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DIEGO EUGENIO CORREDOR BELTRÁN

Magistrado ponente

AP4143-2021
Radicación N° 55489
Acta 239.

Bogotá, D.C., quince (15) de septiembre de dos mil


veintiuno (2021).

VISTOS

Se decide sobre la admisión de la demanda de casación


presentada por el defensor de JOSÉ DEL CARMEN BARRERA
CUTA contra la sentencia de segunda instancia proferida por
la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Santa Rosa de Viterbo el 28 de marzo de 2019, mediante la
cual confirmó la emitida por el Juzgado Promiscuo Municipal
de Funciones de Conocimiento de Belén (Boyacá), que
condenó al procesado como autor responsable del delito de
lesiones personales culposas.

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CUI 15693600021820120009601
Casación acusatorio No. 55489
JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA

HECHOS

De acuerdo con lo probado en las instancias, se tiene que


el día 26 de mayo de 2012, a eso de las seis de la mañana,
JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA, al mando del vehículo
de servicio público tipo buseta, de placas XID-628, afiliada a
la empresa «Cooperativa de Transporte Rápido Chicamocha»,
en la ruta que conduce al municipio de Belén de Soatá, en el
sitio conocido como Altos de Canuto, al exceder la velocidad y
ejercer maniobras que los distrajeron de la conducción, perdió
el control del vehículo ocasionando su volcamiento en la vía.
Como resultado del accidente resultaron lesionados los
siguientes pasajeros:

- Víctor Manuel Joya Velosa, incapacidad definitiva de 25


días sin secuelas.

- María del Jesús Guerrero Aparicio, incapacidad de 25


días con deformidad física permanente.

- María Inocencia Sandoval de Velandia, incapacidad


definitiva de 7 días sin secuelas.

- Blanca Yaneth Iveth Pinzón Fonseca, incapacidad


definitiva de 25 días con deformidad física de carácter
permanente en el rostro.

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Casación acusatorio No. 55489
JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA

- Ana Mariela Velandia Sandoval, incapacidad definitiva


de 20 días con secuelas físicas de carácter permanente.

- María Alejandra Rojas Pinzón, incapacidad definitiva de


20 días sin secuelas.

- Laura Natalia Lara Velandia, incapacidad definitiva de


15 días con deformidad física de carácter permanente en el
rostro.

ACTUACIÓN PROCESAL

1. El 14 de junio de 2016, ante el Juzgado Promiscuo


Municipal en Función de Control de Garantías de Tutazá, se
celebró audiencia preliminar en la que se formuló imputación
a JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA por la presunta
comisión del delito de lesiones personales culposas, cargos
frente a los que manifestó no allanarse.

2. La fiscalía presentó escrito de acusación y


correspondió el conocimiento de la actuación al Juzgado
Promiscuo Municipal con Funciones de Conocimiento de
Belén (Boy.).

3. Luego de formulada la acusación, en la cual se


atribuyó al implicado la autoría de las conductas punibles
que fueron objeto de imputación, la audiencia preparatoria se
surtió el 22 de noviembre de 2017.

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4. El juicio oral y público culminó el 1 de agosto de 2018;


allí se dio a conocer el sentido condenatorio del fallo.

5. Mediante sentencia de 28 de septiembre de 2018,


JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA fue condenado (i) a la
pena principal de 15 meses de prisión y multa de 9 s.m.m.l.v.,
en calidad de autor responsable del delito de lesiones
personales culposas –artículos 11, 112, inc. 1, 113, incisos 2
y 3, del C.P.-; (ii) a la sanción accesoria de inhabilitación para
el ejercicio de derechos y funciones públicas por término igual
al de la pena privativa de libertad años, (iii) la privación del
derecho a conducir vehículos automotores y motocicletas por
periodo de 15 meses y (iv) le fue concedida la suspensión
condicional de la ejecución de la pena previa prestación de
caución prendaria y suscripción de diligencia de compromiso.

