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Entre 1930 y 1956, la política era definida por sus protagonistas como una lucha, no entre

opositores, sino entre enemigos. Las Fuerzas Armadas sostenían que la única forma de
mantener el orden era derrotando y excluyendo al APRA; y esta pensaba que la única forma
de transformar al Perú era desorganizando al Ejército.[1]​

El general Óscar R. Benavides gobernaba en el Perú desde 1933, cuando fue elegido por el
Congreso Constituyente en reemplazo del asesinado presidente Luis Sánchez Cerro. Esto
fue una salida inconstitucional que se justificó por la situación de emergencia que vivía el
país, tanto en el plano interno (por motivo de la subversión aprista) como en el internacional
(la guerra con Colombia). El mandato de Benavides debió finalizar en 1936, previa
realización de elecciones generales. Pero realizadas estas en dicho año, fueron anuladas y
Benavides prorrogó su mandato por tres años más.[2]​Sin embargo, Benavides comenzó a
sentir el desgaste de su gobierno, y aproximándose ya el final del mismo, optó por hacer el
traspaso de poder, desmintiendo así a los que creían que volvería a prorrogar su mandato.

Aspecto político
Personalidad de Prado
En el Congreso, Prado contó con abrumadora mayoría. Pese a ello, algunos vaticinaron que
Prado no duraría mucho en el cargo, pero pronto él se encargaría de traer abajo tales
expectativas. Desplegó una combinación de astucia táctica, flexibilidad estratégica y
encanto personal que le hizo uno de los políticos más eficaces del Perú del siglo xx.

Prado realizó también giras periódicas a diversas localidades del país para informarse
personalmente de los problemas y necesidades de los pueblos.

Situación del APRA y el Partido Comunista


Su gobierno continuó en gran parte la obra realizada por el general Benavides y fue de una
relativa democracia, pues mantuvo proscrito al partido aprista y al partido comunista. No
obstante, su gobierno fue menos duro que el de su antecesor Benavides. Optó por enviar al
destierro a los dirigentes apristas a quienes encontró en la cárcel, como Carlos Manuel Cox
y Pedro Muñiz. El líder aprista, Haya de la Torre, desde la clandestinidad, se dedicó por
entero a la organización de su partido, esquivando la persecución policial. La Tribuna,
órgano aprista, se editó clandestinamente. Solo en su último año, con motivo de las
elecciones generales, el gobierno legalizó la participación del APRA, que en esa ocasión
formó parte del Frente Democrático Nacional con el nombre de “Partido del Pueblo”.

En cuanto al partido comunista, dirigido entonces por Eudocio Ravines, si bien estaba
también fuera de la ley, decidió aliarse con Prado. Ello debido al contexto internacional,
pues la Unión Soviética, durante la segunda guerra mundial, se había sumado al bloque
aliado (formado por las democracias occidentales), tras sufrir la invasión de los alemanes.
Fue así como los comunistas peruanos disfrutaron de posiciones en las Cámaras y los
sindicatos. Llegaron incluso a dar a Prado el apelativo de “Stalin peruano”.

Aspecto económico

Impacto de la segunda guerra mundial


El gobierno de Prado sufrió las consecuencias de la segunda guerra mundial, la cual
repercutió fuertemente en la balanza comercial. Las importaciones bajaron notablemente
pero los productos de exportación, como azúcar, algodón, metales y caucho aumentaron
significativamente.

Política tributaria
Para hacer frente a la situación de emergencia, el gobierno se vio obligado a subir el monto
de algunos impuestos, sobre todo en lo referente a los timbres, tabaco, sal, fósforos e
ingresos aduaneros. Pero especialmente a la agricultura de exportación, como la del
algodón.[16]​

Finanzas

En el aspecto financiero, el Perú, al contrario del mundo durante la crisis, ascendía gracias
a una política previsora. Se permitió la concreción de operaciones financieras de elemental
importancia tales como el Empréstito Interno (1940) y la Unificación de la Deuda Pública
(1943).Se cancelaron los pequeños créditos con: Petroleum, Marconi, Peruvian Corporation
y el Banco Central Hipotecario

Medidas parar promover el desarrollo


Entre las diversas medidas que tomó el gobierno para promover el desarrollo económico,
mencionamos algunas de las más importantes:

