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Bolilla I
Noción de la relación jurídica
El derecho, en el sentido subjetivo es la facultad de exigir algo (pretensión), o de realizar
ciertos actos (creación). Facultad otorgada por la ley (es decir proveniente del derecho
objetivo), y además protegida (garantizada) también por el derecho objetivo. Estas
prerrogativas que las normas jurídicas reconocen a las personas , están destinadas a que
éstas puedan satisfacer sus necesidades, y puedan exigir de las demás personas un
determinado comportamiento.
Todo derecho subjetivo es correlativo de un deber jurídico a cargo de otro u otros sujetos ,
por lo que puede afirmarse que no hay ningún derecho, sin su correlativa obligación
inclusive en los llamados derechos absolutos.
Aunque parezca tautológico el decirlo, todo derecho subjetivo pertenece a una persona
(sujeto de derechos y deberes jurídicos) (sea persona física o jurídica).
Es decir que el derecho subjetivo y el deber subjetivo correspondiente están tan
íntimamente ligados, que no se entiende que pueda existir uno sin la existencia del otro.
(Son como dos caras de una misma moneda)
Entonces, se conforma entre el titular del derecho subjetivo y el titular del correlativo deber
jurídico un nexo o vínculo denominado “Relación jurídica”.
Elementos de la relación jurídica
Son elementos esenciales de la relación jurídica:
 Los sujetos: Son las personas entre las que se establece la relación jurídica. Y son,
el sujeto activo, que es el titular del derecho subjetivo; y el sujeto pasivo, que es
aquél que, en la relación jurídica se encuentra obligado a cumplir el deber jurídico
correlativo.
 El objeto: Es decir el “que” de dicha relación. El contenido del derecho subjetivo, y
por ende el correlativo objeto o contenido del deber subjetivo( que tiene derecho
uno, y que deber tiene el otro)
 La causa-fuente: Es decir el acto o hecho jurídico que le da nacimiento a la relación
jurídica( una relación jurídica no puede “nacer de la nada”), debe tener un origen
jurídico ( sea un contrato; el matrimonio,; un hecho ilícito etc)
Clases de relaciones jurídicas
Son variados los criterios ensayados por la doctrina para clasificar las relaciones jurídicas;
En nuestro caso nos interesan dos de estas clasificaciones:
1. Relaciones jurídicas patrimoniales y extrapatrimoniales : Según que el objeto de la
misma pueda, o no ser valorado pecuniariamente (Relaciones jurídicas provenientes
de los contratos son de contenido patrimonial; y casi todas que provienen del
matrimonio son extrapatrimoniales).
2. Absolutas y relativas: Las primeras son las que pueden ser oponibles “erga homnes”
(contra todos), donde el sujeto pasible es “universal” (como la que surgen del
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Derecho real de dominio). Y las relaciones jurídicas relativas, como las que surgen
del matrimonio; o las de derechos creditorios.
La relación de obligación como especie de relación jurídica (Patrimonial y relativa)
La obligación es un tipo de relación jurídica, de contenido patrimonial, ya que su objeto
consiste en una prestación, siempre de contenido valorable económicamente. Y, además, de
carácter relativo, ya que vincula a dos sujetos determinados (acreedor y deudor).
Derecho de las obligaciones
Para poder vivir dignamente en sociedad, el hombre disfruta de una serie de derechos
reconocidos y protegidos por el Estado (derechos subjetivos), derechos que deben ser
respetados por los otros miembros de la comunidad, o que en ciertos casos un determinado
miembro de la sociedad debe cumplir a favor del titular de ese derecho una prestación
(cosa, actividad o abstención). De esa manera se crean entre los hombres una serie de
relaciones jurídicas que, según tengan un contenido que se pueda valorar económicamente
o no, serán relaciones jurídicas patrimoniales o relaciones jurídicas extrapatrimoniales.
La satisfacción de los fines e intereses económicos de los sujetos se realiza a través del
patrimonio, universalidad jurídica compuesta por bienes inmateriales (Derechos
patrimoniales) y cosas (art. 16 CCCN.). Las relaciones jurídicas que surgen en esta área
componen el Derecho patrimonial. (Relaciones jurídicas o situaciones jurídicas
patrimoniales). - Todo lo referido a la “Relación jurídica” y “patrimonio” ha sido objeto de
estudio en el Curso de Derecho Civil Parte General.
Y, dentro de estas relaciones patrimoniales, se ha distinguido:
a. Derechos reales: Que abarca las relaciones que implican una facultad que se ejerce
de modo directo e inmediato sobre las cosas (Alterini).
b. Derechos intelectuales: Son los derechos patrimoniales que tiene el autor de una
creación del intelecto, en virtud del cual puede aprovechar económicamente esa creación en
beneficio propio, dentro de los límites marcados por la ley. (Rivera).
c. Derecho de las obligaciones (o D. Personales, o Creditorios): Esta rama del
Derecho rige las relaciones jurídicas establecidas entre sujetos determinados (acreedor y
deudor) y que surgen básicamente del tráfico de bienes o de la causaciòn de daños
reparables.
Por ello se aprecia la importancia del Derecho de las Obligaciones. Relaciones jurídicas de
ese origen aparecen en todas las ramas del Derecho, y ello ha motivado expresiones
entusiastas de autores como Larombiere y Josserand, para quienes el concepto obligacional
constituye la armazón de todo el Derecho, y , mas aún de todas las Ciencias Sociales.
Por medio de las obligaciones los hombres intercambian bienes y servicios, por ello “ todas
las relaciones pecuniarias que existen entre los hombres son vínculos obligacionales
( Mazeaud- Chabas) .Y también constituye la columna vertebral de las relaciones
mercantiles (Derecho Comercial). Y, en fin , este tipo de relaciones jurídicas penetra en
todas las ramas del Derecho Privado (D. De Familia; Sucesiones; D. Reales etc).
Concepto de obligación
Nuestro nuevo Código Civil y comercial, da una definición donde marca claramente cuáles
son los derechos y deberes de las partes, y las consecuencias ante el incumplimiento; se
agrega también la referencia a que la prestación tiene por fin satisfacer un interés lícito,
( como dijera Giorgianni-“……para satisfacer un interés, aunque no sea patrimonial de otra
persona llamada acreedor…”).:
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“La obligación es una relación jurídica en virtud de la cual el acreedor tiene derecho a
exigir del deudor una prestación destinada satisfacer un interés lícito y, ante el
incumplimiento, a obtener forzadamente la satisfacción de ese interés”(Art. 724 CCCN)
Según Llambías: “Obligación es la relación jurídica en virtud de la cual alguien
denominado deudor debe satisfacer una prestación a favor de otro llamado acreedor”
Análisis de la definición de LLambías:
1. Relaciòn jurídica: No consiste en un simple “estar” (situación jurídica), sino en un
estar con respecto a otro, bajo la sujeción de alguien, o en la expectativa de la prestación
que alguien debe satisfacer.
2....en virtud de la cual: La relación jurídica es la causa eficiente (o generadora) del
estado de sometimiento patrimonial que afecta al deudor y la expectativa ventajosa que
favorece al acreedor.
3. “Deber de satisfacer una prestación”: Este es el contenido de la obligación que se
traduce en el compromiso de un determinado comportamiento del deudor y la consiguiente
expectativa favorable del acreedor.
4. Más adelante analizaremos a la coercibilidad (compulsión por parte del acreedor) que
es congruente con la naturaleza de la obligación, pero no hace a su esencia ( sino a su
perfección) ya que existen verdaderas obligaciones que carecen de coercibilidad y que,
aunque imperfectas, no dejan de ser verdaderas obligaciones ( la obligaciones naturales).
Definiciones antiguas y modernas. Las variantes que presentan
En el Derecho romano
“El Derecho moderno- dice Carlos Ibarguren- no ha agregado nada fundamental al sistema
latino de los derechos de crédito. La concepción romana de las obligaciones y su aplicación
en las múltiples relaciones del comercio de los hombres ha perdurado sin modificarse a
través de los siglos, regulando todavía nuestra compleja vida económica. Es la construcción
jurídica más perfecta”.
Y agrega: “El concepto de la obligación en el Derecho moderno es el mismo que
desenvolvió el Derecho Romano Clásico ( es decir, el más evolucionado): un vínculo ideal
por el cual el acreedor puede exigir del deudor una prestación”
En esta rama del Derecho, los principios del Derecho Romano fueron transmitidos al
Derecho moderno, y han permanecido caso intactos. Pero no puede negarse que, como
observan Salvat y Lafaille, en algunos aspectos de las obligaciones la influencia del
Derecho Romano no ha sido inmutable. Así por ej: a) En cuanto a la transmisibilidad de las
obligaciones, pues los romanos repudiaban o resistían la transmisión de los créditos, y
mucho más la de las deudas, que en el derecho moderno son consagradas universalmente, al
extremo de que, como expresa Lafaille, “ hoy se considera la obligación como una
prestación que se negocia y que circula”; b) a su vez, penetrada por las nuevas
circunstancias que trajera la sociedad industrial- con sus secuelas: el maquinismo y el
urbanismo-, hicieron abandonar en el siglo pasado los fundamentos de la responsabilidad
clásico (responsabilidad solamente basada en la culpa), ya que hoy la responsabilidad , con
la consiguiente obligación de reparar los daños causados puede derivar de factores
objetivos, como el riesgo creado, la garantía, la equidad etc. C) en cuanto a la extensión de
los derechos del acreedor sobre la persona y bienes del deudor, que han disminuido
sensiblemente, gracias al fenómeno de socialización cristiana del Derecho, como se verá
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luego. d) en cuanto a las fuentes creadoras, pues las obligaciones nacidas, por ejemplo de la
voluntad unilateral, de los nuevos tipos contractuales, o del contrato de trabajo, etc, no
fueron contempladas en la Roma antigua.
Acaso insensiblemente el Derecho Comercial, desprendimiento del clásico Derecho Civil,
que se sectorizó para atender en el medioevo las exigencias del tráfico mercantil, fue
extendiendo su vigencia hasta teñir con algunas de sus características ciertas instituciones
del Derecho de las Obligaciones – fenómeno que autores como Broseta Pont y Satanowsky
denominaron “la comercialización del Derecho Civil”-.
Pero, pese a las nuevas circunstancias mencionadas anteriormente, el Derecho de las
obligaciones,- gracias a los principios establecidos por el Derecho Canónico en su
momento, y los principios cristianos plasmados en la Doctrina Social de la Iglesia,
concretados en numerosas instituciones de nuestro Código Civil, mantiene la exaltación de
valores fundantes del sistema jurídico: la justicia, el Derecho natural plasmado en la
equidad, la protección del más débil, la regla moral.
Es tradicional reproducir dos definiciones de obligación, contenidas en las Institutas
Justinianeas y en el Digesto, respectivamente. En las Institutas se dice que “la obligación es
un vínculo jurídico por el cual nosotros somos constreñidos con la necesidad de pagar una
cierta cosa, según el derecho de nuestra ciudad”, y en el Digesto, un texto tomado de Paulo,
señala que “la sustancia de la obligación no consiste en hacernos adquirir una cosa o una
servidumbre, sino en constreñir a otro a transferirnos alguna cosa o a hacer cumplir una
prestación”.
Se trata de dos definiciones de origen posclásico, pues tanto en el derecho antiguo como en
el clásico las que hoy sustantivamos con el término “obligaciones” eran individualizadas
por las acciones que servían para conseguir su efectividad (actio in personam).
En los conceptos expresados, en su voz original aparecen con nitidez tres elementos de la
obligación:
1. Los sujetos: el activo o acreedor, y el pasivo o deudor.
2. El objeto: cuyo contenido es la prestación.
3. El vínculo: que constriñe al cumplimiento.
Es decir: En la obligación un sujeto (deudor) tiene el deber jurídico de realizar a favor de
otro sujeto (acreedor) una prestación. Si, por ejemplo “A”, el locador, le alquila una casa a
“B”(el locatario), este último es deudor de una suma mensual en concepto de alquiler, y
“A” es creedor de dicha suma ; que si “B” no se la paga voluntariamente, la podrá hacer
efectiva de un modo coactivo (vínculo), por los medios legales establecidos (art 730 Inc a)
CCCN).
Otros autores: Han creído necesario modificar la definición de las Institutas, e introducirle
algunos agregados, sea sustituyendo la expresión “vínculo jurídico” por otras más
significativas, tales como, “necesidad jurídica”, “relación jurídica”, “facultad de compeler”
o “situación jurídica”, sea aclarando en cuanto a los sujetos de la obligación. que puede
tratarse de varios acreedores y de varios deudores, sea precisando que la prestación a
cumplir puede ser, de dar, hacer y no hacer; también completando la definición clásica con
el agregado de que, en caso de incumplimiento, el deudor es responsable ante el acreedor
con todo su patrimonio.
Para Galli: Lo establecido por las Institutas ha sido erróneamente empleado,
considerándolo como si fuere una definición de la obligación, cuando en realidad solo se
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tiene en miras la relación obligacional en el momento en que, incumplida por el deudor, se


