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Durante los primeros años del siglo 19, muchos experimentos que no podían ser
explicados por la física de aquellos años fueron el punto de partida para construir la
teoría cuántica que conocemos actualmente. El experimento de la doble rendija
(también conocido como experimento de Young) es ideal para entender el nuevo
paradigma que se estaba formando, ya que vislumbra los límites de la física clásica y
cuestiona algunos conceptos intuitivos como la posición de una partícula.
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𝐼1(𝑥) = < 𝑥|𝑠>𝐴 |2 = |< 𝑥|𝐴 >< 𝐴|𝑠 >|2
Análogamente, para la distribución de electrones cuando la rendija B está abierta y la
A cerrada:
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𝐼2(𝑥) = < 𝑥|𝑠>𝐵 |2 = |< 𝑥|𝐵 >< 𝐵|𝑠 >|2
Y cuando ambas rendijas están abiertas, al no ser capaces de saber por cual pasará el
electrón se suman ambas posibilidades.
< 𝑥|𝑠 >=< 𝑥|𝐴 >< 𝐴|𝑠 >+< 𝑥|𝐵 >< 𝐵|𝑠 >
2 2
I(x)=|< 𝑥|𝑠 >| = |< 𝑥|𝐴 >< 𝐴|𝑠 >+< 𝑥|𝐵 >< 𝐵|𝑠 >|
2 2 * *
𝐼(𝑥) = |< 𝑥|𝐴 >< 𝐴|𝑠 >| + |< 𝑥|𝐵 >< 𝐵|𝑠 >| +< 𝑥|𝑠>𝐴 < 𝐴|𝑠>𝐵 +< 𝑥|𝑠>𝐴 < 𝑥|𝑠>𝐵
* *
𝐼(𝑥) = 𝐼1(𝑥) + 𝐼2(𝑥) +< 𝑥|𝑠>𝐴 < 𝐴|𝑠>𝐵 +< 𝑥|𝑠>𝐴 < 𝑥|𝑠>𝐵
* *
< 𝑥|𝑠>𝐴 < 𝐴|𝑠>𝐵 +< 𝑥|𝑠>𝐴 < 𝑥|𝑠>𝐵