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La carta de Maquiavelo a Vettori 67

Carta de Niccolò Machiavelli a Francesco Vettori,


10 de diciembre de 15131

Al Excelentísimo2 representante diplomático florentino ante el Sumo Pontífice,3


5 Francesco Vettori,4 patrono y benefactor mío. En Roma.
Excelentísimo Embajador: «Tarde non furon mai gratie divine».5 Lo
digo porque, si bien no creía haberla perdido, al haber estado usted tanto
tiempo sin escribirme, había llegado a pensar que ya no merecía su estima.6
Y si bien no estaba seguro de cuál podía ser el motivo, de entre todas las ra
10 zones que he llegado a imaginar ninguna me ha angustiado tanto como su-

1. Se presenta aquí una nueva versión de la carta con anotaciones mínimas. Se recomienda
tener en cuenta también las diferentes versiones publicadas anteriormente. En castellano, por
ejemplo, Cartas privadas de Nicolás Maquiavelo, traducidas y editadas con un estudio preliminar,
notas críticas, históricas y bibliográficas de Luis A. Arocena, Buenos Aires, Editorial Universitaria
de Buenos Aires, 1979, pp. 114-120; Maquiavelo, Antología, Miguel Á. Granada (ed.), Barcelona,
Península, 1987, pp. 394-398; N. M., Epistolario: 1512-1527, introducción, edición y notas de Stella
Mastrangelo, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pp. 134-139; N. M. Epistolario privado:
las cartas que nos desvelan el pensamiento y la personalidad de uno de los intelectuales más importantes
del Renacimiento, edición y traducción de Juan Manuel Forte, Madrid, Esfera de los Libros, 2007,
pp. 206-211, y N. M., Textos literarios, traducción, notas e introducción de Nora Hebe Sforza,
Buenos Aires, Colihue, 2010, pp. 319-325. En catalán, la versión de R. Rius Gatell y B. Llorca
Morell (Diàlegs, octubre-diciembre de 2013, n.º 62, pp. 15-20). En francés, N. M. De principatibus.
Le Prince, introducción, traducción, epílogo, comentarios y notas de Jean-Louis Fournel y Jean-
Claude Zancarini. Texto italiano revisado por Giorgio Inglese, París, Presses Universitaires de
France, 2000, pp. 526-535. En inglés, de Machiavelli and his friends: their personal correspondence,
traducción y edición de James B. Atkinson y David Sices, DeKalb, Northern Illinois University
Press, 1996, 262-265. En italiano, N. M., Lettere, Franco Gaeta (ed.), Milán, Feltrinelli, 1961,
pp. 301-306; N. M., Lettere a Francesco Vettori e a Francesco Guicciardini: (1513-1527), Giorgio
Inglese (ed.), Milán, Rizzoli, 1996, pp. 192-201; N. M., Tutte le opere storiche, politiche e letterarie,
Alessandro Capata (ed.), con un ensayo de Nino Borsellino, Roma, Newton, 1998, pp. 922-924;
N. M., Tutte le opere, M. Martelli (ed.), Florencia, Sansoni, 1971, pp. 1158b-1160b; y W. Connell,
«La carta de Maquiavelo a Vettori del 10 de diciembre de 1513», trad. cast. de M. Barbuto, Barce-
lona, Edicions de la Universitat de Barcelona, 2016, pp. 11-91: 59-62. Privilegiando una lectura más
ágil e inmediata del texto (para lo cual se ha hecho indispensable utilizar un registro de castellano
contemporáneo al traductor y al hipotético lector de esta traducción), y siempre dentro de los lí-
mites fijados por su significado conceptual, se ha modificado la puntuación del texto original.
Traducción y notas de Marcelo Barbuto. Para un análisis crítico conceptual de la carta véase, por
ejemplo, J. M. Najemy, Between Friends: Discourses of Power and Desire in the Machiavelli-Vettori
Letters of 1513-1515, Princeton, Princeton UP, 1993, pp. 221-240; S. Larosa, «Autobiografia e tradi-
zione letteraria nella giornata di Niccolò Machiavelli», Interpres, xxii, 2003, pp. 223-275; F. Bausi,
Machiavelli (trad. cast. de M. Barbuto, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2105),
Roma, Salerno, 2005, pp. 323-351, y Connell, «La carta de Maquiavelo...», cit.
68 William J. Connell