reclama la intervención del derecho para asegurar sus efectos. Esta definición, dice, no
alcanza, pues a abarcar ni a la obligación natural, ni a ese enorme número de obligaciones
que por ser cumplidas voluntariamente no necesitan para nada del elemento compulsión.
De Gásperi: dice que la definición de las Institutas, así como las variaciones que de ella
hacen los autores, no son en rigor definiciones, sino caracterizaciones de la obligación. La
obligación no es el vínculo jurídico- expresa este autor- puesto que éste es solo uno de sus
elementos. El concepto de obligación es más abstracto que el de vínculo jurídico y le
antecede. La esencia de la obligación es la justicia correctiva o sinalagmática. Producido un
desequilibrio patrimonial entre dos sujetos, la justicia correctiva establece el equilibrio por
medio de la obligación.
Conceptos modernos:
En la doctrina se han dado muchas definiciones de la obligación, aunque en el fondo todas
ellas coinciden con el concepto romano de las Institutas que todavía tiene vigencia.
No es conveniente pasar lista a todas las definiciones propuestas por los diversos autores a
lo largo de la historia, ya que basta señalar que las diferencias de criterios apuntan solo a
circunstancias de detalle.
Ennecerus, que pone su acento en el crédito define a la obligación como “el derecho que
compete a una persona (el acreedor) contra otra persona determinada (el deudor) para la
satisfacción de un interés digno de protección que tiene el primero”, concepto que
completa Albertario”.... mediante el cumplimiento, voluntario o coactivo, de un acto o de
una omisión del deudor, o mediante la acción que la ley autoriza a ejercer sobre el
patrimonio del deudor”
Cordeiro Alvarez, agrega que esta relación es “transitoria”.
Según Giorgi “ La obligación es el vínculo jurídico entre dos o màs personas
determinadas, en virtud de la cual una o varias de ellas- deudor o deudores- quedan
sujetas respecto a otra u otras – acreedor o acreedores- a hacer o no hacer alguna cosa”,
este autor destaca que los sujetos de la obligación pueden ser plurales; menciona
prestaciones de hacer y de no hacer, porque considera que las de dar son una especie de
“hacer”; e insiste en conservar la expresión antigua de “vínculo jurídico”, lo que también
hace Borda.
Autores como Aubry-Rau; Colin-Capitant y De Gásperi, Sánchez Román etc, mantienen en
la definición el concepto de “necesidad” jurídica de cumplir la prestación; en tanto otros,
como Demoguè y Galli, optan por caracterizar la obligación como una “situación
jurídica”, y la mayoría de opiniones actuales se inclinan por considerarla una “relación
jurídica”, criterio apoyado por Llambìas, Alterini y otros autores.
Una de las definiciones más completas por abarcar los distintos aspectos y características
de esta relación jurídica es la que nos da Giorgianni: “Es la obligación aquella relación
jurídica, en virtud de la que una persona determinada, llamada deudor, está vinculada a
un comportamiento patrimonialmente valorable para satisfacer un interés, aunque no sea
patrimonial de otra persona determinada, llamada acreedor, que tiene derecho al
comportamiento por parte de la primera”. Como se ve este autor, que cuenta con elogiosa
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referencia de Cazeaux, ha logrado concretar los elementos esenciales del concepto de la


obligación y abarcarlos en un doble aspecto, activo y pasivo, y además pone de manifiesto
las diferencias entre el valor de la prestación (que siempre debe tener contenido
patrimonial), y el interés del acreedor ( que puede o no tener valoración pecuniaria).
Otra definición interesante por lo completa es la de Messineo, que expresa: “ Por
obligación, o relación obligatoria, debe entenderse, en efecto, una relación entre dos
sujetos( al menos), en virtud de la cual uno de ellos (deudor, llamado a veces promitente)
queda obligado, esto es, sometido a un deber, o comprometido frente al otro ( acreedor;
llamado a veces, estipulante) a cumplir una prestación, o sea a desarrollar una actividad
determinada (comportamiento) patrimonialmente valorable; y se atribuye al acreedor un
correspondiente poder, que consiste en la pretensión a la prestación”.
Diversas Acepciones de la palabra “Obligación”
La noción vulgar de obligación alude a todo vínculo o sujeción de la persona, cualquiera
sea su orìgen o contenido (deber de votar; de respetar a los demás; de fidelidad conyugal,
de respetar a los padres, de respetar la palabra empeñada etc). En este sentido son
obligaciones los deberes impuestos al hombre por la moral, por los usos y conveniencias
sociales, en fin por las normas jurídicas, ya sean éstas de derecho público o de derecho
privado.
También, en lenguaje común- aunque impropiamente desde el punto de vista de la técnica
jurídica- se llama obligación al objeto o prestación debida, en otras palabras, a la deuda.
En el Derecho comercial se llaman obligaciones a los títulos emitidos por las Sociedades
Anónimas para documentar deudas contraídas a fin de aportar capitales a la entidad.
A veces, con esta expresión se hace alusión al contrato, que si bien crea obligaciones, no es
en sí mismo una obligación.
A veces se hace referencia, con la palabra “obligación” al documento en el que se
instrumenta el derecho creditorio.
En un sentido técnico, propio de la ciencia jurídica, se designa con la palabra “obligación”
sólo aquellos deberes impuestos por el derecho, susceptibles de estimación pecuniaria, que
consisten en dar, hacer, o no hacer algo, una persona a favor de otra.
Deuda y deber jurídico.
La noción de deber designa la situación del sujeto que está precisado a ajustarse a cierto
comportamiento. El deber jurídico- por comparación con el deber moral- presenta las notas
características del ámbito del derecho: emplazo en la zona de conducta heterónoma (un
sujeto frente a otro u otros), el comportamiento es exigible bajo amenazas de sanciones
jurídicas.
Los deberes jurídicos nacen de las más diversas relaciones jurídicas (de la personalidad, de
familia, reales etc) de manera que, si bien toda obligación es un deber jurídico, no todo
deber jurídico importa una obligación.
La deuda o deber jurídico obligacional, tiene un contenido específico, la prestación.
Se trata (dice Alterini) de una conducta o actitud, de dar, hacer o no hacer, que sólo versa
sobre entrega de cosas, sobre prestación de actividad o sobre abstenciones, y es típica de la
obligación. La deuda- esto es el deber jurídico del deudor emergente de la obligación- tiene
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contenido patrimonial, y sujeta el patrimonio del deudor a la satisfacción del crédito del
acreedor. Sin embargo la violación de ciertos deberes, propiamente dichos, pueden hacer
nacer una deuda. Es el caso de la violación del deber general de no dañar, que a través de la
causaciòn de un daño, origina en determinadas situaciones, la obligación de repararlo (arts
1067 y 1083 C.C.); esta obligación es nueva y distinta respecto de deber general de no
dañar (“neminem laedere”) violado.
Caracteres de la obligación.
La obligación presenta algunos caracteres específicos:
1. La patrimonialidad: Ya que la conducta debida por el deudor ( y que puede ser
exigida por el acreedor), de dar, hacer o no hacer tiene contenido patrimonial ( es
valorable económicamente).
2. Relatividad: Pues las obligaciones no producen efecto sino entre acreedor y deudor, y
sus sucesores a quienes se transmitiesen (es decir que sólo benefician o perjudican a
las partes, y no pueden afectar a los terceros).
3. Alteridad (bilateralidad): En cuanto que la relación enlaza a dos sujetos, confiriendo a
uno (el acreedor) derecho a obtener determinado comportamiento del otro (el deudor),
es decir, a obtener la prestación, con una coercibilidad típica del vínculo jurídico
obligacional.
4. Diversas fuentes: La obligación puede surgir de hechos o actos lícitos (por ej:
contratos) o de hechos ilícitos (delitos y cuasidelitos) etc.
5. Temporalidad pues la relación jurídica no es perpetua y se agota en un tiempo
limitado, a lo que se agrega que la inacción del titular puede derivar en la prescripción
extintiva de la acción.
Evolución histórica
El aporte del Derecho Romano
La teoría de las obligaciones tuvo su origen y logró su plenitud en Roma.
Originariamente no se distinguía entre la responsabilidad penal y civil. Tanto el ladrón
como el que había pedido prestada una suma de dinero estaban obligados con su propia
persona y reducidos a la condición servil; el deudor comprometía su cuerpo y éste era, dice
Bonfante, el objeto de la obligación. El acreedor podía apoderarse de él y aún venderlo
como esclavo si no cumplía con lo debido. Esta solución tan dura fue atenuándose con el
transcurso del tiempo. La ley Poetilia Papiria marcó una etapa fundamental de esta
evolución; a partir de ella, la obligación recae sobre el patrimonio del deudor, y no sobre su
persona; pero todavía el acreedor cuyo crédito no era satisfecho conservaba la facultad de
tomarlo y exigirle sus servicios, hasta que el precio de éstos compensara la deuda.
Finalmente, la obligación derivó hacia una responsabilidad puramente patrimonial. Es
verdad que se mantuvo y se mantendrá hasta la época contemporánea la prisión por deudas;
pero ésta era una especie de sanción penal, aplicada por el Estado al deudor irresponsable.
Pero ya no caía este bajo el poder o manus de acreedor.
En el terreno delictual, la responsabilidad también era referida primitivamente al cuerpo del
culpable. La Ley de las XII Tablas acoge la Ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente.
Es decir, el delincuente era pasible de una venganza por parte de la víctima. Luego se
autorizó la composición convencional; si la víctima lo quería, el delincuente quedaba
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exento de la obligación de someterse a la venganza personal, pagando una suma de dinero.


Más tarde la composición fue legal, vale decir, impuesta por el Estado. Hacia fines de la
República, la idea de obligatio, similar a la que emerge de un contrato, se había extendido
ya a la responsabilidad emergente de un delito.
En la época clásica (Imperio), la teoría de las obligaciones alcanzó su pleno desarrollo. Tan
admirable fue la tarea de los jurisconsultos romanos en esta materia, que la ciencia jurídica
de los siglos posteriores poco ha podido agregar a lo que ellos hicieron. Sustancialmente el
derecho moderno no ofrece alteraciones respecto de la época justinanea en lo que atañe a
las obligaciones.
Situación del deudor
Hay, al contrario de lo que ocurría en el Derecho Romano, en que la obligación era una
“sujeción personal más que un valor económico”, la obligación es mirada sobre todo como
una “relación jurídica patrimonial”, en la que lo esencial es la prestación, y la persona del
deudor, que poco o nada interesa, hasta es mirada con simpatía a veces, como la parte
comúnmente más débil en la relación jurídica.
Y como consecuencia de ese criterio que considera a la obligación como una “relación
jurídica patrimonial”, antes que personal, en el derecho contemporáneo la regla es “la
negociabilidad de las obligaciones” (cesión de créditos; y aún la Cesión de deudas –
excepto las inherentes a la persona).
Además, como se entiende que el estado de libertad, es el estado normal de las personas y
toda obligación es una restricción a la libertad del obligado, en caso de dudas sobre la
existencia o sobre la extensión de la obligación, se la interpreta estrictamente, a favor del
deudor (“favor debitoris” o “in duius pro debitori”).
Importancia económica y social del derecho de las obligaciones
Para permitir a los individuos satisfacer sus necesidades materiales y espirituales – dice
Rezzònico- ya que nadie dispone de todos los bienes aptos para satisfacerlas, ni puede tener
todas las aptitudes para saber acerca de, por ej: medicina, ingeniería, artesanías, los
diversos oficios etc- por ello la ley los faculta para obtener esos bienes y servicios
contrayendo obligaciones: es decir, comprando, alquilando, contratando la prestación de
servicios de otros; tomando dinero en préstamo, formando sociedades etc. Y presta el
auxilio de su autoridad para que el acreedor pueda, en su momento, satisfacer su interés
(protegido por la ley) que se concreta en el objeto de la obligación.
Mediante estas obligaciones los individuos obtienen las prestaciones de dar, hacer y de no
hacer que necesita, y que dan origen a los llamados “Derechos Creditorios” o “Derechos
personales” en las relaciones civiles.
Este es el òrden lógico de las obligaciones, que responden al fenómeno de la división del
trabajo y del intercambio de bienes y servicios.
Es innegable pues, la importancia de la economía en el derecho de las obligaciones – dice
Cazeaux-. Y es por ello que se ha podido decir que, siendo el Derecho una ciencia social
que procede por valoraciones que evolucionan, el derecho de las obligaciones, que es la
estructura jurídica de las relaciones económicas de la sociedad, tiene que plegarse tanto a
las nuevas técnicas de producción y del intercambio, como a las cambiantes estimaciones
morales que ellas suscitan, por lo que ineludiblemente sufre una evolución acorde con estas
nuevas valoraciones.
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Pero de cualquier manera no se puede reducir al derecho de las obligaciones a un simple


reflejo de la realidad económica.
Bajo la presión de acontecimientos económicos,- expresa Josserand- el legislador se siente
tentado más que nunca a dar preferencia a los intereses materiales sobre los imperativos
morales, de ajustar brutalmente la regla del derecho a las necesidades económicas de la
sociedad. Pero esto no debe hacerse, pues va en ello la existencia misma de la civilización;
el Derecho debe resistirse a la atracción exclusiva de lo económico, debe seguir siendo la
ciencia de lo justo, más todavía que el Código de la riqueza, porque es ante todo un poder
moral, y por otra parte, las verdaderas realidades están incluidas en las ideas, no en el
dinero. Sin negar la materia, el espíritu debe dominarla.
A pesar de su independencia recíproca, las relaciones entre el Derecho y la economía deben
ser contempladas en una mutua compenetración, dentro de una lógica subordinación de la
economía al derecho.
También la obligación está fundamentalmente vinculada con la moral. La obligación civil
es un deber jurídico y no simplemente moral: pero ello no impide que pueda haber un
verdadero deber moral de cumplir ciertas obligaciones. Más aún, la relación obligatoria está
dominada por principios de orden moral. Esto lo sostiene Ripert, quien funda esta
afirmación en un cuidadoso estudio de la jurisprudencia francesa, a través de la cual pone
de manifiesto como la idea moral ha influido en las principales construcciones
jurisprudenciales: por ej: teoría de la causa; del abuso del derecho; de la responsabilidad
civil; de las obligaciones naturales etc.

