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APUNTES Y CRÓNICAS ARTES Y MEDIOS GALERÍA LITERATURA

PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN POLÍTICA Y SOCIEDAD

La experiencia estética de SÍGUENOS


la nota roja
Los orígenes del periodismo !"
sensacionalista en México
Por Fernanda Melchor el 10 diciembre, 2012 RECIENTES

La lectura del género periodístico denominado nota roja produce Roger


un efecto en la sensibilidad de quien la experimenta, y este efecto Bartra, de
está estrechamente ligado al tipo de imagen que acompaña al melancólicos
y salvajes
relato de sucesos criminales o fatídicos. El objetivo de este
noviembre
artículo es mostrar algunas reflexiones en torno a la experiencia 30, 2019
de la nota roja en el México prerrevolucionario, caracterizada por
representar eventos reales a través de una combinación de Andrés
imagen figurativa (grabado) y narración sensacionalista. Caicedo es
pólvora en
las venas
La nota roja del Porfiriato tardío es aún una experiencia estética,
noviembre
pues moviliza procesos imaginativos e ilusorios en el lector. 30, 2019
Conforme avanza el siglo XX, una nueva experiencia se agregará al
menú de la sensibilidad de los lectores de nota roja, narrada con La vida
igual sensacionalismo pero ahora ilustrada por imágenes después de
fotográficas, es decir, con registros de la realidad. La nota roja, la muerte
noviembre
ahora aparejada con la imagen fotográfica indicial, renunciará al
30, 2019
filtro purificador de la representación figuracional para alcanzar su
vocación original, la espectacularidad. Arquitectura
para
parirse a sí
La nota roja: violencia y mismo
sensacionalismo noviembre
30, 2019

Por nota roja nos referimos al género periodístico por medio del
cual se dan a conocer públicamente hechos relacionados con algún La Biblia
de un
tipo de violencia. Para Lara Klahr [Nota roja, p. 53] se trata de “un
santo
conjunto de acontecimientos sociales que vulneran las normas depravado
penales”, una etiqueta que los periodistas utilizan para consignar noviembre
actos de distinta naturaleza: delictivos (un asesinato), incidentales 21, 2019

(un accidente aéreo) o incluso “naturales” (un siniestro).


Minerva
Formalmente, la nota roja se caracteriza por presentar Margarita
Villarreal
encabezados impactantes, con tintes de exageración y melodrama,
(1957–
y un diseño simple con colores llamativos. Esta última característica, 2019)
eminentemente sensorial, está ligada al origen del término. La nota noviembre
roja, refiere Irma Lombardo [De la opinión a la noticia, p. 88], sería 21, 2019

llamada así a partir de 1889, cuando, como cuenta la leyenda, un


diario de Guadalajara hizo circular por la ciudad ejemplares Contra los
anti–
marcados con la mano empapada en tinta roja de un empleado de la
Marvel
imprenta para provocar horror sobre una noticia que hablaba de un noviembre
asesinato. Otra hipótesis señala que este apelativo —nota roja— 21, 2019
podría deberse “al sello rojo que el Tribunal del Santo Oficio
imponía sobre sus sentencias” [Nota roja, p. 52]. La
rebelión
de los
Otro sinónimo de nota roja es el término “prensa sensacionalista”.
chinos
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el contra el
sensacionalismo es “la tendencia a producir sensación, emoción o Boleo
impresión con noticias o sucesos”, lo que habla de la reacción noviembre
17, 2019
emocional que se establece entre este tipo de publicaciones y su
público: la prensa sensacionalista (y no sólo el género denominado
Michel
nota roja) busca activamente, como señala Grijelmo, “la sorpresa, el
Foucault y
susto, la apelación constante al lector, y concibe el periódico como
el ethos
un espectáculo cuyo fin principal consiste en divertir o entretener”. filosófico
La expansión de este tipo de periodismo a finales del siglo XIX en noviembre
16, 2019
Estados Unidos motivó la aparición de un tercer término asociado,
el de “prensa amarillista”: “aquella propagadora de noticias
A través de
sensacionalistas, concebidas para atraer la atención
la niebla
escandalizando” [El estilo del periodista, p. 533].
noviembre
16, 2019
Pero no es éste el lugar para profundizar en definiciones sobre la
nota roja. Basta con retener dos características que serán útiles en ¿Por qué
el desarrollo de este artículo: la presentación de información sobre quieren
hechos violentos (causados por el hombre o la naturaleza) y su otro
presidente?
carácter productor de sensaciones.
noviembre
11, 2019
La nota roja en México
¿Es AMLO
Tampoco nos ocuparemos de los antecedentes de la nota roja en de
México —que algunos autores remontan a los tecpúyutl, antiguos izquierda?
noviembre
pregoneros de la nobleza azteca o a la “literatura de cordel” de la
10, 2019
España del siglo XVI, o a los edictos y comunicaciones oficiales que
el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición difundía en calles y
Los
plazas— sino en el giro de la prensa mexicana hacia el orígenes
sensacionalismo, probablemente por influencia de la prensa de San
industrial estadounidense. Esto sucede en las últimas décadas del Luis
noviembre
siglo XIX y queda plasmado de forma literal en la declaración de
10, 2019
Rafael Reyes Espíndola, al poner en marcha El Imparcial en 1896:

