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desarrolla un sutil juego alusivo con el pecado original com etido por Adán y
Eva (Génesis 3) com o se aprecia a primera vista en la repetición de los m ism os
elementos — el árbol y sus frutos, el atractivo de lo prohibido, el poder de la
tentación y de la persuasión— y se irá viendo a continuación (cf. H. D e r y c k e ,
«Le vol des poires, parabole du péché originel», Bulletin de Littérature E c clé
siastique 88 [1987], págs. 337-348). A l m ism o tiempo, este análisis tiene tam
bién en cuenta la concepción maniquea del mal. El sím bolo del peral enlaza así
con el Árbol del mal maniqueo que representaba el Reino de las Tinieblas (cf.
F. B e r m e j o R u b i o , E l m aniqueísmo..., pág. 86).
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48 Cf. C atilinarias Π 5 ,9 .
49 N ueva alusión a la Conjuración de Catilina 5, 6-7.
50 Por coherencia con el contexto traducimos así el término latino facinus,
«maldad gratuita», que presenta connotaciones cercanas a la concepción mani-
quea sobre la forma en que actúa el mal (vid. supra n. 4). Sobre su significado
en el análisis moral de Agustín, vid. infra II I8, 15, n. 71.
51 A m b r o s i o , H im nos 2, 1, pág. 46, W a l p o l e .
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61 Eclesiástico 3, 17.
62 Cf. Salmos 50, 15. En toda esta obra Agustín insiste en la idea de que sin
la gracia divina resulta im posible escapar del pecado.
63 Referido al mediador entre la humanidad y D ios, Cristo. Todo este pasa
je está destinado a los maniqueos, cuyos electos hacían gala de la santidad de
sus costumbres, que atribuían a sus propios méritos. Adem ás, gracias a la ex
trema pureza de su dieta — sin vino ni carne, y exclusivam ente vegetariana, sin
poder siquiera arrancar por su mano los frutos de la tierra— se presentaban
com o redentores de la luz del reino del Gran Padre, la cual fue apresada por el
reino de las tinieblas y se halla presente en las plantas, luz denominada «Jesús
sufriente» (Iesus patibilis).
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64 Romanos 6, 21.
65 Eclesiástico 2, 10.
66 La expresión metafórica confricatione («frotamiento mutuo») parece re
ferirse a la frase hecha latina asinus asinum fr ic a t («un asno frota a otro asno»)
entendido com o elogio de las malas acciones (c f.V . H e r r e r o L l ó r e n t e , D ic
cionario de fra se s y expresiones latinas, Madrid, 1992, 786).
67 Traduzco así el término affectus animi (literalmente «afección del espíri
tu»), entendido como «pasión» o más comúnmente «emoción», por la conexión
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que en castellano tiene la palabra ánimo con la vida em ocional, pues el término
latino animus designa la mayoría de los procesos de la mente y el espíritu (vid.
infra X 6, 10, n. 58). A este respecto, el dominio de las em ociones es funda
mental en la culture de soi helenística, en especial para los estoicos, que busca
ban eliminar cualquier interferencia de los acontecimientos exteriores, dirigi
dos por el azar o el destino, en la vida anímica individual hasta lograr la total
imperturbabilidad de ánimo o ataraxia, cielo claro en el que hallar la verdad y
la felicidad.
68 Job 1 0 ,1 5 .
69 Salmos 18, 13.
70 Todo e l relato que aquí concluye sirve de alegoría de la iniciación de
Agustín com o auditor maniqueo durante su juventud, tal com o se va a narrar
en e l libro siguiente de estas Confesiones. A sí lo deja suponer el papel del
grupo y de la clandestinidad en la persuasión hacia lo prohibido, pues la per
seguida iglesia maniquea se organizaba en células secretas en torno a sus e le c
tos. Éstos, que se entregaban a una vida itinerante en total renuncia a lo m ate
rial, necesitaban del apoyo de los auditores incluso para no contaminarse
arrancando frutos, lo que proporcionaba gran cohesión al grupo. Agustín ofre
ce un ejem plo de ese celo sectario al persuadir a no pocos de sus am igos
(Nebridio, Honorato, Cornelio y su patrono Romaniano) para que abrazasen la
fe maniquea.
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