poner que había dejado de escribirme2 porque3 alguien le hubiera4 dicho que yo
no había custodiado5 adecuadamente vuestras6 cartas7 cuando, hasta donde
yo sé, a excepción de Filippo8 y Pagolo,9 nadie más las ha leído. En cualquier
caso, me ha tranquilizado mucho su última carta del pasado día 23, en donde
15 con gran satisfacción veo con cuanta meticulosidad y tranquilidad desempe-
ña su cargo. Y por cierto, le animo a que continúe así, puesto que quien deja
de ocuparse de sus propios intereses para ocuparse de los de los demás, no
solo termina perdiéndolo todo sino que además no recibe ningún reconoci-
miento.10 Y puesto que la fortuna quiere hacerlo todo, conviene dejarla ac-
20 tuar y mantener la calma sin enfrentarla,11 esperando el momento en que nos
permita hacer algo a los hombres.12 Y entonces será el momento en que usted

2. Cfr. Grande Dizionario della Lingua Italiana [GDLI] (1961-2002), S. Battaglia y G. Bàrberi
Squarotti (eds.), Turín, Itet, 21 vols., vol. ix, p. 471.
3. Giovanni di Lorenzo de’ Medici (11 de diciembre de 1475), que será el papa León X desde
el 11 de marzo de ese mismo año, 1513, hasta su muerte el 1 de diciembre de 1521. Véase M. A. Pinceli,
«Leone X», EM, I, pp. 64-67.
4. Vettori, de filiación política aristocrática y que conocía a N. M. desde 1507, será enviado
a la corte papal en enero de 1513. Véase A. Matucci, «Vettori, Francesco», Enciclopedia Machiavelliana
[EM], G. Sasso y G. Inglese (eds.), Roma, Istituto della enciclopedia italianaTreccani, 3 vols., 2014,
ii, pp. 666-670.
5. [Nunca es tarde para la gracia divina.] Aparentemente, N. M. cita de memoria el verso de
Francesco Petrarca (Trionfo dell’eternità, 13, cfr. Petrarca, Triunfos, edición bilingüe de Guido M.
Cappelli, trad. de J. Cortines y Manuel Carrera Díaz, Cátedra, 2003, pp. 324-325, que traduce «Los
favores divinos nunca llegan tarde») que dice: «Ma tarde non fu mai gratie divine». Maquiavelo
expresaba así, algo irónicamente, su satisfacción por la reciente carta de Vettori del 23 de noviembre,
después de casi tres meses de silencio epistolar: la última estaba fechada el 20 de agosto. Véase
Najemy, p. 222 n. 13; Connell, pp. 46-49; y L. Chines, «Petrarca, Francesco», EM, II, pp. 298-301.
6. Véase, GDLI, VII, p. 13 y GDLI, XIX, p. 19.
7. Haya creído que este podía ser o no el motivo real de la interrupción del intercambio epis-
tolar, lo cierto es que, dada la condición de proscripción política de N. M. en tanto que represen-
tante del régimen de Soderini, las cartas de este período entre ambos revestían un carácter secreto
o al menos no debían salir de un determinado círculo de personas. Cfr. Atkinson, p. 513 n. 2, y
Connell, p. 50.
8. Filippo Casavecchia, amigo de N. M., también había sido funcionario del gobierno de
Soderini. Véase V. Lepri, «Casavecchia, Filippo», EM, I, pp. 286-287.
9. Paolo Vettori, hermano de Francesco, promediceo, decididamente contrario al régimen
de Soderini. Véase Lepri, «Vettori, Paolo», EM, II, pp. 670-671.
10. N. M. se refiere, irónicamente, a las actividades precisamente ajenas al cargo, vinculadas al
ocio literario y placeres personales, que Vettori relataba en su última carta. Cfr. Najemy, pp. 215-
221.
11. GDLI, II, p. 375.
12. Se repite aquí, sin ninguna ironía, la concepción de la virtud humana siempre activa una vez
que la fortuna se lo permite. Cfr. Principe, xxv, x, y Saralegui Benito, «Las tres fortunas de El Prín-
La carta de Maquiavelo a Vettori 69