Marcel
La prensa ya no tiene esa misión casi divina, doctrinaria y
sagrada, que la obligaba a tomar la entonación magistral y la
Schwob de
frase altisonante y pomposa para el asunto más baladí […] Para cabecera
nosotros, el periodismo es una especialidad como cualquiera. Si noviembre
es verdad que debe tener fines instructivos, pero lo esencial es 10, 2019
saciar la curiosidad que tenemos de saberlo todo, hasta lo que
nada nos importa. Pretender llenar el primer requisito, esto es,
La farsa de
hacer un periódico doctrinario, sin dar preferencia a la
la
información sensacional, es estrellarse en la indiferencia del
ideología
público. El reportero es el cazador que recoge y lanza la noticia
de género
aún fresca, cuando el suceso es palpitante. Ya no se le pide un
noviembre 2,
estilo de maestro, sino buenos pies, un ojo avisado e
2019
investigador [El Imparcial, 6 de marzo de 1896].
Al dar preferencia a la información sensacional, a la información Un
atormentado
que provoca en el público emociones y sensaciones, las
corazón
publicaciones de esta primera nota roja mexicana hacen uso de dos
noviembre 2,
recursos: la narración dramatizada que abunda en descripciones 2019
minuciosas —morbosa, incluso— del suceso sangriento
acompañado de la imagen figuracional —el grabado—, medio que Rius versus
resulta en esta época lo más cercano a la mirada de ese “ojo avisado” el
del que habla Reyes Espíndola, ante la imposibilidad técnica de monstruo
imperialista
reproducir imágenes fotográficas. El Imparcial, huelga decirlo, será
noviembre 2,
el primer periódico mexicano que incluirá fotografías en sus 2019
páginas, alrededor del año 1900.

Lo que al
Así, la experiencia Por medio figuracional se entiende un corazón
de la nota roja sucede
producto mental que el artista hace
producida a finales octubre 27,
del siglo XIX sensible. El creador de la imagen —el
2019
involucraría una grabador, en este caso— representa
mezcla de ilusión
estética (donde el una idea y la hace fenómeno: realiza
Seducir al
estímulo sensorial líneas, trazos y figuras sobre el papel seductor
estaría presente en o la placa metálica; líneas y trazos que octubre 27,
los grabados e
se convertirán en la representación 2019
ilustraciones) y de
imaginación de una idea. De esta manera, la
(contenidos Los quince
imagen figuracional es un objeto
mentales años de
proposicionales físico, un objeto de este mundo: un
Replicante
dados por la recorte de papel, una hoja de diario octubre 20,
narración y el
recuento de hecho que pasa de mano en mano. Pero su 2019
a través del contenido carece de continuidad con
lenguaje escrito), y el mundo: la configuración de la
en donde el BUSCAR
carácter representación proviene de la
imaginativo imaginación plástica del autor, de su
“fuerte” de la
capacidad para hacer sensible un
narración
dominaría por concepto.
encima del efecto
“débil” de la BUSCAR
El resultado de la representación
imagen.
figuracional de nota roja es la ilusión
de observar el crimen, el hecho funesto a través de un estímulo
sensorial. Esta es una idea que ha sido extensivamente tratada por
autores como Carrillo Canán y otros en el ensayo “La tensión entre
los nuevos medios y la narratología” [revista Límite, vol. 7, no. 25],
trabajo en el que este grupo de investigación hace una distinción
entre el proceso de imaginación estética (propio de la literatura) y la
ilusión estética (propia de las artes figuracionales como pintura y
escultura). La diferencia entre ambos procesos estéticos tiene que
ver con el medio que se emplea, pues para estos autores, al igual
que para McLuhan, “el medio es el mensaje”; es decir, el medio es el
que configura la sensibilidad del público, no su contenido. La lectura
de signos produce contenidos mentales (imaginamos lo que leemos)
mientras que la lectura de imágenes figurativas (pintura, grabado,
escultura) produce ilusiones (no imaginamos sino que producimos
contenidos mentales basados en estímulos sensoriales).