6. Al desatar el recurso de apelación interpuesto por la


defensa, la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santa Rosa de Viterbo, mediante proveído de 28 de
marzo de 2019, confirmó integralmente lo decidido por el A
quo.

7. En contra del fallo de segundo grado el defensor del


implicado elevó recurso extraordinario de casación.

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Casación acusatorio No. 55489
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LA DEMANDA

Primer cargo

Sin elevar pretensión alguna, ni desarrollo


argumentativo respecto de la situación acaecida en el
presente evento, en este cargo de la demanda denominado:
«1) PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PENAL», se limitó el censor
a insertar el contenido del artículo 77 de la Ley 906 de 2004,
para luego referenciar la verificación del fenómeno
prescriptivo que esta Corporación hizo en otro asunto de
similar connotación fáctica, al cabo de lo cual agregó: «La
Formulación de imputación interrumpe los términos
prescriptivos, lo que da lugar a un nuevo plazo, equivalente a
la mitad del señalado en el artículo 83 del Código Penal que
en ningún caso es superior a los tres (3) años, pues lo (sic)
hechos, se reitera, ocurrieron el 26 de mayo de 2012.»

Segundo cargo

Con la mención de la «CAUSAL 3.», precisa el libelista


que los juzgadores desconocieron las reglas de producción y
apreciación de la prueba documental y testimonial allegada
a la actuación.

A partir de tal enunciado, luego de elevar


consideraciones genéricas respecto a los informes de

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accidentes de tránsito, entre ellas, su capacidad probatoria,


precisó que: «a través de la prueba denominada informe de
accidente y el testimonio de quien lo elaboró el señor JHON
ALEXANDER MONTENEGRO no puede allegar certeza sobre la
forma como obró el conductor del vehículo de placas XID 628
tal como lo indica el despacho…desvirtuando el principio de
presunción de inocencia.».

En el desarrollo del mismo cargo segundo, respecto de


lo que de manera superflua declararon algunos testigos,
precisó que los juzgadores los interpretaron y valoraron de
manera errónea, pues, de ellos no se «allega y soporta una
actuación imprudente, con impericia…», por parte del
acusado.

Al igual que en el cargo precedente, el censor no esboza


pretensión alguna.

Cargo tercero

Titulado como «AUSENCIA DE RESPONSABILIDAD:


Código Penal Artículo 32 del Código Penal-. Ausencia de
Responsabilidad:», hace alusión el censor al numeral «1. En
los eventos de caso fortuito y fuerza mayor.», enunciado a
partir del cual el casacionista señaló que las pruebas
allegadas a la actuación demuestran que el vehículo
conducido por el implicado tuvo volcamiento lateral por

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presentar la vía un peralte del 10%, lo que el implicado no


pudo evitar ni eludir.

Planteado así el cargo, tampoco elevó pretensión.

CONSIDERACIONES

De conformidad con lo previsto en el artículo 184 del


Código de Procedimiento Penal de 2004, la Corte examina la
demanda de casación interpuesta por la apoderado judicial
del procesado JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA, con el
objeto de determinar si es admisible o no, lo cual dependerá
del cumplimiento de los requisitos establecidos en el citado
estatuto, que se refieren, básicamente, a la existencia de
interés jurídico, al señalamiento de la causal de casación, al
desarrollo de los cargos de sustentación y a la necesidad del
fallo para cumplir algunas de las finalidades del recurso.

La demanda de casación, como reiteradamente lo ha


explicado esta Corporación, no representa un simple alegato
de instancia, ni tiene como finalidad ofrecer una nueva
oportunidad para que se contrapongan los argumentos de las
partes, a la motivación razonada de los falladores, a efectos de
obtener satisfacción a sus pretensiones.