deba ocuparse de problemas más importantes y estar más atento a cuanto


sucede,13 y yo pueda abandonar esta finca rural mía y decir por fin: «¡A sus
órdenes!».14 No puedo, por tanto, queriendo retribuir su estima, hacer otra
25 cosa que contarle en esta carta cómo es mi vida, y si acaso le pareciera bien
cambiarla por la suya, con gusto yo lo haría.
Pues yo sigo siempre aquí, en el Albergaccio.15 Si es que teniendo en
cuenta todas las cuestiones que recientemente tuve que resolver en Florencia,16
en total no he estado allí ni 20 días. Hasta hace no mucho tiempo me la pa-
30 saba cazando zorzales.17 Me levantaba antes del amanecer, untaba las trampas
con cebo y me dirigía al bosque cargando un montón de jaulas; si hasta pa-
recía el Geta volviendo del puerto con los libros de Anfitrión.18 En el peor de
los casos cazaba dos zorzales, seis como mucho. Y así me he pasado todo el
mes de septiembre.19 Y a pesar de ser algo despreciable y vulgar,20 poco des-
pués, para mi disgusto, me he quedado sin este pasatiempo. Por tanto, le
35 contaré en qué consiste mi vida ahora. Me levanto cuando ya ha amanecido
y me voy a uno de los bosques que he ordenado talar. Allí me quedo dos horas
controlando el trabajo del día anterior mientras me entretengo con los le-
ñadores, que, ya sea entre ellos o con los vecinos, siempre están metidos en
algún lío. Podría contaros mil anécdotas relacionadas con este bosque, como

cipe», en D. Sazo Muñoz (ed.), La revolución de Maquiavelo, «El príncipe» 500 años después, Santiago
de Chile, CAIP-UAI-RIL, 2013, pp. 143-162. La ironía estaría en el hecho de que mientras Vettori,
teniendo un cargo, esto es, no precisamente perjudicado por la fortuna, no hace nada, Maquiavelo,
que sí está padeciéndola, como veremos, está produciendo algo.
13. GDLI, XXI, p. 705.
14. Véase GDLI, V, p. 24. Mostrando así, nuevamente, su disposición a cumplir cualquier ta-
rea en cuanto se le diera la orden.
15. Maquiavelo relata que pasa su vida en su finca rural, ubicada en Sant’Andrea in Percussina,
que se encontraba dentro del territorio de la ciudad-estado de Florencia, a una distancia de aproxi-
madamente catorce kilómetros de la ciudad (amurallada) de Florencia.
16. Cfr. cartas de N. M. a F. V. del 13 de marzo y del 18 de marzo de 1513 (Martelli, 1128b y
1129b y a).
17. Probablemente se refiera al «tordo bottaccio» (Turdus philomelos), en castellano zorzal co-
mún, véase F. J. Purroy (ed.), Atlas de las aves de España (1975-1995), Barcelona, Lynx, 1997, pp. 386-
387.
18. Se refiere a una escena del popular cuento de Domenico da Prato, Geta and Birria. Cfr. Lette-
re a Francesco Vettori..., p. 197 n. 10. Para un desarrollo de la cuestión, véase Najemy, «Machiavelli
and Geta: Men of letters», en Machiavelli and the Discourse of Literature, Albert Ascoli y Victoria
Kahn (eds.), Ithaca, N.Y., Cornell UP, 1993, pp. 53-79. Cfr. Forte, p. 207 n. 5.
19. Véase Connell, pp. 27 ss.
20. GDLI, XX, p. 289.
70 William J. Connell