Así, la experiencia de la nota roja producida a finales del siglo XIX


involucraría una mezcla de ilusión estética (donde el estímulo
sensorial estaría presente en los grabados e ilustraciones) y de
imaginación (contenidos mentales proposicionales dados por la
narración y el recuento de hecho a través del lenguaje escrito), y en
donde el carácter imaginativo “fuerte” de la narración dominaría
por encima del efecto “débil” de la imagen.

La imagen de nota roja y la


experiencia estética imaginativa

En junio de 1899 la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo publicó


una hoja suelta que los voceadores vendían en las calles al grito de:
“¡Sensacional y terrible noticia! ¡Una señorita que se arroja desde la
torre de la catedral!”.
Dejemos que sea el propio documento el que nos narre el suceso
que conmocionó a la sociedad capitalina de finales del siglo XIX, al
grado de que prácticamente todos los periódicos de la Ciudad de
México publicaron algo respecto a la noticia.

Una bella señorita huérfana que contaba con 20 años de edad


conocida con el nombre de Sofía Ahumada, vestida con gran
elegancia, subió a las torres de la catedral. […] Realmente no
sabemos lo que pretextaría la desventurada mujer para lograr
subir a aquella prominente altura, pero el caso fue que,
hallándose dicha Sofía en el segundo piso de la torre que mira al
Poniente, se arrojó hacia el suelo con extraordinario y veloz
impulso. En el acto y al escuchar el enorme ruido que produjera
al caer, agrupose infinidad de gente de todas las clases sociales
al lugar donde quedó la mencionada suicida. […] El aspecto que
presentaba la joven desdichada era pavoroso y horrible: los ojos
saltados completamente de sus órbitas o lugares, la mandíbula
o quijada inferior quedó fuera de la cavidad de la boca y el
cráneo enteramente deshecho y en fragmentos horripilantes.
Gran parte de la masa encefálica o sean los sesos, quedó
pendiente de la cornisa del primer piso de la torre, que fue
donde chocó el cuerpo fuertemente al venir dando vueltas en el
aire cual si fuera esquila o volantín. Multitud de gente deseosa
de contemplar el lugar de la terrible desgracia, se agrupa, se
apiña anhelante en el atrio de la catedral, comentando cada cual
el hecho a su manera y dando su opinión respecto al
acontecimiento que tanta y tanta sensación ha causado. […]
Todos hablan y comentan de la fatal muerte de la señorita
Ahumada, sin saber realmente la verdad de la causa de
semejante desgracia. De todas maneras, lo que sí es ciertísimo
es que el tal añito de 1899 se ha ido presentando desde su
principio de lo más feo que pueda haber. Ya se ve, como va a
tener lugar el fin del mundo, el día del Juicio Universal. Estos no
son mas que los preparativos. Suicidios a granel en esta culta
capital, temblores, mucho calor, excediendo al de otros años,
quemazones, pestes, homicidios, atentados contra la moral
nunca antes vistos… En fin, un sin número de calamidades que
escandalizan y hacen abrir la boca al más indiferente [Castro, p.
86].

Esta hoja suelta muestra este carácter ilusorio débil e imaginativo


fuerte que caracteriza la experiencia de la nota roja durante el
Porfiriato tardío:

a) Un carácter ilusorio débil

La imagen que acompaña al texto, un grabado atribuido a Posadas,


está ahí sólo para ilustrar al texto, para acompañarlo: su contenido
indicial es nulo.

A finales del siglo XIX la nota roja se acompaña regularmente de


este tipo de imágenes creadas por artistas como José Guadalupe
Posada, autor de numerosas ilustraciones de noticias criminales,
capaz, según Monsiváis, de convertir “los crímenes más notorios en
expresión artística y ve[r] en los hechos de sangre los cuentos de
hadas de la mayoría” [Los mil y un velorios, p. 18].

