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El precio de un producto es una parte fundamental de la estrategia de marketing.


Hay que tener en cuenta que el precio de lo que vendemos es una de las maneras
de mostrarnos al público. Son muchos los factores, tanto internos como externos,
que influyen en él y, por ello, hay que conocerlos para saber cómo establecerlo
correctamente.

La demanda que pueda tener un producto es, según Suárez, el principal factor que
influye en su precio final. Esto se debe a lo que se conoce en marketing como
la función de demanda, en la que se compara la evolución de las unidades
compradas en un periodo de tiempo según los precios marcados. Lo más natural
es encontrar una relación en la que a mayor precio menor demanda. No
obstante, no siempre es así.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta para fijar el coste final de un producto
es la sensibilidad del precio, entendida como la capacidad que tiene un elemento
de afectar al precio mediante cambios en la demanda. Por lo que el precio como
tal no es el foco de atención, sino el resultado de una situación de mercado a la
que un comercio debe adaptarse para seguir siendo competitivo.
Teniendo en cuenta ambos conceptos, el trabajador por cuenta propia podrá
identificar dos tipos de factores: internos y externos. Los factores internos son
aquellos que afectan al producto antes de fijar el precio. En este sentido,
el autónomo debe tomar las decisiones sobre la estrategia que quiere llevar a
cabo con su producto. Hay que tenerlos en cuenta para que el precio del artículo o
servicio en cuestión vaya acorde a los intereses y objetivos del negocio. Fernando
Gaspar y Luisa Artemisa Pérez, expertos en administración y finanzas, señalan
una serie de decisiones sobre la estrategia a tener en cuenta para fijar el precio:
Maximizar el beneficio a corto y largo plazo.
Obtener un determinado rendimiento de la inversión.
Mantener o mejorar la participación en el mercado.
Impedir la entrada de competidores.
Liderar la calidad del producto.
Buscar la estabilidad de precios.
Buscar solo rendimientos de supervivencia.
Recuperar la inversión.
Crear o mantener la imagen del negocio y el producto.
Asimismo, el autónomo cuando fija el precio de un producto debe por un lado
enfrentarse a las reacciones que éstos puedan suscitar en sus clientes. Y por otro
lado, a las expectativas a las expectativas de otros actores:
Competidores.
Intermediarios.
Proveedores.
Acreedores.
Organizaciones de consumidores y usuarios.
A la hora de fijar un precio, también hay que tener en cuenta los factores
externos que son los que afectan al precio final de un producto:
- Mercado y demanda
Los costes determinan el límite inferior de los precios, mientras que el mercado y
la demanda hacen lo mismo con el límite superior. Los consumidores equiparan el
precio de un producto con los beneficios de poseerlo. Por este motivo, antes de
fijar los precios, los autónomos deben conocer la relación del público con su
producto. Aquí pueden darse cuatro situaciones:
Competencia pura
Competencia monopólica
Competencia oligopólica
Monopolio puro
- Percepción del precio y el valor por parte de los consumidores
Lo importante es entender que al final es el consumidor el que decide si un precio
es adecuado. En este sentido, al fijar los precios, el autónomo debe tomar en
consideración la manera en que el consumidor lo percibe y como estas
percepciones influyen en la decisión de compra del consumidor.
- Análisis de la relación precio-demanda
Las diferencias de precio implican diferentes niveles de demanda. Por lo natural,
demanda y precio están en relación inversa, es decir, mientras más alto el precio,
menor la demanda. Por ende, un negocio venderá menos si incrementa su precio.
Es decir, los consumidores cuyo presupuesto es limitado, probablemente
compraran menos cantidad de un producto cuyo precio sea demasiado alto.
- Elasticidad del precio de la demanda
Los compradores reciben con interés los precios altos cuando el producto es único
o cuando es de gran calidad, tiene prestigio o exclusividad. También cuando es
difícil encontrar un sustituto o no hay otro cuya calidad sea comparable.
- Precios y ofertas de los competidores
Una vez que conocemos los precios de la competencia y los productos que
ofrecen, podemos utilizar esta información como punto de partida para fijar los
precios. Si un producto es similar a otro su precio debe ser parecido, si no
perderemos ventas. Si no es mejor que el de la competencia, tendremos que
reducir el precio. Si el producto es mejor, podremos ponerle un precio más
elevado. 