La moralización de las obligaciones


Tanto en el Derecho romano, como en las épocas clásicas de las codificaciones ( Còd. Civ.
Francés y sus seguidores), el espíritu que inspiraba al derecho de las obligaciones era el de
una concepción individualista.
Los principales pilares de esta concepción individualista liberal, fueron:
 El principio de la autonomía de la voluntad (consagrado en el D. Francés) y
plasmado en nuestro Código Civil y Comercial (Arts 958 y 959).
 Dentro de esta concepción el contrato se celebra con libertad, pues toda persona
es libre de concluirlo o no, y de elegir en su caso al otro contratante, y también
existe libertad para determinar el contenido del contrato, dado que las normas
reguladoras son en mínima parte imperativas, y en su mayoría dispositivas o
supletorias; y por último, el contrato así surgido, aparece dotado de fuerza
normativa vinculante y constituye para las partes “una regla a la cual deben
someterse como a la ley misma”.
 No se reconocían límites al ejercicio de los derechos; hoy encontramos la figura
del Abuso del Derecho, y el Abuso de la posición dominante, que ponen límites
(cuando el ejercicio de un derecho contraría los fines del ordenamiento jurídico,
o excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres)(Arts. 10 y 11 CCCN).
 Únicamente se admitìa la responsabilidad basada en factores subjetivos de
atribución. Hoy nuestro Código reconoce también la responsabilidad basada en
factores objetivos (Arts 1722 CCCN).
 Tal enfoque – dice Cazeaux- trajo como consecuencia el predominio de los
derechos del individuo sobre los derechos de la comunidad, con repercusiones
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decididamente injustas para los sectores sociales menos dotados desde el punto
de vista económico.
Actualmente se considera que la ley no debe intervenir en beneficio de ciertas categorías de
ciudadanos porque sean los más numerosos, o los más influyentes, o por otras razones
sectarias; por cuanto el derecho, si es tributario de las necesidades sociales, debe estar a
salvo, en cambio, de las finalidades políticas, electorales y otras extrañas al bien común. La
intervención estatal debe perseguir una más equitativa distribución de la riqueza y la
defensa del grupo social, anteponiendo los intereses colectivos a los individuales o de
grupo.
La corriente moderna se caracteriza, pues, por el predominio de las ideas solidaristas que
tienden a una socialización del derecho.
Gran influencia sobre esta tendencia moralizadora, ha tenido la Doctrina Social de la
Iglesia, que ha puesto en el centro del análisis la dignidad del hombre, creado por Dios a su
imágen y semejanza.
Si bien es cierto que lo esencial de la obligación es la “prestación”, es decir la conducta
debida por el deudor, éste es mirado con cierta simpatía, tendiéndose a la defensa de sus
intereses, pues se lo considera la parte económicamente más débil. Se trata de hacer posible
más benigna su situación, buscando la posibilidad, no de liberarlo sin haber cumplido; sino
de limitar los poderes de agresión del acreedor cuando vulnera la equidad y la dignidad
humana del deudor.
Algunos ejemplos de esta tendencia socializadora del derecho en materia de
obligaciones son:

 Se introduce el principio de la buena fe, en el ejercicio de todo derecho (Art. 9


C.C.C.N), también en Art 729 C.C.C.N. acerca de la buena fe con la que deben
obrar deudor y acreedor.
 Actualmente se observa un mayor intervencionismo del Estado, anteponiéndose
los intereses colectivos a los individuales o de grupo. Por ej: Protección a los
intereses difusos (de rango constitucional); defensa de los consumidores (Ley
24.240 y sus modif.- de defensa a los consumidores) etc.
 La función preventiva de la Responsabilidad Civil (Art. 1710 CCCN)
 La responsabilidad objetiva (Art. 1722 CCCN): Que a través de teorías como la
del Riesgo creado; o la idea de garantía etc, han completado y vigorizado la
tradicional fundamentaciòn subjetiva de la responsabilidad extracontractual
(basada en la culpa o en el dolo).
 La teoría de la lesión (332 C.C. y C), en protección de aquellos deudores
perjudicados por el aprovechamiento que hacen ciertos acreedores, de su
situación preponderante, o de la necesidad o ligereza de aquellos. (Por ej: el
caso de la usura).
 El abuso del derecho (art 10 C.C. y C.): Por el que los derechos subjetivos no
otorgan una potestad absoluta e incausada; y hoy se los concibe como una
facultad enderezada hacia un fin lícito y de la cual no se puede abusar. El abuso
de la posición dominante en el mercado (art. 11 C.C. y C.)
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 La equidad: Que se hace presente en la responsabilidad que cabe ahora, por


ciertos “hechos involuntarios” etc.
Obligaciones reales (o propter rem)
En ciertas obligaciones la persona del deudor es determinada por su relación con una cosa;
se trata de las obligaciones propter rem (también llamadas “ambulatorias” cabalgantes” u
“obligaciones reales”).
Según Alsina Atieza: “Son obligaciones que descansan sobre determinada relación de
señorío sobre una cosa, y nace, se desplazan y se extinguen con esa relación de señorío”.
Caracterización general
Se ha resuelto en un fallo, y con criterio generalizador, que “lo característico de las
obligaciones propter rem reside en que se constituyen en estrecha conexión con una cosa o
más precisamente con cierta relación de señorío sobre una cosa y, por consiguiente, el
crédito o deuda nacen, subsisten o se extinguen junto con la relación de señorío
mencionada; si el acreedor o deudor propter rem dejan de estar en dicha relación con la
cosa, sea porque la abandonen o porque la enajenen, o porque otro venga a entrar en ella
originariamente, o porque la cosa desaparezca haciéndose imposible la relación de señorío
respectiva, el acreedor o deudor quedan desligados – por lo menos para lo sucesivo- de la
obligación propter rem, y ésta se desplaza hacia el nuevo dueño o poseedor, por lo que se
habla a menudo que la obligación es ambulatoria” . Es por ello que, se ha dicho también,
las obligaciones reales o propter rem toman el asiento del derecho real, en el sentido de que
la legitimación está dada por la circunstancia de hallarse el acreedor o el deudor en cierta
relación con la cosa.,-
Estas obligaciones tienen características comunes con el derecho creditorio y con el
derecho real.
Se asemejan a la obligación porque el deudor no responde sólo con la cosa en razón de la
cual nace la obligación propter rem, sino con todo su patrimonio.
Pero se asemejan también al derecho real, pues se transmiten con la cosa, a través de su
abandono; sin perjuicio de que, si el ulterior titular debe responder de una deuda propter
rem nacida en cabeza del titular anterior, pueda reclamarle lo que haya pagado en razón de
ella
Casos:
a) En las obligaciones de dar:
 Tanto el crédito como la deuda por el valor de la medianerìa.
 La obligación de contribuir a los gastos de conservación en el condominio (art
1991 CCCN)
 La obligación de pagar la expensas comunes en el régimen de la propiedad
horizontal (art 17 ley 13.512)
 La obligación de contribuir a los gastos que ha demandado el deslinde de un
inmueble colindante en razón de confusión de límites.
 La obligación del dueño de una cosa perdida de recompensar y pagar los gastos
de quien la encuentra.
 Las deudas por impuestos inmobiliarios.
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b) En las obligaciones de hacer:


 La obligación que pesa sobre quien quiera hacer una chimenea o fogón u hogar
contra una pared medianera de construir un contramuro.
 La obligación del propietario del terreno contiguo a una pared divisoria que la
destruyó por serle indispensable, de afirmarla o de hacerla de carga, de levantar
inmediatamente la nueva pared.
 La obligación del usufructuario de hacer las reparaciones necesarias para la
conservación de la cosa dada en usufructo.

c) En las obligaciones de no hacer:


 La obligación del propietario del inmueble de no hacer excavaciones existentes
en el inmueble vecino
 La de no plantar árboles a menor distancia que la permitida del límite con dicho
inmueble vecino.

El Derecho Canónico y las obligaciones
El moderno derecho de las obligaciones tiene grandes resabios de las enseñanzas de los
canonistas. Su incidencia se halla fundamentalmente en lo que versa sobre la moralización
de las obligaciones, y así gracias a los principios derivados del Derecho Natural nos han
legado instituciones como la de la Buena fe-probidad, el de la modificación o invalidación
de los actos lesivos y los usurarios; o el de la invalidación de los actos jurídicos cuando los
motivos personales de las partes son inmorales; o el de la relevancia de los cambios de las
circunstancias a través de la doctrina de la imprevisión, etc.
El Derecho Canónico – dice Capitant- , ejerció, en el estudio de la causa-fin de las
obligaciones (o de los contratos que las generan), una influencia profundísima en los
civilistas, porque los Canonistas entendieron, que un contratante se obliga porque cuenta
con el cumplimiento de la prestación de quien se comprometió con èl; y entendieron que la
obligación pierde la causa desde que la obligación correlativa no se cumple. Por ello
desarrollaron los principios de la “Exceptio non adimpleti contractus”(que inspiró nuestra
Excepción de incumplimiento), y de la “lex comisoria” (o Pacto comisorio), por
incumplimiento de la obligación del co-contratante (contemplado ahora como Cláusula
resolutoria expresa (Art. 1086 CCCN) y Cláusula Resolutoria Implícita (Art. 1087 CCCN).
Además profundizaron en el análisis de los motivos personales que llevaron a los
contratantes a obligarse; y propugnaron la invalidez de las obligaciones que tengan motivos
(fin concreto), inmorales.
En una palabra, la influencia que tuvo el Derecho Canónico sobre nuestro Derecho Civil,
fue la moralización de sus instituciones.
Naturaleza jurídica de la obligación
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Cuando se pregunta por la naturaleza de una figura jurídica, se está queriendo desentrañar
acerca de, “qué es en esencia esta figura”, implica conocer sus características principales, y
permite encasillarla en el sector correspondiente.
De la naturaleza jurídica que se le reconozca pueden extraerse importantes consecuencias,
pues corresponden a la figura, las características generales de la categoría en que se la
ubica; y de las características generales de esa categoría se pueden deducir las
pertenecientes a la figura en cuestión.
La naturaleza jurídica de la obligación es ser un tipo de “Relación Jurídica” (Vínculo o
nexo que enlaza el derecho subjetivo -en este caso el crédito-, con el deber jurídico
correlativo – que en esta relación jurídica es, la deuda).
Pero, profundizando acerca de su naturaleza jurídica, se han elaborado diversas doctrinas.
Las diversas concepciones que se han expresado sobre la naturaleza jurídica de la
obligación pueden agruparse en 3 posiciones diversas:
a). Concepción subjetiva: que concibe al crédito como potestad del acreedor.
b). Concepción objetiva: que lo concibe como un título a la satisfacción de un
interés.
c). Teoría del vínculo complejo
a) Concepción subjetiva; ( el crédito como potestad del acreedor)
Los autores que participan de esta concepción entienden el derecho subjetivo como un
poder atribuido a una voluntad, y trasladan esta idea al campo de las obligaciones.
Para Savigny la obligación consiste en un señorío del acreedor sobre los actos de conducta
del deudor que éste se ha comprometido a favor de aquél. A diferencia del Derecho real
donde se ejerce un señorío sobre la cosa, acá se lo ejerce sobre un actividad del deudor.
En la opinión de Llambìas, esta teoría no es acertada, pues confunde el sujeto pasivo de la
obligación con el objeto de la misma. La coercibilidad no se ejerce sobre la persona del
deudor, sino sobre su patrimonio, y se detiene donde se deba ejercer violencia sobre la
persona del deudor.
b) Teoría objetiva: (El crédito como título a una prestación)
Desde este punto de vista no es el vínculo entre los sujetos, ni la conducta del deudor lo
esencial de la obligación, sino el interés del acreedor en el cumplimiento de la prestación.
Es ese interés lo que el ordenamiento jurídico protege, y por eso la obligación es útil en
cuanto es un título hábil para lograr la satisfacción de aquél interés.
Relación de patrimonios
De aquí que la obligación aparezca como una relaciòn entre dos patrimonios, pues el interés
del acreedor se satisfará, en última instancia, por una transferencia de valores que saldrán
del patrimonio del deudor e ingresarán en el patrimonio del acreedor .
Tampoco esta visión sobre la obligación es correcta, porque subestima el elemento personal
que la anima, que siempre estará en la primera línea de la consideración de este asunto, por
lo mismo que es común el deber impuesto por el Derecho Natural, y por el Derecho
positivo.
Deber libre
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Además esa subestimación del deber de satisfacer la prestación desemboca en la