Por su connotación de mecanismo extraordinario, el


recurso de casación implica para el demandante la carga

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procesal de fundamentar adecuadamente su postulación,


dentro de precisos requisitos que obedecen a principios lógicos
y jurídicos, en el entendido que a esta sede arriba el fallo
prevalido de una doble presunción de acierto y legalidad, solo
quebrantable a partir de la definición precisa y objetivamente
fundamentada, de que la sentencia comporta un yerro de tal
magnitud, que su manifestación en el proceso asoma
ostensible y tiene por sí misma la virtualidad de obligar la
revocatoria de lo decidido o, cuando menos, su modificación
trascendente.

No es posible, por lo anotado, acometer la crítica de lo


decidido por el Ad quem, a partir de particulares
apreciaciones, por demás interesadas, que en sí mismas no
verifican la materialidad de un yerro que por lo ostensible y
trascendente se asume de fácil determinación.

Además, en aplicación del principio de lealtad, al


demandante le es exigido presentar los cargos con plena
corrección fáctica, en el entendido que los hechos soporte de
lo discutido efectivamente corresponden a lo que contiene el
expediente y las decisiones tomadas al interior del mismo.

Conforme las pautas generales citadas, ninguno de los


reproches presentados por el demandante podrá ser atendido,
lo que necesariamente conducirá a la inadmisión de la
demanda, toda vez que carecen de suficiencia argumentativa,
así como de un sustento coherente y racional frente a los

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problemas jurídicos esbozados.

Cargo primero – Prescripción

Lo primero que emerge evidente en la muy precaria


argumentación que del cargo efectúa el recurrente, es la
indeterminación que en el mismo se contiene, dado que, sin
más, hizo referencia a la prescripción de la acción penal,
cuando lo correcto era haberlo propuesto al amparo de la
causal segunda de casación y postular el mismo con sujeción
a las exigencias de la causal primera, específicamente, por
falta de aplicación de las normas que regulan la extinción de
la potestad punitiva del Estado por el paso del tiempo.

Nada de lo anterior hizo el censor, lo que redunda en


inadmitir el cargo, en tanto, vulnera el principio de
suficiencia, a cuyo efecto lo postulado debe valerse a sí
mismo para verificar la ocurrencia del yerro y su
trascendencia, al paso que la Corte no puede suplir los
elementos básicos dejados de anotar por el impugnante dado
el carácter rogado del recurso extraordinario.

Como en concreto no se conoce en qué se funda la


prescripción solicitada por el casacionista, entre otras
razones, porque se trata de tres modalidades delictivas frente
al punible de lesiones personales culposas, que comportan
pena diferente, la Corte tiene que advertir que una vez
verificados los tiempos procesales y las normas que regulan

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la materia, no aprecia superados los términos de


investigación y juzgamiento, al extremo de obligar el remedio
esperado por el defensor del acusado.

En este sentido, importa destacar que las conductas


que reportan menor severidad punitiva, conforme fueron
atribuidas al acusado, corresponden a las lesiones que no
superaron los treinta días de incapacidad, las cuales, según
el artículo 112, inciso 1, del C.P., reportan una pena que
oscila entre 16 y 36 meses de prisión, que se disminuye de
las cuatro quintas a las tres cuartas partes, por tratarse de
un delito culposo, y arroja un guarismo de dos (2) meses,
doce (12), a nueve (9) meses de prisión, siendo, como se
conoce, el extremo máximo punitivo el que ha de
contemplarse para la determinación del límite prescriptivo
con sujeción a las directrices trazadas por el legislador,
conforme pasa a enseñarse.

En la Ley 906 de 2004 la acción penal prescribe en las


siguientes fases: (i) en el tiempo máximo del tipo penal, sin
que pueda ser menor de 5 ni mayor de 20 años, contados
desde la comisión del delito hasta la audiencia de
formulación de imputación, (ii) en la mitad de ese término,
sin que pueda ser inferior a 3 ni superior a 10 años (artículo
292), contados desde la formulación de imputación, (iii)
proferida la sentencia de segunda instancia se suspende el
lapso precedente, por un plazo de 5 años más lo que faltaba

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por descontar desde la imputación hasta el fallo de segundo


grado.