Inflación
Aumento general de los precios.
En una economía de mercado los precios de los bienes y de los servicios están
sujetos a cambios. Algunos aumentan y otros disminuyen. Existe inflación cuando
se produce un aumento general de los precios, no solo de artículos individuales,
que da como resultado que por cada euro puedan adquirirse hoy menos bienes y
servicios que ayer. Es decir, la inflación reduce el valor de la moneda con el
tiempo. Algunas variaciones de precios son más importantes que otras
En el cálculo del aumento medio de los precios, algunos artículos en los que se
gasta más —como la electricidad— tienen un peso mayor que otros en los que se
gasta menos —como el azúcar o los sellos—.
Cada persona compra cosas distintas
Las familias tienen hábitos de consumo distintos: algunas disponen de automóvil y
comen carne, y otras solo viajan en transporte público y son vegetarianas. Los
hábitos de consumo medios del conjunto de las familias determinan el peso de los
distintos bienes y servicios en el cálculo de la inflación.
Para calcular la inflación se tienen en cuenta todos los bienes y servicios que
consumen las familias, incluidos:
artículos de consumo diario (como alimentos, periódico o gasolina)
bienes de consumo duradero (como prendas de vestir, ordenadores o lavadoras)
servicios (como peluquería, seguros o alquiler de vivienda)
Compara el precio de la cesta de la compra a lo largo de los años
La cesta de la compra representa todos los bienes y servicios que consumen las
familias durante un año. Cada uno tiene un precio, que puede variar a lo largo del
tiempo. La tasa de inflación interanual se calcula comparando el precio de la cesta
en un determinado mes con el precio de esa misma cesta el mismo mes del año
anterior.

Recesión.

Se entiende por recesión una caída significativa de la actividad económica que


acontece en el conjunto de la economía y para un número suficiente de meses, y
que se resulta visible en términos de producción, empleo, renta real, y otros
indicadores. La recesión comienza cuando la economía alcanza su máximo y
termina cuando alcanza su mínimo. Entre el mínimo y el máximo, la economía se
halla en expansión.

Síntomas de una recesión


- Aumento del desempleo, ante la incapacidad de generar nuevos empleos porque
no hay crecimiento; en el caso de un crecimiento negativo, aumentan los
despidos.
- Disminución del consumo, ya sea por el aumento de precios (inflación), o por la
disminución de la capacidad de consumo (menos dinero, mayores tasas de interés
en créditos, etc).
- Aumento en la cartera vencida de los créditos, provocada por la falta de
capacidad de pago de los deudores, que a su vez es provocada por la inflación y
el aumento en tasas de interés.
- Disminución del PIB, ya que disminuye el consumo.
- Aumento de inventarios, sobre todo en la industria manufacturera.
Diferencia entre recesión y depresión
Tradicionalmente, la distinción entre depresión y recesión se ha establecido en
función de la diferente duración e intensidad de cada una. De acuerdo con ello,
una recesión pasaba a ser depresión cuando la caída del PIB real superaba el
10%, o cuando ésta se prolongaba durante más de tres años. La Gran Depresión
entre el 1929 y el 1933 se acomoda a esta definición por ambos criterios.
Sin embargo, algunos economistas apuntan en la actualidad que las diferencias
entre ambas son más complejas, y tienen que ver también con sus causas. De
acuerdo con ello, una recesión no surge a consecuencia de burbujas crediticias,
pinchazos en activos sobrevalorados, contracciones severas de crédito y caídas
generalizadas de los precios, que son características de las depresiones.
Una implicación fundamental de esta distinción es que las respuestas son
diferentes. Una recesión ocasionada por una política monetaria severa puede ser
sensiblemente aliviada disminuyendo los tipos de interés, pero la política fiscal
será menos efectiva. Por el contrario, una depresión originada por deflación, falta
de crédito y pinchazos de burbujas, no podrá ser restaurada por cambios en la
orientación de la política monetaria, mientras que la política fiscal será más útil.

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