equivocada creencia de que el deudor no está precisado a pagar (deber- libre). Binder y
Brunetti sostuvieron que el deudor tendría “un deber libre” de cumplir o no cumplir; desde
que la norma jurídica no manda pagar, el deudor – explican- no tiene el deber jurídico de
cumplir; por ello no se aplica sanción alguna al incumplidor.
Pero es el caso que el derecho acuerda una indemnización al acreedor cuando el deudor no
cumple (art 730 Inc c) CCCN); este efecto quiso ser explicado por el carácter hipotético de
la norma jurídica de imputación: la hipótesis necesaria para que sea indemnizado el daño es
el incumplimiento y, cuando este ocurre, corresponde la indemnización.
Pero, en realidad, no hay tal “deber libre”, expresión en la que, además el adjetivo “libre”
estaría neutralizando el sustantivo “deber”. La obligación no presenta al deudor una
alternativa entre cumplir o no cumplir para que obre a su arbitrio. El deudor debe cumplir;
este es su deber y, si no cumple, por haber infringido tal deber, se lo sanciona con la
indemnización.
Deber in patiendo
Carnelutti dio también una explicación objetiva acerca de la naturaleza jurídica de la
obligación. Según este autor, el deudor no tendría el deber jurídico de cumplir, ni el
acreedor derecho a obtener la prestación; solo incumbiría al deudor el deber jurídico de
soportar o tolerar (in patiendo, no in faciendo) la acción del acreedor tendiente a tomar para
sí la cosa sobre la cual recae la obligación y, recíprocamente, el crédito solo le daría el
derecho para tomar para sí esa cosa. Esta concepción, que también diluye el efectivo
deber de cumplir, es alcanzada por críticas semejantes a las expresadas en el párrafo
anterior.
Méritos de la teoría objetiva.
La concepción objetiva tiene, sin embargo algunos aspectos positivos.Lo parcial de su
visión no obsta a la efectiva existencia de un interés por parte del acreedor jurídicamente
protegido. Y al desvincular la prestación de la persona del deudor – tan íntimamente ligada
a ella en la rígida concepción subjetiva- explica por qué se admite que un tercero satisfaga
al acreedor en lugar del obligado. (arts 505 inc. 2º ; 727 y 728 C.C.); o que en ciertos casos
sea procedente que otro asuma la deuda del deudor, que tome su lugar en la obligación
(cesión de deudas, o pago con subrogación), pues en tales supuestos se contempla el interés
del acreedor en ser satisfecho, con independencia de quien cumpla la prestación.
c) Concepción apropiada
La obligación como vínculo complejo (Teoría de la deuda y responsabilidad)

Orígenes de la teoría
Modernamente autores como Demoguè, Rocco etc, expresan que la relaciòn jurídica
obligacional es compleja, compuesta de dos elementos: 1) El débito o deuda, y 2) La
garantía o responsabilidad.
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Expresan que, si por lo general aparecen unidas conceptualmente, es menester distinguirlas,


pues son autónomas e independientes. Esta disociación tiene antecedentes en el Derecho
Romano a través de la correspondencia entre : a) El deber de cumplir (deuda),y, b) la
posibilidad de sujetar la persona misma del deudor (luego sobre el patrimonio), a la
ejecución (responsabilidad)
La distinción entre deuda y responsabilidad fue formulada por el pandectismo alemán del
siglo XIX. Gierke descubre en el estudio del Derecho germánico, que en ciertas
obligaciones una persona es el deudor, y otra el responsable. Por ej: El señor feudal no
respondía, sino que lo hacía su administrador.
Rocco expresa que : 1. En el lado pasivo: de la obligación encontramos dos deberes: a) El
del deudor de cumplir con la prestación, y b) También el del deudor de dejar actuar al
acreedor sobre su patrimonio en caso de incumplimiento, y 2. En el lado activo:
encontramos dos derechos: a) El del acreedor a instar al deudor al cumplimiento, y también
b) el del acreedor a ejecutar los bienes del deudor para satisfacer su crédito, en el supuesto
de incumplimiento.
Hay pues, dos relaciones:
I. La relaciòn de deuda: Conformada por:
 El deber del deudor de cumplir.
 El derecho del acreedor a instar al cumplimiento

II. La relaciòn de responsabilidad: Formada por:


 El deber del deudor de dejar actuar al acreedor, sobre su patrimonio.
 El derecho del acreedor a actuar sobre el patrimonio de su deudor.

El débito o deuda
Es el estado de puro deber que se inicia con el nacimiento de la obligación y se extingue
cuando la misma es cumplida voluntariamente por el deudor. Esta es la etapa llamada por
los autores alemanes como Schuld.
En este momento de la obligación, el deudor se encuentra presionado psicológicamente a
cumplir por el efecto de la gravitación del ordenamiento jurídico y de su conciencia moral,
con independencia de toda idea de coacción.
Por su parte el acreedor se encuentra en un estado de ilegítima expectativa, en la esperanza
de que se le pagará lo que se le debe. Por ello el derecho le otorga al acreedor la posibilidad
de un control de gestión sobre el patrimonio del deudor (puede reclamar medidas
cautelares).
La garantía o responsabilidad
Es el elemento que entre en juego a raíz del incumplimiento de la obligación.

En este momento el ordenamiento jurídico otorga al acreedor el poder de actuar contra el


patrimonio del deudor ( poder de agresión patrimonial), requiriendo la ejecución forzada de
los bienes del obligado. La situación del deudor es aquí, la de estar sometido a la acción
ejecutiva del acreedor, contra sus bienes.
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Es decir: La responsabilidad nace a partir del incumplimiento.


El patrimonio del deudor: cumple una función de garantía para el acreedor.
Entonces:
A- En la deuda: El acreedor tiene una expectativa a la prestación; es decir al cumplimiento
exacto por parte del deudor. En esta etapa el acreedor cumple un rol pasivo (se
encuentra a la expectativa), en cambio el deudor tiene un rol activo (debe cumplir con la
prestación).
B- En la responsabilidad: tiene una expectativa a la satisfacción por medio de la ejecución
forzada; o por un tercero; o por la indemnización. (art 505 C.C.). En esta etapa los roles
se truecan, pues el acreedor pasa a tener una función activa ( ejerce todos los medios
legales a su alcance a fin de lograr la satisfacción de su crédito), y el deudor tiene un rol
pasivo (debe dejar actuar al acreedor- ejecución- sobre su patrimonio)
Ahora bien: El deudor, aún no habiendo cumplido con la prestación puede liberarse
satisfaciendo el interés del acreedor(Es decir que el deudor aunque se encuentre en mora
puede igualmente cumplir, pagando lo debido con más los daños que su retraso le haya
producido al acreedor)
Consideración crítica de la teoría en análisis
No obstante la difusión de esta teoría, una serie de interrogantes han sido planteados, a
veces para precisar conceptos, otras para criticarla.
En el estudio de la obligación – afirma Lehmann con criterio compartible – deuda y
responsabilidad son elementos ordenadores de relevante valor didáctico, aunque no deba
exagerarse su importancia desde el punto de vista de la práctica del Derecho de las
Obligaciones.
Interesa destacar que deber y poder, como sujeción de quien debe y facultad de quien puede
reclamar la prestación, son los términos bipolares de la relación obligacional, gráficamente
expresados en la deuda y la responsabilidad. Que no se dan como puros deberes en la
circunstancia de la deuda, pues ellos tienen correlato en la facultad del acreedor de hacer
suya la prestación espontáneamente cumplida por el deudor; ni como puros poderes del
acreedor en la circunstancia de la responsabilidad, pues tales poderes se corresponden con
los deberes del deudor, que está sujeto al cumplimiento coactivo o al pago del equivalente
indemnizatorio.
En realidad, la responsabilidad en la obligación, nace con la deuda y queda en estado
latente. Es la potestad que el ordenamiento jurídico positivo otorga al acreedor para ser
satisfecho, y se pone en ejercicio al promediar el incumplimiento. Por ello, precisamente, la
responsabilidad del contratante que no cumple sigue siendo contractual, y no está fuera del
contrato, sino implicada por el mismo contrato que hizo nacer la deuda.

Elementos de la obligación
Nociones generales
Son aquellos componentes, que necesariamente existen o pueden existir en una relación
jurídica obligacional.
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Clasificación. Enumeración
Elementos esenciales ( O estructurales)
Son aquellos que necesariamente deben existir en la obligación, de modo que no puede
concebirse esa relación jurídica (obligación) sin la existencia de ellos, y son,
1. Sujetos: Son las personas entre quienes se forma la obligación.
2. La Coercibilidad. Es la posibilidad de aplicar la fuerza pública en caso de
incumplimiento de la prestación por parte del deudor.
3. Objeto: Que es la prestación debida (comportamiento del deudor), que puede ser de
dar, de hacer y de no hacer, y siempre es de contenido patrimonial.
4. Fuente (causa fuente, o causa eficiente): Que es el hecho o acto lícito o ilícito que le
da nacimiento (art 726 CCCN).
Los sujetos
Concepto: Los sujetos de la obligación son las personas vinculadas por la relación
jurídica a que ella se refiere.
Nociones. Importancia
Como en toda relación jurídica, la obligación debe contar necesariamente con el elemento
subjetivo bajo la doble forma de “sujeto activo” (el titular del derecho subjetivo) que en la
obligación se llama acreedor; y el “sujeto pasivo”(que tiene a su cargo el cumplimiento del
deber jurídico), y que en nuestro caso se denomina “deudor”. Y deben existir ambos, ya que
no se concibe un crédito sin el debito correlativo (“son como dos caras de una misma
moneda”- como en toda relación jurídica “a todo derecho subjetivo le corresponde del otro
lado un deber jurídico”).
Es decir:
Toda obligación tiene:
A) El acreedor: A cuyo favor debe satisfacerse la respectiva prestación. Es el titular de la
facultad o derecho subjetivo, porque tiene el título para exigir del deudor el
comportamiento debido.
B) El deudor: Es decir la persona que está en la necesidad de satisfacer la prestación
debida.
Quiénes pueden ser sujetos
Los sujetos de la obligación deben ser necesariamente personas para el derecho ( ya sea
personas físicas (humanas, naturales, o de existencia visible); o personas jurídicas (de
existencia ideal).
Capacidad
Para que la obligación sea válida se requiere que los sujetos actuantes (acreedor y deudor)
tengan capacidad de derecho para ser titular del crédito el acreedor, y para ser obligado por
la deuda el deudor. La ausencia de capacidad de derecho provoca la nulidad de la
obligación que es, en principio, absoluta.
Si faltare la capacidad de ejercicio (de hecho) en alguno de los sujetos, el acto constitutivo
de la obligación sería nulo, pero de nulidad relativa.
Además: Acreedor y deudor deben ser personas distintas entre sí -sino estaríamos frente a
la imposibilidad, o extinción (si es sobreviniente) de la obligación por confusión)
Confusión: Cuando se reúnen en una misma persona la calidad de acreedor y
de deudor, extinguiéndose, por la imposibilidad fáctica que se produce, dicha
obligación.
Pluralidad de sujetos
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La relación obligacional no necesariamente debe enlazar un ùnico sujeto acreedor con un