40 por ejemplo lo que me sucedió con Frosino da Panzano21 y con algunos otros
que me habían encargado leña. Frosino, sin decirme nada, envió a alguien
para que retirara unos fardos, pero resultó que me quería pagar 10 liras me-
nos porque decía que yo se las debía desde hacía cuatro años cuando me había
ganado jugando a la cricca22 en la casa de Antonio Guicciardini:23 casi me
45 vuelvo loco.24 Estuve a punto de denunciar por robo al tipo que había venido
a retirar la leña. Gracias a que intervino Giovanni Machiavelli25, finalmente,
pudimos ponernos de acuerdo. Tiempo después, cuando se desató la tramon-
tana26 me encargaron un fardo de leña, entre otros, Batista Guicciardini, Fi-
lippo Ginori, Tommaso del Bene. A todos les dije que sí, y le envié uno a
50 Tommaso. Pero sucedió que al llegar a Florencia valía la mitad porque él, su
mujer, sus criadas y sus hijos lo habían atado de tal manera que parecían el
Gaburra y sus criados cuando los jueves apalean un buey.27 Por tanto, al darme
cuenta de quién iba a salir ganando en todo este entuerto, les he dicho a todos
los demás que ya no tenía más leña. No se imagina cómo se han ofendido,
55 especialmente Batista, que ya ha incluido esta entre las desgracias de Prato.28
Más tarde, alejándome del bosque, me dirijo a una fuente que se en-
cuentra29 donde se suelen instalar las trampas para cazar pájaros.30 Siempre me
llevo un libro, Dante, Petrarca, o alguno de esos poetas menores, como Tibu-
lo u Ovidio.31 Mientras leo sobre sus amores y ardientes pasiones,32 recuer-
60 do los míos, y así me paso un buen rato disfrutando con mis recuerdos. Me
dirijo después al camino que va hacia la hostería y hablo con los que pasan por
allí. Les pido que me cuenten las novedades de sus países y así, mientras me voy

21. Cfr. carta de F. V. a N. M. del 23 de noviembre de 1513, y la de N. M. a F. V. del 25 de fe-


brero de 1514.
22. Juego de naipes similar a la Escoba.
23. Nótese que Maquiavelo, en pleno ejercicio de su cargo de secretario, jugaba a las cartas por
dinero con sus amigos.
24. GDLI, IV, p. 338.
25. Es uno de los que sale de garante de la relegatio. Cfr. aquí Documento IV.
26. Cfr. Inglese, p. 197 n. 17.
27. Cfr. Forte, p. 208 n. 10.
28. Cfr. Inglese, p. 197 n. 23. Cfr. carta de N. M. «a una gentildonna» posterior al 16 de sep-
tiembre de 1512 (Martelli, pp. 1126a-1128b).
29. GDLI, XV, p. 168.
30. «uccellare» o «uccellanda». GDLI, XXI, p. 486. En la época en la que Maquiavelo está ha-
blando no tiene instaladas trampas porque ya no es la época de caza, según ha dicho más arriba.
31. Aquí se calificarían de menores no solo a Dante y a Petrarca, sino también a Tibulo y a Ovi-
dio. Véase Najemy, p. 230 ss., y Connell, pp. 55-59.
32. Véase Inglese, p. 198 n. 25.
La carta de Maquiavelo a Vettori 71