¿Pero por qué hablar de un carácter ilusorio débil? Porque el


grabado, al ser un dibujo, no puede sino ofrecer una mímesis pobre
de la realidad: las imágenes sobre el suicidio de Sofía Ahumada que
aparecen en distintos medios de comunicación son caricaturas
construidas bajo la ideología y la moral de la época.

La fiebre suicida. El Chisme (1 de junio de 1899).


Fuente: “Visita centenaria a la prensa de la Ciudad de México” (2008) p.
99.
Sofía Ahumada precipitándose desde el segundo cuerpo de la torre de
Catedral. El Imparcial (1 de junio de 1899). Fuente: “Visita centenaria a
la prensa de la Ciudad de México” (2008) México: UNAM, p. 130.

Nótese, por ejemplo, en las imágenes anteriores, cómo la


representación de la suicida en plena caída esquiva el hecho de que
la vestimenta de la joven Sofía, “un vaporoso traje de nanssouk
blanco”, como consigna un cronista de la época, seguramente se alzó
mostrando sus piernas y enaguas y quizás hasta algo más. En otras
representación del hecho la falda permanece cubriendo
púdicamente el cuerpo de la chica, hecho que difícilmente hubiera
ocurrido en la realidad.

La hoja suelta publicada también por Vanegas Arroyo para


consignar el crimen de María Antonia Rodríguez, quien asesinó a su
compadre al no condescender éste a “las relaciones de ilícita
amistad” que ella le proponía, es otro ejemplo de la forma irreal en
que el artista consigna el suceso.
¡Horrible asesinato! Acaecido en la ciudad de Túxpan el 10 del presente
mes y año, por María Antonia Rodríguez, que mató á su compadre por no
condescender á las relaciones de ilícita amistad, Imprenta A. Vanegas y
Arroyo (1910). Fuente: Mexican Popular Prints Collection, Center for
Southwest Research, Librería de la Universidad de Nuevo México (citado
por Kathryn Sloan en Runaway Daughters, Albuquerque: Universidad de
Nuevo México (2008).

En la imagen, el grabador no identificado representa el momento


del asesinato, cuando una despechada María Antonia Rodríguez
entierra repetidamente el cuchillo en el cuerpo de su compadre,
alentada por dos demonios, uno de los cuales incluso colabora
dirigiendo el arma asesina. Si la ilusión que proporciona el grabado
es débil se debe también a que el sensacionalismo —la tendencia a
producir emoción— se encuentra en las descripciones que el
anónimo narrador, supuestamente un testigo del hecho, nos hace
del “aspecto pavoroso y horrible de la joven”, y no en la imagen.

b) Un carácter imaginativo fuerte


El suicidio de Sofía Ahumada apareció, en forma de nota, columna o
comentario, en buena parte de los periódicos que recogieron la
noticia. Por lo menos diecinueve publicaciones de la Ciudad de
México (algunas en francés y en inglés) consignaron el hecho. Una
de ellas fue el periódico El Chisme: diario de la tarde joco-serio
ilustrado con noticias, que describe cómo:

Sofía había caído como a un metro y medio del ángulo de la


torre, precisamente debajo de un punto negro o lápida que
indica el lugar en donde estuvo colocado el Calendario Azteca
[…] Nada más horrible que el cadáver. Aquel semblante antes
agraciado, de perfiles traviesamente sugestivos, estaba
aplastado, contrahecho, deforme. A impulsos del choque, que
fue de lleno sobre la parte inferior derecha de la cara, los ojos se
le saltaron de sus órbitas, especialmente el izquierdo, que
pendía fuera, sujeto por el nervio óptico. La mandíbula inferior,
desquebrajada, salía fuera de la boca, y por la nariz, salía parte
de la masa encefálica, que se desprendía también por los oídos.
Una de las piernas, la izquierda, la tenía medio doblada y la
derecha, enteramente recta.

De la tremenda herida de la cara se escapaba gran cantidad de


sangre, que le manchaba las ropas [Castro, p. 95].

Ésta no se trata de una descripción objetiva del hecho, de una


simple relatoría de lo ocurrido. El lector experimenta el horror del
suicidio de Sofía a partir de la adjetivación profusa del estado en
que quedó su cuerpo, de la utilización de un lenguaje popular e
irracional que apela a las emociones del lector, la dramatización del
relato, la simplificación de la realidad y la presentación de ésta
como un hecho excepcional e individual, características que incluso
el periodismo de nota roja mantiene hasta nuestros días.