Definida la sanción en abstracto en el asunto que ocupa


la atención de la Sala, sin discutirse que los hechos tuvieron
ocurrencia el 26 de mayo de 2012, y que para la primera fase
de prescripción el término no podía ser inferior a cinco (5)
años, se tiene que ese primer lapso se interrumpió el 14 de
julio de 2016, cuando se llevó a cabo la audiencia de
formulación de imputación en contra de BARRERA CUTA; es
decir, previo a cumplirse el primer quinquenio. para los
efectos indicados.

Ahora bien, acorde con lo que viene de enseñarse,


teniendo en cuenta que en la segunda fase, luego de
formulada la imputación, el lapso prescriptivo no podía ser
inferior a tres (3) años, en esta actuación se tiene que la
sentencia de segundo nivel se profirió el 28 de marzo de
2019, es decir, previo a colmarse el término de prescripción
permitido.

Y en lo que corresponde a la última fase de


prescripción, es claro que el término no se ha superado,
pues, a partir de la fecha en que el Tribunal emitió el fallo de
segundo grado, no ha transcurrido siquiera un lapso de cinco
(5) años.

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Acorde con el análisis precedente, es de acotar que si


el fenómeno prescriptivo no operó en relación con las lesiones
personales imputadas al acusado en el artículo 112, inciso
1, del C.P., conforme viene de ilustrarse, resulta claro que
tampoco se configura respecto de las ilicitudes endilgadas a
BARRERA CUTA con sujeción a las modalidades delictivas
que para las lesiones personales contempla el artículo 113,
incisos 2 y 3, ibídem, pues, revisten mayor severidad
punitiva.

Se inadmitirá, entonces, de conformidad con lo anotado,


el primer cargo.

Segundo cargo – Desconocimiento de las reglas de


producción y apreciación de la prueba documental y
testimonial allegada a la actuación.

Teniendo en cuenta que el demandante plantea la


violación indirecta de la ley sustancial, le correspondía,
conforme a la postura invariable de la Corte, identificar con
claridad y exactitud el yerro, es decir, establecer si los
falladores cometieron un error de hecho al apreciar la
prueba, bien sea porque, pese a obrar en el diligenciamiento
no fue valorada (falso juicio de existencia por omisión); ya en
atención a que, sin figurar en la actuación se supuso su
presencia allí y la tuvieron en cuenta en su decisión (falso
juicio de existencia por suposición); ora porque al
considerarla, distorsionaron su contenido cercenándola,

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adicionándola o tergiversándola (falso juicio de identidad);


también, cuando sin incurrir en alguno de los yerros
referidos derivaron del medio probatorio deducciones
contrarias a los principios de la sana crítica, esto es, los
postulados de la lógica, las leyes de la ciencia o las reglas de
la experiencia (falso raciocinio).

O, en su defecto, indicar si se produjo un error de


derecho, en cuanto se negó a determinado medio probatorio
el valor conferido por la ley o le fue otorgado un mérito
diverso al atribuido legalmente (falso juicio de convicción), o
bien, porque los funcionarios al apreciar alguna prueba la
asumieron erradamente como legal aunque no satisfacía las
exigencias señaladas por el legislador para tener tal
condición, o la descartaron aduciendo de manera equivocada
su ilegalidad, pese a que se cumplieron cabalmente los
requisitos dispuestos en la ley para su práctica o aducción
(falso juicio de legalidad).

En el primer caso (falso juicio de existencia por omisión)


debía indicar la prueba no valorada, cuál es la información
objetivamente suministrada, el mérito demostrativo al que se
hace acreedora y cómo su estimación conjunta con el resto
de elementos del acervo probatorio conduce a derrumbar las
conclusiones del fallo censurado.