enterando de algunas cosas, observo las diferentes preferencias que tienen los
hombres y las diferentes ideas que se hacen de la realidad.33 En tanto se va ha-
65 ciendo la hora del almuerzo,34 y junto a mi familia,35 me alimento con lo que
esta pobre hacienda y parvo36 patrimonio me permiten. Después de comer re-
greso a la hostería,37 donde casi siempre me encuentro con el dueño, con un
carnicero, un molinero y dos panaderos. Y junto a ellos, jugando durante toda
la tarde a la criccha y al triche-tach,38 me vuelvo despreciable mientras nos pelea-
70 mos e insultamos de todas las maneras posibles. Y aunque nuestros gritos pue-
dan escucharse hasta en San Casciano,39 la mayoría de las veces solo nos esta-
mos jugando una mísera moneda. Y es que es así como, finalmente, mezclado
con estos piojosos, logro estimular un poco mi mente y desahogarme de mi
mala fortuna,40 alegrándome por cierto de que me desprecie de semejante ma-
75 nera, a ver si al menos así se avergüenza de cómo me está tratando.41
Cuando llega la noche,42 regreso a mi casa y me dirijo a mi estudio, donde
justo antes de entrar me quito la ropa sucia de fango y lodo que he usado duran-
te todo el día y me visto con nobles y curiales ropajes.43 Entonces, dignamente
ataviado, ingreso en las antiguas cortes de los hombres de la antigüedad, donde,

33. Pareciera que Maquiavelo no estaba tan solo preocupado por conocer noticias sobre la situa-
ción política local o internacional, sino también por seguir conociendo la naturaleza de los hombres.
34. Por contexto queda más que claro que se refiere a la comida del mediodía, una de las acep-
ciones que la RAE otorga a este término.
35. GDLI, II, p. 377.
36. Se sigue aquí el uso de una voz culta del original, «paululo», del lat. paulûlus (y paullulus),
dimin. de paulus (y paullus), afín a paucus y a pauper. GDLI, XII, p. 863.
37. Es posible que, cuando antes decía que se dirigía al camino de la hostería, ya hubiera esta-
do allí. Por eso ahora dice que regresa, siendo esta la segunda vez que va a la hostería en el día.
38. Juego similar al Backgamon.
39. Ubicada a aproximadamente cinco kilómetros.
40. Aquí entendemos el uso de «sorte» (GDLI, XIX, p. 507) como sinónimo de «Fortuna».
41. Véase Inglese, p. 198 n. 37, y cómo se repite la idea de que «cuanto peor mejor», que apa-
recerá, planteada de un modo diverso, por ejemplo, en Il principe, vi y xxvi. Véase A. Capata,
«Occasione», EM, II, pp. 241-244.
42. Estando cerca del invierno, probablemente esto suceda sobre las 17 h.
43. Contrariamente a quienes sostienen que aquí el texto presenta una fractura, ahora el mo-
mento positivo, antes el negativo (de hecho tanto para ir a la hostería como para acercarse a los
hombres de la antigüedad usará el mismo verbo: transferire), creo que es mucho más evidente, te-
niendo en cuenta la obra maquiaveliana en conjunto, que se trata de dos momentos complemen-
tarios: dos objetos distintos pero la misma metodología. Sí es cierto, y no debería esto suponer
necesariamente contradicción alguna, que hay un cambio de estilo lingüístico evidente. En cualquier
caso, el saber maquiaveliano parecía postular la complementariedad entre la poesía (menor) y la
lectura e interpretación política de la historia. Entre, precisamente, los «luoghi alti» y los «luoghi
bassi» (cfr. Il principe, dedica, 5).
72 William J. Connell