Otro ejemplo de la dramatización se encuentra en la hoja suelta,


también publicada por Vanegas Arroyo a principios del siglo XX, que
relata en a través de prosa y verso, los crímenes cometidos por
Guadalupe Bejarano, bautizada como “la Mujer Verdugo”.
Guadalupe Bejarano en las bartolinas de Belén. Careo entre la mujer
verdugo y su hijo, Imprenta de Vanegas Arroyo (s/f). Fuente: Mexican
Popular Prints Collection, Center for Southwest Research, Librería de la
Universidad de Nuevo México (citado por Kathryn Sloan en Runaway
Daughters, Albuquerque: Universidad de Nuevo México (2008).

Del lado de la ilusión se presenta una imagen caricaturizada de


Bejarano, acusada de torturar y dar muerte a una mocita a su cargo.
El artista presenta a la mujer con los atributos propios de las brujas
de los cuentos de hadas: vestidos oscuros, nariz prominente,
cabellos hirsutos, lechuzas, serpientes y calaveras, mientras que
muestra a Crecencia, la víctima, como un cuerpo anónimo quemado
por tizones. El grabado va acompañado de una narración en verso
que no sólo dramatiza el suceso sino que incluso presenta como
hechos las inferencias que el autor hace sobre la culpa y el
remordimiento de la homicida, inferencias que ya pertenecen al
ámbito de la especulación y la ficción:

Con una crueldad atroz/ la temible Bejarano/ ha cometido la


infame/ el crimen más inhumano./ A la inocente Crecencia/
martiriza de tal suerte/ que esta víctima inocente/ halló una
temprana muerte […]/ Iracunda martirizó/ aquellas carnes tan
tiernas/ con horribles quemaduras/ en los brazos y en las
piernas […]/ Cuantas veces en las noches/ verá su sueño
turbado/ por el recuerdo terrible/ de aquel crimen tan nefando
[…]/ Y allá entre la negra sombra/ de su oscuro calabozo/ de la
víctima inocente/ verá el espectro espantoso./ Y escuchará los
gemidos/ de aquel pecho acongojado/ y aquel llanto lastimero/
por el tormento arrancado./ Y esta aterradora imagen/ que
vivirá en su delirio/ será su justa expiación/ será su eterno
martirio [Imprenta Venegas y Arroyo, s/f].

La dramatización, la descontextualización, la simplificación y el uso


del lenguaje popular e irracional son estrategias que los periodistas
y escritores del siglo XIX emplean probablemente como una forma
de despertar el interés de los lectores y asegurar la venta de los
ejemplares entre un público que cada vez demanda una más
minuciosa descripción de los sucesos:

El gusto por lo sanguinario —entreveramiento del horror


inducido y el placer controlado— se vierte en relatos
pavorosos donde la Decencia Ultrajada (el reportero que se
espanta a nombre de la sociedad, las conversaciones sobre
el crimen de moda que hará las veces de parábolas)
combina espantos reales y maledicencias gozosas. Los
lectores imaginan los instantes climáticos —la víspera de
los velorios— cuando se derrumban los miedos al castigo,
el instinto monopoliza la escena y se deja venir la locura, la
codicia, el rencor, la pérdida de los sentidos, los celos, las
ganas de vengarse del mundo, la lujuria insaciable [Los mil
y un velorios, p. 22].

“Los lectores imaginan”: el peso del sensacionalismo recae en la


palabra escrita, en el acto de descifrar las palabras del reportero e
imaginar la escena, traducirla en contenidos mentales
proposicionales, que pueden estar acompañados o no de creencias
sobre la veracidad del asunto. La contemplación de la imagen es
marginal, o si acaso, complementaria.

Ésta será, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el carácter
de la experiencia de la nota roja: una ilusión estética débil
acompañada de una imaginación fuerte, de un carácter que se
debate entre la ficción (imaginación estética) y el simple relato de
hechos (imaginación simple). Este carácter se modificará
radicalmente gracias a la llegada a México de las innovaciones
técnicas que significaron la optimización del proceso fotográfico y la
posibilidad de imprimir imágenes fotográficas en periódicos. La
irrupción de estas tecnologías, aunada a profundos cambios en la
constitución social, económica y política de la sociedad mexicana
ocasionan una ruptura en la experimentación del discurso
periodístico de nota roja, que muta, de la experiencia imaginativa
centrada en el texto, a la experiencia de la imagen fotográfica.

