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Educación, desarrollo y producción

POR NOEL AGUIRRE LEDEZMA


LA PAZ / 4 de febrero de 2022 / 02:13
Por mucho tiempo, así como se han establecido políticas económicas diferenciadas de
las políticas sociales, la educación ha quedado al margen de la praxis de la producción,
economía y desarrollo. Al predominar el “modelo económico primario exportador”,
como fue a lo largo de la República, la educación solo ejerció el rol de satisfactor de
necesidades y ha sido considerada un gasto o un servicio social antes que un derecho.

En tiempos de Estado Plurinacional que construye el horizonte civilizatorio del Vivir


Bien, este carácter subsidiario de la educación tiene que transformarse radicalmente.
Tengamos en cuenta que están vigentes: (1) la Constitución Política del Estado (2009)
que reconoce a la educación como un derecho fundamental —fundamento para el logro
de otros derechos— y garantiza la educación productiva para todas las personas; (2) la
Ley de la Educación 70 “Avelino Siñani-Elizardo Pérez” (2010), que sostiene que la
educación es “productiva y territorial, orientada a la producción intelectual y material, al
trabajo creador y a la relación armónica de los sistemas de vida y las comunidades
humanas en la Madre Tierra,…” y (3) la Ley 1407 del Plan de Desarrollo Económico y
Social 2021-2025, “Reconstruyendo la Economía para Vivir Bien, Hacia la
Industrialización con Sustitución de Importaciones” (2021) que establece: “El futuro
está basado en la diversificación económica y la Industrialización con Sustitución de
Importaciones, la modernización del aparato productivo, la generación de empleo, una
mejor distribución de ingresos…”, que tiene como uno de sus principales ejes a la
“Educación, Investigación, Ciencia y Tecnología para el Fortalecimiento y Desarrollo
de Capacidades y Potencialidades Productivas”. Por lo tanto, las posibilidades de
establecer una interacción estratégica entre Desarrollo y Producción con Educación
están planteadas en normas de relevancia, el caso es consolidar la puesta en práctica de
estos mandatos desde lineamientos claramente establecidos.

Un primer lineamiento está vinculado a la concepción del Vivir Bien, al


replanteamiento del modelo occidental y capitalista que mal supone que desarrollo y
economía tienen que generar un crecimiento ilimitado con una cada vez mayor
producción, consumo, desecho y acumulación del capital a costa de la explotación del
trabajo de las personas y la naturaleza que por contrapartida es finita y está en
agotamiento. La dimensión ambiental del Vivir Bien tiene que convertirse en una
política prioritaria, todo proceso productivo tiene que ser sustentable, debe preservar la
vida de humanas y humanos, así como cuidar la continuidad y regeneración de la
naturaleza. Esta concepción tiene que ser parte de todo proceso educativo, más si está
vinculado con la producción y desarrollo.
Un segundo lineamiento tiene relación con las concepciones propias del mundo de la
educación sustentada en el pensamiento crítico. La educación debe vincular la práctica
con la teoría. A título de producción no puede reducirse únicamente a la generación de
habilidades motrices, creación de bienes materiales y desarrollo de procesos formativos
en laboratorios denominados talleres, casi en formato de simulacro. La educación
productiva tiene que crear teoría desde la práctica de los centros productivos propios de
la comunidad, de la siembra y cultivo, de la fábrica, del artesano, del centro de
investigación, de la producción de arte y cultura, etc., propios del entorno social y
económico. La producción tiene que ser entendida como creación material e intelectual,
generadora de ciencia y tecnología con justicia epistémica y diálogo intercientífico.

Tercer lineamiento, la educación tiene que interactuar con el territorio y sus respectivos
sistemas de vida en el marco de complejos productivos territoriales. El territorio no solo
depende de mapas ni de aspectos físicos – geográficos comunes, son la expresión de la
historia, cultura y pertinencia de sus habitantes, de los sistemas de vida que existen en la
interrelación ser humano —comunidad— naturaleza y cosmos, es en estos ámbitos
donde se tienen que identificar las vocaciones y potencialidades productivas y hacerse
parte de Planes Regionales de Educación Productiva construidas y ejecutadas mediante
acciones intersectoriales y participativas en coherencia con los planes y expectativas de
municipios, gobernaciones y de organizaciones sociales, comunitarias y productivas.

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