Se dio la Ley 9140 de protección industrial, pero cuyos efectos en la estructura productiva
del país fueron más bien modestos.[16]​
Se fundó la Corporación Peruana del Amazonas para impulsar el desarrollo económico de
la Amazonía, particularmente en lo referente a la extracción del caucho, producto entonces
de gran demanda por el contexto mundial.
Por ley de 25 de junio de 1943 se creó la Corporación Peruana de Aviación Comercial
(CORPAC), destinada a incrementar el tráfico aéreo comercial en el país y a mantener el
buen funcionamiento de los aeropuertos.
Se inició de la construcción de la Central Hidroeléctrica del Santa, en la provincia de
Huaylas del departamento de Áncash, aprovechando las aguas del río Santa, para dotar al
país de una «fuente de energía de proporciones», que a la vez impulsaría el desarrollo de
diversas industrias, como la de fabricación de acero.
La actividad minera recibió gran impulso al reconocerse oficialmente la Sociedad Nacional
de Minería.

Impulso a la industrialización

La escasez de productos de importación para el consumo nacional hizo surgir nuevas


industrias que reemplazaron a los productos extranjeros con buen éxito. En ese sentido se
dieron avances importantes en el proceso de industrialización del país, entre 1942 y 1947,
la producción industrial pasó a representar 11.8 % de la renta nacional a 19 %
aproximadamente. Apareció la industria metalmecánica y se expandió la química, la textil, la
maderera, la constructora y la pesquera. Se fundaron fábricas de loza, productos lácteos,
vidrio, envases, papel y cartón.
Fue en esta época cuando se sentaron las bases para la fabricación de la harina y el aceite
de pescado, para lo cual el gobierno aportó con un capital de 650,000 soles, encargando su
administración a la Compañía Administradora del Guano.

Política agropecuaria
La actividad agropecuaria recibió notable impulso, contándose, en muchos casos, con la
ayuda de organismos internacionales especializados.

Se creó el Ministerio de Agricultura y Alimentación en 1943, encargado a Benjamín Roca. A


pesar de que la agricultura siempre había sido la principal actividad de la mayoría de los
peruanos, su creación era considerada tardía, pues muchos países latinoamericanos habían
creado el equivalente a dicha institución en décadas anteriores.[17]​
Se firmó el convenio con los Estados Unidos para el desarrollo agrario mediante la
intervención del Servicio Cooperativo Interamericano de Producción de Alimentos (SCIPA),
entidad que estableció 14 oficinas rurales en el país, que sirvió como valiosa fuente de
orientación y ayuda al agricultor.[18]​
Se tecnificó la agricultura con la llegada de tractores y cuerpo técnico, que dieron impulso a
la pequeña y mediana agricultura de la costa; se usaron técnicas científicas para combatir
las enfermedades de las plantas y para el buen desarrollo de estas. La ganadería en la
sierra también se benefició, con la adopción de nuevos métodos de crianza del ganado, en
lo referente a su alimentación y el control de enfermedades.
Se creó la Dirección de Ganadería, para incrementar esta actividad. Se importaron
ejemplares vacunos de las razas Holstein, Holando-Argentina, Brown Swiss, Shorthorn y
Ayrshire, y ejemplares ovinos Karakul, Corriedale, Romney Marsh y Hampshire. En el centro
de colonización de Tingo María se lograron magníficos ejemplares a base del cruce del
cebú traído del Brasil, con el ganado criollo.[18]​
En el campo de la piscicultura, se intensificó la crianza del paiche y de la trucha en los ríos y
lagunas de la selva y de la sierra, para lo cual se establecieron estaciones técnicas.[19]​
Se fomentó la crianza de camélidos sudamericanos y del caballo peruano de paso.
La política colonizadora alcanzó notable desarrollo, enfocándose principalmente en los
centros de colonización de Santa Clotilde en el río Napo, de Puerto Patria y del Alto
Marañón. Centro oficial y piloto de la colonización en la zona del río Ucayali fue Tingo María,
favorecido por la producción de caucho y quinina.[19]

Política económica en general


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La política de Manuel Prado es susceptible de ser dividida en dos subperiodos:[16]​