La imagen de nota roja y la


experiencia fotográfica

La experiencia de mirar imágenes fotográficas en periódicos y en las


nacientes publicaciones especializadas en el recuento de crímenes
—reales y literarios— ya no será imaginativa. Se centrará casi
exclusivamente en la lectura de la “imagen técnica producida por
aparatos” [Flusser], y aunque en la práctica la fotografía aparezca
acompañada de un texto, será ahora éste el que esté bajo el influjo
de la foto.

La imagen fotográfica sería un tipo particular de imagen, en realidad


“una combinación de luz, espacio y tiempo” [Fontcuberta], un índice
de “carácter esencialmente objetivo” [Flusser]: la luz, al incidir sobre
una sustancia fotosensible significa un impacto, una marca de la
realidad, una huella de ella. Esta naturaleza objetiva de la imagen
fotográfica hace de su contemplación una experiencia muy distinta
de la que se realiza ante representaciones figurativas como el
dibujo, la pintura o el grabado. La mímesis, que para Aristóteles en
su Poética purifica las emociones a través de la catarsis, está ausente
en la foto y el espectador no tiene manera de sublimar su
experiencia. Señala Marzano al respecto:
En las imágenes de degollación y decapitación el espectador se
enfrenta a la consternación, puesto que la realidad de las
imágenes lo expone al vértigo de la crueldad más feroz. El que
mira no puede ni distanciar sus emociones ni esclarecer sus
juicios; el abismo provocado por la realidad de la violencia no se
ve contrarrestado por ningún filtro [La muerte como espectáculo,
p. 69].

La discusión en torno al estatuto estético de la nota roja que


presenta registro fotográfico de hechos sangrientos no puede
realizarse en este corto espacio y deberá ser el centro de otro
artículo. Sin embargo, es conveniente analizar dos formas bajo las
cuales ésta se presenta en los medios de comunicación posteriores
a la Revolución, dos tipos de experiencia de la nota roja que ya no
están asociadas a la imaginación sino a la ilusión fuerte —en el caso
de la nota roja de imagen fotográfica “dramatizada”— y a la
espectacularidad —en el caso de la nota roja de imagen fotográfica
indicial.

Antes de describir la primera se debe enfatizar el hecho de que la


antigua experiencia imaginativa de la nota roja no desaparece
completamente con la introducción de tecnología fotográfica en los
medios de comunicación; la encontramos, con visos cada vez más
realistas —como si intentara competir con el registro y el apetito de
realidad (la “obsesión de realismo” de la que habla el teórico
cinematográfico André Bazin) que éste despertara en el público—
especialmente en portadas y páginas centrales de las publicaciones
regulares de nota roja que comienzan a fundarse en la Ciudad de
México y en provincia en los años treinta y cuarenta del siglo XX.
Con grados de realismo acrecentados, las imágenes figuracionales
imitan al registro (véase imagen 6) y aparecen mezcladas con él
(véase imagen 7).
Contraportada y portada del semanario Detectives (1933), México, año
III, no. 143. Fuente: Jesse Lerner, The shock of modernity, p. 90-91.
Portada del semanario Nota roja (1952), México, no. 20. Fuente: Jesse
Lerner, The shock of modernity, p. 100.

La nota roja y la imagen fotográfica


“dramatizada”

Incluso haciendo uso de la fotografía, el carácter ilusorio de la


imagen de nota roja no se extingue por completo, al menos hasta la
primera mitad del siglo XX. Esto es patente en la utilización de la
imagen fotográfica, del registro, con fines narrativos y dramáticos,
tendencia que aparece a partir de los años veinte y consiste en la
producción y publicación de imágenes fotográficas que son
registros de dramatizaciones (véase imagen 8), no de sucesos
verdaderos; “reconstrucciones” de crímenes con fines judiciales o
meramente recreativos (véase imagen 9), registros de mímesis, es
decir, de escenificaciones.
Reconstrucción de un robo (s/f), no. de negativo: 74065,
Archivo Casasola, Fototeca Nacional. Fuente: Jesse Lerner,
The shock of modernity, p. 92.