único sujeto deudor. Puede haber pluralidad en una u otra parte, o en ambas; desde el
nacimiento de la obligación (pluralidad originaria), o surgir con posterioridad al nacimiento
(pluralidad sobreviniente).
Además, en estos casos, el vínculo puede ser:
a. Divisibles: Caso en que el objeto de la obligación en de posible cumplimiento
fraccionado (caso en el que cada uno responde por su cuota-parte, si hay pluralidad de
deudores- pluralidad pasiva; o cada uno de los acreedores -caso de pluralidad activa- puede
exigir su cuota parte.(Arts. 805 y sgs. CCCN.)
b. Indivisible: Cuando en una obligación con pluralidad de sujetos, el objeto de la
misma no puede ser fraccionado; en cuyo caso, cada uno responde (solidaridad pasiva); o
cada uno puede exigir (solidaridad activa), el total de la prestación.(Arts. 813 y sgs.
CCCN.).Similar , es el caso de las Obligaciones mancomunadas (Arts.825 y 826 CCCN)
c. Obligaciones Solidarias: Cuando las partes, o la ley establecen que, aunque el
objeto sea materialmente divisible, se ha establecido que esta prestación deba ser cumplida
por entero. En cuyo caso, cada uno debe responder (deudores), o puede exigir (acreedores)
el total de la prestación, debido a que así se ha fijado.(Arts. 827 y sgs. CCCN)
Transmisión de la calidad de sujetos
Las calidades de acreedor y de deudor pueden ser transmitidas por sucesión. La transmisión
o sucesión puede darse por “actos entre vivos”, o por “actos de última voluntad”(mortis
causa); y desde otro punto de vista puede ser: a título particular o a título universal.
En cuanto a qué aspecto de la obligación puede ser transmitido, cabe: La transmisión del
crédito o de la deuda; inclusive la transmisión global del transmitente (el patrimonio
completo)- en la sucesión hereditaria, o en la transmisión de fondos de comercio.
Pero: En cierto tipo de obligaciones no se admite la transmisión, por ej: en las obligaciones
de “prestaciones intuito personae”, donde se ha tenido en miras la calidad específica del
deudor original, y sólo él la puede cumplir. O cuando el crédito solo lo puede ejercer el
titular original: (Derechos inherentes a la persona- ej: reclamo por daño moral). O cuando
existe una prohibición convencional.
Determinación
Los sujetos de la obligación (acreedor y deudor) deben estar determinados al tiempo de
contraerse la obligación, o ser susceptibles de una determinación ulterior, uno de los sujetos
(por lo menos al momento del cumplimiento de la obligación), en este último caso hay una
indeterminación provisional o transitoria, que está permitida y no obsta a la existencia de la
obligación (siempre, claro está, que el sujeto indeterminado transitoriamente, sea
individualizado antes, o al momento del cumplimiento de la misma). La indeterminación
provisional de uno de los sujetos se da en diversos casos, por ejemplo; indeterminación
transitoria del deudor se da en las “obligaciones propter rem”; la del acreedor se observa,
en los títulos al portador, promesas de recompensas etc.
El objeto. La prestación
Todas las doctrinas están de acuerdo en que el objeto es uno de los elementos esenciales de
las obligaciones, pero disienten en qué consiste
Concepto:
Para que exista obligación es menester deber algo (no es posible estar obligado en abstracto
– es menester deber algo concreto.
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Objeto de la obligación es aquello sobre lo cual recae la obligación, es el “que” (el “quid”)
de la relación.
Falta de objeto
Dijimos que el objeto es uno de los elementos esenciales o estructurales de la obligación,
por lo que su ausencia se traduce en la inexistencia de la obligación, que así resulta un lazo
vacío.
La falta de objeto puede derivar de:
 De su indeterminación.
 De su imposibilidad
 De su carencia de significación patrimonial.
Teorías acerca del objeto de la obligación
Habíamos dicho que, todas las doctrinas están de acuerdo en que el objeto es uno de los
elementos esenciales de las obligaciones, pero disienten en qué consiste.
Y justamente acerca de lo que consiste el objeto de la obligación se han conformado
teorías: a) objetivas y b) teorías subjetivas.
a) Teorìas objetivas (Llambìas):
“El objeto de la obligación es aquello que el deudor debe satisfacer a favor del
acreedor”. Consiste en una cosa, o en un hecho que habrá de ejecutar el deudor, o en una
abstención de algo que el deudor libremente podría haber efectuado de no mediar la
existencia de la obligación que le exige un comportamiento negativo.
b) Teorías subjetivas
En la actualidad la mayoría de la doctrina entiende que la cosa o los servicios concretos(o
abstención específica), son el soporte físico o hecho, o abstención concreta sobre los
cuales versa el objeto, pero no el objeto mismo. El derecho regula conductas; y Vélez
Sarsfield ya clasificaba las obligaciones según su prestación en obligaciones de “dar,
hacer y no hacer”.
Dice Boffi Boggero que si se considerara el objeto de las obligaciones a la cosa debida, se
confundiría la Obligación con los Derechos reales.
Por lo tanto para esta parte de la doctrina: El objeto de la obligación es la conducta debida
por el deudor (prestación), que puede ser de dar, hacer y no hacer.
Objeto de la obligación -> la prestación; y objeto de la prestación -> La cosa, servicio o
abstención prometida.
b.1.) Otras teorìas o modificaciones de la doctrina subjetiva:
Messineo, Zannoni, Alterini etc : Hacen una distinción entre: 1. El objeto y 2. El
Contenido.
1. El Objeto: Son las cosas o servicios debidos.
2. El Contenido: Es la prestación (el comportamiento que debe observar el deudor)

Zannoni, Alterini y la moderna doctrina italiana, opinan que, desde que el derecho
regula conductas humanas; el contenido (aquí no hablan del objeto) de la relación
jurídica, es cierta conducta humana: el comportamiento del sujeto pasivo destinado
a satisfacer el interés del titular activo respecto del objeto. El “contenido” es
denominado técnicamente como prestación.
Es decir: Contenido = prestación.
Y el objeto de la obligación es: + En las obligaciones de dar, la cosa misma que se
debe. + En las obligaciones de hacer, y de no hacer, es la ventaja o utilidad que
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deriva del hecho o abstención debida: por ej, en el transporte, el objeto es ser
transportado hasta cierto lugar. En una obligación que se pacte “no levantar una
pared”, el objeto es que el vecino pueda recibir el sol en su jardín.
Y, el contenido (la prestación), es en estos casos la actividad, transporte por parte
del deudor, y la conducta negativa (abstención) en el otro caso.

Real (oblig. De dar)


Especies Positivas
de prestaciones Personal (oblig de hacer)
(o contenido)
(Alterini)
Negativas (oblig. De no hacer)

b.2) Betti; Carnelutti y otros, dicen:


1. El objeto: es el bien debido
2. La acción: es el comportamiento del deudor, que no constituye el objeto de la
obligación, sino el medio de cumplimiento de la misma.

b.3) Hernàndez Gil:

Objeto de la
Obligación -> es La Prestación -> a) Un factor invariable, que es la
conducta o
Pero constituìda comportamiento del deudor,
que se encuentra en todo todo tipo
de obligaciones(de dar,hacer y no hacer
Por dos factores

-> b) Un factor variable, que puede o no


concurrir, que
son las cosas
Entonces para este autor: Cuando la obligación es de dar, las cosas integran el
objeto junto con el comportamiento o conducta.
Y en las de hacer y de no hacer, el objeto es solo la conducta o comportamiento.

El objeto de la obligación y el objeto de la prestación


El objeto de la obligación es la prestación, es decir la conducta debida por el deudor (objeto
inmediato), y que puede ser de dar, hacer o no hacer.
Y, a su vez: El Objeto de la prestación, es la cosa, el hecho o la abstención sobre la que
recae la prestación (objeto mediato).

Requisitos de la prestación (art. 725 CCCN)


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El art. 1725 del Código Civil y Comercial establece cuáles son los requisitos que debe
cumplir una prestación, para ser posible objeto de una obligación, y de esa manera tenga
existencia y virtualidad jurídica.
ARTICULO 725.- Requisitos. La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser material y jurídicamente
posible, lícita, determinada o determinable, susceptible de valoración económica y debe corresponder a un interés
patrimonial o extrapatrimonial del acreedor.
A) Posibilidad:
La prestación debe ser material y jurídicamente posible en el momento de formarse la
obligación.
No puede deberse sino aquello que se puede cumplir.
Para que el objeto de la obligación se juzgue imposible; debe tratarse de una
imposibilidad:
1. Existente al tiempo de formarse la obligación; pues si la prestación se tornare
imposible (sin culpa del deudor, es decir por caso fortuito o fuerza mayor) luego de su
nacimiento, estaríamos frente a un caso de “imposibilidad de pago” por fuerza mayor (no
imputable al deudor) y quedaría excusado de su incumplimiento.
2. Imposibilidad absoluta, objetiva: Es decir que lo sea para todos y no solo para el
deudor.
En el supuesto de imposibilidad material originaria la obligación es inexistente por falta
de objeto. Por ej: “tocar el cielo con las manos”.
En el supuesto de imposibilidad jurídica originaria (la nota al art 953 comenta el caso)
(aquí concurre un obstáculo legal; por ej: prendar una casa)
B) Licitud:
Cabe expresar este requisitos con una negación – La prestación no puede consistir en un
hecho ilícito – (Ej: “A” se compromete a pagar una suma de dinero por dañarle el auto a
“B”.). Al contrario de la imposibilidad legal, aquí no juega un obstáculo legal, sino un
comportamiento contrario a la ley (o la moral o las buenas costumbres); en el anterior
caso el hecho está impedido, en éste está sancionado.
C) Determinación:
Es menester que el comportamiento debido por el deudor recaiga sobre algo concreto
(definido o conocido). La prestación debe estar determinada “ab initio”, aunque nuestro
ordenamiento permite una cierta “indeterminación inicial”, aunque al momento del
cumplimiento, ésta debe estar perfectamente determinada.
No puede ser objeto de una obligación una prestación absolutamente indeterminada (por
ej: entregar una “cosa”), por lo menos debe estar determinada la especie a la pertenece la
cosa.
Existen ciertos grados de indeterminación permitidos: Y en un orden creciente tenemos: -
*Obligaciones facultativas; *obligaciones alternativas; *obligaciones de género
limitado; * Obligaciones de dar cosas inciertas no fungibles (de género); * obligaciones
de dar cosas inciertas fungibles (de cantidad); y * obligaciones de dar sumas de dinero.
D) Patrimonialidad:
Para que exista una obligación es necesario que su objeto (la prestación) sea susceptible
de apreciación pecuniaria. Esto es una consecuencia del carácter patrimonial del Derecho
Creditorio.
Si la obligación carece de un objeto patrimonial, el incumplimiento del deudor no lo hace
incurrir en responsabilidad alguna por cuanto dicho incumplimiento no redundaría en
detrimento patrimonial al acreedor.
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Pero: Fueron surgiendo doctrinas que hicieron que se discutiera arduamente, a partir de
Ihering sobre si la prestación que constituye el objeto de la obligación debe tener un valor
patrimonial, es decir valuable en dinero, o no.
D.1 Según una doctrina ( Savigny; Aubry et Rau; Laurent y los Pandectistas
alemanes): El objeto de la obligación siempre debe tener un valor económico o
patrimonial; y los llamados por Ihering “bienes ideales” (honor, salud, afectos, belleza
etc) están fuera del comercio, no forman parte del patrimonio de una persona (son
inalienables e inembargables) por lo tanto no pueden ser objeto de una obligación.
Dicen que nadie vende ni permuta su comodidad, su placer etc, como si fueren objetos
económicos, y tales bienes no tienen cotización en el mercado. Así por ej: La promesa
hecha a un vecino, de no tocar el piano, no representa ningún valor económico, no puede
constituir una obligación, y pertenece al dominio de la ética. Y agregan, que si se
contraviniese la promesa, no existiría sanción patrimonial, pues no existiendo valor
económico vulnerado el deudor no sería pasible de una condena de daños y perjuicios,
que según Pothier son el equivalente del interés que el acreedor tendría en que la
obligación fuese cumplida.
D.2. Segùn otra doctrina (Ihering- Demolombe- Josserand- Planiol-Salvat- Galli-
Busso etc....) opinan que pueden ser objeto de obligaciones, los llamados por Ihering
“Bienes ideales”.
La equidad, agregan, exige a menudo la protección de intereses puramente morales o
afectivos, como los que surgen de las relaciones de familia, de los sentimientos, de la
estética etc..Y si aparentemente no es posible valuar en dinero estos bienes, pues no son
cotizables en dinero “apenas se los lesiona, se traducen en una disminución patrimonial,
en un daño perfectamente valorable en dinero”.
Por lo tanto para Ihering, y los autores que lo han seguido; la obligación puede
corresponder a un interés extrapatrimonial.
Ihering publicó un famoso trabajo: “Del interés de los contratos y de la pretendida
necesidad del valor patrimonial de las prestaciones obligatorias”; allí plantea para
analizarlos, tres ejemplos en los que a su juicio faltaría el contenido patrimonial de la
prestación, no obstante lo cual el derecho debe ampararlos:
1- El mozo que estipula con su patrón que quedará libre los domingos por la tarde (en
ese momento no existían leyes laborales)
2- El inquilino que estipula para él y sus hijos el goce del jardín anexo a la casa.
3- El de la señora enferma, que requiere tranquilidad y que le alquila una habitación
al inquilino con el compromiso especial que éste no ejecutará música.
Frente a estas hipótesis demuestra como inciden semejantes estipulaciones en el
precio:
 Menos salario para el mozo (pues el patrón deberá pagar a otro mozo para que
atienda los domingos por la tarde).
 Más alquiler para el inquilino de la casa, por disfrutar del jardín.
 Menos alquiler le cobrará la señora al inquilino al que se le limita la posibilidad
de ejecutar música ( y tal vez enseñar a sus alumnos)
Por lo tanto para Ihering: El reposo, la salud, la diversión, etc; tienen una
significación en el interés de sus titulares, y deben ser protegidos. De manera que si una
de las partes (el deudor), no cumple lo convenido deberá reparar el daño o devolver lo
pagado por el otro.
23