Si el propósito era alegar un falso juicio de existencia


por suposición, era de su resorte identificar el aparte

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declarado en el fallo, carente de soporte demostrativo en la


actuación, amén de precisar su injerencia en el sentido del
fallo, esto es, cómo al marginar una tal suposición, la
sentencia sería diversa y en todo caso beneficiosa a los
intereses de su procurado.

De otra parte, si el objetivo era invocar un falso juicio


de identidad, era su deber identificar, a través del cotejo
objetivo de lo dicho en el medio probatorio y lo asumido en el
fallo, el aparte omitido, añadido o tergiversado de la prueba,
los efectos producidos a partir de ello y, lo más importante,
cuál es la trascendencia del yerro en la parte resolutiva de la
sentencia atacada, tópico de improcedente demostración con
el simple planteamiento del criterio subjetivo del recurrente
sobre el medio de prueba cuya tergiversación denuncia, en
cuanto, es su obligación acreditar materialmente la
incidencia del yerro en la falta de aplicación o la aplicación
indebida de la ley sustancial en el fallo, esto es, señalar la
modificación sustancial de la sentencia atacada, con la
corrección del yerro y la debida valoración de la prueba en
conjunto con las demás.

A su vez, si el reclamo se encontraba dirigido a


denunciar un falso raciocinio, era su obligación establecer
qué dice concretamente el medio probatorio, qué se infirió de
él en la sentencia atacada, cuál fue el mérito persuasivo
otorgado, determinar el postulado lógico, la ley científica o la
máxima de experiencia cuyo contenido fue desconocido en el

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fallo, debiendo a la par indicar su consideración correcta,


identificar la norma de derecho sustancial indirectamente
excluida o indebidamente aplicada, y luego, demostrar la
trascendencia del error expresando con claridad cuál debe
ser la adecuada apreciación de aquella prueba, con la
indeclinable obligación de acreditar que la enmienda del
yerro daría lugar a un fallo esencialmente diverso y favorable
a los intereses de su representado.

Ahora bien, tratándose de la postulación del error de


derecho por falso juicio de legalidad, era su deber identificar
el medio probatorio que tacha de ilegal, indicar las
disposiciones legales o constitucionales cuyo quebranto
determinan su ilegalidad y demostrar la efectiva ocurrencia
de lo denunciado; o, debía comprobar la legalidad de la
prueba desechada por el juzgador.

En los dos eventos anteriores, también era de su resorte


acreditar la trascendencia del yerro en las conclusiones del
fallo, esto es, demostrar que con la marginación de la prueba
que se dice ilegal, las restantes pruebas conducen a una
decisión sustancialmente diversa de la atacada, o bien, que
con la incorporación del medio de prueba que estima legal,
las conclusiones son distintas de las contenidas en la
sentencia impugnada.

Igualmente, si tenía el propósito de plantear un falso


juicio de convicción, era su obligación demostrar la

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infracción de la tarifa de valoración dispuesta por el


legislador, así como su injerencia en el sentido del fallo.

Ninguna de las labores atrás enunciadas acometió el


recurrente, quien, aduciendo que el sentenciador incurrió en
«El manifiesto desconocimiento de las reglas de producción y
apreciación de la prueba sobre la cual se ha fundado la
sentencia» y el señalamiento inconexo de supuestos errores
de hecho, no hizo más que lanzar escasas apreciaciones
particulares para oponerse a las conclusiones esbozadas por
el Tribunal.

Es así como, el censor solo esgrimió que a partir del


informe de tránsito y el testimonio de quien lo elaboró, no es
posible arribar a la certeza de cómo procedió el acusado;
también, que de los cinco testimonios que citó, y de los que
hace un escueta mención de lo percibido justo al momento
de acaecer el accidente, no es dable predicar la imprudencia
y ausencia de impericia de su prohijado.