En este sentido la nota roja de fotografía “dramatizada” es lo inverso


a la nota roja de imagen figurativa: en la primera, la fotografía
domina al texto, aunque ésta se trate de una ficción registrada ante
la cámara, y por lo tanto su experiencia está marcada por un
carácter ilusorio fuerte; en la segunda, expuesta en la primera parte
de este trabajo, la ilusión generada por el grabado es débil, pero el
proceso imaginativo lleva “la voz cantante” en la sensacionalización
de los hechos.
ortada del semanario Magazine de Policía (h. 1940), Año 5, no. 295.
Fuente: Jesse Lerner, The shock of modernity, p. 90-91.

No será sino hasta mediados del siglo XX cuando la imagen de nota


roja será exclusivamente indicial: reservará las experiencias
estéticas imaginarias e ilusorias de crímenes y sucesos funestos al
ámbito de la literatura y, en menor grado, del cine, y se concentrará
en ofrecer al público imágenes que producen un efecto en el ámbito
de lo espectacular.

El fotógrafo de nota roja de la segunda mitad del siglo XX movilizará


todas sus herramientas retóricas al servicio del reforzamiento de
esta espectacularidad, que ya no dependerá de una capacidad de
generar imaginación a través de conceptos, ni de generar ilusión a
través de la sensibilización de lo figuracional, sino de producir
conmoción, estremecer al público a través de la presentación del
horror de la realidad. ®

Bibliografía
Aguilar Martínez, Juan Pablo y Ángeles Eraña, “Los problemas
ontológicos y epistemológico en el fotoperiodismo. Veracidad y
objetividad”, en Ética, poética y prosaica. Ensayos sobre fotografía
documental México, Ireri de la Peña (comp.), México: Siglo XXI
Editores, 2008.

André Bazin, What is cinema?, vol. I, Hugh Gray (trad.), University of


California Press, 2005.

Castro, Miguel Ángel, “Visita centenaria a la prensa de la Ciudad de


México. El de los claveles dobles y Sofía Ahumada”, en Ni amor al
mundo ni piedad al cielo. El suicidio de Sofía Ahumada. Expediente de
Prensa y Literatura Mexicanas, México: UNAM/Coordinación de
Humanidades, 2008.

Carrillo Canán, Alberto J.L. et al., “La tensión entre los nuevos
medios y la narratología. El caso del cine”, en Límite, revista de
filosofía y psicología, 2012, vol. 7, no. 25, pp. 73-96.

Del Castillo, Alberto y Pablo Piccato, “Entre la moralización y el


sensacionalismo”, en Hábitos, normas y escándalos. Prensa,
criminalidad y drogas durante el Porfiriato tardío, Ricardo Pérez
Montfort (coord.), México: Ciesas/Plaza y Valdez, 1997.

Flusser, Vilém, Towards a philosophy of photography, Anthony


Matthews (trad.), Londres: Reaktion Books, 1983.

Fontcuberta, Joan (ed.), Estética fotográfica. Una selección de textos,


Barcelona: Gustavo Gili, 2010.

Grijelmo, Álex, El estilo del periodista, México: Taurus, 2003.

Lerner, Jesse, The shock of modernity. Crime photography in Mexico


City, México: Turner, 2007.

Lara Klahr, Marcos y Francesc Barata, Nota(n) roja. La vibrante


historia de un género y una nueva manera de informar, México: Debate,
2009.

Lombardo, Irma, De la opinión a la noticia, México: Kiosko, 1992.

Marzano, Michela, La muerte como espectáculo. La difusión de la


violencia en Internet y sus implicaciones éticas, Nuria Viver Barri
(trad.), México: Tusquets, 2010.

Monsiváis, Carlos, Los mil y un velorios. Crónica de la nota roja en


México, México: Debate, 2010.

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Publicado en: Diciembre 2012, Medios

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Eric Muniz de la Rosa • 6 years ago


Que contraste, mientras en los países del Primer Mundo
los diarios se venden por su calidad periodística, en
México, país de periodismo empírico, los lectores poco
sofisticados y desconocedores del verdadero
periodismo, compran los diarios específicamente para
leer de principio a fin la sección policiaca, sin saber que
eso no es periodismo. La amarillista como empírica
prensa mexicana inventó la nota roja para explotar la
morbosidad. En los países más civilizados los diarios
NO TIENEN sección de policía ni de sociales.
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