D.3. Scialoja- De Ruggiero- Messineo- Llambìas – Borda etc: Distinguen y


lo observan en los ejemplos de Ihering: 1. a la prestación en sì misma, que es la conducta
debida por el deudor (es decir el objeto de la obligación); 2. del interés que puede tener
el acreedor en recibirla.
El objeto de la obligación: es decir el dar, hacer o no hacer que constituye la prestación y
que está a cargo del deudor, debe tener siempre un valor pecuniario; pero en cambio el
interés que está en cabeza del acreedor, su utilidad, su beneficio, provecho o ventaja
como sujeto activo del vínculo obligacional, puede no ser económico o pecuniario, sino
puramente moral, religioso, afectivo, científico, estético etc, bastando que sea serio y
digno de protección jurídica. “Es así que el derecho de las obligaciones, mediante
prestaciones, que constituyen el objeto siempre pecuniario, de los derechos de crédito,
vale decir, mediante prestaciones siempre susceptibles de valor económico, se
satisfacen necesidades, se reparan perjuicios o se protegen valores, bienes o intereses
del acreedor mismo o de terceros, aún extraeconómicos, espirituales o místicos. Con ese
fin se les acuerda al sujeto acreedor la facultad de exigir del deudor, determinada
prestación”(Barcìa López). Agrega Barcìa López, que de la misma lectura de la famosa
obra de Ihering, se deducen las mismas conclusiones de los ejemplos aportados.
Patrimonialidad de la prestación; y la patrimonialidad, o no del interés del
acreedor
Solución del Derecho Argentino: Nuestro Código Civil y Comercial ha terminado con
las discusiones al respecto:
El art. 724, al definir la obligación expresa que ésta, “…. es una relación jurídica en virtud de
la cual el acreedor tiene el derecho de exigir del deudor una prestación destinada a satisfacer un interés
(suyo), lícito…”.
Y el art. 725 al caracterizar los requisitos que debe cumplir la prestación , aclara que ésta
siempre debe ser suceptible de apreciación económica(contenido patrimonial de la
prestación), y “…. Debe corresponder a un interés patrimonial o extrapatrimonial del acreedor”
Al efecto observamos:
 En las obligaciones nacidas de los contratos: Estas deben tener como
prestación, la entrega de una cosa, o “bienes” con valor económico (objeto
material, o bienes susceptibles de valoración pecuniaria (art 16 CCCN); O del
cumplimiento de un hecho positivo o negativo susceptible de apreciación
económica o pecuniaria
El interés del acreedor (para cuya satisfacción se conformó la obligación),
puede ser extrapatrimonial, pero la prestación debida por el deudor debe
necesariamente tener significado económico. Por ej: El interés de aprender
(extrapatrimonial) una lengua extranjera puede dar lugar a un contrato, pero la
actividad docente de quien se compromete a enseñarla (prestación del deudor)
es susceptible de apreciación económica, pues puede cobrar por ello, aunque de
hecho no lo haga.
 En los hechos ilícitos: Se genera una obligación a cargo del responsable, cuya
prestación es patrimonial, y el interés al que corresponde puede ser
extrapatrimonial: El daño moral integra la reparación en el hecho ilícito ello
mismo ocurre en los contratos.
En fin: Los intereses morales no son ajenos al ámbito de las obligaciones, en cuanto a
éstas necesariamente de objeto patrimonial, pueden constituirse para servir a aquellos
intereses
24

El vínculo. La coercibilidad
“En nuestro modo de ver la obligación (Alterini), al enlazar el derecho del acreedor y el
deber del deudor, tiene un vínculo con particularidades propias que justifican su tratamiento
específico: En ella el vínculo constriñe al deudor a cierto comportamiento concreto que es
la prestación”
Esa relación (para algunos simple, para otros compleja o plural), que liga al sujeto activo
con el sujeto pasivo (y que puede ser más o menos perfecta o imperfecta) es lo que
llamamos vínculo.
El vínculo, es uno de los elementos de la obligación, y se manifiesta por la sujeción del
deudor a ciertos poderes del acreedor.
Algunos autores (Borda; Llambìas etc), entienden que el vínculo no es un elemento propio
de las obligaciones, sino común a toda relación jurídica; sin duda esto es así, pero lo mismo
sucede con los otros elementos vistos anteriormente.
El vínculo, (con su ingrediente la coercibilidad) se manifiesta concretamente en dos
aspectos, pues da derecho al acreedor:
a) Para ejercer una acción tendiente a obtener el cumplimiento (ejecución forzada- art
730 Inc. a) CCCN)
b) Para oponer una excepción tendiente a repeler una demanda de repetición (devolución)
que intente el deudor que pagó.
Por cierto que, el derecho a demandar el cumplimiento no significa que las deudas
cumplidas espontáneamente correspondan a una obligación que carece de vínculo: Aunque
no haya coerción efectiva, el vínculo se manifiesta en la medida en que la relación jurídica
obligacional es coercible; pues habría dado derecho al acreedor a demandar, si el deudor no
hubiera cumplido.

Para el caso de que el deudor no cumpla voluntariamente con la prestación debida, el


derecho acuerda al acreedor la posibilidad de hacer satisfacer su pretensión forzadamente,
haciendo uso de la coercibilidad (Conf. Art. 730 Inc a) CCCN).
Coercibilidad: Es la posibilidad de aplicar la fuerza pública en caso de incumplimiento de
un deber jurídico. (No confundir con la coacción, que es la fuerza pública aplicada a un
caso concreto).
Dice Rezzònico: “ La potestad, es decir el derecho que surge de la obligación a
favor del acreedor sería a menudo ilusorio si éste contara solo con la honradez y la
buena voluntad de su deudor. La ley debe acudir en apoyo del acreedor siempre
que éste invoque un interés legítimo, y lo hace permitiéndole reclamar
judicialmente el cumplimiento de la obligación por su deudor (art 505 C.C.), y
poniendo a su disposición, por intervención de jueces, el apoyo del poder público
para que aquèl pueda hacer efectivo su derecho mediante el embargo y el
apoderamiento de los bienes de su deudor; o mediante el embargo y posterior
venta judicial de bienes, para que con el dinero obtenido, el acreedor vea
satisfecho su crédito o la indemnización.
Pero: Esa coerción o compulsión a que el deudor puede ser sometido a instancias
de su acreedor para dar eficacia al vínculo jurídico, cuando solicita el amparo del
poder público, no es ilimitada: Después de haber pasado de la gravísima
severidad del Derecho Romano antiguo (aprisionamiento del deudor, esclavitud
etc), pasando por la prisión por deudas: en el derecho contemporáneo la
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compulsión se detiene allí donde comportaría el ejercicio de una violencia sobre la


persona del deudor; o cuando la agresión al patrimonio atente contra el decoro en
la vida del deudor.
Por ello en nuestro derecho no se puede obligar a efectuar un trabajo, si el deudor
se niega a hacerlo; o en el otro caso, si una persona adeuda a otra una suma de
dinero no se permite al acreedor, que para satisfacer su crédito, llegue a privar al
deudor de todos sus bienes dejàndolo en situación de indigencia
(inembargabilidad de ciertos bienes) etc).
Lafaille considera que la coercibilidad es un elemento esencial de las obligaciones – llama a
la coercibilidad, “el cuarto elemento esencial de la obligación”- y la considera como un
elemento social: que se revela por la posibilidad de reclamar en justicia y con el apoyo del
poder público el cumplimiento o la efectividad de la prestación debida.
Causa fuente
Fuente de las obligaciones (Art. 726 CCCN)
“Si los derechos nace, si se modifican, si se transfieren de una persona a otra si se
extinguen, es siempre a consecuencia o por medio de un hecho. No hay derecho que no
provenga de un hecho y precisamente de la variedad de hechos procede la variedad de
derechos”; decía Vélez en la nota al la Sección 2º del Libro II del Código Civil anterior.
En el campo de las obligaciones, todo vínculo jurídico de carácter obligacional reconoce o
se explica en razón de un hecho externo y antecedente que es su fuente. El vínculo es el
efecto y reconoce una razón eficiente (causa eficiente) que es precisamente, la fuente, la
causa de su existencia. He ahí la llamada causa-fuente.
La fuente (o causa-fuente) de la obligación es el hecho, acto o disposición legal que la
origina.
Causa es, como señala Segovia, “el hecho, acto o relación jurídica que engendra y sirve de
fundamento a la obligación”
Llambìas dice: “Es el hecho dotado por el ordenamiento jurídico con virtualidad bastante
para establecer entre acreedor y deudor el vínculo que los liga”.
Es un elemento esencial de la obligación, pues no se concibe una obligación que exista
porque sì, sin dependencia de un hecho antecedente que la haya producido. El art 726 del
Código es tajante al respecto: “ No hay obligación sin causa, es decir, sin que derive de
algún hecho idóneo para producirla, de conformidad con el ordenamiento jurídico”.
El art 726 CCCN, alude al origen que pueden reconocer las obligaciones, o sea, a su causa
fuente. “No hay obligación sin causa”, comienza diciendo, es decir, no hay vínculo
jurídico que cree obligaciones si no existe un antecedente-un por qué- que determina la
formación o el nacimiento de ese vínculo.
Por ejemplo: un contrato de compraventa, es la fuente de la obligación del vendedor de
entregar la cosa, y del comprador de entregar el dinero.

Un delito, es la fuente de la obligación del autor de pagar a la víctima, la indemnización


correspondiente.
La fuente, es la causa de la obligación, la llamada causa-fuente (o “causa eficiente ), para
no confundirla con la causa-fin ( o finalidad).
26

Clasificación de las fuentes


Desde antaño ha preocupado a los juristas ensayar una clasificación de las fuentes que
facilite su ordenamiento legal y su estudio.
En las Institutas de Justiniano se las clasificaban así:
 Contratos
 Cuasicontratos
 Delitos
 Cuasidelitos.
Los Glosadores agregaron una quinta categoría: La Ley.

Y Pothier, la ley y en algunos casos la equidad.

En el Código Civil francés se admitió la clasificación clásica y que han seguido la mayoría
de los Códigos que tomaron a aquél como modelo, es decir:

+ Contrato

+ Cuasicontrato.

+ Delito

+ Cuasidelito

+ La ley.

Proponen Aubry y Rau, una clasificación bipartita al sostener que todas las obligaciones
tienen por fuente inmediata:
 La ley
 O, un hecho del hombre,(este hecho
puede ser lícito en el caso del
contrato o del cuasicontrato: o
ilícito, en el caso del delito y del
cuasidelito)
Esta manera de clasificar las fuentes de las obligaciones ha recibido las siguientes críticas:
Planiol :juzga que la misma, si no es del todo falsa, es superficial y da una idea de la
realidad. Para él, las fuentes se reducen a dos: * El contrato (la voluntad de las partes)
* La ley.

Y las obligaciones nacidas del cuasicontrato, del delito y del cuasidelito- dice-, no son otra
cosa que obligaciones emanadas de la ley.
Este punto de vista ha merecido la crítica de Josserand, para quien en última instancia, no
existiría sino una sola fuente de obligaciones: La ley, ya que es ella la que determina que
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hechos u actos generan relaciones jurídicas, y ella es la que le da virtualidad jurídica a tales
hechos o actos. Y si los contratos generan obligaciones, es porque la ley así lo establece.
Lo que pasa, dice este autor, es que se confunde:+ fuentes mediatas, de las + fuentes
inmediatas. La fuente mediata de las obligaciones, como de todo derecho es la ley; pero
ello no es óbice para que haya fuentes inmediatas, a saber:
 Los actos jurídicos
 Los actos ilícitos
 El enriquecimiento sin causa
 La ley.
Y también (Josserand), objeta de la clasificación clásica, la inclusión del “cuasicontrato”,”
figura híbrida, utilizada a modo de bohardilla, donde se guarda todo lo que no tiene
cabida entre los contratos”. Asimismo juzga superflua la división bipartita en delito y
cuasidelito, que pueden ser reunidos perfectamente en una sola fuente genérica: los actos
ilícitos.
Se ha criticado además, a la clasificación tradicional, el no haber incluido fuentes como el +
enriquecimiento sin causa; + la voluntad unilateral;+ la sentencia judicial etc.
La Causa fuente en nuestro nuevo Código
La tendencia de los códigos modernos es de prescindir de las clasificaciones expresas. Se
legisla sobre las fuentes, se hace la distribución de las materias conforme a ellas, pero no se
hace una clasificación determinada, por entenderse, con razón, que es una cuestión que
compete a la doctrina.
Ya Vélez Sarsfield, en el original art. 499 del ant. Código, no hacía mención a una
clasificación puntual de fuentes, sino que hacía como una enumeración amplia de “hechos y
Actos lícitos e ilícitos”; y , dentro de esa misma línea, nuestro nuevo Código Civil y
Comercial, no sólo que no hace ninguna clasificación, sino que es más genérico, al expresar
que la causa de una obligación será “….algún hecho idóneo para producirla, de
conformidad con el ordenamiento jurídico” (Art. 726 in fine CCCN).
Aunque la clasificación tradicional de las fuentes de las obligaciones ya no tenga rango
científico, es útil conocer el significado de sus categorías, por el frecuente empleo que de
ellas hacen los juristas.
Luego veremos algunas de las fuentes que la doctrina moderna propugna. Por ej: La
equidad; la voluntad unilateral; el abuso del derecho etc)-
El deber moral y la buena fe (art 728 CCCN)
Nuestro anterior Còdigo Civil contemplaba las llamadas “Obligaciones naturales”, como
aquellas que “fundadas en el derecho natural y la equidad, no confieren acción para exigir
su cumplimiento, pero que cumplidas (voluntariamente) por el deudor, autorizan (al
acreedor) para retener lo que se ha dado en razón de ellas” (art 515 Còdigo de Vèlez) Por
ej; las obligaciones que por el transcurso del tiempo, y la inacción del titular hubieren
prescripto.
El nuevo Código ya no observa a las llamadas “Obligaciones naturales”, quitándole su
característica de obligación (imperfecta). Pero ahora, el nuevo Código en el art. 728 nos
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habla de los “deberes morales” (o deberes de conciencia)., diciendo: “Deber moral” “ Lo