80 recibido amablemente por ellos, me deleito con ese alimento que solum es mío,
y para el que yo he nacido.44 Y una vez allí no me avergüenzo de hablar con ellos y
preguntarles por las razones de sus acciones. Ellos por su humanidad me respon-
den, y durante cuatro horas nada me distrae, me olvido de todos mis proble-
mas, no temo a la pobreza, no me angustia la muerte, todo mi ser está45 con ellos.
85 Y como bien dice Dante que no es posible conocer algo sin recordar
lo que se ha aprendido,46 he anotado las cuestiones más importantes que
he ido aprendiendo en esas conversaciones y he compuesto el opúsculo de
principatibus,47 donde desarrollo con toda la precisión de la que soy capaz este
tema, exponiendo qué es un principado, de cuántas clases son, cómo se ins-
90 tauran, cómo se mantienen y por qué causa se pierden.48 Y si alguna vez le ha
gustado alguna de mis extravagancias,49 esta no debería disgustarle, y con mu-
cha más razón, por cierto, debería ser apreciada por un príncipe, sobre todo
si es un príncipe nuevo. Es por eso por lo que yo se lo dedicaré a su Excelen-
cia Giuliano.50 Y si bien todavía debo completarlo y corregirlo, Philippo Ca-
95 savecchia, que ya lo ha leído, podrá contarle más detalles sobre el texto y sobre
todo lo que hemos debatido acerca de él.51
Quiere usted, excelentísimo embajador, que yo deje esta vida y co-
mience a disfrutar de la vuestra a su lado. Y así será tarde o temprano, pero
ahora debo ocuparme de algunos asuntos que espero poder resolver en 6 se-
100 manas.52 Cierto es que me preocupa que los Soderini53 estén en Roma, pues

44. Cfr. Paradiso, v, 37 ss. Véase, aquí, n. 49.


45. GDLI, XXI, p. 215.
46. Dante, Paradiso, v, 41-42: «Apri la mente a quel che io ti paleso / e fermalvi entro. Chè non
fa scienza, / sanza lo ritenere, avere inteso».
47. Literalmente Sobre los principados. La primera mención a la obra, o parte de la obra, que
será publicada en 1532. Véase, por ejemplo, Bausi, Machiavelli, Roma, Salerno, cap. 6.
48. Cfr. Inglese, p. 199 n. 47, y Forte, p. 219 n. 19.
49. Nótese que Maquiavelo define la obra que le presenta a Vettori como un «ghiribizo». Véase
Bausi, Maquiavelo, Valencia, PUV, 2015, p. 12, n. 25.
50. Giuliano di Lorenzo de’ Medici, duque de Nemours (1479-1516). Cfr. Inglese, p. 200 n. 49.
51. Cfr. Forte (2007, p. 210 n. 20 y 21). El orden de los dos párrafos siguientes parece invertido.
Parecería más lógico que el texto continuara en la línea 111.
52. No se conocen pruebas hasta la fecha que puedan identificar la naturaleza y el alcance de
estas «faccende». Cfr. Connell, «Dating The Prince, Beginnings and Endings», The Review of Poli-
tics, 75, 2013, pp. 497-514.
53. Se refiere al ex gonfaloniere di giustizia, Piero Soderini, y a su hermano Francesco, represen-
tantes del régimen que los Medici habían derrocado y con quienes N. M. había mantenido estre-
chos vínculos políticos hasta hacía menos de dos años. Véase A. Severi, «Soderini, Piero di Tomma-
so», EM, II, pp. 543-547.
La carta de Maquiavelo a Vettori 73

