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Doña Ubenza y sus ovejas.

Cuentan mis abuelos que hace mucho mucho tiempo en unas montañas muy altas,
rocosas y llenas de colores tantos como el arcoíris vivía una señora encorvada y ya
canosa que esperaba ya el final de sus días pero Alegre, carismática y amorosa
acompañada de sus tres ovejitas con nombres muy particulares Valentía, Fuerza y
Cobardía a las cuales quería como a nada en este mundo pues eran su única
compañía , sus días pasaban en medio de la tranquilidad recorriendo las montañas
de arriba abajo hasta llegar a la cima y luego retornar a su ranchito siempre por el
mismo camino y con la misma compañía.
No todos los días eran iguales pues unos eran alegres como la música y otros un
poco tristes como la lluvia pero lo que nunca le faltaba en su rostro era una gran
sonrisa ya que en sus caminatas era seguida por sus tres ovejitas que brincaban al
compás de su canto y el redoble de su tambor, que en aquellos días donde el viento
soplaba y resoplaba tocaba más y más fuerte para ahuyentarlo y así evitar que
opacara los brincos de sus ovejitas que tanta alegría le brindaban con su vaivén ya
que esto la hacía olvidarse por completo en aquel momento que se volvía puro y
mágico de su soledad.
Durante sus largos viajes de ida y vuelta un día libro una batalla heroica con aquel
viento que ni por más fuerte que tocara su tambor y entonara su canto dejaba de
resoplar chiflándole al oído como si quisiera que no caminara más por los valles de
aquella montaña , el viento estaba tan enojado que los colores de la montaña se
opacaron, las piedras saltaban y caían como si tuvieran vida propia, las huellas se
borraban del camino, la voz de doña Ubenza aguda y tierna casi no se podía
escuchar y sus ovejitas que de lo blancas parecían fantasmas temblaban de miedo
como nunca antes lo habían hecho tanto así que valentía y fuerza dieron brincos
hacia atrás como intentando retroceder mientras que Cobardía por más inesperado
que parezca salto delante de doña Ubenza quizás con la esperanza de convencerla
que se devolvieran pues era algo único nunca antes visto.

Entre más fuerte era el viento más fuerte cantaba y crecían sus ganas de caminar
pues ya estaba a punto de llegar a la cima desde donde le gustaba apreciar la
grandeza de la naturaleza y disfrutar del silencio que le calmaba su dolor de
encontrarse tan sola en esta gran montaña por lo que sus ovejitas no tuvieron más
remedio que seguir acompañándola, pues ni por más que el viento pareciese ganarle
la batalla ella quería retroceder, no le importaba que la neblina la acompañara ya
que el frio exterior no podía ganarle al calor de su corazón que la tenía aferrada a
continuar, se convirtió en toda una heroína que su ruana transformo en capa, su
tambor en espada y su voz en escudo eso si antes se persigno porque aunque no
sabía que había mas allá de la muerte que tanto esperaba no quería ir a parar a un
lugar sombrío y temeroso junto con sus ovejitas pues eso sí que le aterraba.
Ya preparada de su ruana, su tambor, su voz, su valentía y sus tres ovejitas continuo
su camino cantando cada vez más alto tanto que sus ovejas ya no temblaban por el
frio del viento si no por el rechinar de su voz, pero eran tan fieles que la
acompañaban sin parar, entre su voz y su tambor el sonido fue tan enérgico e
intenso que el viento entendió que había perdido aquella batalla.
Poco a poco y muy lentamente empezó a ir cediendo y dejar de resoplar, la neblina
ya no se veía a lo lejos del camino, las piedras ya no saltaban y sus huellas
nuevamente se podían ver en el camino, las ovejitas recuperaron la compostura y
volvieron a brincar con firmeza. Ya faltaba tan poco para llegar a la cima desde
donde se podían ver hasta las nubes mas altas, el sol resplandeciente y los mágicos
colores de todo aquello que rodeaba la montaña.
Caminaron solo unos pasos más y al llegar allí pudo doña Ubenza acompañada de
sus tres ovejitas recibir la mayor de las recompensas se encontraron con el paisaje
más hermoso que jamás nadie se allá imaginado acompañado de un gran arcoíris
gigante que rodeaba toda la montaña era tal la inmensidad de lo que veía doña
Ubenza que pudo olvidar su dolor completo y ser muy muy feliz hasta el final de
sus dias.

FIN

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