Primero. 1939 a 1943: Las medidas estaban orientadas a favorecer a las capas
monopólicas de la burguesía industrial y al capital norteamericano con algunos beneficios
parciales a los sectores agroexportadores. En 1940, se inició la variación de las tarifas
arancelarias y se auspició una política que evidenciaba protección a la industria nacional.
Se firmaron nuevos convenios para la colocación de productos. En 1940 se estabilizó la
moneda.
Segundo. 1943 a 1945: la política económica cobró un cariz más redistributivo, lo que se
traduce en diversas concesiones a los sectores del proletariado urbano, como resultado de
la mayor organización que va adquiriendo el APRA y de su acrecentada influencia sobre
ciertos grupos de la burguesía industrial. Es importante resaltar el incremento del peso
relativo de los impuestos directos en la base tributaria del Estado. Se celebran convenios
con Estados Unidos, que terminan por beneficiar a los productores peruanos.
Aspecto social
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Auge de los sindicatos
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El gobierno mejoró las relaciones con la izquierda, lo que trajo un vínculo más estrecho
entre el Estado y los movimientos obreros. Los sindicatos, siguiendo la directiva de sus
partidos (el APRA y el PCP), decidieron limitar sus protestas, mientras que el gobierno
detuvo la represión. Esto hizo que se reconocieran un gran número de sindicatos. El
desarrollo más importante fue la creación de la Confederación de Trabajadores del Perú
(CTP) en 1944, con la bendición del gobierno, pero organizada tanto por el APRA como por
el PCP.

El encarecimiento del costo de vida motivó el aumento de sueldos y salarios. Se


establecieron también los salarios mínimos.[16]​También se tomaron medidas contra el
abuso y al alza injustificada de precios.

Descentralización
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Se dispuso que los bienes disponibles fueran equitativamente a todas las provincias y
regiones del país. Se procuró estimular la producción indígena para así iniciar su
recuperación. Gracias al censo se registraron 5000 comunidades. Para su inserción resultó
de sumo beneficio los planes de carreteras, irrigación y agricultura.

Política educativa
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Se dio la ley orgánica de Educación Pública en 1943, mediante la cual se amplió la
cobertura educativa y se impulsó la ayuda estatal a los estudiantes y comedores escolares.
Se incluyó el nivel universitario.[19]​
Se aumentó significativamente el Presupuesto para el ramo de educación régimen, pues de
13'445,820.6 en 1939, aumentó a 58'834.648.17 en 1945. El aumento registrado en el
número de escuelas y maestros fue igualmente notable.[19]​
Se emprendió un agresivo plan de alfabetización a nivel nacional, ante el alto número de
analfabetismo que el censo de 1940 puso al descubierto, especialmente en la Sierra.
Se dio impulso a la educación técnica, con la mejor implementación y equipamiento de las
escuelas de arte y oficios, así como la creación de otros centros de estudios. Los Estados
Unidos dieron apoyo a esta política, enviando técnicos y libros para ampliar los estudios y
las enseñanzas necesarias.
Se dio especial atención a la educación normal (del profesorado). Fue reabierto el Instituto
Pedagógico Nacional de Varones, y se fundaron escuelas normales en el interior del
país.[20]​
El 27 de agosto de 1943 fue creado el Colegio Militar Leoncio Prado, destinado a impartir
enseñanza secundaria militarizada. Entre otros colegios secundarios que se fundaron,
están: Daniel A. Carrión en Cerro de Pasco; General Prado, de mujeres, en el Callao;
Nacional de Mujeres en Lima; Javier Prado en Celendín; 9 de Diciembre en Coracora; y el
Nacional de Varones de Paita.[20]​
Política sanitaria y de bienestar social

Se inauguró el Hospital Obrero (actual Hospital Guillermo Almenara Irigoyen).