si viajo me vería obligado a reunime con ellos. Y temo que entonces al volver
a Florencia en lugar de desmontar en mi casa, termine desmontando en el
Bargiello.54 Porque si bien el actual régimen tiene fundamentos muy sólidos
105 y goza de una gran estabilidad, aún es nuevo y por esta misma razón muy
desconfiado. Y por cierto no faltan obsecuentes, como Pagolo Bertini,55 que
con tal de que se reconozca su lealtad serían capaces de invitar a comer a todo
dios y dejarme la cuenta a mí.56 Le ruego me garantice que no tengo nada que
temer y entonces, después de resolver los asuntos que antes le he menciona-
110 do, acudiré sin falta a encontrarme con usted.
Hemos estado discutiendo con Filippo si era mejor entregar mi opúscu-
lo o no, y si en el caso de que fuera mejor hacerlo, si era más conveniente
que lo llevara yo mismo en persona o que se lo enviara a usted. Dudaba en
entregarlo al pensar que quizá Giuliano ni siquiera llegara a leerlo y que fue-
115 ra en cambio Ardinghelli57 quien se aprovechara de este último esfuerzo mío.
A entregarlo, por el contrario, me animaba tanto la necesidad que me apre-
mia, pues me estoy consumiendo y si sigo así mucho tiempo más llegaré a ser
tan pobre que me volveré despreciable,58 cuanto las ganas que tengo de servir
de una vez por todas a los señores Medici, aunque al principio tan solo me
120 pidan que haga rodar una piedra,59 puesto que si después de eso no consigo
que confíen en mí la culpa sería solo mía. Porque en cuanto lean mi opúscu-
lo se darán cuenta de que los quince años que me he pasado reflexionando
sobre política,60 no los he pasado ni durmiendo ni jugando. Y por cierto nadie
debería dejar escapar la oportunidad de contar con los servicios de un hom-
125 bre experimentado cuya formación han pagado otros. Además, de mi lealtad
no debería haber ninguna duda, porque habiendo sido siempre leal no deja-

54. En tanto que el Bargello era la autoridad policial, y entonces su misma dependencia la cárcel
de la ciudad, Maquiavelo se refiere a que podría ser arrestado. Nótese como Maquiavelo le dice
(le asegura indirectamente) a su interlocutor mediceo que él no desea tener ningún vínculo con el
antiguo régimen y menos, claro está, ningún problema con los Medici.
55. Se trataría de Bartolomeo di Pagolo Bertini da Pescia.
56. Véase Arocena, p. 119 n. 19. La idea sería que esta clase de personajes serían capaces de meter
en problemas a otra persona, en este caso a Maquiavelo, dejando que luego el perjudicado tuviera que
arreglárselas por su cuenta. Agradezco a F. Bausi su ayuda para esclarecer este pasaje.
57. Véase Inglese, p. 200 n. 63. Cfr. L. Bertoni Argentini, «Ardinghelli, Pietro», EM, I, pp. 76-78.
58. «per la povertà contennendo». Topos clásico, cfr. Juvenal, iii, 153, y Plauto, Stichus, vv. 176-177.
59. Cfr. Inglese, p. 201 n. 66. Forte, p. 211 n. 25.
60. Nótese que en el texto de la carta, finalmente, no hay una distinción tajante entre pensar
la política y actuar políticamente. Maquiavelo se presentaría como quien compone un texto sobre la
política como resultado tanto de su experiencia como funcionario de gobierno cuanto de su estu-
dio la historia política.
74 William J. Connell

ré de serlo ahora. De hecho, quien ha sido leal y honesto durante 43 años,


que son los que yo tengo ahora,61 ya no puede cambiar su naturaleza. Y la
mejor prueba de mi lealtad y mi honestidad es sin duda la pobreza en la que
130 vivo. Desearía, por tanto, conocer su opinión sobre todo esto. A usted me
encomiendo.62 Que siga bien. Día x de diciembre de 1513.

Niccolò Machiavelli. En Florencia.

61. Si bien no sería imposible suponer que Ricci cometiera un error o que el mismo Maquia-
velo se equivocara al dar a conocer su edad (como afirman la mayoría de los críticos y/o traducto-
res), teniendo en cuenta la convivencia, no siempre fácil, de tres calendarios en la Florencia de la
época, lo más lógico es suponer que nacido el 4 de mayo de 1469, Maquiavelo, según el calendario
pisano, el 10 de diciembre de 1513 tuviera, como bien dice, precisamente 43 años.
62. No sería esta una mera fórmula epistolar conclusiva. Es plausible suponer que Maquiave-
lo cuando redactaba la carta asumiera que una parte importante de su futuro laboral dependía de lo
que pudiera hacer Vettori.

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