entregado en cumplimiento de deberes morales o de conciencias es irrepetible”
El artículo establece un nuevo concepto: prohíbe la posibilidad de repetir en los casos en
que la prestación se haya entregado en observancia de deberes morales o de conciencia. Es
decir, le niega al acreedor que cumplió una prestación fundamentada, no en una causa-
fuente jurídica, sino en lo que le indica su conciencia, la posibilidad que pueda reclamar la
devolución de lo pagado. (Ej. Obligaciones que han prescripto; aquellas de las que se han
perdido las pruebas; aquellas que se pagan como agradecimiento de un favor, etc.) No
caben dudas que la cuestión es considerablemente subjetiva, y además dificultosa en
materia de prueba. Pero, más allá de estas consideraciones, lo cierto es que el art. 728
reemplaza a las antiguas “Obligaciones naturales”, cuya regulación se encontraba en los
arts. 515 al 518 del Código Civil.
La buena fe
El efectos normal (y para eso han sido creadas las obligaciones), es que las obligaciones
sean cumplidas voluntariamente (espontáneamente), por parte del deudor.
Pero además, respecto de este cumplimiento voluntario, es principio esencial: Que tanto el
deudor debe cumplir sus obligaciones “de buena fe”, como también el acreedor debe obrar
“de buena fe”, permitiendo que el deudor cumpla correctamente con su deber.
Este principio de la buena fe indica que en el cumplimiento de las obligaciones las partes se
comporten como lo haría una persona honorable y correcta.
En el Código de Vélez
La ley 17711 había introducido este principio, en materia de contratos, en el Art. 1198 “Los
contratos deben celebrarse, interpretarse, y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que
verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y
previsión”
Nuevo Código Civil y Comercial (Art. 729)
Nuestro nuevo Código Civil y Comercial ha introducido, ahora en materia de obligaciones
este principio, diciendo: “Buena fe: Deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión, y según las
exigencias de la buena fe” (Art. 729 CCCN)
Este principio, nuestra nueva legislación lo contempla en materia de contratos (Art. 961
CCCN), también como una pauta general en el ejercicio de los derechos (Art. 9 CCCN), en
otros artículos, y diversas leyes.
Se trata de una regla amplia, que los jueces aplicarán según las circunstancias de cada caso;
y está fundado en los principios de equidad y justicia.

En los contratos (Art. 961 CCCN)


Dice el Art 961 CCCN: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de
buena fe. Obligan no solo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las
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consecuencias que puedan considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que
razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor”
La buena fe, en el caso de las obligaciones que provienen de los contratos, surge a partir
que las partes, más allá de los que han expresado por escrito, han confiado una en la otra,
interpretando verosímilmente como deben ser sus conductas en la vida de sus obligaciones,
y al cumplirlas; y esa confianza que se han dispensado no debe ser traicionada con
comportamientos que contradigan lo entendido por ambas.
Las consecuencias prácticas de este principio son fecundas:
Por ej.: El deudor, en una obligación de dar, si el día y la hora de cumplimiento de la
entrega de la prestación (entrega de la cosa adeudada) se ha dejado al arbitrio del deudor,
éste no deberá cumplirla en momentos y horas inconvenientes, o de manera intempestiva
( de noche o de alguna manera que cause trastornos al acreedor al recibirla) (o en épocas de
inundaciones entregar la cosa en el domicilio afectado)
En un mismo orden, el Art. 746 CCCN dispone que en materias de obligaciones de dar, el
deudor está obligado a entregar la cosa, con todos sus accesorios, aunque en los títulos no
se mencionen, o aunque hayan sido momentáneamente separados de ella.
El acreedor, también debe actuar de buena fe,; absteniéndose de exigencias contrarias a la
equidad y, debe guardar respecto del deudor una razonable consideración humana. Por ej:
Si los defectos de la obra que debe realizar el deudor son insignificantes, o de detalle, el
dueño no podría retener todo el precio debido, y solo correspondería, de acuerdo a lo que
indica esta sana regla, exigir la reparación de dichos detalles, y retener la suma
proporcional a los mismos.
Prueba de la existencia de las obligaciones:(art. 727 CCCN). Presunción de causa
legítima (art 727 2da p CCCN)
El nuevo Código Civil y Comercial establece que no se presume la existencia de una
obligación, sino que para, alegar que existe, ésta deberá ser probada, y además, en la duda
de su existencia o no, se está a que no existe (interpretación restrictiva) y una vez que se
probó su existencia se presume que nace de una fuente legítima que le da virtualidad. El
nuevo Código introduce aquí una novedad:; las presunciones en materia de fuente de las
obligaciones, por lo cual, la ficción jurídica que reviste la presunción conllevarà a que,
quién alegue fuente ilegítima, deberá probarlo (se trata de una presunción juris tantum, es
decir rebatible por prueba en contrario.
Expresa el art 727 CCCN: “Prueba de la existencia de la obligación. Presunción de fuente
legítima:” “La existencia de la obligación no se presume. La interpretación respecto de la
existencia y extensión de la obligación es restrictiva. Probada la obligación, se presume
que nace de fuente legítima mientras no se acredite lo contrario”.

La unificación de las obligaciones civiles y comerciales


30

Antes de la sanción del actual Código, en nuestro derecho las obligaciones y los contratos
estaban sujetos a una doble legislación. En efecto, ellos se hallaban regidos por el Código
civil o por el Código de Comercio según les cupiera el rótulo de "actos de comercio" o no,
sin que importara que se trataran de actos idénticos. El nuevo Código varía del todo esa
situación unificando el régimen en el Código civil, describiendo la trayectoria que ha dado
origen al derecho comercial. 
"Las opiniones mayoritarias, en estos últimos años expresaban que no existían razones
políticas, jurídicas, económicas, ni prácticas para mantener para mantener la dicotomía". El
las causas sociales que, en su origen, dieron lugar a la dualidad legislativa han
desaparecido, resultando artificial una diversificación que en nuestra época no tiene
justificación en la realidad", lo cual "resulta claramente en la consideración del doble
régimen en materia de solidaridad, sociedades, garantías, onerosidad, prescripción, pacto
comisorio, venta de cosa ajena".
Derechos Creditorios y Derechos Reales
Los caracteres del Derecho Creditorio (u obligación) los analizamos en el punto anterior.
A su vez el Derecho Real presenta las siguientes características:
a) Patrimonialidad: Que es la única común con la obligación, pues las demás constituyen
diferencias con ella.
b) Carácter absoluto: en cuanto a que son oponibles “erga omnes”(contra todos).
c) Relación directa e inmediata con la cosa: (por ej, en el dominio, el propietario puede
“usar y disponer de lo que es suyo” (art 14 de la Const. Nac.).
d) Creación legal exclusiva: Los derechos reales sólo pueden ser creados por ley
e) Perpetuidad: en el sentido de que no se pierden por inacción del titular, tanto que si
alguien adquiere el derecho real por prescripción adquisitiva o usucapión, lo hace en
virtud de su acción, y no de la sola inacción del propietario.
f) Adquisición por tradición: salvo en el caso de la sucesión hereditaria , (tampoco en el
caso de la hipoteca)
g) Posibilidad de “usucapir”: Es decir ,de poder adquirir la propiedad por “prescripción
adquisitiva”
h) “Jus persequendi”: o facultad para perseguir la cosa aunque esté en manos de terceros.
i) “Jus preferendi”: o sea preferencia a favor del titular más antiguo cuando concurren
varios pretendientes sobre la misma cosa, lo que no ocurre en materia de derechos
creditorios, pues entonces las preferencias obedecen a otras razones.
Dualismo y monismo
A) Criterio dualista:
El criterio que traza las diferencias (ya detalladas en el punto anterior) entre la obligación y
el derecho real, de acuerdo a sus características, es el llamado dualista.
El Derecho personal u obligación es una vinculación jurídica que une a dos personas; en
virtud de la cual el deudor debe satisfacer al acreedor la prestación debida. Derecho real,
en cambio, es un poder o facultad que se tiene sobre una cosa; el típico es el derecho real de
dominio o propiedad, que importa un poder de señorío, de goce y disposición de la cosa; los
restantes derechos reales no son en el fondo, sino desmembraciones de dicho derecho real.
De esta diferencia conceptual, se siguen las siguientes:
31

1. En los derechos reales existe una relación directa e inmediata del titular con la cosa.
En la obligación existe una alteridad (bilateralidad), en cuanto la relación enlaza a dos
sujetos (acreedor y deudor), en un vínculo cuya característica es la coercibilidad.
2. Los derechos reales se llaman absolutos en el sentido que se tienen erga omnes, es
decir contra cualquiera que pretenda perturbar al titular en el goce de la cosa; dan orìgen a
acciones reales, cuyo objeto es mantener el derecho y que se ejercen tantas veces como sea
necesario para defenderlo. Los derechos creditorios (u obligaciones) son relativos, pues se
tienen contra personas determinadas, que son el o los deudores; por eso, las acciones
personales sólo pueden dirigirse contra ellos y tienden a la extinción del derecho, pues una
vez cobrado el crédito, cesa la obligación. Por excepción, las acciones derivadas de los
derechos reales de garantía (hipoteca, prenda etc) tienden, no al mantenimiento, sino a la
extinción del derecho, puesto que son accesorios de una obligación de carácter personal.
3. El titular de un derecho real goza del jus persequendi o sea la facultad de hacerlo
valer contra cualquiera que se halle en posesión de la cosa; aunque el principio no es
absoluto y sufre excepciones: una de ellas sería el caso del poseedor de buena fe de cosas
muebles, contra quien no puede ejercerse reivindicación Los derechos creditorios, en
cambio, no gozan de este privilegio.
4. También es inherente al derecho real el jus preferendi, o sea preferencia a favor del
titular más antiguo cuando concurren varios pretendientes sobre la misma cosa. El derecho
creditorio, al menos en principio, supone una completa igualdad para sus diversos titulares,
salvo el caso de los privilegios (tema que se verá más adelante).
5. Los derechos reales sólo pueden ser creados por la ley y, por ello su número es
limitado. La prohibición que las partes interesadas puedan crear otros derechos reales que
aquellos establecidos por ley obedece a la preocupación del poder público por todo lo
atinente al régimen de la propiedad, a la cual todos los derechos reales se vinculan
estrechamente, y que podría quedar alterada en sus mismos fundamentos si se admitiese la
libertad de convenciones en esta materia. En cambio los derechos personales son ilimitados
en su número, y las partes pueden crear tantos como convenga a sus intereses, formando el
contrato, una regla a la cual deben someterse como a la ley misma
6. Por razones análogas a las apuntadas en el apartado anterior, la ley reglamenta, por lo
general, las formalidades requeridas para la transmisión de los derechos reales, que son más
rigurosas para el caso de que se trate de bienes inmuebles (escritura pública, inscripción en
el Registro, tradición); en cambio, los derechos personales nacen o se transmiten, en
principio, sin ningún requisito formal.
7. Los derechos reales son susceptibles de adquirirse por usucapión (prescripción
adquisitiva); no así las obligaciones, respecto de las cuales no es concebible la posesión, la
cual, unida al transcurso del tiempo, constituye el fundamento de aquélla
8. Los derechos reales son perpetuos, en el sentido de que su titular no lo pierde por su
no uso; la prescripción liberatoria no rige respecto de ellos. El derecho de propiedad no se
pierde por más que el titular deje de ejercerlo por un número indefinido de años, a menos
que otra persona adquiera el dominio por prescripción adquisitiva. Pero esta regla no es
32

absoluta, ya que los derechos reales de garantía se extinguen cuando prescribe la obligación
personal de que son accesorios; el usufructo, el uso y la habitación y las servidumbres
activas se extinguen por el no uso. En cambio, la temporalidad es característica de las
obligaciones, ya que la prescripción liberatoria se opera respecto de todos los derechos
creditorios no ejercidos durante los plazos fijados por la ley.
Esta es la teoría aceptada unánimemente en nuestro derecho

Sin embargo existen otras teorías, hoy desechadas:


B) Criterio monista
A la teoría que distingue netamente los derechos reales de los personales (dualista), se le
opone la concepción monista; en dos sub-especies: a) una, el monismo obligacionista que
intenta asimilar el derecho real a la obligación (el derecho real como obligación
pasivamente universal); y b) aquella que pretende explicar al crédito como una especie de
derecho real, el monismo realista.
B.1. El Derecho Real como obligación pasivamente universal (Monismo
obligacionista)
La relación jurídica vincula o enlaza a dos sujetos, el titular del Derecho subjetivo (sujeto
activo) y el que tiene a su cargo el cumplimiento del deber jurídico (sujeto pasivo); por lo
tanto un grupo de autores entendieron que sería impropio caracterizar al Derecho Real
como una relación entre la persona y la cosa. Kant había advertido que no era posible
hablar de un derecho sobre una cosa, “como si ella tuviera una obligación respecto de
mí...”. Tenía presente Planiol este pensamiento Kantiano cuando claramente dice: “No
puede haber relación de orden jurídico entre una persona y una cosa, porque dar un
derecho al hombre sobre la cosa equivaldría a imponer una obligación a la cosa en
relación al hombre, lo cual sería una absurdidad”
Desde la concepción subjetivista se propondrá- como ya lo sugiere Planiol y muy poco
después Michas, su discípulo- reducir ambas categorías a una sola: el derecho real se ejerce
también contra un sujeto pasivo, “porque todo derecho es una relación entre personas” , de
modo que “el derecho real debe ser pues, concebido bajo la forma de una relación
obligatoria, en la cual el sujeto activo es simple y está representado por una sola persona,
en tanto que el sujeto pasivo es ilimitado en número” por lo que los sujetos pasivos de esta
relación, son todos los integrantes de la sociedad, que deben respetar el derecho (real) de
una persona)y abstenerse de turbarlo en el ejercicio de sus facultades. Tal obligación de no
hacer sería pasivamente universal.

