límite entre la pobreza y la subsistencia. Y más de doce
millones de personas viven en un nivel de relativa pobreza.

De ahí el lanzamiento de «Acción de la Iglesia por la Pobreza» en julio de 1982 en Gran


Bretaña. La verdad es que la diferencia entre la pobreza y la riqueza no sólo existe entre los
países, sino también dentro de la mayoría de los países.

Como lo expresaron los obispos católicos latinoamericanos reunidos en Puebla en 1979:


Los crueles contrastes de lujo y extrema pobreza, tan visibles a través del continente,
agravados, además, por la corrupción que a menudo invade la vida pública y profesional,
manifiestan hasta qué punto nuestros países se encuentran bajo el dominio del ídolo de la
riqueza.

Tres enfoques de la pobreza

El primer enfoque que podemos emplear es el racional: mantenernos en la fría objetividad


de las estadísticas. En efecto, es allí donde debemos comenzar.

El planeta tierra tiene aproximadamente 7.837 millones de habitantes, una quinta parte de
los cuales vive en la indigencia.

La pobreza absoluta: condición de vida caracterizada por la desnutrición, el analfabetismo,


la enfermedad, la sordidez del ambiente, un alto nivel de mortalidad infantil y una baja
expectativa de vida; tanto es así que no corresponde a ninguna definición razonable de
dignidad humana. Una ilustración clara de esta situación es la provisión de agua potable.

A ninguno de nosotros se nos ocurriría considerarla un lujo; la damos por sentada. Pero el
50% de la población del Tercer Mundo carece de ella, y el 75% carece de servicios
sanitarios, por lo cual mueren aproximadamente treinta mil personas por día de
enfermedades transmitidas por el agua, y las víctimas de estas enfermedades ocupan la
mitad de las camas de los hospitales del mundo.

Tres opciones para los cristianos ricos


En el contexto de la abundancia de Occidente se presentan tres opciones. La primera es
volverse pobre; la segunda, permanecer rico; y la tercera, cultivar la generosidad, la
sencillez y el contentamiento.

El ejemplo de Jesús

Jesús renunció a la riqueza del cielo, y ciertamente nació en un hogar humilde. Cuando José
y María fueron al templo a presentar a su hijo al Señor, llevaron lo que la ley estipulaba
para los pobres para el sacrificio: dos palomas, en vez de un cordero y una paloma. Durante
su ministerio público como predicador itinerante, Jesús no tenía hogar ni más que unas
pocas posesiones.

A un candidato al discipulado una vez le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves de los
cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.» Jesús enseñó
parado en un barco ajeno, entró en Jerusalén montado en un burro ajeno, pasó las últimas
noches en una habitación ajena, y fue enterrado en una tumba ajena. El y sus apóstoles
compartían una bolsa con un fondo de dinero común, y dependían para su sostén de un
grupo de mujeres que a veces los acompañaba. Al parecer, la pobreza de Jesús es
incuestionable.

Las enseñanzas de Jesús

A quienes aspiraban a ser seguidores de Jesús, él les decía: «cualquiera de vosotros que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo». Losdoce apóstoles cumplieron
estas palabras literalmente. Simón y Andrés, «dejando luego sus redes, le siguieron»;
Jacobo y Juan, «dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron»; y
Leví-Mateo, «levantándose, le siguió», abandonando el banco de los tributos públicos y su
trabajo. De un modo similar, Jesús le dijo al joven rico que vendiera todas sus posesiones,
diera lo recaudado a los pobres y luego lo siguiera. Esto fue lo que llevó a Pedro a
exclamar: «He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

¿Espera Jesucristo, que todos sus seguidores abandonen todo para seguirlo?
Los apóstoles lo hicieron. Y el joven rico fue desafiado a hacerlo. El efectivamente dijo
que debíamos hacernos tesoros en el cielo y no en la tierra, que dedicáramos nuestra
devoción al reino de Dios y su justicia por encima de los bienes materiales, que debíamos
guardarnos de la codicia, y que es imposible servir a Dios y al dinero a la vez. Pero no
mandó a todos sus seguidores a deshacerse de todas sus posesiones. De José de Arimatea
se dice que era «un hombre rico» y asimismo «discípulo de Jesús».

De modo que estos dos calificativos evidentemente no son incompatibles. Zaqueo, el


adinerado cobrador de impuestos, prometió devolver a quienes había estafado el cuádruple
de lo que había tomado y además dar la mitad de sus bienes a los pobres, de modo que al
parecer se quedaría con la otra mitad, aparte de lo que devolvería. Y Jesús dice que fue
salvo. Así, pues, cuando decía que nadie podía ser su discípulo a menos que hubiese
«dejado» todos sus bienes y aborrecido a sus padres y demás parientes, debemos interpretar
ambos verbos como dramáticas figuras retóricas. No hemos de aborrecer literalmente a
nuestros padres, ni tampoco dejar todas nuestras posesiones literalmente. La demanda es a
dar el primer lugar a Jesucristo, por encima de nuestra familia y de nuestros bienes.

c. La Iglesia primitiva de Jesús

Lucas escribe acerca de la primera comunidad cristiana en Jerusalén que tenían en común
todas las cosas, que ninguno decía ser suyo propio nada, que vendían sus propiedades y sus
bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno», y que en consecuencia «no
había entre ellos ningún necesitado. En cuanto al amor y al cuidado mutuo de los primeros
cristianos llenos del Espíritu, sí. Pero ¿propugna Lucas la propiedad en común de todos los
bienes? Entre los grupos esenios, especialmente en la comunidad principal en Qumrán, esto
era obligatorio, y cada novicio, al ingresar a la orden, debía entregar sus posesiones. Pero
queda claro a partir de la narrativa de Lucas que la venta y participación de los bienes no
era algo generalizado ni obligatorio. Pues algunos creyentes conservaban sus casas en las
cuales se reunían. El pecado de Ananías y de Safira no fue el egoísmo de tener parte de su
propiedad, sino el engaño de fingir que lo habían entregado todo. De manera que se afirma
el derecho del cristiano a la propiedad y la naturaleza voluntaria de la donación cristiana.
El ejemplo, las enseñanzas y la Iglesia primitiva de Jesucristo nos desafían a abandonar la
codicia, el materialismo y el lujo, y a cuidar sacrificialmente de los pobres. Pero no
establecen que todos los cristianos deban volverse pobres.

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