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DERECHOS REALES

d e B la s H erm osa
4a edición, (un libro de 484 páginas), ed. La L ey p aragu aya S.A.,
A sunción, septiem bre 2008.

P or L u is M o isset de E span és

H asta h ace un cuarto de siglo la prod u cción ju ríd ica p aragu aya en
m ateria de derecho civil era m uy escasa (quizás com o excepción salien­
te p uede citarse el tratado de D e G asperi, p ublicado en B uenos Aires).
C reem os que la razón se en con traba en el h ech o de que durante
ciento diez años, desde 1876, hasta 1987, el Código vigente en Paraguay
fue el C ódigo a rgentino de D alm acio V élez que, com o un ejem plo de lo
que en D erecho C om parado solem os denom inar “transplante ju ríd ico” ,
fue adoptado de m an era integral. C om o con secu en cia, tanto para la
en señan za del derecho, com o p ara la p rá ctica profesion al, se recurría
casi exclusivam ente a obras de autores argentinos.
In cluso resultó frecuen te que cuando en A rgentin a se introdujeron
reform as im portantes al viejo C ódigo de V élez, el legislador paraguayo
las adoptó íntegram ente, de m anera que su cu erpo legal seguía coin ci­
diendo con la legislación argentina.
D urante años los ju ristas p aragu ayos p ersiguieron com o m eta “in ­
dependizar” su legislación civil y en ese cam ino fu e m u y im portan te el
Anteproyecto elaborado por el propio D e G asperi, que procuraba recoger
las doctrinas m ás m odern as, en especial las del enton ces m u y n uevo
C ódigo italiano de 1942, e intentaba un ificar el derecho p rivad o in clu ­
yendo la m ateria com ercial. Ese Anteproyecto, siguiendo el ejem plo del
Código velezano, era norm ativam ente m uy extenso e ilustraba las solu­
ciones propuestas con extensas y docum entadas notas.

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LU IS M O ISSE T DE E SP A N É S

Sin em bargo ese A n teproyecto fue dejado de lado y la C om isión e n ­


cargada de elaborar un nuevo Código civil redujo la extensión del m ate­
rial legislativo y prescindió de colocar notas que ilustrasen las solu cio­
nes propuestas.
La aprobación del proyecto de la Com isión y su entrada en vigencia,
h izo necesario — com o sucede en estos casos de cam bio legislativo— que
los juristas paraguayos se esforzasen en preparar obras que estudiasen
y com entasen el n u evo cu erpo legal, con la doble fin alidad de perm itir
su en señan za a los estu dian tes de derecho y fa cilita r a m agistrados y
profesionales la aplicación práctica del derecho ahora vigente.
La obra que reseñam os ha sido prep arad a p or un veteran o docente
que ha tran sitad o p or las cátedras de derecho rom an o y de derecho
civil, y que se h a desem peñado com o m agistrado durante m uchos años.
E l propio B las H ermosa en un prim er m om ento encaró un com enta­
rio exegético de la parte del nuevo Código dedicada a los derechos reales,
que se p u b licó en tres tom os, en el que vu elca toda su experiencia.
Luego, en esta obra, procura brindar un m anual de enseñanza para
los estu dian tes universitarios y, sin duda, lo logra con éxito, com o lo
dem u estra el h ech o que a lo largo de década y m edia se han publicado
cuatro ediciones de ese libro.
E l con ten ido es el p rop io de la m ateria, y se desgrana a lo largo de
cu aren ta y ocho capítulos, entre los cuales — casi al fin a liza r el libro—
se incluyen dos destinados a la legislación registral, brin d a n d o en el
p rim ero los principios generales propios del d erecho registral, y en el
segundo las norm as específicas aplicables en Paraguay.
Cierra la obra con un capítulo destinado a “los bienes con relación a
las personas que pertenecen”, que a nuestro entender no está m etodoló­
gicam ente bien ubicado ya que creem os que hubiera sido m ás acertado
tratar este tem a a con tinuación de los capítulos 12 y 13 que se dedican
al dom inio. Sin em bargo lo im portante, m ás que la ubicación dada al
tem a, es que n o se h aya om itido su estudio.
N os detenem os en el punto porque, curiosam ente, encontram os allí
algo vin cu lad o con un tem a que nos en contram os estudiando en estos
m om entos, y es el h ech o que al tratar de los bienes del dom inio público
al referirse a los que el C ódigo de V élez en u m era en el in ciso 7 del
artículo 2340, donde se enum eran las “calles, plazas, cam inos, puentes
y cualquier otra obra pública con struida p ara utilidad o com odidad co ­
m ú n ” , el artículo 1898 del n u evo C ódigo paraguayo, que tuvo sin duda
com o fu en te inm ediata la norm a argentina, elim ina de la enum eración
a las “p la z a s ” . ¿S ign ifica esto que el derecho p aragu a yo ha d ejado de

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considerar que las plazas están en el dom inio público? En m anera algu­
na, porque son “obras públicas construidas p ara utilidad com ún de los
h abitantes, y vem os corroborada esta solución con la m ención que m ás
adelante trae Blas H ermosa de los bienes del dom inio público ’’m u n ici­
p al” , ya que la L ey O rgánica M u n icipal N° 1294/87, en su a rtículo 106,
inc. b, se ocu pa de establecer que p erten ecen al dom in io p ú b lico “las
plazas, parques y dem ás espacios destinados a recreación pública” .
L a b ibliografía reseñ ada es p rincipalm en te argen tin a y española
com o tam bién algunas obras alem anas y francesas traducidas al caste­
llano. P or supu esto que están p resen tes — n o p odía ser de otra m a n e­
ra— los trabajos de S avigny y von I hering.
Creo conveniente antes de concluir con este com entario h acer re fe ­
rencia a algunas de las ideas expuestas por Blas H ermosa en el prefacio
de la obra. Señala allí que “la p u esta en v igen cia de n u estro C ódigo
C ivil m arca un h ito en la h istoria del d erecho patrio, con im portantes
p royeccion es fu tu ras” . Le asiste razón en la p royección “futura” , pues
la sanción de “nuevas leyes” exige a los ju ristas paraguayos el esfuerzo
de estudio y análisis, que luego fru ctifica en obras. Sin p erju icio de
alabar la sanción del Código, no calla las críticas que le m erecen a lgu ­
nos aspectos, afirm ando que es “extrem adam ente económ ico en la disci­
p lin a de institu ciones sin gu larm en te im portan tes” lo que reclam ará
con frecu en cia el esfu erzo de los ju e ce s p ara colm ar las lagunas que
aparecen en el cu erpo legal. Critica tam bién la m etodología adoptada,
que se refleja en un plan de m aterias que excluye algo que — a su crite­
rio— no podía faltar en un código m oderno: la Parte G en eral del D ere­
ch o Civil, y se queja — a n u estro criterio con razón — de la ausencia de
notas que su m inistren a los intérpretes las fu en tes que inspiraron las
norm as y faciliten su interpretación y aplicación.
Culm ina su prefacio recordando que el Código “no es solam ente una
obra destinada a ju eces y profesionales del derecho” , sino que en m ayor
m edida tiene com o destinatarios a los estudiantes, lo que exige que en
el C ódigo se incluyan defin icion es “que deben ser fórm u las breves y
sencillas, va liosa ayuda p ara aprender” , lo que torna con venien te —
casi necesario— que en él se incluyan definiciones. Estas p alabras r e ­
flejan una p reocup ación, con stante en él, de b rin d a r una obra que re ­
sulte útil para la enseñanza y aprendizaje de la m ateria.

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