Se inauguró el Hospital de la Maternidad de Lima y el puesto Central de Asistencia Pública,
en la misma ciudad.
En provincias, se inauguraron los hospitales de Yurimaguas, Satipo, Tingo María y del
Seguro de Arequipa; los dispensarios de Caballococha, Contamana y Pucallpa; y postas
sanitarias en distintos puntos del país.[21]​
Se hicieron obras de control y erradicación de enfermedades endémicas y epidémicas, tales
como el paludismo, la tuberculosis, etc. Se iniciaron las campañas de vacunación
masiva.[21]​
Se realizó una intensa campaña de sanidad urbana y rural. Se instalaron servicios de agua
potable en Cajamarca, Chimbote, Tacna, Hualgayoc, Chincha Alta, Iquitos y otras
ciudades.[22]​
Fue creado en Lima el comedor universitario, así como otros comedores populares, que
subsistieron eficientemente por varias décadas.[22]​
En cuanto a la política de fomento de la vivienda, fueron habilitados los barrios fiscales 1, 2,
3, 4 y 5 en el Callao con un total de 724 casas y el Barrio Rural del Estado de Piedra Liza,
en el distrito del Rímac.[22]​
Obras públicas
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Se impulsó la construcción de vías de penetración hacia el interior y el oriente. Se abrieron
al tráfico las siguientes carreteras: Castrovirreyna-Pisco, Huancayo-La Mejorada,
Olmos-Jaén-Bellavista, Pacasmayo-Chilete, Pampas-Colcabamba,
Nazca-Puquio-Chalhuanca-Abancay. Se culminó también la Carretera Central hasta
Aguaytia y Pucallpa, este último importante puerto fluvial sobre el río Ucayali. Esta vía, que
une Lima con Pucallpa, se convirtió en el único enlace efectivo entre la selva y el resto del
país. Ello fomentó a la vez la colonización en la zona selvática, especialmente en Tingo
María.
Se culminó el asfaltado del tramo peruano de la Carretera Panamericana.
En cuanto a las irrigaciones, se concluyeron las obras de la margen izquierda del río
Tumbes; y de la margen izquierda del río Mantaro. Se concluyeron los estudios para la
irrigación de las pampas de Chao, Virú y Moche y para la desviación de las aguas del
Quiroz al Piura, del Chotano al Chancay, para la construcción de la represa de Tinajones y
para la irrigación de Majes y Sihuas y el almacenamiento y desviación de las aguas de las
lagunas de Orcococha y Choclococha al río Ica.[23]​
Se sentaron las bases para el desarrollo de la industria siderúrgica nacional. El 28 de
agosto de 1942 se formalizó el contrato entre la firma H. A. Brassert & Co. y el gobierno,
para la iniciación de los trabajos de la planta siderúrgica del Cañón del Pato, a cargo de la
Corporación Peruana del Santa (departamento de Áncash). El proyecto se enlazaba con
explotación de los yacimientos de hierro de Marcona y la construcción del puerto de
Chimbote.[21]​
En Lima se mejoraron los servicios del agua potable. Se inauguraron: el Palacio Municipal;
el complejo de La Parada en los terrenos del fundo El Pino; el local de la Biblioteca Nacional
del Perú en la avenida Abancay. Se realizó el ensanche de los jirones Tacna y Abancay, y la
prolongación de la avenida Javier Prado.[21]​
En provincias se construyeron los hoteles de turistas de Chala, Huánuco, Huancayo y Piura
y se inició la construcción de los de Nazca, Iquitos, Urubamba, Juliaca y Ayacucho.[21]​
Se continuó la política de impulso al turismo.
Aspecto internacional
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Impacto de la Segunda Guerra Mundial
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El primer gobierno de Manuel Prado (que duró de diciembre de 1939 a julio de 1945)
coincidió casi con el desarrollo de la guerra mundial (que empezó en septiembre de 1939 y
culminó en agosto de 1945).

Los años de la Segunda Guerra Mundial repercutieron en el Perú tanto en lo económico


como en lo político.

Político: la amenaza del fascismo logró que partidos como la Unión Revolucionaria
perdieran popularidad, pero más importante aún, hizo que partidos como el APRA
moderaran su línea política. Pues a pesar de que el partido seguía estando proscrito, tenía
una gran influencia en las masas.
Económico: obligó al país a producir insumos antes comprados a Europa y a Estados
Unidos, así como a proveer a este último de materias primas necesarias para luchar contra
las potencias del eje. Había un mayor número de exportaciones pero el país no atravesó
una etapa de prosperidad.

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