Crítica de la teoría
Alsina Atienza ha respondido a esta teoría diciendo: “la afirmación de que en el Derecho
real no hay sino dos elementos (el titular del derecho y la cosa) se presta a malentendidos
que han dado orìgen a muchas cuestiones. Ella sólo implica negar la necesidad de la
intermediación de un deudor, sujeto pasivo determinado o especial, para que el titular
ejerza su derecho. No significa, en modo alguno, desconocer el carácter eminentemente
33

social de las relaciones jurídicas, ni la existencia de un deber pasivo, negativo, de


abstención, que incumbe a la sociedad frente a aquéllas, y en cuyo mérito, nadie debe
interferir en las mismas. No importa, pues, desconocer la necesidad de ese sujeto pasivo
universal e indeterminado. Pero ese deber de referencia no es una auténtica “obligación”,
sino un deber general que nace de la convivencia humana y del deber genérico de no dañar
a los demás.

B. 2. El crédito como derecho real (Monismo realista)

La tesis obligacionista de los derechos reales reconoce una vertiente subjetivista, a la que se
opondrá más tarde una tesis realista u objetivista, de los derechos personales. Su pretensión
es superar la idea de un poder de la voluntad que el acreedor ejerce sobre el deudor, para
trasladar la noción de obligación a la relación entre patrimonios. Asì Gaudemet y Gazin en
Francia; Rocco en Italia, han considerado que la estructura del derecho de créditos es, ni
más ni menos, que la del derecho real sobre los bienes del patrimonio del deudor. Con
palabras de Pachioni: “todos los derechos estando constituidos por poderes reconocidos
por la ley sobre el mundo exterior, son derechos reales, esto es, derechos sobre las cosas.
Tanto en la propiedad como en la obligación, se encuentran los dos elementos
constitutivos de un instituto jurídico: el deber jurídico y el poder jurídico. La única
diferencia estaría en la forma en que están combinados dichos elementos. En la obligación
habría un núcleo central: el deber jurídico, en el cual se introduce el poder jurídico del
acreedor, o sea el derecho de garantía sobre el patrimonio del deudor. En cambio, en la
propiedad, el núcleo central estaría constituido por el poder jurídico, en el cual se
introduce un deber negativo de abstención por parte de los demás. Lo que cambiaría, pues,
en estas dos instituciones (la propiedad y la obligación) sería la recíproca posición de
estos dos elementos.”-
El monismo realista constituye una reacción contra la idea de obligación como sujeción de
la persona del deudor. Señalaba Brinz que la actividad del deudor, en el momento que es
desarrollada, no puede ser objeto del señorío del acreedor, porque se agota
instantáneamente con el cumplimiento., mientras, en el momento anterior a su desarrollo,
constituye un quid imponderable e incoercible perteneciente a la esfera psíquica del deudor
que, consiguientemente, escapa al señorío del acreedor; por lo que objeto de señorío del
acreedor podría considerarse la persona del deudor sólo en dos sentidos: en el sentido
material de sometimiento físico de ésta al acreedor, como en la antigua obligatio romana, o
en cambio, como exponente de un patrimonio.
De la existencia de una sujeción del patrimonio del deudor a la agresión del acreedor para
obtener satisfacción por equivalente de la prestación no cumplida, se ha deducido que este
mismo patrimonio considerado como unidad constituye la garantía para los acreedores. Si
todo el patrimonio del deudor constituye garantía de sus acreedores, en cuanto a que está
afectado al cumplimiento de las obligaciones, se puede concluir que sobre este objeto,
constitutivo de garantía, tienen los acreedores alguna titularidad o algún derecho. Hay,
pues, se dice, un derecho de los acreedores sobre el patrimonio del deudor.
Rocco entiende que la facultad del acreedor de dirigirse contra los bienes del deudor es un
específico derecho subjetivo. La circunstancia de que este derecho recaiga sobre un
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conjunto de bienes hace que se le configure como un derecho de garantía real. Y


extremando aún más la nota, se dirá que el derecho que tienen los acreedores, es un derecho
de prenda (derecho real de garantía) sobre los bienes de los deudores.
Pero se critica a esta doctrina pues, si bien el acreedor está investido de poderes de agresión
sobre el patrimonio del deudor, si éste no cumple con la prestación debida, y que se
concreta en la posibilidad de “emplear los medios legales, a fin de que el deudor le procure
aquello a que se ha obligado” esto no implica un derecho real sobre el patrimonio del
deudor o cosas determinadas que le pertenezcan.
Afinidades entre la obligación y el derecho real en su carácter común de bienes
patrimoniales
En ciertas circunstancias la obligación constituye antecedente del nacimiento de un derecho
real. Así ocurre por ejemplo, en la compraventa, pues luego de la entrega el comprador se
convierte en dueño de la cosa, y el vendedor en dueño del dinero dado como precio, en
razón de que aquél contrato – generador de obligaciones- constituye el título de dominio de
uno y otro.
A la inversa, el derecho real puede ser antecedente de la existencia de ciertas obligaciones:
las propter rem

La Doctrina Social de la Iglesia y las obligaciones


Doctrina Social de la Iglesia; Constituye un rico y complejo patrimonio”, que “nace a la
luz de la palabra de Dios y del Magisterio auténtico”, para orientar “ la presencia de los
cristianos en el seno de las situaciones cambiantes del mundo, en contacto con los desafíos
que de éstas provienen. Tal Doctrina comporta por lo tanto principios de reflexión pero
también normas de juicio y directrices de acción (Juan Pablo II, Puebla III, 7)
Las fuentes de donde proviene la Doctrina Social de la Iglesia
La Doctrina Social de la Iglesia se funda y arraiga en dos fuentes especiales: “En el
Derecho natural y la ley de Cristo” (Pìo XII, 2-IX-1956). Su objeto capital es el hombre
“en cuanto es sociable por naturaleza y ha sido elevado a un orden sobrenatural” (Juan
XXIII, Mater et Magistra, 220).

Para permitir a los individuos satisfacer sus necesidades materiales y espirituales – dice
Rezzònico- ya que nadie dispone siempre de todos los bienes aptos para satisfacer dichas
necesidades, la ley los faculta para obtener esos bienes y servicios, contrayendo
obligaciones (comprando, alquilando, contratando la prestación de servicios ajenos,
tomando dinero a préstamo, formando sociedades etc).
Por ello, las obligaciones responden al fenómeno de la división del trabajo, y del
intercambio de bienes y servicios.
Es innegable, pues, la importancia de la economía en el Derecho de las Obligaciones- dice
Cazeaux- y es por ello que se ha podido decir que, siendo el Derecho una Ciencia Social
que procede por valoraciones, que evolucionan, el derecho de las obligaciones, que es la
estructura jurídica de las relaciones económicas de la sociedad, tiene que plegarse tanto a
las nuevas técnicas de producción y del intercambio, como a las estimaciones morales que
ellas suscitan, por lo que ineludiblemente sufre una evolución acorde con estas nuevas
valoraciones.
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El derecho de las obligaciones debe resistirse a las atracciones exclusivas de lo económico,


debe seguir siendo la ciencia de lo justo, más todavía que el Código de la riqueza, porque es
ante todo un poder moral.
Más aún, la relación obligatoria está dominada por principios de orden moral (Ripert). Pese
a que con alguna frecuencia, y desde distintas ideologías, se ha pretendido cuestionar la
existencia misma de normas morales que rijan la economía.
La regulación moral de la economía
La Iglesia no podía menos que comprobar las desastrosas consecuencias morales
procedentes, no de un orden económico “natural”, ni “necesario”, sino de premisas y
acciones morales profundamente erróneas, siendo, precisamente el peor error de las
diversas teorías económicas, la concepción “amoral” de la economía, es decir, como
autónoma con respecto a la ley moral natural.
“Es de todo punto necesario, por consiguiente, que la economía se atenga y se someta....a
un verdadero y eficaz principio rector”, que consiste esencialmente en la “Justicia social, y
la caridad social”. Por ello conviene que las instituciones públicas y toda la vida social
estén imbuidas de esa justicia, que constituya un orden social y jurídico con que quede
informada toda la economía. ( Pìo XI- Cuadragèsimmo Anno; 88).
Leyes económicas y leyes morales
Los dos grandes principios rectores del orden económico son, según el Magisterio de la
Iglesia: 1) La justicia social, y 2) La caridad social
1) La Justicia social:
Para precisar su sentido magisterial recordaremos que la justicia- a secas, sin adjetivos-
debe regular el íntegro orden social; y se la nombra como:
1.a. Justicia general: Es la que el ciudadano debe a la comunidad, es decir, al bien
común.
1.b. Justicia particular: Regula las relaciones entre las partes del todo social; y tiene
dos especies:
 La justicia distributiva: que regula las relaciones de la autoridad como parte, con
todos los ciudadanos, distribuyendo entre ellos los bienes comunes- los recursos y las
cargas-, según sus méritos y necesidades.
 La justicia conmutativa: (o “justicia del contrato”), que regula las relaciones entre los
particulares.
Es decir, que la justicia social comprende todas las formas clásicas de la justicia (vistas más
arriba). Y en lo que aquí importa, más que preocuparnos por la terminología, lo que interesa
es el imperio de la justicia como alma moral de la sociedad económica.
La justicia social es para la Iglesia, una virtud que anida en las almas; y que una sociedad
más justa significa, en primerísimo lugar, una sociedad de personas más justas, es decir más
animadas por la voluntad perenne de dar a cada uno lo suyo.
Juan XXIII, describe así el vasto campo de acción de la Justicia Social:
“Los preceptos de la justicia y de la equidad no deben regular solamente las relaciones
entre los trabajadores y los empresarios, sino además las que median entre los
distintos sectores de la economía, entre las zonas de diverso nivel de riqueza en
el interior de cada nación y, dentro del plano mundial, entre los países que se
encuentran en diverso grado de desarrollo económico y social” (Mater et
Magistra 122)
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2). Justicia social


Santo Tomás hablaba ya de la “Dilectio Socialis”, y colocaba como sinònimos “caridad
social” y “amor social”.
La justicia, lamentablemente no basta para unir a los hombres entre sì, ni para regular las
relaciones humanas.
La justicia sola siempre tiene algo de frìo e impersonal que, en su forma externa es ya una
injusticia (Leer sobre el reproche del Señor a los fariseos, que cumplen lo externo de la ley,
dejando fuera la lealtad y la misericordia- Mt.23,23), asì como la advertencia a sus
discípulos “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el
Reino de los Cielos”(Mt. 5,20)
Enseña Pìo XI que la paz se funda en la justicia; “pero esa paz no puede constar solamente
de una dura e inflexible justicia, sino que debe quedar suavizada por una no menor
caridad, virtud esencialmente idónea para establecer la paz entre los hombres” (Ubi
Arcano 28).
A su vez, Pío XII, hablando de la paz social, establece que, “esta concepción no admite ni
oposición, ni alternativa: amor o derecho; sino amor y derecho”(mensaje de Navidad de
1942)
Y Juan Pablo II, relaciona así ambas virtudes sociales: “ No puede existir amor sin justicia.
El amor rebasa la justicia, pero al mismo tiempo encuentra su verificación en la justicia”.

La Iglesia enseña dos verdades sociales estrictamente complementarias: Que la justicia sin
caridad es insuficiente en el orden social, y que la caridad supone la justicia, porque no está
destinada a reemplazarla hipócritamente, sino a llevarla a su plenitud..

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