La débil exposición del casacionista, desprovista, como


se enunció, de los serios fundamentos que condensa una
verdadera critica probatoria en sede del recurso
extraordinario de casación, no es más que una escueta visión
particular de lo que, en su criterio, enseñan algunos de los
medios suasorios que fueron contemplados por el Tribunal
para arribar a la atribución de responsabilidad del acusado,
pese a que, contrario a lo que tenuemente sugiere el censor,

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no fue solo fue el exceso de velocidad lo que tuvo en cuenta


el Ad quem para establecer la conducta lesiva de BARRERA
CUTA, sino también el despliegue de maniobras que lo
distrajeron cuando estaba al mando del automotor. Así lo
enfatizó el Tribunal:

Es por ello, que no puede entenderse como desacertada o


falta de argumentos la conclusión efectuada por el señor
JHON ALEXANDER MONTENEGRO, pues, pues, la forma de
ubicación del vehículo, la huella de derrape, y la
inexistencia de huella de frenado, determinan con precisión
que el conductor toma la curva y se sale de la carretera,
ante la impericia de conducir en la velocidad a la que la
misma es tomada.

Pero, si lo anterior no fuese suficiente para establecer la


trasgresión de las reglas objetivas de cuidado, basta tan
solo con observar las declaraciones de las víctimas del
accidente, María Inocencia Sandoval, Blanca Ibeth Pinzón y
Ana Marcela Velandía Sandoval, quienes, al unísono
refirieron las múltiples irregularidades presentadas en el
trayecto y que dan cuenta de la trasgresión del deber de
cuidado; así, se señaló en primer lugar, que todos los
testigos percibieron que, momentos antes del accidente,
cuando el vehículo cambia de conductor e inicia a manejar
el aquí procesado, fue evidente el aumento de velocidad y,
segundo, que, una vez ocurrido el insuceso, todos pudieron
escuchar que, el conductor perdió el control del carro cuando
se levantó a limpiar el parabrisas, precisamente al memento
que venía dando al (sic) la curva.

Es que, para precisar, desconoce el censor que ante la


falta de prueba técnica para calcular la velocidad de
desplazamiento del automotor y la ausencia de tarifa legal
determinada respecto de ello, la facultad de libre valoración
de la prueba, imperante en el procesal que gobierna el

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trámite de la presente actuación, permite al juzgador tenerlo


válidamente como probado con base en cualquier medio legal,
tal y como lo derivó el Tribunal, que conjugó elementos
testimoniales, los cuales, invariablemente lo llevaron a
concluir que, en efecto, el acusado actuó de manera asaz
imprudente, aún si se dijera que no imprimió excesiva
velocidad al automotor.

Nótese, entonces, como la precedente articulación del


haz probatorio deja sin soporte la frágil exposición del
demandante, quien, de manera etérea y en contra de los
postulados del principio de corrección material, persiste en
enseñar presuntos yerros en la apreciación de los medios de
convicción.

Por lo tanto, el cargo será inadmitido.

Cargo tercero – Ausencia de responsabilidad

El reconocimiento de la causal de ausencia de


responsabilidad consagrada en el artículo 32, num. 1, del
C.P., que atañe a los eventos de caso fortuito o fuerza mayor,
se erige como una solicitud del demandante que no fue
propuesta y por ende debatida en las instancias precedentes,
con lo que el censor no tendría interés para acudir al recurso
casacional, aunado a que tan solo se limitó a enunciar que
las pruebas demuestran que el vehículo conducido por el
acusado «sufrió» volcamiento lateral en una vía que tiene un

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peralte con inclinación del 10%, pese a que la causal


específica planteada puede obedecer a dos tipos diferentes de
yerro:

(i) La violación directa de la ley sustancial, caso en el


cual debe acreditarse que dentro de las argumentaciones de
la segunda instancia se reconocieron los elementos de hecho
que estructuró ese instituto, pero no se aplicó la
consecuencia en el derecho.

