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El aborto es un procedimiento médico que pone fin al embarazo.

Es una necesidad básica de


atención de la salud para millones de mujeres, niñas y otras personas que pueden quedarse
embarazadas. Se calcula que en todo el mundo, cada año, uno de cada cuatro embarazos
acaba en aborto.

Pero, aunque la necesidad de someterse a un aborto es común, el acceso a servicios legales y


sin riesgos de aborto dista de estar garantizado para quienes puedan necesitarlos. 

De hecho, el acceso al aborto es uno de los temas más controvertidos en todo el mundo, y el
acalorado debate que genera está empañado por la desinformación sobre las verdaderas
repercusiones de restringir el acceso a este servicio de salud básico.

ESTOS SON LOS DATOS BÁSICOS SOBRE EL ABORTO QUE TODO EL MUNDO DEBERÍA
CONOCER:

Se tienen abortos en todo momento, con independencia de lo que dicte la ley

Poner fin a un embarazo es una decisión común, que toman millones de personas: todos los
años, el 25% de los embarazos acaban en aborto.

Y con independencia de que el aborto sea o no legal, la gente sigue necesitando servicios de
aborto y accediendo de manera habitual a ellos.

Pero cuando los gobiernos restringen el acceso al aborto, las personas se ven obligadas a
recurrir a abortos clandestinos y con riesgo, en especial si no tienen medios para pagarse un
viaje a otro país o atención privada. Lo que nos lleva al siguiente aspecto de la cuestión.

Penalizar el aborto no lo impide, sólo hace que sea menos seguro

Impedir a las mujeres y las niñas el acceso al aborto no hace que dejen de necesitarlo. Es por
ello que los intentos de prohibir o restringir el aborto no consiguen reducir el número de
abortos; lo que hacen es obligar a las personas a someterse a abortos inseguros.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el aborto inseguro como “un procedimiento
para finalizar un embarazo no deseado realizado por personas que carecen de la capacidad
necesaria o que se lleva a cabo en un entorno donde se carece de un estándar médico mínimo,
o ambos”.

La OMS calcula que todos los años tienen lugar 25 millones de abortos inseguros, la gran
mayoría de ellos en países en vías de desarrollo.

A diferencia de los abortos legales, practicados por proveedores de servicios médicos


capacitados, los abortos inseguros pueden tener consecuencias fatales. Tanto es así que los
abortos inseguros son la tercera causa más habitual de muerte materna del mundo y dan lugar
además a cinco millones de discapacidades en gran medida evitables, según la OMS.

Casi todas las muertes y lesiones por aborto inseguro son evitables

Las muertes y lesiones causadas por abortos inseguros son evitables. Sin embargo, tales
muertes son comunes en los países donde el acceso al aborto está limitado o prohibido por
completo, pues la mayoría de las mujeres y las niñas que necesitan someterse a un aborto
debido a un embarazo no deseado no pueden acceder legalmente a él.

La OMS ha señalado que uno de los primeros pasos que deben darse para evitar las lesiones y
muertes maternas es que los Estados garanticen que las personas tienen acceso a educación
sexual, pueden utilizar métodos anticonceptivos eficaces, pueden someterse a abortos legales
y sin riesgos y reciben atención con prontitud en caso de complicaciones.

Muchos países están empezando a modificar su legislación para permitir mayor acceso al aborto

En los últimos 25 años, más de 50 países han modificado su legislación para permitir mayor
acceso al aborto, en ocasiones reconociendo que el acceso al aborto sin riesgos es
fundamental para la protección de la vida y la salud de las mujeres. Irlanda se sumó a esa lista
el 25 de mayo de 2018 tras un ansiado referéndum en el que la población votó
abrumadoramente a favor de anular la prohibición casi total del aborto que establecía la
Constitución. 

El acceso al aborto sin riesgos es una cuestión de derechos humanos

El acceso a servicios de aborto sin riesgos es un derecho humano. Según el derecho


internacional de los derechos humanos, toda persona tiene derecho a la vida, a la salud y a no
sufrir violencia, discriminación ni tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes.

El derecho de los derechos humanos especifica claramente que las decisiones sobre nuestro
cuerpo son sólo nuestras, principio que se conoce como “autonomía física”.

Obligar a alguien a mantener un embarazo no deseado o a buscar un aborto inseguro es una


violación de sus derechos humanos, incluidos los derechos a la intimidad y a la autonomía
física.

El acceso al aborto está, por tanto, esencialmente ligado a la protección y el respeto de los
derechos humanos de las mujeres, las niñas y las demás personas que pueden quedarse
embarazadas y a la consecución, por consiguiente, de justicia social y de género.

Amnistía Internacional cree que toda persona ha de tener libertad para ejercer su autonomía
física y tomar sus propias decisiones sobre su vida reproductiva, incluida la decisión de si tener
o no hijos y cuándo. Es esencial que las leyes relativas al aborto respeten, protejan y hagan
efectivos los derechos humanos de las personas embarazadas y no las obliguen a recurrir a
abortos inseguros.

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