Es claro que el recurrente no desarrolló, ni mucho


menos se ocupó de demostrar ese tipo de yerro que, además,
es inexistente, pues, una lectura desprevenida de la
sentencia del Tribunal acredita que ninguno de sus
argumentos apuntó a tener por establecido que la conducta
obedeció a la causal de ausencia de responsabilidad
esgrimida por el censor.

(ii) La segunda alternativa es la violación indirecta de la


ley, pero ella comporta la carga, no asumida por el
casacionista, de demostrar a la Corte que los jueces de
instancia dejaron de aplicar el postulado señalado a través
de una apreciación errada de los medios de prueba. En ese
sentido, era deber el libelista indicar la prueba o pruebas
valoradas erróneamente y, para cada una de ellas, indicar si
el yerro cometido fue de hecho o de derecho y la especie de
falso juicio en que se incurrió, conforme se precisó en el cargo
precedente.

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Contrario a ello, el impugnante no acató los


presupuestos para presentar y demostrar tales errores en
casación, por cuanto, a lo que acudió realmente fue a
presentar su peregrina propuesta en torno a que habría sido
una condición física de la vía, peralte con 10% de inclinación,
lo que originó el accidente del vehículo conducido por el
acusado, sin ofrecer, a la par, algún tipo de argumento sólido
que explique cómo el factor en cita puede incidir en el
resultado, o mejor, cómo incidió en este caso, pese a que se
trata de un tramo carreteable utilizado por muchos
vehículos, en bastantes ocasiones.

En contra del argumento defensivo, la decisión del


Tribunal encuentra soporte en la adecuada valoración de los
medios suasorios allegados a la actuación, lo que le permitió
corroborar la tesis que el accidente de tránsito protagonizado
por el implicado encuentra su génesis en su proceder
contrario al deber objetivo de cuidado -falta de pericia, exceso de
velocidad y realización de acto distractor- al conducir vehículo

automotor.

Por tanto, aún en el fondo de la propuesta el


demandante carece de razón.

En conclusión, todas las anteriores falencias hacen del


argumento casacional un discurso errático, pues, no es más
que la personal apreciación del recurrente, inidónea para

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demostrar los motivos de casación alegado, sin que a la Sala


le esté dado suplir o componer los deficientes razonamientos
del memorialista, por la expresa prohibición derivada del
principio de limitación.

En consecuencia, la Sala inadmitirá la demanda que se


examina; más aún, cuando no se advierte que el recurso esté
convocado a cumplir alguna de sus finalidades o que se
hayan vulnerado garantías de orden fundamental que
impongan su protección oficiosa.

Por último, debe recordarse que frente a esta


determinación tiene cabida el mecanismo de insistencia, de
acuerdo con lo señalado en el auto de 12 de diciembre de
2005, proferido en el radicado 243221.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, Sala de Casación Penal,

RESUELVE

Primero: INADMITIR la demanda de casación


presentada por la apoderada judicial del procesado JOSÉ
DEL CARMEN BARRERA CUTA, en seguimiento de las
motivaciones plasmadas en el cuerpo del presente proveído.

1
AP, 12 dic. 2005, rad, 24322; AP, 7 sep. 2006, rad. 25891; AP 9 jun. 2008, rad
25929; AP, 24 mar.2010, rad 32730; AP. 7 mar. 2012, rad. 37888; AP. 25 jun. 2014,
rad. 42597; AP7224-2014, rad.39900; SP11156-2015, rad. 45305, entre otros.

21
CUI 15693600021820120009601
Casación acusatorio No. 55489
JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA

Segundo: Contra este auto procede recurso de


insistencia, conforme lo dispone el inciso segundo del
artículo 184 de la Ley 906 de 2004.

Cópiese, notifíquese y cúmplase.

DIEGO EUGENIO CORREDOR BELTRÁN

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CUI 15693600021820120009601
Casación acusatorio No. 55489
JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA

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CUI 15693600021820120009601
Casación acusatorio No. 55489
JOSÉ DEL CARMEN BARRERA CUTA

Nubia Yolanda Nova García


Secretaria

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